Entre carretas, una mandarina [pasado]

Un hombre sentado en la parte de atrás, sobre la carreta llena de mandarinas y tirada por caballos, con bigote bastante denso y blanco, no era muy mayor pese a sus canas, sobre los cuarenta, hablaba tan tranquilamente con un muchacho sentado a su lado, muchacho de coleta larga y pelo castaño -Y bien muchacho, cuéntame, ¿Que te a parecido Conomi?- El chaval cansado por la mañana de trabajo en los campos de Mandarinas tan famosas de la isla, contesta con una sonrisa -Días soleados, pocas nubes, una humedad soportable, no da la sensación de que este calor se te enganche a la piel, la gente para mi sorpresa es bastante agradable, no me he encontrado con nadie que tenga un humor de perros en ningún momento, cosa que en la ciudad es como inevitable, la verdad que desde mi punto de vista es una isla perfecta para alguien tan... poco social como yo- La isla a alguien que prefiere estar en la naturaleza y sin presencia de ningún humano, una isla donde puedes trabajar entre los arboles no es tan desagradable.

La carreta llegó a su destino, directamente pasaba del campo a tempranas horas a venderse por la tarde en el mercado, fruta de primera calidad recién extraída del árbol, tardaron un poco en descargar toda la mercancía pero una vez hecho, ya podían ir a comer a la taberna situada en la plaza central de la isla donde, Momojiro no tubo problema en mantener conversación con quien le ayudó en el campo -¿Y tienes pensado quedarte en la isla?- Preguntó el señor mientras le traían la comida -No tengo planes de futuro en esta isla, me gusta viajar bastante, también tengo metas personales las cuales quiero cumplir- La estampa de estos dos compañeros de trabajo era algo entrañable, cual padre hablando con el hijo, claramente llenos de hojas, ramas y demás suciedad atrapada en el campo junto al mono de trabajo adecuado. -Mi intención por el momento es, en cuanto tenga el suficiente dinero, desplazarme hasta una isla de la cual he escuchado rumores de sus animales, grandes aves surcan sus cielos, seguro son majestuosas, muero de ganas por poder ver dicha maravilla del cielo- No hacía falta tras este comentario mencionar que era un apasionado de los animales.

Los días habían sido soleados y cálidos, cosa que para alguien que va huyendo de las tormentas es más de lo que puede pedir, el mar del norte tiene intención de explorar, pero sabe que el tiempo ahí es más complicado para sus "pequeños" problemas con los cambios atmosféricos, había llegado a la isla sin un berrie, simplemente podía dormir una noche, comer el día de su llegada y el la comida del día siguiente, no tenía para más. Raudo y veloz encontró trabajo para poder pagarse el día a día y acumular algo para su siguiente objetivo

Incluso yo muestro cierto interés en visitar una isla como esta. Para ser francos, esta isla no tiene nada que ofrecer para mí en el ámbito bélico. Pero si tiene algo que contarme a nivel histórico. Estoy en Conomi, lugar donde yacen las ruinas de cierto lugar, el Arlong Park. – Es un lugar tranquilo ¿No lo creen? – Pregunte a mis queridas plumíferas, quienes venían conmigo como siempre. Susanoo estaba montando guardia desde los cielos, realizando un vuelo majestuoso como siempre. Por su parte Suzaku se limitaba a o de siempre, llevarme sobre su lomo mientras yo me limitaba a admirar la hermosa vista que tenía sobre mí. El cielo estaba lleno de un sinfín de nubes blancas, todas grandes. Algunas tenían forma de estrellas o incluso alguna formaban barcos. Era bastante divertido el tratar de adivinar qué forma tenían.

Un día bastante tranquilo, como de costumbre.

A lo lejos, podía ver lo que parecía ser una villa. Era mi momento de suerte, ya venía siendo hora de encontrar un lugar. Al llegar una amable ancianita me recibió con una cálida sonrisa. Me dio la bienvenida a la villa la cual tenía un nombre bastante curioso: Cocoyasi. Si me lo preguntan, tiene un nombre bastante raro. Lo primero que pensé era que se trataba de una isla donde se vendían cocos. - ¿Y venden cocos? – No pude evitar preguntar. La anciana se tomó mi pregunta como una broma, ya que comenzó a reír. Luego me aclaro que en la isla se especializaban en otras cosas, como la cosecha de mandarinas, naranjas y arroz. Sonaba bastante simple, pero no estaba mal.

