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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Sáb 17 Abr 2021 - 21:14}

El submarino salió a la superficie inesperadamente, separando las aguas frente a la costa de Ireos. Era una impresionante mole de más de cien metros de eslora, con toda su superficie decorada de manera que pareciese un monstruo marino. La parte frontal tenía forma de cabeza bestial, y la posterior, de aleta caudal. La escotilla, sin embargo, revelaba su verdadera naturaleza artificial. Mientras las olas azotaban el lomo de la bestia mecánica, la compuerta se abrió y de esta salió una figura: era un hombre alto y fuerte, albino y de ojos azules intensos. Llevaba barba de tres días, una gabardina roja, camisa blanca, vaqueros, botas negras y una espada rota de color negro al cinto. El hombre miró a la isla con expresión circunspecta antes de cerrar la escotilla y caminar hacia el borde del submarino mientras este comenzaba a hundirse de nuevo.

Nunca llegó a caer al agua. En el momento en que saltó hacia el mar, su cuerpo redujo su tamaño y se convirtió en un pequeño murciélago blanco. Sobrevoló las olas y alzó el vuelo aprovechando las corrientes, dirigiéndose hacia Ireos. Aquella isla había sido una de las obsesiones de su padre. Había escrito varios libros enteros sobre ella, y uno de ellos aún era conocido como un manual de referencia entre los arqueólogos de todo el mundo acerca de la casi extinta cultura local. Sin embargo Derian rara vez había hecho algo sin motivo. ¿Por qué se había obsesionado tanto con Ireos? Debía haber algo en la isla.

No tenía muy claro por qué había decidido venir. En parte porque le quedaba de camino hacia Hallstat, pero sabía que era una excusa. ¿Qué esperaba encontrar? Mientras se cuestionaba la cordura de sus propias decisiones, voló sobre la cubierta vegetal de la selva de Ireos. El horizonte de la isla mostraba una fila de montañas similares a afiladas cuchillas de piedra que se alzaban hacia el cielo, como si fuesen aletas dorsales de un monstruo descomunal. Una teoría decía que en realidad eran parte del esqueletos de un rey marino inmenso. Ahora que podía verlas en persona, le parecía una fantasía estúpida. Un ser tan grande no tendría suficiente alimento para vivir.

Finalmente, detuvo su vuelo y se posó sobre una rama, retomado su forma humana. ¿Ahora, a dónde? Podía ir directamente al templo del centro de la isla. Sin embargo había más sitios que merecían la pena ver. Creía recordar que había un viejo poblado en la costa sur, no muy lejos de donde estaba. Echó mano del interior de la gabardina y sacó un libro de encuadernado verde cuyo título rezaba "Keyen, el pueblo de Ireos". Ojeó rápidamente su contenido, en busca del mapa que su padre había dibujado de la isla. Había algunos otros restos de la civilización en la superficie. Un par de poblados pequeños y alguna ruina indefinida que aún no había sido estudiada. Mientras leía, su agudo olfato captó un aroma que no esperaba encontrar: olía a humano. Los pocos keyenitas que seguían vivos no solían salir de sus poblados subterráneos durante el día. Aquel pequeño detalle fue lo bastante llamativo como para que Ivan cerrase su libro, lo guardase y empezase a moverse sigilosamente entre las ramas en dirección a la misteriosa persona.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Sáb 17 Abr 2021 - 22:20}

Atracar en esa isla había sido un error. Lo había averiguado tarde, cuando ya no podía cambiar el rumbo de su pequeño barco -si es que podía llamar barco a esa especie de bote tirado por remos y una capa por vela- y su destino estaba sellado. Llevaba allí unos tres días, desde que una tormenta le había obligado a guarecerse entre unos cuantos árboles y plantas. Tonta de ella, justo cuando la tormenta cesó decidió internarse entre el lugar en busca de algo que llevarse a la boca, y había sido una buena idea hasta que, como siempre, había acabado por perderse entre la fauna y la flora de la zona. Sí, por suerte había conseguido algo que comer. Nada del otro mundo, unas cuantas bayas -por suerte, gratis-. También se había esforzado por conseguir un sitio en el que dormir, una especie de casa a medio derrumbar entre un pueblo abandonado, lo suficientemente apartado del centro del bosque como para resultar un buen refugio. Había llegado hasta allí de milagro -pues no podía considerarlo de otra forma-, siguiendo una especie de ruta creada por unas flores bastante extrañas y peculiares. No le había hecho mucha gracia tener que ir saltando de escombro en escombro hasta llegar a la casa, pero por lo menos no se había caído al mar en el intento.

Sus capacidades de supervivencia no eran exactamente dignas de mención, al menos no en un lugar así. Dentro de una ciudad poblada podía sobrevivir robando, consiguiendo suministros gracias a otras personas, pero en una zona abandonada tenía todo en contra. Precisamente por eso tenía que salir de allí cuanto antes, aunque no lograba averiguar dónde demonios había dejado el barco. La noche anterior, pensando que no lograría volver hasta la zona en la que había atracado, había optado por hacer algo diferente: pasó varias horas construyendo una hoguera igual de grande que ella sobre otra de las casas cercanas, claramente intentando llamar la atención de cualquiera que estuviese rondando la isla, o que pudiese ser de ayuda. La luz había logrado inundar la zona durante toda la noche y también había servido como lugar en el que calentarse, pero nada más. Desde luego la idea había fracasado, igual que su intento por pescar un par de peces, pero seguía siendo positiva con sus opciones.

Lo que más le preocupaba, sin embargo, no era ni el clima ni el hambre que pudiese llegar a tener. Su miedo iba dirigido en específico a la fauna local. Había podido ver diversas criaturas, unas más grandes que otras, pero unas en concreto le habían llamado más la atención dos noches atrás. No podía saber exactamente qué eran, pero lucían peligrosas. Y lo peor de todo: parecían ir juntas, como una manada. Por eso mismo no se fiaba de adentrarse de lleno en el bosque, y tampoco quería arriesgarse a rodear la isla. Aunque uno o dos animales salvajes no fuesen a dar demasiados problemas, tal vez tres o cuatro sí.

Aquel día lo había comenzado, sin embargo, creyendo que tendría que empezar a planificar algo por si acaso. Había despertado un par de horas atrás, se había dado un baño en la playa y, finalmente, había optado por acercarse al bosque en un intento por conseguir algo para desayunar. No había dejado mucha distancia entre sus cosas -que había dejado dentro de la casa, entre unas cuantas maderas- y ella. Y para su desgracia, hacía bastante que intentaba conseguir algo para comer y no parecía que la situación fuese a cambiar. Escondida entre la maleza tratando de camuflarse por completo -en vano, pues sus largos cabellos plateados destacaban fácilmente entre la hierba-, esperaba pacientemente a que cualquier criatura pasase por su camino. Por suerte para ella, había dejado su capa carmesí en la cabaña, pero ni con esas conseguía no destacar. Su holgada camisa blanca caía ligeramente arrugada entre su cuerpo, y sus cómodos pantalones negros eran lo único que medianamente podía pasar como algo de camuflaje. Desde luego que continuaba portando guantes, en específico esta vez había cogido unos grises suaves, no demasiado cálidos para no agobiarse con ellos, y estaba preparada para saltar en cualquier momento hacia su presa, sosteniendo la daga entre su mano izquierda. Pero nada ocurría, y empezaba a pensar que tendría que volver a buscar alguna que otra baya.

Sin embargo, justo cuando creía que todo estaba perdido, observó una especie de liebre -algo más grande que una liebre común- dando pequeños saltos entre los arbustos. Solo de pensar en lo que podría hacer con semejante animal se le hizo la boca agua. Y supo que necesitaba ser más rápida que la liebre si quería evitar las bayas.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Sáb 17 Abr 2021 - 23:41}

El olor venía de la zona cercana al poblado en ruinas. Pudo verlo al asomar por encima de los árboles: una zona despejada y amplia en la costa, llena de piedras blancas quebradas. Un vistazo casual podría pasar por alto el patrón en la colocación de las rocas y no percatarse de que eran ruinas, aunque había en algunos puntos donde la planta de antiguos edificios, o de la muralla, era demasiado evidente como para esquivar un examen atento. El aroma era más fuerte a medida se aproximaba... aunque claro, fuerte en comparación con el primer momento en que lo había captado. Su olfato era capaz de sentir el olor de un ser humano a grandes distancias gracias al poder de su akuma no mi. Y en este caso, esa fina percepción le llevó a un rastro viejo. Descendió de los árboles al comienzo de las ruinas, agachándose junto a una piedra. Efectivamente allí olía a humano, pero hacía muchas horas de aquello. Sin embargo notaba más rastros de la misma persona en diferentes puntos de las ruinas. Algunos rastros eran tan residuales que eran obviables, mientras que otros parecían más recientes.

- Una única persona lleva un tiempo aquí. Al menos un día - murmuró, para poner en orden sus pensamientos.

Si alguien estaba en solitario en Ireos, o era una persona fuerte o insensata. O había naufragado. No creía que en condiciones normales hubiese en el North Blue alguien capaz de hacerle frente, pero los informes que había recibido de la guerra en Hallstat eran preocupantes. Era una posibilidad remota, pero Ireos estaba lo bastante cerca de la isla como para que alguno de los piratas extranjeros que habían aparecido durante la guerra estuviese allí. Así pues, solo por precaución, comenzó a moverse con extrema cautela y sin hacer ningún ruido. Pasó la mano por su gabardina, planteándose emplear su camuflaje especial, pero decidió reservarlo por su aparecían problemas. Atento a sus alrededores, siguió uno de los rastros más recientes hasta llegar junto a una casa que estaba lo bastante en pie como para tener tejado. Otra persona lo hubiese pasado por alto, pero el olfato y la vista de Ivan captaron unas cuantas pistas curiosas: alguien había estado quemando cosas cerca, a juzgar por la carbonilla que el viento había ido a arrastrar hasta el suelo. Y una serie de sutiles señas en la hierba cercana y las enredaderas del edificio le decían que alguien se había encaramado hacía no demasiado. Unos pocos días, como mucho. Caminó hasta la pared y apoyó el pie derecho sobre esta. Entonces, como si para él la gravedad se hubiese invertido, la subió caminando tranquilamente y llegó al tejado. En este le esperaban los restos de una hoguera.

- Una hoguera grande en una posición elevada, sin resguardo del viento. ¿Qué intentaba hacer? - removió los restos con cuidado - Algunos trozos de madera no quemaron bien. Es probable que usase indiscriminadamente toda la madera que encontró. Quería una hoguera grande.

