La peligrosa misión (Rol Privado) (Krauser, Ai, Garland y Hideki)

Un bote se acercaba al reino de Arabasta. En dicho bote se encontraban cuatro personas. Entre aquellas cuatro personas se encontraba Krauser. Había sido ascendido a capitán y llevaba poco tiempo como tal. La misión que planeaba llevar a cabo debía ser más bien de infiltración pues se habían visto obligados a viajar en un bote en lugar de un barco de la marina. Solo podían ir seis, pero el Capitán decidió llevarse solo a tres. Los había elegido cuidadosamente. El primero era Garland, un amigo que conoció en el Reino de Sakura y junto con el que arrestó a varios revolucionarios. En ese entonces Krauser solo era un recluta, ahora ya no era el caso. Sabía la historia de aquel hombre y confiaba en él para la misión por lo que le había llamado días antes. La segunda persona que iba en el bote era su compañera Ai. La chica estaba a sus órdenes y había demostrado tener buenas habilidades, este era el día donde dejaría que ella las pusiera a prueba. La última persona era un chico de aspecto musculoso llamado Hideki. Lo había conocido en una isla donde estaba metido en un combate ilegal, pero pese a ello como buen compañero no había dicho nada al respecto. Confiaba en aquel chico y quiso llevarlo con él a la misión de Arabasta. Sabía que sería un gran marine en el futuro y le convenía tener aliados fuertes.

El grupo era algo raro pues iban una chica de pequeña estatura y edad joven. Un hombre violento y bastante musculoso. Un anciano con mala leche y buenas habilidades y un tipo con la mitad de la cara vendada y un espadón en su espalda. Este observó a los hombres que había seleccionado para aquella misión y comenzó a hablarles tranquilamente. Iba sin camiseta como de costumbre y con su espadón y pantalón negro más sus sandalias. Eras era su vestimenta contando también los guantes largos.

- Tenemos una base revolucionaria por aquí cerca. No sabemos dónde, pero hay muchos idiotas chivatos en Nanohana por lo que empezaremos por ahí. Una vez que sepáis algo solo debéis alertar a los demás e iremos a esa base a infiltrarnos. Quiero que una vez estemos en la ciudad uséis ropas del tipo de ellos, robadlas si es necesario. Pero no digáis que sois marines ni nada por el estilo. Apretaos bien los machos, empieza la caza muchachos.

Dijo tranquilamente cuando el bote se paró en la arena de la orilla. El Capitán salió el primero observando que todo estaba tranquilo y después les hizo una señal para que ellos salieran también del bote. Mientras observaba todo algo le llamó la atención. A unos siete metros de ellos había algo extraño mirándoles. Habría unas nueve focas, pero parecían tener un caparazón. Eran unos seres muy raros y el marine nunca había visto ninguno de aquellos seres antes. Una pequeña gotita de sudor cayó por su frente cuando de repente miró a los que iban con él.

- ¿Qué diablos son esas cosas?

De nuevo estaba junto a aquel sanguinario marine, Krauser, que por lo visto, había escalado un montón de puestos en la jerarquía de la marina. Eso me hacía sentir orgulloso, pensar que había gente tan fuerte y dedicada, me recordaba a mí cuando tenía su edad aunque con ideales menos psicópatas. Esta vez íbamos en un pequeño bote, cosa que me extrañó en un principio, pues pudiendo ir en un buque de la marina, el moreno había preferido ir de incógnito, además, había dos personas más con nosotros, una chica bastante bonita, de tez blanquecina y pelo corto, de color azabache pero demasiado joven y un tipo de notable musculatura, de pelo naranja y bastante alborotado. Por el camino, Krauser dijo que íbamos a por una base revolucionaria y que quería que fuésemos de incógnito, que si hacía falta, debíamos robar uniformes de aquellos tipos, cosa bastante recomendable, al menos en mi caso, pues era si no el único que mostraba el símbolo de la marina en mi ropa. No llevaba el uniforme convencional, pero en mi chaqueta podía verse aquella marca azul que indicaba al ejército que pertenecía. Por ello, me la quité y le dejé en el bote, agarré mi enorme martillo y bajamos al llegar a la costa.

Estábamos en el reino de Arabasta, camino a Nanohana, donde no tardaron en darnos la bienvendia una manada de dugongs. Me puse a la defensiva. El cabecilla de la misión preguntó que eran y la chica, se acercó a ellos, cogiendo a uno de ellos y achuchándole cual peluche. Una vez se burló de su líder y lo dejó en el suelo, fui corriendo y le metí un gran golpe con mi arma, haciendo que dicho animal saliese despedido por los aires. -Estos animales son dugongs. Son increíblemente peligrosos y más cuando van en un grupo tan grande. No podéis dejaros engañar por lo que parezcan, tienen más fuerza que un humano ordinario.- Dije yo, antes de a que aquel enorme grupo de animales marinos se lanzara a por mí. Hice un giro con mi martillo, derribando a varios, pero acabé en el suelo, completamente tapado por estos. -¡¡¡Salid de encima, miserables!!!- Gritaba, a la vez que provocaba una explosión con mis puños y mandaba a volar a todo el grupo. Solté un leve suspiro y miré a mis compañeros.

