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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 22 Dic 2020 - 23:47}

Normas del capítulo:


  • Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
  • No se puede postear los martes antes de la moderación.
  • Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
  • Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
  • A más riesgo, más premio.
  • Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
  • Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
  • Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
  • Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
  • Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
  • La ley del plot no es a prueba de idiotas.


Moderación:

La ciudad se encuentra en aparente calma, un ambiente un tanto enrarecido teniendo en cuenta que no hace más de dos semanas esta se vio azotada por una masacre sin precedentes. En sus calles, los hombres de una guardia que antes parecía inexistente se ocupan de que todo esté en orden. El patíbulo aún no se ha desmontado de la plaza, de hecho, parece que esté siendo renovado, como si aún pretendieran darle un uso. ¿Será para que la gente que pudiera seguir siendo fiel al bando de la antigua reina no se atreva a arriesgarse en post de su majestad a llevar a cabo otra sublevación?  Se preguntan las gentes durante la primera semana que ven trabajar a estos hombres de extraña armadura negra. No portan ningún blasón de las casas de las familias nobles de Hallstatt.  Los murmullos no pueden acallarse con facilidad, aunque solo se escuchan en los callejones, en las tabernas y en algunas posadas.

Se habla sobre lo que se ha podido ver en el Zeppelin. Si eran aliados de Lord Anthony el no haber cortado las grabaciones les ha salido caro. La gente no está contenta, los pocos que han visto las escenas, con lo ocurrido. Si la reina hubiera muerto se hubieran resignado, pero ahora ven al hombre como un tirano, lo contrario a lo que pretendía lograr con esto. Solo hay una cosa certera en este asunto: «La guerra no ha acabado».  Ahora es más sonada que nunca, y se puede escuchar leyendo entre líneas en las conversaciones de a pie. Hay quien culpa a Anthony, hay quien dice que esto no hubiera pasado de no ser por el egoísmo de Iliana. Fue ella quien “desapareció” al fin y al cabo, y el pueblo no tiene modo de saber porque había estado indispuesta durante tanto tiempo. Algunos la defienden, visto su estado le había debido pasar algo, claro. Pero los dedos acusatorios están ahí para ambos.

Además de estos murmullos, el apresurado intento de arreglar los desperfectos y dejarlos bajo una alfombra rápido levanta sospechas. Los carteles de “traidores” empapelan la ciudad, con recompensas que el pueblo no puede ni llegar a imaginar cómo pretende Lord Anthony pagar. En estos se pueden ver las caras de los tres que habían conseguido reclamar a la reina, así como dos caras que a nadie suenan realmente, pero que al parecer estaban relacionados con prisioneros de guerra. No se ha dado especial detalle.

Las cosas empiezan a cambiar, tras la primera semana. Dejar el trono vacío durante mucho tiempo no iba a ser bueno, así que Lord Anthony envía a su sequito para que dé un anuncio:

Dentro de exactamente siete días, una nueva reina, una Markov de alta cuna, hija de la amada hermana de Derian, Madelain, será coronada como reina de la isla de Hallstatt. Será con ella que la familia real y todos sus súbditos vuelvan a alzarse en gloria. Como prueba de buena voluntad para con el reino, todo aquel que haya sido un impedimento para la llegada de nuestra merecedora futura reina será un sacrificio para limpiar con su sangre el mal de esta guerra definitivamente. Se llevará en el patíbulo frente a la plaza una ejecución pública que precederá la coronación.

Al día siguiente, un austero pero elegante carruaje de color azul prusia con el único adorno del Blasón del ducado de Kamelot llega a la ciudad. Tras las cortinas oscuras se ocultan tres figuras, y una cuarta se asegura de guiar por las calles a los caballos hasta llegar al palacio. Del interior sale una joven de cabellos lavandas y ojos azul imperial; el color que, se supone, deberían tener los herederos de la familia real. Apenas tiene unos dieciocho años, es menuda, y no parece alguien físicamente fuerte, pero su semblante serio y sus ojos apagados dejan entre ver una paz y conocimientos que parecen escapársele a cualquier otra persona. Su estancia en el exterior es breve, lo que duran los metros hasta el interior del palacio desde la valla del jardín que fue pobremente apañada antes de su llegada.

Y con esto, los días se van deslizando por el reloj de arena hasta la mañana del día previo a la coronación.



Helga, Shiro y Yoldin:
Ravenous Hounds:
Velkan:
Morgoth:
Samvel:
Tomoe:
Anastasya:


Última edición por StaffOPD el Mar 29 Dic 2020 - 18:44, editado 1 vez
Tomoe Asai-Asakura
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Miér 23 Dic 2020 - 12:57}

El plan había salido rana. Por su parte, Tomoe había adoptado una actitud más pasiva, más vigilante, y es que en su momento consideró que no merecía la pena una infiltración tan arriesgada. De momento la impresión que se estaba llevando del reino de Hallstat no estaba siendo la mejor del mundo, era una isla sumida en una guerra civil fruto de la más pura avaricia cuyos dirigentes, en lugar de centrarse en el bienestar de su pueblo, se centraban en su particular juego de tronos, arrasando con su propia población.

¿La parte buena? Gracias al encuentro con Anastasya podía casi asegurar que por lo menos los Marines no estaban involucrados en el alzamiento de Anthony. A eso podía sumar que la casa de Iliana no debería tener más intenciones que la de mantener su estatus y sobrevivir y, además, debía tener en cuenta el extraño Jolly Roger del dirigible que antes iba a retransmitir la ejecución de la gobernante. Por tanto, su misión principal estaba cumplida, no se trataba de un complot gubernamental, si no de uno pirata.

Con esto aclarado y anotado, a espera de completar con futuros descubrimientos, la samurai decidió que ya se había escondido lo suficiente. El futuro del trono de Hallstat quedaría en manos del Comandante del North Blue o de quien estuviera al mando del Ejército Revolucinoario, su deber ahora mismo era hacer todas las averiguaciones posibles sobre su segunda misión: la epidemia de drogadicción.

La llegada de Lord Anthony al poder había tenido ciertas consecuencias. La primera, según había visto en las tabernas donde había ido, eran una serie de carteles de Se Busca que... bueno, Hallstat era una nación independiente. No pensaba que fueran carteles oficiales del gobierno. No conocía aquellos rostros, y realmente tenía suficiente con saber que a ella no la estaban buscando.

Después de aquel alzamiento, la revolucionaria se preguntó qué tal estaría aquel muchacho. Aún estaba herido. Frunció el ceño pero no iba a obligarlo a quedarse, podría buscarle unos problemas que no quería.

Entiendo... —murmuró. Parte de la formación de Tomoe había sido táctica, y entendía que algo así debía tener un motivo detrás. La gente, desesperada por su adicción y ante unos precios imposibles... serían capaces de vender a sus madres. De una forma literal, casi.
Iré contigo —decidió. Si no quería no pasaba nada, simplemente lo seguiría con cuidado y ya está.

Mientras seguía a Matheus iba pensando qué debería hacer exactamente. Cortar el suministro de golpe no sería el movimiento más inteligente, el síndrome de abstinencia podría ser letal, o ser peligroso para terceras personas. La solución... eliminar a los responsables, hacerse con el control de la producción, y solicitar ayuda a médicos y químicos del Ejército Revolucionario para ir reduciendo la dosis mientras se ofrece a coste cero hasta que se pueda eliminar del sistema.

El anuncio del nuevo monarca lo dejaba bien claro. Tenía una semana para cumplir sus objetivos y, a ser posible, impedir la coronación. Si Lord Anthony cumplía sus metas daba igual que controlara la producción de drogas, no tardarían mucho en arrebatarle el control. Sin embargo, si lograban destronarlo... podría hacer un apaño.

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Keiran T. Farraige
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 27 Dic 2020 - 18:36}

La mirada de Keiran se había mantenido perdida en algún punto de aquel muro que había más allá de los barrotes, donde apenas una antorcha les servía para iluminar levemente la estancia. Su expresión no llegó a mostrar nada durante las largas horas del primer día, pero sus ojos fulgían con un dorado rencor. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así de humillado —años, de hecho— y, por ahora, no tenía muy claro cómo reaccionar. Habían llegado a Hallstat para comerse el mundo y su paso por las tierras norteñas había sido poco más que un paseo para ellos; al menos, así fue hasta que se toparon con el desgraciado de Anthony. ¿Cómo podían haberse preparado para que les lanzaran algo así? Aquella cosa escapaba al conocimiento técnico que el pelirrojo poseía, pero mantenía una certeza en sus pensamientos: entre los materiales que conformaban la red que les había apresado debía haber kairoseki.
Ahora, tras el pequeño espectáculo, se encontraban presos bajo, probablemente, un palacio que apenas conocían sin saber con exactitud la profundidad que debían alcanzar los calabozos. El único consuelo que les quedaban a su subcapitana y a él era que Alexander había logrado escapar de allí con Adam e Izanami, por lo que ya debía haberse reunido con el resto de la tripulación si aún contaban con algo de suerte. La última baza con la que podían contar por el momento.

Lo cierto es, en realidad, que solo había algo que ocupaba la mente del pirata: un profundo odio que no hacía más que crecer y crecer, nutriéndose con los escasos recuerdos que tenía de aquel trono y redirigiéndose al rostro del que había identificado como Anthony. Hasta ese momento no había sentido predilección alguna por los nobles de Hallstat, pero sus prioridades habían terminado por definirse tras la breve escaramuza. Saldría de allí con su cabeza o no lo haría nunca: ese sería su juramento.

—Tendrás que hacerte a ello —gruñó ante las constantes quejas de Cassandra—. Nos esperan días muy largos en esta pocilga.

¿Reconfortante? Para nada, más bien tajante, pero debía hacerle entender a la princesa de Mercia que tendría que lidiar con aquella situación por el momento. ¿Por culpa de aquellos barrotes? Evidentemente no. Habían usado kairoseki contra ellos, pero no se habían molestado ni en ponerles grilletes de hierro. Las rejas de su celda resultaban endebles a sus ojos, al menos lo suficiente como para poder echarlas abajo gracias a la monstruosa fuerza que le confería su Fruta del Diablo. El problema era que no sabían nada de aquel lugar y, si esperaban escapar de allí, necesitaban recabar información y trazar un plan. Keiran era impulsivo, sí, pero si algo le había caracterizado siempre era el hecho de ser una persona sumamente astuta. Tampoco era la primera vez que le apresaban, así que contaba con cierta experiencia en ese tipo de situaciones. Así que esperarían, aprenderían cuanto pudieran de aquel sitio y, en cuanto se presentara la oportunidad, se largarían.

La comida era poco más que basura, pero no contarían con ninguna otra fuente de alimentos para recuperar energías y preparar su huida, así que menos daba una piedra. Le sorprendía que los alimentaran, de hecho, y es que ya contaba con que no les ofrecieran ración alguna para mantenerlos debilitados. Lejos de alegrarse, la idea de que gente tan incompetente los hubiera reducido le escamaba hasta niveles inimaginables. Su venganza llegaría, en cualquier caso. Casi no podía esperar por ella.
Los primeros días les sirvieron para enterarse de algunas cosas, tanto sobre su situación como sobre lo que ocurría en Astelia. El tal Lord Anthony no iba a ser quien fuera coronado como nuevo rey de Hallstat, sino que una descendiente de los Markovs sería puesta en el trono en lugar de Illiana; una muchacha más joven y cuya sangre parecía ser más pura. Por su parte, ambos serían ejecutados justo antes de la ceremonia, evento que tendría lugar dos semanas después de su encarcelamiento. Además, parecían haber puesto precio a las cabezas de cualquiera que se hubiera opuesto a la llegada de la nueva reina —entre los que debían incluirse Alexander, Adam e Izanami, seguramente—. Fuera como fuese, contaban con el tiempo suficiente como para trazar un plan de acción y escaparse de allí, no sin antes recuperar sus armas y todo cuanto les habían quitado. Si todo iba bien, lograrían dar con el resto de la tripulación y devolver el golpe.

Sin embargo, y en contra de todo pronóstico, una extraña visita desencajó al joven pirata y a su segunda al mando: una mujer enmascarada que se presentó frente a su celda, aparentemente con la única intención de conocer los rostros de aquellos que habían ocupado la sala del trono. A la noche, en relación con ello, un extraño sueño perturbaría su descanso.

Tomó la inmaculada corona entre sus dedos, sin quitarle el ojo de encima a quien debía ser la futura reina de Hallstat, aquella a la que Anthony quería colocar en el trono. Era poco más que una niña a sus ojos, aun sabiendo que no debía ser mucho más joven que él, pero su forma de hablar resultaba casi intimidante, como si su voz arrastrara una sabiduría sin par. Pese a ello, el único motivo por el que Keiran estuvo dispuesto a escuchar era que, al parecer, la protegida del tirano deseaba verlo muerto. Matar a Anthony, como ya hemos dicho, era la prioridad para el pirata desde el momento en que fueron capturados. Tener la oportunidad de decapitarlo él mismo resultaba tentador, así como la oferta por el trono. La verdadera pregunta era: ¿realmente necesitaba colaborar con ella para obtener lo que quería? Sería esta la cuestión que debería resolver durante el tiempo que le había dado para obtener una respuesta a su oferta.

