[Rol Moderado](Nocturne93) Un paraíso Peculiar!!

La isla más apartada del archipiélago boin Una de las pocas islas habitadas de este peligroso vegetal gigante
Una inusual corriente desvía unos cuantos barcos a al año hacia esta característica isla.
entre estas embarcaciones encontramos a un solitario viajero que tomaba una siesta en el pequeño barco que había conseguido... era Azumi Kento, el Revolucionario.

de pronto una fuerte sacudida saco al viajero de su sueño al mirar la razón del ajetreo pudo observar lo que parecía ser una planta descomunalmente grande recordó de sus muchos viajes haber escuchado hablar de un grupo de islas con forma de plantas... pero solo como un rumor incluso como un mito del mar.

continuando con la incoherencia de sus situación Azumi pudo oír una extraña música... una pegajosa melodía que provenía de la isla, era muy singular con mucha percusión y sonidos tropicales que invitaban a mover las caderas y olvidarse de todos los problemas al levantar la mirada puso ver a lo lejos unas cuantas siluetas... claramente eran humanos y parecía que le llamaban... bestían muy coloridamente y con sus manos unas cuatro personas le indicaban con sus brazos que subiera a la isla

la gran isla que presensiaba el solitario viajero era una gran planta una vaina abierta y por ello esta isla carecía de una costa por la cual ingresar a la isla la única entrada a la vista era la interseccion de dos descomunales hojas justamente el lugar por donde se asomaban aquellas alegres personas que le invitaban a subir.

no paso mucho tiempo para que los habitantes de la isla le arrojaran una liana por la cual Azumi podría escalar e ingresar a esta enorme planta donde la gente parecía estar celebrando y disfrutando sin cesar.

una bella dama morena le esperaba en el otro extremo de la liana, esta vez no solo le hicieron señas las personas le animaban a subir, le daban la bienvenida con cantos alegres y arrojaban flores que caían lentamente y decoraban el mar y el bote de Azumi

sube viajero, todos son bienvenidos en esta isla mientras vengan en paz, sube y disfruta de nuestra hospitalidad

la morena se acerco coquetamente a Azumi poniendo la mano en su hombro

estoy para servirte viajero, claro que puedo responder a tan simple pregunta...

dijo entre risas mientras le rodeaba de cerca y le masajeaba sutilmente

esta es una de las islas de archipiélago boin según sabemos es la única de las islas que está habitada pero nosotros le hemos llamado "El jardín del eden".

Azumi pudo observar que los isleños festejaban alegremente todo era un paraíso terrenal... pero habiá dos detalles que llamaban la atención el primero era que no se veían edificaciones ninguna clase de choza o caverna donde habitara esta gente y lo otro y más importante era que cada miembro de  la isla cargaba una clase de "armadura" para uno de sus brazos incluso su escolta llevaba uno colgando de su cintura

luego de esa observación azumi continuó escuchando la bienvenida de su coqueta amiga, ella le tomo del brazo y lo llevo hacia donde estaba el festejo mientras seguía explicando

Somos la Tribu Malavache, mi nombre es Keiki... te damos la bienvenida oh viajero de las aguas y te invitamos a disfrutar de nuestro paraíso hasta que estimes conveniente...
a cambio de tu pasiva presencia te recompensaremos con abundancia y alegría... nuestra isla es prospera toda la vegetación que nos rodea nos provee de alimentos u otros servicios y ponemos todo esto a tu disposición. si tienes alguna duda puedes preguntarme a mi, tu escolta personal...

acbó la frase con una voz suave y seductora..

¿y cual es tu nombre viajero?

preguntó con ternura la morena

mientras la muchacha danzaba al ritmo de la música el hombre le preguntó si era posible que le mostrara el resto de la isla, al oir esto la chica se paró frente a el y le dijo:

si eso es lo que deseas con gusto te daré una pequeña instrucción, pero con la condición que debes caminar a mi lado, la isla no te conoce y si se siente incomoda podría ser peligroso. Sígueme...