-Vamonos antes de que se recuperen. Estos animales son impredecibles.- Dije yo en un tono serio mientras esperaba a ver que hacían mis compañeros.

Llevaba unas dos horas volando desde el transporte de la Marina que hacía la ruta a Marineford. Cuando pasaron cerca de la costa de Arabasta levitó y se dirigió hacia la isla. Le habían indicado que se encontraría con Krauser y sus hombres cerca de la población de Nanohana, cerca de la desembocadura del río que atravesaba el reino. Ya comenzaba a divisar los acantilados y playas de la irregular costa. Ahora sólo tenía que localizar el bote. Krauser había desempeñado una excelente labor como marine y había conseguido lo que Karl no en menos tiempo: ascender a capitán. Esto era fácilmente explicable. Cuando Karl comenzó a ascender rangos los brutales métodos que empleaba le llevaron a granjearse la desconfianza de sus superiores. Si embargo corrían nuevos tiempos, y ahora ya no eran tan quisquillosos. Gracias a eso, su subordinado había ascendido velozmente. En cambio el líder de la Brigada había estado ocupado en tareas personales y no había tenido tiempo para ascender. Sin embargo tenía planeado ascender en breves. El tema era que a su subordinado y ahora superior jerárquico le habían encargado infiltrarse en una base rebelde con un pequeño grupo  de marines especialmente escogidos por él. Los altos mandos habían decidido que el grupo era demasiado pequeño e inexperto, y habían enviado a Lion D. Karl para apoyarle. Tras un rato vio a los hombres en un bote, junto a la costa. Una manda de kun fu dugongs, los mamíferos tortuga boxeadores de las costas de la isla. El Teniente Comandante descendió.

- Capitán Krauser - dijo, con una leve reverencia respetuosa - me envía el alto mando para apoyar a vuestro grupo. Consideraron que haría falta a alguien con capacidades de combate más avanzadas.

Observó el "grupo". Una chiquilla que parecía más una colegiala que una militar, un anciano y un novato jovenzuelo. ¿Este era el poderoso grupo de asalto de Krauser? Creía que su oficial tenía más criterio. Disimuló sus opiniones y mostró una expresión neutra mientras los evaluaba. El único que se libraba era el joven, pues parecía fuerte de cuerpo. Pero la pura fuerza sin nada más no serviría para nada. Vio al viejo mencionar algo sobre los dugongs y atacarles. Pésima idea... si los derrotaba le seguirían. Se guardó sus opiniones. Era el capitán el que estaba al mando, y debía subordinarse.

- ¿Cuales son sus órdenes? - se forzó a decir.

Hideki se encontraba incómodo en aquel bote. Sí, tenía comida, sí, tenia bebida, pero la estrechez de aquella embarcación lo enfermaba. Quería moverse, andar, caminar, estirar un poco las piernas, cosa que en aquel sitio no podía hacer. En ciertas ocasiones durante el viaje se lanzó al agua atado a una larga cuerda, para dedicarse a nadar un poco y desentumecer las articulaciones y de paso pescar algo si era posible. Compartió sus días junto a una joven que en un futuro no muy lejano llegaría a ser una auténtica belleza. Vestía provocativamente, enseñando demasiada cacha. Sin duda eso le permitiría estar fresca en aquella zona tan calurosa, pero atraería la atención de mas de un estúpido hombre que buscase abusar de ella o aprovecharse de su persona. El otro que lo acompañaba era Krauser, su superior y que conoció en una pelea ilegal en otra isla del north blue. Le caía bien, era responsable, confiable y era buena persona con los suyos. Sin duda alguna lo seguría hasta donde fuera 
necesario, sin dudarlo. Otra persona extra ocupada posición en la balsa, su nombre era Garland. Debía estar en avanzada edad, cercano a la ancianidad, pero no por ello era débil. Tenía una envidiable forma física que mas un joven querría tener. Disponer de alguien así en una expedición le daba fuerzas. La edad, en la gran mayoría de las personas, suponía mas experiencia, y por ello menos probabilidades de fracasar. Siguió mirando al horizonte mientras abría la boca para decir algo.

-Ai, no creo que con esos vestiditos pases desapercibida en la ciudad-, dijo Hideki mientras mostraba una sonrisa tratando de ser amable. De pronto diviso tierra. "Por fín este maldito y asqueroso viaje bajo el sol se acababa". Lo primero que hizo fue quitarse la camisa y lanzarse nadando al agua. Sintió como el agua fresca y las corrientes de agua fría lo refrescaban dulcemente. Salió de debajo del líquido elemento con un salto, pareciendo mas un delfín que una persona humana. Al llegar a la playa se tumbo sobre la arena, mojada cada pocos segundos por olas que rompían contra la costa, dando una sensación de frescura muy agradable. Esperó pacientemente hasta que el resto de sus compañeros marines llegaron en aquel pequeño bote. Lo sacaron bastante como para evitar que la marea se lo 
llevase en pleamar. Hideki observó como Ai se acercaba a una especie de morsas (o focas, no estaba del todo seguro) con una especie de caparazón puesto.

-¿Que son esas cosas?-preguntó Hideki.