Luego de entrar, me dispuse a buscar un lugar donde pasar el rato. Así que no tarde mucho en encontrar una cantina. Estaba llena de gente muy alegre y pintoresca. El cantinero me recibió más que con los brazos abiertos y me recomendó probar su licor de naranja. Yo accedí esperando una gran bebida. Aquí la gente parecía muy feliz y, eso no tenía nada malo. Ademas, la felicidad no es un estado anímico, es una decisión. Cualquiera puede decidir si esta feliz o no con lo que tiene.

Y yo en lo personal, me siento últimamente muy feliz.

Obtuve una charla bastante formal, amistosa e interesante del hombre, me habló un poco de su familia, once hermanos eran y cada uno tenía una descendencia de entre cuatro y seis hijos, el crecimiento demográfico de la isla era un suma y sigue, pero me explico que entre los ataques piratas y la migración de los jóvenes, la isla no crecía como era debido, dato interesante, la isla sería un lugar paradisíaco, claramente eso la hace deseada, tanto por el bando bueno, como por el malo, aún que no pudiese saber quien era de cual.
El bar poco a poco empezó a animarse, la gente hablaba y reía cada vez más alto, era un ambiente sano y tranquilo dentro de lo que cabe. Una mujer de una de las mesas se levantó y con una voz aterciopelada cantó una canción para deleitarnos a los presentes, cosa que aproveché para sacar la ocarina y hacer una base acorde a su estilo



Tras acabar de cantar, paré recibiendo el aplauso de todos los presentes compartidos entre la mujer y la ocarina, la gente pedía otra canción, pero el momento de tocar era ese, era el justo y preciado momento que se disfrutó, muchos así cansan y ensucian la magia de detener el tiempo en el momento justo. -¿Por que no tocas otra vez?- Comentó el anciano -Disculparme, pero no soy un profesional, no podría repetir lo bien que quedó la primera sin más, creo que todo tiene su momento, ¿No?- Añadí con una sonrisa al hombre

El canto y aquella voz… era curioso cómo se coordinaban a pesar de ambos haber comenzado en diferentes tiempos. Había escuchado hablar de las ocarinas, pero era primera vez que escuchaba una. Su sonido era… curioso. No es que quiera decir que suene mal, ni de lejos. Pero no está ni cerca de ser mi instrumento favorito. Todos comenzaban a aplaudir, yo solo me limitaba a observarlos. Di un fuerte suspiro y me centré en probar mi bebida, la cual estaba deliciosa. El camarero me preguntaba que si había venido a visitar la isla por alguna razón en especial.

- Si… he venido a ver las ruinas del parque Arlong. - Dije con una sonrisa. – Alguien me había comentado que hace tiempo una gran batalla se libró allí. Aunque no me comento muchos detalles de la misma.

El cantinero se me quedo mirando por unos segundos. Luego me comento que esa batalla fue importante para la liberación de la isla de un fuerte grupo de piratas, los piratas de Arlong. – Suena a que fue una lucha encarnizada. – Añadí. El hombre me siguió comentando que, al ganar, se hizo una celebración tan grande que duro días. Aunque era curioso que no me quisiera dar detalles sobre los que liberaron la batalla en contra de Arlong.

Aunque, eso no importaba mucho.

Me indico la dirección las ruinas y yo me disponía a marcharme. Aunque el bullicio de gente comenzó a pedir a las personas que tocaran otra canción. El músico se mostraba algo indeciso a tal petición y se limitó a disculparse, diciendo que no le quedaría tan bien como hace unos momentos.

- La música no se piensa, se siente. - Dije sonriente, mirándole fijamente a los ojos.

