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La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] Empty La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] {Lun 23 Feb 2015 - 4:28}

-“¿Sabes? Siento que cada vez son más y más aleatorias las islas que escoge el capitán” Mencionaba la niña mientras miraba alrededor “Aunque honestamente esta vez no me molesta tanto. Había oído de este lugar, y desde hace rato quería visitarlo”
-“¿D-deseas aprender un Arte Marcial?” Le pregunto su compañero espadachín, quien también observaba el lugar.
-“Algo así”
-“Lucy, no te lo tomas a mal, pero…”
-“¿Pero qué?”
-“No… T-tienes el físico para volverte muy hábil en Artes Marciales y-¿…P-porque me estas mirando asi?” Intimidado por la repentina ferocidad que sintió en los ojos de Lucía, Tura no pudo continuar con su enunciado.
“…Torpe” Dijo fríamente, y con un tono sumamente enojado “Las Artes Marciales no sólo se enfocan en lo físico. No me interesa entrenar mi cuerpo, mi enfoque sería mi mente. Si deseo ser la mejor curandera del mundo, debo entrenar mi mente.”

Tura, asustado por el pequeño regaño que acababa de recibir, prefirió sólo mover sus manos diciendo Okay, okay, tú ganas

-“Bien” Al ver que había ganado el argumento, dio una sonrisa presumida y siguió hacia el edificio. Deslizo la puerta, y entró.
Dentro, el escándalo de los gritos que canalizaban fuerza, el olor a sudor, y la visión de uno que otro hombre sin camisa la desconcertó un poco. “… Pensándolo bien, creo que ya no quiero estar aquí”  
Escuchó cómo Tura rio un poco.
-“V-vamos Lucy, ya estás aquí, sólo hay que b-buscar al maestro y seguramente te podrá ayudar ¿Q-qué dices?”
-“¿Qué que digo? D-digo que la gente semi-desnuda, olorosa y pulida tan musculosamente me asustan mucho”
Tura volvió a reír, Lucía protesto le contestara que encontraba tan gracioso

-“L-lo siento Lucy, es que nunca te había visto tan aturdida” Sonreía el otro “Es poco común verte de esa manera. Es tierno hasta cierto punto”
-“¿¡Tierna!? ¿¡Acaso estas escuchando lo que estás diciendo!? ¡Te voy a-!” La explosión de la voz de Lucía se escuchó por todo el dojo, logrando que la mayoría de los estudiantes y practicantes dejaran de hacer lo que estaban haciendo para voltear a ver a la pequeña niña que hacia su berrinche. Dándose cuenta de esto, ella salió corriendo del lugar, dejando a Tura sólo. Ahora las miradas se enfocaban en él. Tura sólo logro sonreír nerviosamente, mover la mano, saludando de manera tímida, dar unos gemidos y salir corriendo del lugar también.

Una vez fuera, se juntó con Lucía, la cual al igual que él, ahora tenía su mano en su pecho, tratando de calmar el pensamiento de la vergüenza que acababan de pasar.

-“E-eso fue… Incomodo…” Se quejaba el joven espadachín “Que horror… Seguramente n-nos odian…”
-“Usualmente... Estoy en desacuerdo contigo… Pero…” Lucía trataba de recuperar su ritmo de respiración “Creo que esta vez… Tienes razón…”

Al poco rato, comenzaron a caminar una vez más, alejándose del lugar

“Creo que me quedaré con los libros en vez de visitar un lugar como ese… Al menos los libros no apestan, hacen ruidos o están desnudos”
“¿Entonces… Volveremos al barco a esperar que z-zarpen de nuevo?”
“Si, supongo. No sé qué más podemos hacer aquí. Creo que ya tuve suficiente aventura por hoy…”

Y tal como dijeron, se dirigían ahora al barco de su capitán. Al menos ahí no tendrían que preocuparse de pasar otra humillación.
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La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] Empty Re: La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] {Lun 23 Feb 2015 - 5:07}

"Qué extraño que en una isla que se denomina la cuna del Karate y los ostenta incluso en su nombre tenga tantos heridos", pensó sarcásticamente el joven Adam mientras salía de uno de los tantos dojos que había en dicho pedazo de tierra. Su traje amarillo seguía impecable, a pesar de haber tratado a un centenar de heridos en el mismísimo día. Llevaba sus cosas en un maletín que llevaba con su siniestra mientras ambos brazos se columpiaban a sus lados al caminar. Ya había cumplido con los pedidos de trabajo que lo habían llevado allí, pero nada era seguro de que no hubiera más pacientes potenciales.

