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Akuma no mi
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Lugar de combate:
Isla Ying Yang, donde cada dos post la isla cambia de ser una isla paradiseaca con palmeras y arena blanca en un día caluroso de verano, a ser una isla oscura con clima tormentoso, con serpientes gigantes en vez de palmeras, un mar embravecido y barcos piratas al fondo.
Combatientes:
Shenlong Stark (revolucionario) vs Tynril (cazarrecompensas)
Turno de posteo:
1º Iro
2º DragoN
Historia:
Ambos contrincantes se encuentran en ella sin saber muy bien cómo han llegado. Ambos se han reconocido: Tynril ve en Shenlong una oportunidad para cobrar una recompensa y obtener mayor fama, mientras que Shenlong tratará de evitar el destino que Tynril tiene decidido para él. ¿Quién será el vencedor?
Isla Ying Yang, donde cada dos post la isla cambia de ser una isla paradiseaca con palmeras y arena blanca en un día caluroso de verano, a ser una isla oscura con clima tormentoso, con serpientes gigantes en vez de palmeras, un mar embravecido y barcos piratas al fondo.
Combatientes:
Shenlong Stark (revolucionario) vs Tynril (cazarrecompensas)
Turno de posteo:
1º Iro
2º DragoN
Historia:
Ambos contrincantes se encuentran en ella sin saber muy bien cómo han llegado. Ambos se han reconocido: Tynril ve en Shenlong una oportunidad para cobrar una recompensa y obtener mayor fama, mientras que Shenlong tratará de evitar el destino que Tynril tiene decidido para él. ¿Quién será el vencedor?
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Akuma no mi
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El tacto de la fría arena bajo mi espalda fue lo primero que noté al despertar. El suave acariciar del viento de poniente junto con el leve murmullo del mar fue lo que me hizo pensar, ¿dónde estaba? Sentía un ligero mareo, y aunque trataba de recordar qué había pasado momentos antes no conseguía enlazar memoria alguna. Abrí mis ojos, y mis iris azules se iluminaron con el reflejo de un espléndido sol de verano, provocando que mis pupilas empequeñecieran y tuviera que taparme los ojos con las manos en un instante.
Me puse de pie rápidamente, ¿estaría en algún lugar de dominio marine? Miré a mi alrededor mientras daba golpes secos con las palmas de mis manos al pantalón para expolsar la arena que tenía encima. No veía nada más que arena, mar, palmeras, el cielo azul despejado y alguna que otra gaviota en lo alto. Y entonces algo llamó mi atención, un destello rosado que había en la arena. Me di cuenta de que era un hombre cuando se puso de pie, ¿quién sería? Cuando me había decidido a preguntarle, él ya estaba mirándome. Rápidamente me di cuenta de las intenciones de combate que en sus gestos se hacían notar.
En un abrir y cerrar de ojos, aquel hombre de pelo rosado y vestiduras variopintas había formado en sus manos una especie de bola blanca que luego lanzó hacia mi rodando por el suelo a gran velocidad. Me confundió que al lanzarla parecía un lanzamiento suave, pero sin embargo la velocidad con la que se dirigía hacia mi era presta. Mi acción fue rápida: mis entrenadas piernas musculadas impulsaron mi cuerpo hacia un lado a una distancia moderada de aquella esfera blanca, cayendo en la arena provocando que esta saliera despedida después de que mi peso cayera sobre ella. Si la bola siguió su curso o no no lo supe, pues en ese momento tenía mi mirada fija en mi contrincante. Muchas cosas había vivido en esta corta vida como para bajar la guardia ante cualquier situación, y por eso mantenía en alerta los cinco sentidos.
No sabía quién era él, pero ya daba igual, ahora era mi turno de atacar. Miré a un lado y vi una palmera cerca de mi. Con un puñetazo seco en su tronco hice que un coco cayera desde sus ramas, el cuál agarré con una de mis manos y con gran fuerza lancé contra mi contrincante. Mis trabajados brazos, si bien no tan fuertes como podrían ser en su versión leonina, eran capaces de lanzar el coco como si fuera una bala de cañón que, si impactaba contra el pecho o la cabeza de aquel joven, le haría bastante daño.
