(priv. kitsuga)(pasado) Dando un tranquilo paseo

Estaba paseando tranquilamente por la tranquila Isla de Dawn, más en concreto en Villa Fucsia, parecía una villa muy tranquila, poco transitada y con habitantes calmados, además la presencia de la marina era reducida, por lo que o estaba suministrada por otro estado que pudiese regirse por si mismo, puede que fuese un reino o quizás era que al ser una villa tan pequeña no requería mucho la presencia de una fuerte marina, ya que no sería un objetivo muy suculento para los marines. Fuese como fuese me gustaba, me encantaban los lugares tranquilos, como mi hogar, por eso, ya había apuntado mentalmente aquel lugar como uno de visita cuando tuviese descansos de la marina... como hoy.


Vestido con ropajes de color rojo, adornados con decorados dorados, pareciendo que fuesen llamas, caminé junto a mis espadas por aquellos lares, mirando con una alegre sonrisa a todos los lados, dejándome embaucar por la calma y la suave brisa del aire, además del aroma a mar que tanto me gustaba cuando me subía en el barco, por eso precisamente me gustaba estar en un barco, había sido una suerte no terminar en una oficina amuermado y viendo pasar mis días en la misma silla.

Caminando tranquilamente, vi un cartel de una taberna, por lo que decidí entrar a tomar algo para relajarme, tan tranquilo, mientras una suave brisa mecía mis cabellos de mi ropa de nuevo. Al entrar, los comensales se me quedaron mirando, había un poco de todo, pueblerinos, algún pirata y alguno del lado de la ley, pero por ahora eso me importaba poco, solo quería una cerveza, así que, me senté en la barra y pedí una, además de algo para comer.

Había llegado hace un par de horas a esta isla en un barco de pasajeros que venia de una pequeña isla cercana a esta isla, en la cual yo vivía, me habían enviado mis padres aquí para que entregara uno para de paquetes que necesitaban enviar a un par de tiendas, pero los persuadí de que me dejaran un par de días aquí con la excusa de que me quedaría en la casa de un amigo que se tuvo que mudar aquí, pero la realidad es que había estado practicando con la espada en secreto con una espada de bamboo que me había fabricado un inventor del pueblo que me enseñaba todo lo que sabia de su oficio y me había llegado el rumor de que había un campo a las aduras de la ciudad donde se juntaba pequeños jabalíes que eran perfectos para entrenar.

Estaba entregando los paquetes , me había tomado un tiempo hacer ya que no conocía la isla y el bolso con el que andaba estaba pesado por las cosas que había traído para pasar los días acampado, la espada de bamboo y los paquete que algunos estaban pasado. El ultimo era en un taberna, en la cual debía entregar un nuevo cartel para la entrada que habían encarado hace un par de semanas, entre en la taberna y note que había pocas persona dentro las cuales no les di importancia, llegue a la barra donde había un sujeto sentado bebiendo un cerveza, me senté un par de asientos al lado de el y le pregunte al encargado a quien debía entregar el paquete, ademas de decirle que quería un refresco de cola y un plato de comida, respondió que a el le podía entregar el cartel nuevo y que mi orden estaba de inmediato, en eso note que el tipo de al lado tenia una espada real y me recordó que debía dirigirme a buscar el sito del que me habían hablado

Estaba tan tranquilo mientras esperaba a que me sirviesen lo que había pedido, mientras escuchaba la fiesta que estaba allí montada, pese a que fuese una pequeña y humilde taberna había tanto o más ambiente de fiesta que en las más grandes y concurridas, pero al mismo tiempo se notaba el ambiente cálido, familiar y cercano de las islas humildes, cosas que me hacían recordar cosas de mi antigua isla y sonreír.

En ese momento, me trajeron mi bebida y lo que pedí para comer y mientras me lo tomaba, pude observar como un chico miraba mi espada, el cual estaba sentado a un par de sillas de mi, ante eso le sonreí y le salude levantando mi jarra de cerveza, para posteriormente darle un buen trago.

¿te gustan la armas?

Le pregunté a aquel chico mientas me terminaba lo pedido y sacaba mis berries para pagar, recostandome sin caerme del taburete, procurando ver si tenía todo en mi sitio, a la par que retiraba dicho asiento y me disponía a levantarme para marcharme del lugar, bostezando y moviendo mi cuerpo.

el tipo me saluda moviendo su jarra y haciéndome una pregunta de que si me gustaban las armas, yo le respondía con una pequeña risa y con una sonrisa, mientra ponían el pedido en la mesa el cual devore en una par de bocados y el refresco los bebí de un sorbo ya que tenia mucha hambre por haber dejado en varios paquetes en distintos lugares.

Mientras el caminaba hacia la puerta de la taberna, a mi me entra la inquietud de preguntar su nombre, ya que no cualquiera en estos días te pregunta de tan buena manera si gustaba de las armas y no estar fanfarroneando de sus ''increíbles hazañas''.

oye tu, el de la pregunta, ¿cual es tu nombre?


Le hago esta pregunta mientras esperaba al encargado para que me diera el total que me debía por el envio y el costo del nuevo cartel y descontando el costo de lo que había consumido.