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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Entreguen sus corazones... ¿al café? {Mar 29 Jun 2021 - 5:45}

En la última de mis aventuras había tomado prestado un gran barco. Siguiendo una extraña ruta llena de lluvias, la embarcación había llegado a tierra una vez más, el clima era precioso: un cielo cubierto de nubes densas y espesas color gris, caía una ligera llovizna y soplaban fuertes vientos. Bajé emocionado de la embarcación, el barco había anclado en una pequeña playa donde no se veía habitante alguno, únicamente una espesa vegetación que empezaba apenas unos diez metros después de la orilla del mar. Caminé por la pequeña playa de un lado a otro buscando un lugar por el cual hacerme camino, pero no encontré ningún hueco visible.

-Lo siento, tendrás que ser usada como machete- le susurré a Black mientras la desenvainaba.

Comencé a abrirme paso cortando las plantas que entorpecían mi marcha y cuando estaba por dar otro paso, vi una extraña y pequeña rana de color verde menta brilloso saltar frente a mí. Me tomó un par de segundos navegar entre los recuerdos de las enciclopedias que había leído de mi abuelo hasta reconocer al pequeño anfibio que había visto recién, se trataba de nada más y nada menos que de una rana dardo, uno de los animales más ponzoñosos que habitaban el planeta. Saqué de entre mi bolsa un pequeño recipiente de vidrio que cargaba de unas gomitas, con mucho cuidado y agilidad capturé al tierno, pero tóxico anfibio. Le hice algunos agujeros pequeños para que pudiera respirar y le dediqué una pequeña sonrisa a mi nuevo acompañante, era increíble cómo un animal tan pequeño pudiese ser tan mortal para alguien.

Seguí caminando un par de minutos hasta que percibí un extraño y delicioso olor en el aire, era el aroma del café, antes de partir de esa extraña jungla pensé que sería una perfecta idea comprar una buena dosis de café para el camino, así que me dirigí rápidamente al sitio de dónde provenía aquel olor. Apenas llevaba caminando unos segundos en esa dirección, volví a ver otro anfibio de colores resplandecientes brincar frente a mí, inmediatamente vi brincar a otro, pero de color azul brillante y después vi otro de color del sol y después otro y otro y otro, parecía la fiesta de las ranas dardo. Me encontraba en una situación poco favorable, aunque trajera mis brazos y piernas cubiertas por mi ropa, mis manos aún quedaban susceptibles a que algún anfibio curioso se posara en ellas. “Maldición, he venido a la tierra del veneno” pensé mientras dibujaba una sonrisa preocupada.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Miér 30 Jun 2021 - 0:46}

Katharira había sido desplegada junto a la división 204 de la Marina en la isla de Sibonia para apoyar a los destacamentos locales, debido a recientes disturbios provocados por los opositores del presidente Nico Escobar. El trabajo que le había sido designado a su división era el de escoltar los cargamentos de minerales desde las minas hasta Maracas, la capital del país.

Los cargamentos de minerales salían desde las minas al este de la isla a primera hora de la mañana. Lo hacían en un convoy de carros tirados por animales similares a las llamas comunes pero hipermusculadas, como si las hubieran alimentado con esteroides, Eran un sistema de transporte poco eficiente y anticuado pero barato por lo que el margen de beneficios para el gobierno era mejor, sin embargo hacia que el trabajo fuera mucho más peligroso tanto para los trabajadores como para los marines. Debido a su poca velocidad resultaba fácil emboscarlos, además los carros tendían a romperse o atascarse a menudo retrasando aún más la marcha. Provocando que un recorrido que debía de hacerse en menos de cinco horas se alargase hasta casi las ocho o nueve. Además al riesgo de emboscada había que sumar el innerente al abrirse paso a través de selva y campos de cafeto.

Y precisamente en ese mismo momento, la división de Katharina, se había visto obligada a detenerse tras un intento de asalto de un grupo guerrillero. A pesar de haberlos repelido, el grupo había logrado destruir la primera rueda del carro que iba en cabeza. Lo que había provocado que el carro quedase inutilizado en mitad de la estrecha senda cortando el tráfico al ser imposible de rodear para el resto del convoy por culpa de la densa selva. La situación era complicada, así que el capitán al cargo de la división tomó la decisión de mandar a la rubia junto a dos compañeros para que avanzaran hasta el campamento de la marina que había más adelante y solicitaran asistencia, mientras el resto de la división intentaba encontrar uan solución al bloqueo y se encargaba de repelear otros posibles intentos de saqueo.

Lamentablemente para la rubia, a mitad de camino uno de sus compañeros tuvo la fantástica idea de acariciar a una rana de brillantes colores y quedó totalmente incapacitado. Katharina estaba segura de que acabaría muriendo más pronto que tarde pero su otro compañero se empeñó en tratar de salvarlo, así que el grupo se había dividido nuevamente. El marine sano se quedaría para tratar de asistir a su compañero mientras que la joven continuaría el camino sola hasta el campamento.

