(pasado) (privado) Un lector algo peculiar

Apenas había llegado a la isla, sin embargo, gracias a su buen olfato que notaba el aroma a pólvora y alcohol por toda la ciudad, olor que recordaba claramente a pirata, se hacia a la idea de que no lograría nada con sus canciones o sus bailes en aquel lugar. Por suerte para ella, aún le quedaban una centena de berries de su anterior "actuación", cuyos espectadores fueron especialmente generosos.

Como no conocía el lugar, la chica había decidido pasarse la mañana reconociendo la ciudad, quién sabe, quizás encontrase algo interesante que hacer. Las calles estaban a rebosar de gente, aunque se notaba que la mitad de estos eran personas de paso, buscando los mejores víveres, en especial hablando de carne y ron, además de algo de fiesta antes de continuar su camino a la próxima isla.

Entre puestos y barres parecía que nadie podría estar durmiendo o haciendo cualquier cosa que necesitase de concentración, ¿o sí? A la chica le llamo la atención un hombre que se encontraba algo apartado, a la sombra de un árbol y  que milagrosamente, ante los ojos de la chica, estaba sumamente concentrado en un libro bastante consistente.

Este peculiar hombre captó completamente su curiosidad, quizás por que no había tomado entre sus manos nunca ningún libro de texto o al menos, si lo hizo no lo recordaba. y, ya que no hay nada más curiosos que un gato, se decidió a acercarse al hombre, quizá descubriera algo interesante.

Se puso enfrente suya primero, pero al ver que no iba a soltar el libro solo con su presencia ahí, se inclino levemente hacia él, causando que los mechones que solían enmarcar su rostro casi rozaran con la punta de sus cabellos las páginas del libro.

-Hola, ¿Qué lees? ¿Es divertido?- Preguntó la chica inocentemente.

Levanté los ojos del libro y miré a los suyos, esos grandes ojos violeta. Una chica no muy alta de pelo anaranjado había elegido mi momento de lectura para convertirlo en su juego. ¿Qué se creía que hacía? Gente había muerto bajo mi espada por menos. Por suerte para ella el libro no era muy interesante y no me importó demasiado que me apartara de este.

Cerré el libro y me recosté en el árbol mirándola. Suspiré. -¿Quieres saber de que trata? Es simple, puedes leerlo tu misma. A mí no me gusta la verdad. Te lo regalo.- Le tendí el libro para que lo cogiera. Normalmente nunca entregaría un libro a nadie y menos sin haberlo terminado pero me aburría demasiado. Simplemente lo leía por hacer algo pero ahora había aparecido ella y no lo necesitaría. -Bueno, antes de darle nada a nadie me gustaría saber tu nombre. Ya que has venido a interrumpir mi lectura que menos que presentarte, ¿no crees?- Creo que era de las pocos veces que sería amable con alguien que me había interrumpido haciendo alguien, pero había algo en ella que no me levantaba mis instintos asesinos.

Le sorprendió la respuesta del hombre delante suya, que le mantenía la mirada recostado en el árbol. -¿Me va a regalar el libro? ¿ Por qué? Si apenas me ha conocido...- Pensó, ladeando un poco la cabeza, sin dejar de mirarle.

-¿E-Esta bien que lo coja...?- Preguntó extendiendo su mano para tomarlo, pero deteniéndose ante la siguiente frase, que hizo que se avergonzara un poco, al haber actuado de forma tan impulsiva. -L-Lo siento mucho, mi nombre es Akane, encantada.- Dijo agachando levemente la cabeza a modo de disculpa.

Solía emplear el nombre de Akane desde que conoció a Misaka, una niña que fue su primera y última amiga hasta entonces. Por lo que había cogido como costumbre llamarse a sí misma de esa manera, a no ser que le revelara su pasado, cosa que rara vez hacia.

-E-esto....¿su nombre?... trató de preguntarle también, algo más tímida, lo que contrastaba demasiado con su actitud atrevida de antes.

La chica cambió completamente, tal vez empezó a sentirse intimidad por mí o simplemente no se esperaba que le ofreciera un regalo así como así. Me hacía gracia verla en esas condiciones, antes tan atrevida y curiosa y ahora simplemente parecía que quisiera ocultarse y marcharse de allí. Sin darme cuenta esbocé una sonrisa divertida. Ella se presentó, Akane, era la primera vez que oía ese nombre. Un nombre algo raro, casi tan raro como a la persona a la que hacía referencia. Aún así el nombre no le quedaba nada mal.

-Bonito nombre Akane, yo soy Nagato, Encantado. Y claro que está bien que lo cojas, es un regalo para ti. Mientras te asegures de cuidarlo bien y no romperlo...- Dije casi a broma pues era cierto que el libro era para ella pero una vez que saliera de mis manos no era mi responsabilidad y lo que hiciera con ese libro era asunto de ella.