Olfateó los restos. La hoguera era antigua, así que no podía asegurarlo con certeza, pero no parecía que la hubiese usado para cocinar o quemar algo que no fuese yesca y madera. Así pues... ¿intentaba iluminar las ruinas? ¿Mandar una señal a alguien? Miró hacia el mar. Una luz sobre aquel tejado durante la noche se hubiese visto lejos... asumiendo que hubiese tiempo despejado y buena visibilidad. Observó el cielo y estudió las condiciones climáticas, mientras tenía en cuenta lo que sabía del clima de Ireos y lo que había visto en las últimas semanas de viaje. Hacía tres noches se habían cruzado con una gran tormenta marina que les había obligado a descender por debajo de la influencia de las corrientes. Y teniendo en cuenta la dirección de los vientos permanentes de aquella región del North Blue, era muy probable que hubiese venido de Ireos. La teoría del naufragio cobraba fuerza por momentos.

Bajó de un salto. No creía que fuesen necesarias muchas más precauciones, y no le apetecía perder más tiempo jugando al detective. Quería encontrar a aquella persona; si había alguien más en Ireos aparte de los keyenitas, significaba que podía hablar con alguien que probablemente estaría mejor informado sobre los acontecimientos del último mes en el North Blue. Y necesitaba toda la información que pudiera reunir antes de su llegada a Hallstat. Cerró los ojos y expandió su percepción, buscando todas las Voces de la zona inmediatamente cercana a él. Percibió algunas, pero demasiado simples y débiles como para pertenecer a un ser humano. Animales sin ninguna duda. Sin cejar en su empeño, abrió los ojos y empezó a moverse por las ruinas mientras mantenía su haki activo y en búsqueda. Acabó teniendo éxito: notó una Voz proveniente del bosque. Para él era una Voz débil, no muy distinta a la del común de la gente que se encontraba por la calle. Pero tras prestarle atención, se percató de que era más intensa.

En ese momento, aquel rompecabezas terminó de captar su atención. No era una persona corriente, lo que implicaba que tal vez no fuese un naufragio y estuviese allí con una intención concreta. Comenzó a moverse algo más rápido en su dirección pero manteniendo el silencio. No tardó en abandonar las ruinas y empezar a moverse entre los árboles. El olor a personas se volvió más fuerte, y esta vez vino acompañado de sus emociones. Había un olor cítrico a inquietud y nerviosismo, pero también estaba mezclado con una fragancia mentolada de apremio. Arqueó una ceja y se subió a un árbol caminando como lo había hecho con la pared. Desde las alturas vio una situación curiosa. Su persona misteriosa era una chica muy joven de pelo blanco y que acechaba entre la maleza, con más suerte que destreza, a una liebre de buen tamaño. Si aplicaba su teoría de la relación excentricidad-poder, aquella persona era como mínimo interesante. Sin embargo... algo olía mal. A peligro inminente.

- No te muevas - dijo en tono calmado.

Se desplazó en apenas un instante la distancia que les separaba, apareciendo entre ella y el animal. Por supuesto, alarmó al roedor, que con la agilidad característica de su raza, dio un salto para desaparecer tras un arbusto. Pero cuando aún estaba en pleno salto, una daga le atravesó limpiamente el torso, derribándolo. El pirata bajó la mano con la que la había lanzado, sin dejar de mirar a la extraña chica y sus alrededores.

- No te muevas, o ambos estaremos en problemas - repitió. Entonces se agachó y señaló una pequeña flor de pétalos blancos con motas rojas - ¿Ves esto? Es una Rosa de Keyen. Si la pisas, tanto esta como todos los ejemplares en al menos un centenar de metros liberarán un polen muy venenoso.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 1:20}

«Un poco más» pensaba, esperando el momento adecuado para lanzarse contra la liebre. «Un poco más y el desayuno estará servido» continuaba diciéndose, mientras notaba cómo las manos le temblaban ligeramente. Fallar en algo así significaba tener que esforzarse todavía más y, seguramente, otro par de horas agachada entre plantas y bichos. Nada que le hiciese demasiada ilusión, desde luego. Por eso intentaba medir milimétricamente lo que iba a ocurrir en aquel momento, a pesar del tembleque. Su subconsciente hacía de todo aquello algo mucho más complicado de lo que realmente era, pues le preocupaba fracasar drásticamente en su tarea. No es que la caza fuese particularmente difícil, era prácticamente imposible que un conejo pudiese ser más rápido que ella, pero le preocupaba igualmente.

Justo estaba a punto de abalanzarse sobre la criatura. Había acertado el momento preciso en el que la liebre iba a moverse, después de tanto rato esperando todo parecía cuadrar... Pero su mala suerte volvió a hacerse presente en su vida. Y es que nada más consiguió salir de entre las ramas -dejando algún arañazo sobre sus brazos-, un segundo hombre se hizo presente ante ella. Ni siquiera le había escuchado, y por mucho que había estado pendiente de todo cuanto rodeaba a la liebre y a ella, no había conseguido distinguirle. Como si hasta el momento hubiese sido un fantasma, o ni siquiera hubiese estado ahí. No entendía cómo alguien podía haber sido tan rápido, y como la alternativa era que pudiese esconderse a plena vista... desde luego nada parecía tener sentido. Su primera impresión ante su voz fue la de querer soltar un grito, incluso aunque parecía bastante tranquilo en una situación así. Reprimiéndose, pues lo último que quería era ponerse a gritar en medio de un bosque desconocido, echó un paso hacia detrás. La liebre había dejado de importar, y ahora a lo que tenía que prestarle extrema atención era al hombre en sí. Sus ojos violáceos se fijaron inevitablemente en él, examinándole de arriba a abajo como si fuese lo primero que tenía que hacer.

Ni siquiera le perturbó la sangre que salpicó en cuanto el conejo cayó al suelo completamente perforado por la daga. Tampoco la capacidad para hacer semejante movimiento. Lo que realmente empezó a dejar intranquila a la joven, y lo que poco a poco fue convirtiéndose en un atroz miedo, fue lo cerca que estaba. Podría parecer que estando en mitad de un bosque, en una isla ciertamente desierta y al aire libre, un par de metros de distancia suponían una gran diferencia, un gran paso entre ambos, algo así como una distancia de seguridad, pero para ella no era así. No cuando todo indicaba que su seguridad, su supervivencia y su libertad corrían peligro. El corazón comenzó a latirle con fuerza, mucho más rápido que de costumbre, sintió escalofríos recorriéndole el cuerpo, e instintivamente llevó la mano hacia la empuñadura de una de las dos katanas gemelas que llevaba consigo. Deslizó a Mangetsu, dejando que aquel filo plateado fulgurase momentáneamente en el mismo tono, y la colocó en cruz a contra el segundo filo. Junto a la daga en su otra mano componía una especie de defensa frente a él, o, por lo menos, consideraba que así podría cubrirse de cualquier tipo de ataque. Si bien sus movimientos en el momento resultaban ser fruto del terror, parecía perfectamente capaz de sostener las armas, y estas se adaptaban perfectamente a ella.

- ¿Quién eres? - Preguntó, obligándose a sí misma a mirar apenas un par de segundos hacia la flor. La explicación resultaba útil, pero no le preocupaba tanto como la aparición repentina. En comparación a una planta venenosa, la más mínima interacción con un desconocido resultaba mucho peor.- ¿Quién demonios eres? - Repitió una vez más, elevando un poco el tono de voz, ligeramente tembloroso de por sí. Sus filos servían como distancia, pero aun así sintió la necesidad de alejarse un par de pasos más. Procuró no pisar ninguna planta similar a aquella que señalaba, pero necesitaba dejar entre ambos algo más que esos metros. Si quería hablar, estaba segura de que podía hacerlo con más espacio entre ellos. Si lo que quería era danzar, entonces tendría que preocuparse después.- ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí? - En cualquier otro momento no hubiese formulado tantas preguntas, y seguramente hubiese intentado sonar mucho más formal y calmada, pero dado que era la única persona que había visto en tres días, y parecía ser el único humano de la isla... necesitaba entender lo que ocurría. Al menos, para dejar de temblar.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 3:13}

Pues vaya, se había encontrado un manojo de nervios. El olor de la chica cambió de cítrico y mentolado a un acento acre y picante. Miedo y agresividad muy pronunciadas. Sin embargo ya no notaba apenas olor a peligro. Sí, notaba una amenaza proveniente de ella, pero no era un peligro tan real como el veneno de la Rosa de Keyen. Aunque si no tenían cuidado, aún podía ocurrir que pisase otra. ¿Debía dejarla inconsciente de un puñetazo? Probablemente eso sería un mal comienzo. Debía intentar una aproximación más diplomática, explicarle que no buscaba ningún mal para ella y que sólo quería informarse sobre las novedades en el North Blue. "Y una vez más, no reconocen tu rostro. ¿Qué te apuestas a que esta tampoco reconocerá tu nombre?" dijo una insidiosa voz en su mente. Desconocía el motivo, pero a pesar de ser un pirata muy famoso con carteles de se busca suyos por todos los mares, por algún motivo nadie lo reconocía nunca. Salvo que fuese un momento en que no necesitase que le reconociesen. Entonces lo reconocía todo el mundo.

- No vengo con malas intenciones. Mira, incluso te he cons...

Al escuchar el sonido del acero contra la vaina y ver el destello de las armas, la expresión de Ivan cambió. Cerró la boca en una mueca seria y cualquier señal de efusividad desapareció. Había cosas que no le gustaban y mermaban su paciencia. La gente débil de carácter, por ejemplo. Los cobardes. Las menciones a su padre. Sin embargo si había algo que llevaba mal de verdad, era ser cuestionado. Y probablemente una de las maneras más rápidas de invocar su ira eran las amenazadas. En aquel momento, por suerte para la desconocida, su voluntad y sus pensamientos estaban demasiado enfocados en su objetivo como para que algo como eso pudiese enfadarle de verdad. Pero igualmente notó una chispa de ira y molestia, lo suficiente como para hacerle actuar. Cuando habló, su voz denotaba cansancio, hastío y desgana.

- Siempre he sido de la opinión de que quien empuña un arma debe hacerlo estando listo para morir...

Su mano derecha fue a la empuñadura de Vanator, desenvainándola en un movimiento fluido. En otro tiempo había sido una espada espléndida, de estilo mano y media, con una hoja de casi un metro, filo serrado en el tercio más cercano a la empuñadura, acero negro y una guarda elegante y elaborada. Aunque seguía siendo evidente que en el pasado había sido un arma fabulosa, ahora no era ni la sombra de su antigua gloria. Apenas quedaban treinta centímetros de acero, terminando abruptamente en una quebradura. Miró a los ojos a la chica y se preguntó: si quería pedirle información y evitar tener que hacerlo por las malas, ¿realmente quería darle una lección? No sería diplomático, por mucho que ella le hubiese provocado primero.

- ...por eso voy a darte una única oportunidad de envainar y disculparte. Úsala sabiamente.