Su respuesta quedó contestada por Garland. Si era verdad que aquellos seres eran tan fuertes debería comprobarlo. Hideki advirtió que a Krauser le causaban cierto temor, mas por el desconocimiento de la especie que por otra cosa. Ai se acercó hacia ellos y los abrazó dulcemente, siendo esta correspondida. A simple vista parecían animales bastante monos, y parecieran estar adiestrados. Hideki se acercó lentamente a un grupo de ellos que se situaban entre unas rocas.

-Vaya pero que cosa mas mo...-un golpe directo de uno de ellos le impactó en plena mandíbula, dejándolo con la frase a medias. Hideki cayó al suelo redondo, dando vueltas y tocándose aquella zona que había sido golpeada. Mas pareciera una escena de una comedia que otra cosa, pues acto seguido otro de aquellos animales se subió encima del gigantón y se puso a bailar, como celebrando que había derrotado a alguien fuerte, como si fuera él un trofeo. Hideki, molesto, se levantó y agarro a uno de ellos, el que bailo sobre su persona y lo lanzó al mar bruscamente.

-Espero que seas comida de tiburones-comentó algo enfadado.

Garland se acercó a otro grupo y comenzó una orgía de golpes con su gigantesco martillo. Todos los animales salieron volando en direcciones aleatorias, hecho que provocó una tremenda risa en Hideki, doblándose por las rodillas y cayendo al suelo, pareciendo mas un chiquillo que un hombre adulto. El dolor de sus muelas lo olvidó por completo, concentrándose en la escena que esta ocurriendo. Pero al terminar de reír vió como una persona se había acercado hasta ellos. Hideki, como se encontraba retorciéndose en el suelo no se dio cuenta. Se levantó y saludó formalmente al que probablemente sería su superior.

-Saludos, seas quien sea, espero poder ser de ayuda en nuestra misión-, dijo mientras se llevaba la mano a la cabeza, pareciendo ser lo mas formal posible. "Seguramente he quedado como un mamarracho riéndome de esta situación".

-Bueno, una vez todos reunidos, ¿es usted tan amable de explicarnos por que hemos venido a este tórrido lugar?-concluyó finalmente el fuerte guerrero pelirrojo.

Una vez habían desembarcado la chica se acerco a uno de aquellos seres cogiéndolo en brazos. Aquel animal no hacía nada de nada y parecía inofensivo. Tras eso aquella chica se acercó riéndose y preguntándole que si le daban miedo, este negó tranquilamente pues solo le habían impresionado. Tras unos momentos observó como una de aquellas cosas golpeaba al musculoso recluta Hideki. Lo había tirado de un golpe y bailaba sobre él. Una enorme gota de sudor cayó por la cabeza del Capitán al ver aquello. Aunque poco después el chico lo lanzó al agua, pero al girar su mirada había una masa sobre Garland. Estaba a punto de meterse cuando este usó su habilidad de la fruta del diablo para mandarlos a volar. Inofensivos decía la chica, esas cosas la habían visto inocente y pequeña y se habían dejado tocar. Pero golpeaban a los hombres, eso era favoritismo hacia las mujeres. No era nada justo pero aquellas cosas si lo veían así. Habían golpeado a dos de sus hombres en poco tiempo y eso no le hacía gracia, tenía la mano en el mango de su espada para partirlas en trozos cuando hizo que se pusiera firme.


Frente a él había descendido del cielo el hombre que no esperaba ver allí de todos los que había. Lion D. Karl. Su superior en la brigada disciplinaria. Cuando aquel hombre hizo la pequeña reverencia, este no dudó en hacer otra rápidamente. Pese a ser mayor rango le tenía demasiado respeto y seguía trabajando para él. Le habían ordenado reunirse con el grupo de Krauser para ayudarles. Conocía perfectamente a su líder y pese a la neutralidad de su mirada sabía muy bien que aquel grupo no le convencía. Tras unos segundos señaló a Garland tranquilamente con el dedo y luego a los otros dos miembros de aquella misión.


- El tipo del martillo se llama Garland, pese a su edad es un gran luchador y tiene un increíble potencial en el cuerpo a cuerpo. El de los pelos naranjas y aspecto de musculitos es una bestia peleando y sabe lo que hace, pese a ver recibido un golpe de esas cosas, se llama Hideki. Por último está la chica, hace poco ha solicitado el ingreso a la brigada disciplinaria. Su nombre es Ai. Es un gran espadachín pese a su edad y además un usuario logia, confió en ella para esta misión y sé que lo hará bien junto a los otros dos.

Karl también pidió las ordenes y aquello puso más incomodo al Capitán, estaba deseando darle el mando de la operación a su superior en la brigada, pero no quería que Karl pensase que no tenia madera para aquellas cosas. Tras hacer la descripción de las habilidades de sus hombres pensó también en la paliza que les habían dado aquellos malditos seres del infierno. Aunque después habían conseguido remontar, Hideki enseguida pidió también las ordenes. Ya las había repetido en el bote mientras se acercaban, pero claro él tenía que estar nadando como morsa marina en vez de permanecer con los demás. Al menos la parte de camuflarse no la tendría que hacer pues sus pintas ya eran raras de por sí. Observó al Teniente Comandante y al chico del pelo naranja y contestó.

- Lo de la base creo que ya lo sabéis todo pero el problema es encontrarla, así que vamos a dividirnos cada uno por un lado en la ciudad y a recopilar información. Después nos reuniremos en un punto acordado y en un tiempo y diremos lo que sabemos. Eso es por ahora lo que hay que hacer, las ropas intentad cambiarlas por algo mas pegadizo en el lugar.


