Aprovechando las oportunidades en el mar [Pasado] [Privado] [Maximilian - Aaron Dick]

Me encontraba en la cubierta del "Mary Menier", un gran barco que antes perteneció a una banda pirata y había acabado por convertirse en un barco el cual transportaba pasajeros de un lado para otro. Me uní a él ya que se dirigía hacia el East Blue, mar actual de las oportunidades. Según ciertos libros en las islas de ese mar se encontraban unos de los libros mejores escritos hasta ahora por la humanidad, no sabía nombres ni como encontrarlos, pero lo lograría más adelante. Estaba en la cubierta con los ojos cerrados y el viento despeinándome mi cabello. La verdad que no hacía frío en la cubierta por lo tanto gran multitud se encontraba allí. El barco se movía a gran velocidad aún siendo tan grande. Tras estar un rato viendo como el barco se zarandeaba con los golpes de las olas y también como las rompía, que en ciertas ocasiones el agua me llegó a mojar la ropa, decidí entrar al gran salón.

Sabía que el barco tenía que constar de más de una planta, pero no me había dado por descender cada una para averiguarlo. Me sentaba en el restaurante del gran salón y me pedía un plato de coliflor con bechamel, que la verdad, era la primera vez que lo probaba y estaba muy rico. La música inundaba el lugar y parejas salían a bailar en el salón el cual todas las personas lo podían ver. Terminé mi plato y decidí bajar a la 2 planta para observar lo que allí sucedía.

Al descender y atravesar los tres niveles de camarotes, un guarda yacía en una puerta. Mediría dos metros y sus músculos eran enormes.

-Paso restringido,señor.-dijo amablemente.

Me dí la vuelta ya que se me habían quitado las ganas incluso de saber lo que había en su interior y volví hasta la cubierta. Me puse en la ala izquierda donde se podía ver el sol al anochecer. La verdad que era bonito, me recordaba cuando era pequeño, la tranquilidad que sentía junto a mis padres... Giré la cabeza ligeramente de izquierda a derecha para olvidar lo sucedido. Me concentré en una gran ballena que se levantó tres metros del mar y el agua a su alrededor estalló cuando volvió a sumergirse. Todos los allí presentes nos quedamos asombrados de ello. Muchos empezaron a aplaudir y a gritar que era fenomenal, otros, como yo, nos mantuvimos con la boca cerrada y observando la onda que se expandía. Allí me quedé observando el descenso del sol hasta que desapareciera y cayera la noche.

Comenzaba ocultarse el sol y solo unos pocos ya estaban en la cubierta, yo como había estado haciendo estaba flojeando y sin más que hacer que sólo dormir. Me preguntaba en algunos momentos si no debía entrenar para fortalecerme pero eso era algo que no podía hacer en la cubierta de un barco que no era mío. La noche cayó rápidamente y algunas lámparas iluminaron la cubierta mientras algunos de los de seguridad me saludaban con cierta frialdad. Sabía que no les agradaba por la pinta que tenía y más parecía lo que era que lo que intentaba ser en ese barco. Descendí hasta el salón principal y miré a mí alrededor. Había personas con finos vestidos y otros muy elegantes que hablaban entre ellos y reían casi a escondidas. Me acerque a una mesa larga donde había algunos platillos que a mi parecer tenían una imagen que no conocía. Probé el trozo de algo con una salsa rojiza y me encantó, ya que supe que era pescado cocinado de alguna forma en particular. Llevándome algunos bocadillos en un plato me quede en la puerta del salón principal mirando a las parejas bailar al compás de la suave melodía del lugar.

-Tocan bastante bien – dije mientras me giraba y me sentaba en la escalera que comunicaba la recepción del salón principal con la cubierta.

-Me preguntó si me dejaran entrar allí abajo-pensé mientras masticaba un panecillo con carne.

Quería ir a ver lo que pasaba en los niveles que estaban más abajo pero no me decidía del todo. Mi gabardina me cubría parte del cuello y mi cabello me llegaba hasta por debajo de los hombres, con lo que posiblemente creyeran que soy un bandido antes de que parte de la seguridad del barco.