Como gesto de buena fe, colocó la hoja paralela a su torso y tras un momento la dejó caer al suelo. Era solo un gesto, porque en la práctica no estaba desarmado. Seguía teniendo una daga más en la manga derecha, dos en la izquierda y unas cuantas más escondidas en diferentes partes de su ropa. Y en realidad era casi igual de letal con una daga que con las manos desnudas. Pero seguía siendo un gesto importante para él, aunque no esperaba que ella lo supiera. Rara vez hubiese dejado caer la espada de su familia al suelo de esa manera. Aunque, por otro lado, ¿algo tenía aún importancia? Con las dos únicas mujeres a las que alguna vez había amado desaparecidas en la guerra, sus prioridades habían cambiado totalmente. Con una expresión aún severa y cansada, continuó hablando:

- Mi nombre es Ivan Markov. Y ya que lo preguntas, estoy en esta isla para... supongo que podrías llamarlo una ¿visita arqueológica? - se encogió de hombros - Estoy visitando las ruinas keyenitas.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 11:23}

Su corazón no parecía dispuesto a ralentizarse y la situación lucía cada vez más tensa. El miedo le hacía comportarse como un animalillo asustado, cosa que odiaba por encima de todo, pero resultaba preocupante pensar que alguien como él -un hombre adulto lo suficientemente grande como para no pasar precisamente desapercibido- hubiese conseguido llegar hasta ahí sin delatarse. La distancia se había hecho mayor con él, después de todo, y frente a sus ojos todo parecía haberse calmado sutilmente, pero no se permitía bajar la guardia. No cuando no sabía qué era lo que pretendía más allá de haberle metido un susto de muerte. La voz, se centró en la voz que tenía justo delante. Dejó atrás a la persona en sí, y se fijó en cuanto tenía que decir y en el tono que componía. Tal y como la primera vez, no parecía agresivo. No sonaba como los guardias que normalmente le perseguían, al menos hasta que...

Algo cambió en el ambiente. Él lo hizo, pasando de esa calma que había estado portando a algo hueco que no lograba comprender. En cuanto se quiso dar cuenta, su rostro también se había vuelto diferente, y el miedo volvió a hacer mella en su interior. Tragó saliva, miró sus espadas y después le miró a él. ¿Había sido por sus actos? Quizá su propio terror le había hecho reaccionar. Racionalizando la situación, parecía lógico pensar que alguien pudiese cambiar al verse amenazado. Claro que ella no era una amenaza para nadie en realidad, y lo único que había pretendido había sido defenderse, pero... él no podía saber eso. Y tampoco era justo hacer pagar a un desconocido por sus propias inseguridades. El cansancio en su voz al hablar nuevamente le hizo pensar que no estaba allí para un enfrentamiento, que en realidad únicamente quería conversar. Era extraño pero no imposible, y algo de culpa se hizo presente en cada centímetro de su piel.

Podía parecer que aquellas palabras tocaron un punto clave en la joven, pero no era así. Precisamente ella no era una persona orgullosa, y tampoco alguien que se dejaba llevar por ese tipo de cosas. Si bien podía parecer un reto, una amenaza, en realidad no le importaba. Lejos de sentirse ofendida por algo semejante, formó una pequeña sonrisa melancólica en su rostro. No era la primera vez que se planteaba la muerte, mucho menos después de todo lo que había tenido que pasar últimamente, y si bien era cierto que no pretendía hacerlo, estaba preparada por si la dama oscura venía a reclamarla antes de tiempo. Y precisamente eso mismo cruzó por su mente en cuanto observó al hombre desenvainando su espada. Un destello de curiosidad empañó momentáneamente sus ojos al ver tal arma, pero el gesto se convirtió en duda en cuanto terminó de elevarla. No parecía el arma de un guerrero, al menos no en esos momentos. Incluso la propia hoja de la espada parecía sufrir, rota. «¿He cometido un error de juicio?» se preguntó, regresando un momento la mirada al hombre. «Pensaba que estaba calmado, pero el cansancio en su voz y esto...» no entendía lo que ocurría, no sabía bien cómo retomar la situación, el control sobre la misma. Sus nuevas palabras causaron un escalofrío sobre su piel, y toda duda sobre él se disipó al momento. Al menos, en lo que se refería a él estando triste o cansado.

Finalmente, y viendo cómo él dejaba caer aquella espada quebrada al suelo como gesto de buena fe, tal vez, elevó un poco las manos, deshaciendo aquella especie de cruz. Contraria a su actuación, sus movimientos fueron tenues y débiles cuando envainó ambas hojas en sus respectivas vainas. Hubiese podido hacer algo de teatro con la situación, pero no le interesaba que dos de sus tres armas se viesen expuestas al clima de esa isla. Asintió suavemente, elevó de nuevo las palmas de las manos enguantadas, y pasó la capa por encima de sus armas, mirándole.

- Lo siento-. Se apresuró a decir, rompiendo aquel silencio al que se había visto expuesta ella misma, inmersa en sus pensamientos -nada nuevo teniendo en cuenta que estaba acostumbrada a estar sola- y elevó una ceja.- ¿Keyenitas? - ¿Acaso había algo así por allí? Siempre había querido ver alguna ruina antigua siguiendo los libros de historia, pero nunca esperó que pudiese haber algo semejante en una isla desierta. Sí, había un pueblo abandonado, pero eso no significaba que tuviese valor histórico real.- ¿Son conocidas? - Preguntó, mientras le daba vueltas a la conversación. Había algo en ella... algo que le hacía dudar de todo. No por él, ya había dejado atrás las dudas con respecto a si iba a hacerle daño o no, pero...

Al instante abrió los ojos como platos, y las dudas y la curiosidad con respecto a lo histórico junto a la intranquilidad que seguía asolándola se disiparon como si nunca hubiesen estado ahí. Algo de ilusión bañó su rostro en cuanto empezó a entender quién era él. No por su fama, no por su wanted o por las hazañas que hubiese hecho a lo largo de su vida... sino por ella.

- ¿Ivan Markov, dices? - Sin siquiera darse cuenta, formó una amplia sonrisa. Incluso dio medio paso hacia delante, aunque se detuvo nada más darse cuenta-. ¿Eres amigo de Katharina? - Su pregunta sonó mucho más inocente de lo que esperaba, mucho más suave de lo que quería, pero no le importó. Las últimas semanas desde que se separó de ella había estado buscando información sobre la bruja, sobre cuanto había hecho a lo largo del mar. Había sido una forma de sentirla cercana incluso cuando les separaban tantísimas islas entre medias, y también como un símbolo de su propia promesa. Y con aquella investigación había averiguado alguna que otra cosilla, destacando aquel nombre que había escuchado de los labios de aquel hombre.- Oh, dios, lo siento. Siento haberte apuntado, yo...- Rascó su nuca, intentando apartar el nerviosismo que se formaba en ella, aunque sin conseguirlo.- Lo siento mucho, de verdad. Pensaba que eras otro rarito o alguien queriendo robarme. O peor, un perro del gobierno.- Bajó un poco la cabeza en señal de disculpa-. Soy Cheshire, ¿podemos empezar esta conversación de nuevo?


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 19:37}

Hacía muchas preguntas diferentes, y no parecía saber lo que eran los keyenitas. Nuevamente, la hipótesis del naufragio cobraba fuerzas. Dado que había envainado sus armas y parecía arrepentida, Ivan relajó su pose y asintió con la cabeza. Lentamente, para no parecer una amenaza, recogió a Vanator del suelo y la volvió a ajustar a su cinturón. Su rostro cambió totalmente cuando la chica mencionó a Katharina, mostrando sorpresa. En el momento en que ella dio un paso hacia él, tensó los dedos de su mano derecha de forma casi imperceptible por instinto. Había soltado su arma, pero seguía alerta. En cuanto se dio cuenta, relajó los músculos de la mano y prestó atención a las palabras de la chica. ¿Conocía a Katharina? "Tanto Kath como tú sois famosos. Puede haber reconocido tu nombre y que sepa que es tu capitana." Sin embargo, no parecía estar intentando fingir familiaridad, su respuesta había sido totalmente sincera. Ni su olor ni los latidos de su corazón parecían evidenciarlo, y eso que su corazón llevaba siendo un coche de carreras desde que se habría presentado frente a ella.

- ¿Conoces a Kath? Este es desde luego un mundo muy pequeño.

Entonces llegó la disculpa más extraña que Ivan había recibido en mucho tiempo. En parte apreciaba que se disculpase por amenazarle, pero por otra consideraba que nadie debería lamentar haber desenvainado un arma para proteger su vida. Cuando alguien sacaba un arma, debía aceptar las consecuencias. Empuñar un arma con dudas era un error fatal, y arrepentirse tras empuñarla hacía que surgiesen dudas en las próximas batallas. Sin embargo no llegó a darle más tiempo a eso, pues cuando dijo qué cosas había pensado que era arqueó mucho una ceja y articuló en silencio la palabra "rarito". ¿Tan mala pinta tenía? Vale que últimamente había dejado de afeitarse todos los días y que dormía tan poco que le habían salido ojeras... ¿pero rarito? ¿O perro del gobierno?

- ¿Tengo pinta de marine o de burócrata? - negó con la cabeza - Te compro que podría colar por cazador de recompensas. No sabría decir si te buscan de todos modos, he perdido la costumbre de mantenerle un ojo echado a los carteles de se busca nuevos.

Se encogió de hombros y se acercó al conejo muerto. Lo agarró por las orejas y extrajo la daga de su cuerpo, limpiando la sangre contra su pelaje. Tras eso hizo desaparecer la daga en el interior de su manga y se volvió hacia ella levantando al roedor.

- Cheshire decías, ¿verdad? Tienes pinta de estar muriéndote de hambre. Hagamos esto, cocinaremos este conejo y podremos hablar con calma mientras desayunamos - volvió a señalar al suelo - No lo dije en broma. Ten cuidado con donde pisas, esas flores son muy peligrosas.

Si Cheshire aceptaba, se pondría a buscar madera seca para la hoguera, una tarea un poco complicada dado que Ireos era una isla muy húmeda. A falta de eso, procuró no coger madera verde y conseguir la mayor cantidad posibles de hojas y hierba seca para hacer de yesca. Una vez tuviesen lo que necesitaban, echaría a andar hacia el poblado en ruinas, aunque una vez ahí dejaría que fuese Cheshire la que guiase.

- ¿Cómo se te da de bien cocinar? Yo no puedo decir que sea un gran cheff, pero mis platos son comestibles. Si se te da bien, te dejo a ti la parte de la cocina.

Dejó las cosas de la hoguera en el suelo y se sentó sobre una piedra a desollar el conejo. No hizo amago de preparar o encender la hoguera él mismo. Prefirió no comentarle que tenía pánico a las llamas, entre otras cosas porque no conocía de nada a aquella chica y prefería no darle información sensible sobre él mismo. Una vez estuviese la hoguera lista y el conejo desollado, dejaría que fuese Cheshire la que decidieran quién cocinaba.

- Antes preguntabas si soy amigo de Kath. Sí, y algo más. Soy su segundo al mando, aunque sospecho que eso ya lo sabías.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 21:09}

Desde que la cosa se había resuelto medianamente, aunque no hacía mucho de ello, se había tranquilizado bastante. No es que no sintiese el peligro acechando a cada paso que daba literalmente entre el bosque, pero por lo menos comprendía que la situación podría ser mucho peor. No descartaba que aquel hombre pudiese volverse un enemigo según continuase la conversación, pero tenía un poquito de confianza -solo un poquito- en el segundo al mando de esa mujer. Tal vez confianza fuese una palabra demasiado grande, pero había estado con ella lo suficiente -o al menos, lo suficiente en un mundo así- como para darle el beneficio de la duda. Y eso se aplicaba a sus compañeros. Por eso sus gestos eran más relajados y permanecía con una sonrisa firme en su rostro, que no se disipaba.