Una vez dijo eso pasó por al lado de su señor y en un tono que solo podría escuchar perfectamente él dijo tranquilamente.


- Me alegro de que esté aquí líder.

Tras aquel acto más de amistad empezó a caminar dirigiéndose a la ciudad pasando por unas dunas calurosas que había antes de llegar y esperando que el resto le siguieran.

Ai saco una pequeña sonrisa al ver lo cómico que estaba sucediendo. El tipo anciano estaba peleando contra esas criaturas a las que luego el mismo llamo Dugong, y les advirtió que eran muy fuertes. Y al parecer así era porque también lograron botar de un solo golpe al musculoso. Todo era algo cómico, la chica suspiro para luego quedarse impresionada al ver como es que alguien empezaba a bajar desde el cielo. Al solo mirar la cara del capitán noto que era alguien fuerte e importante, este termino de descender y su cara, cuerpo y una extraña sensación de un animal salvaje emanaban de ese hombre. No era raro, era Lion D Karl, o mejor conocido como Quimera Karl una leyenda entre los marines y dudaba que alguien de aquí no lo conociera. Aunque era conocido por su fuerza, también lo era por sus métodos serios y drásticos a la hora de ejecutar su justicia.

La chiquilla simplemente se limito a oír las palabras de todos, Krauser al estar mencionando los nombres de todos, fue donde recordó haber visto o escuchado del ex Vicealmirante Garland. Un hombre con una fuerza descomunal y sobre humano, todo indicaba que este grupo era de esos sujetos con fuerza bruta, pues el otro era Hideki…no tenía muchos datos sobre él pero también era alguien fuerte en el cuerpo a cuerpo.

Luego de presentarles a todos los que formaban parte del grupo, el capitán dio la primera orden. Todo indicaba que se iban a separar en la ciudad de Nanohana, no era nada grave puesto que sabía que tendría que reunir información. En cuanto Krauser empezó a caminar por el desierto, ella no tardo en seguirle, no quería que se alejara mucho y la dejara solo entre tantas personas que confiaban más en su fuerza que en su cerebro, aparte de que quería hablar de un tema en privado con él, siendo esta una de las pocas ocasiones que tendría para hacerlo. Aparte no se esperaba que Krauser ya supiera sobre la petición de acceso a la Brigada de Disciplina, dirigida por Lion D Karl. No se demoro mucho en llegar con él, y se quedo a su lado mientras trataba de algún modo de no pensar en el calor que azotaba todo el desierto. Por suerte las ropas que había elegido eran bastante cómodas para el lugar, pero sabía que tendría que buscar otras, dudaba mucho que la gente usara este tipo de vestimenta en este lugar.

Ai: ¿Cómo supiste qué había pedido ingreso a la Brigada?

Dijo mientras seguía mirando para adelante, caminando al lado derecho del gran espadachín. Su tono fue directo, llegando casi a ser serio. Ella no quería que Krauser se enterara, no tan luego ya que esperaba poder guardar su secreto, al igual que era una usuaria de las frutas del diablo, aunque claro. Eso era casi imposible cuando en su ficha de marine tuvo que poner muchos de sus datos. No le dio importancia a eso, solo al hecho de que su superior ya sabía sobre la petición de ingreso a la Brigada, y esperaba que Krauser le diera una buena razón, ya que algo le decía que la estaba siguiendo y protegiendo de todos.

Al final la situación se volvió hasta cómica, no era solo yo quien me pegaba con aquellas criaturas, también lo hacía el otro hombre musculado, al cual tumbaron con suma facilidad, pero en cuanto se levantó empezó a repartir leña. Los dugong no eran de fiar y sin duda eran unas bestias peleando. Poco después, apareció alguien que no esperábamos, y eso demostraba la cara de los presentes. Era Lion D Karl, el líder de la brigada disciplinaria. Sin duda un marine de poder extraordinario y con un rango demasiado bajo para alguien de su calibre. Supuse que no quiso subir más o no hizo nada que le permitiera ascender. Dejando eso a un lado. Aquel hombre extravagante, con un parche en el ojo, se puso bajo las órdenes de Krauser. Estaba clara la diferencia de nivel, pero era cierto que el rango del espadachín era aún mayor.

Krauser nos presentó a todos, pues probablemente aquel hombre no nos conocía y mencionó que la chica era usuaria de una fruta del tipo logia. Cosa que me pareció curiosa. Sería interesante verla en acción. Había muchos tipos de logia y todas eran de un poder increíble. De hecho, muchos eran intocables si no fuera por el kairoseki y el haki de la armadura. Seguidamente repitió las órdenes y empezó a caminar en dirección a la ciudad de Nanohana. Ai le siguió y yo no me quedé atrás. Empecé a caminar pero rápidamente me giré al ver que parte de aquellos dugong nos seguían. Tenía entendido que se habían dado casos de que aquellos animales no solo eran increíblemente fuertes si no que seguían como a un maestro al que les derrotaba, y este podría ser el caso. Aquellos monstruitos nos estropearían la misión.