El frío tacto de aquellas aguas de sus sueños lo sobresaltó, haciéndole salir de sus sueños bruscamente con la respiración agitada. Podía haber sido producto de su subconsciente, pero algo en él le decía que todo cuanto había ocurrido era demasiado real. Definitivamente, esa gente se había puesto en contacto con él, por más irracional que pudiera sonar. ¿Qué decir? Él podía transformarse en un sabueso demoníaco y Cassandra alterar la edad de las personas con solo tocarlas, ¿por qué no podía existir un poder que permitiera comunicarse a través de los sueños? Sería así como, en mitad de la noche, despertaría a su subcapitana para contarle cuanto había visto y escuchado.

Las horas pasarían a partir de ese momento, sin que Keiran pudiera volver a pegar ojo, cavilando en su interior. Finalmente, sentado con la espalda apoyada contra la fría piedra, su mirada se posaría sobre la de la rubia.

—Cambio de planes —indicó, con una expresión inmutable y hambre revanchista en sus ojos—. Veamos qué puede ofrecer nuestra nueva amiga. La usaremos para llegar a Anthony. —Hizo una pausa antes de continuar—. Y ese trono que tanto desean... será nuestro, a cualquier precio.

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Napolean
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 27 Dic 2020 - 18:47}

Dos semanas antes…

Napolean no era capaz de recordar todo lo que había sucedido, mas la velocidad de los acontecimientos fue tal, que solo pudo actuar por puro instinto de supervivencia, coger a aquellos que consideraba más indefensos y comenzar a correr. La red eléctrica, además de debilitarlo durante un instante, le dio una descarga eléctrica que le paralizó los músculos durante un momento, aunque eso no le impidió empezara a correr con los que él, interiormente, creía los más indefensos de la banda: Adam e Izanami. Su brazo estaba muy malherido, pero el subidón de adrenalina le ayudó a no sentir daños hasta haberse alejado lo suficiente del castillo.

La plaza era un caos, con decenas de personas luchando y manteniendo una cruenta batalla, llegando a pasar de inadvertido pese a la gran envergadura de su hercúleo cuerpo. Salió por donde había entrado, esquivando vehículos de metal y alejándose del conflicto. Estaba exhausto, así que decidió parar.

—Tenemos que ir al barco, una vez lleguemos allí esperaremos a que Cassandra y Keiran vuelvan, ¿de acuerdo? —dijo en voz alta, mirando fijamente a Adam—. Nosotros ahora ir a barco, a hogar, ¿vale? Keiran venir luego —dijo luego, con voz más pausada.

Tenía el brazo hecho un asco, así que en su psique tan solo pudo barajar una opción, una que no le gustaba nada, que Izzy acelerara su curación con el poder de su fruta.

—Izanami, querida…, ¿te importaría usar tu habilidad para aumentar la velocidad a la que puedo curarme? —le preguntó—. Tengo que estar al máximo de mis capacidades si queremos llegar sanos y salvos al barco —le dijo, observando como no muy lejos de allí estaba el coche de caballos en el que habían llegado. Y el que a él le gustaba, el plateado. Los caballos parecían haber huido debido a las explosiones, ¿suerte o casualidad que estuvieran a un palmo de sus narices? Le daba igual, tan solo quería alejarse de allí.

Se subió en el coche de caballos descapotao y como pudo llegó a la costa. Allí estaba el barco, con los tripulantes armas en mano por si ocurría algo.

Mes camarades subid el carruaje abordo —ordenó, subiendo arriba y sentándose en la cubierta—. Esperaremos dos horas, si no vienen pensaremos algo. No me gusta esto, pero por jerarquía me toca tomar las decisiones hasta que vuelvan el capitaine y la sous-capitaine.

El tiempo transcurrió lento, las explosiones de la capital se podían escuchar incluso a tanta distancia. El factor curativo recibido por Izzy lo ayudó bastante, en esas dos horas apenas notó molestia alguna, aunque la botella de vino que se había tomado también ayudaba a ello.

—Contramaestre Alexander —llamó su atención uno de los tripulantes, concretamente un individuo de tez morena, pelo pobre y ojos de color negro muy intensos—. ¿Qué vamos a hacer si no vuelven? —preguntó.

—Nosotros no abandonamos a nuestros hombres, soldado —le dijo—. Si no vienen tendremos que ir a por ellos. Y si alguien no esta de acuerdo que de un paso al frente y se atenga a las consecuencias, pues yo mismo me encargaré de que pague su perfidia.

Pero ninguno dijo nada. Alexander no tenía claro si eran gente fiel a su capitán o que, simplemente, tenían miedo de lo que él o Adam pudiera hacerles. No obstante, tenían que establecer una base lejos del barco, ya que de ser él el comandante del ejercito lo primero que haría sería cortar comunicaciones con el exterior e inutilizar los navíos, así que mandó a todos a coger provisiones y subirlas al carromato, así como cualquier objeto que pudiera servir en combate.

—Adam —le dijo con voz calmada—. Prepara tus cosas que nos vamos a la casa grande de antes, ¿recuerdas? ¡Muerte, muerte a los intrusos! —le dijo.

Lo cierto era que le costaba entenderse con el enano, pero no quedaba otra que intentar hacerlo.

Una vez estuvieron todos preparados, pusieron rumbo hacia la mansión en la que estuvieron buscando información al llegar a la isla.

Al llegar estaban las criadas, que parecían muertas de miedo. La que más impresionada parecía era Anabelle, a la que Napo había engañado cuando al conoció. Mandó a sus tripulantes a apuntarlas con sus armas y entonces alzó la voz.

—Lo primero, sí, somos piratas. Lo segundo, si no queréis morir y ser nuestra cena de esta noche haréis lo que nosotros digamos, ¿entendido? Lo tercero, si tenéis algo que decir decirlo ahora o callad para siempre.

En la cara de Napo podía notarse enfado e incertidumbre al mismo tiempo, así que independientemente de lo que dijeran las mujeres las esposó y puso a dos de sus hombres con cada una de ellas para que se encargaran de que seguían haciendo sus labores: limpiar la casa, cocinar y atenderles. Entretanto, dejó a Adam suelto por la casa, disfrutando de la vida, mientras que él iba a la herrería. Tenía todo lo necesario para hacer un pequeño arsenal, tan solo tenía que trabajar duro.

Encendió el horno de carbón y se adentró en la casa, allí había armaduras viejas para fundir y recordó la cubertería de plata que había guardado, así que con ello se puso a fundirlo todo y haciendo gala de sus habilidades como artesano del metal, con las herramientas de herrería que había en la casa, se puso a crear esferas de metal del tamaño de un diámetro de cuatro centímetros, suficiente como para cogerla y lanzarla con potencia. Estaba usando la formula de aleación que usaban en el norte y en el sur de Mythil, creando dos variedades distintas de esferas, ¿la cantidad? Lo decidiría la cantidad de metal que tuviera.

En la actualidad…

Transcurrieron dos semanas muy rápidamente, y pudo obtener la información de que sus compañeros estaban apresados en la cárcel de la capital. Adam seguía siendo un poco incordio, pero comenzaba a cogerle cariño. Era como la mascota coñazo que todo niño quisiera tener, con la diferencia que no tenía que sacarla a pasear. ¡Todo ventajas!

Después de saber eso, que fue al segundo día de haber creado una pequeña base de operaciones en el casoplón, afiló y puso a punto las armas de los miembros de su tripulación. Se había dedicado en cuerpo y alma en tenerlo todo a punto, incluso con la plata de la cubertería y el metal restante, trató de crear una espada ropera ajustada a su tamaño, con una hoja de 198 centímetros, un grosor de cinco centímetros que se reduce en la punta hasta llegar a los dos, y una guarda (cubremanos) circular con pocas florituras, aunque sí lo suficientemente buena como para ayudarle en la batalla.

Él no era espadachín, no obstante, tenía nociones gracias a su entrenamiento como caballero en su tierra natal, la isla de Mythil.

—Caballeros, señoritas, Adam… —dijo en voz alta—. Ha llegado el momento de movilizarse y poner rumbo a la capital. Nos dividiremos en dos grupos organizados: El grupo A, liderados por Roman y compuestos por Rose, Xusep y Bob—señaló a tres de ellos—. Volverá al barco y lo pondrá a punto en el caso de que tengamos que marcharnos de urgencia en el caso de ser necesario. El grupo B, comandados por un servidor, y compuesto por el resto vendrá conmigo a la capital, y se encargará de saquear todo lo que encuentren hasta que liberemos a Keiran y Cassandra e impongamos nuestra ley. Así que…, ¡allez, mes camarades!

—¿Y qué hacemos con las sirvientas? —preguntó Xusep.

—Matadlas —ordenó—. Y dejad constancia de que hemos sido nosotros —En su cara pudo contemplarse malicia—. Y dejad alguna muestra de evidencia de que hemos sido nosotros. Quiero que el mundo se entere de que los Ravenous Hounds no se andan con tonterías.

Y dicho eso, subió al carromato a algunos de los integrantes, mientras que otros iban a caballo directos hacia la capital. Tenían que dar un pequeño rodeo para tratar de no encontrarse con mucha gente, pero era necesario guardar aún cierto factor sorpresa.

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Helga Eiríksdóttir
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 27 Dic 2020 - 19:56}

Habían pasado varios días desde que había vuelto a mi segunda casa, Hallstat. Pasado este tiempo, había aprovechado para aceptar volver a pelear con Archie. No podía negarme a un duelo como aquel, quería mejorar y volverme digna de convertirme en una pirata de renombre. Archie era un rival muy duro, fue un combate sin interrupciones como cuando Yoldin se metió en medio. Aproveché para practicar nuevos combos y el consejo que me había dado el grandullón sobre saber esquivar. Había estado intentando mejorar aquello, intentando concentrarme y predecir sus golpes. Tenía un as bajo la manga, pero era mejor no usarlo hasta una pelea seria de verdad a vida o muerte. Y de todas formas, no la había usado en una pelea todavía. Después de acabar la pelea, me dispuse a descansar y esperar al tal Antoine. Cuando volvió parecía estar molesto porque alguien llamado Thadeus no fue a su encuentro.

Había vuelto con su sobrina y si los demás no se habían ido, reparó en nosotros. Nos habló acerca de su negocio con las drogas y de como planeaba hacer una especie de experimento. El jugar con los problemas de la gente me parecía un tanto rastrero. Sin embargo, yo era una pirata. No era quien para juzgar, había robado y matado gente. Pero podía hacer algo mejor que pasar de él. Si entraba en su organización trabajando para él, podría ganar información desde dentro. Porque no parecía estar solo.

- Yo puedo trabajar para ti y los tuyos, pero no gratis, claro. Puedo serte de facilidad como músculos extra o como quieras - Dije esperando que aceptara.

Independientemente de lo que contestara él o los otros, aguardé unos días en la guarida preparándome para salir. Vino una mujer con un color de pelo más rojo que el mío y le dijo algo que lo dejó como ido además de llevarse a su sobrina. Me quedé mirándole, intentando ver que hacía a continuación.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Lun 28 Dic 2020 - 18:03}

Habían pasado casi dos semanas desde la revuelta en las calles de Astelia. Anastasya estaba a salvo y descansando en la posada del Viejo Cuervo, para su fortuna. Había sacado muchas conclusiones de la compleja situación que vivía el reino, y dado que ni el sargento Khamûl ni Dwight dieron señales de vida, se sintió presionada hasta cierto punto. Por esa razón aprovechó su estancia en la ciudad para intentar ponerse en contacto con sus superiores en la marina e informar de la situación, elaborando un informe donde procuró incluir la mayor cantidad de detalles posible: la llegada de Lord Anthony al trono, su intención de ejecutar a la reina Iliana, y la cooperación que había entre este y los piratas de Antoine, culpables de la distribución de drogas en la ciudad. También se aseguró de notificar la desaparición de sus compañeros.

Desconocía si aquel informe llegaría a alguien en esas circunstancias, pero no podía quedarse cruzada de brazos. Durante ese tiempo intentó mantener una relación cordial con la señora que llevaba la posada, enterándose de las noticias que iban surgiendo en la ciudad. Las calles tenían guardias, ya no podía moverse con tanta libertad como antes, pero todavía podía hacer algo.

Todavía llevaba consigo la bolsita de pastillas y el DDM de Antoine, integrarse en su banda y ver su modo de trabajo podía ayudarla a sacar más conclusiones. Por lo que, una vez convencida, sacó el peculiar transmisor e intentó contactar con la persona que estuviese detrás. Tenía que sonar lo más natural posible, así que no le dio muchas vueltas.

—Esto… muy buenas. Soy una de las nuevas reclutas, pero me temo que me he perdido un poco por la ciudad y no querría llamar mucho la atención. Todavía no sé donde está la base, ¿podrían darme más indicaciones? Estoy enfrente del Viejo Cuervo.

Con el den den mushi en mano, esperó una respuesta.

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Cassandra Pendragon
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Lun 28 Dic 2020 - 18:40}

Cassandra fue despertada por un horrible dolor punzante que se extendía por su cabeza y le atacaba los glóbulos oculares cual puñales clavándose en las córneas. Por la nariz se colaba el olor a humedad y tierra, y su cuerpo perfectamente cuidado aquejaba las molestias de haber permanecido demasiado tiempo sobre una superficie dura.

La princesa emitió un gruñido antes de abrir los ojos, y se llevó una mano a la cabeza casi involuntariamente, antes de incorporarse y mirarse a sí misma. Tenía el abrigo de pelo negro manchado de tierra, el pelo platino despeinado y el vestido sucio, las medias y las botas llenas de polvillo y un par de uñas rotas. La indignación apresó su corazón en un puño, mientras examinaba sus alrededores para descubrirse en una celda mugrienta, como si fuera una cualquiera, que además estaba pobremente iluminada con tal solo un ventanuco sobre su cabeza por el que se filtraba tenuemente la luz de la luna. Llegados a este punto, la indignación se había convertido en ira pura, y la joven se levantó con rapidez y se llevó instintivamente las manos a las caderas, para descubrir que sus espadas no estaban ahí. La noble crispó los dedos en dos puños cerrados y emitió un nuevo gruñido, esta vez más alto.