- Sí, estuve con ella hace un tiempo.- Encogió los hombros suavemente. Desde luego el mundo en el que vivían no le parecía pequeño precisamente, pero sí que era una tremenda casualidad encontrarse primero con la capitana y después con él. Aunque tras tantos encuentros diferentes con personalidades completamente diversas nada podía sorprenderle. Sí que le había resultado extraño el primer encontronazo entre los demás, pero últimamente comprendía -para su desgracia- que cada persona a la que conocía era, desde luego, monstruosa en sí misma.- Me ayudó mucho. Casi me congelo de frío pero me ayudó a sobrellevarlo y gracias a ella estoy viva.- Había sinceridad en sus palabras, absoluta, plena. No sabía si habría conseguido sobrevivir sin ella, pero desde luego todo había sido mucho más sencillo con su ayuda.

Por otro lado, la siguiente parte de la conversación le pilló desprevenida. Tenía la culpa por haber dicho algo así sin pensar, pero justo en el momento no sabía bien qué responder. Otra vez, volvió a pasar la mirada desde el cabello de Ivan hasta sus pies. Y luego lo hizo al revés, comprobando sus rasgos. Si bien estaba ojeroso y lucía cansado, fácilmente podía tener el porte de alguien noble. Quizá no de los nobles que ella conocía, pero sí de alguien de familia rica en alguna isla. Eso sí, no parecía un marine. No es que hubiese visto muchos, pero los que había visto solían vestir con el uniforme típico del gobierno, en blancos y azules tan horribles que ni siquiera combinaban con el resto de sus rasgos. Por un momento se imaginó a ese hombre en todo su esplendor con una camisa blanca y un pañuelo alrededor del cuello, y su sonrisa se ensanchó.

- No sé si me buscan, pero me alegro de que no seas cazador de recompensas-. Mencionó. Viendo todo lo que había hecho hasta el momento no le sorprendería tener algo de precio sobre su cabeza, pero esperaba no llamar tanto la atención. Al menos hasta que tuviese un barco con el que moverse, o algo así. Ser buscada por el gobierno y no poder huir podía ser peligroso cuanto menos-. Siento haberte confundido con alguien así, no sabía cómo eras.- Dejó que Ivan tomase al conejo, y sintió cómo su cuerpo se resentía, casi pidiéndole que le cuidase un poquito más de lo que lo había hecho los últimos años.- Sí, lo siento, no he podido comer mucho aquí. Me encantaría comer algo que no fuesen bayas.- En cuanto señaló nuevamente a las flores, se apresuró a dirigir la mirada al suelo. Algo que no podría haber hecho de seguir estando muerta de miedo por aquel hombre.

Intuía lo que llegaba a continuación, y no le apetecía para nada. No porque no quisiese acompañar a Ivan -algo que le apetecía realmente, pues suponía nuevas historias y aventuras que averiguar, y tal vez algo de compañía sorprendentemente-, sino porque comprendía el ridículo que estaba a punto de hacer. Entendía que lo más lógico sería salir de aquel bosque lleno de plantas venenosas para regresar al poblado, pues resultaba una decisión estratégica muy válida. Y la más inteligente teniendo en cuenta que allí podrían hablar sin que les molestasen. Pues bien, como veía que eso sería lo próximo a hacer, decidió que se adelantaría a los acontecimientos. No tenía ni la más remota idea de dónde demonios estaba o de cómo volver hasta aquel pueblo. Se agachó buscando sus huellas, pero ni siquiera logró encontrar un camino en dirección al exterior del bosque. Aprovechaba mientras él intentaba encontrar ramas o cosas que utilizar en la fogata para ir rebuscando algo que le ayudase a salir.

Al final, después de un buen rato y posiblemente por azares del destino, consiguió encontrar una pequeña huella con el tamaño de su bota izquierda en dirección a ese claro del bosque. La sonrisa que consiguió poner fue incluso mayor a la ilusión que había mostrado al saber la identidad de su acompañante, y reprimió un grito de alegría al ver que no necesitaría más que seguir las huellas. Por lo menos no haría tanto el ridículo delante de alguien semejante.

- Creo que puedo asar el conejo sin que se me queme-. Respondió con total sinceridad. A ver, seguramente podría hacer algo más que eso -como echarle sal en caso de encontrar una poca-, pero no era precisamente diestra con la comida. Además, llevaba años alimentándose a base de comida robada, no se había preocupado demasiado por aprender a cocinar. En cuanto todo estuvo listo y pudieron emprender camino hacia el poblado, siguió las huellas. En ningún momento alzó la mirada hacia otro sitio, temiendo que pudiese perder el rumbo, pero continuó hasta que consiguieron salir de allí. Cuando por fin observó el mar y aquella muralla particularmente destrozada por el paso del tiempo, le señaló una pequeña casa en lo alto de unos escombros. No era difícil subir hasta ahí, pero tampoco lo más fácil del mundo. Aun así, la joven demostró cierta agilidad a la hora de ir saltando de roca en roca hasta aterrizar sobre unos tablones de madera algo carcomidos.

El resto del pueblo estaba prácticamente igual de mal. Las casas mostraban un deterioro constante debido al clima y seguramente a alguna que otra catástrofe desconocida para la chiquilla, y en la que se encontraban era una de las pocas que conservaba todavía un techo. Apartó unos cuantos tablones que quedaban de la hoguera que construyó el día anterior, dejándole espacio para que pudiese sentarse y, en caso de necesitarlo, dejar sus cosas, y se apresuró a preparar la hoguera -algo que sorprendentemente sí que sabía hacer-. Antes de hacerlo, sin embargo, dudó un instante. No porque algo así le diese miedo, más bien parecía debatirse entre quitarse los guantes y no hacerlo. Al final no lo hizo, colocándoselos todavía más firmes en su sitio conforme colocaba las tablillas de forma que la más pequeña chispa pudiese prender.

- No me importa asarlo si prefieres descansar o algo así-. Comentó con tono amable, dejando que la primera llamita encendiese las ramas colocadas alrededor de aquel círculo que estaban utilizando como zona de cocina. Esperó, aun así, a que fuese él quien desollase el conejo. Podría haberlo hecho ella misma, pero no le apetecía manchar los guantes de sangre. Bastante iban a ensuciarse ya con las cenizas.- Sí, después de separarme de Katharina estuve investigando un poco-. Viendo lo mal que sonaba aquella frase, se apresuró a añadir algo más, de forma nerviosa: - Tenía curiosidad, quiero decir. No estaba intentando acosarla ni nada así, pero como me ayudó tanto...- Algo preocupada con lo que pudiese llegar a parecer, simplemente negó-. Lo siento.- Una vez más, volvió a disculparse, por si acaso-. No acostumbro a tener compañía, y menos a alguien como tú.- Reconocer sus errores era algo que no le costaba en absoluto, por lo que prefería disculparse no solo por los comentarios hechos hasta el momento, también por lo que pudiese pasar en el futuro.- ¿A ella también le interesan los Cayetanitos? ¿Reyenitos? ¿Kayo...sitos? - Cerró la boca antes de seguir liándola, y se limitó a mirar el conejo algo avergonzada. Desde luego no era la mejor impresión causada a alguien.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 18 Abr 2021 - 23:22}

En lugar de subir a saltos como su compañera, él simplemente se acercó a la pared y camino en vertical hasta el tejado. Si algo le estaba quedando claro de Cheshire, es que pedía perdón demasiado. No, constantemente. Aquel rasgo en concreto chocaba un poco con Ivan. No entendía a la gente que disculpaba constantemente. ¿Es que se arrepentía de sus acciones todo el rato? ¿Lo hacía por agradar? Había maneras mejores de agradar que repetir "lo siento" constantemente. Y si se arrepentía todo el rato de sus decisiones... bueno, igual debería irse planteando cambiar de forma de actuar y buscar una en que pudiese actuar sin arrepentirse nunca. Aquello sin embargo mostraba una cierta debilidad de carácter. De momento Cheshire había demostrado ser un tanto cobarde e indecisa. ¿Cómo podía sobrevivir sola alguien así? Debía haber más en ella de lo que relucía de primeras. Al fin y al cabo, su haki rara vez de equivocaba. La Voz de la chica era más fuerte que la de una persona corriente. Como mínimo, su voluntad debía ser superior a la de la mayoría del ganado.

- Yo desollo, tu cocinas. Me parece justo.

Escuchó en silencio mientras intentaba explicarle que sabía de él porque había buscado información sobre Katharina. Tenía su gracia verla intentando decirlo de una manera que no sonase a acoso. Contuvo una sonrisa mientras terminaba de quitar la piel con diestros movimientos de su daga. Entonces cogió un palo largo y recto que había cogido específicamente para ensartar el conejo y procedió a hacerlo... hasta escuchar lo de los Cayetanitos. Sin poder contenerlo más, empezó a reírse con ganas, sujetando el conejo con ambas manos. Fue tan inesperado y le resultó tan gracioso que se rio a lágrima viva durante medio minuto, hasta quedar sin aliento.

- Ah, necesitaba eso - dijo secándose las lágrimas - Gracias - le pasó el conejo ensartado, riéndose de nuevo - El nombre es keyenitas. Son los habitantes de este lugar. Estas ruinas y otras como el templo en el centro de la isla son de las pocas cosas que han dejado en la superficie. No tengo claro que a Kath le interesen especialmente, pero yo tengo un interés personal en ellos. Mi padre los estudió y dejó algunos escritos sobre su cultura.

A decir verdad, seguía sin tener claro qué pretendía encontrar en la isla. ¿Alguna señal de que su padre había estado allí en el pasado? ¿Una indicación mágica de cuál era el camino a seguir? Normalmente tenía muy claro cómo actuar. Ivan siempre vivía siendo fiel a sí mismo, escogiendo siempre la opción que le permitiese vivir de acuerdo a sus deseos, sin arrepentimientos. Pero, ¿qué hacer cuando hay varias opciones, todas representan un deseo y escoger una es probablemente renunciar a las otras? Una sombra cubrió su rostro por un instante, desapareciendo tan rápido como llegó. Simplemente haría como siempre. Improvisaría. Echó mano de su gabardina y sacó de uno de los bolsillos una botella de whisky. A pesar de que la botella era voluminosa y claramente más grande que el bolsillo, ni este parecía estar abultado ni se deshinchó tras sacarla. Dio un generoso trago al licor y le ofreció la botella a Cheshire.

