Un montón de...cosas inesperadas (Zamira Ivanov -Marcus South-presente-privado)

Ante mi se extendía un nuevo mundo, totalmente desconocido haber vivido los 20 años de los que se componía mi vida hasta ahora en una jaula de oro maldita. ¿Estaba escapando de ella? No, ni mucho menos, había salido para que mi hogar fuera como al principio, un principio que ni había llegado a conocer y del que solo había oído hablar. A pesar de lo duro de estas palabras, aún albergo la esperanza de poder conseguir mi objetivo y poder amar a mi amada sin ningún temor. ¿Cómo iba a conseguir mi objetivo? Bueno, el asunto es que la salvación de mi reino, se puso en alguien 20 años atrás. Ese alguien era un bebé que, en un momento de desesperación fue lanzado al mar con la esperanza de que, cuando estuviese preparado fuese el salvador de la isla de la que partí hace varios días, aquel bebé, era mi hermano gemelo Sinclair quien, desafortunadamente, murió antes de poder volver a la isla, sin embargo, su muerte no fue en vano, ya que había completado la primera parte de la misión, encontrar un grupo de valerosos guerreros que le ayudaran a salvar la isla. Mi cometido era, encontrar a aquel grupo, contarles la verdad y esperar a que aceptasen. Pero, además de ese grupo había una persona más a la que conoció...

En estos momentos estoy navegando en un pequeño barco, cuyo navegante es un amable caballero que aceptó a la isla a la que se dirigía. La verdad es que a mi el destino me daba igual, no conocía ninguno de ellos, ni sabía donde podría encontrar, ni a ese grupo de guerreros, ni a la mujer, cuando el hombre estaba a unos 600 metros de llegar a la isla, le pedí que me guardara los zapatos, calcetines, chaqueta, camisa, mi cinturón en el que llevaba mis pistolas y una bolsa en la que llevaba algunos surikens, un par de dagas y varios cargadores. El hombre me preguntó por qué a lo que respondí:

- Buen señor, tengo la necesidad de moverme y creo que el nadar de aquí a la playa sera un buen ejercicio ¿no cree?


Sin apenas dejar que el hombre respondiese, me lancé al mar con una elegante zambullida y comencé a nadar hacía la playa. Cuando llevaba un rato nadando choqué con algo, por lo que paré y me fije en que había chocado con una hermosa joven que también nadaba:


- Siento el incidente joven damisela, espero pueda perdonarme.

Tras pedirle disculpas, seguí hacía la playa siguiendo al barco que me había traído y en varios minutos estaba en la playa recogiendo mis pertenencias que el hombre me había guardado:


- Como le dije cuando me recogió, no poseo nada para pagarle el viaje, pero créame si le digo que nunca dejo una deuda sin pagar.


- Y como le dije yo a usted, no me importa, tenía que hacer el viaje igual.


Le iba a responder, pero como había yo hecho antes yo con el ya había comenzado su camino, lo que hizo que en mi rostro se dibujara una sonrisa.


Ahora mismo lo que estaba claro, es que tenía los pantalones empapados y se tenían que secar, aunque no había problema ya que, el tejido con el que estaban hechos se secaba rápido, además el calor de aquel lugar era excesivo, asi que dejé el resto de mis pertenencias en la arena y me senté al lado esperando a que mis ropas mojadas se secaran.

Mientras estaba sentado en la arena noté como algo de caminar pesado se dirigía hacia a mi, ya que comencé a sentir vibraciones a mi alrededor, por eso cogí mi pistolas rápidamente y me preparé para lo que fuera. 

Lo que vino me dejo atónito y más su reacción. Era una especie de ser de metal que se movía por propia voluntad, el cual bajó su cabeza y vi que tenía algo adherido a ella era una nota que decía así:

“Hola estamos en el restaurante de alado, donde están las palapas ven a comer unos helados con nosotras, alguien creo está muy emocionada de verte y bueno que si lo está.  En fin disculpa que no fuéramos hasta donde estas, pero como te darás cuenta el calor está en su máximo punto y andamos algo agotadas, por cierto no le digas a nadie que he usado este trasto como mensajero o seguro me lo quitan. Te esperamos no tardes”


Aquella nota me dejó sorprendido, alguien de un mundo que estaba empezando a conocer, me quería ver y sin embargo, era extraño, no sabía si era una trampa, una broma del destino o un regalo del mismo. Pero, me levanté de la arena y puse rumbo al lugar que decía la nota, noté que mis pantalones estaban algo húmedos todavía, por lo que cogí todas mis pertenencias de la arena y me puse a caminar con el torso al descubierto.


Cuando llegué al lugar custodiado por aquel metálico ser, no pude creer lo que vieron mis ojos, podía ser una coincidencia o que estuviera estrechando el cerco para encontrar a una de las personas de las que me habló mi hermano en aquel sueño. Lo que mis ojos presenciaron fueron dos chicas y, cerca de una de ellas había un pájaro.


Entre al local y me dirigí hacia donde estaban ambas jóvenes, aunque antes un hombre, me pidió que me pusiese algo para cubrirme el torso que eran las normas del local, así que diculpandome por aquello, me puse mi camisa blanca y mi sombrero rojo y cuando llegué a la altura de aquellas que me habían citado en aquel lugar dije:


- Buenos días señoritas, he recibido el recado de vuestro mensajero metálico y he venido lo más rápido que he podido.


Si he de ser sincero las dos damiselas eran preciosas. Una de ellas tenía el pelo oscuro y los ojos del color de la mas deliciosa de la mieles por otro lado, su acompañante era de cabellera castaña, de piel blanca como la nieve y de ojos azules como el mar. Ahora bien, no era todo tan perfecto como parecía, pues estaba apunto de tocarme, la misión más difícil de todas y lo sería más si mis sospechas eran correctas y me habían confundido con mi difunto hermano Sinclair.