¿Traes nubarrones o cielo azul, brujita? [Moderado Brianna]

Se alegraba de ver que los dos se encontraban lo suficientemente bien como para recobrar la consciencia y saber más o menos donde estaban. Parece que el mayor de los dos la reconocía y que gracias a eso se sentía en confianza y no armaba ningún lío como el que se organizo en el hotel. Miro un momento alrededor y al ver que todos estaban ocupados en sus quehaceres se sintió un poco mas relajada. Atendió entonces completamente a las señales que el mayor de los dos hombres estaba realizando. Según su entendimiento querían salir de allí y por alguna razón entendía que no les gustase estar rodeados de toda aquella gente si eran "enemigos" o algo por el estilo.

Suspirando asintió, tenía la extraña sensación de que iba a meterse en un buen lío si la descubrían, pero oye, siempre podía inventarse cualquier escusa. Ayudo a los dos hombres a levantarse de la cama y después lentamente los fue acompañando por la enfermería intentando que ninguno de los allí presentes le tomaran mucha importancia. Si alguno preguntaba, simplemente les daría la excusa de que el más joven de los dos le estaba ayudando a acompañar al grandullón al servicio. Después de todo, todos y cada uno de los allí presentes de vez en cuando necesitaban un momento para ir al aseo. Solo esperaba que ninguno de los marines apareciera, con ellos también podía usar una y mil excusas, tal vez podría usar alguna de sus puertas para sacarlos de allí, pero necesitaba hacerlo en un lugar donde no les vieran demasiado bien. Si supiera rezar, ahora mismo lo estaría haciendo como una condenada al patíbulo.

Maldita fuera su suerte y el dichoso teniente frente a ella. Paro a escuchar sus palabras y después puso cara de sorpresa, aunque no estaba del todo sorprendida. Más o menos se había dado cuenta de lo que esos hombres podían ser y de la situación que estarían viviendo aquellas personas en aquel momento. — No, la verdad es que no se me informo de nada en absoluto respecto a estos hombres, pero tan solo querían estirar un poco las piernas, en la enfermería hay mucha gente enferma y el aire esta un poco viciado — cosa que no era mentira en absoluto. El aire olía a desinfectante y a un montón de productos variados que habían tenido que usar para las heridas más graves.

— Pero si me dice que no es posible les llevare de vuelta a la enfermería — intentaría que la cosa quedara así. Le haría algunas señas a los dos hombres intentando que entendieran que aún pensaba ayudarles a salir, pero que tenían que tomar otra ruta. Intentaría llevarlos a la enfermería de nuevo y encontrar algún lugar solitario donde abrir una puerta y sacarlos por uno de los laterales del edificio. Esa maldita akuma tenía que servir para algo. De alguna manera sacaría a esos dos hombres de aquel lugar, para ella no parecían malas personas y teniendo en cuenta que era una guerra según lo planteaba el teniente, ningún bando parecía tener del todo la razón, al menos ella no solía tomar parte por ninguno. Tan solo sufría pensando en que un chico tan joven y un hombre con aquella apariencia amable pudieran sufrir un destino terrible tras un juicio en el que ni siquiera se podrían defender, pues no podían si quiera hablar.

No estaba segura de si debía tomar sus palabras de forma sincera o no. Pero el teniente le había parecido una persona, entre buena y extraña. Se notaba que le gustaba hacer sufrir un poco a sus camaradas y que tenía un humor un poco complicado. Por eso temía que solo se estuviese burlando de ella, pero realmente quería pensar que había gente buena en el mundo. Miro a aquellos dos y mientras se ponía frente al teniente dejando tras ella un camino para los otros dos, les hizo una señal para que salieran por la puerta.

No sabía que responder, pero se notaba en sus ojos que realmente esperaba que sus palabras fueran sinceras. Si al final esos dos lograban salir por la puerta, su idea no era otra que ir tras ellos para salir de aquel edificio. Después vería como podría acompañarles donde fuera que quisieran ir, aquella aventura en la que se había metido sin "querer" realmente, solo había comenzado y en cierta forma estaba un poco preocupada por ver hasta donde llegaba.  Por su parte simplemente buscaría el llevar a esos dos hombres a un lugar seguro y después intentaría volver al hotel o al lugar donde tuviera que hacer el espectáculo. Desde luego, no sabía como, pero solía terminar siempre metida en unos líos bastante raros.