Al volverse de cara a la pared trasera de la celda, descubrió al pelirrojo sentado serenamente un poco más allá, despierto.

—Ah —saltó la subcapitana, antes de carraspear y proceder a fingir que su arrebato dramático no había sucedido—. Estás demasiado tranquilo, ¿quizá? Nos han encerrado en esta celda mugrienta, ¿y ni siquiera tienen la decencia de otorgarnos celdas individuales? ¿Nos obligan a compartir este cuartucho hacinados como animales? ¡¿Cómo osan?!

—Necesito un baño urgentemente. Remojar en agua caliente durante al menos un par de horas, quizá recibir un tratamiento con aceites esenciales para revitalizar el cabello y tratar la piel... Y encontrar una lavandería decente, si quiero salvar mi abrigo... Oh, y mi vestido... No podré volver a usar este vestido... Es uno de mis favoritos —continuaba quejándose días más tarde la aristócrata.

—¡No puedo creer que osen tratarme de esta manera! ¡¿Es que acaso no saben quién soy?! ¡Menuda panda de analfabetos ignorantes, incapaces de reconocer la realeza cuando la tienen delante! ¡Esto es ultrajante! ¡Cuando salga de aquí...! —seguía otro día, mientras caminaba la corta distancia que le permitía la celda de un lado a otro, con paso apurado y gesto airado—. ¡Cuando salga de aquí, me encargaré personalmente de que el apellido Pendragón se quede grabado en sus memorias para siempre!

—...Nunca pensé que caería tan bajo —se lamentaba unas horas más tarde, acurrucada en un rincón y abrazándose las rodillas en clara pose depresiva—. Yo era la princesa heredera al trono de Mercia... Con tal de casarme con un imbécil y concebir un heredero, tenía la vida resuelta... Podría haber sido la reina más valorada de la historia de Northumbria... La reina más grande del archipiélago, la que consiguió unificar las cuatro islas bajo una sola corona... Pero no, tenía que reinar en solitario... Tenía que dejar que mi ambición superase a mi razonamiento y abandonar mi hogar con un pordiosero en busca de conquista...

—¡Eh! ¡Tú! ¡¿Qué clase de comida es esta?! ¡¿Es así como tratáis a los nobles en esta isla?! ¡No me extraña que os hayan dado un golpe de estado! ¡Esta cosa a la que osáis llamar comida no se la merecen ni los cerdos! —chillaba un rato después, cuando les trajeron la comida—. Ya está, esto es más que suficiente. Si no le plantamos fuego a esta isla entera, no me quedaré tranquila. Que conozcan la ira de los Pen... de los Ravenous Hounds —se corrigió en el último momento—. No creas que no lo sé —respondió a las palabras de su compañero, sentándose un poco más allá.

Y es que a pesar de las quejas constantes y los intensos cambios de humor espolvoreados con altas dosis de dramatismo, la princesa llevaba todo aquel tiempo haciendo funcionar el cerebro a toda velocidad en busca de un plan de acción. La realidad era que, aunque salir de allí no suponía un problema real, no sabían dónde estaban, y tampoco lo que se encontrarían al salir. Quizá el uso de la red de kairoseki había sido una fortuita coincidencia, pero la desconfianza natural de Cassandra le indicaba que aquel tal Anthony sabía que había usuarios de fruta del diablo en la tripulación pirata. Desde luego, no tenía manera de conocer los poderes de la ex-princesa de Mercia, pero no podía decirse lo mismo de Keiran, quien no dudaba en hacer alarde de sus habilidades en público sin dilación. Si no habían subestimado las habilidades de los piratas, lo más seguro era asumir que habían decidido innecesario ponerles grilletes o encerrarlos por separado, o en una celda más segura, porque no importaba que se las apañasen para salir de la celda en cuestión.
Según la teoría de la subcapitaba, debían encontrarse en los calabozos del propio palacio, lo que suponía una alta presencia de guardas y otras personas armadas en los pisos superiores. Quizá Anthony confiaba en que, aunque escapasen de la celda, no serían capaces de salir del castillo. Y no podía olvidar la red de kairoseki. La opción segura era, por tanto, esperar a ser llevados a otro lugar e intentar escapar entonces, quizá con la ayuda de Alexander, Izanami y Adam, quienes habían escapado sin aparentes problemas. Y teniendo en cuenta, por supuesto, que debían recuperar sus armas primero.

Una muchacha los visitó tras unos primeros días con la única presencia del guardia que les llevaba comida, para decir algo críptico y de tono dramático y marcharse sin más.

—La gente de esta isla se aburre mucho, ¿no? —fue todo el comentario que Cassandra tuvo que hacer al respecto, una vez la joven había desaparecido del calabozo.

Los días procedieron de manera similar tras aquel extraño incidente, con la aristócrata balanceándose entre la indignación y la depresión, aunque sus ataques de dramatismo se calmaron bastante conforme pasaba el tiempo, quizá por la falta de comida decente y el acumulado cansancio, quizá porque empezaba a acostumbrarse a la situación o quizá porque se había dado cuenta de que tanto quejarse no le valía de nada más que para gastar energía.
Su nueva encontrada rutina de la desesperación fue interrumpida bruscamente una noche, por el capitán pirata despertándola para contarle el extraño sueño que había tenido.

La princesa era escéptica de profesión, pero también creía en la magia, y no le costó asumir como premisa verídica que aquella niña tenía el poder de aparecerse en los sueños de la gente, porque había ido a escoger aparecerse en los sueños del capitán de la tripulación, ni más ni menos. Si además tenían en cuenta la extraña visitante de verbas dramáticas, todo parecía encajar.

—...Está bien —aceptó la subcapitana—. Es posible que sea nuestra mejor opción, de todas maneras. Enseñémosles quiénes somos. Esta gesta tan solo servirá para acrecentar nuestra leyenda. Un pasito más hacia nuestros objetivos —determinó, recuperando su característica mente fría y cruel.

Iba siendo hora de enseñarle a Hallstat lo que era una reina de verdad.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Lun 28 Dic 2020 - 21:56}

Por fin había llegado el día. Las chicas llegaron puntuales como habían hecho la última vez. Todas me trajeron varios carteles de “se busca” entre los cuales por suerte y aunque así lo esperaba no se encontraba mi rostro. Sin embargo, las recompensas que tenían no eran moco de pavo y sin duda llamativas para que la gente tuviese ganas de probar suerte para conseguirlas.

Sin embargo, la noticia que más me sorprendió que me dieron las chicas, fue el cierre de los negocios dirigidos por la Madame Spirelli. La gente era posible que pensase que era por consecuencia de la guerra que se había producido, pero estaba seguro que era algo que había pasado desapercibido dado que pocos eran lo que sabían de la muerte de la Madame.

Una de las chicas parecía haberse dedicado a mantener vigilado el laboratorio del que habían escapado y al poco de que Lilith se hubiese marchado de la isla había, aparecido por el laboratorio una mujer de pelo escarlata con una niña como Spirelli en sus brazos. No sabía cómo interpretar aquella información. Era posible casi cualquier cosa, desde que la niña era un clon de Spirelli y en la cámara la harían crecer, como que la habían secuestrado, incluso que sería la joven promesa para convertirse en la siguiente líder del laboratorio.

Otras de las cosas que no me pasó por alto fue el hecho de que sacasen de la cabeza de las niñas gemelas algo de sus cabezas. Como si no fuesen personas realmente y fuesen máquinas. Sin embargo, aquello no parecía se un buen augurio, más bien lo contrario. Me quedé callado un momento pensando cual sería la mejor forma de actuar ante aquella situación. No tenía ninguna vinculación con la isla o su historia, si quería buscar algo de relación con los bajo fondos me habían dicho que esta isla era un buen sitio por el que empezar. Sin embargo, no tenía pistas de por donde empezar.

-Chicas, recuérdenme como se llamaban, tengo mala memoria para los nombres – les dije con una sonrisa y es esperé por su respuesta – Bien, dado que hemos decidido quedarnos necesito saber el motivo por el que hay este conflicto y como es lógico, de unirnos a algún bando será el opuesto al que os tenía presas. Sin embargo, quiero dejar claro que lo principal es la supervivencia, por lo que si tenemos que fingir pertenecer al otro bando lo haremos. Mi intención es adentrarme en los bajos fondos por asuntos personales, me dijeron que en esta isla podría hacerlo. Es decir, actuaremos como mercenarios.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 29 Dic 2020 - 0:04}

El niño de cabellos rubios le costó procesar la situación, la red, el agarrón, el sonido del cristal rompiéndose y el futuro incierto sobre la pareja alfa de su manada ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué el gigantón de pelos rojizos los estaba arrastrando? Y es que a Adam le hervía la sangre por el mero hecho de que no le dejarán pelear, y es que al igual que le ocurrió en su isla natal hacía escasas semanas, el niño aún no sabía reconocer lo que era una causa perdida.

Adam no dejo de moverse y zarandear mientras el gigantón lo arrastraba, no hacía otra cosa que gritar frente a la incomprensión de lo que era su nueva situación, no entendió la explicación del contramaestre salvo por las palabras de barco y hogar, quejas y maldiciones que quedaron enmudecidas por la batalla que allí se libraba.

-¡NO, NO, Adam, NO!- negó mientras  trataba de zafarse del semigigante -Keiran allí, ADAM ir con Keiran!- continuó  mientras continuaba con su intento en vano, más su esfuerzos fueron en vano, fue arrastrado al carruaje a la fuerza, debilitándose a medida de que veía al castillo alejarse en el horizonte y con él, las esperanzas de regresar con su capitán, y es que el mundo salvaje del niño tribal había una especie de ley natural no escrita, y es que cuando la manada dejaba a un miembro atrás, este por lo general no solía regresar con vida.

Adam atendió a las explicaciones y la discusión en cubierta, expectante a la pasarela y aguardando nervioso la vuelta triunfante de la pareja que lo había arrastrado fuera de su isla natal y de su mundo conocido. Y es que, sin su amo, el albino se sentía como una especie de náufrago, y es que Keiran se había convertido una agradable sombra bajo la que estar, sin mencionar que había sido la persona con la que más más dependencia había desarrollado, sintiéndose más perdido si cabía en un mundo desconocido.

A medida que pasaba el tiempo, y el rumor en cubierta se fortaleció, todas palabras vagas e intangibles para la abrumada mente del niño, que había pasado de una actitud siempre inquieta y alegre a una serena y calmada, con ceño fruncido y puños apretados, y es que, si bien esta vez no había sido el chico el que había mordido el polvo, lo sentía como tal. Ni tan si quiera se esforzó en buscar un significado en las palabras del gigantón cuyo rostro reflejaba un condescendiente producto de la situación.

Al igual que el resto, el muchacho ayudó a llevar gran parte de las provisiones, arrastrando consiguió lo que le fue encargado, que no era ni más ni menos que uno de los cañones del barco, carga que arrastró ofuscado entre sus pensamientos y los gruñidos que hacía por el esfuerzo, sin llegar a plantearse cual era el motivo por el que estaba arrastrando aquel “duro cilindro no comestible escupe fuego”.

Al contrario que el resto Adam no volvió a la casa con el resto de los hombres, sino que se refugió en los alrededores del bosque, observando melancólico el castillo en la lejanía, aunque en el fondo lo que tal vez se sentía más familiar entre los árboles que encerrado entre aquellos muros.

Los primeros días, el rubio se los dedico única e íntegramente a domar a lo que sus semejantes llamaban caballos, tomando aquel que tanto le había llamado la atención, imitando punto por punto lo que había visto hacer al mozo de cuadra, progresando un poco cada día al mismo ritmo que iba recobrando el ánimo. Pero no fue hasta pasada la primera semana, cuando el albino terminó de domar la bestia pudiéndose mover libremente sobre ella sin el menor de los percances.

El resto de los días se los paso cabalgando por los bosques, adentrándose cada día más en el oscuro interior de este, y regresando cada día tan solo para la hora de la comida y el pinchazo de castigo correspondiente de la cocinera de abordo. Arrastrando consigo cualquier tipo de alimaña que cazaba en sus viajes: algunos días liebres, otros días ciervos y algún que otro alguna rara ocasión algo de aspecto más grande.  

Y es que a medida que pasaban los días el niño volvía con un aspecto más deplorable, de la misma forma que se acercaba un poco más al aquellos funestos muros negros del castillo. Poco importaba la bestia o hombre que se interponer en su camino o la inclemencia del invierno, el salvaje sobrellevaba la perdida como buenamente podía, y es que el rubio se aferraba a encontrar un camino, una forma de rencontrarse con lo perdido, y es que de forma inconsciente, Adam había comenzado a desarrollar su olfato de una forma completamente anormal, ya que pese a que el rubio fuera ajeno a ello, la cocinera no daba puntada sin hilo y aquellos pinchazos no eran tan casuales como el albino podía llegar a pensar.