- ¿Quieres? Es de doce años en barril, bastante bueno. Por cierto... he estado echando un vistazo a los alrededores antes de encontrarte y ya había visto la hoguera anterior. ¿Estabas intentando hacer señales? - se acomodó como pudo contra un escombro - Supuse que la había hecho algún náufrago, lo que me lleva a preguntarme, ¿qué haces en la isla? No has venido por las ruinas y, sinceramente, Ireos no es precisamente un destino turístico ideal. Las plantas venenosas, las panteras con cola de escorpión y los lagartos gigantes no son la mejor de las compañías. Aquí solo vienen arqueólogos, gente que se ha perdido o criminales que pretenden esconderse. Y entusiastas de la caza, supongo.

Ahora que sabía que era conocida de Katharina y que su capitana le había ayudado en el pasado, decidió que no le importaba echarle una mano si la necesitaba. Al fin y al cabo él también pretendía que le ayudase a enterarse de las novedades en el North Blue. Quid pro quo y todo eso. A lo mejor hasta podía convencerla de que le acompañase a explorar el templo. No creía que realmente necesitase ayuda, o se hubiese traído un ghoul del submarino, pero ya que estaban allí... cuatro ojos ven más que dos.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Lun 19 Abr 2021 - 20:06}

Sin saber muy bien cómo, los últimos meses habían estado llenos de sorpresa. Había comprobado que en el mundo había muchas más cosas de las que los libros mencionaban, todas ellas extraordinarias y diferentes las unas las otras. Pero estaba segura de que en ningún sitio había leído o visto nada referente a andar por las paredes. Decidió que no preguntaría al respecto en cuanto le vio tomar una ruta ascendente semejante, pero le pareció de lo más sorprendente. «A lo mejor no es humano», pensó mientras le veía. Y es que en realidad sí que parecía humano, al menos desde su punto de vista. Tampoco había conocido a nadie que pareciese un humano pero no lo fuese, pero tratándose de ese mundo tan vasto y complejo no podía descartar nada.

La situación no volvió a ser extraña. Consiguió encender el fuego, y todo fue coser y cantar mientras terminaba de dejar sus espadas junto al resto de sus cosas, algo apartadas de la zona que utilizaban para cocinar. Si bien odiaba el sentimiento de estar desprotegida, la idea de estar paseando de un lugar a otro con los filos resultaba incómoda. Sobre todo si quería tener una charla normal y cocinar para ambos. Ante la especie de trato que había hecho casi sin saberlo con él -dejándole desollar para luego ser ella quien cocinase-, asintió y esperó mientras continuaba con aquello a que le tendiese los dos palos ensartados. Incluso después de tantos años viviendo en la calle y entre pobreza aún no se acostumbraba a tener que comer de esa forma. «Supongo que las formalidades no se olvidan así como así» se dijo a sí misma, y al momento escuchó a Ivan reirse. Abrió los ojos como platos, intentando recordar qué había dicho en aquel lapso de tiempo -algunas veces ni siquiera se percataba de cuanto balbuceaba-, pero no lo entendió hasta que volvió a mencionar a los keyenitas.

- Oh. ¡Oh! Vale, nombres raros, ya sabes.- Tomó el conejo y se acercó hasta la hoguera, agachándose medianamente para ser capaz de ir asando la carne.- No sabía que hubiese una cultura aquí, pensaba que la isla estaba desierta. Realmente desierta, quiero decir. No he tenido mucho tiempo para investigar nada que no fuese un lugar donde dormir sin preocuparme por la fauna.- Respondió con sinceridad, y aprovechó para echarle un vistazo a cuanto le rodeaba. Sí que le había llamado la atención especialmente aquel pueblo amurallado. Había algunos detalles que aseguraban que alguien había vivido allí tiempo atrás, aunque durante el tiempo que había estado allí, al no haber visto a nadie más pensó que habrían huido o muerto. Teniendo en cuenta que las plantas venenosas abundaban según lo que había dicho Ivan, la segunda opción había cobrado más sentido en su cabeza. Pero parecía que se equivocaba en cuanto eso al menos.- Ya veo, ¿qué tipo de cultura se asentaba aquí?

Si algo sabía ella era que perderse en un lugar abandonado no era tan malo si de todo ello conseguía sacar información o algo de interés. Como seguramente conseguir información estuviese descartado -salvo que Ivan tuviese algo que le interesase de cuanto ansiaba saber-, tenía que centrarse en cuanto pudiese encontrar sobre el lugar. Quizá pudiese sacar algo más de aquel viaje de lo que en un principio esperó, si es que dicha cultura conseguía captar su interés lo suficiente. Ya lo averiguaría más tarde. Por el momento debía centrarse en hacer la carne sin que se quemase, así que dio la vuelta al palo para que pudiese estar tostado pero hecho por todos los lados. En cuanto volvió a dejarlo sobre la sujeción, miró la botella de whisky que le ofrecía.

- Gracias-. La tomó entre sus manos un momento antes de darle un suave trago, percatándose de su aroma y de la intensidad que desprendía. No acostumbraba a beber alcohol -es más, solo había probado una vez hacía un par de años, cuando quiso llevarle la contraria a Mara solo para saber qué se sentía tomando algo como los mayores-, así que le resultó un poco fuerte, pero no hizo más que una pequeña mueca y le devolvió la botella. Desde luego no le parecía malo para nada.- Sí, perdí el bote en el que me estaba desplazando el otro día. Decidí refugiarme de la tormenta aquí, creía que tendría más posibilidades en tierra firme que en el mar, así que... guardé la barca en la playa, pero...- Sonrió un poco para sí misma, y negó varias veces. Ya tenía asumida su falta de orientación-. me perdí mientras buscaba algo de comer y ya no supe regresar. Se que no es una historia demasiado buena.- Por lo general, las historias reales no lo eran. Lo había aprendido a las malas-. pero bueno, pensé que era mejor intentar llamar la atención y alejarse del bosque. Esas criaturas son un problema.

El conejo estaba listo -o eso creía por lo que podía ver-, así que no dudó en alargar nuevamente la mano enguantada hacia la carne. Sonrió al ver que parecía comestible y se la ofreció para que pudiese coger cuanto gustase. Después de todo, si podía comer algo que no fuesen plantas en aquel maravilloso día era gracias a él. Dio un par de palmadas para quitarse alguna que otra ceniza y polvo de la tela, y se acomodó en el lugar, sentándose sobre un pequeño tronco.

- Tenía pensado viajar hasta Downs, pero está resultando más duro de lo que creía-. Tal vez "duro" no era la palabra. Problemático se amoldaba más a cuanto estaba viendo hasta el momento, pero no dijo nada.- Intuyo que tú sí has venido por las ruinas, ¿tienes un barco? - Preguntó curiosa. No todos los días tenía la oportunidad de hablar con un verdadero pirata, así que... debía aprovechar.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Mar 20 Abr 2021 - 17:07}

Empezaba a sospechar que aquella chica era increíblemente afortunada, o que guardaba algún increíble poder oculto. De otra manera, ¿cómo había sobrevivido sola hasta ahora? Se las había ingeniado para perder de vista su barca... salvo que la hubiese dejado a merced de las mareas, no entendía cómo podía alguien perder de vista su barca. Es decir, si no se acordaba del lugar, podría simplemente haber recorrido a pie la costa hasta encontrarlo. Encontrar sitios junto al mar suele ser sencillo porque solo hay dos direcciones hacia las que encaminarse. Además, hacer señales en una isla desconocida suele ser peligroso. Y en el caos de Ireos aquella afirmación era especialmente cierta. Podría haber atraído a un Freikous o a keyenitas que estuvieran de caza, y no tenía claro cuál de las dos alternativas era peor.

- Katharina tiene un barco, pero yo no. Yo viajo en submarino. Es más seguro y más rápido, pero mi capitana se ha empeñado en que un pirata de verdad debe ir en barco - puso los ojos en blanco - Así que conseguimos un navío para la banda.

La decisión de Kath de dejar de viajar en el Leviatán y conseguir un barco les llevó a no pocas discusiones. Al final había tenido que ceder y dejarle cogerse su velero, aunque nunca renunció al submarino del todo. Seguía haciendo que viajase bajo el Horror Circus y lo protegiera desde abajo, y cuando quería marcharse a resolver sus asuntos (como en aquel caso), se lo llevaba. En cualquier caso, pretendía ir a Downs... le sonaba aquel sitio. Había ganado notoriedad en los últimos años como una isla sin ley, punto de reunión de criminales. Era un lugar peligroso donde la mayoría de personas no querrían encontrarse solos. No tenía muy claro si Cheshire era muy valiente o muy descuidada. Tal vez una mezcla de ambas.

- En cualquier caso, antes me preguntabas por los keyenitas. Son una cultura cruel y salvaje que adora a un dios de la sangre, Keyen. Entregan sacrificios humanos a su dios en sus templos y tienen coliseos rituales en los que obligan a enfrentarse a muerte a prisioneros como ofrendas sagradas. Hablas de ellos en pasado, pero están bastante vivos, más o menos. Durante años, la gente de Ireos eran el terror de las islas cercanas, hasta que fueron atacados por la Marina para evitar que continuasen saqueando puertos y llevándose a la población como sacrificios. Para protegerse del mundo exterior, los keyenitas huyeron del mundo de la superficie. Ahora viven en asentamientos subterráneos bajo la isla, y salen solo de noche en busca de alimento. No quedan mucho ya, pero siguen vivos.

A pesar de que el sol estaba ya en lo alto, la simple mención a Keyen y su pueblo pareció oscurecer las ruinas. Una brisa fría se levantó y arrancó varias ascuas a la madera. Sin prestar atención, Ivan arrancó una pata del conejo y se la llevó a la boca. El interior no estaba del todo hecho, pero no hizo ascos. Era comida caliente. Ahora que lo había dicho, igual sí entendía qué había visto su padre en los keyenitas. ¿Una civilización obsesionada con la muerte y la sangre? Con lo macabro que era y la akuma no mi que había tenido, le pegaba interesarse por aquella gente. ¿Tal vez estaría perdiendo el tiempo si decidía adentrarse en las ruinas? Mordió otro cacho de conejo, pensativo. Ya que estaba allí, no perdía nada por ir a echar un vistazo. A lo mejor encontraba algo interesante. Tal vez hasta tenía suerte y encontraba una espada nueva que portar hasta que reparase a Vanator... aunque ese era un pensamiento demasiado iluso. En cualquier caso... aún tenía algo que preguntarte a Cheshire. Había un motivo por el que la había buscado en cuanto captó su olor.

- Llevo un tiempo fuera del North Blue, y por lo que sé ha habido grandes novedades en el último mes. ¿Sabrías decirme algo de los acontecimiento en Hallstat? Voy camino de la isla y quiero saber qué me espera cuando llegue - hizo una pausa para dar otro trago a la botella de whisky - Si me echas un cable poniéndome al día, te ayudaré a buscar la barca. O te sacaré de aquí en submarino, si lo prefieres. Probablemente sea mejor que exponerse a una tormenta en una barca.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Miér 21 Abr 2021 - 13:18}

Después de haber conocido a Katharina, la idea de que tuviese a alguien como Ivan en la banda le reconfortaba. No es que pudiese decir que le conocía después de una pequeña charla, pero por lo menos podía ver que era mucho más tranquilo que Katharina. Dentro de lo que podía caber. También lucía más serio, más preocupado por su entorno, y parecía cuidarse. Eso significaba que Katharina estaría bien allá donde fuese en caso de tenerle, más aún si luego tenía otros tantos camaradas que le ayudasen en su travesía. Sí, desde luego, si había llegado a ser semejante capitana, entonces seguro que tenía gente detrás apoyándola. La idea le hizo sonreír.