-Si queréis ser tan fuerte como nosotros, tenéis que hacer mucho ejercicio. Poneos a hacer flexiones. Yo me iré durante un buen rato y espero que cuando vuelva hayáis hecho al menos cien mil flexiones.- Sin dar crédito a lo que veía, los dugong pusieron su brazo derecho sobre su frente, como si fueran soldados siguiendo las órdenes de un superior y empezaron a hacer flexiones. Era impresionante, y por lo visto, eso serviría para que se distrajeran, pese a que las hacían bastante rápido.

Volví a dirigirme hacia el capitán. Había dicho que nos dividiríamos en grupos, pero supuse que eso sería tras llegar a la ciudad, pues no servía de mucho separarse en el desierto. Teníamos que buscar la base revolucionaria, cosa que sería bastante difícil. Seguramente estarían bien ocultos y con alguna tapadera como pudiera ser una taberna, una tienda, o una simple casa del montón. Parecía una tarea cuasi bien imposible, pero tenía demasiados años sobre mi cuerpo como para que unos revolucionarios del montón me hiciesen perder la cabeza.

La situación pasó de ser cómica a ser más sería, una vez realizada la aparición de Karl. Krauser, aun siendo de mayor rango que el nuevo marine que acababan de conocer, mostraba un profundo respeto y admiración, dejando a entender que se trataba de una persona muy poderosa. Las instrucciones eran claras, llegar a la ciudad y buscar una base revolucionaria.  Hideki tuvo una genial idea para poder encontrarlos y si dispuso a explicarla al resto.

-Gente, dado que soy joven y mi carácter jovial creo que sería posible que me infiltrase en la organización. Sinceramente, no creo que sea demasiado difícil-explicó el ciborg.
Unicamente debía de actuar, hacerles creer que quería enrolarse con ellos y derrocar al gobierno mundial. Su aspecto joven y pendenciero los decantaría sin duda para que lo aceptasen. O al menos esa era su idea. Que ocurriese o no sería un misterio que resolvería una vez en la ciudad.
Observó que Garland daba unas órdenes a aquellos animalitos tan monos que momentos antes le habían dado una paiza. Se pusieron a hacer flexiones, como si un ente superior se lo hubiese ordenado. “Son seres interesantes, sin ninguna duda”.
Entraron en el desierto. El calor ya era insoportable, pero disponían de aguas y otros elementos con los que combatir las altas temperaturas. Hideki dejó sus prendas en la playa y para evitar quemaduras se vistió con prendas ligeras, telas, que tapaban todo su cuerpo sin dejar ningún trozo de carne frente al ardiente sol de Arabasta.



-Ai, creo que deberías taparte un poco, eres algo pequeña y este basto sol puede producirte quemaduras muy graves- dijo Hideki intentando convencerla de que se cubriera un poco más, preocupado por su salud.
El grupo continuó avanzando por el desierto. Hideki veía plantas desconocidas. Las iba apuntando en un cuaderno, para poder estudiarlas más adelante. En el pueblo se informaría mejor de la flora del lugar, como sacar máximo provecho y cosas relacionadas con ese mundo. El flequillo le rozó la frente, cayendo esté como si tuviera voluntad propia, mojado por el calor del sudor que producía el desierto. Movió la cabeza nerviosamente. La ciudad se encontraba a apenas un kilómetro de distancia, pudiéndose ver desde la costa, pero no desde donde ellos atracaron.
Añoró su tierra natal. Estaba acostumbrado a un tipo de calor diferente, un calor húmedo totalmente contrario al que estaba sufriendo en sus propias carnes; este era un calor muy seco, que te quemaba la piel si estabas demasiado tiempo.
En cuestión de una hora llegaron a la entrada de la ciudad. Su marcha se había sobre extendido debido al incesante calor y la abrasadora arena que los ralentizaba bastante, haciendo que cada paso que daban costara un esfuerzo extra.

-Ahora que estamos aquí, espero instrucciones, capitán. Sería conveniente que todos dijerais vuestros planes. Yo ya os lo conté en la playa, pero ahora os toca a vosotros- expuso de forma cansina Hideki, un poco agotado por la travesía y con ganas de ir a un bar para descansar un poco…

Una vez había empezado a caminar no pudo evitar escuchar las palabras de Garland a los animales por lo que se giró para ver la reacción de las focas tortugas infernales. Lo que el superior vio allí le dejo con los ojos abiertos como platos pero tras eso se giró caminando pensando que el maldito sol le jugaba malas pasadas. No podía creer que aquellas cosas le hubieran hecho caso y se hubieran puesto a hacer flexiones, o era eso o Garland era mago. No creyó la segunda opción, de hecho no sabía en qué creer por lo que siguió caminando como si nada. Ahora la chica se había pegado a él y le estaba preguntando el motivo por el que sabía que ella se iba a unir a la brigada disciplinaria.

- Ai, soy un Capitán y encima el primer oficial de la brigada disciplinaria. Es muy normal que sepa quien ha solicitado entrar. ¿No crees?

La respuesta del enorme marine había sido correcta pues su rango le permitía saber ese tipo de cosas y más sobre un lugar donde él era el segundo al mando después de su líder Lion D Karl. Ahora el cyborg le decía a la chica que tuviera cuidado con el sol, ya había pensado esa opción pero aquella chica era un marine mas y debía aprender a comportarse como tal. No era una guardería sino una misión de la marina y esas cosas las debería saber ella misma. Tras escuchar el plan de Hideki no dijo nada al respecto, tan solo siguió caminando para entrar en la ciudad.