Y así sucedieron los días para el niño, inmerso en su mundo y aferrándose a encontrar una traza que le regresarán ante su impío señor, y con un ferviente deseo de revancha, que estallaron, y a lomos de un caballo blanco Adam ahora encabezaba el grupo del “Napo” y en el caso de que hubiera descubierto un sendero, tanto de guiar a su infame grupo por los sinuosos caminos que planteaba el bosque.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 29 Dic 2020 - 0:57}

Sin duda alguna aquel no había sido el día de Sam. Él, ingenuo y lleno de ilusión, que había llegado con la intención de conseguir un poco de dinero dedicándose a su oficio, se vio envuelto en una brutal guerra. No era tonto, sabía que había un complot tras todo aquello, y una sensación de turbación se había apropiado de su mente. Especialmente cuando se encontró a oscuras, dentro del vehículo que había volcado y en un sitio que desconocía.

Sus primeros pensamientos estaban dirigidos hacia Toby y sus compañeras. Había estado muy poco tiempo con ellos, pero al cooperar y superar una situación de peligro de forma conjunta, ya les consideraba compañeros, y como tal, se preocupaba por ellos. Especialmente por Toby; las chicas sabrían buscarse la vida, pero el ingenuo Toby, tan solo y rodeado de enemigos... Se temía lo peor. También recordó al pequeño Matheus, aunque estaba convencido de que estaría bien. Si tenía razón y aquel había sido su último día de trabajo, debería estar a salvo. Además, lo realmente importante en aquel momento era conseguir salir de su prisión móvil. De otra forma, no sería capaz de ayudar a nadie.

Tras escudriñar en busca de una salida del cubo de metal, lo que acabó encontrando fue algo muy distinto. Sus diestros dedos dieron con un pequeño papel. No supo por qué, pero se lo guardó en uno de los bolsillos del pantalón mientras seguía buscando la salida; si estaba allí dentro, podría haber pertenecido a Anthony. Tras mucho indagar consiguió salir del vehículo. Miró a su alrededor, intentando buscar una salida, pero apenas había iluminación y se encontraba desorientado. Tras meditarlo un momento solucionó el problema de la luz; usando uno de sus lanzallamas consiguió iluminar el camino poco a poco. Empezó a explorar aquel lugar extraño, que sin dudas se trataba de una mina, tal y como había gritado el Lord al encerrarle.

«Y ahora, ¿por donde se sale?» se preguntaba mientras recorría un camino serpenteante alumbrado por el fuego que desprendía su mano. A ratos debía apagarlo. De no hacerlo, su brazo se sobrecalentaría y podría llegar a estropearse. Cuando esto ocurría, simplemente cambiaba de brazo con el que alumbrar. No tardó mucho en darse cuenta de que allí hacía calor, y el hecho de usar las llamas solo lo empeoraba. Esperaba encontrar una salida, y que fuera pronto.

Había pasado mucho tiempo, demasiadas horas. Finalmente, cuando creía que estaba cerca de la salida, encontró el lugar en donde aún seguía volcado aquel carro blindado. Desmotivado, se sentó, apoyando la espalda sobre el vehículo, y maldiciendo su mala orientación. Entonces recordó el pequeño papel que había encontrado antes y, usando uno de sus lanzallamas, se propuso leerlo, alejando el fuego todo lo posible del papel. La nota, que había resultado ser una carta, no hacía más que confirmar sus sospechas, además de darle un nombre. ¿Sería Mercurio el culpable detrás de todo? La única forma de descubrirlo y ayudar a los pobres habitantes de aquella isla era saliendo de la mina y recabando información para poder actuar. Se volvió a levantar, esta vez lleno de determinación, y se propuso encontrar la salida del lugar.

Habían pasado dos días completos desde que leyó la carta, y era la séptima vez que pasaba junto al carro volcado. Su mala suerte solo era comparable a su pésima orientación, y si hasta el momento no había padecido ni hambre ni sed se debía únicamente a su condición de cyborg. A pesar de su motivación inicial, se encontró descubriendo una gran verdad: sin ayuda no lograría salir de ese lugar. El tiempo pasaba lentamente, y no sabía qué hacer. El aburrimiento empezó a apoderarse de su cuerpo hasta que, sin darse cuenta, se encontró inspeccionando el vehículo en el que había llegado. El viaje hasta la mina lo había estropeado, pero estaba seguro de ser capaz de arreglarlo. Si lo conseguía, podría descubrir un poco más sobre la extraña tecnología impropia de aquel lugar, y sin duda supondría una clara ventaja para sus objetivos. Hiciera lo que hiciera, no podría salir de la mina, así que se le ocurrían pocas ideas más.

Al cabo de otros cuantos días, centrado completamente en la reparación del vehículo, escuchó un ruido monótono que no había escuchado en toda su estancia en la mina. Una pequeña chispa de esperanza empezó a crecer en su interior, y cuando fue a investigar de qué se trataba, se encontró con un hombre que parecía fundirse con las sombras. Pero era un hombre, al fin y al cabo, y podía sacarle de allí.

Gracias, de verdad, muchas gracias, ya creía que me quedaría aquí atrapado para siempre —agradeció al hombre que resultaba ser un muchacho no mucho mayor que él—. Si no llegas a aparecer, no sé que habría sido de mi.

El chico le miró de arriba abajo, y sus siguientes palabras causaron una gran impresión en el joven cazarrecompensas. Le había reconocido como alguien hostil a Anthony, y no estaba completamente seguro de si aquello era bueno o malo, pero hubo algo en su forma de decirlo que le hizo creer que estaban en el mismo bando. Si no, ¿por qué habría dicho que era curioso? Aunque podría referirse a su extraño cuerpo. Fuera como fuera, Sam tenía pocas opciones, así que decidió seguir al hombre.

Puede que también me interese conocer a tu señora —dijo, cauto, tras aceptar la mano que le tendía—. Si me das unos minutos, te acompañaré encantado.

Y, sin perder el tiempo, se acercó rápidamente al carro blindado. Aún no había tenido tiempo de comprobar si funcionaba o no, y tampoco podía llevárselo consigo en aquel momento, así que decidió dejarlo aparcado, a la espera de que fuera necesario hacer uso de él. Sin embargo, sí creía que podría utilizar el cañón acoplado a su techo. Hacía varios días, justo antes de ser enviado a la mina, había comprobado la efectividad del arma, y estaba convencido de que podría ser útil allá a donde fuera. Intentó desacoplarlo del vehículo para colgarlo de su espalda y así llevarlo consigo a pesar de su voluminoso tamaño, aunque si no era capaz simplemente lo dejaría en el vehículo, a la espera de que fuera necesario usarlo.

Acompañó al hombre por sinuosos pasillos labrados en la piedra hasta llegar a la salida. Cuando el sol rozó sus oscuros ojos se llevó instintivamente una mano a la cara, cubriéndosela de la luz solar. Siguió al chico de negro hasta llegar a un pasadizo secreto, y por el camino había obtenido información sobre todo lo que había sucedido en los últimos días, asintiendo a cada palabra. «¿Y a dónde conducirá este pasadizo?» se preguntaba a medida que caminaban dentro de él.

Por cierto, ¿no sabrás algo sobre un hombre grande, de piel verde y marrón, con carne derretida en algunas partes de su cuerpo, verdad? Responde al nombre de Toby, y es un amigo mío. —Esperaba una negativa de aquel chicho, pero no por ello debía perder la esperanza.

Finalmente acabaron en una habitación lujosa, casi tan oscura como la mina. «Esto es el palacio» se dijo mientras inspeccionaba el cuarto.

Muy bien, muchas gracias —respondió al hombre justo antes de que se fuera.

Enseguida comenzó a inspeccionar la habitación. No era arquitecto, pero si había un pasadizo secreto, podrían haber más. O tener más secretos. Incluso podría tener cosas de valor que pudieran ser útiles a un cazador como él. Además, al entrar en aquel lugar se estaba jugando el poco pellejo que le quedaba, ya que se encontraba en terreno de Lord Anthony. Pensaba que era mejor estar preparado, pero también sabía que, a juzgar por el estado de la habitación, no se había usado hacía mucho tiempo. Finalmente se relajó un poco, aguardando a la llegada de aquella mujer llamada Lady Erica. ¿Qué encontraría en ella?

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 29 Dic 2020 - 2:02}

A veces el destino tiene planes inesperados, erráticos y cargados de una venenosa dosis de ironía. Y es curioso cómo, en esos casos, puede una situación bajo control descarrilarse en cuestión de segundos. Primero fue Iliana, tomando la precipitada decisión de dirigirse de inmediato a la guerra, sin esperar a recuperarse del todo ni reunir fuerzas. Él más que el resto comprendía la fuerza que la reina ocultaba. La había visto blandir una espada con más habilidad que la mayoría de sus caballeros, sino todos. Probablemente tenía fuerzas de sobra como para partir, pero ir a la guerra sin estar en sus plenas capacidades era en el mejor caso una mala idea. En el peor, un error fatal. Después la loba cuestionó la decisión de la reina, preocupando a Velkan por las posibles represalias. Iliana no llevaba bien que le llevasen la contraria. También se aseguró de dejar claro que tenían aún una deuda que pagar.

- No he olvidado esa deuda - se apresuró a decir - Y te recuerdo que soy yo quien la ha contraído, no mi reina. Ten por seguro que la mujer que os ha hecho esto morirá. Más aún, dado que está aliada con esos piratas que luchan por el Architraidor, ir al a guerra es el equivalente a cumplir la promesa.

Aún quedaban más sorpresas. Brianna decidió saltar también. Se giró hacia ella, con una mezcla de hastío y sorpresa. Por un momento pensó en interrumpirla antes de que dijese algo que enturbiase aún más los ánimos de la reina, pero decidió dejarla hablar. Pronto se arrepentiría de no habérselo impedido. Las declaraciones fueron una auténtica caja de Pandora. Velkan se estremeció al enterarse de que ese extraño Markov con el que había hablado por Den Den Mushi era el hermano de Iliana, el responsable de su desaparición y pareja de Brianna. ¿Eran siquiera pareja? Aquella revelación terminó de despertar a la bestia, y la reina cogió una de las espadas de su guardia... decidiendo no matar allí mismo a su hermana aún, para alivio de Velkan. Y fue entonces cuando se volvió hacia él y vio la acusación y la sospecha en sus ojos y sus labios. Fue como si un centenar de agujas heladas hubiesen perforado su espalda al mismo tiempo. Por un momento no pudo evitar que la decepción asomase a su rostro al ver a su reina dudar tan fácilmente de su lealtad, pero lo ocultó tan pronto como fue consciente. Entonces se adelantó dos pasos, apoyó su lanza en el suelo y se arrodilló ante la reina.

- Mientras quede una gota de sangre en mi interior, empuñaré mi arma por el reino. Mi honor será el de la familia real, mi orgullo el de la corona y mi escudo el de la reina. Así lo juro, desde hoy hasta el fin de mis días - pronunció sus votos, renovándolos - Así lo juré frente a vos el día que perdonasteis mi insubordinación en el campo de batalla. Mi juramento no ha cambiado, majestad. Mi único pecado es no haber sido lo bastante fuerte como para lograr detener al Architraidor cuando desaparecisteis.

Bajó la cabeza y esperó a las palabras de Iliana... por un momento. Entonces se dio cuenta de que si quería evitar más problemas para su hermana, debería decir algo más. Estar cerca de Iliana no era lo mejor para ella ahora. Más aún, ahora sospechaba que su embarazo probablemente tenía que ver con el hermano traidor. Si la reina se enteraba de que su hermana estaba embarazada, sospecharía que llevaba en su interior a la descendencia de su hermano, los hijos de un traidor... y posibles futuros candidatos al trono. Su deber para la corona dictaba que informase a la reina, pero su deber para su familia decía que protegiera a su hermana. Tenía claro lo que hacer, pero debía pisar con cuidado. Por ahora la prioridad sería sacar a Brianna cuanto antes de allí y alejarla de esa guerra, antes de que su condición se volviera más evidente y la reina lo notara. Más adelante iría a pedirle que renunciase a los derechos de sangre de sus hijos a la corona, cuando las cosas se hubiesen calmado. Si es que sobrevivían y ganaban.

- Majestad, desconocía que mi hermana estuviese relacionada con vuestro hermano. Ni siquiera sabía que tuvieseis uno, ni mucho menos he venido por causa suya. No puedo hablar por mi hermana o su relación con ese traidor, pero sí puedo decir que si seguís con vida ha sido gracias a ella. Nadie más poseía conocimientos médicos, y fue gracias a sus habilidades que pudimos anticiparnos a vuestros captores antes de que os pusieran en el patíbulo. Os ruego en virtud a sus servicios, pero también teniendo en cuenta su vínculo con tan peligrosa persona, que le perdonéis y le permitáis abandonar Astelia en paz. En nuestra baronía familiar en Kalaikia podría, en virtud de castellana en mi nombre, reclutar tropas que enviarnos como refuerzo al sur.

"Permitirle abandonar" era un término muy fuerte. En cualquier momento Brianna podría haber creado una puerta y marchado sin permiso de nadie. Sin embargo Astelia no dejaba de ser, si bien de iure y no de facto, la ciudad de Iliana. Si había de partir en términos pacíficos debía ser con el beneplácito de la reina. Y en aquel momento iban a necesitar toda la ayuda que pudieran reunir. Podría haber partido él mismo a Kalaikia a intentar recordar a los nobles y los clanes kalaikoi su juramento de lealtad a la reina y lograr que el ejército del norte partiese a ayudarles. Sin embargo no iba a dejar a Iliana sola. Además, las fuerzas de los Markov estaban más cerca. Era posible que los miembros menores de la familia retrocediesen e hincasen la rodilla cuando la heredera de la rama principal se presentase, pero si eso no ocurría y algún advenedizo ambicioso intentaba tomar el poder para sí mismo, estaría allí para ser el brazo ejecutor de la reina. Tras eso, se incorporó, aunque mantuvo la cabeza agachada en actitud servil. Ahora mismo no quería dar más motivos a la reina para enardecerse.