La gente ansiosa de más música paso un poco a diría que "rogar" de forma para nada patética por otra canción, pero las palabras de un muchacho se quedaron grabadas en mi mente, él entendía lo que era la música para mi, yo no era un profesional que pudiera repetir siempre la misma melodía los mismos acordes, la misma textura, dando exactamente el mismo nivel de profundidad siempre que quisiera, yo simplemente me dedicaba a, cuando evocaba cual lava del volcán, a soplar entre los agujeros cavernosos de la ocarina... -Este hombre tiene razón, el momento a sido mágico y la magia, no es común- Intenté explicar el por qué no iba a hacer caso de volver a tocar.

La gente se calmó, volvió a sus cosas mientras la chica si que repetía su canto. Dejé el dinero sobre la mesa, me despedí de mi compañero que vería al día siguiente pues el trabajo no cesaba, no era una queja, cuando más mejor en este caso y me dispuse a salir del bar, una vez fuera guardé mi ocarina y observé el día que me quedaba, fugazmente apareció la imagen del muchacho que apareció entre el publico y me echó un buen cable, quizás sería de buen nacido ser agradecido y esperaría a que saliera para agradecer y alagar su comentario que me vino como un guante. Esperé, con la intención de quedarme unos diez minutos, no más pero tampoco me pararía a pensar en el tiempo pues un amigito me estaba esperando. Una lagartija, gorda y marrón estaba en el edificio de enfrente, enganchada a la madera en busca de alimento, me acerqué sin llegar a invadir su espacio de protección y me quedé observando esta maravilla de la naturaleza...

Y finalmente las aguas se habían calmado. El público comenzó a calmarse y la muchacha comenzaban nuevamente a cantar. Por otro lado, el músico de la ocarina salió del lugar. Posteriormente comenzó mi salida del lugar. Al salir, observe que aquel músico se encontraba observando algo muy en concreto. Lentamente y si llamar mucho la atención camine en su dirección guiado por la curiosidad. Su vista estaba posada en una lagartija. Por unos instantes yo también me quede mirando al reptil, esperando que hiciese algo interesante. El tiempo pasaba y la lagartija solo está allí, siendo... una lagartija.

- ¿No es interesante el mundo animal? – Dije en tono de voz relajado. – A veces las cosas más simples son las mejores ¿no lo crees?

Me quedaba observando como el animal trataba de conseguir alimento. Era… curiosa la manera en que este simplemente se quedaba quieto hasta que pasaba algún insecto y, atacaba con una gran rapidez. Por otro lado, mire hacia los cielos y allí estaba Susanoo volando y montando guardia. Por otro lado, Suzaku estaba detrás de mi esperando por mi. Observe al chico nuevamente por unos instantes. Parecía alguien amable y con quien conversar. ¿Quizás debería elogiarlo por sus técnicas musicales? No lo sé. No era malo, pero tenía un gran camino por recorrer.

- No lo haces nada mal con la ocarina. Quizás con más practica puedas hacer lo de hace rato cuando quieras. Solo te falta relajar más los hombros y dejar de pensar en las notas musicales. Al menos he tenido la impresión que estabas sobre pensando un poco.

Se podía ver como la barriga del reptil se ensanchaba y se encogía, era gracioso ver como respiraba el bichito, su color entre verde y marrón lo hacía camuflarse con el de la pared en la que estaba posado, poco se fascinaba la gente ante estas criaturas y la evolución que han tenido para ser depredadores a temer si fuera algo más grande. Estaba ensimismado mirando el ojo rasgado con colores marrones y negros cuando de pronto -¿No es interesante el mundo animal?- Dí un pequeño saltito del susto que me llevé pero por dentro mi alma no fue tan sutil, un grito de proporciones bíblicas retumbaba en mi cabeza, poco a poco me giré y vi a un joven de pelo largo interesado en la misma lagartija -Si... si lo creo...- Contesté aún intentando evitar con todas mis fuerzas que el corazón se me saliera por la boca. Una vez más centrado caí en la cuenta de que era el chico que me echó una mano con el publico de dentro, al que esperaba. Este alagó mi forma de tocar la ocarina y hasta me dio un truco -Gracias, la próxima vez lo intentaré con una postura más relajada, no suelo tocar mucho y cuando lo hago puede pasar tiempo, de ahí mi poca práctica...- Comenté en referencia a sus consejos, pero pronto se me fue la vista a un pájaro rojizo que había detrás del chico. Mis ojos se abrieron de par en par al ver tan majestuosa ave y tenía ganas de abrazarla, parecía suave, pero no actuaría como un niño de primaria -Que preciosidad- Me fije que estaba atento al chico por lo que entendí que era suya o que tenía comida encima... -Oh, disculpa, soy Momojiro, encantado. Perdone mi falta de educación, veo un animal y pierdo hasta los modales, se podría decir que soy un fanático de ellos... ¿Le acompaña a usted dicha ave?- Comenté señalando al pájaro rojo, ¿Donde lo había conseguido? ¿Como había conseguido que le siguiera sin más? Me encantaría tener un compañero de viaje como él...