Para la mentalidad de la cadete era una soberana estupidez poner en riesgo la misión y al grueso de su división por salvar a un estúpido que no sabía mantener las manos quietas. Aún así no discutió con su compañero, sabía que discutir con humanos irracionales no llevaba a ninguna parte y tampoco disponía de galones para imponerse a un igual. La situación hubiera sido muy diferente si ella hubiera estado en una posición superior.

Debido a eso, Katharina, se había visto obligada a continuar su camino en solitario con todo lo que ello podía conllevar pero con la seguridad, de que si cumplía con su misión satisfactoriametne su ascenso estaría un poco más cerca.

Así que la rubia avanzaba a buen ritmo, sin detenerse, rifle en mano y con mil ojos a través de una plantación de café. Lo hacia por mitad del estrecho sendero para evitar acercarse lo máximo posible a la vegetación y poner la mayor distancia entre ella y las malditas ranas que parecían estar por todas partes. A pesar de eso, de vez en cuando se veía obligada a esquivar alguna que otra para evitar tocarlas.


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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Miér 30 Jun 2021 - 7:32}

Ágilmente fui evadiendo el veneno de las ranas saltarinas, pisaba con mucho cuidado y trataba de ubicar la posición de todos los anfibios colorados. Tras unos diez minutos logré salir de aquella espesa jungla hasta un pequeño pueblo, si se podía llamar así, se podían ver apenas una decena de casas de madera que se encontraban en un mal estado. De una de las casas salía un espeso humo que transportaba todo el aroma de un café recién tostado, así que me apresuré a tocar hasta la entrada de ese hogar y toqué tres veces en la desgastada puerta de madera. Pasaron un par de segundos sin respuesta y volví a tocar a la puerta un par de veces.

-¡Gullit!- gritó una señora mayor mientras abría abruptamente la puerta. -No eres él- agregó con una cara larga.

Aquella señora parecía rondar los cincuenta años, su cabello oscilaba entre los tonos plateados y blancos, vestía un mandil de con un patrón extraño de muchos colores y unos huaraches bastante gastados. Lamentaba haber confundido a la anciana, pero me moría de hambre y el antojo de un café no dejaba de rondar mi mente.

-Lo lamento, ¿podría venderme una taza de café?- dije tratando de ser amable con la anciana.

Amablemente la anciana dejó que entrase a su casa, tomó una taza de barro y sirvió un café que emanaba un olor como ningún otro que hubiese probado. También puso la mitad de un pan acompañando mi café y sentó junto a mí. Invitado por el olor de aquella mezcla, le di un gran sorbo a mi bebida y quedé maravillado; tenía un sabor muy ligero, era amargo, pero al mismo tiempo tenía una esencia dulce que hacía a ese café único.

-Es un café perfecto anciana- sonreí.

-Claro que sí muchacho, en Sibonia preparamos el mejor café de todo el Grand Line- contestó con una semblanza triste.

Su tristeza no era problema mío, pero su café había sido el mejor que había probado en mi no tan larga vida, así que estaba disponiéndome a pagarle por una bolsa entera de café para mis provisiones cuando golpearon violentamente a la puerta. La anciana cambió por completo su cara a una expresión preocupada, ella me pidió que pasara a la habitación de atrás para que evitara problemas. Accedí sin hacer preguntas y pasé sin hacer preguntas a la habitación posterior. Por la ventana pude ver como un hombre armado con una pistola apuntaba agresivamente a la señora, por las expresiones de su cara, parecía que el sujeto le pedía algo de forma violenta a la anciana. Lo menos que le debía a alguien que me sirviese una buena taza de café era un poco de cordialidad, así que salí molesto de mi habitación y le hice frente al hombre con una mano en Windy Edge.

-¡¿Quién eres tú rata?!- exclamó. -Bueno, si no quieres terminar en una bolsa…- No dejé que terminara sus palabras.

Desenfundé hábilmente mi katana y asesté la técnica más veloz que conocía, un gran corte transversal hizo caer al sicario que amenazaba a la dulce abuela del café perfecto. En mi defensa, había sido muy grosero de su parte insultar a alguien que prepara un café tan rico.

-Iai: brutalism- susurré al término del ataque.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Miér 30 Jun 2021 - 20:34}

En el horizonte de la marine comenzó a dibujarse la silueta del primero de los pequeños asentamientos que debía de cruzar antes de llegar al campamento. Lejos de sentirse aliviada por dejar atrás territorio salvaje y adentrarse en la civilización, extremó aún más su guardia. Los marine no estaban muy bien vistos entre la población local debido al apoyo de la organización al presidente del país, la mayoría de ellos los veía como complices de los desmanes de Nico Escobar.

No era la primera vez que Katharina ponía un pie en el lugar, pero si era la primera ocasión en que lo hacia sola. Por lo general la actitud de las gentes del lugar no era demasiado hostial, nunca había pasado de una mala mirada. Esperaba que en esta ocasión fuera al menos similar, aunque también se conformaba si solo la increpaban un poco.