- Si aceptáis mi consejo, majestad, creo que nuestro primer movimiento debería ser asumir el control de las huestes de vuestra familia. Los Markov no están lejos de la capital. Su ejército por sí solo no os ganará la guerra, pero es mejor que lo que tenemos ahora mismo.

Dirigió una mirada evidente a la estancia. Una manada de lobos, una mujer loba y unos pocos caballeros. A eso se limitaba el séquito de la reina ahora mismo. Y la lealtad de los lobos era cuestionable.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Miér 30 Dic 2020 - 1:46}

Normas del capítulo:


  • Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
  • No se puede postear los martes antes de la moderación.
  • Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
  • Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
  • A más riesgo, más premio.
  • Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
  • Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
  • Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
  • Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
  • Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
  • La ley del plot no es a prueba de idiotas.


Moderación:

Con la coronación próxima, el caminar por las calles sin llamar la atención se ha vuelto un tanto complicado. Las buenas gentes de Astelia se encierran en sus casas, tratando de agachar la cabeza y no parecer sospechosos a ojos del nuevo cacique que pretende dominar sus vidas para volver a la «normalidad» que había en Hallstatt antes de la muerte de Deiran. Parece que los únicos que se atreven a salir a las calles o se pasean a sus anchas son los niños de los suburbios, que van de un lado a otro con bolsas llenas de drogas. Las famosas Prixos cuyo valor se ha incrementado exponecianlmente. Quitando a estos y a sus compradores, rara es la persona que se disponga a salir de su casa salvo para comprar lo imprescindible. Incluso las tabernas van viendo mermadas poco a poco sus capacidades para ofrecer información. Y esto es solo el principio.

De momento Anthony se mantiene sereno, como una estatua que se ha quedado anclada en el sitio, tratando de mantener su posible ansia o nerviosismo bajo control. Aunque su mandíbula apretada y sus manos apretándose sobre el reposabrazo de su trono temporal indican la sombra de su preocupación. Las fuerzas Markov están mermadas, sí, pero no han sido del todo apagadas y ahora tienen a esa hereje que era la reina con ellos. Un contraataque más pronto o más temprano es inminente. El hombre sopesa la posibilidad de empezar a usar su mano de hierro y revisar las casas en las que cualquiera de estas ratas pudiera estar escondida. Pero de momento no. Con tres patrullas cíclicas recorriendo las calles a la vez en distintas zonas, apenas hay espacios en el tiempo en los que poder moverse por rutas muy concretas sin cruzarse con ningún guardia.

Mientras tanto, las manecillas del reloj van llegando poco a poco al clímax.  

Dentro del Zeppelin negro, discuten dos figuras mientras tres se mantienen detrás de una de ellas, inmóvil, y otro grupo sigue investigando y observando el cielo mediante un telescopio. En el punto caliente de la sala se mantiene una airada conversación. El resumen, la pérdida de Spirelli y dos fotos sacadas de los recuerdos de las niñas y su asistente, las nuevas presas de Altair.

—Nada te asegura que sigan en la isla, lo sabes, ¿Verdad? —El silencio como toda respuesta por parte de la mujer antes de darle la espalda.

—Tú solo asegúrate de entregar las copias entre tus subordinados y proteger a la niña. Sin su madre, es la única que nos puede ayudar a futuro a retomar esas investigaciones. Ah, y me llevo a las gemelas conmigo —Dice antes de darse la vuelta y volver a bajar, no sin antes escuchar las palabras de los astrónomos: «Falta poco para el descenso de la estrella».

Helga, Yoldin y Shiro:
Keiran y Cassandra:
Alexander y Adam:
Velkan:
Morgoth:
Samvel:
Tomoe:
Anastasya:
Velkan Byrne
Cazador famoso
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Jue 31 Dic 2020 - 2:39}

Podría haber dedicado un momento a despedirse de su hermana, pero no era el momento. Si Brianna le hacía caso y se marchaba al norte, podría ir a verla al final de la guerra y hablar con ella. Ahora tenía que parlamentar con el resto de caballeros. Reunió a los que no estaban de guardia en el salón principal para hablar con ellos. No habían escogido formalmente a un capitán, pero desde que se había reunido con ellos, habían escuchado sus palabras y seguido sus planes. Y ahora Iliana había confirmado, indirectamente, su liderazgo al dejarle escoger los caballeros que le seguirían. Solo quedaban nueve de ellos, más un décimo que se había ido tras el rescate de la reina a dar las noticias a los Markov. Si todo había ido bien, se reencontrarían con él en el campamento.

- Sir Viktor, eres el más sabio y experimentado de nosotros - comenzó Velkan - Dado que no tenemos una estructura formal nadie tiene la autoridad para dar órdenes al resto. Sin embargo, si estás dispuesto a escucharme, creo que eres el que debería quedar con la reina para protegerla y aconsejarla. Sir Kedric, sir Hans, vosotros me acompañaréis al campamento de los Markov. Otros dos deberíais ir a cumplir el otro encargo de la reina, decidid vosotros. No emplearía un grupo mayor, no podemos dejar la mansión desprotegida.

Una vez hablados los pormenores, él y los dos caballeros se dirigieron a la salida, momento en que se dio cuenta: podían salir de la ciudad, pero sería una salida difícil y probablemente el enemigo estaría buscando a caballeros con su descripción. Podían intentar aprovechar alguna de las dos brechas de la muralla, pero seguramente ambas estarían custodiadas. Salir por las puertas implicaría abrirse paso luchando. Y no era momento de ponerse a buscar las salidas secretas y comprobar si seguían en funcionamiento. Suspiró. Parecía que a pesar de todo sí que tendría que hablar con su hermana antes de irse. Hizo un gesto a sus compañeros para que le siguieran y se apresuró a buscarla, antes de que se marchase por un portal.

- Brianna, tengo que pedirte un último favor... ¿puedes sacarnos de la ciudad contigo? No creo que salir por la puerta con nuestras armaduras sea una opción - por otro lado podrían haber salido con ropa normal, pero un caballero sin armadura... no, era mejor que los Markov le reconocieran. Tras un momento añadió - Y siento cómo se ha desarrollado todo. La reina es una persona... de carácter difícil en ocasiones. Pero es una buena líder y la legítima monarca. No sé qué ha pasado entre ella y su hermano, pero perdónala. Las peleas familiares suelen ser asuntos difíciles - dijo, con una sonrisa triste. Esperaba que Brianna lo entendiera.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 3 Ene 2021 - 2:36}

Joder, realmente el entrenamiento con Archie era doloroso, pues aún después de hacer un segundo sparring con él, parecía ser aún más fuerte que cuando peleamos por primera vez. No había logrado el predecir sus golpes aún así, el grandullón se había contenido. Me daba gusto el pelear con alguien con fuerte y más cuando se tomaba la molestia de enseñarme a mejorar en las luchas. Me había ayudado a levantarme del suelo y me dio otro consejo. Todo me parecía raro. ¿Cómo iba a predecir un ataque sin buscar predecirlo? Me dolía la cabeza así como el cuerpo. Cuando nos tocó hablar con Antoine, este aceptó mi propuesta de trabajar para él. Independientemente de la opinión de mis compañeros, la primera tarea era buscar a unos chicos en los barrios pobres y decirles que ha habido un cambio de planes.

- Entendido, jefe - Dije aparentando para ganarme su confianza para ir poco a poco intentando descubrir que estaba pasando de verdad en la isla.

Así, en caso de que nadie me acompañara al trabajo, subí al exterior para encontrarme que la ciudad había cambiado desde mi instancia en el subterráneo. Habían carteles de Wanted por las paredes de los edificios y aún se podían ver los estragos de una batalla en la ciudad. Pero lo primero era lo primero. Tenía que buscar a los chicos y cumplir mi misión. Uno por uno los fui encontrando y diciéndoles que venía de parte de Antoine para contarles lo que me había dicho. Cuando por fin acabé, volví a la guarida para avisar a mi supuesto nuevo jefe y a ver que era lo siguiente para hacer.

Mientras esperaba algo nuevo para hacer, continué entrenando con mi nuevo maestro durante lo que parecían ser días. Pues estando abajo no distinguía el ciclo diario. Me habló sobre las capacidades de los guerreros además de mostrarme un poder extraño. Cubrió uno de sus brazos de un tono extraño y dijo que podría aumentar sus capacidades ofensivas y defensivas. Aquello me intrigó demasiado, quería hacerlo yo también. Además me dijo que también la capacidad de predecir ataques estaba conectado también.

- Okey, pues quiero ver si soy capaz de hacer lo que tú y de poder conseguir prever los ataques - Dije asumiendo la guardia una vez más y volviendo a combatir.

Pero esta vez no iba a lanzar ataques y ya. Intenté visualizar una armadura en mi brazo y lancé varios puñetazos. Cuando fuera contraatacada, haría lo mismo. Imaginarme una armadura en mis brazos para defenderme así como dejar que viniera el ataque. Pues no podía forzar el prever ataques, dejaría que vinieran a mí y mis instintos hicieran lo suyo. Y así continuamos dándonos golpes, intentando alcanzar esos extraños poderes así como hacerme más fuerte. Más tarde, la misma mujer pelirroja volvió a hablar con Antoine y escuché parte de su conversación.

Parecía que hablaban sobre una niña llamada Bell, un hombre llamado Mercurio y otro llamado Spirelli. Al parecer este último había muerto y aquello parecía haber afectado a Antoine. Se despidió de la mujer con un beso en la mano y luego se dirigió hacia mi con una sonrisa molesta.

- No he escuchado mucho, de todos modos no es como si fuera de mi incumbencia - Levanté los hombros en señal de pasotismo - ¿Un trabajo de músculos, eh? Cuente conmigo si la paga es buena. ¿Algún consejo de dónde empezar a buscar a los objetivos? La ciudad es grande y parece que hay cierto revuelo - Comenté viendo las fotos que me tendió.

Uno era un hombre y el otro objetivo una mujer. En el fondo no tenía ganas de arrastrar a más gente a esto. Pero si habían matado a un miembro de la familia de Antoine, no eran tan malos o eso quería pensar. Decidí hacer caso al jefe y fui a buscar a Archie para que me diera equipo y me diera información del túnel para no perderme.

- Hola, maestro - Dije con una sonrisa - El mandamás me ha dicho que me puedes dar equipo y darme información del túnel para ir de caza por unos objetivos que le han hecho enfadar. Dejaré a tu juicio lo que quieras darme, después de todo, eres tú el que me está enseñando a mejorar peleando. Por cierto - me acerqué a él - ¿Solo hay una salida y entrada al túnel? Me facilitaría el trabajo si no tuviera que andar tanto desde el campo a los barrios bajos y así poder volver rápido a entrenar juntos -

Independientemente de lo que me dijeran Antoine o Archie, marché hacia la ciudad con o sin compañía en caso de que nadie más me acompañara. Primero intentaría buscar en los bares o sitios de mujerzuelas, eran buenos sitios para buscar información.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 3 Ene 2021 - 19:08}

Asintió complacido al ver que su subcapitana, escéptica como era, fue capaz de coincidir con él en que aquello no había sido un simple sueño. ¿Qué remedio? Buscarle otra explicación cuando convivía con un hombre capaz de transformarse en un sabueso mitológico, con un semigigante que agrandaba lo que tocaba y una muchacha capaz de generar hormonas por sus dedos sería, cuanto menos, irónico. Que alguien pudiera invadir los sueños de los demás gracias a una Fruta del Diablo no parecía una idea descabellada y, por ello, ambos acordaron esperar una noche más. Bien pensado, lo cierto es que se estaban jugando sus cartas, y es que el día de su ejecución se encontraba próximo; no podían perder más tiempo.

Fuera como fuese, el pelirrojo se mantuvo particularmente calmado durante lo que restó de día, observando cuanto podía desde la celda y tratando de indagar con su olfato cualquier olor que pudiera aportarle información útil: ¿Podía captar el hedor de otros prisioneros? ¿El de las cocinas si es que se encontraban cerca? Tal vez hasta la propia humedad del subsuelo le permitiera discernir qué ruta tomar —después de todo, y para sorpresa de muchos, era todo un experto en cuanto a clima se refiere—.

—Tan solo hay algo que me sorprende aún más que ese sueño —comentó en voz baja, mirando de reojo a la princesa—. Napo aún no se ha abierto paso a hostias hasta aquí, y no sé si eso me alivia o me preocupa.

Se mantuvo unos segundos en silencio tras decir aquello, riéndose al final con tono irónico antes de negar con la cabeza. «No. Habrían armado un follón tan grande que ya lo sabríamos», se dijo, volviendo a recostarse contra el muro.

Allí pasaría las horas muertas, únicamente levantándose a ratos para caminar por la celda y estirarse un poco, evitando así que se le agarrotasen los músculos. Tenía que estar en plenas condiciones físicas para el momento de su fuga, así que no tardó tampoco en devorar la ración que les llegó aquel día. Se había alimentado durante mucho tiempo de cosas peores, con preocupaciones mucho más importantes que no saber si el guardia habrá escupido en la comida. Aquello en comparación era un manjar, así que comer no le suponía mayores esfuerzos. No podía decir lo mismo de su compañera, siendo incapaz de esconder del todo una sonrisa burlona cada vez que esta se llevaba una cucharada a la boca. Resulta triste decirlo, pero aquel momento sería quizá el más entretenido en todo el día.