la chica le tomo del brazo y se dirigió hacia lo que parecía ser un arco que separaba el lugar del festejo del resto de la isla, al ingresar en la sabana la chica soltó a azumi para luego descolgar aquel guante de su cinto y encajar este en su mano, al mirarlo de cerca se podía distinguir que el guante tenia características orgánicas y el material no era metal ni cuero, era más como una especie de exoesqueleto o algo parecido al ponérselo el guantelete se adecuó al tamaño de la mano de la chica y ella retomo el paso volviendo a tomar la mano del revolucionario con su mano desnuda, esta vez su relajado rostro se había vuelto mucho más serio y centrado y observaba constantemente sus alrededores.

luego de caminar unos metros la chica se detuvo frente a una extraña planta que tenia hojas cónicas. y una gran flor cuyos pistilos eran redondos y brillantes y parecían estar goteando, la chica volteó a ver la expresión de azumi al ver la inusual flor luego se ecunclilló riendo y cortó una de las extrañas hojas de forma conica, con la boca de ella cortó uno de esos raros pistilos redondos y luego repitió la operación con su otra mano se volteó con los dos conos en sus manos y estiró uno acia su escoltado.

Helado?

preguntó la chica en tono inocente

antes que el revolucionario pudiera responder al ofrecimiento la chica cambió abruptamente su expresión y adoptó una violenta mirada que observaba la nada, y en un movimiento llamativamente veloz estiró el brazo protegido por aquel guante, dejando caer uno de los conos de helado, este extraño artilugio se movió rápidamente junto a azumi y de la palma brotó una especie de liana gris que se estiró a gran velocidad. la chica había usado esta liana que brotó de su mano para envolver una especie de rama muy gruesa que se movía como si fuera una serpiente, usando la liana como si fuera un látigo la chica arrojó por los aire al extraño adefesio.

me disculpó, la isla reconoce tu fuerza como una amenaza.
Espero que esta incomoda situación no halla espantado tu interés en conocer el paisaje, aun hay muchas sorpresas que puedo enseñarte.

dijo la bella escolta a sujeto con preocupación en su mirada

mientras realizaba su hábil movimiento la muchacha se percató de la sorpresa del visitante, ella sabia que el guantelete que utilizaba no era normal para un forastero como él así que sabia que en cualquier momento vendría la preguntas, pero prefirió esperar a que el le preguntara, así que tomó otro helado de la extraña planta y continuaron su camino. Luego de unos pasos como era de esperarse aquel hombre consultó por la proveniensia del guante y la naturaleza de la bestia que los atacó

bueno estimado forastero te explicaré mejor para calmar tus dudas y así tal vez tranquilizarte un poco, aquí en el archipielago boin existen plantas que no hallarás en ningún otro lugar del mundo, son inusuales, extrañas, impensables para alguien de afuera, realmente increíbles, esto para nosotros los habitantes tiene su lado bueno y su lado malo, pues estas características son muy útiles, como también muy peligrosas, por generaciones hemos aprendido las cualidades de esta isla y recogido sus incomparables semillas para aprender más , pero aun así la isla esta en constante evolución e incluso para mi hay cosas que no puedo concebir.
hay muchos seres que aunque vegetales se comportan como animales, sin mencionar los insectos que suelen tener tamaños monstruosos, en cuanto al guante, no es otra cosa de una de las tantas herramientas que nos da la isla, las plantas de este lugar nos dan todo lo que necesitamos lo que nos otorga el tiempo para celebrar incansablemente, nos da refugio, nos da calor, nos da comodidad, y así mismo nos da armas para defendernos.

dijo observando su mano protegida, luego agarró la parte del guante correspondiente a la palma, aquel lugar de donde salió aquella inusual liana, tiró de ella y el exoesqueleto que rodeaba su mano comenzó a contraerse hasta formar una especie de fruto con forma de pera, pero hecho completamente de esa dura coraza

esto no es un guante en realidad, nosotros lo llamamos "Pusham el fruto del castigo" tiene la capacidad de adoptar la forma que le decida el dueño, pero siempre tomará la misma, el dueño es quien la corte del "árbol del castigo" que se encuentra en el centro de la isla
para nosotros es fácil, la isla nos reconoce como parte de ella y nos permite subir y cortarlos, pero a los extranjeros no les permite cortarlos sin importar su fuerza o agilidad, les pone obstáculos imposibles de superar.