Al pasar por una de las calles principales, donde más que restaurantes, bares y mercadillos, había dojos, enteramente de madera y con grandes carteles patrocinándolos en una clara competencia a sus vecinos. Cada ciertos metros había una demostración de sus habilidades o un desafío entre distintos artistas marciales. Los dojos no podían evitar competir entre sí, buscando convencer a los aspirantes a entrar bajo la tutela de algún maestro de quien era la mejor opción. Suspiró, eso, para él, era prácticamente estúpido e innecesario.

Para adquirir la supremacía como hombre y ser vivo es necesario ser el más fuerte, hasta él entendía eso, mas, en su opinión, para ser el más fuerte es necesario ser capaz de matar al otro, y para destriparlo no es necesario ser técnicamente fuerte, sino habilidoso e inteligente. Y a él, eso no le faltaba. Se hacía agua en su boca la idea de matar a alguno de esos hombres que tan fuertes e imponentes se creían. No podía evitar imaginarse con placer el ver como se deformaba el rostro de un hombre seguro de su fuerza, de su superioridad, en la de un cobarde, lleno de miedo, impotente, capaz de liberarse de las garras de uno de los más crueles asesinos jamás vistos: él, Jack el Destripador.

Pero no podía hacerlo sin más... después de todo, su rostro no era el de Jack, sino el de Adam Lennard, un médico invitado a la isla para atender a los heridos y facilitar el desarrollo de las actividades tradicionales: las artes marciales.

En algún momento mientras meditaba todo esto, llegó frente a un dojo y se encontró con una escena particular. Una chica y un espadachín, el cual pareció tímido, discutían acaloradamente (o por lo menos la chica lo hacía) a las puertas del establecimiento. Cuando reaccionaron ante lo que se habían montado, ambos se sintieron espantados por la vergüenza y retomaron sus pasos por donde habían venido. Adam, simplemente sonrió, porque le pareció gracioso, pero fue interrumpido por un grito y un ruido sordo, como una masa golpeando la madera con fuerza.

Entró sin más, sin apresurarse, sabiendo que era el resultado de una práctica del mismo dojo: alguien había sido herido. No se tomó el tiempo de la sorpresa y apresurado apartó a todos los que salieron al auxilio del caído. Era un hombre grande, con los músculos marcados y el cuerpo lleno de sudor. A Adam casi le ahuyenta la idea de que el asqueroso olor a transpiración se impregnase en el traje, pero no pudo evitarlo, se puso los guantes y rápidamente comprobó su estado. A simple vista parecía normal, pero el hombre se contorneaba y se veía agitado, claramente en dolor. Al médico le pareció que algo sucedía en su torso y era muy posible que una de sus costillas estuviera rota. Puso su mano al tacto para examinar si era eso y lo comprobó casi al instante, en la parte central del tórax, una de las de costillas había sido fracturada. No le interesó el cómo fue eso posible, ya que se lo imaginaba, pero sin más, necesitaba calmar al hombre antes de llevarlo a peor.

Traedme hielo y una almohadilla —dijo con voz calma, pero alta, para que alguien, quien fuera, hiciese lo que había pedido—. Ahora, tú —señaló a otro hombre tan o más grande que el otro—, sujétalo para que le inyecte un analgésico y, así, aliviar su dolor. Al parecer ninguno de sus órganos ha sido dañado, así que no correrá peligro.