Finalmente cayó la noche y Keiran con ella, ya que ni los nervios ni la incomodidad de estar en aquel lugar le privaban de la oportunidad de echar una cabezadita. Lástima que no pudiera disfrutar completamente de volver a encontrarse en su barco, aunque aquello no fuera más que una vaga ilusión.
Su ceño se frunció al notar que el ambiente se enrarecía, así como al escuchar aquellos pasos y esa voz no tan desconocida al otro lado de la puerta de su camarote. La nueva monarca hizo así acto de presencia, paseándose por allí como quien lo hace en su hogar y tomando el que debía ser el asiento del capitán. Debía reconocer que le echaba pelotas aunque, ¿cómo no hacerlo si se encontraba en su propio reino?

—Si no fuera a aceptar no me encontrarías aquí —sentenció antes de sonreír con malicia—. O tal vez sí, pero intentando estrangularte.

Asintió cuando le pidió seguirla, tratando a continuación de definir a su compañera tan bien como supo, de un modo no tan superficial como cualquiera pensaría. Había algo en Keiran que no se denotaba en su lenguaje, sino en su visión de las cosas, y esto era que tenía la capacidad de ver más allá de la gente. La princesa, aunque mucho más compleja que la mayoría de las personas con las que se había cruzado, también dejaba ver matices de su ser más allá de aquel ego infinito; al menos, eso había podido ver durante los últimos meses de viaje.

Dejaría entonces que Erica se presentara apropiadamente, no perdiendo detalle alguno de sus palabras, gestos y muecas, intentando discernir de alguna forma si había mentira en sus palabras. Ya se la habían jugado lo suficiente durante aquel viaje, no dejaría pasar ni una más. Cuando la inminente reina terminó su exposición, el pirata miró de reojo a su subcapitana antes de intervenir.

—Supongo entonces que el plan pasa por liquidar a Anthony y a Illiana, ¿no? —Clavó su mirada en ella, alzando una ceja—. No difiere mucho de nuestras intenciones, aunque la verdad es que la inútil esa me importa una mierda. Lo único que cambia con esta asociación es que tu cabeza no será otro blanco más... siempre que sirvas de algo. —Y ahí estaba nuevamente el capitán arrogante que todos conocían, sin ser capaz de morderse la lengua ni con una reina en su presencia—. Te daré un consejo: si tienes otros candidatos, descártalos; me da igual que puedan serte de utilidad o no, si se interponen entre mí y el desgraciado de Anthony están muertos. Nadie más que yo pondrá sus dedos sobre su cabeza inerte.

Aclaradas sus intenciones, Keiran buscó algún lugar en la sala que compartían dentro del sueño de Cassandra para tomar asiento con aire despreocupado. No tenía claro hasta qué punto tendría control Erica en aquel lugar, pero dudaba que pudiera dañarles en exceso. Después de todo, intentaba ganárselos como aliados.

—La pregunta es si tu gente estará dispuesta a apoyar a unos piratas. No soy de la realeza, pero tampoco gilipollas: sé que un trono solo puede mantenerse si cuentas con suficientes aliados que te cubran las espaldas. ¿Qué nos garantiza que no vayas a usarnos para librarte de tus rivales y darnos una puñalada después? Seguro que reinar sin tu tío ni Illiana te resultaría mucho más sencillo. «La salvadora de Hallstat», como si lo viera. —Su ceño se frunció y el pirata apenas parpadeó mientras le sostenía la mirada—. Si quieres que te ayudemos tendrás que darnos alguna garantía más que tu palabra.

Tras esto haría un gesto con la mano, como dándole la palabra a Cassandra para que pudiera intervenir. Aquella debía ser la primera vez desde que salieron de Northumbria que Keiran mostraba una astucia superior a su impulsividad, aunque no debía resultarle extraña a la princesa. Después de todo, también lo había sido con ella.

Una vez todo quedara aclarado y pudieran dar aquella reunión por terminada, despertaría casi al momento de regresar a su propio sueño. La visita de la doncella debía tener lugar aquella misma anoche y, una vez ocurriera, lo primero que haría sería tomar el den den mushi para ponerse en contacto con Alexander.

—Napo, ¿cómo van las cosas fuera? —soltaría sin más, dejando que el contramaestre entendiera quién estaba al otro lado del caracolófono—. Espero que los chicos estén listos. Nos vamos de fiesta.

Si había respuesta, le pondría al día de la situación para poder coordinar mejor su reencuentro. Después de todo, un frente siempre sería más sencillo de abordar si se hacía por dos lados simultáneamente.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 3 Ene 2021 - 20:57}

Acceder al plan de Keiran era una cosa, pero seguir sufriendo aquella tortura presidiaria en la que era tratada como menos que nada era otro tema muy diferente. Cassandra estaba acostumbrada a ser mimada, era cierto. Siempre tenía a un montón de súbditos dispuestos a cumplir cada uno de sus caprichos, por muy estúpidos que fueran. Pero había abandonado aquel estilo de vida meses atrás.

Ahora solo tenía a Rose, que la ayudaba en sus quehaceres diarios como venía haciendo por costumbre, pero no era para nada lo mismo a ser tratada entre algodones y automáticamente respetada simplemente por haber nacido con sangre real. La aristócrata creía que podía acostumbrarse al estilo de vida del populacho, siempre y cuando contase con algún lujo extra que se negaba a renunciar, pero nunca se había imaginado llegando a caer tan bajo.

Después de todo, si la noble tenía un defecto era que nunca se imaginaba a sí misma perdiendo, ni metiendo la pata en sus planes. Precisamente por eso, no solía diseñar un plan B, en caso de que el plan A se fuese al garete. Pero, en su defensa, su plan A nunca se había ido al garete. No hasta aquel preciso momento. Lo peor de todo aquello es que ni siquiera había sido su plan.

No, la culpa la tenía Keiran y sus estúpidos planes y, si ella tenía culpa de algo, era de hacerle caso al pirata. ¡Eso era! Todo había empezado por culpa de aquel pordiosero y sus planes de grandeza. Si no hubiese escuchado a Keiran para empezar, no habría huido de Mercia. Si no hubiese escuchado a Keiran...

Cassandra cayó rendida por en cansancio con aquellos pensamientos aún rondando su mente, y estos no tardaron en materializarse en una pesadilla.

La princesa estaba sentada en el trono principal de Anglia, tal y como había estado el día de su cumpleaños. A su derecha, su vieja amiga Rose y, a su izquierda, su mejor amigo Félix; que le otorgaron una sensación de seguridad y confianza y calmaron su agitado corazón.

—¡Lo conseguiste! —exclamó Rose, con una radiante sonrisa de felicidad—. ¡Eres la primera reina de Northumbria! Todos los reinos del archipiélago se han unido bajo tu bandera.

—¿De veras? —inquirió la princesa, ligeramente confusa.

—¡Por supuesto! —confirmó Félix, atrayendo su mirada, también sonriente de oreja a oreja. Cassandra emitió un suspiro de alivio. Lo había logrado. El sueño de su vida se había hecho realidad—. Todo tu duro trabajo y esfuerzo ha dado sus frutos. Ahora solo tienes que escoger marido.

—¿Qué?

—Escoger marido. Y rapidito, que los tienes impacientes —apremió Félix, señalando al frente.

La ahora coronada reina de Northumbria miró al frente, para toparse a los mismos pretendientes que se habían presentado ante ella durante su vigésimo primer aniversario.

—No hay dudas sobre a quién debes escoger. Yo debo ser el rey de Northumbria junto a ti —exclamaba entonces el príncipe Godric de Pictland, con dramatismo—. He vuelto específicamente para pedirte matrimonio porque quiero reinar Northumbria, después de todo. Y no olvidemos que te has comido mi regalo de compromiso, así que en teoría has aceptado casarte conmigo. Seremos felices juntos mientras yo reino y conquisto los mares y tú... tú te quedas a mi ladito siendo guapa y obediente, y dándome herederos. Y no hables demasiado. No me gustan las cotorras.

—¡De eso nada, no hay nada decidido! —objetaba el príncipe George de Strathclyde, primo carnal de Cassandra, empujando a Godric para ponerse al frente de la cola y hacer una pequeña reverencia seguida de un carraspeo—. ¿Recuerdas aquella vez que contraté a una panda de sicarios para secuestrarte, exigir millones a tu familia y luego matarte porque te interponías en mi camino hacia el trono? Ja, ja, ja, qué tiempos, ¿eh? Pero dejemos el pasado en el pasado. ¡Cásate conmigo, Cassandra! Ya que no puedo ser rey de mi isla, al menos de la tuya, ¿no? O mejor aún, ¡de todo Northumbria! Solo necesito que te quedes calladita, te abras de piernas y me des un heredero, ¿vale? Y a cambio... ¿a cambio tendrás hijos muy guapos?

—En eso tiene cierta razón. Es un chico muy guapo —convenía Rose en un susurro.

—Viendo a estos dos, quizá la opción de casarte con mi hermano Liam no es tan mala después de todo, ¿no? —le susurraba Felix en la otra oreja.

—¡No, no! ¡Escoge a Godric! Es el único con las mismas ansias de conquista que tú. Aunque quizá acabéis matándoos el uno al otro —objetaba Rose.

—Ya sabes que yo no tengo intención de reinar —terciaba Liam entonces, apareciendo ante ella—. Así que tendrías vía libre. Pero si tú te casas conmigo, entonces Jocasta tendrá que ser prometida a Godric. Y Godric probablemente la viole cada noche hasta que le de un heredero, y luego la mate. Bah, pero es problema de Jocasta, no tuyo, ¿no? Lo importante es lo que nos podemos divertir tú y yo. Soy el candidato perfecto, Cassie. Podremos jugar ajedrez, hablar de cualquier cosa y ser buenos amigos. Y si quieres tener un heredero... puedes buscar métodos alternativos y yo prometo mirar a otro lado y fingir que no ha pasado nada. ¿Qué dices, Cass? Soy un partidazo —finalizó, guiñándole un ojo con picardía.

Cassandra se agarró a los reposabrazos del trono con fuerza, y descubrió entonces las ataduras que la apresaban al mismo en brazos y piernas. Los pretendientes comenzaron a acercarse a ella mientras repetían una y otra vez sus argumentos, y Rose y Félix no dejaban de susurrar en sus oídos.

—¿Qué? No. No. No voy a casarme con nadie. No puedo casarme con nadie. Si no escojo a Godric, Jo... Y si no escojo a Liam, entonces Godric... No... No puedo... No...

Y entonces la gente se desvaneció, así como sus ataduras. Cassandra sintió como el terror que nublaba sus sentidos desaparecía, dejándola libre por fin, y una muchacha joven se aparecía ante ella, acompañada del pelirrojo. La pirata recuperó inmediatamente la compostura y se quedó sentada en su trono mientras escuchaba las palabras de la tal Erica Markov, cruzándose de piernas y apoyando los codos en los reposabrazos para unir las yemas de los dedos frente a su pecho, en posición de superioridad.

—Tus palabras suenan muy bonitas con esa voz angelical que tienes, querida, pero me temo que no vamos a tragárnoslas tan fácilmente. Tal y como dice mi capitán, es extremadamente complicado, sino imposible, obtener la corona de un reino que no te conoce ni te apoya. Granjearnos la confianza del populacho antes de conseguir la posición se hace tarea improbable con el poco tiempo del que disponemos, y conseguir esa corona para ser linchados por los campesinos me resulta... poco atractivo. No —continuó, levantándose del trono con parsimonia para acercarse a ellos—. Si quieres contar con nuestro apoyo para tus planes, princesa, lo que necesitamos es una opción que nos guste más que prenderle fuego a la isla con todos vosotros aún en ella. Y, créeme, nos gusta mucho esa opción.

Tras despertar, Cassandra quedó a la espera de poder al fin salir de aquella celda. Ya casi podía saborear la dulce venganza en sus labios.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Lun 4 Ene 2021 - 19:06}

«Vale, no hay nada. —Se dijo tras terminar de inspeccionar la pequeña estancia—. Y ahora a esperar.» Sam se tumbó en la cama, agradeciendo poder descansar sobre una superficie blanda y mullida por primera vez en mucho tiempo. Sin darse cuenta, se quedó dormido, y solo se despertó cuando le trajeron la comida, y fue para tomarla y volver a dormirse. Nunca se había planteado cuánto podía cansar estar tanto tiempo encerrado en una mina, pero lo había descubierto.

Al cabo de un rato se encontró dentro del mismo vehículo blindado en el que había sido aprisionado. Fuera del carro todo estaba oscuro, pero el interior se encontraba extrañamente iluminado. Sin embargo, lo que llamaba la atención del joven cyborg, era la presencia de una hermosa mujer enfrente suyo. Sus cabellos del color de la lavanda y aquella sonrisa enigmática casi hipnotizaban al inexperto Sam.

Eh... E-Esto... Ho-hola —pronunció tartamudeando—. Yo... esto... ¿dónde estamos?

Le costaba decir una frase de corrido. La belleza de la mujer le ponía nervioso e impedía que conectara más de un par de palabras seguidas. Aquellos ojos azules le absorbían como si de dos inmensos lagos se tratase, y le era difícil concentrarse. Se golpeó el rostro con las dos palmas de las manos para salir de la inopia e intentar mantener una conversación decente.