Tardaron una maldita hora en llegar, el sol abrasador era el peor de los enemigos y aquello estaba demostrado pues el marine estaba algo cansado. Ya estaban al menos en la entrada de la ciudad. Ahora el chico musculoso había vuelto a hablar diciendo lo mismo de antes y fue cuando Krauser se adelantó poniéndose frente a ellos dándole la espalda al sitio. Su mirada era fría como de costumbre y estaba cruzado de brazos mientras unas gotas de sudor caían por su rostro hacia sus vendajes. De repente comenzó a hablar en un tono serio y frio.

- Hideki puedes hacer lo que quieras pero con la condición de que te quiero aquí en una hora. Ni se te ocurra atacar tu solo, no son unos idiotas cualquieras. Así que esto va por todos, os quiero en este punto en una hora. Podéis dividiros en grupos si así lo deseáis pero será mejor ir solos como haré yo. Si alguno tiene problemas quiero que huya sin vacilar y si no pudiera huir quiero que grite con todas sus fuerzas la palabra Dugon. Ese es el código, hay que encontrarse esa base revolucionaria y arrasarla así que ya sabéis el plan. Ya ha pasado un tiempo desde que lleguemos, no desveléis vuestra identidad, conseguid ropas mejores y ataos bien los machos. Ahora vamos a cazar muchachos.

Una vez hubo dijo las cosas se fijó en que Karl había desaparecido y una pequeña gotita de sudor le cayó por la cabeza. Al parecer se había quedado atrás por lo que les tocaría hacerlo a ellos cuatro. Una vez observó esto les hizo un gesto de adiós con la palma de la mano a sus hombres y se giró dirigiéndose a las calles del pueblo con discreción. Su primer objetivo iba a ser una taberna y ya de paso comería algo pues le había entrado bastante hambre por el camino.

No tardó mucho en llegar a una donde había poca gente, tranquilamente se sentó en la barra observando al camarero y pidiéndole un plato de lo que mejor supiera prepararle más un refresco de sabor a limón. Sus sentidos ya estaban listos para escuchar cualquier información sobre la gente de la zona, el hombre no tardó en traerle su comida y le sirvió la una botella de zumo de limón y un plato lleno de filetes acompañado con una ración de macarrones con tomate y albóndigas. Se quitó los vendajes dejando ver sus dientes afilados que impresionaron al camarero y sin más le pegó un gran trago al refresco para después comenzar a comer tranquilamente disfrutando de su comida.

Ai escucho atentamente las palabras de Krauser, y le encontró mucho sentido a lo que decía, no dijo nada más y al escuchar las palabras de Hideki, simplemente ignoro eso. Ya lo sabía y en cuanto llegaran a la ciudad se compraría algo más típico de la zona y así protegerse del sol. Así que sin más empezó a caminar al lado del capitán del grupo. Logro notar como es que las focas tortugas monas, estaban haciendo lo que decía el anciano de Garland cosa que le pareció algo gracioso pero que le daba igual. Así que sin más, llegaron a la ciudad. La ciudad era Nanohana, una ciudad que se dedicaba al comercio y en donde se suponía estaba la base revolucionaria. Ai sin darse cuenta se había adelantado del grupo ya que Krauser de la nada freno en seco, dando unas últimas instrucciones. La entrada a la ciudad sería el punto de encuentro en una hora más y la palabra para que todos acudieran sería Dugon, seguramente haciendo referencia a los animales que se encontraron nada más llegar.

Una vez las órdenes fueron entregadas a los demás, Ai empezó a caminar por Nanohana, lo primero sería comprar algo más adecuado ya que como iba vestida se notaba que era extranjera y que no sabía como vestir en un desierto. Así que estuvo caminando hasta que encontró la ropa ideal para este calor, era un pequeño abrigo de tela suave que le cubría hasta los talones, también tenía una especie de gorro pero Ai no se lo puso, no era necesario ya que su rostro no era famoso entre los marines o piratas si quiera, así que pago con lo poco de dinero que le quedaba y se fue a explorar la ciudad, el primer lugar donde iría sería una taberna. Por dos razones, una estaba muerta de hambre y dos era el mejor lugar donde los piratas o personas importantes solían soltar información de la nada y como si nadie pudiera escucharlas.

Llego una taberna alejada del mundo, con una puerta bastante fea y desgastada por el tiempo, las bisagras estaban malgastadas, el sitio era perfecto, sin dudarlo entro y el sonido de la puerta abriendo hizo que muchos dieran vuelta a mirar a la persona que estaba entrando, pero al ver que era una jovencita todos lo ignoraron, cosa que la alivio mucho. Se dirigió a la barra donde pidió un jugo zumo de sabor manzana y el mejor plato del lugar, aun le quedaba algo de dinero para pagar eso. Una vez sus energías estuvieran repuestas, sería fácil recuperar información.