volviendo al tema del pusham, su característica principal es su lazo gris que es manejado por su dueño como si fuera una más de sus extremidades. este es sumamente veloz y más duro que el acero, también puede extenderse por varios metros, es un fruto sumamente intrigante, muchos vienen aquí queriendo obtenerlo pero se van derrotados o mueren en el intento

bueno continuemos con el recorrido, conozco una planta aquí cerca de la que brota una exquisita sopa de fideos

dijo la muchacha volviendo a colocarse su armadura y volviendo a jalar el brazo de Azumi

La chica se quedó oyendo el pequeño análisis de Azumi mientras sentía con la cabeza para que se entendiera que estaba corroborando todas sus palabras, la muchacha le miraba algo embobada, ciertamente sentía cierta atracción por el revolucionario, y por ello lo miraba fijamente.

mientras lo escuchaba notó cierto interés del castaño por el fruto, lo que le preocupó bastante realmente no quería que se arriesgara a ir por el Pusham, ella presentía que el sujeto era increíblemente fuerte, pero ya había visto caer muchos personajes famosos por su fuerza y no quería arriesgar la vida de aquel hombre, rápidamente perdió el rumbo de sus inquietudes por la pregunta de Azumi

"¿Que celebra hoy vuestro pueblo?"

le pareció una pregunta simpática pues la verdad no era nadie en especial.

bueno la verdad creo que solo celebramos un día más de vida... no tenemos ocupaciones u obligaciones, la isla no alimenta así que no necesitamos buscar comida, no necesitamos progresos o investigaciones, la isla no otorga cómodos refugios, aveces entrenamos pero no mucho a cierta edad la isla te considera parte de ella y ya casi no corres peligro, y por ello celebramos todos los días nuestra dicha

luego de responder a esa interrogante él revolucionario quiso mostrar cortesía presentándose y preguntándole su nombre a la chica en respuesta a esto la chica comenzó a reír coquetamente mientras mientras le daba el perfil al hombre hasta resistir su explosiva risa repentina.

Que distraído eres Azumi te dije mi nombre cuando nos conocimos luego miró al revolucionario quitando el cabello de su rostro y poniéndolo tras su oreja, luego hizo una reverencia estirando su falda hecha con alguna clase hojas de alguna planta.Mi nombre es Keiki forastero

Keiki:

Mientras la chica acababa su formal presentación toda la isla se sacudió con mucha fuerza lo que izo que keiki cayera al piso, seguido de esto tres gigantescas lianas brotaron del suelo rodeando a Azumi y su escolta, los enormes vegetales tenían el 5 veces el grosor del mástil de un galeón, los monumentales pilares vegetales comenzaron a caer a una peligrosa velocidad, suficiente para convertir un roble en astillas e iban directamente hacia el visitante y la chica local, por su pronunciado grosor los enormes tallos abarcaban un gran área, destrozando todo cuanto hubiera en esta, lo que hacia difícil esquivarlos, al menos para la chica que se había desestabilizado por el remeson del suelo.

Tras caer al suelo la chica recuperó totalmente la consciencia, impresionada por tu poder y la facilidad con la que sobreviviste ante el colosal ataque con el cual muchos habrían perecido. -Gracias...- Dijo acongojada. Ni ella misma sabía que ocurría. La isla actuaba extraño. Bien cierto era que atacaba a los extraños y mucho más cuando estos iban en busca del Pusham, sin embargo Azumi iba con una nativa, la cual no dejaría que este intentase acceder a dicho fruto. Y sin dejar de mencionar el ataque intencionado sin miramiento alguno hacia la chica. De no ser por el revolucionario, esta habría acabado muerta.

-Lo siento mucho, de verdad... No sé que está pasando, incluso te ha atacado estando yo a tu lado...- Decía ella, aún con la mirada triste y confusa. Su propio hogar, el que tanto le había defendido, había intentado acabar con ella y su invitado. -¿Por qué...? ¿¡Por qué haces esto, isla del Edén!?- Preguntaba ella, dirigiéndose hacia la gran planta que pisaban.

De nuevo uno de aquellos pilares verdosos se alzó. Amenazante ante vosotros, pero con algo peculiar. Sobre él podía verse a un hombre. De ropajes parecidos a la chica. Una prenda echa de hojas tapando sus partes íntimas, aunque este poseía una capa, parecida al material del guante y como no, también dicho objeto en su brazo. Era moreno, tanto de cabello como de piel, y tenía varios tatuajes tribales, de color azabache, por el cuerpo. -¿Kael...?- Fue la palabra que la joven profirió. Con los ojos abiertos como platos, debido a aquello que no podía creer.