De pequeño recuerdo tener un perro de esos que le dan la jubilación en la marina por sus servicios cuando son demasiado viejos para actuar, pero tenía muchas batallas encima y estaba bastante mayor cuando llegó a la familia por lo que duró poco pero lo recordaré toda la vida, la compañía que me hizo esa alma pura era tan increíble que la que me ofrecía mi propia familia pasó a un segundo plano... Si es que alguna vez ofrecieron compañía...

El joven que estaba frente de mí se presentó como Momojiro. Era un nombre muy bonito, la verdad. Incluso podrías sacarle un diminutivo rápidamente al escucharlo por primera vez. Eso le hacía un nombre bastante practico. – No te preocupes, los modales dependen del lugar y en el momento. Justo ahora no estamos en donde se quieran de modales. Soy Alpha, encantado. – Dije mientras sonreía. Luego, Momojiro aclaro que le fascinaban los animales, cosas que me hizo empatizar con él un poco más.

- Así es, ella viene conmigo. – Aclare. – Es una súper ave de batalla. Una especie proveniente de las tierras de Arabasta. Es un ave bastante orgullosa y algo quisquillosa. Si quieres acercarte a ella te sugiero que lo hagas con cuidado.

Luego me fije que llevaba una espada en el cinturón. ¿Sería un espadachín? Bueno… si llevaba una era muy probable que lo fuera. De hecho, me generaba mucha curiosidad. - ¿Tu eres espadachín? – Pregunte. – Lo digo por la espada que llevas en el cinturón. – A simple vista parecía una espada común, nada del otro mundo. Aunque eso no quitaba el hecho que esa arma podía llegar a tener una historia interesante. – A mí me gusta más el tema de las armas ¿Acaso es una reliquia familiar?

No por algo soy el ultimo herrero de mi familia. Si podía aprender sobre un arma, no perdería la oportunidad.

-¡¿Un ave de batalla de Arabasta?! Había oído que Arabasta tenía animales exóticos pero no había visto ninguno aún, un par en libros pero tampoco eran como este...- Comentaba mientras me acercaba sin movimientos bruscos, agachando la cabeza para que note sumisión y sin mirarle directamente a los ojos para que no confunda un desafío por mi parte, iba lentamente esperando su aceptación... Luego escuché la pregunta del chico, ya que había pasado de él para acercarme a su ave, me parecía una falta de respeto seguir con ello, así que me paré, dejé de acercarme al animal y me moví lentamente para darme la vuelta, con acercarme poco a poco al espacio del ave ya me haría con él... -Disculpa, veo un animal y me descentro- Quité la capa que ocultaba parcialmente el arma y mostré mango y vaina -Si, reliquia familiar, se me regalo al nacer para inculcarme ya desde pequeño el arte de la guerra y a amar mi propia arma, soy más pacifista que el resto de mi familia, pero al final consiguieron que creyese que es mi alma- Comenté, pensé en mostrársela pero también me enseñaron que si se ve el hierro de mi arma era para usarlo y tampoco iba a fardar ahí como si fuera un matado que se acaba de comprar un coche último modelo.