-Siéntate aquí conmigo si quieres, ahora que me has despistado del libro tendré que encontrar otra manera de entretenerme.- Bostecé y me estiré como queriendo prepararme para algo o simplemente despertándome. -Bueno, cuéntame. ¿Qué te ha traído hasta aquí? ¿Viajas sola?- Una cantidad de preguntas rondaban mi mente, era extraño que alguien pudiera llamar mi atención y despertar mi curiosidad de esa manera pero, una simple chica que había venido a molestar estaba acaparando toda mi atención.

Le sorprendió un poco la reacción de la persona frente a ella, a pesar de la seriedad que había mostrado mientras se concentraba leyendo, en esos momentos mostraba un rostro alegre e incluso curioso.

No pudo evitar que el cumplido a su nombre le sacará una sonrisa. Tomó el libro en sus manos mientras su anterior dueño se presentaba. -Nagato-san- repitió el nombre que acababa de pronunciar aquel hombre. color=#0000ff]-En cantada de conocerlo.-[/color]

Le dedico una sonrisa, aceptando su invitación a sentarse a su lado. Nada más acomodarse junto a él a la sombra del árbol, comenzó una tanda de preguntas por parte de este, a las que la chica respondió animada. -Solo estoy de paso, soy algo así como una nómada.- Dijo en su típico tono alegre.-Llevo algún tiempo viajando sola por el mundo- Concluyó, tratando de no darle mucha importancia con su tono de voz.-

-¿Qué hay de usted, Nagato-san? Preguntó ella también al concluir.

La chica se acomodó a su lado, era reconfortante tener algo de compañía a pesar de que no le solía agradar. Tanta soledad no es buena en muchos casos y hasta las personas más frías necesitan algo de compañía de vez en cuando. Una nómada y viajando en completa soledad. Como yo, podría decirse perfectamente que era igual a mí. Sonreí complacido con las respuestas. Aún había muchas cosas que me gustaría saber de ella pero ahora me tocaba a mí responder a las suyas.

-¿Qué hay de usted, Nagato-san? Preguntó ella. No me molestaba que añadiera san, es más me gustaba, tenía algo que me gustaba. Podría acostumbrarme a ello, pero usted... No por favor, eso si que no. -¿Usted? Entiendo tu educación pero no hace falta que me llames de usted- Reí un poco. Yo riendo, ¿qué me hacía su presencia que hasta reía? -Yo, verás, lo mío es sencillo. Desde pequeño siempre quise convertirme en pirata. Y aquí me tienes, cumpliéndolo. Aunque... Bueno, no es lo mismo si no tienes como viajar ni con quien, así que diremos que yo también soy un nómada que viaja solo. - Me giré hacia ella y la guiñé un ojo con complicidad como si el hecho de que yo fuera un pirata debiera ser nuestro secreto ahora.

-L-Lo siento, no quería molestar...- Dijo torpemente al verse claro que el que le llamará de usted no le había agradado. Para después escuchar lo que le decía de su viaje y sus expectativas, sus sueños.

-Ya veo, es un gran sueño, Nagato-san.- respondió la chica ante su comentario. La verdad era que aquella persona le estaba agradando bastante y, seguramente, el hecho de  que también viajará solo, hacia que se sintiera algo cercana a él, aún si solo fuera un conocido.

Miró hacia el cielo por un momento, meditando lo dicho por su acompañante. Ella no tenía esa clase de expectativas, solo una decisión que había tomado y con la que debía cargar, pero, que era lo único que guiaba su vida, así que no podía evitar sentir deseos de que los de otras personas si se cumplieran.

- Estoy segura de que lo lograras.- Dijo en un murmuró, de forma que casi parecía que lo dijera más para ella que para él.

Le hacía gracia, la manera en la que se disculpaba torpemente, como si no quisiera decir nada que pudiera resultar desagradable para mi. Parecía un aventurero que pisa con cuidado para no caer en ninguna trampa. -Tranquila. No pasa nada, no te disculpes.- Dije en un tono de voz agradable, quería mostrar confianza hacia ella y que no se sintiera rechazada o algo parecido. Escuchó todo lo que dije con atención, mirándome con aquellos ojos que muchas veces me hacían perder la concentración y ni saber que estaba diciendo. Pero todo me parecía bastante divertido.

La miró fijamente, perdido en ella, a la vez que esta miraba hacia el cielo como pidiendo algo o simplemente esperando una respuesta que le dijera que hacer. Parecía perdida en el cielo como si se cuerpo se hubiera quedado a mi lado a su mente se hubiera ido en busca de algo más importante. Algo la preocupaba, algo tenía entre manos y a pesar de no ser una persona que ayudaría a otra se interesó por descubrirlo. -¿Qué es lo que te ronda por esa cabeza? ¿Tu sueño? ¿Hay algo en tu pasado que te impide avanzar?- Preguntó intentando ofrecer seguridad en sus palabras. Es cierto que quizás se hubiera sobreexcedido preguntando pero la curiosidad le mataba.