Hideki propuso un plan que él mismo llevaría a cabo, alegando que gracias a su aspecto juvenil y sus pintas que no eran las propias de un marine, se intentaría infiltrar en la revolución. Un plan bastante extravagante y complicado, pero si lo hacía bien, podría ser ventajoso, mas sería muy difícil, pues ni si quiera sabía donde encontrar a los revolucionarios, no podía ir por la calle preguntando por ellos y explicando que quería unirse a su causa, pues no obtendría resultados, o por lo menos, no los esparados. Por otra parte, Krauser dio las indicaciones que deberíamos seguir, sugiriendo que era mejor ir por nuestra cuenta y reunirnos en el punto donde estábamos en una hora. No era mucho tiempo, pero tampoco necesitábamos mucho más para recorrer aquella ciudad entre los que eramos, cosa que me hizo pensar en Karl, el cual ya no estaba entre nosotros. -Probablemente haya preferido ir solo.- Pensé yo.

Finalmente todos tomaron su camino y yo, haciendo caso a las indicaciones del moreno, me fui en busca de una tienda de ropa para intentar pasar más desapercibido entre la gente, para lo cual, mi tono de piel ayudaría, mas no mi tamaño. Llegué a una de estas y compré una túnica de tela que me cubría por completo y un pequeño turbante para la cabeza. Todo de colores claros, supuestamente porque los oscuros atraían más al sol. Una vez vestido, guardé mis prendas en una bolsa que me colgué al hombro y empecé a recorrer aquella ciudad. Se veía bastante bullicio, aunque era normal en un lugar donde predominaba el comercio. Estaba lleno de gente y de puestos con todos los productos posibles, comida, ropa, recuerdos, de todo. Me acerqué a uno de los puestos que vendían fruta y compré un par de manzanas rojas para comérmelas por el camino.

-Bien, veamos... ¿Donde podría estar una base revolucionaria?- Pensaba yo, mientras observaba todo lo que me rodeaba, que en aquel caso, era una enorme plaza comercial. -Podría estar en cualquier lugar, podrían tener una base subterránea, como aquellos bandidos a los que atrapé con Kazuo, o quizás ni si quiera tenían base y eran simples rumores, a lo mejor actuaban reuniéndose en puntos ciegos.- Seguía pensando mientras caminaba lentamente.

El Capitán de la marina seguía a lo suyo allí sentado y acabó de comer en poco tiempo. Se había cargado el plato entero y ahora estaba lleno. No había escuchado nada raro y quedaba mucho para reunirse con los demás. Pagó lo que allí había y de repente un hombre se sentó a su lado y se quedó mirándole con calma.

- Capitán Krauser. No pregunte, soy de la marina y esto es para usted.

Aquel hombre dejó un Den den mushi al lado del Gran Espada que había acabado de comer tranquilamente. No sabía quién podía ser el hombre que le había dado aquello pero parecía ser un aliado. Sin decir nada y manteniendo la seriedad se quedó escuchando aquel aparato que comenzaba a hablar.

- Capitán Krauser, soy el comodoro Howart. Sé que no debería pero quiero que deje la misión por unos segundos y venga a la costa. Estoy aquí con un barco de la marina y he visto el bote que ha usado para llegar. Me gustaría hablar con usted ahora mismo y traiga a sus hombres también. Que sea rápido, no tengo todo el día.

Tras aquello el hombre cogió el aparato y sin decir nada abandonó el local dirigiéndose a la salida. El marine se quedó callado con sus ojos cerrados. Un comodoro quería hablar con él y con su equipo, algo le daba muy mala espina. Ahora mismo cada cual estaba por su lado y seguramente lejos de allí por lo que no sería posible ir con ellos y aquel tipo tenía prisa. El tono que había usado aquel comodoro no le agradaba pero estaba por encima suya en la jerarquía de la marina y debía obedecer. Ir ahora a la costa le retrasaría mucho y no podría reunirse con su equipo en una hora pues tardaría más. Pagó lo que había comido y se levantó de allí tranquilamente para dirigirse a la salida. No había tardado en llegar al lugar donde debían reunirse y como era normal no había nadie. Trató de dejar un mensaje y casó su enorme arma. Cortó con fuerza en el suelo haciendo una especie de flecha que conducía a la playa. También dejó el mango de repuesto de su espada y acto seguido se encaminó hacia la costa. Para acabar rápido había ido corriendo, estaba bastante furioso porque le hubieran interrumpido así en su misión. Encima no había podido avisar a los que iban con él y eso le perjudicaba aún mas, seguramente pensarían la birria de Capitán que habían seguido a la misión. Tras apenas una media hora había llegado y estaba muy cansado. Podía ver el barco de la marina allí anclado y frunció el ceño mirándolo. Después se dirigió hacia él de forma callada y subió. La cubierta estaba vacía y se dirigió al interior donde un recluta le señalo la última puerta del fondo y soltó una pequeña carcajada. Este se paró al escuchar la carcajada del recluta cogiéndolo del cuello con una sola mano y mirándolo con frialdad en sus ojos, parecía como si fuera a cargárselo allí mismo.

- ¿Te parezco gracioso?