Tras lanzar el coco, me quedé en guardia desenvainando uno de mis cuchillos, preparado para una reacción rápida por si era necesaria.
Me puse de pie rápidamente, ¿estaría en algún lugar de dominio marine? Miré a mi alrededor mientras daba golpes secos con las palmas de mis manos al pantalón para expolsar la arena que tenía encima. No veía nada más que arena, mar, palmeras, el cielo azul despejado y alguna que otra gaviota en lo alto. Y entonces algo llamó mi atención, un destello rosado que había en la arena. Me di cuenta de que era un hombre cuando se puso de pie, ¿quién sería? Cuando me había decidido a preguntarle, él ya estaba mirándome. Rápidamente me di cuenta de las intenciones de combate que en sus gestos se hacían notar.
En un abrir y cerrar de ojos, aquel hombre de pelo rosado y vestiduras variopintas había formado en sus manos una especie de bola blanca que luego lanzó hacia mi rodando por el suelo a gran velocidad. Me confundió que al lanzarla parecía un lanzamiento suave, pero sin embargo la velocidad con la que se dirigía hacia mi era presta. Mi acción fue rápida: mis entrenadas piernas musculadas impulsaron mi cuerpo hacia un lado a una distancia moderada de aquella esfera blanca, cayendo en la arena provocando que esta saliera despedida después de que mi peso cayera sobre ella. Si la bola siguió su curso o no no lo supe, pues en ese momento tenía mi mirada fija en mi contrincante. Muchas cosas había vivido en esta corta vida como para bajar la guardia ante cualquier situación, y por eso mantenía en alerta los cinco sentidos.
No sabía quién era él, pero ya daba igual, ahora era mi turno de atacar. Miré a un lado y vi una palmera cerca de mi. Con un puñetazo seco en su tronco hice que un coco cayera desde sus ramas, el cuál agarré con una de mis manos y con gran fuerza lancé contra mi contrincante. Mis trabajados brazos, si bien no tan fuertes como podrían ser en su versión leonina, eran capaces de lanzar el coco como si fuera una bala de cañón que, si impactaba contra el pecho o la cabeza de aquel joven, le haría bastante daño.
Lanzamiento de coco. [AM]
Tras lanzar el coco, me quedé en guardia desenvainando uno de mis cuchillos, preparado para una reacción rápida por si era necesaria.
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- Qué hábil dominio de la espada tiene ese chico. - pensé para mis adentros. Tendría que tener cuidado con ello, aunque mi maestría en los cuchillos podría rivalizar con la de los mejores espadachines en el manejo de sus armas, pues mis cuchillos eran como prolongaciones de mi cuerpo que dominaba como si tuvieran vida propia.
Mi contrincante envainó su katana, y seguidamente empezó a crear de sus manos que brillaban con un tono rosado una gran forma blanca con aspecto humanoide, parecido a una muñeca de trapo. Un pequeño destello llamó mi atención y pude apreciar como un rápido movimiento de sus manos movía en un instante un pequeño frasquito que tan rápido como sacó, volvió a guardar en su cinturón, ¿qué era? Mejor tener cuidado.
Mientras todo esto ocurría, un destello blanco iluminó todo el cielo, toda la tierra, todos los mares, todo... Y un segundo después, todo el paisaje estaba cambiado. Una copiosa lluvia tormentosa caía sobre nosotros, el cielo estaba oscurecido, como si fuera de noche, la arena de la isla se había tornado grisácea y los rayos caían en el mar por doquier, pero lo que más llamó mi atención fue ver como lo que antes era una palmera ahora se había convertido en una gigantesca serpiente con las fauces abiertas y siseantes. Eché un vistazo a mi derecha y pude ver cómo la palmera de la que antes había cogido el coco ahora era también una serpiente que me miraba amenazante. Volví a mirar a mi adversario, ahora la muñeca se dirigía hacia mi y se separaba en varias muñecas más pequeñas, ¿qué demonios era eso? A simple vista no parecían peligrosas... Pero bueno, acababa de ver una palmera convertirse en una jodida serpiente gigante, así que mejor tener cuidado.