Pues... el reino, sí. La verdad es que me da pena su gente. No han tenido ningún tipo de estabilidad, y en este conflicto he comprendido por qué. Este lugar solo ha sido gobernado por personas más centradas en el poder que en su pueblo, llegando al punto de matar sin titubeos ni remordimientos a cualquier persona que sea un estorbo. —Se llevó una mano a la nuca, para rascársela—. Y sí, me refiero a personas como Anthony. No sé por qué está tan interesado en el poder, pero creo que no debería gobernar ni en Astelia, ni en Hallstat ni en ningún otro lugar. —En su voz podía percibirse la aversión hacia el noble y los métodos usados por este.

La mujer prosiguió hablando tras escuchar la respuesta. Se presentó como lady Erica Kamelot, y no tardó en pedir ayuda al cyborg.

Claro que te ayudaré —declaró firmemente perdiendo todo rastro de timidez y mostrando su caballerosidad—. Haré lo que esté en mis manos para liberarte de las ataduras de Lord Anthony y así salvar este reino.

Al parecer ambos habían encontrado en el otro a un aliado. Samvel se encontraba feliz de poder ayudar a una joven damisela en apuros, aunque necesitaba respuestas para poder hacerlo.

Necesito respuestas a algunas preguntas, lady Erica, mi señora. Solo así podré ayudaros. ¿Me haréis el favor de responderlas? —Esperando una respuesta positiva por parte de la noble, prosiguió con su repertorio—. ¿Cómo ha conseguido Anthony tanta tecnología impropia de estos lares? ¿Tal vez la ha obtenido gracias a Mercurio? ¿Y quién es Mercurio? ¿Y de dónde ha podido sacar tanta tecnología? Siento importunaros con tantas cuestiones, pero es necesario. ¿Por qué el lord os quiere como títere? ¿Qué derechos tenéis sobre el trono? ¿Y quién es ese «hermano vuestro»? Y mucho más importante, ¿conocéis algún punto débil sobre lord Anthony? En mi humilde opinión creo que puedo ser capaz de inutilizar toda la tecnología enemiga, pero si conocéis otros medios para frustrar sus planes, soy todo oídos.

Tras la ristra de preguntas que había formulado Sam, la conversación continuó hasta que no quedó nada más que decir. Fue en aquel momento cuando la noble se despidió.

Una sonrojada sonrisa se formó en el rostro del cazarrecompensas tras escuchar su nombre acompañado del título honorífico, pero el gesto se torció cuando con una espada, que no sabía de dónde había sacado, le cortó la cabeza.

Entonces se despertó, sobresaltado. Se encontraba sobre la misma cama en la que se había echado a descansar, y no sabía que hora era, pero de una cosa estaba seguro: lo que había soñado debía ser realidad. «Nunca recuerdo mis sueños. Debe haber sido real» se dijo recordando la conversación. Entonces su rostro se iluminó con una sonrisa.

Me ha llamado sir Samvel —murmuró—. ¿Entonces ahora soy un caballero? Un caballero de cuerpo metálico, sí.

Ahora Sam tenía las cosas claras, y solo tenía una duda. ¿Quiénes serían los aliados de los que había hablado Erica?

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 5 Ene 2021 - 21:10}

Consiguió que el muchacho aceptara su ayuda y fueron caminando por las calles sin encontrar ningún peligro. Se fijó en los guardias y más concretamente se fijó tanto en el patrón que seguían al caminar como al tiempo que tardaban en encontrarse más guardias. Calculaba que serían entre quince y veinticinco minutos entre patrullas. Estaba acompañando a Matheus así que no podía quedarse a comprobarlo y reducir el margen de error, lo anotaría mentalmente en su lista de cosas para hacer en otro momento y ya lo pasaría a papel en cuanto pudiera.

Tras adentrarse en los suburbios caminaron un poco más antes de encontrarse con una huerta. ¿Que qué hacía una huerta en mitad de los suburbios de Astelia? Viendo que el monstruo era mitad planta podría imaginar algo. Sin embargo, decidió no imaginarse nada por ahora.
No te meteré en problemas —le diría a Matheus —. Gracias, tú no te metas en líos —respondió con un tono amigable antes de dejarlo en su destino y, como le había pedido, hizo como que no le conocía.

Se planteó ir directamente pero... debía estar protegido. Dudaba que estuviera solo como ella. Eso de enfrentarse a un enemigo desconocido en territorio enemigo y desconocido no era la mejor idea del mundo así que daría un pequeño rodeo. Cuando fue a irse vio a una mujer de pelo rojo entrar. No le prestó atención al principio, pero después pensó que no parecía una chavala medio adicta ni tampoco una mujer de la noche que buscara mercancía para pasar un rato con un cliente.

Decidió seguirla a ver qué hacía. Iría con cuidado, manteniendo la distancia y procurando ocultarse lo mejor que podía. No pudo escuchar toda la primera llamada pero sí la frustración de la mujer. ¿Zorra lila y su amiguito? Spirelli... no le sonaba de nada. La siguiente llamada sí pudo escucharla. No sabía quiénes eran Spirelli ni Bell, pero sí sabía que en los laboratorios se hacían cosas químicas. Puede que fuera la droga cuya muestra aún guardaba o puede que fuera cualquier otra cosa.

El caso era que no podía ir en solitario contra Antoine sin saber nada. Al final, la revolucionaria se decidió a esconderse, observar y escuchar. Su plan era seguir a esa mujer hasta el laboratorio, a poder ser sin ser vista. Si la veían... tendría que ponerse violenta, no tenía tiempo para sutilezas.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Mar 5 Ene 2021 - 21:46}

Armado hasta los dientes, acompañado por parte de su tripulación y el impredecible Adam, el viejo capitán de la guardia real de Mythil llegó a la entrada de la capital, en la que tenían capturado a Keiran y Cassandra para ejecutarlos públicamente. «Son unos salvajes esta panda de paliduchos», se decía Alexander con cierto desdén. Para él las ejecuciones debían hacerse en privado y sin apenas testigos, después de una larga y dolorosa tortura en la que suplicara por que le arrebatasen su vida, mas nunca delante del pueblo. ¿Porqué? Era muy simple. Un pueblo temeroso busca mártires para usarlos como estandarte e incitar a otros para romper el statu quo de sus dirigentes, y eso sin tener en cuenta que el miedo generalizado hace impredecible también a los soldados más piadosos, que tienden a unirse a los posibles insurrectos.

Se encontraba cerca de la ciudad, a apenas unos doscientos metros, cuando el caracol que usaban los humanos para comunicarse comenzó a sonar con ese «cri, cri» tan irritante. Lo primero que le pasó por la cabeza era que se trataba de Román para decirle que no podían poner el barco a punto o que necesitaban apoyo para poder hacerlo, sin embargo, le sorprendió que fuera el mismísimo Keiran quien estaba al otro lado.

¡Sacre bleu, mon capitain! —exclamó con cierta alegría, mientras le contaba como había ido todos estos días sin ellos—. Román, Rose, Xusep y Bob se encuentran poniendo el barco a punto para cuando tengamos que salir por piernas, el resto estamos a unos doscientos metros de la entrada lateral. Nos están buscando, pero ya sabes. Entramos, lanzamos un par de cañonazos y que empiece el baile —le dijo—. Nos vemos en la plaza. Cambio y corto —concluyó.

Tras eso, Napo elevó el brazo, haciendo que todos pararan. Usó la mira de su mosquete para ver si había guardias en la puerta y dispararles desde una distancia de entre ochenta y ciento veinte metros. Usaría el poder de su fruta para aumentar la velocidad de la bala y su tamaño, y luego haría un ademán hacia adelante para que continuaras. Alexander iría al frente, para luego tratar de desencajar la puerta tal y como había hecho anteriormente, aunque con una diferencia. Al desencajar la puerta la agrandaría y lanzaría con malicia hacia dos guardias que estaba con un grupo de apestosos mendigos con tembleques y pupilas dilatadas, aumentando también su velocidad.

¡Dames et monsieurs! —gritaría en voz alta, metiendo la mano en su bolsa y agarrando dos esferas de metal, las cuales se agrandaron en sus manos hasta duplicar su tamaño—. ¡Los Revenous Hounds están aquí! —Realizó otro ademán con su mano y los miembros de su banda se dispersaron, mientras él ponía rumbo a la plaza sin tan siquiera ocultarse, después de todo era un semigigante de cuatro metros y medio entre diminutos humanos.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Miér 6 Ene 2021 - 0:10}

Parecía que mis indicaciones no les habían gustado a ninguna de las jóvenes. Todas pusieron malas caras y la que parecía ser más lanzada fue la que habló presentándose ella y a sus compañeras. Ella se llamaba María, y junto a ella estaban Clarisa una joven de pelo moreno y la última Alejandra. Tras la presentación me contó como era que habían llegado a la ciudad. Como me había imaginado, ninguna por gusto. Quizás por ello la reacción que habían tenido como de enfado.

Sin decir ni una sola palabra escuché atentamente lo que me fueron contando. Cómo habían llegado hasta allí, cómo habían cambiado las cosas desde que todo empezó, y cómo había empezado toda la guerra civil. Mientras fueron hablando anoté mentalmente los nombres que iban pronunciando. Un tal Giovanni que usaba niños como traficantes para mover la mercancía que vendía más fácilmente. Me explicaron que él o usando una de las casas de Spirelli me podrían ayudar para adentrarme en el bajo mundo.

Por último, lo que terminaron de informarme fue de las casas de apuestas, las cuales me dijeron que habían sido inauguradas casi al mismo tiempo que los burdeles, y eso no podía ser una casualidad. El laboratorio ya no era una opción, era posible que me recordasen, aunque no pudiesen relacionarme con lo que había sucedido.

-No me ha pasado desapercibido que no os ha gustado lo que os he dicho. Podéis no hacerme caso y actuar como queráis. Mis ordenes cuando os recaté están cumplidas, si os habéis quedado intentaré manteneros protegidas, pero no os aseguro nada. – Informé a las chicas – Puede que vuestra opinión cambie con lo que os voy a decir, pero, soy, por así decirlo, un mercenario. Hago trabajos, más o menos bonitos, para ganarme la vida. Es algo con lo que puedo hacer lo que yo quiero para ayudar a quien me contrate. El acabar con gente intento evitarlo, pero con el tiempo, me he dado cuenta de que no siempre es posible. – Les aclaré a las chicas – Por eso, cuando os he dicho que, si es necesario fingir pertenecer a unos u otros, es porque valoro lo que cada uno tiene como más imprescindible. Su vida. Vuestra vida, que ahora que sois libres no le pertenece a nadie, solo a vosotras y que considero que es la mejor forma de mantenerla.

Esperé unos minutos para que asimilasen lo que les había contado y dicho, esperaba que aquello las calmase un poco respecto a lo que les había dicho, ahora que hiciesen lo que ellas quisiesen. Me levanté y sacudí un par de veces la ropa como para quitarle migas o polvo y esta cambió sus colores a una tonalidad negra principal, siendo así una apariencia más seria y elegante.

-Bueno. Si me vais a acompañar, poneros vuestras mejores galas, o las compramos de camino, no hay problema. Me dirigiré al casino más cercano. – Dije girándome hacia la salida – La información siempre sigue al dinero, y pocos sitios manejan tanto dinero como un casino.

resumen:


Ficha de Morgoth

Facción: ciudadano

Akuma no mi: Kage Kage no mi

Atributos: Fuerza: 8; Fortaleza: 8; Velocidad: 8; Agilidad: 8 ;Destreza: 8; Precisión: 8; Agudeza: 8; Intelecto: 8; Instinto: 8; Energía 240
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Jue 7 Ene 2021 - 1:25}

Normas del capítulo:


  • Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
  • No se puede postear los martes antes de la moderación.
  • Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
  • Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
  • A más riesgo, más premio.
  • Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
  • Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
  • Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
  • Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
  • Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
  • La ley del plot no es a prueba de idiotas.


Moderación

Helga:
Yoldin y Shiro:
Keiran y Cassandra:
Anna:
Napolean y Adam:
Velkan:
Morgoth:
Samvel:
Tomoe:
Anastasya:
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Desconocido
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Jue 7 Ene 2021 - 20:20}

La conversación con la mujer noble había resultado de lo más fructífera. Todas sus dudas fueron resultas, obteniendo la información que creía necesaria. Y aunque aún sentía que faltaban detalles, comprendía que la situación de la mujer le impedía ser de más ayuda. Pero no importaba, con aquello era más que suficiente para empezar.

Si no es mucho pedir, mi señora, me gustaría obtener ciertos materiales, para crear un objeto que me ayude en nuestra misión —dijo, mientras recitaba la lista de lo necesario para fabricar un pequeño dron espía—. Es cierto que Anthony no puede permanecer en el trono, pero tengo la sensación de que ese hombre, Mercurio, puede ser peligroso. ¿Por qué permanece en el globo, a la espera? Resulta demasiado extraño como para no preocuparse por ello. ¿A qué espera?

«Aunque aún no sé por dónde empezar —se dio cuenta mientras reflexionaba—. ¿Cuál es la mejor forma para derrocar a un hombre que gobierna desde las sombras? Necesitaría ayuda; buenos hombres y mujeres que tengan nuestro mismo objetivo»

Y por último, pero no menos importante, me gustaría poder ponerme en contacto con las otras personas que os prestan ayuda, mi señora. Creo que si podemos organizarnos y colaborar todos juntos, nuestra empresa tendrá el éxito que tanto buscamos.