Poco a poco se fue aproximando hasta llegar a la entrada del pueblo. No se detuvo, siguió caminando sin perder el ritmo. Cuanto antes llegase al otro extremo mejor para todos.

"No hay ni un alma"

La rubia había cruzado más de la mitad del pueblo y no se había encontrado aún con ningún lugareño lo que le resultaba bastante extraño, de hecho, lo suficientemente extraño como para aumentar más su guardia.

Generalmente era habitual ver a los ancianos en las puertas de sus casas tomando el sol o charlando con los vecinos, algunos niños corriendo de un lado a otro e incluso adultos iendo de un lugar a otro entre sus tareas. Así que aquel exceso de tranquilidad le resultaba sospechoso.

La inusual calma fue rota repentinamente por la voz de un hombre inmerso en lo que parecía el inicio de una discusión que se vió abortada repentinamente.

"Será mejor que salga de aquí cuanto antes..."


Katharina tenía una ligera sospecha de que podía haber ocurrido pero, tuviera o no razón, no era de su problema. Su trabajo en la isla no era ocuparse de la seguridad de la población. Así que siguió avanzando sin perder de vista su costado izquierdo, lugar desde donde había provenido la voz.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Jue 1 Jul 2021 - 5:21}

El cuerpo del sujeto cayó inerte sobre el suelo. La señora, sorprendida, volteó a verme con cierto alivio, aunque su expresión rápidamente cambió a una visible preocupación. Quizá cortar a aquel sicario no había sido la mejor de las ideas, pero es que su actitud me había resultado bastante molesta y además había amenazado con envolverme en una bolsa; desde mi perspectiva tenía bastante merecida su muerte.

-Deberías correr de esta isla, jovencito- me dijo la señora mientras tomaba mi hombro. -Ese era uno de los hombres de Nico Escobar- agregó en un tono preocupado.

La anciana comenzó a explicarme que la isla estaba en constantes peleas, el gobierno de Nico Escobar era muy cruel con todos aquellos que no eran sus simpatizantes, mandaba a sus sicarios a cobrar cierta cuota extra a los impuestos, lo que dejaba en la miseria a la mayoría de las familias pobres, que eran la mayoría del país. Además de lo ya mencionado, el país pertenecía al gobierno mundial, pero el imperio de Nico Escobar pretendía desafiliarse de esta organización pronto, por lo que había un considerable número de guerrilleros deambulando por la isla.

-¿Podría antes de marcharme darme una bolsa de café para el camino-  pregunté.

La señora amablemente entró a su casa y salió con una bolsa de aquel delicioso café que antes había probado. Le pagué la cuota correspondiente y unos beries más por las molestias que mi espada le había causado.

-Recogeré la basura primero- le dije a la anciana mientras alzaba la mano para despedirme.

El caso de esta isla era uno muy curioso, por lo que me había contado la anciana, a los lugareños de la isla no les agradaba del todo el gobierno mundial, sin embargo, el exceso de autoridad del rey del país estaba llevando a la isla a un peor estado del que el gobierno mundial lo tendría. Aunque sentí algo de pena por la señora cafetalera, me encontraba en un punto en el que no podía hacer mucho, no podía pelear solo contra la mitad del país, ni mucho menos ayudar al asqueroso gobierno mundial. Llevé arrastrando el cuerpo del sicario a un montón de arbustos de café, al menos ahí no encontrarían tan fácilmente su cuerpo y les ahorraría problemas a los pobladores. Cuando dejé el cuerpo alcancé a ver a una chica rubia, sus ojos eran preciosos, de un verde muy intenso, me recordaron a las ranas dardo del lugar, pero… ¡vestía un uniforme de marine y llevaba un rifle a las espaldas! Aunque tenía una mirada muy fría y llena de indiferencia, estaba seguro de que aquella chica me había visto arrastrando el cuerpo, ¿me iba a detener? ¿Llamaría refuerzos? “Lástima, es una chica muy linda para ser Marine” pensé. Di medio paso hacia atrás y llevé la mano a una de mis espadas preparándome para lo peor.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Sáb 3 Jul 2021 - 21:12}

Katharina se detuvo en seco al percatarse de un tipo extraño que se movía hacia unos arbustos cargando un cadáver como si de un saco de patatas se tratase. La marines no estaba segura de si el asesino la había visto o no, ciertamente era difícil que no  lo hubiera hecho pues era un punto blanco en mitad de los tonos verdes y marrones de su entorno. Instintivamente quitó el seguro a su arma y comprobó que estaba cargada en una fracción de segundo con una rápida mirada, sin apartar la mirada del chico ni por un segundo más de lo estrictamente necesario.