Salió de sus pensamientos de forma algo brusca al oír al chico a su lado preguntar otra vez, algo roja. -¿Cómo puedo ser tan tonta aveces?- Se recriminó en su cabeza a sí misma, lamentándose por haberse quedado en "trance" al encontrarse en medio de una conversación.

-L-lo siento, me despiste un poco...e-esto...- Tardó unos segundos en retomar el hilo de la conversación, por suerte su buen oído y su poca memoria no le habían fallado en aquella ocasión. -¡N-No es algo realmente....importante, no tienes por que preocuparte, Nagato-san! Respondió un poco alterada, más por el haberse extraviado antes que por otra cosa.

-Aunque...- Retomó la conversación más calmada.-No es que tenga algo así como un gran sueño de vida o algo por el estilo...- Hizo una pequeña pausa. Su rostro se había tornado un poco más serio.-No puedo tener algo tan bueno...- Esto último lo dijo en un susurro, casi inaudible. - Pero si hay algo que me he propuesto a lograr, por mucho que lleve.- Le dedico una sonrisa alegre al acabar esta frase, la cual seria capaz de engañar a cualquiera que la viera.

La chica intentaba darle un rodeo a sus palabras. Se debatía entre el contarlo o no contarlo, entre la confianza o la desconfianza. Era normal, hacía escasos minutos que ella, curiosa como ninguna, se había cercado a ese lugar alejado solamente para ver que hacía. Me divertía pensarlo pues llegaba a sonar tan estúpido en mi cabeza. En estos tiempos en los que una persona mata por cualquier cosa, ella inocente y sin preocupaciones o tal vez más valiente de los que muchos podrían presumir.

La miré sonriendo mientras ella hablaba, su rostro se tornó serio cuando comenzó a hablar de sus sueños. Algo había estaba seguro. Al final me dedicó una sonrisa tan agradable como una pequeña brisa de primavera, esas que te hacen sentir vivo. Me levanté y la miré. -Tonterías, puedes merecerlo siempre y cuando seas lo suficientemente valiente para lograrlo y conseguirlo. - La guiñé un ojo y le tendí la mano para ayudarla a levantarse. -Tengo un poco de hambre, ¿te gustaría acompañarme?

Le sorprendió la respuesta del chico: "-Puedes conseguirlo siempre que tengas valor para ello-" Repitió esas palabras en su cabeza, tratando de convencerse, aunque no era fácil, después de todo ella era algo así como un arma, o al menos ante sus propios ojos. A pesar de ello no pudo evitar alegrarse por aquel comentario.

- Tienes razón Nagato-san, me esforzaré.- Respondió enérgicamente, antes de que este se pusiera en pie, ofreciéndole que fueran a buscar algún lugar donde comer algo.

En verdad, al estar enfrascada en aquella conversación, se había olvidado de su estomago, el cual no tardo mucho en responder por ella ante la propuesta, causando el sonrojo de la chica.

-Cla-Claro, me encantaría.- Dijo a punto de ponerse en pie como si nada, sin siquiera usar sus manos, era por costumbre más que nada, pero no quería ser descortés, por lo que tomo la mano que el hombre le tendía para ayudarla a levantarse.

-Me alegra oír eso aunque no lo creas.- dijo al escuchar su respuesta al consejo que le había dado. No era bueno dando consejos pero ese había salido del alma. Veía en sus ojos que la chica tenía potencial, tenía algo que hacía que me preocupara con ella a la vez que podía confiar que llegaría lejos. Era un sentimiento extraño pero le gustaba. Para una persona cerrada ese sentimiento era tan extraño como maravilloso.

La ayudo a levantarse y se rascó el pelo pensativo -¿Dónde te apetece comer? No conozco nada esta isla y no se donde podríamos comer a gusto. Yo te invito.- Tanta amabilidad en mí... Me limité a no pensar en eso. Haré lo que me apetezca hacer hoy y disfrutaré de un día aunque sea. Después tendré que volver a mi yo y continuar con mi viaje.

La invitación del chico le pareció extraña, quizá por que rara vez la habían invitado a comer y demás, o sí lo hacían declinaba la oferta por que le traía recuerdos de lo ocurrido a la familia de Misaka. Sin embargo, su emoción por el momento y el hambre hicieron que aceptase gustosa.

Solo quedaba una cosa. ¿Dónde irían a comer? por lo visto, ninguno de ellos conocía la ciudad por lo que no había forma de que supieran cual sería el mejor lugar para comer, aunque....