-¿No entiendes a qué viene esto, Kieki? ¿¡¡De verdad no lo entiendes!!?- Preguntaba aquel tipo, bastante cabreado. -¿¡Acaso no te das cuenta de lo peligroso que es enseñar la isla a un desconocido, y más cuando este posee tanto poder!?- Preguntaba este, aún con el mismo tono. -Nuestro hogar es poderoso, siempre nos ha defendido de gente como él. Pero la gente cada vez es más fuerte. No podemos someter a aquella que nos otorga la vida, sufrimiento y problemas. No debe cargar con nuestros errores.- Explicaba este, bajando el tono, a la vez que el pilar donde estaba descendía para estar más cerca. -Kieki, nosotros damos a los viajeros amparo y protección cuando se encuentran perdidos. Les ofrecemos aquello que necesitan para no morir en alta mar y luego les dejamos ir. No podemos confiar en todos ellos, aunque parezcan nobles por dentro.- Comentaba, haciendo una breve pausa después. -Has infligido nuestras leyes demasiadas veces. No puedo perdonarte más, al igual que no tendré clemencia con ese hombre si no se va inmediatamente.- Añadió para finalizar su discurso, y con él, la planta volvía a alzarse. Y con ellos, no tardaron en volver las arremetidas para acabar con vuestras vidas.

Tras ver como aquellos ataques devastadores, no acabaron con la vida del forastero, Kael quedó impresionado, pero a la vez lo entendía. Era consciente del poder que emanaba del revolucionario. Sin embargo, no se dejaría intimidar. Él tenía la isla a su favor, esta le ayudaría a acabar con cualquier amenaza. Este escuchó las palabras de aquel hombre, que aseguraba marcharse, pero no sin antes saber el destino de aquella chica que le había guiado. -Eso no es asunto tuyo, Azumi Kento.- Dijo él, pronunciando tu nombre, a pesar de que jamás se lo habías mencionado. -Nosotros somos quien juzgamos, nosotros somos quien sentenciamos, nosotros somos quien equilibramos la paz de esta isla. Vete antes de que sufras las consecuencias.- Explicaba él, alzando las manos, y con esta, un par de pilares más. Ya había cinco por encima de vosotros, y en el del medio estaba él.

-No comprendo a qué viene esto... Nunca habías actuado así. Es cierto que puede ser peligroso, pero sabes que la isla del Edén es capaz de prever las intenciones de cada persona. Ha intentado atacarnos, sin embargo, no creo que haya sido por propia voluntad.- Decía Kieki, con algunas lágrimas brotando de sus ojos. -¿Has sido tú, verdad...? ¿¡Qué te ocurre!? ¿¡Acaso eres capaz de matar a tu propia hija!?- Exclamaba ella, con varias preguntas que dejaron varios segundos de silencio.

-¿Hija...? ¿Aún eres capaz de considerarte como tal?- Preguntaba este, con una mirada fría y penetrante. -Reniego de ti como padre, reniego de la sangre que compartimos... ¡No eres digna de pertenecer a la tribu, Kieki!- Decía este, rompiendo el alma de aquella chica.

-Pa... Papá...- Susurraba ella, escondiendo su rostro bajo un manto de llanto.

Los dos últimos pilares que surgieron del suelo se lanzaron contra vosotros, enrollándose entre sí, como si formaran una cadena de ADN.

Tus ataques fueron demoledores, las plantas que intentaron defenderlo fueron destrozadas ante tu poder frenético, el cual no tardó en golpear a Kael. Este era un hombre increíblemente fuerte, seguramente el más poderoso de la isla sin contarte a ti, mas no pudo soportar aquel potencial que le hizo salir despedido varios metros por el aire, hasta caer en el suelo, completamente inconsciente. Con los ojos en blanco y el cuerpo lleno de heridas, quemaduras y bastante destrozado, no parecía poder continuar, mas varias lianas empezaron a envolverlo, hasta formar una especie de capullo verde. Este empezó a brillar, de un verde claro que parecía provenir del suelo.