El chico dejó el cadáver sin demasiados miramientos, lo que hizo dudar a la joven de si estaba intentado ocultarlo pues no puso apenas esfuerzos en ocultarlo. El muchacho salió de los arbustos e inmediatamente sus miradas se encontraron.

"Ahora si que me ha visto"

Tras un instante, el tipo dio un paso hacia atrás al tiempo que se llevaba su mano derecha hacia la empuñadura de una de las espadas de las dos que llevaba a su espalda. Aquello fue una clara declaración de intenciones o al menos así lo interpretó la marine.

"Estaba claro que no podía tener un viaje relativamente tranquilo en este infierno de isla" la marine, lejos de estar preocupada por el encuentro, estaba molesta con su suerte. Fuera de quién fuera el cadáver que acababa de ocultar el espachín, a Katharina no le importaba en lo más mínimo. De hecho, si el joven en lugar de encararla hubiera optado por salir corriendo ni habría hecho el gesto de perseguirlo. Lamentablemente había escogido la opción de confrontarla y ella no tenía intención de dejarse matar.

Apoyó la culata contra su hombro y enfiló su arma hacia el chico, centrando al pelimorado en su mirilla. Si hubiera sido por simple elección, Katharina, habría escogido disparar primero y quitarse de problemas. Sin embargo era una marine y debía de cumplir las normas del cuerpo, así que no podía disparar sin más.

—¡Tire las armas al suelo, ponga las manos en la cabeza y arrodíllese! ¡Es una orden en nombre de la Marine!— la rubia tenía má que claro que era una soberana estupidez, ni en sus mejores sueños ese tipo iba simplemente a dejar las armas y dejarse detener sin oponer resistencia pero el protocolo era el protocolo y debía de cumplirlo —¡En caso contrario me veré en la obligación de utilizar la fuerza sin reservas contra usted!— era una forma fina de expresar que literalmente iba a tirar a matar aunque luego en el informe fuera a poner que fue un desafortunado incidente.

Ahora la pelota estaba en el tejado del pelimorado y su mira apuntaba justo hacia su pecho, a la altura del corazón.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Lun 5 Jul 2021 - 5:20}

La Marine, que sorprendentemente tenía un rostro completamente inexpresivo, levantó su rifle apuntándome y gritó que bajara mis armas. La verdad es que nunca había tenido una experiencia grata con un Marine, para mí todos esos soldados de la paz eran una bola de tontos al servicio del despreciable gobierno mundial; “aunque quizá esta chica rubia sólo esté haciendo su trabajo” pensé. Después de todo me había visto arrastrando un cadáver y eso no está bien a ojos de nadie, a pesar de eso no iba a dejar que me detuviera ni mucho menos me matara. Estaba pensando en un plan para comenzar el duelo, ella tenía la ventaja ya que podía cubrir la distancia entre ambos con su arma de fuego, dudaba mucho que mi técnica especial fuera tan rápida como ella al disparar un gatillo. Mientras imaginaba el plan de ataque, se escucharon un par de detonaciones hacia el oeste de nuestra posición seguido de un aroma a pólvora.

-¡Es en este pueblo!- se escuchó el grito de un hombre.

Bajando de una colina, un pequeño pelotón de unos diez hombres bajaba a toda velocidad. La mitad de ellos con armas de fuego en mano y la otra con espadas en sus espaldas. Los sujetos bajaban iracundos y con un gran ímpetu, parecía que estaban buscando algo en específico. Este escándalo hizo que me distrajera de mi duelo con la chica de cabello amarillo y antes de que pudiera volver a mi pelea se escuchó otro grito.

-¡Neutralicen a la Marine!- gritó uno de los gurrilleros. Pensé que aquellos sujetos podrían encargarse de mi pequeña disputa con aquella tiradora, relajé un poco mi guardia y estaba por tomar un dulce de mi bolsita. -¡También acaben con el espadachín!- gritó el mismo hombre.

“¿Bromean?” pensé bastante molesto. Había dado por sentado que los sicarios se ocuparían de mi nueva amiga, pero en vez de eso, ahora tenía que luchar contra una decena de guerrilleros. Si no hubiera ayudado a la anciana del café, no me hubiera visto involucrado en una disputa de guerrilleros, iban a atacarme sin razón alguna; menos mal aún no habían descubierto el cuerpo que había dejado en los arbustos. Uno de los guerrilleros lanzó el primer disparo, que pasó a unos centímetros de mi pierna derecha. Me puse rápidamente tras un árbol y volteé a ver a la Marine.

-¡Cabello dorado!- grité al mismo tiempo que desenfundaba mis dos katanas. -¡¿Te parece si dejamos nuestro pequeño problema para después?!- agregué.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Mar 6 Jul 2021 - 0:12}

"¿Refuerzos?" fue lo primero que pensó al escuchar el sonido de varias detonaciones en la distancia, las cuales no les costó identificar como disparos gracias a su experiencia en su uso "Debí haber disparado sin más..." se lamentaba la joven de la ocasión perdida de haber reducido el número de adversarios. Así que decidió centrarse en acabar con objetivo que tenía frente a ella y ya vería como se ocupaba del resto más adelante.