-Me preguntó si entre tantas personas habrá alguien interesante

La noche cayó y las amarillentas luces exteriores iluminaron la cubierta. El sueño hizo de las suyas en mí. Tras tres o cuatro bostezos y tras que algunas lagrimillas del sueño cayeran de la mejilla y levantara mi mano izquierda par quitármelas, decidí ir al camarote para descansar. Cuando me di la vuelta y me disponía a entrar vi a un hombre que vestía una gabardina, la verdad que era el único que vestía tal atuendo. Entré tras de él y descendimos hasta la planta de abajo. Allí, él se fue para el buffet y yo me dirigí para los camarotes.

Mi número era el 223. Los camarotes se abrían con unas tarjetas electrónicas de última generación. Con ellas impedían la intromisión de personas ajenas. La verdad que el camarote se veía lujoso. Cuando entrabas, había una cama con una colcha la cual era mitad azul marino y blanco. Dos cojines yacían con los colores intercambiados de lugar y apoyados en la almohada. Una lamparita yacía en una pequeña mesa de noche al lado este del lecho. Un cuadro casi de mi misma altura con los bordes dorados y en su centro, una pintura de una planta con un jarrón grisáceo y cada una de las hojas de distinto color. La verdad es que era bastante peculiar.

Me dirigí hacia el blanco baño ya que todo era blanco. Todo estaba recubierto de azulejos, incluso me acerqué a ellos y apoyé mis dedos sobre ellos. Sorprendentemente, eran muy suaves y además no había ni pizca de suciedad. Tras rebuscar todos los detalles del camarote me tiré a la cama baca abajo. Me ayudé de mis plantas de las manos para darme la vuelta y me quedé mirando hacia el techo en el cual estaba pintada una bromelia rojiza. Realmente bella, te perdías en sus tallos y en su amarillo vivo polen. Parecía que el dibujo se hacía más grande si te quedabas mirándolo.

Pensé que el día siguiente sería más productivo y esperaba pasar una noche no muy ajetreada ya que estaba bastante cansado. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño.

Me puse de pie y descendí en dirección a los camarotes, ya que comenzaba hacer frio y no quería pescar un resfriado. Según lo que sabía, enfermarse era un riesgo para cualquiera que viajara por el mar, porque no solo estabas más cerca de la muerte por alguna extraña enfermedad sino que también tus energías disminuían y defenderte del ataque de alguien en ese estado era muy complicado. Las escaleras crujían de una manera muy peculiar mientras descendía hasta llegar a la puerta que conducía a los pasillos donde estaban las habitaciones. Entré en la primera que estaba a la derecha, la cual tenía el número 134 en la puerta.

-Vaya que mecanismo más – dije mientras pasaba la tarjeta que me habían dado antes para que según ellos abriera la puerta

Esta se abrió y cuando encendí la luz noté que era una habitación pequeña, con una cama bien acolchonada, una silla y un escritorio bonito. Deje mis cosas a un lado y me quite la gabardina y desaté mis katanas de mi cintura para colocarlas en la cabecera de la cama. Me acosté y pude sentir el suave material del que estaba hecha la cama.

-Por fin podré dormir tranquilo – pensé mientras me acomodaba para buscar una posición cómoda para dormir

Miré el techo de la habitación donde estaba y poco a poco fui quedándome dormido.