Vale, estaba empezando a ponerle nerviosa la cantidad de problemas que le pueden dar los guardias y el resto de personas de la ciudad si la veían caminar con alguien herido de aquella manera. Suspirando levemente tuvo una idea y se giro para mirar a aquellos dos hombres — vale, tenéis que confiar en mi ¿de acuerdo? yo voy a sacaros de aquí pero por favor, tenéis que hacerme caso — después simplemente abrió una puerta hacía su dimensión paralela mientras estaban ocultos de las miradas de guardias y curiosos. Si conseguía que los dos se metieran allí, podría moverse por la isla de forma completamente natural sin mayor sospecha.

— Entrad aquí por favor, nadie podrá encontraros y os llevare hasta un lugar seguro — les dedico una cálida sonrisa para demostrarles que no era nada malo. Si lograba que los dos entrasen en su dimensión entonces simplemente cerraría la puerta y pondría rumbo hacía el exterior del edificio. Su idea ahora era ir al hotel y recoger su equipaje y después simplemente buscar un lugar seguro en la zona exterior de la isla donde dejarles salir de aquel lugar. En ocasiones Brianna era alguien demasiado buena, pero gracias a eso también había logrado hacer buenos amigos y no tenía por que dejar de ser ella misma por que el mundo quisiera volverse loco.

Sabía que iba a tardar un buen rato en llegar al dichoso hotel, pero no iba a dejar su equipaje allí sin más. Necesitaba recoger aquellas cosas si quería ir después a la actuación para la cual la habían contratado. No obstante ahora ni siquiera estaba segura de si le daría tiempo a todo o no. Lo pensó por un momento y al final decidió cambiar de planes, el equipaje que llevaba tampoco era tan importante y si al final los mercaderes la contactaban para la actuación bien podía mandarles a por su equipaje. Suspiro de forma larga mientras buscaba un lugar por el que salir de allí y adentrarse en alguna zona donde los hombres pudieran moverse sin temor a que los encontrasen los policías o la marina.

Se fue fijando en algunos carteles que le pudieran indicar el modo de salir de allí. Tal vez si se metía en algún bosquecito o algo parecido podría sacar a esos pobres de la dimensión y que así le pudieran indicar el lugar por el que debía llevarles. Aunque puede que una vez se vieran a salvo no quisieran que los acompañara más. Tampoco es que quisiera hacerles de niñera, tan solo estaba preocupada por ellos y sus heridas. Solo esperaba que se estuvieran comportando bien en su dimensión. No es que pudieran hacer nada en realidad, en aquel lugar no había nada que hacer ni nada que destrozar, pero seguro que estaban alucinando un poco con el sitio.

Bueno, parece que sus nuevos amigos prefieren ir dentro de su dimensión a ir caminando y ciertamente ella también lo prefiere. Después de todo si les encontraban podía ser un peligro explicar que hacía ella acompañando a esos dos medio heridos hacía un lugar completamente desconocido e incierto. Suspiro levemente y decidió seguir el rumbo que habían fijado sus amigos, al norte. Según el cartel se dirigían hacia Lambhill. No estaba del todo segura de cual era aquel lugar o lo que habría en el, lo que sabía era que sus amigos querían ir hasta allí y ella como buena ayudante que era les llevaría.

Se fijo bien en que tras salir de su puerta parecían estar completamente bien y que ir en la dimensión no había causado estragos en sus heridas por lo que se mantuvo tranquila mientras caminaba. Sus pasos eran tranquilos aunque intentaba andar a una velocidad un poco más rápida a la que usaba normalmente, no quería estar demasiado tiempo sola por aquellas calles de noche. Su historia le había enseñado que las cosas se podían poner peligrosas y turbias en cualquier momento y como aquel marine había dicho, estaban en guerra al parecer y no quería terminar metida en medio de un fuego cruzado o algo parecido. Al final tras caminar un tiempo llego hasta el lugar indicado por sus compañeros o al menos eso decían los carteles — vale ¿ahora por donde vamos? —  miro a ambos lados y luego abrió la puerta cuando se aseguro que no había nadie más, esperando que sus chicos le dijeran por donde debía ir ahora.