La chica se mantuvo pensativa, agarrándose el mentón con una de sus manos y manteniendo los brazos cruzados hasta que una idea cruzo por sus pensamientos.-De momento podríamos pasear por la zona de restaurantes, quizás o...digo veamos un buen sitio.- Propuso con intención de buscar buena comida empleando su olfato felino.

-Me parece perfecto, un buen paseo siempre abre el apetito.- Ninguno de los dos conocía la isla así que iríamos a ciegas hasta oler algo bueno o posiblemente algo que nos llamara la atención. ¿Qué más daba? Tenía todo el tiempo del mundo y nada que hacer. Podía perder tiempo, podía permitírmelo completamente, ¿dónde iría después? Todavía no lo tenía planeado si quiera. Posiblemente me quedaría en esa isla algún día más.

Caminé con ella a mi lado mirando todos los restaurantes. -¿Te convence alguno? Tu dime cual te gusta y comemos ahí. - Dije de una manera amigable. La gente por esas calles no eran muy ruidosas y todo era más bien silencioso. Me preguntaba si en esta isla alguna vez hubo una pelea. Posiblemente no, parecía tan tranquila y la gente vivía feliz. Se estaba bien por las calles. Una brisa recorría estas dando algo de fresco a este clima tan soleado. Los edificios de piedra hacían que la temperatura disminuyera también. Un gran día para pasear pensaría cualquiera. Otros como yo pensaban que era un gran día para sentarse a leer. O un gran día para dejar este mundo.

La chica miraba de un lado a otro mientras paseaban por las calles de la ciudad, de camino a la zona de bares y restaurantes. La verdad es que esta se había calmado bastante, seguramente por ser la hora de la comida.

"-¿Te convence alguno? Tu dime cual te gusta y comemos ahí.-" Preguntó su acompañante al empezar a caminar por dicha zona. Murasaki tardó en responder, si alguien se hubiera fijado con algo más de detalle en ella hubiera notado que prácticamente estaba olisqueando el aire como si de un animalito se tratara, aunque intentaba ocultarlo todo lo posible.

Al cabo de un poco pareció encontrar lo que buscaba, por lo que agarro a Nagato del brazo, tirando de él hacia un local no muy grande del que provenía un agradable aroma. -Creo que este estará bien.- Dijo mientras tiraba de él. En verdad su olfato rara vez le fallaba, menos en esta clase de cosas, por lo que lo más seguro era que la comida sería deliciosa.

Paramos frente a uno, no parecía nada especial. Si me hubieran dado a elegir posiblemente ni me hubiera percatado de la presencia de este restaurante. Tiró de mi brazo alegando que ese era el sitio donde quería comer. Debía haber olido algo que yo no ya que ese ímpetu no era del todo normal. Pensé e resistirme y negarme a entrar en ese restaurante pero después de todo le había dejado a ella elegir así que tocaría comer aquí.

Entramos, el restaurante tenía un gran toque antiguo. Las columnas eran de madera pura y las paredes echas completamente de piedra. Les faltaba una pared de la parte delantera la cual estaba en obras por la cantidad de materiales que se encontraban en la zona. Esa parte estaba acordonada por una cinta que no dejaba pasar para evitar que los comensale pudieran tocar nada. Había un gran mostrador frente a nosotros y justo detrás una puerta por la que se debería ir a la cocina. Otra puerta aparecía en el lateral del mostrador desde la cual salían los camareros con las bandejas para servirlas en las mesas de madera. Todo estaba iluminado por la leve luz del sol que entraba por las múltiples ventanas y las velas colocadas encima de las mesas.

Una mujer de mediana edad vestida de negro y blanco con lo que parecía el uniforme de camarera se acercó y nos guío hasta una mesa. Después nos indicó que volvería en un rato y nos dejó lo que parecían las cartas de menú. -Vaya, hay muchas cosas para elegir y todas suenan deliciosas.- Dije mientras ojeaba rápidamente el menú. -Tengo curiosidad. ¿Por qué has elegido este sitio?

Estaba demasiado concentrada en mirar todas las posibles elecciones. no quería excederme, ya que no era yo quien pagaba, pero todo tenía muy buena pinta. Fuera lo que fuera estaría bien, pensé finalmente.

Estaba a punto de decirle a mi acompañante peliblanco que escogiera por los dos cuando me pregunto por la razón de haber elegido aquel lugar: "Tengo curiosidad. ¿Por qué has elegido este sitio?" Preguntó, a lo que yo respondí, casi sin darle importancia: -Fue solo una corazonada.- Con una sonrisa, la cual era demasiado típica ya en mí. Cualquiera se preguntaría si no me casó nunca de sonreír.

Un camarero llego entonces a preguntar por nuestro pedido. Esperé a que el chico eligiera, para luego pedir yo lo mismo.