Un gran estruendo me sobresaltó. Pareció ser un gran cañonazo. Cogí mis pertenencias y salí del camarote. Una gran multitud corría de arriba a abajo desesperada. Fui corriendo por el pasillo pero cuando me di cuenta me había quedado completamente solo. No sabía porqué. Miré hacia la derecha y hacia la izquierda y no vi a nadie correr. Lo único que se escuchaba era unos pasos bajar por las escaleras que llevaban hasta el piso de los camarotes. Me asomé y vi a un hombre con un mazo de dos metros del cual chorreaba sangre. No me lo podía creer, ¿aquel tipo enserio había matado personas inocentes? No me quería enfrentar directamente contra él ya que no tenía muchas ganas de luchar porque estaba recién levantado. Ya no me daba tiempo de regresar a mi habitación por lo que probé suerte con las que tenía a mi alrededor. Empujé una puerta tras otra pero ninguna se habría. "Joder" pensé. Me planté ante una, como esa no se abriera, o me descubrían o tendría que salir corriendo hasta mi habitación. El número de la puerta era el 134. La empujé levemente y pareció abrirse. Me quedé bloqueado. Todo estaba completamente oscuro y creí que estaba vacía. Entré rápidamente y cerré la puerta sin  hacer mucho ruido para que el hombre del mazo no lograra adivinar donde me encontraba por si había escuchado algo. La habitación era igual que la mía, todas tenían el mismo diseño. Me asomé y parecía haber un bulto en la cama. Cuando ya me acerqué más vi a un hombre dormido. ¿Cómo no se habrá podido despertar con el jaleo que se ha montado? Lo moví un poco para ver si estaba muerto pero no, se escuchaba respirar. Me senté en una silla allí al lado mientras escuchaba el leve paso de unos hombres pasar de largo de la habitación. Un nudo se me formó en la garganta. Decidí llamar a aquel tipo para ver que proponía para hacer ya que había muchas vidas en juego si se trataba de un ataque pirata. Lo moví intentando despertarlo mientras decía que unos tipos querían saquear el barco donde nos encontrábamos y que tal vez fueran piratas.

Me desperté con unos súbitos movimientos y un hombre estaba frente a mí diciendo algo de piratas. Rápidamente le coloqué el filo de mi espada en el cuello ya que era un instinto natural para protegerme.
 
-Y como sé que tú no eres uno de ellos – dije con voz cortante – pero supongo que si lo fueras ya me habrías matado, no
 
Me senté al borde mi cama y me froté los ojos para quitarme el poco sueño que me quedaba. El muchacho que estaba frente a mí se había quedado congelado sin moverse muy probablemente por lo súbito que fueron mis movimientos. Enfundé mi katana y lo miré mejor para darme cuenta que era un muchacho no mayor que yo de cabello extrañamente azul.
 
-¿Estás bien? – Dije mientras me colocaba de pie y me vestía nuevamente con mi gabardina negra – parece como si hubieras visto un fantasma
 
Sin prestarle mucha atención, caminé hasta la puerta y la abrí lentamente para dar unos pasos fuera cuando de pronto un extraño olor llegó hasta mí. Un olor que conocía muy bien, un olor a sangre fresca. Lentamente giré mi cabeza hacia la izquierda y vi que un hombre bastante grande sostenía un mazo de dos metros aproximadamente con una gran cantidad de sangre cayendo al suelo. Su mirada era como la de un desquiciado y su respiración era ruda, cuando de pronto rugió de una manera agresiva y sus brazos se movieron sosteniendo el mazo en el aire para dejarlo caer sobre mí. Lo vi venir y por el peso del maso, la velocidad del objeto era lo único peligroso. En un espacio tan reducido como aquel pasillo no podría luchar adecuadamente así que tendría que acabar con él de un solo golpe preciso. Me hice a un lado y la maza se estampo contra la madera creando un agujero pequeño. Aproveché el momento y di un pequeño salto desenvainando mi espada antes del impulso y moviendo mi brazo derecho hacia la izquierda para que mi hoja se introdujera en la parte inferior que unía el cuello con el torso. Mi hoja se introdujo apenas unos 30 cm y la retiré al instante luego de introducirla.

Referencial:

Caí al suelo de pie y el hombre que estaba frente a mí se tambaleo un momento. La sangre brotaba de su herida en el cuello y luego de unos segundos dio unos pasos al frente y cayó de rodillas para luego abalanzarse al suelo rápidamente.
 
-Vaya eso ha sido peligroso – dije sonriendo inocentemente - ¿Me preguntó quién era?