Proseguí con mi idea de acercarme a ese animal de la misma forma, agachando cabeza, paso lento, cuerpo relajado... -Vamos, déjame acariciar tu plumaje, parece seda al tacto- Comentaba, hablar tranquilo también hacía que el animal confiara mejor -¿Le molesta que le acaricien el pecho? ¿Lo intento mejor con un ala o el cuello?- Era su compañero de viaje, por lo que sabrá mejor que nadie donde acariciar a su ave de batalla

Él era amable, tenía que admitirlo. La manera en que se comunicaba me recordaba la tranquilidad de un rio que fluye. Siempre era agradable encontrar personas de este tipo, daban tema de conversación para rato. Tenía el sentimiento de que podría quedarme hablando con Momojiro durante un largo momento. Quizás incluso durante todo el día, la curiosidad del espadachín era agradable. Tenía el aspecto de un chico pequeño el cual había descubierto a un juguete nuevo.

Aunque, eso podría costarle caro.

-Oye… ten cuidado… - La manera a la cual se acercaba a Suzaku era poco menos que adecuada. Para ella, quizás se trataba de algo muy similar a un acosador o algo, ya que la manera que susurraba que le permitiera tocarle le daba impresión a la plumífera. Y sin que ella aprobara a alguien entrar a su espacio personal, ocurriría algo muy feo. Fue entonces que la plumífera intentaría picotear el brazo derecho de Momo. Yo avance a gran velocidad y desvié el ataque del ave, haciendo que este pegase en el suelo.

Eso definitivamente estuvo cerca.

- No creo que sea buena idea acercarse a algo que tiene batalla en su nombre de especia. – Dije mostrándome algo enojado. – No todo animal te va a permitir entrar en su espacio personal sin su aprobación. – Suzaku desenterró el pico del suelo y se me quedo mirando. - ¿Qué? ¿Querías que te dejara arrancarle el brazo y ya está? – Bufo y luego se dispuso a mirar hacia otra direccion. – Que ave tan gruñona, dios…

Me quedé congelado, no se como pero entendí que  mi vida había corrido peligro y del verdadero... Cosa que no entendí, en el manual de animales, revistas y periodicos siempre sale que esta es la mejor postura para acercarse a un animal, agachar la cabeza significa sumisión, respeto, ir con la posición abierta significa indefenso, caminaba despacio, creí que tenía toda las formas para acercarse y mostrarse vulnerable... Me daba en la nariz que esta ave no era tan pacifica como creí. Giré un poco la cabeza y observé el daño que me podría haber hecho el recibir ese gran picotazo, el suelo quedó bastante marcado... Por otro lado aún con el susto en el cuerpo noté, que este hombre era rápido y fuerte, a mi no me dio tiempo ni a responder y el se había movido y me había protegido... No se quien era más peligroso, si el gran ave, o el dueño de ella... -Creo que me he equivocado con tu compañero- Me retiré lentamente igual que me había acercado, claramente aún tenía miedo en el cuerpo -No he sido de su agrado, mala suerte para mi, tenía pinta de cariñosa...- Tomé más distancia de la que necesitaba, es verdad que era quisquillosa, casi me arranca el brazo por lo que dijo el dueño... -Bueno, no se le puede caer bien a todo el mundo ¿verdad?- Comenté con una sonrisa, me hizo pensar que mi presencia molesta más de lo que me gustaría admitir -Quizás en otro momento- Comenté -¿Y usted? ¿Que le trae a esta isla?- Socializar era otra forma de observar el ave, quizás no podía tocarlo, pero ver cada detalle de él me servía para admirarlo y disfrutar igualmente, no es lo mismo que acariciar pero servía para clamar mi curiosidad

-Las apariencias puedes llegar a ser muy engañosas. – Respondí. – No puedes esperar que todo animal actue de la mejor manera. Tu lenguaje corporal no demostraba respeto. Parecías alguien obsesionado con querer tocarlo, cual acosador.

- Es un acosador, querrás decir. – Dijo la plumífera. – ¿Has mirado su rostro mientras se acercaba, verdad Alpha? Tenia una mirada que me resultaba muy incomoda.

- Ya, ya. A ver, Momojiro se disculpará contigo ¿Verdad Momojiro? – Le daba unos cuantos toques con el hombro esperando que este respondiere. Aunque si se sorprendía de que Suzaku pudiera hablar, era lo de menos. Después de todo era uno de mis Homies y tenía un trozo de mi propia alma. Al igual que Logi y Thor.