Aquel recluta rápidamente negó cambiando su rostro a algo de miedo y seriedad y el marine le soltó. Frunció el ceño mirándolo caer al suelo deseando destrozarlo a golpes pero siguió caminando ignorándolo hasta llegar al camarote del final como le había indicado aquel pobre diablo que ahora respiraba como podía. Krauser pegó en la puerta antes de entrar y después entró. Frente a él había unos siete marines sentados en sillas y en medio un tipo que tenía el pelo moreno y corto. Tenía bastantes arrugas y canas y era algo bajito, sus ojos eran marrones y aparentaba tener unos 38-39 años. Vestía una capa de la marina con algunas medallas y estaba sonriendo de forma sádica esperando al capitán. Los demás parecían ser algunos sargentos mayores y habría algún que otro teniente. El castaño fijó sus ojos en el hombre que parecía ser el comodoro y le habló en un tono tranquilo y serio.

- ¿Quería verme?

- Si, así es Krauser. Ahora escuche bien con las orejas, no sé quien le ha dado permiso para hacer lo que le da la gana. Se le dijo que llevara consigo a unos seis hombres o más y va usted y porque le da la gana se ha llevado solo a tres. Encima he visto los informes de los que ha elegido, una niña, un hombre que debería estar retirado y un chico joven que apenas lleva tiempo aquí. No sé si se está riendo de nosotros o quiere cargarse la misión.


El marine le miró frunciendo el ceño escuchando sus estúpidas palabras, aquel idiota no sabía nada de los que había elegido para aquello y encima de todo le reprochado que tendría que haberse llevado más. Si lo hubiera hecho no hubiesen cogido en el bote y además ese tipo no sabía que Quimera Karl había sido mandado también con ellos.

- No sé de que hablas, los hombres eran los que yo eligiese y si los he escogido a ellos es porque son muy buenos. Además de que ya mandaron a Quimera Karl para ayudarnos por ser pocos. Pero es mi misión y mi decisión y no tiene porque meterse señor. Estaba en plena investigación cuando me han hecho darme la vuelta, no vuelvan a hacer algo así.


- Hare lo que me dé la gana y cuidado con el tono que usas bastardo, no sé nada de los de Karl y no tengo porque creérmelo. Te llamare cuando quiera y donde quiera que para eso soy tu superior y debes callarte. Un idiota como tú no sé cómo ha podido llegar a donde está pero coge a los inútiles de los que has traído y terminad el objetivo rapidito. Ya recibiréis todos unos castigos cuando esto acabe.

- ¡Ellos no tienen culpa!


El hombre se levantó lanzando un puñetazo con un puño americano a Krauser dándole en el rostro y tirándolo al suelo. Este desde el suelo escuchó algunas carcajadas de los que había en la sala y aquel tipo se volvió a sentar riendo un poco. El castaño permanecía en el suelo algo humillado por aquel golpe que había previsto con su haki de observación pero no hizo nada por esquivar el golpe de un superior. Recordó las palabras sobre sus compañeros e imagino a los que había traído con él. Agarró el mango de su espada y se levantó frunciendo el ceño cuando aquel tipo sonrió y todos sacaron rifles apuntándole.

- Krauser no me haga arrestarle, venditas.

Dijo riendo un poco para después hacerle un gesto para que se fuera de allí. Antes de abandonar la sala dijo que asumía toda la responsabilidad. El hombre asintió sonriendo tras escucharle sabiendo lo que le espera después de aquella misión. Krauser se quedó en la sala un poco más con la cabeza agachada frunciendo el ceño y aguantando aquello por no eliminarlos a todos.

Cogí una de las manzanas que había comprado anteriormente y le di un buen bocado. Su sabor no era nada especial, de hecho, no era muy jugosa y dejaba mucho que desear, pero me llenaría un poco el apetito y ya me valía por el momento, así que me las comí rápido, sin saborearlas, simplemente para llenar mi estómago y continué mi travesía para buscar aquella base revolucionaria. Mis pasos eran largos y rápidos. Quería avanzar rápido para poder averiguar todo lo posible en el corto periodo de tiempo que teníamos. Me paraba escuchar cualquier conversación ajena, me fijaba en cualquier anomalía que pudieran presentar los edificios, procuraba observar bien a la gente, pero nada daba resultado. Era de esperar que una base revolucionaria estaría bien escondida, pero no quería irme con las manos vacías.

-Ya casi ha pasado el tiempo... Bueno, volveré al punto de reencuentro, pero no descansaré hasta terminar la misión. Esto solo será prolongar lo inevitable. Vais a caer os escondáis donde os escondáis, miserables ratas.- Pensaba yo, volviendo sobre mis pasos para llegar a la zona donde debíamos reencontrarnos todos.

Tras varios minutos para volver a la posición inicial, pude ver a Ai Nanasaki, la cual había sido más puntual, que los demás, pero me llamó más la atención la marca que había en el suelo. Una flecha que apuntaba hacia fuera de la ciudad y un mango bastante parecido, por no decir idéntico, al mango que portaba la espada de Krauser. Probablemente era una señal que había dejado él. Con el martillo sujeto en el hombro derecho y con la otra mano cargando la bolsa con mis ropas, empecé a caminar en dirección hacia donde indicaba aquella señal.

-Voy a ver que quiere decir esta flecha. Si quieres puedes acompañarme o quedarte aquí. Eres libre de elegir lo que quieres hacer, puesto que yo no soy quien da las órdenes.- Decía yo en un tono tranquilo. No pretendía molestarla, simplemente le expresaba lo que pensaba hacer y le daba la posibilidad de acompañarme.