Con la ayuda del hombre, logró controlar los movimientos del herido y le aplicó el analgésico en su conducto sanguíneo. Entonces, respiró profundamente y, cuando le trajeron lo que solicitó, puso la almohadilla por debajo del cuerpo del paciente y puso hielo sobre su pecho. Dio indicaciones de que dejarán que el hombre se relajará unos minutos y luego movilizarlo. Dio la orden explícita de que no podía volver a la actividad del dojo en al menos un mes y dejó constancia de la necesidad del paciente de no mover bruscamente la parte superior de su cuerpo, además de siempre mantenerlo cómodo, para que la fractura no lleve a un daño peor, como afectar los órganos que se encontraban a su misma altura, como los pulmones o el corazón. Además, advirtió de que no le pusieran vendas, ya que estas podrían generar una presión innecesaria sobre la caja torácica y así generar un daño adverso en los pulmones.

Sin más, simplemente se paró, rechazó el pago de sus servicios, ya que no habían sido solicitados con anterioridad y lo hizo por capricho. Suspiró al agradecimiento y salió del dojo, sin saber qué hacer a continuación.
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La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] Empty Re: La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] {Vie 13 Mar 2015 - 15:37}

Ya iban en camino de vuelta al barco, a esperar y tratar de apaciguar su vergüenza. Aparte de que Lucía, en lo personal, se encontraba algo colorada al haber visto tanto hombre semidesnudo.
Tura también denotaba color en sus mejillas, aunque no por la misma razón que su compañera.
Pero sus planes de quedarse cerca de su navegación fueron interrumpidos al escuchar un ruido desgarrador.
Un instinto se apoderó de Lucía, haciéndole correr hacia el lugar proveniente del grito.

“¡L-Lucy, espera!” Se compañero deseaba no quedarse atrás, pero ella no le dio chance a Tura de alcanzarla. Alguien estaba dando alarmas de dolor, y ella planeaba ayudarle.

Guiada por el alboroto, observó como un hombre, vestido de un traje color amarillo llamativo, cabellera gris, y parecía llevar la misma prisa que Lucía.
Entró al lugar detrás de él.
Pronto, el hombre en el traje comenzó a dar ordenes al personal, su voz calmada pero firme pronto dio los resultados que se habían planeado.

“Traedme hielo y una almohadilla”

Lucía observaba, paralizada por el asombro de ver a un hombre tan bien vestido en acción. Pronto se dio cuenta de que estaba boquiabierta.

“Ahora, tú. Sujétalo para que le inyecte un analgésico y, así, aliviar su dolor.“ Le ordenaba a otro de los compañeros del herido. “Al parecer ninguno de sus órganos ha sido dañado, así que no correrá peligro.”

Incapaz de reaccionar a todo lo que sucedía frente a ella, pues la experticia del médico frente a ella había logrado que se ganase su respeto. Al poco rato, se dio cuenta de que su boca se encontraba abierta, cerrándola inmediatamente al estar consciente de ello.

Al ver que el hombre parecía haber terminado de atender al herido, decidió Lucía acercarse a él. Mientras se dirigía a posarse junto al médico, noto como éste rechazo el pago que se le ofrecia por sus servicios, se le hizo algo admirable a Lucía. Al parecer no eran tan diferentes como pensaba. Al menos la moral estaba en el mismo canal.
“D-disculpe…” Dijo una vez cerca. Dándose cuenta de que su tono de voz había alcanzado un tono casi inaudible, limpio su garganta y comenzó a hablar de nuevo “Disculpe, me llamo Lucía. Observe desde lejos como atendió al herido. Debo decir que su manía para la medicina es sumamente admirable. Deseaba saber si no sería mucha molestia que le preguntase consejos que pudiera compartir para una estudiante medica”

A pesar de que su cara parecía ser la misma de siempre, internamente estaba emocionada por poder hablar con otro médico.

Dejando que el lastimado descansase un rato y, dejara de rugir ante el dolor, se le pudo al fin movió del lugar, y una vez más los estudiantes retomaron su disciplina.
El hedor a sudor y saliva pronto lleno el lugar una vez más.

“Y si le parece…” continuó Lucía “Quizás podríamos salir de aquí para poder hablar en un lugar más adecuado”
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La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] Empty Re: La mente del médico [Jack the Ripper y elgesugha] {}

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