Kyoji Kagami
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Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El sol salía lentamente mientras mi barca avanzaba hacia la costa de aquella isla, la isla conocida como "Jaya". Según había oído aquella isla era el paraíso para los piratas, pues ni el gobierno ni ninguna clase de autoridad se encontraba en aquella isla para detenerlos. Aquello estaba a punto de cambiar.
El viento soplaba calmado y sin dar demasiado la lata, algo raro en el grand line, aunque era de agradecer. Mi barca se tambaleaba lentamente mientras me acercaba, y poco antes de llegar, un barco pirata apareció a mi costado, adelantándome a toda velocidad, arrollando con ello mi barca. Salté en el último segundo y me subí a su barco, ellos me llevarían infiltrado hacia su perdición y la del resto de hombres de Jaya.
Nos dirigíamos a Mock Town, la ciudad del ridículo, un nombre más que apropiado para aquellos idiotas. La mayor parte de la tripulación iba beoda, y los que no, se peleaban entre ellos para determinar quién tenía menos inteligencia al parecer, el que tenía la capacidad léxica de un niño de dos años o el que se comportaba como un mono sin amaestrar.
Para mi fortuna llegamos a la isla y todos se pusieron serios, preparándose para desembarcar. Saqué mi lanza y sonreí. Ninguno de aquellos piratas iba a tocar tierra...
El viento soplaba calmado y sin dar demasiado la lata, algo raro en el grand line, aunque era de agradecer. Mi barca se tambaleaba lentamente mientras me acercaba, y poco antes de llegar, un barco pirata apareció a mi costado, adelantándome a toda velocidad, arrollando con ello mi barca. Salté en el último segundo y me subí a su barco, ellos me llevarían infiltrado hacia su perdición y la del resto de hombres de Jaya.
Nos dirigíamos a Mock Town, la ciudad del ridículo, un nombre más que apropiado para aquellos idiotas. La mayor parte de la tripulación iba beoda, y los que no, se peleaban entre ellos para determinar quién tenía menos inteligencia al parecer, el que tenía la capacidad léxica de un niño de dos años o el que se comportaba como un mono sin amaestrar.
Para mi fortuna llegamos a la isla y todos se pusieron serios, preparándose para desembarcar. Saqué mi lanza y sonreí. Ninguno de aquellos piratas iba a tocar tierra...
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