Aquel hombres se sobresaltó al verme, era algo normal ya que era un completo desconocido. Saltó sobre mí colocándome su arma, que ni la vi hasta que el frío filo se colocó sobre mi cuello. Se quedó un rato mirándome y me dijo que si yo fuera un pirata supondría que ya lo habría matado. Se frotó los ojos para despertarse y yo me quedé atónito mirándolo, era un tío que no dudaba en sus actos y era directo por lo que pude comprobar hasta ahora. Tras estar un pequeño momento despertándose se levantó y se dirigió hacia la puerta, una vez allí la abrió cuidadosamente y asomó su cabeza, yo mientras tanto, permanecí en el mismo lugar hasta que desapareció por ella. Tras ello salí por la puerta sigilosamente y desvainé mi daga mientras escuchaba un gran golpe. El mazo del asesino estalló contra la madera y aquel hombre le hincó su katana en el cuello pero no logró cortárselo. Aquel tipo empezó a tambalearse mientas un río de sangre brotaba de su grueso cuello hasta que los ojos se le pusieron completamente blancos y cayó al suelo muerto. Dirigió su mirada hacia mí y parecía estar feliz, sinceramente creía que aquel tipo iba a suponer mayor desafío. Su hubiera sabido eso lo hubiera matado yo mismo.

Mientras aquel hombre volvía hacia mí, se empezaron a escuchar los pasos de dos personas. Cuando aparecieron, se quedaron mirándonos. Eran dos hombres de la misma estatura, media. El de la derecha era rubio y le faltaban las dos paletas, tenía desvainada su katana la cual tenía el mango rosad; el otro era castaño oscuro y tenía los ojos rasgados. Blandía dos katanas, ambas del mismo rosado que la de su compañero. Se dirigieron hacia nosotros sin mencionar ni una palabra. Yo, que tenía mi daga desvainada, me puse en posición y observé que el de la izquierda iba algo más adelantado que su amigo, le lancé mi daga, la cual fue a parar a su cuello. Fui corriendo hacia él y la extraje, el otro me iba a atacar cuando me oculté detrás del cuerpo del compañero por lo que aquel ataque no fue a parar a mi persona. A continuación, di un salto hacia aquel tipo para clavar mi daga en su pecho. El tipo se tragó la lengua del impacto contra la madera y acabó ahogado y desangrado.

-¿Qué habrá sucedido arriba?-dirigí mi mirada más preocupante hacia aquel hombre.

Una sucesión de extraños acontecimientos empezaban a inquietar mi mente pero al ver que el muchacho que estaba a mi lado sabia luchar y parecía tener cierta habilidad con los cuchillos me tranquilicé un poco. Oí su pregunta, la cual fue muy parecida a la mía. Me imaginaba que alguien se había atrevido a subir a bordo sin permiso y fue en ese momento que recordé que era parte de la seguridad del lugar. Miré al chicho y le dije:
 
-Vayamos averiguarlo – dije sonriendo
 
No pretendía que siguiera mis pasos pero si mostraba interés por lo ocurrido en el barco estaba seguro que podría ayudarme. Rápidamente caminé hasta las escaleras y algo me llamó la atención justo en el momento en que iba a subir.
 
“Todo está en silencio” – pensé mientras el muchacho se acercaba a mí y me volví a mirar.

Desdibuje mi rostro de preocupación y ascendimos juntos hasta antes de llegar a la cubierta. Me detuvo a solo unos centímetros de salir la cubierta y asomé mi cabeza para ver qué pasaba. Lo que vi fue algo en lo que había estado pensando antes. Una banda de piratas bastante numerosa había abordado el barco y una gran cantidad de hombres se hallaban prestos a descender a los niveles inferiores para iniciar sus fechorías.
 
“Mmm, problemas y justo ahora, me preguntó si la suerte estará de mi lado”
 
Volví a agacharme y susurré algo chico.
 
-He, puedes ayudarme parece habrá problemas si no nos encargamos de una situación que hay en la cubierta, ah por cierto soy Maximilian
 
Esperando la respuesta del muchacho, desenvaine mis espadas y me preparé para salir a enfrentar a la banda de piratas invasores.