Vale siguió caminando dirección norte tal y como querían aquellos dos hombres. Realmente la cosa estaba un poco confusa, pero seguiría sus indicaciones para que pudieran estar más tranquilos. Al llegar al muro miro a ambos lados y busco alguna puerta que hubiera por alguna parte. No encontró nada y tampoco vio a nadie alrededor así que aprovecho que nadie estuviera cerca para abrir una puerta y atravesar aquel muro pasando sin mayor problema y haciendo desaparecer aquella puerta una vez que ella pasara al otro lado.

Una vez que paso el Muro abrió la puerta y esta vez dejo a los señoritos que habían estado de lo más cómodos en su dimensión fuera, esta vez serían ellos quienes la guiarían hacia el lugar donde quisieran ir. No es que hubiera pensado realmente en seguirles hasta donde fuera que iban, pero ya que les había acompañado hasta casi la frontera de lo que parecía ser un mundo completamente diferente les llevaría hasta casa. Se aseguraría de que al menos llegaban vivos y enteros y sin mayor contratiempo teniendo en cuenta las heridas que los pobres tenían.

Ahora iba siguiendo a esos dos señoritos hasta que comienza a ver a lo lejos lo que parecía ser un asentamiento muy rudimentario. Parecía que en aquella zona los palacetes y las grandes construcciones daban paso a unas aldeitas de lo más adorables, aunque aún no habían llegado a ninguna parte al menos la doctora veía un lugar concreto y evitaba así hacerse ideas incorrectas sobre los dos hombres a los que acompañaba. Por mucho que fueran simpáticos con ella, aún le daba un poco de mala espina alejarse tanto de la civilización.

Al parecer habían llegado a la aldea de esos dos, al menos era lo que parecía, después de todo se movían como si conocieran cada rincón de ese lugar y ella aunque disfrutaba sabiendo que los había llevado sanos y salvo a sus casas no sabía del todo bien que hacer en aquel momento. Pero cuando vio a aquellas personas heridas en aquellas tiendas o lo que fueran realmente aquellas instalaciones se pregunto que podría hacer. Quiso preguntar a sus compañeros pero parecían demasiado ocupados con otras cosas como para hacerle mucho caso.

Suspirando no dudo demasiado y se metió en la tienda de campaña donde estaban los heridos, precian necesitar más ayuda en aquel momento. Primero que nada intento explicar que venía en son de paz cuando alguno de los allí presentes la miraron con cierta desconfianza y aunque aún estaba asustada intentaría acercarse a algunos de los heridos para poder curarlos. — Yo soy médico, curo a la gente, puedo ayudar — hablaba con frases cortas y sencillas para que la entendieran igual que hacía con los otros dos. Esperaba que la comprendieran y la dejaran hacer su trabajo, menos mal que aún llevaba consigo su maletín de doctora.

En aquel momento podía tener clara una cosa, estaba en problemas, sobre todo por que aquellos hombres y mujeres no entendían lo que ella hablaba y hacerse entender iba a ser complicado. Pero no dejaría morir a toda esa gente, no, de eso nada. Se lavo bien las manos y después cogió un balde de agua fría y se puso de rodillas al lado del niño. Miro al otro hombre, el de cabellos rubios que también estaba bastante herido y le hizo señas para que se acercara mientras abría el maletín. Si estaba consciente sus heridas seguramente serían más leves, pero también necesitaban curarse de mejor forma, esa cantidad de sangre no era buena.

Una vez se acercara le indicaría que se pusiera al otro lado del niño para comenzar a curarlos a los dos. Primeramente pondría compresas húmedas en el cuerpo del pequeño para bajarle la fiebre, esas convulsiones no podían ser de otra cosa teniendo en cuenta que estaba sudado y colorado. Y no podría ponerse a tratar sus heridas o su infección si no conseguía bajarle un poco la temperatura y entonces trabajar. Mientras los paños húmedos iban surtiendo su efecto retiro las vendas del hombre y comenzó a tratar sus heridas, limpiando y desinfectando la zona para después poner unas vendas limpias y entablillarle el brazo para que no pudiera moverlo y sus huesos fueran soldando.