Poco después, aquellas plantas se separaron del cuerpo que yacía noqueado, mostrando a Kael totalmente recuperado. Este se levantó y empezó a reír a carcajadas, incluso podría decirse que sus músculos habían aumentado en tamaño. Las venas se marcaban hasta el punto de verlas por todo el cuerpo. La cornea de sus ojos, que era blanca como cualquier otra, se volvió negra y sus iris café, se tornaron de un verde intenso.

-Es un poder increíble. Pero la isla que tenemos bajo nuestros pies está de mi lado, me protege, me ayuda y es capaz de brindarme su propia vida para recuperar mis heridas.- Explicaba este estirando los brazos. -Dime, pequeño mocoso... ¿Cuantos ataques de ese calibre puedes hacer?- Preguntaba este entre risas.

De su guante de Pusham surgió una liana grisácea que se dirigía a gran velocidad hacia ti. No parecía un gran problema, pero no fue la única. De su capa surgieron unas diez que imitaron a la primera. Eras consciente de la fuerza que poseía aquel fruto. Si te atrapaba, sería prácticamente imposible zafarse.

Conseguías evadir cualquier intento de agarre, ya fuera con tu asombrosa velocidad y agilidad o cortando aquellas lianas grisáceas que parecían no tener fin. Keiki aún permanecía callada, parecía no entender lo que ocurría y cuando le preguntaste aquello, dejó sus pensamientos a un lado y te miró. Dirigió la mirada hacia su padre y empezó a hablar. -Realmente, jamás había pasado algo así. Siempre hemos sido protegidos por la isla y no era la primera vez que la veía alzarse contra un enemigo, pero jamás había visto que pudiera recuperar a alguien y o hacerlo más poderoso.- Parecía aterrada ante la visión de la nueva forma de su padre. -Cuenta una leyenda de antaño que el pusham es el fruto más preciado de la isla, aquello que le da valor, aquello con un poder incalculable que solo podía ser manejado por personas de corazón puro. Se dice que si alguien abusa demasiado del pusham, cogiendo más de lo necesario y usando con malos fines, este acaba por dominarlo, corrompiendo su alma. Se dice que una persona dominada por el pusham podría ser increíblemente poderosa, con el dominio de cualquier planta de aquella isla, pero... nunca había sucedido, eran solo cuentos de niños...- Explicaba ella. -Pese a ello, mi padre siempre había sido un buen líder, aún me cuesta creer que esté haciendo esto...- Añadió como últimas palabras.

Kael, al ver que no conseguía darte, empezó a entrelazar las lianas de pusham. creando una increíblemente gruesa y trenzada. Empezó a darle vueltas y la lanzó a vuestra posición, arrasando todo lo que había a su paso. Era consciente de que no podía alcanzarte con ataques tan lentos, pero su nuevo arma barría todo a su paso y sabía que no podrías ser tan rápido eternamente.

-¡¡¡Voy a acabar contigo, maldito!!!- Gritaba con una risa tétrica.

Aquel hombre estaba inmóvil, no podía hacer nada, pero su sonrisa tétrica no se borraba de su rostro. Incluso empezó a reír a carcajadas después de tus palabras. Ni si quiera intentaba zafarse de alguna manera. Se relamió el labio y dejó de reír para empezar a hablar. -¿Quemarme?- Preguntaba este aún sonriendo. -¿Qué conseguirías con ello? ¿Calcinar el cuerpo de un hombre inocente? Del líder de un pueblo, del padre de una hija a la que has estado defendiendo. ¿Es eso lo que quieres hacer?- Cuestionaba él, hablando como si fuera algo ajeno a aquel cuerpo. -En efecto, yo no soy Kael. Su cuerpo es ahora mi arma y gracias a él he podido acceder al pusham. El arma más mortífera que te puedas imaginar. El dominio de este fruto podría ser un poder inigualable, el poder de un mismísimo dios, podría hacer tantas cosas con él...- Explicaba, bajando un poco el tono para después volver a subirlo a gritos con sus siguientes palabras. -¿¡¡¡Y ahora me dicen que mi corazón no es lo suficiente puro como para hacer dicha hazaña!!!?- Preguntaba este, de forma retórica, pues ya sabía la respuesta.

