Problemas con todo el mundo [Pasado][Privado][Priscilla - Maximilian]

Ciudad de Towerbridge - Distrito Norte: Lambhill


Una melodía suave y cariñosa emergía de los instrumentos que tocaban los músicos del gran salón de “Patty’s Balish”, uno de los lugares más lujosos y pomposos del distrito de Lambhill. English Garden no era un lugar simple, parecían haber demasiadas diferencias sociales, pero eso nos facilitaría una cosa, la circulación rápida de información valiosa para poder infiltrarnos entre los más acaudalados nobles y tener la posibilidad de obtener un buen botín. Mis compañeros y yo nos habíamos introducido entre la clase más alta de la ciudad de Towerbridge con algo de dificultad, ya que era la primera vez que llegábamos a esa isla. Gracias a algunos descuidos que tuvieron en la seguridad aprovechamos para disfrazarnos y hacernos pasar por nobles extranjeros que habían sido invitados al cumpleaños del alcalde del distrito.

Yo por mi parte, vestido de una manera que odiaba y con el cabello empapado en aceite de flores exóticas, buscaba una manera de no llamar la atención de nadie, alejándome del centro de cada grupo de conversación. Caminé hacia la mesa donde estaban servidos una variedad unica de bocadillos y demás alimentos típicos de la isla. Cogí un plato y comencé a escoger lo que a mi parecer se veía sabroso.

-Bien, estas costillas de carne parecen agradables, estas patatas con salsa azul también, uno de estos pastelillos...-decía para mi mismo.

Me detuve un instante al sentir que había alguien a lado mío.

-Odio estas reuniones – dijo una voz grave mientras miraba de reojo a la persona que se me había acercado -. Siempre son tan aburridas.

Un hombre, de cabello rubio corto de una estatura poco más que la mía, cogió una de las copas de vidrio con adornos florales grabadas en dorado y se sirvió un poco de vino de una botella que estaba a unos centímetros a su derecha. Estaba vestido con lo parecía ser un uniforme de oficial, con estrellas en los hombros y una espada en la cintura. El uniforme que traía puesto, aparte de tener estrellas en los hombros, poseía también botones dorados con centros rojizos.

-Ni siquiera hay buenas mujeres –agregó el extraño mientras se giraba y se llevaba la copa a la boca para beber un trago.

Yo me había quedado en silencio y sin decir nada intenté marcharme para no entablar ningún tipo de conversación que pudiera delatarme, el hombre giró su cabeza en mi dirección y dijo:

-Los extranjeros como usted deben saber más cosas del mundo que nosotros, al menos los que estamos encerrados en esta sociedad tan patética, ¿no?

Le sonreí teniendo el plato de comida en la mano. Por alguna razón sentí la necesidad de coger uno de los pastelillos de carne y le di una mordida. No dejaba de mirarme con una expresión muy sería en su rostro y pronto comencé a ponerme muy nervioso.

-Perdone mi atrevimiento – dijo con respeto -. Soy oficial de su majestad y no conozco muy bien las normas de etiqueta.

Hice una expresión con mi mano para que no se preocupara, ya que aún masticaba parte del pastelillo de carne que estaba en mi boca.

Ay la pomposidad, la música delicada como una silbido de gorrión inundaba el restaurante. Toda la creme de la creme de Lambhill estaba allí. Y yo una joven pirata vestida de rica, había logrado entrar gracias a sus encantos en aquella fiesta de alto standing, claramente, la invitación falsa había funcionado a las mil maravillas.

LLevaba un vestido largo blanco, adornado por algunas cadenas doradas que salían de la cintura hasta el pecho. El estampado del vestido era de alas de ángel, también llevaba unos tacones altos blancos, un fular que llevaba posado sobre mis brazos y que pasaba por mi espalda. Esta vez no llevaba mi cetro, pero si los labios pintados de rojo y el pelo suelto, acabado en tirabuzones. EL vestido estaba algo abierto por el lateral de la pierna. Y en la mano llevaba un abanico y en la otra un bolso de mano.

Mi objetivo era claro, robar todo lo que pudiera, como una gata ladrona, de aquellos ricachones, concretamente robarle a os hombres, para de este modo costearme mis caprichos para el día siguiente.

Caminé por la sala abanicándome sutilmente y comenzaba a entablar conversaciones con los diferentes ricos que se acercaban a mi..como siempre, no a entablar una bonita charla. Gracias a que sus ojos siempre estaban posados en todos sitios menos en mis ojos al hablar, pude ir robándoles con sumo cuidado los relojes de bolsillo, alguna pluma estilográfica valiosa, alguna cartera etc etc para guardarlos en mi bolso. Todo con sumo cuidado mientras fingía escuchar sus estúpidas conversaciones.

Al quinto ricachón mi cabeza pedía un descanso,así que me dirigí a la mesa de las bebidas, y cogí una copa de champán, la bebí con tranquilidad y esperé a ver si algún desgraciado más caía antes de que me fuera cargada de aquel sitio. A pesar de todo me encantaban aquellas fiestas...pero bueno ya sabes...una tiene que comer.

El oficial terminó su trago y suspiró bastante resignado. Se giró y dejo la copa a un lado de la mesa.

-Nos vemos, fue un placer –dijo con cordialidad para luego marcharse y perderse entre la multitud.

Me quede callado, a pesar de que ya había terminado de comer. Luego de unos momentos, miré a la izquierda y una silueta curvilínea apareció ante mis ojos. Bebía una copa de un extraño líquido transparente y parecía cansada. Su vestido era bastante provocativo y lo suficiente para distraer a cualquier ingenuo que no tuviera cuidado. Por mi parte, la vida en el mar me había enseñado a no prestarle mucha atención a esas en las mujeres. “No es que no me guste, es que no pienso en ello en este momento”, pensé mientras veía como algunas parejas se reunían en el centro del salón para bailar.

“No podría hacer eso, soy muy torpe”, me dije a mi mismo. Vi a uno de mis compañeros rodeados de mujeres, se notaba que tener el cabello purpura y poseer un carisma singular las atraía bastante. Otro de mis compañeros había conseguido una de las armaduras de los guardias y ahora resguardaba las escaleras que llevaban al segundo nivel. Un joven se acercó a la chica que estaba a mi lado. Hizo un movimiento con sus manos que pareció bastante exagerado.

-Perdone señorita, ¿le gustaría bailar?

Yo introduje un trozo de carne con un tenedor a la boca para luego masticarla mientras observaba lo que pasaba.