- ¿Submarino? ¿De verdad? ¿Cómo funciona? Si no puedes guiarte por el viento, ¿te guías por las mareas? ¿Y cómo se mueve sin disponer de una vela? - Preguntó de forma apresurada, como si todas esas preguntas se acumulasen y no pudiese seguir el ritmo de sus propios pensamientos. El interés se reflejó en su rostro, y es que, ¿a quién no le interesaría algo semejante? Sabía de muchos barcos increíbles a lo largo de la historia, pero nunca había conocido a nadie que tuviese un submarino. Claro que tampoco había conocido a nadie con un barco propio...- Confiaba en que tendríais un transporte... La escoba de Katharina no es especialmente cómoda, la verdad, y no creo que todos pudieseis caber ahí-. Todavía recordaba la travesía llena de turbulencias y de movimientos erráticos. Y el dolor de culo que tuvo los siguientes días. No quería repetirlo pronto, desde luego. Los barcos le parecían un mejor transporte sin duda alguna-. Entiendo sus ganas de tener un barco, la verdad. Tener un lugar propio donde viajar es increíble.

Durante sus viajes se había fijado en un montón de navíos, todos ellos con propietarios -evidentemente-, y se había hecho una imagen mental de cómo debería ser el suyo. Si todavía no había robado uno era porque no había encontrado el adecuado, eso lo tenía clarísimo. Pero llegaría el día en que vería un barco precioso y lo haría suyo, y entonces tendría todo lo necesario para zarpar y recorrer el mundo. O eso esperaba, al menos.

Escuchando la historia de Ivan se dio cuenta del peligro que había corrido estando en mitad del bosque. No había pasado la noche ahí, pero solo había sido porque no había encontrado nada de utilidad. Tragó saliva, preguntándose exactamente qué llevaba a la gente -a esa gente- a creer en un dios de la sangre. ¿Sacrificios humanos? Venga ya, ese tipo de cosas solo ocurrían en las historias de miedo, ¿por qué parecía que estuviese viviendo una? No daba crédito. Pero incluso el clima parecía haberse puesto de acuerdo con la historia, cubriendo por completo el precioso día que había salido horas antes. El viento le hizo estremecerse, y no pudo evitar mirar un poco hacia las nubes. Si la tormenta llegaba sería un problema, pero empezaba a creer que tenía que ver con la mención al dios de la sangre. Solo esperaba no tener que realizar sacrificios o algo así para que se calmase.

- Intuyo que no disponen de tecnología, y que se basan en algo un poco más tribal-. Alargó su mano para coger un pedacito de conejo, arrancándolo con cuidado de no echar a perder nada sin querer. Sopló un poco y continuó, aunque era tentador ignorar la conversación solo por poder comer algo-. Seguro que ver las trifulcas y los coliseos es divertido. Al menos desde fuera, dudo que los de dentro disfruten demasiado. ¿Crees que al ganador le dan algún premio? Algo como... "un vale para no convertirse en sacrificio".- Dándole por fin un mordisco al conejo, casi estuvo a punto de llorar. Llevaba tanto tiempo sin comer algo caliente que le sentó extremadamente bien. La carne estaba tierna, y aunque la había cocinado un poco menos del tiempo necesario no le importó realmente. Antes de continuar hablando se terminó el pedazo, puesto que incluso en una isla desierta sentía la necesidad de ser formal y educada. Y más aún estando en compañía-. Entonces todo lo que queda de su cultura está bajo tierra... eso es interesante, supongo que estará plagado de secretos de su civilización. Pero supongo que no es demasiado inteligente ir a echar un vistazo.

Ivan había logrado captar su atención, sin duda. Le interesaba esa cultura y lo que eran capaces de hacer. No solo en cuanto a sacrificios -cosa que no le apetecía demasiado ver-, también en cuanto a desarrollo. Si seguían estando envueltos en religiones y en todo lo referente a dioses antiguos, eso podía significar que el desarrollo tecnológico aún no les alcanzaba. Y eso podía ser entretenido de ver e investigar. Sobre todo teniendo en cuenta cuán diferente del resto del mundo parecía dicha civilización. Por un momento, se planteó ir. No por la noche, desde luego, pero tal vez al día siguiente. Echar un pequeño vistazo o intentar encontrar una entrada. Si salían a buscar comida seguramente tendrían varias entradas y salidas por las que aparecer en la superficie. Y no creía que pudiese pasar nada por ir a ver. ¿Qué podría pasar? ¿Ser considerada un sacrificio? No creía que allí pudiese haber gente más peligrosa que Katharina, Yarmin, Anna o Ivan precisamente. Y si no lo eran no le preocupaban tanto.

Entre sus pensamientos, escuchó a su acompañante. Hallstat le sonaba de algo, pero no creía saber nada de utilidad en referencia a la isla. Se había pasado los años vagando de un lado a otro prestándole atención únicamente a sus necesidades y a sus sueños, así que no había buscado información de otros sitios. Ni siquiera sabía exactamente por qué islas había pasado hasta llegar a Ireos. Compuso una mueca, y negó un par de veces.

- Lo siento, me gustaría poder decir que sé todo lo que ha ocurrido-. Más que la idea de sacarle de allí, lo que le llamó la atención de tan tentadora oferta fue el hecho de ser capaz de ver el submarino. Estaba segura de que era increíble, de que había mucho que poder investigar aunque solo fuese de vista. Pero claro, no tenía nada que ofrecer a cambio-. No sé nada de esa isla. Pero espero que tengas suerte cuando llegues-. Después, volvió a mostrar la sonrisa habitual, mirando por un momento al mar. Ya encontraría la barca en otro momento, y las mareas y las tormentas no eran algo que pudiesen preocuparle enormemente.- ¿Estás muy lejos de allí?


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Miér 21 Abr 2021 - 22:19}

Alzó las manos para calmarla un poco. La mención a su submarino la había emocionado de más y estaba disparando preguntas como si fuese una metralleta.

- Espera, vamos por partes - suspiró mientras ordenaba sus pensamientos - Me oriento porque debajo del mar las brújulas y los log pose siguen funcionando. Además tiene un tubo llamado periscopio con el que puedes ver las cosas que rodean al submarino, e incluso hacer que asome por encima de las olas y ver la superficie del mar. Para moverse usa un motor que quema sal marina y activa unas turbinas. Estas desplazan agua a mucha velocidad y mueven el submarino.

Soltó un soplido que casi parecía una risa al escuchar lo de la escoba, y miró el bosque nostálgico. Era él quien había conseguido la escoba para Katharina y se la había regalado. Había sido durante su aventura en Tlaseseyan. Como recompensa por salvar el reino, les habían permitido coger un tesoro de la cámara del rey. Él había negociado con el general cuando Katharina no les oía y le había pedido que le fabricase aquella escoba para su capitana. Habían tardado un poco en mandársela acabada, pero había merecido la pena. Después contestó a sus preguntas sobre los keyenitas. La chica se tomó el relato con una frivolidad que no había esperado. Tal vez fuese más valiente de lo que había creído. Al fin y al cabo, había percibido que no era una persona corriente. Tal vez tuviese potencial pendiente de pulir.

- No son... exactamente tribales. De hecho tienen una monarquía y una tecnología relativamente avanzada. No tienen armas de fuego y hace tiempo que dejaron de hacer barcos, pero mira a tu alrededor. Ladrillos de piedra pulida, argamasa, pintura, murallas... si te has fijado en la zona costera de las ruinas, hasta tenían un puerto. Hasta hace unas décadas, mi isla no estaba mucho más avanzada. Las costumbres y creencias no están asociadas al nivel de desarrollo, hay islas con tecnologías muy avanzadas que siguen adorando a deidades. ¿Has oído hablar de Sideros, en Grand Line? A pesar de que tienen algunas de las industrias y tecnologías más avanzadas del mundo, siguen teniendo una religión organizada muy fuerte. De todos modos, sospecho que tras haberse aislado bajo tierra y la enorme pérdida de población que han tenido en los últimos tiempos, no deben estar en su mejor momento o tener acceso a muchos materiales - se encogió de hombros - No pretendo bajar hasta la ciudad, pero sí meterme en las cavernas a husmear. Si quieres venir y prometes ser silenciosa y tener cuidado, eres bienvenida.

La invitó porque su Voz le decía que no era una persona débil, y el North Blue no dejaba de ser un Blue. Alguien como ella podría defenderse bien contra unos cuantos keyenitas, y aún si las cosas se ponían realmente feas, estaba él. A aquellas alturas, la expedición iba a ser más un paseo con miras a tentar a la suerte y ver si aparecía algo interesante que una investigación arqueológica, así que el segundo par de ojos no vendría mal. Tras la propuesta, le preguntó por Hallstat y las novedades, pero por desgracia no parecía que Cheshire supiese nada. A lo mejor debería haber ido a Lvneel o a otra isla antes de ir a Hallstat. Sería peligroso aparecer en la isla desinformado. Debería procurar ir a un puerto que se hubiese mantenido neutral durante la guerra y aprovechar para informarse sobre los últimos acontecimientos. Höhle podría servirle.

- ¿De debajo de qué piedra has salido? ¿No conoces Hallstat? - arqueó una ceja - Es solamente una de las islas más grandes del North Blue, y hasta no hace ni diez años, la capital de un imperio. Supongo que entonces tampoco sabes nada de mi apellido o por qué me persigue el Gobierno, ¿no?



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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Jue 22 Abr 2021 - 20:13}

Las explicaciones de cómo funcionaba el submarino le resultaron extraordinarias. Ir debajo del mar debía ser increíble, poder estar pendiente de todo alrededor. Entendía que estando en una superficie resistente al agua las brújulas pudiesen orientarse, pero que también lo hiciesen los log pose... Thyle le había explicado más o menos cómo funcionaban aquellos objetos, pero nunca había tenido uno en su poder, no todavía. Tampoco es que lo hubiese necesitado previamente. Conforme más se imaginaba el submarino, más ganas tenía de ver uno. Simplemente estar bajo el océano y poder observar las olas resultaba mágico. Único, incluso. No solo eso, todo el artefacto en sí parecía ser exclusivo. Debía de costar una fortuna. O dos fortunas. Dinero suficiente como para vivir varias vidas acomodado.