Volvió a centrarse en el espadachín, lista para disparar. Sin embargo, cuando se disponía a apretar el gatillo, el grupo de guerrilleros anunciaba que él también era una objetivo e incluso abrieron fuego en su dirección. Aquello pareció cogerlo por sorpresa también cuando casi recibe un disparo, detalle que cambiaba bastante la situación para Katharina.

"Supongo que podría usarlo" no le costó demasiado llegar a la conclusión de que ahora mismo el pelimorado se había convertido en una herramienta de distracción, quizás incluso con algo de suerte pudiera ayudarle a disminuir el número de enemigos en un par o dos de adversarios.

El chico por su parte parecía haber llegado a una conclusión similar a la de ella pues le proponía una tregua sin andarse con rodeos.

Katharina no respondió, simplemente desvió el cañón hacia el grupo que estaba apunto de entrar al pueblo y disparo sobre ellos, derribando a un guerrillero armado con un fusil. Aquello atrajo la atención de los tiradores rivales que comenzaron a abrir fuego contra la marine, por lo que se vió obligada a correr a toda velocidad hacia el muro de una de las casas cercanas para resguardarse de la lluvia de balas.

Pegó con la espalda contra la pared debido a que no pudo frenar totalmente por culpa de la velocidad, pero logró amtoriguar el impacto con éxito.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Miér 7 Jul 2021 - 4:26}

La chica marine respondió a mi propuesta derribando ágilmente de un disparo a uno de los guerrilleros que nos abría fuego, acto seguido corrió a refugiarse tras una casa para que las detonaciones no la agujerearan. Aquella rubia era bastante fuerte, pero no quería dejar que ella se llevara todo el espectáculo. Aprovechando que los disparos se habían centrado en mi nueva compañera de pelo dorado, me escabullí entre los arbustos para subir por la colina sin que los sicarios notaran mi llegada. Contrario a los guerrilleros, la marine pudo ver cómo avanzaba entre la vegetación; volteé a verla y le dirigí una mirada, llena de determinación. “A ver si esto mola para ti” pensé. Canalicé toda mi aura alrededor de mi cuerpo, sentí ligeros piquetes por todo mi cuerpo, aún no estaba acostumbrado al molesto proceso de activación del Break Up, rápidamente el aura alrededor mío se hizo visible en un color azul eléctrico al igual que mis ojos cambiaron a ese tono. Tomé ambas espadas con fuerza y salté fuera de los arbustos sorprendiendo a los tiradores.

-¡Borderline!- grité mientras acomodaba mis dos espadas de mi lado izquierdo.

Lancé mi corte giratorio, impactó de lleno en el cuerpo del primer tirador, que por el corte, quedó fuera de combate inmediatamente. El impulso de mi técnica no paró ahí y mi corte transversal siguió su trayectoria mientras yo giraba hasta alcanzar el brazo de otro tirador. El segundo dejó caer inmediatamente su arma al piso por el profundo corte que había infringido con mi técnica. En cuestión de segundos toda la atención de los sicarios cayó en mí y posaron sus ojos sobre mi resplandeciente figura; di un salto hacia atrás para mantener mi distancia de ellos, un par de espadachines me siguieron de cerca y se preparaban para lanzar sus tajos en mi contra, mientras que los tiradores apuntaban sus rifles hacia mí. Sonreí ligeramente.

Si aquella chica podía quitarme de encima al menos una tercia de aquellos matones, yo podría terminar el trabajo sin muchísimas complicaciones, aquellos guerrilleros no eran más que soldados sin entrenamiento, eran muy desorganizados y débiles, pero no podía hacerme cargo de todos. Giré la cabeza para clavar mis, ahora azulados ojos, en la marine de pelo dorado. “Es tu turno” traté de decirle con mi mirada al mismo tiempo que me preparaba para recibir los embates de los espadachines que más cercanos estaban a mí.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Jue 8 Jul 2021 - 0:16}

El pelimorado había aprovechado que la atención de los guerrilleros estaba centrada en la marine para escabullirse entre los arbustos tratando de pillarles por el flanco. La idea no era mala, era un movimiento bastante inteligente por parte de su improvisado aliado. Lo suficientemente bueno como para que ella misma lo hubiera ejecutado en circunstancias parecidas a las del espadachín.

Sólo le veía un inconveniente a la maniobra y era que, a pesar de reducir considerablemente la dsitancia entre él y sus rivales, seguía estando demasiado lejos de ellos. Así que, en teoría, los guerrilleros con rifles seguían estando en una situación de ventaja respecto al pelimorado. Sin embargo, Katharina, no contaba en sus calculos con aquella extraña combinación de habilidades que pudo contemplar desde la distancia mientras el espadachín arremetía contra los oponentes desde la distancia.