-¿Qué que me trae a esta isla? – Ladea la cabeza de un lado a otro. – Nada en particular. Había escuchado alguna que otra cosa sobre este lugar. Historias más que nada. Se dice que hace mucho tiempo, el último rey de los piratas lucho aquí contra un pirata gioying llamado Arlong. Se dice que ese pirata poseía una espada imponente, pero que esta fue destruida en la batalla contra el rey de los piratas. Quizás ya alguien haya tenido la misma idea que yo, pero no quedaría mal investigar un poco y ver si aún quedan los trozos de aquella espada aquí.

Luego de aquello me fije un poco en el sol. Aun hacia buen tiempo y eso me motivaba a querer explorar aún más las ruinas de Arlong Park. Solo con imaginar que quizás pudiera encontrarme con esa arma me hacia sonreír.

- ¿Quizás a ti te interese acompañarme? Claro si es que no tienes nada mejor que hacer. Tampoco quiero interrumpirte si es que te encuentras en alguna importante labor. – Dije mostrándome totalmente calmado. – Además, así te puedo hablar un poco más como se deben tratar a las súper aves.

-¡Claro que me disculpo, en ningún momento tenía una intención tóxica o...!- En ese momento me fijé en el ave, algo no me cuadraba... -No quería... Ni mucho menos...- ¿Había hablado? miré el pájaro de arriba a bajo observando bien si era ella quien había hablado, le dí una vuelta completa para ver si había alguien detrás, miré encima suyo por si hubiera algún crío escondido tras las plumas... Y no había nada ni nadie... Luego el muchacho habló de su objetivo, las ruinas, me giré lentamente y no aparté la mirada hasta el último momento para observar al muchacho... ¿Era un ventrílocuo? Sería eso, los animales parlantes no existen. Olvidé el tema y me centré en... -Disculpa, no se si me lo has dicho, pero... ¿Cual es tú nombre?- ¿Había olvidado el nombre? No era típico en mí, creí recordar que yo me había presentado pero no recordaba si el lo había hecho... Se que es una falta de educación pero más todavía no llamarle por su nombre...

(Una vez se presente y si no se presenta igual) -¿Las ruinas? He estado un par de veces la verdad que impresionan, a la gente de la isla no le gusta mucho ir por ahí ni que la gente vaya pero no está prohibido, si quieres te puedo acompañar, prometo no acercarme a tu compañero- Comenté con una sonrisa refiriéndome al ave que casi me decapita. Me acomodé la ropa, de la bolsa de mi cintura saqué una mandarina la cual ofrecí al muchacho, eran típicas de la isla, estaban buenísimas y en su punto -¿Te apetece?- Se que acababa de comer pero siempre había hueco para la fruta. Si la cogía sacaría otra, si no me comería esta misma no sin antes quitarle la piel.

Empecé a caminar bastante confiado mientras me comía la naranja -¿Te gustan las ruinas? Hay un edificio hecho polvo junto a lo que parecía una piscina artificial pero con la propia agua del mar, fuese quien fuese el de la idea, si era para gyojin estaba muy bien pensado creo yo...- Aún le seguía dando vueltas a lo del pájaro parlanchin pero no quería parecer un loco ante el muchacho ¿Estaría teniendo delirios? Dios... Ahora estoy más preocupado... Luego iré al médico

-Mi nombre es Alpha. – Dije sonriente. – Y agradezco toda la ayuda, Momojiro. Y no te preocupes, ella acepta tus disculpas. – La plumífera no dijo una sola palabra más. Simplemente bufo y se quedó mirando hacia otro lado. – ¡Gracias! – Tomé la mandarina ofrecida y comencé a pelarla lentamente. Luego la comida con total tranquilidad. Momo comenzó a caminar, guiando el camino hacia el destino por el cual llegar llegaríamos al lugar que había venido a ver.