-He estado estudiando esta isla durante años. Conseguí vivir aquí sin que me descubrieran, ni si quiera la misma isla. ¿Cómo? En forma de bacteria. Poseo el poder de una fruta del diablo, la Saikin Saikin no mi. Me da la capacidad de transformarme en un organismo imperceptible, tan diminuto que es cuasi bien invisible. Puedo meterme en los seres vivos y destruirlos por dentro y gracias a tanto entrenamiento he conseguido dominarla hasta tal punto que soy capaz de manejar a mis presas como si fueran parte de mí. En definitiva, Kael está vivo, y para matarme a mí, tienes que matarlo a él.- Decía aquel sujeto, con un tono exaltado, incluso podría decirse que tenía un aire de psicópata, de locura.

-No puede ser...- Decía Keiki con un tono apagado. No daba crédito a lo que escuchaba. -¿¡Cuanto tiempo llevas jugando con nuestros sentimientos!? ¿¡Cuanto tiempo has estado fingiendo ser alguien que no eres!?- Preguntaba ella, a la vez que sus lágrimas empezaban a caer por sus mejillas. -Era esa la razón por la que no querías acercarte al árbol de pusham... Era cierto que mi padre ya tenía suficiente poder de aquel árbol, pero hace tiempo que ni si quiera iba a ver como estaba, a hacer las plegarias que hacíamos desde que nacimos. Seguramente no querías acercarte porque la isla te rechazaba, no te veía, pero te sentía.- Decía ella, haciendo sus propias hipótesis. -¡¡¡Eres escoria!!!- Gritaba ella, increíblemente enfadada y con gran llanto.

-¿Cuanto tiempo...? Probablemente dos años.- Respondió aquel misterioso ser que residía en el cuerpo de Kael. Ante aquellas palabras, la chica dejó de hablar. Se estaba llevando demasiadas impresiones en muy poco tiempo. -La única forma de que deje esta isla... Es derramar la sangre de este pobre hombre o algo mucho más simple. Otorgarme el poder del pusham, me da igual la manera, tiene que ser mío.- Propuso, esperando conseguir aquello que anhelaba.

El cuerpo de Kael arqueó una ceja. Su cara expresaba asombro y desconcierto. Aquel sujeto no esperaba que su oponente fuese médico ni alguien capaz de calentar el cuerpo de aquel hombre lo suficiente como para cocer viva a aquella bacteria humana, sin herir de gravedad al líder de la tribu. estaba entre las cuerdas, si salía era muy probable que muriese pero si no lo hacía, era completamente seguro que sería su final. Bajó la cabeza, ocultándose su rostro con el cabello y se mantuvo en silencio.

-Está bien, eres más ingenioso de lo que esperaba. Pero dime, chico listo... ¿Cómo me encontrarás ahora?- Dijo este, riendo poco a después a carcajadas. -¡Jamás podrás cogerme con vida!- Exclamó, para poco después convertir sus voces de orgullo en gritos de terror. -¿¡Pero qué cojones!? ¿¡¡Qué es esto!!!?- Exclamaba, al ver que era succionado por el remolino que se había formado dentro del látigo que giraba con fiereza.

Su cuerpo empezó a tornarse el de un humano. Ante el contacto del kairoseki su poder se desvanecía y podía verse cada vez con más claridad al sujeto que en realidad era un hombre de pequeña estatura, probablemente no alcanzase el metro setenta. Su cuerpo era débil, con los músculos atrofiados y aparentaba ser bastante mayor, viéndose claro gracias a su pelo blanquecino, que constaba de una gran melena hacia atrás, pero con entradas a destacar en la frente, formando dos semi círculos a los lados y un semi triángulo en el medio, con la punta hacia abajo. Sus ojos eran pequeños y expresaban terror. Vestía con una bata blanca y un pantalón ajustado, de un tono más oscuro, así como sus botas.

-¡¡No me mates!! ¡¡Yo puedo hacerte mucho más fuerte!! ¡¡Juntos podríamos hacer lo que quisieses, puedo convertirme en tu sombra!!- Decía este, suplicando por su vida y dándote alternativas para que no le arrebatases la vida. Entre aquellas palabras entre cortadas, podían verse caer las lágrimas de sus ojos.