Decidí pasar a mayores de una vez. Tomé aire y tras un ligero esfuerzo, liberé mi poder de zoan convirtiéndome en una gran bestia que era una mezcla entre león y humano, adquiriendo características como la cola de león, su melena, sus fauces y sus garras afiladas. No tenía tiempo que perder: cuando las muñecas de lo que parecía ser algodón estaban cerca de mi, di un gran salto en vertical. Un par de ellas explotaron al chocar entre ellas, pero las otras saltaron tras de mi, ¿qué podría hacer? La serpiente palmera se lanzó entonces contra mi con fiereza, así que actué con rapidez: apoyé mis manos sobre la cabeza de esta serpiente cerrando así sus fauces, para después deslizarme agarrado a su cuerpo y bajar hasta la arena de nuevo, y las muñecas que antes me habían seguido en el salto comenzaron a impactar sobre el cuerpo de la serpiente haciendo que esta siseara de dolor y trozos de escama y carne saltaran por los aires. Pero aun con todo, las explosiones fueron intensas, dejándome sordo momentáneamente con un intenso pitido en los oídos, además de varias quemaduras y algunos moratones que tuve al caer tan repentinamente contra el suelo, pero podría haber sido peor. Miré a la serpiente que yacía retorciéndose en el suelo, sangrando, y pensé que podría haber acabado así.
Algo bueno de ser un luchador como yo, era que mi resistencia era tremenda, y esas quemaduras al igual que los moratones no eran complicación para mi a la hora de moverme, y menos con la forma de león. Agité mi cabeza para quitarme el mareo y el pitido constante y miré a mi contrincante. No tenía tiempo que perder, pues podría atacar de nuevo en cualquier momento, aunque su expresión me reveló que no es esperaba verme convertido en un hombre león. Esto tampoco se lo esperará… Me coloqué a cuatro patas y comencé a lanzar rugidos muy potentes hacia varias direcciones. No parecía ser nada del otro mundo a simple vista, más bien daba la impresión de que mi lado leonino había tomado posesión de mi mente, pero tras unos instantes dejé de rugir, volvía colocarme de nuevo sobre dos patas y con los cuchillos en mis manos, mirando a mi contrincante seriamente. Entonces, sin previo aviso me lancé contra él a gran velocidad impulsado por mis poderosas piernas de semileón. Él parecía ponerse en guardia, ¿tendría preparada alguna defensa? Pero entonces, 3 serpientes gigantes aparecieron arrastrándose velozmente sobre la oscura arena de la isla hacia mi rival, dispuestas a atacarle. Serpientes que segundos antes había domado por la poderosa intensidad de mis rugidos, los rugidos del rey de las bestias, y ahora estaban sometidas a mis órdenes.
Sería elección suya elegir contra qué defenderse, pero en cuanto viera un instante de distracción por defenderse contra las serpientes, daría en último acelerón y con un rápido y limpio corte cortaría su cuello. Y si era contra mi, sabría arreglármelas mientras las serpientes se encargaban de despedazarlo. Y si aun con todo sobrevivía, tocaría improvisar.
Mi contrincante envainó su katana, y seguidamente empezó a crear de sus manos que brillaban con un tono rosado una gran forma blanca con aspecto humanoide, parecido a una muñeca de trapo. Un pequeño destello llamó mi atención y pude apreciar como un rápido movimiento de sus manos movía en un instante un pequeño frasquito que tan rápido como sacó, volvió a guardar en su cinturón, ¿qué era? Mejor tener cuidado.