"Tendré que tener ese tipo de habilidades en cuenta la próxima vez que me enfrente a un oponente con espadas" aquel pensamiento fue similar a un pequeño post-it de recordatorio pegado en una nevera, algo que no debía de olvidar bajo ningún concepto más adelante. La rubia era lo suficientemente inteligente como para saber que en otras circunstancias el brazo que podía estar volando en aquel momento podría ser el suyo.

Mientras el pelimorado atacaba y atraía la atención de los guerrilleros, la cadete no se había estado quieta y aprovechó el momento para encaramarse al tejado de la casa que había usado como cobertura con agilidad felina. Una vez en el tejado, corría de uno a otro, saltando de casa a casa. Así que cuando los tiradores se disponían a disparar sobre el pelimorado, Katharina cayó justo en mitad del grupo, cogiéndoles por sorpresa.

"Uno"

Golpeó el estómago del guerrillero que cerraba el grupo con la culata de su arma, lo que provocó que se doblase sobre sí mismo. El resto de sus compañeros reaccionaron volteándose para  encarar a la rubia, mientras ella daba uan voltereta sobre el guerrillero doblado. Cuando estaba apunto de caer al otro lado, agarró el cuello de la camisa de su rival y le obligó a estirarse, justo a tiempo para usarlo de escudo de los disparos del resto de guerrilleros.

"Dos"

Soltó el cuerpo ya sin vida del guerrillero y enristró su arma justo por el lateral del cuerpo para realizar dos disparos sin apuntar, el objetivo de la rubia no era dar a nadie si no asustar mientras con su mano izquierda tomaba una grana de palo y tiraba del hilo accionador. Empujó el cuerpo cuando estaba apunto de desplomarse con una patada justo en la espalda baja, lanzándo al muerto hacia sus compañeros para seguir con la distracción, mientras que lanzaba la granada entre las piernas del finado. El movimiento había sido casi perfecto, así que los guerrilleros no se habían percatado del lanzamiento de la granada que quedaría bajo el cuerpo de su compañero.

"Tres"

Katharina por su parte aprovechó el instante de confusión para correr y bordear la esquina de la casa que había usado para saltar a la escena, quitándose de en medio justo a tiempo para la explosión.

La marines estaba segura de haber eliminado al menos al resto de los tiradores con aquel movimiento pero no estaba segura de si había logrado atrapar en la treta a los espadachines, así que seguía moviendose rápidamente para rodear la casa y buscar linea de tiro nuevamente.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Vie 9 Jul 2021 - 6:51}

La chica Marine llegó en el momento justo. Mostró un despliegue asombroso de sus habilidades, por el aspecto frágil y el rifle que cargaba, me había hecho a la idea de que sus habilidades se limitaban a ser una buena tiradora. Para sorpresa mía, la rubia se encargó sin muchas dificultades de los tres tiradores restantes en una pelea cuerpo a cuerpo; sí, había usado una granada como ayuda, pero eso no quitaba la gran exhibición que había hecho.

No quise quedarme atrás y, aprovechando la conmoción que había causado la detonación de la granada, me lancé ágilmente con Windy Edge por delante para lanzar un corte. El primer espadachín, distraído por el sonido, cayó fácilmente con un tajo horizontal que lo tomó con la guardia baja. Sus otros dos compañeros reaccionaron y se lanzaron al mismo tiempo contra mí. Aquellos sicarios eran espadachines de cuarta, sin mayor dificultad pude contrarrestar sus ataques, bloqueaba ágilmente cada corte que lanzaban mientras me preparaba para mi contrataque. Con un gran bloqueo pude repeler a ambos al mismo tiempo, retrocedieron ligeramente y comencé con la ofensiva. Extendí mis espadas. Los guerrilleros dieron un paso hacia adelante, giré sobre mi propio eje a gran velocidad para ejecutar Gurenge, con ese ataque derribé a mis dos oponentes, que cayeron sobre un pequeño charco de sangre debido a sus heridas. “Espero haber dado un gran espectáculo” pensé.

Guardé mis espadas en sus fundas, tomé un dulce de mi bolsita, salió uno de moras y lo comencé a saborear gustosamente mientras me dirigía hacia la chica marine.

-Vaya. Eres bastante fuerte- dije mientras el aura azul se disipaba de mi cuerpo. -¿No quieres un dulce?- agregué mientras extendía mi bolsa.