Aquel sujeto te miraba con temor, tanto a ti, como la misma isla, sabiendo que ya no era capaz de ocultarse frente a aquel poder. Intentó calmarse un poco y sus lágrimas cesaron, pues sabía que por mucho que suplicase e intentase convencerte, no llegaría a ningún sitio. -Soy Leonardo Murdok. Antiguamente era un simple científico que experimentaba por el puro placer de conocer, pero aquel deseo se hizo cada vez más latente y mis experimentos pasaron a cosas peores según los valores morales de la gente, de tal forma que empezaron a darme palizas, a exiliarme de cualquier lugar en el que me estableciera e intentaron matarme en más de una ocasión.- Suspiró e hizo una pausa para seguir su explicación.

-No tenía nada con lo que defenderme, así que conseguí el poder de una akuma no mi, con la cual me podía ocultar bastante bien, pero la gente empezó a buscarme de formas distintas, incluso con Kairoseki y no podía hacer nada contra ello, por lo que tras varias investigaciones descubrí el pusham, cosa bastante extraña, pues es una isla desconocida y más todavía su potencial. Conseguí acceder a ella y hacerme con el control de Kael, de forma que pude indagar por la isla sin problemas e incluso controlar el pusham. Ese hombre es increíble, tiene bajo sus manos un poder abismal, además, la isla le presta todo su poder como si este fuera el dueño. Conseguí grandes avances en mi investigación, pero parece como si la isla, supiese realmente que estaba dentro de aquel hombre y no me hacía nada por miedo a dañarlo y por ello, nunca me otorgó nada del pusham, sin contar lo que Kael ya poseía. Sin duda, mi trabajo aquí ha terminado, nunca conseguiré lo que busco y he hecho más daño del que buscaba hacer. Nunca pensé en las consecuencias, simplemente fui egoísta y pensé en mí mismo.- Explicaba este, con un tono bastante más distinto a sus anteriores facetas.

-No busco mi redención ni que me perdonéis, soy un viejo loco que ya ha visto demasiado mundo, de hecho, ahora que lo pienso, no me importaría morir ahora mismo, seguir huyendo es algo de lo que ya me he cansado, incluso podría decir que estos dos años como líder de esta tribu, han sido los más felices de mi vida. A pesar de no haber mantenido la misma postura de la que probablemente hubiera tenido Kael, me han tratado como uno más y nunca lo olvidaré. Gracias a todos y aceptaré con gusto vuestro castigo.- Finalizó este.

Keiki llegó a hasta su padre y se alegró al ver que este abría los ojos. Los abrazó como si nunca lo hubiera hecho en estos dos años, pues al fin y al cabo, no estuvo del todo presente en aquel tiempo. Sin embargo, sin consciente. Pues lo dijo poco rato después de recuperar el sentido. La gente se alegraba al ver que su líder había vuelto en sí, pese a que hasta hoy no sabían que era otro. Muchos votaron por darle su merecido a aquel   hombre, dándole la muerte en aquel instante, pero el líder ordenó que hubiese silencio, pues él impondría la sentencia como había sido hasta ahora.

-Podríamos darle la muerte a este hombre, adoptar el camino fácil y recurrir a la venganza y al rencor que ahora mismo se ha apoderado de vuestros corazones. Pero hasta día de hoy, nuestra tribu nunca ha matado a nadie, y hacerlo ahora sería una ofensa hacia nuestros antepasados y hacia la isla misma. Creo que igual que hacen en otros lugares, merece un juicio justo y puesto que ahora no podemos confiar en él, usaremos una de esas esposas de Kairoseki. De hecho tenemos suerte que muchos dejen pertenencias cuando son expulsados por la isla.- Decía Kael, hablando con un tono serio y firme. -Te agradezco todo lo que has hecho forastero, sobre todo que hayas protegido a mi hija y que hayas eliminado la semilla del mal que germinaba en mi interior. No tenemos muchas cosas para agradecértelo, pues aquello que ansían muchos, jamás podremos sacarlo de la isla, el pusham. Pero si tenemos el dinero de muchos que han intentado conseguirlo y acabaron desterrados de nuestro hogar. No sé si eso te interesa, desde luego a nosotros no y probablemente tu puedas darle un uso más adecuado.- Comentaba este, dirigiéndose hacia ti.