Mientras todo esto ocurría, un destello blanco iluminó todo el cielo, toda la tierra, todos los mares, todo... Y un segundo después, todo el paisaje estaba cambiado. Una copiosa lluvia tormentosa caía sobre nosotros, el cielo estaba oscurecido, como si fuera de noche, la arena de la isla se había tornado grisácea y los rayos caían en el mar por doquier, pero lo que más llamó mi atención fue ver como lo que antes era una palmera ahora se había convertido en una gigantesca serpiente con las fauces abiertas y siseantes. Eché un vistazo a mi derecha y pude ver cómo la palmera de la que antes había cogido el coco ahora era también una serpiente que me miraba amenazante. Volví a mirar a mi adversario, ahora la muñeca se dirigía hacia mi y se separaba en varias muñecas más pequeñas, ¿qué demonios era eso? A simple vista no parecían peligrosas... Pero bueno, acababa de ver una palmera convertirse en una jodida serpiente gigante, así que mejor tener cuidado.
Decidí pasar a mayores de una vez. Tomé aire y tras un ligero esfuerzo, liberé mi poder de zoan convirtiéndome en una gran bestia que era una mezcla entre león y humano, adquiriendo características como la cola de león, su melena, sus fauces y sus garras afiladas. No tenía tiempo que perder: cuando las muñecas de lo que parecía ser algodón estaban cerca de mi, di un gran salto en vertical. Un par de ellas explotaron al chocar entre ellas, pero las otras saltaron tras de mi, ¿qué podría hacer? La serpiente palmera se lanzó entonces contra mi con fiereza, así que actué con rapidez: apoyé mis manos sobre la cabeza de esta serpiente cerrando así sus fauces, para después deslizarme agarrado a su cuerpo y bajar hasta la arena de nuevo, y las muñecas que antes me habían seguido en el salto comenzaron a impactar sobre el cuerpo de la serpiente haciendo que esta siseara de dolor y trozos de escama y carne saltaran por los aires. Pero aun con todo, las explosiones fueron intensas, dejándome sordo momentáneamente con un intenso pitido en los oídos, además de varias quemaduras y algunos moratones que tuve al caer tan repentinamente contra el suelo, pero podría haber sido peor. Miré a la serpiente que yacía retorciéndose en el suelo, sangrando, y pensé que podría haber acabado así.
Algo bueno de ser un luchador como yo, era que mi resistencia era tremenda, y esas quemaduras al igual que los moratones no eran complicación para mi a la hora de moverme, y menos con la forma de león. Agité mi cabeza para quitarme el mareo y el pitido constante y miré a mi contrincante. No tenía tiempo que perder, pues podría atacar de nuevo en cualquier momento, aunque su expresión me reveló que no es esperaba verme convertido en un hombre león. Esto tampoco se lo esperará… Me coloqué a cuatro patas y comencé a lanzar rugidos muy potentes hacia varias direcciones. No parecía ser nada del otro mundo a simple vista, más bien daba la impresión de que mi lado leonino había tomado posesión de mi mente, pero tras unos instantes dejé de rugir, volvía colocarme de nuevo sobre dos patas y con los cuchillos en mis manos, mirando a mi contrincante seriamente. Entonces, sin previo aviso me lancé contra él a gran velocidad impulsado por mis poderosas piernas de semileón. Él parecía ponerse en guardia, ¿tendría preparada alguna defensa? Pero entonces, 3 serpientes gigantes aparecieron arrastrándose velozmente sobre la oscura arena de la isla hacia mi rival, dispuestas a atacarle. Serpientes que segundos antes había domado por la poderosa intensidad de mis rugidos, los rugidos del rey de las bestias, y ahora estaban sometidas a mis órdenes.
Sería elección suya elegir contra qué defenderse, pero en cuanto viera un instante de distracción por defenderse contra las serpientes, daría en último acelerón y con un rápido y limpio corte cortaría su cuello. Y si era contra mi, sabría arreglármelas mientras las serpientes se encargaban de despedazarlo. Y si aun con todo sobrevivía, tocaría improvisar.
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