No me agradan los marines, nunca lo han hecho, pero aquella chica había peleado de una forma envidiable y me había ayudado con los tiradores, así que supongo que ofrecerle uno de los dulces fue una forma de respetar su estilo de pelea. Bajé la mirada y observé la casa de la señora que me había vendido mi café, estaba llena de impactos de balas; había estado tan concentrado en la pelea que no había visto los daños colaterales a la aldea. Bajé la colina y entré a la casa de la anciana. Ella se encontraba tirada en el piso arropada por un manto de sangre, la mala fortuna había colocado un par de balas en su pecho. Apreté mi puño hasta que un par de gotas de sangre salieron de mi mano. Las personas que preparan un buen café no deberían morir con balas en su cuerpo, salí de su casa y azoté la puerta. Había pescado un gran enojo con aquellos guerrilleros, claro que esos ineptos iban a conocer el Nombre de Chrom V. Haddi.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Sáb 10 Jul 2021 - 1:39}

Katharina acabó por rodear la casa, girando justo en la esquina a toda velocidad. No frenó en seco, si no que se dejó deslizar en paralelo al muro al tiempo que apuntaba con su arma. Preparada para abrir fuego a cualquier oponente que quedáse en pie.Sin embargo, lo único que encontró frente a su mira era al pelimorado enfudando sus armas.

Se deslizó un par de metros hasta quedar detenida con su arma aún apuntando al espachí cuando se dirigió a ella de forma amigable. Katharina no respondió, se mantuvo acariciando el gatillo unos instantes mientras evaluaba la situación para poder tomar una decisión.

En un principio había considerado al chico como un enemigo potencial y por eso había decidido eliminarlo, pero ahora la situación había cambiado. Al menos si daba por sentado que el cadáver que estaba tratando de ocultar sin demasiado esmero era el un guerrillero, en ese caso podía pasarlo por alto. También tenía que valorar que se trataba de un oponente que podría darle bastantes problemas, así que si no tenía un buen motivo para enfrentarse a él prefería evitarlo. Sobre todo teniendo en cuetna que sus órdenes eran las de servir de correo para su división.
Finalmente bajó el arma.

—Negativo— declinó la oferta sin siquiera pararse a valorarla.

El chico se alejó de la escena, descendiendo un poco la colina en dirección a una casa. Katharina por su parte se acercó hasta los cuerpos para registrarlos, su objetivo era encontrar tanto posible información acerca de quiénes eran y para quién trabajaban como el de recoger municiones. Si la cosa se complicaba más estaba segura de que le harían falta.

Así que la rubia se aproximó hasta los cuerpos y comenzó a registrarlos con su mano derecha mientras que con la izquierda mantenía el rifle preparado para ser usado.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Dom 11 Jul 2021 - 5:47}

Salí de la casa, abrí mi bolsita de dulces y tomé un caramelo de menta. Mi mente se refrescó y pude ver el panorama con mayor claridad. En la colina donde habíamos librado nuestra pequeña batalla, la chica marine se encontraba agachada revisando los cuerpos de los sicarios. Aquella rubia parecía estar buscando información acerca de los guerrilleros, así que caminé de vuelta con ella para ver si había encontrado algo entre sus pertenencias.

-¿Has encontrado algo?- pregunté.

La chica de cabello dorado era guapa, sí, pero parecía que su cara no podía mostrar otra emoción que no fuera una indiferencia enorme. Espulgaba entre la ropa y los cuerpos de los guerrilleros como si estuviese buscando una piedrita entre todas las semillas de arroz, parecía no incomodarle mucho el hecho de estar buscando entre sangre y restos humanos.

-La anciana del café- respiré. -Dijo hace rato que estos sujetos pertenecen a un grupo de guerrilleros dirigido por un.. un algo Escobar se llamaba- dije mientras trataba de recordar toda la conversación.

La chica seguía sin prestar mucha atención a mis palabras, probablemente lo que había dicho yo no había sido de mucha relevancia para ella ya que ponía más empeño en su búsqueda sobre los cadáveres.

-No me hace muy feliz el hecho de hacer equipo con una Marine. De hecho, no me agradan ni un poco, pero estos sujetos son muchos y no parece que podamos vencer a todos en un mano a mano-  le dije al mismo tiempo que jugaba con mi cabello. -Eres fuerte, podemos trabajar juntos-

Como le había dicho a la rubia, no me emocionaba ni un poco trabajar con ella, de hecho me causaba un poco de nauseas ya que probablemente ella también se ceñía a las instrucciones del gobierno mundial. Pero los enemigos no eran pocos y las opciones eran muy reducidas, además de que no era ninguna mentira la fuerza de la chica, había derrotado a la mitad de los guerrilleros sin mayor problema; su apoyo me caería como un anillo al dedo mientras que nuestros objetivos se cruzaran,
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Dom 11 Jul 2021 - 21:57}

El registro de los cadáveres había dado sus frutos a pesar de que al inicio no le tuvo demasiada fé, puesto que los primeros cadáveres apenas llevaban encinma algo de municiones y droga que debían de usar antes de entrar en combate. Eso explicaba porque atacaban de esa forma tan estúpida y suicida en muchas ocasiones, también dejaba en claro que aquellos no eran más que peones desechables para sus líderes. Aquel grupo no llegaba ni a matones en la escala del cartel al que parecían pertenecer según un documento que recuperó en el cuerpo del que parecía ser el cabecilla.