- Es increíble-. Mencionó mirando hacia el mar, juntando las manos un poco. Aún seguía dándole vueltas al funcionamiento de aquella maravilla cuando una pregunta empezó a rondar su cabeza, dándose cuenta de lo que se había perdido en toda la conversación y que quizás debería haber sido una de las primeras cuestiones a saber de él.- ¿Has venido aquí navegando tú solo? - La verdad es que apenas podía dar crédito. Según sabía, cruzar al Grand Line ya resultaba una proeza para la mayoría de gente. Pero volver como si nada él solo era algo todavía mayor. De ser así, estaba frente a un gran navegante sin duda, algo que no podía ignorar. Tenía que aprovechar el momento -no justo en ese preciso instante- y preguntarle todas las dudas que rondaban en su cabeza sobre el mar más allá de los Cabos Gemelos. Aunque quizá eso fuese hacer trampas, y tampoco era su intención.

La explicación de la civilización que vivía en la isla fue instructiva, sin duda. Si se fijaba a su alrededor sí que podía ver ese tipo de tecnología que, si bien no era exactamente el tipo de desarrollo al que ella estaba acostumbrada -incluso con el paso de los años-, resultaba ciertamente un buen avance. Ante la mención de Sideros simplemente negó. A lo mejor la había escuchado en alguna de sus clases con Mara, pero como no recordaba el nombre prefirió evitar mencionarlo. Pensar en ese tipo de islas desarrolladas manteniendo una religión y una guía espiritual de esa magnitud no le resultó del todo extraño, pero sí ligeramente chocante. Tal vez era por no haber recibido una educación de ese estilo, o simplemente porque había dejado de creer en un ser superior hace mucho tiempo que aún le costaba asimilar esos conceptos. Pero sin duda eran dignos de estudio. Y si eso era lo que pretendía hacer Ivan sin duda quería acompañarle. Las condiciones le parecían justas, al fin y al cabo, y era una gran oportunidad para seguir aprendiendo del mundo.

- Ni siquiera sabrás que estoy ahí-. Elevó las manos en señal de promesa, con una sonrisa muy amplia en el rostro. Suponía que por fin sus habilidades podían llegar a servir de algo, por pocas que fuesen. Precisamente no creía que aquel hombre con semejante aura -física, más que otra cosa- pudiese tener problemas con una cultura antigua, pero en caso de que necesitase algo de apoyo seguramente podría ser de ayuda-. Prometo no darte problemas. La verdad es que la civilización ha ido ganando interés conforme hemos seguido hablando de ellos-. Nuevamente, sinceridad absoluta. Y es que aunque ella sabía que tendría que empezar a comportarse con una pirata -en el sentido de que, seguramente, lo mejor sería aprovecharse de dicha civilización-, lo único que quería era averiguar dónde vivían y cómo, y su forma de vida en general.

En cuanto a su pregunta... no podía contestar. No porque no quisiese, sino porque se negaba a ello. Renegaba de sus raíces, de cuanto había vivido esos años, así que se limitó a encoger un poco los hombros, intentando no desvelar nada más con su mirada a pesar del sentimiento de pánico y desaliento que se acumuló en su garganta. Tratándose de una isla tan grande, seguramente tendría que ser un paso casi obligatorio antes de dirigirse al Grand Line, pero no sabía en qué momento sería eso, o si en realidad llegaría a pasar. Pero por lo que había dicho, algo había ocurrido, así que casi era mejor no haber estado allí. Ya que parecía atraer a la gente peligrosa, era mejor mantenerse ajena a los problemas ya conocidos. Los desconocidos ya le acechaban bastante.

- Me temo que soy de muy lejos, así que no estoy muy puesta en las familias o los apellidos del North Blue.- Alzó una ceja. Tal vez sí que había acertado pensando que se trataba de un noble. Tenía ese porte que le recordaba irremediablemente a su hermano mayor, así que no creía estar errada-. En mi defensa he de decir que tú tampoco conoces nada sobre mi apellido, así que estamos en paz-. Lo dijo con un tono interrogante, más con la intención de formar una broma que otra cosa, así que encogió nuevamente los hombros-. De verdad que siento no poder ayudarte con esto, no he podido estar muy pendiente de las noticias estos últimos años.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Jue 22 Abr 2021 - 21:45}

- Navegar solo no me es un problema. Llevo dirigiendo navíos desde que era casi un niño, y desde que dejé el North Blue, he surcado varias rutas de la primera mitad del Grand Line y me he adentrado en... al menos tres ocasiones en el Nuevo Mundo. ¿Cuatro? - se puso a hacer cuentas - Sí, creo que más o menos cuatro viajes, al menos que fuesen algo más largos que cruzar la Red Line y aproximarme a una de las primeras islas.

Surcar el Nuevo Mundo era algo complicado incluso para él, y requería de su concentración y atención total. Sin embargo, salir del Nuevo Mundo no era tan problemático. Cruzar el Calm Belt solo es complicado si no se tiene un método para burlar a los Reyes Marinos y otro para navegar sin viento. Dado que su submarino estaba recubierto de una aleación de baja concentración de kairoseki y tenía motor, atravesarlo era solo una cuestión de tener cabeza y evitar navegar entre las concentraciones más altas de Reyes Marinos. El truco era evitar a los más grandes; el Leviatán poseía armamento lo bastante potente como para herir y ahuyentar a los pequeños. Los grandes, en cambio, eran harina de otro costal. Chasqueó la lengua algo decepcionado al escuchar que no sabía nada de Hallstat ni de las novedades. Qué se le iba a hacer. Tendría que dirigirse a Höhle o desviarse hacia otra de las islas cercanas. Tal vez Lvneel.

- No conozco tu apellido, pero tampoco lo has mencionado - se encogió también de hombros - En fin, ¿acabamos el desayuno y vamos al templo pues? Me gustaría aprovechar el día, y aún tardaremos un poco en cruzar el bosque.

Apuró su parte del conejo y la bajó con otro trago de whisky antes de guardarse la botella. Tras eso se levantó y comprobó los bolsillos de su chaqueta y que todo estaba en su sitio. Solo por si acaso, decidió tener el Cañón de cero libras a mano y cargado. Era más potencia de fuego de la que necesitaba para una isla del North Blue, pero mejor asegurar a lamentar. Además aún no había tenido ocasión de probar el arma contra objetivos vivos. Sacó el arma, una voluminosa pistola negra con tambor rojo de revólver. Abrió el compartimento del dial de impacto y comprobó que estaba en su sitio. Tras eso abrió el tambor y cargó seis balas en él. Se ajustó la pistola junto con una funda al cinturón y bajó de un salto al suelo.

- Vamos pues. Y recuerda, mira dónde pisas. No queremos acabar respirando polen de Rosa de Keyen.

Abrió la marcha, dirigiéndose al viejo camino de los keyenitas. Quedaba poco de él, pero en el pasado una ruta había atravesado el bosque desde la ciudad al templo de Keyen. Ahora la vegetación se había adueñado de él. Aquí y allá aún eran visibles algunos restos del empedrado, pero las raíces de los árboles habían levantado muchas de las piedras. Las lluvias, el paso de los animales y las vicisitudes había hecho desaparecer la mayoría. A pesar de que apenas era ya visible, el vampiro recorría el terreno como si aún pudiese ver claramente la antigua carretera. Como arqueólogo, percibía pistas que otros hubiesen pasado por alto. El suelo le contaba una historia que le guiaba hacia el centro de la isla, y él se limitaba a seguir.

- Huelo algo - dijo al cabo de un rato - Un... reptil, grande. Por el sonido parece un freikous. Sería preferible evitar llamar la atención. Escóndete.

Ivan se movió contra un árbol, entre las sombras. Se concentró en pasar desapercibido y volverse uno con la oscuridad, activando su Schatten in der Nacht. A todos los efectos, estaba ahí y se le podía ver. No se había vuelto transparente, ni había cambiado el llamativo color rojizo de su gabardina. Sin embargo, era difícil reparar en él, como si a ojos de un observador casual, fuese una parte más del decorado, no digno de atención. Esperó en silencio, vigilando con sus sentidos a la bestia. Se acercaba, pero tal vez no pasase junto a ellos. Cerró los ojos y usó el poder de su akuma para escucharle e imaginar su aspecto. Había visto dibujos y leído descripciones, pero era la primera vez que estaba cerca de uno. ¿Llegaría a verlo? Por lo que sabía, era una criatura escamosa bípeda, con extremidades superiores que eran mezcla de ala y brazo y con cuernos en la cabeza.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Vie 23 Abr 2021 - 19:23}

Pese a que no tenía la intención de parecer impresionada, en realidad lo estaba. Ni siquiera sabía que había una parte más allá del Grand Line llamada Nuevo Mundo y él ya había ido y vuelto al menos tres o cuatro veces. Tal y como pensaba, estaba frente a un gran navegante. Y eso solo hacía mucho más emocionante la idea de permanecer junto a él. A su lado podía llegar a aprender algunas cosas, por pequeñas o tontas que fuesen. Igual que con cada persona que había visto a lo largo de su vida, daría pequeños pasos y continuaría con su camino.

- ¿Algún truco que darle a alguien que espera no hundirse intentando cruzar de un lado a otro? - Alzó una ceja, curiosa. Unas pequeñas pistas no podían considerarse como trampa, ¿no? Esperaba que no, porque realmente necesitaba algún tipo de ayuda de cara a enfrentarse a semejantes mares. Solo después de conocer a Ivan se había dado cuenta de que todo cuanto creía que podía ser sencillo en realidad no lo era, como la navegación en sí. Y eso le preocupaba en gran medida, teniendo en cuenta que, como siempre, tendría que valerse por sí misma y no depender de nadie.- Cualquier cosa sirve, incluso aunque sea una tontería como... el tipo de clima, o... ¿tengo que llevar alguna cuerda o algo semejante? - Ni siquiera sabía bien qué estupidez mental le había impulsado a decir semejante tontería, pero intentaba sonsacar algo sin llegar a averiguar toda la verdad.

En cuanto a lo de su apellido... sí, estaba en lo cierto. Pero suponía que por eso mismo estaban en paz. Cuanto menos supiese él de ella, más seguro estaría. Y aunque ella no conocía su nombre completo, estaba segura de que si pasaba por Hallstat acabaría por enterarse. Asintió suavemente mientras le escuchaba, y cogió el resto del conejo. No tardó mucho en comérselo, después de todo seguía teniendo un hambre infernal, y cada pequeño pedacito importaba. Nada más terminar, se aproximó a la zona en la que había guardado sus cosas. No sabía exactamente qué iba a necesitar, así que lo único que cogió de allí fueron sus dos espadas y la daga, dejando la bolsa de dinero y lo demás ahí guardado. Además, aprovechó para cambiarse de guantes, apareciendo con unos de un tono más oscuro en cuanto se presentó frente a Ivan nuevamente.

- Estoy preparada-. Dijo, aunque también para sí misma. Aunque le hubiese gustado trazar el mismo salto que él para no perder ni un minuto más, sabía que no le resultaría tan fácil, así que se limitó a descender con ayuda de un par de tablones y zonas más bajas en el lugar.- Tendré cuidado con las flores-. Y esa sería su prioridad número uno en aquella expedición, pues no pensaba defraudarle. Y también porque no le apetecía ser envenenada por unas dichosas plantas.