Si tuviera más equipo médico podría ayudarles un poco más, pero en aquel momento le faltaban materiales. Una vez que comprobó nuevamente la temperatura y comprobara que había bajado un poco podría dedicarse a curar sus heridas. Retiró la venda de su cuerpo y limpió la herida con dedicación para tratar la infección, fue entonces cuando vio que la infección no era lo peor de todo, aquel pobre chiquillo tenía la herida completamente llena de parásitos que se aprovechaban de la carne que comenzaba a pudrirse en su cuerpo.

Se encargaría de intentar quitar todos y cada uno de esos malditos bichos para luego limpiar las heridas supurantes de su cuerpo. Si conseguía hacerlo, cerraría la herida y volvería a vendarle pero esta vez de forma mucho más eficaz tras desinfectar y limpiar una vez más tras coser. Dejaría al niño con algunos paños húmedos para que siguiera bajando la fiebre e iría a comprobar el estado de los pacientes que parecían más graves para tratarlos los primeros. Una vez que esos  pacientes más críticos estuvieran mas o menos tratados y fuera de peligro, iría a ver que le ocurría al pobre muchacho que parecía inicialmente tener un shock post traumatico, pero tendría que realizar un diagnostico más especifico.

Estaba a punto de comenzar el diagnostico de aquel muchacho y de comenzar con las preguntas para determinar como de grave era su trastorno o lo que pudiera tener ese chiquillo cuando escucho una voz llamándola. Una voz que no le gusto en absoluto y que la hizo sentirse insegura y nerviosa. Giro un poco la cabeza, tan solo un poco para poder mirarle de reojo. No lo suficiente como para que él pudiera saber si le estaba mirando o no o si se había dado por aludida con aquel nombre o no. Pero algo le decía que aquella voz no era una buena señal y que por algún motivo debía tener cuidado y desconfiar.

Aquel hombre rubio le sonaba de algo pero no lograba identificarle del todo. Por su parte por el momento prefirió ignorarlo, ya tendría momento de descubrir por que conocía su nombre. Por ahora, era mejor que siguiera confundido hasta que ella se sintiera en confianza como para descubrir quien demonios era aquel tipo. — Hola, ¿puedes decirme que te a pasado? — le hablaba con una voz extremadamente dulce, intentando que se sintiera seguro mientras le miraba con ternura y una dulce sonrisa. Buscaba que aquel muchacho no se sintiera amenazado y simplemente se sintiera en confianza con ella.

Ahora mismo lo que necesitaba ese joven no eran demasiadas preguntas, tan solo un poco de comprensión y que empezara a soltar todo lo que llevaba dentro. Si había visto la batalla con esa edad era casi seguro que tuviera bastantes traumas y dolores que necesitaba contar o terminarían volviéndolo completamente loco. No sería la primera vez que los excombatientes perdían la cabeza ante el grotesco espectáculo que resultaba ser una batalla, una guerra o simplemente un enfrentamiento de unos cuantos hombres contra otros.

Pensó en que podría hacer, aquel chico necesitaba ayuda pero también tenía otros pacientes y no solo eso, aquel hombre rubio que había pronunciado su nombre le había dado un mal presentimiento. Sin embargo era mejor mantenerse alejada de él por el momento. No sabía si seguía mirándola o no, pero no podía dejar desatendidos a todos aquellos pacientes y tampoco quería dejar solo a aquel chiquillo que parecía haber sufrido terriblemente. Pensó entonces en que podría utilizar el mismo método que utilizo en la enfermería. Se coloco no muy lejos del chico mientras comenzó a tararear una dulce cancioncilla cantando cada vez más alto.

Mientras tanto hacía señales a diferentes pacientes para que se acercasen a ella, aquellos que podían moverse por su propio pie y así ir atendiéndoles poco a poco mientras esperaba que el chico a su lado pudiera calmarse un poco. Con que dejara de temblar sería incluso suficiente para que dejar de estar absorto en su propio mundo y de nuevo intentaría que le hiciera caso. Aquel caso sería algo complicado, después de todo los problemas mentales no se podían solucionar de un día para otro, pero al menos quería ayudarle a tranquilizarse poco a poco. Puede que su canción fuera esa ayuda que necesitaba para calmar su corazón y su mente o por lo menos para que comenzara a pensar en otra cosa que no fuera el terror que ahora mismo le invadía.