-¿Gustarme las ruinas? – Ladeaba un poco la cabeza al escuchar esa pregunta. – Realmente no sabría que decirte. Tengo unos gustos bastante peculiares, entre ellos luchar contra oponentes fuertes. Pero jamás me había preguntado si me gustaba realmente las ruinas. – Coloque la mano en el mentó. Me torne bastante pensativo y analice, la pregunta de Momo había generado tal estado en mí. Medite y medite por un tiempo hasta llegar a una conclusión. – Diré que tengo un afán por coleccionar buenas historias. Y siento profundamente que estas ruinas tienen una que contar.

>>En cierto modo, me genera curiosidad saber el original de cada historia plasmada en este mundo. Cada libro, cada cuento y cada relato tiene un por qué y un significado. Tener almacenado historias en mi memoria realmente es algo que disfruto bastante. De hecho, podría decirte que las historia que más suelo disfrutar son las de fantasía. ¿Alguna vez has escuchado el cuanto infantil Hansen y Gretel? O quizás si queremos ser más “maduros” podríamos hablar sobre mitología. Los relatos que original a los dioses de las diferentes mitologías. Realmente siento que existe tantas historias que no nos alcanzaría la vida para descubrir que es real y que no. Pero igualmente no te negare que es una dicha disfrutar de una buena lectura o escuchar un buen relato.

>>Y hoy espero que estas ruinas me cuenten una buena historia.

Para mí todo era una historia, incluso yo lo seria en un futuro. Las personas en el futuro hablaran que alguna vez existió un pirata que cazaba piratas. Alguien que se rodeaba de personas extraordinarias y de gran poder. Un pirata que dio su corazón para formar la más grande familia con el objetivo de poner de cabeza al mundo entero.

-¿Qué tal tú? ¿Tienes alguna historia interesante que contar?

-¿Historia interesante? Supongo que todas las historias interesan a alguien, solo hay que encontrar a alguien con el punto de vista correcto, ¿Armas? Luchadores, coleccionistas, ¿Libros? Estudiosos, bibliotecarios, aficionados a la lectura ¿Cocina? Golosos, cocineros, gente hambrienta, gente con dinero y gustos peculiares, solo hay que encontrar a la gente exacta ¿Yo? Supongo que mi historia le gustaría a alguien, pero desde mi punto de vista no es algo que me guste contar, quizás otros les encantaría, pero a mi no me gustó, por eso la cambie y ahora... Ahora es cuando estoy formando mi propia historia a mi gusto, claramente hay cosas que escapan a mi control, pero no está mal hasta el momento.- Comenté caminando tranquilamente dando por perdida la compañía del gran pájaro... Caminando saludé a la gente que conocía de estos días, trabajadores, vendedores, los críos con los que jugué a pelota el día anterior, la verdad que la villa es bastante familiar hasta con los desconocidos... Cuanto más andábamos, menos gente había, hasta que la cosa empezó a mostrarse como era en realidad, las ruinas, empezaban a hacerse visible, desde las casas más enteras, a las que ya no valían ni el terreno que tenían en propiedad, hasta que a lo lejos se visualizaba claramente la torre emblema de dichos escombros, la que tenía acceso al mar por una piscina creada... -Se cuentan muchas chorradas que ocultan la verdad de lo que pasó aquí, pero eso es lo gracioso, descubrir cuales son ciertas y cuales son humo. A partir que aquí habrá que descubrir por uno mismo y decidir que quieres creerte y que decides descartar... Por lo que dicen, fueron demonios, otros dicen que tritones, también que un pirata les liberó, otros que la marina rescató a los ciudadanos... La verdad que si les preguntas a ellos las respuestas son sorprendentes, muchos ya no se acuerdan, otros no quieren recordar y hasta los hay que inventan chorradas para hacerse los importantes... Sinceramente no me interesa mucho la historia de este lugar, pero lo he investigado un poco, deberías hacerlo tú, hablar con los demás es bastante... Enriquecedor- Comenté como si me hablase a mi mismo antes que con él

Caminando observé que entre las rocas la naturaleza se habría paso sin dudar... -Como algo tan "débil" puede llegar a superar algo tan "fuerte"... Es interesante ¿no?- Comenté mientras observaba la planta que crecía, eso si me interesaba más que las ruinar pero era algo tan común que no me centré mucho más que cinco minutos...