El arrugado papel tenía el tamaño de una carilla, en el anverso tenía una lista de nombres y junto a ellos lo que parecían ser el nombre de los pueblos donde residían y si habían o no pagado. Aquello confirmaba que esos tipos no eran más que maleantes comunes o como mucho una banda de tres al cuarto que se había visto obligada a operar bajo el cartel, ya fuera por voluntad propia o coaccinados. Lo que significaba que el mapa que había dibujado en el reverso de la hoja no marcaría ni de casualidad una posición cercana a la del cuartel principal de la organización.

Aún así la rubia se guardó el documento por si al cuartel de la Marine le era de utilidad, nunca estaba de más aumentar las opciones de obtener puntos para el ascenso.

Estaba terminando de registrar ya el último de los cuerpos por mera formalidad cuando el espadachín regresó, hecho que sorprendió un poco a la rubia aunque ni siquiera se altero. Ella había dado por sentado que el maleante había puesto tierra de por medio y, por el contrario, ahora lo tenía de nuevo a su lado.

—...— Katharina no respondió mientras recuperaba la verticalidad.

"Qué tipo más raro..." ¿de verdad pensaba que una marine le iba a dar cualquier tipo de infomración? No sabía si considerar aquello un acto de estupidez o de excesiva buena fé.

Las siguientes palabras del chico confirmaban lo poco que sabía de aquellos guerrilleros hasta el momento, afirmando su relación con el cartel.

El pelimorado continúo hablando, dejando caer que tenía la intención de enfrentarse al resto de aquel grupo y que pretendía que la rubia le echase una mano a pesar de que no parecían gustarle los marines.

—La seguridad civil y la delincuencia organizada son problemas del Gobierno de la Isla— respondió la rubia mirando a los ojos del chico fijamente —Así que no tendrá que preocuparte por hacer equipo con una marine, no tengo la más mínima intención de enfrentarme al resto de ellos—

A Katharina no le había costado demasiado llegar a aquella conclusión, los riesgos superaban con creces cualquier tipo de beneficio hacia su persona y, al ser algo que quedaba fuera de su jurisdicción como marine, no le afectaba en lo más mínimo no intervenir. Así que para ella había sido tan simple como sumar 1 + 1.

—Ahora si me disculpa, tengo una misión que cumplir— asintió ligeramente con la cabeza a forma de despedida y procedió a darse la vuelta para continuar el camino hacia el cuartel.
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Entreguen sus corazones... ¿al café? Empty Re: Entreguen sus corazones... ¿al café? {Miér 14 Jul 2021 - 3:31}

La forma de hablar de aquella chica parecía la de una máquina, inexpresiva y con palabras automatizadas. En algún momento pensé que quizá los marines se preocupaban por la gente de las islas, pero parecía que el caso de la rubia no era así; ella era más como un androide que estaba programada para cumplir su misión. En ese momento confirmé que no realmente no podría llevarme bien con nadie ni nada perteneciente al gobierno mundial. Si no hubiera sido por la tremenda paliza que la chica le había pegado a los matones, hubiera pasado por mi mente confrontarla, pero en ese momento no podía darme el lujo de poner en riesgo mi vida por una pelea sin sentido.

-Cumple tu misión, pues- le dije mientras daba media vuelta.

Ya que la anciana del café había dicho que el gobierno de la isla planeaba rebelarse en contra del gobierno mundial, pensé que la marine se encontraba en la isla para desmantelar esa idea, pero parecía que no era así y que nuestros caminos no coincidían en lo más mínimo. Tomé el camino que los matones habían ocupado para llegar al pueblo, era un pequeño camino de terracería, estaba bastante descuidado y aún se veían frescas las pisadas de aquel grupo que habíamos eliminado, además de un par de huellas animales. Seguí el pequeño rastro por el camino, pero las pisadas fueron rápidamente borradas por la llovizna que caía por toda la isla. Miré al cielo y seguí el camino de terracería; cuando este se bifurcó, tomé el de la derecha, algo bueno sentía que iba a pasar si iba por ese lado.

Después de caminar algunos minutos comencé a percibir un olor muy fuerte a carbón y a metales, era un fuerte olor que se impregnaba en el ambiente. Subí rápidamente a una gran roca que se encontraba en el camino para observar el panorama, a un par de kilómetros se observaba un gran asentamiento, probablemente se trataba de la ciudad de la isla y quizá ahí pudiera dar con los demás compañeros de los asesinos de la señora del café
.
Llegué a la ciudad. Sus calles no eran muy bonitas y en general sus edificios y la estructura de la ciudad no estaban muy bien cuidados. Una cantidad considerable de gente caminaba por las calles, la mayoría de ellos parecía volver de una jornada agotadora de trabajo, muchos hombres regresaban manchados de tierra y carbón, seguramente trabajadores de una mina. Mientras caminaba sentí cómo alguien trataba de jalar mi bolsa de pertenencias, así que volteé enojado al mismo tiempo que ponía mi mano izquierda sobre Black.
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