Mientras su voz resonaba por el lugar ella seguía trabajando, estaba empezando a cansarse un poco, después de todo llevaba todo el día en pie y apenas había podido dormir un rato. Se notaba que empezaban a flaquearle un poco las fuerzas. Miro a uno de los hombres que pasaba por allí a curiosear que ocurría con la nueva mujer y le hizo señas pidiéndole algo de comer y algo de beber, estaba exhausta y comenzaba a pasarle factura el no comer ni dormir.

Realmente parecía que ni si quiera su canto hacía efecto en el muchacho. Al menos los demás pacientes estaban en mejor estado. Suspiro agotada y aunque estaba empezando a ceder al cansancio no podía ir a dormir sin haber intentado una ultima cosa. Se sentía terriblemente mal viendo a aquel chico sufriendo de aquella manera. Le traía tantos recuerdos de ella misma cuando las pesadillas la despertaban y aún creía que estaba viviendo en aquel infiero en que la habían sumido sus secuestradores. Se levanto como pudo y se acerco nuevamente al chico, se estaba exponiendo a que se pusiera agresivo pero no le quedaba más remedio.

Tan solo esperaba que no tuviera ningún tipo de arma escondida en alguna parte. Le miro y sonrió de forma leve, cansada, no podía dejarlo así, tal vez el riesgo valiera la pena, tal vez no, pero no podía dejarlo así. Era superior a sus fuerzas el dejar a un chiquillo sufrir de esa manera. Se terminó de acercar a él y lo abrazo. Rodeo su cuerpo con los brazos y comenzó nuevamente a tararear intentando calmarle y rezando por que no se pusiera agresivo, no quería acabar llena de moratones arañazos o peor aún con alguna herida que ni si quiera ella misma se pudiera curar.

Mientras esperaba la reacción del chico ella cerró los ojos mientras le abrazaba e intentaba acariciar suavemente sus brazos y su cabeza, intentando que viera que lo único que quería era hacerle sentir mejor, que no le haría daño que ella no quería hacerle ningún mal. ¿Funcionaría? no estaba segura, tan solo esperaba que de alguna forma u otra ese chico pudiera seguir adelante, de lo contrario aún cuando había salvado y ayudado a tantos hoy, sentiría que había sufrido un fracaso al no poder ayudar a aquel muchacho. Es la vida que ella había elegido, una sola derrota, empaña muchas victorias pero cuando se habla de la vida de la gente, una sola derrota es un paso duro de llevar.

Bueno, aquella era una posibilidad como cualquiera otra, bien podía calmarse o actuar tal y como lo había hecho lanzándose sobre ella como un animal rabioso. Se quedó completamente quieta, en aquel momento no estaba lo suficientemente fuerte como para quitárselo de encima y tampoco estaba segura de poder abrir ninguna de sus puertas. Además estaba sobre otro enfermo y no quería hacerle daño ni que el chiquillo pudiera herirlo por su culpa. En aquel momento no sabía realmente que hacer, estaba completamente confundida a causa del cansancio que tenía encima.

Respiraba despacio, intentaba no alterar más al chico, dejo su cuerpo totalmente laxo pensando en que hacer. ¿De que forma podría ayudar a un chico que parecía traumatizado y que no podía verla y que parecía que no quería escucharla? Miro alrededor sin mover la cabeza, tan solo moviendo los ojos para asegurarse de que el resto de enfermos se encontraba bien y tranquilo. Cerró los ojos y pensó ¿que podía hacer en aquel momento? es posible que un nuevo contacto le hiciera sentirse atacado nuevamente, pero si se quedaba quieta del todo nadie le garantizaba que no lo hiciera igualmente.

Tampoco la entendían, no conocían su idioma y ella no conocía el de ellos. ¿Como demonios terminaba metida en estos líos? Abrió los ojos de nuevo para fijarse en el chico — lo siento...solo quería ayudar — su voz sonó completamente calmada aún cuando su corazón iba demasiado rápido. Si tenía que morir allí a manos de un chiquillo traumatizado al menos se iría sabiendo que hizo todo cuanto pudo y que salvo unas cuantas vidas dentro de aquella tienda. Sabía que atacarle sería un error, que le volvería seguramente mucho mas violento y después de todo, nuestra chica no era alguien conflictiva. Rezaría sin saber si quiera para salir ilesa de aquella situación.