A la mañana siguiente, mientras aún seguía tumbado en la cama, no paraba de darle vueltas a los últimos sucesos en su cabeza. No se arrepentía de haber prestado su ayuda a aquella mujer, pero sentía que todo le quedaba grande. Y Anthony resultaba ser un hombre poderoso contra el que había perdido al desafiarle. Para hacerle frente, debía estar bien preparado, y sentía que no era así.

Se pasó los dos días siguientes en aquella habitación, recuperando las fuerzas y poniendo su cuerpo a punto, mientras pensaba en los distintos cursos de acción que se abrían ante él como el cruce de un camino con muchas sendas. Podía a buscar ayuda a la ciudad, reclutar hombres y mujeres valientes dispuestos a hacer frente a la tiranía de Anthony. Pero, ¿hasta qué punto sería aquello efectivo? Él era un extranjero en aquella tierra, un hombre extraño, y no estaba seguro de que los nativos confiasen en él tan fácilmente; mucho menos para enzarzarse en una batalla que podía significar la muerte. ¿Quizás la marina? Desgraciadamente no tenía mucha esperanza en estos últimos. La mujer que le acompañó antes de acabar en la mina había tenido tiempo para informar a sus superiores y actuar en consecuencia, pero no había escuchado nada sobre ellos cuando había intentado ponerse al día. Y resultaba que Hallstat no pertenecía al Gobierno Mundial, era una isla independiente. La marina no tenía por qué intervenir en los conflictos de la isla, a pesar de ser lo correcto, y entonces comprendió que se encontraba solo. Su única esperanza era comunicarse con el resto de personas que habían jurado ayudar a lady Erica, y esperar.

Fue gracias a la paciente espera que una sonrisa afloró en su cara cuando amaneció y encontró una extraña red junto a una nota. En ella explicaba cómo Anthony se había desecho del capitán de una peligrosa banda pirata que había surgido recientemente. Sam la inspeccionó con cuidado, preguntándose a qué personas afectaría y qué personas no. ¿Cómo podría un simple metal debilitar a una persona? Quizás fuera a causa de la electricidad, o quizás fuera una exageración. Lo que importaba es que tenía algo entre sus manos que sí que era útil; aunque estaba roto. La red se encontraba desgarrada, y creía que hasta que no se arreglara no podría funcionar.

Bueno, creo que voy a necesitar herramientas que no tengo aquí para arreglar esto —se dijo mientras se desperezaba al levantarse de la cama, con la red entre las manos—. Ya iba siendo hora de que volviera a ver la luz del sol.

Recogió sus cosas, dejó el cuarto ordenado, y salió por el pasadizo secreto, en busca del exterior.

Su durante el transcurso de los dos días le habían dejado los materiales crear su dron, los recogería junto con la red y los guadaría en una pequeña mochila. Para hacer lo que quería necesitaba un soplete, y como suponía que allí no existían, cuando pisara la calle buscaría lo más cercano a un taller que creía que existía en aquella isla: una herrería.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 10 Ene 2021 - 3:45}

Al parecer el entrenamiento con Archie había dado sus frutos. Pues ahora podía formar una extraña cosa negra en el brazo, sin embargo, aún no podía controlarlo muy bien pero ahora mientras la tuviera activa, mis golpes se veían fortalecidos. Recibí alabanzas del grandullón las cuales me hicieron sonreír. Aquello me podría servir para las futuras peleas. Cuando le pedí las cosas para irme de caza, me dijo que podía pedirle algo. Hice un gesto pensativo, tenía un hacha y un escudo conmigo. Supongo que necesitaba algo con lo que golpear sin necesidad de recurrir al mano a mano. Le pedí de lo mejor que pudiera darme para atizar a mi rival, un garrote si era posible. Después, me entregó una especie de caracol que parecía servir para hablar con alguien en grandes distancias. Mi hermana me había hablado de ellos, pero nunca había visto uno en persona.

- Perfecto, entonces contactaré contigo - Dije tomando el artefacto y guardándolo en mi bolsa de cuero - Ya veo, tenéis varias rutas. Mejor para mí, si la cosa se pone fea ya sé por donde puedo escapar - No tenía pensado escapar de a primeras, pero no era tonta. Si veía que alguien más fuerte que yo iba a por mí, no iría a fuego.

Mi estimado nuevo amigo me explicó la red de túneles y era decisión mía por donde ir. No era buena decidiendo así que lo eché a suertes. Realizando el tradicional pito pito gorgorito, tomé uno de los túneles. Tras caminar un largo trecho por la oscuridad, acabé saliendo a un callejón. Cuando salí de él, pude ver que había acabado en la plaza de la ciudad. En las paredes habían carteles, parecía que otra gente aparte de mi objetivo había llamado la atención. También algo se cocía, puesto estaban preparando un patíbulo para matar a alguien. Pero tenía que centrarme primero en lo que venía a buscar, luego ya podría unirme al jaleo.

Cerca de mi se alzaba mi primer destino, una taberna con el nombre de "La estrella caída". Antes de entrar, me giré por si alguno de mis compañeros me había seguido. O alguien no conocido. De todas formas, entré a la taberna y me dirigí hacia quien estuviera atendiendo la barra. Pregúntale si sabía el paradero de un tal Morgoth, enseñándole la foto que me había dado Antoine.

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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Dom 10 Ene 2021 - 19:02}

Obviando el hecho de que acababa de amenazarles —o, más bien, le había amenazado a él, porque dudaba que a Cassandra le preocupara mucho perder a su capitán—, no pudo sino sonreír ante la propuesta de la futura reina. Otorgarle el título de duque a un pirata como él parecía tan mala idea que hasta él mismo se dio cuenta de ello. ¿De verdad le confiaría algo así a alguien que acababa de conocer? De hecho, con tal solo ser mínimamente consciente de a quiénes tenía delante debía darse cuenta de lo cruel que sería dejar el destino de alguien en manos de aquella pareja, no digamos ya el de un ducado o un reino entero. Lo cierto es que Erica no parecía mostrar el menor interés por el bienestar de sus propios súbditos, una idea que Keiran podía llegar a comprender; después de todo, nadie parecía intentar hacer nada para impedir que Anthony la pusiera sobre ese trono. La falta de libertad era algo que conocía bien.

—Muy bien, mi señora —respondió él, con clara mofa en su tono—. Nosotros nos encargaremos de esto. Espero que no olvides tu palabra... o haremos que tú no olvides la nuestra.

¿Otra amenaza? Sí, aunque sentía que de una u otra forma le caía en gracia a la Markov, así que no parecía una idea imprudente. No en exceso, al menos.

De vuelta en el mundo real y habiéndose puesto en contacto con Alexander, le dejó a Cassandra el mapa del castillo mientras que él centraba toda su atención en el manojo de llaves que le habían entregado; cortesía de la nueva reina. Debían estar todas aquellas que abrirían su vía de escape hacia la libertad, así como la del resto de celdas, la armería y demás estancias del palacio. No tardó demasiado en dar con la de su calabozo, abriendo la cerradura del mismo tras asegurarse de que no hubiera ningún guardia por los alrededores. Seguía sin ser capaz de comprender cómo tenían la osadía de dejarlos sin vigilancia alguna. Lo bueno es que la oportunidad de enseñarles la lección llegaría pronto.

—Duque Farraige. No suena del todo mal, ¿no crees, Cass? —comentó con diversión, a medio camino de la carcajada. Se notaba en su tono que no estaba sino burlándose de aquella proposición—. Un noble como capitán. Seguro que ni así dejarías de quejarte.

Una vez la puerta quedó abierta, capitán y subcapitana salieron a los pasillos, momento en el que un extraño brillo surgió a su espalda proveniente de la mano de la princesa. El pelirrojo enarcó una ceja con confusión, tanto por no entender cómo demonios acababa de sacarse un sable de la manga como el por qué no había intentado perforar a alguno de los soldados que les traían la comida.

—¿Podías haber hecho eso todo el tiempo? ¿Por qué cojones no dijiste nada? —cuestionó él, cayendo en la cuenta rápidamente de que él bien podría haberse abierto paso por los pasillos de palacio con sus poderes infernales—. Bueno, es igual... supongo que es mejor que estés armada para lo que se viene.

Se paseó por delante del resto de celdas, comprobando que había varias vacías entre las que estaban ocupadas, probablemente para intentar evitar que los prisioneros hablasen entre ellos. Algo de lucidez por fin, aunque de poco importaba si podían liarse a gritos sin que nadie apareciera para interrumpirles.

—¿Sabes? Creo que va siendo hora de engrosar nuestras filas. Va a hacer falta un poco más de músculo si queremos salir de aquí —le indicó a su segunda, alzando la voz a continuación—. ¿Qué decís? ¿Alguien con ganas de salir a presentarle sus respetos al desgraciado que os ha metido aquí?

Ni siquiera se molestó en esperar respuesta, pues fue abriendo una a una las rejas que los mantenían prisioneros hasta llegar a una que le había pasado desapercibida en un principio. Allí, una muchacha menuda de cabellos negros y mirada carmesí permanecía a la espera de una posible ejecución. Estuvo a nada de pasar de largo: ¿de qué podía servirles una cría en mitad de un motín? Quizá fuera más una carga que una posible ayuda, pero... había algo en ella que le hacía dudar. Frunció el ceño sin dejar de mirarla. Tal vez fuera un atisbo de empatía lo que sembró la duda en él, una reminiscencia de lo que él mismo había tenido que vivir en algún momento. ¿Se estaba ablandando? No, no podía permitirse algo así; al menos, no delante de su segunda.
Fue justo cuando bajó la mano, apartando la llave, que esta última intervino para exponer su deseo de llevársela con ellos. Cassandra, la orgullosa y elitista princesa de Mercia, sugiriendo captar a una niña sucia y probablemente sin ningún tipo de respaldo detrás. Aquello sí que era una sorpresa.

—Como quieras —contestó él con fingida indiferencia—. Pero te haces cargo tú.

Una vez la puerta estuvo abierta, Keiran se aproximó hasta el grupo de prisioneros para que todo diera comienzo.

—Mi nombre es Keiran Farraige, aunque vosotros podéis empezar por llamarme capitán —se presentó, mostrando una seguridad en su tono y en su sonrisa que rozaba lo inquietante dada la situación—. Si queréis salir de aquí nos seguiréis y tal vez después tengáis la oportunidad de tripular mi barco. Creo que todos compartimos el asco hacia Anthony, así que venid conmigo y hacedle pagar a ese malnacido lo que os ha hecho. —Hizo una pausa, únicamente para ver la reacción de los presentes—. Empecemos por asaltar la armería. ¡Cass! Tú guías.

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Napolean
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[Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] Empty Re: [Capítulo] Una estrella rutilante [Hallstat] {Lun 11 Ene 2021 - 14:45}

La situación estaba como él quería: completamente confusa y sumiéndose en un caos aún más grande. Lo malo de entrar de esa forma era que iban a alertar rápido a las autoridades pertinentes, sin embargo, mientras antes comenzaran a moverse las piezas en el tablero de juego, antes podría salir de allí con su banda.

—¡Bâtards! —alzó la voz Napolean, sonriente—. ¡Dispersaos en un radio de cincuenta metros e ir destrozando todo! ¡No dejéis nada con vida!


Alexander siempre había sido una persona ligeramente estratégica, que buscaba estar un paso por delante de sus enemigos, sin embargo, con estar por delante de los miembros más prescindibles de su tripulación se conformaba. Con esa orden estaba buscando que todos se separaran en distintos puntos no muy lejos de él, haciendo que los soldados que pudieran interponerse en su camino se vieran en la obligación de alejarse. «Sois simples peones en mi tablero de ajedrez, y un soldado que se precie nunca dejaría que los civiles murieran», se dijo, pensando que algunos tendrían que caer para que el caballo y el alfil pudiera encontrarse de nuevo con el rey y la dama.

Como esperaba, Adam se adelantó y pasó completamente del plan, montado vulgarmente sobre el majestuoso corcel que había amaestrado. Era un misterio como lo había hecho, pero que le obedeciera de esa manera era digno de elogio. Era un muchacho extraño, pero empezaba a comprender porqué Keiran había puesto su ojo en él. «Es un diamante en bruto, solo hace falta pulirlo un poco», recordó las palabras de su capitán, viendo como se encargaba del primer grupo.

Alexander continuó avanzando en solitario, golpeando a cualquier indigente drogadicto que se pusiera en frente, cuyos cuerpos volaban como una bolsa de papel en una corriente de aire caliente. Entonces, un grupo de cinco caballeros se situaron frente a él. Estaban vestido con una armadura plateada algo extraña, de la que emanaba una energía que solo había visto en la espada que había forjado hacía pocos días.

Messieurs les recomiendo que se aparten de mi camino, o si no… —pero uno de los soldados le interrumpió.

—¿O si no qué?

Napo adentró su mano en la bolsa que tenía, sujetando dos esferas metálicas que agrandó disimuladamente, mientras sonreía con descaro a sus oponentes. Rápidamente lanzó la primera esfera, seguida de una segunda, esperando que, llegadas a cierto punto, chocaran entre sí y se desviaran en su camino y golpeara a los soldados que se situaban en los extremos. ¿Lo curioso de su ataque? Que las esferas duplicaban su velocidad. Tras eso, con su diestra desenfundó la espada, mientras que con su zurda agarró su revolver. Se abalanzó hacia los otros tres, disparando con el revolver al que tenía a la izquierda, mientras trazaba un tajo horizontal con la espada a los dos restantes, buscando el cuello de ambos.

—Si no tendré que mataros a todos —respondió.

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