Siguiendo de cerca a Ivan, en un intento por no volver a perderse, iba mirando de forma asidua al suelo. Alternaba entre las plantas alrededor, los árboles cercanos, el hombre justo delante y su propia espalda por si acaso debía tener cuidado con algo. Como no era precisamente una visita didáctica y le preocupaba que algún animal pudiese acecharles, prestaba más atención a cuanto había cerca que a las propias estructuras. Pero incluso así, podía diferenciar el suelo creado por el hombre y el resto de tierra sin interés. De vez en cuando era capaz de ver alguna piedra diferente, tallada en la propia tierra, símbolo de que allí había habido posiblemente un camino o algo semejante. Que el tiempo hubiese hecho tanta mella le producía sentimientos encontrados, pero resultaba increíble tener constancia de que algo podía cambiar tanto en un cuestión de años.

Se detuvo en seco en cuanto él habló, observando el entorno. Por mucho que había estado atenta, no había podido detectar ninguna presencia cercana. ¿Tan buen olfato tenía? Hasta ese momento pensaba que su encuentro había sido casual, pero tal vez le hubiese olisqueado desde la distancia. Eso lo hacía todavía más perturbador, pero no era el momento para preocuparse.

- ¿Qué es un... freikus? - Preguntó, aunque no esperó a que le respondiese. Sabía que no era tan buena escondiéndose a plena vista todavía, así que se aproximó al primer árbol cercano que encontró. Buscó una rama desde la que apoyarse, y en cuestión de segundos, trepó sobre la primera rama y continuó hasta quedar sobre la superficie de ramas y hojas, quedando algo camuflada entre el follaje. No era el camuflaje perfecto, pero podía servir en caso de que aquel animal -fuera lo que fuese- se desplazase por el suelo. Manteniéndose completamente quieta, tragó saliva y esperó a estar segura de que no había nada. Al no lograr ver nada, supuso que Ivan se había equivocado. Hasta que, de entre unos arbustos, logró distinguir una silueta membranosa completamente repulsiva. Asqueada, buscó a su acompañante con la mirada. Le costó un buen rato reparar en que no se había movido del lugar, pues de alguna forma lograba pasar desapercibido incluso aun estando ahí. Otra cosa extraña que añadir a la gigantesca lista de cosas raras.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Mar 27 Abr 2021 - 22:28}

- ¿Para cruzar Grand Line? - se frotó la barbilla - Espera lo imposible y mantente siempre alerta. Cualquier clase de clima que puedas imaginarte, y unos cuantos que no, podrían suceder en cualquier momento mientras estás en Grand Line. Desde que tengo mi submarino, navegarlo me es más fácil, pero incluso yo debo mantenerme alerta. Hay corrientes submarinas muy peligrosas y toda clase de amenazas. Y antes de tener el Leviatán... bueno, mi anterior barco acabó reducido a maderos la primera vez que intenté entrar en el Nuevo Mundo.

Le había explicado todo eso antes de salir. Ahora, mientras aguardaban escondidos a que el freikus decidiera marcharse, reflexionó sobre esas palabras. ¿Cheshire pretendía ir a Grand Line? Entonces, ¿era algo más que una viajera perdida con una Voluntad particularmente fuerte? Luego debería preguntarle más en detalle. Sin embargo, si alguien así pretendía ir a Grand Line, debería estar preparada para desafíos terribles. ¿Estaba Cheshire preparada para eso? Parecía que no era una novata en el combate y estaba armada con espadas de buena forja. El freikus era un oponente terrible para la mayoría de aventureros del North Blue. Sus mandíbulas eran temibles y tenían tanta fuerza y fortaleza física que una de aquellas bestias había bastado para poner en apuros a su padre durante sus primeros viajes, y obligarle a emplear su akuma no mi. Lo había leído en sus viejos diarios. Por otra persona no se habría molestado, pero si Katharina se había tomado la molestia de salvarla... ¿y si la ponía a prueba?

Recurriendo una vez más a Schatten in der Nacht, se movió desde las sombras entre las que estaba hasta bajo el árbol de Cheshire, en un movimiento tan furtivo como veloz. No despertó la atención del freikus, que sin embargo se estaba moviendo por la zona olfateando el lugar. Parecía haber captado el olor de alguno de ellos, tal vez de los dos o del pollo que habían comido, y ahora estaba empeñado en encontrarles. El vampiro apoyó las manos sobre el tronco y comenzó a subir por él gateando, silencioso como un felino. Llegó hasta la rama donde estaba Cheshire y la miró a los ojos. Era hora de poner a prueba su determinación, su coraje y su capacidad para enfrentar desafíos letales.

- Los freikus son los depredadores ápex de Ireos. No hay nada que no sea su presa: aves, mamíferos, reptiles, peces, otros freikus - explicó en un susurro - Son un desafío potencialmente desastroso incluso para aventureros experimentados del North Blue. Sin embargo, en el Paraíso encontrarás criaturas mucho más grandes y letales, y enemigos capaces de derrotar freikus de tres en tres sin despeinarse. Dime, ¿por qué quieres ir al Grand Line?

Ivan había conocido a gente muy distinta en sus viajes. Personas cobardes, valientes, estúpidas, fuertes... también había encontrado a algunos con sus miras puestas tan alto que difícilmente alcanzarían sus objetivos. Ya había oído a otros antes pronunciar aquellas palabras y declarar que serían el siguiente rey. Sin embargo, fueron las circunstancias y la forma en que había conocido a Cheshire lo que le sorprendió. Le había dado la impresión de ser cobarde, débil de carácter, asustadiza y con escasos recursos para sobrevivir por su cuenta. En realidad le había parecido casi un milagro que siguiese viva tras varios días sola en Ireos. Que alguien así tuviese una meta tan alta y lo dijese tan abiertamente era tan chocante que bastó para replantearse su opinión sobre ella. Cheshire no era cobarde, como había creído.

- La meta que te has puesto es probablemente el camino más difícil que podías elegir. La pregunta es, ¿estás preparada para ir a Grand Line y comenzar tu aventura? Comprobémoslo. Muéstrame cómo de determinada estás.

Y entonces, sin piedad ni miramientos, la empujó del árbol.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Mar 4 Mayo 2021 - 11:00}

Con las explicaciones recibidas por parte de Ivan, alguien que sin duda había viajado mucho y recorrido gran parte del mundo en barco, se dio cuenta de que la aventura que había elegido no iba a ser para nada un juego. Que todo cuanto había arriesgado hasta ese momento se convertiría en algo nimio una vez emprendiese el rumbo hacia el mar. «Pero vale la pena», se dijo a sí misma mientras sonreía. Hacer todo eso por ver un nuevo amanecer en libertad, por sus sueños y sus ambiciones... Sí, podía arriesgarse perfectamente a una aventura llena de peligros si a cambio podía cumplir cuanto necesitaba hacer. Y el océano... definitivamente surcaría el mar en busca de la verdad, de cuanto pudiese haber oculto. Aquel era un punto de partida, una línea de salida desde la que tendría que seguir creciendo cada vez más.

Pero eso sería si conseguía sobrevivir a todo tipo de imprudencias. Y no es que precisamente fuese buena evitando el peligro. Es más, si estaba en esa situación -sobre una rama evitando un bicho asqueroso y clavándose múltiples ramitas en los brazos- era precisamente porque solía atraer el peligro hacia sí misma de alguna forma que no llegaba a entender. Tal vez esa fuese su habilidad especial... Había estado tan concentrada en aquella criatura que apenas se dio cuenta de que Ivan había trepado hasta el árbol, sigiloso como si fuese la mismísima nada. El corazón le dio un vuelco en cuanto le escuchó, demasiado cerca. Aunque le miró a los ojos, apenas le sostuvo la mirada, desviándola hacia el freikus, casi como si en ese momento fuese lo más interesante del mundo.

- Así que nosotros también somos su presa-. Mentó, también en un susurro. Si aquella criatura quería sus huesos vale, pero no tenía demasiada carne encima como para resultar un manjar. Y no creía que fuese a disfrutar mucho con el cuerpo de aquel hombre. Estaba segura de que podía notar sus músculos bajo sus ropajes. No, no eran la presa ideal, pobre bicho.- Bueno... criaturas, el mar... el Grand Line es una aventura interesante.- En cuanto a sus razones... no es que le preocupase demasiado exponer sus ideales delante de los demás, y menos aún frente a alguien de la tripulación de Katharina. Así que volvió a elevar la vista hasta poder mirarle fijamente a los ojos, manteniendo esa sonrisa amplia y firme-. Para ser la reina de los piratas, claro-. Lo dijo con un tono ligero. No podía concebir que un pirata cruzase todo el océano sin el interés de reinar, después de todo.

Le escuchó con paciencia, asintiendo a sus palabras. Estaba en lo cierto, en todo. Todavía necesitaba aprender un poco más antes de embarcarse en su aventura. Necesitaba muchas cosas, no todas ellas materiales, pero el sueño que tenía era el conjunto de múltiples sueños heredados, de cuanto le habían ofrecido aquellos que había conocido a lo largo de su vida. Y no podía tirar todo eso por la borda. Por ello mientras le escuchaba, más determinada estaba en cumplir aquel objetivo. Por duro que fuese, no se dejaría derrotar ante las adversidades.

- Lo sé, per...- Justo cuando iba a responderle -con lo que ella creía era un buen discurso-, sintió su tacto. Apenas duró un momento, pero fue suficiente como para que todo su cuerpo estuviese en tensión. Cada centímetro de su cuerpo reflejó aquel contacto, la preocupación le invadió al instante, y durante aquel pequeño instante en que estuvieron en conexión, todo cuanto pudo hacer fue quedarse quieta, observándole. Dejó que la gravedad hiciese lo suyo, y aunque en el último instante se esforzó por mover una de sus manos para apoyarse antes de caer de boca contra la tierra, notó el golpe sobre sus rodillas, sobre la muñeca, todo su cuerpo resintiéndose. Tragó saliva, temblorosa, y el infierno se desató sobre ella.

Un segundo más, dos, tres... El tiempo fue pasando poco a poco. La criatura estaba justo delante, podía escuchar sus pasos frente a ella, pero lo único que podía observar ella era su mano temblando. La zona en la que le había tocado ardía, todavía podía sentir la reverberación como si aún estuviese tocándola. Por suerte, no había sido piel con piel. Dándose cuenta de que su respiración era completamente irregular, inspiró intentando calmarse, y soltó el aire poco a poco. Mientras levantaba la mirada, notó que aún veía las cosas demasiado borrosas, demasiado lejanas. Si no estuviese en peligro, se hubiese dejado caer sobre la tierra, pero no tenía tiempo que perder.

La daga. Necesitaba coger su daga. Aún resintiéndose un poco por el golpe, rebuscó con sus manos la empuñadura de la espada plateada. La deslizó de su vaina, y observó a la criatura como si fuese el único impedimento ante el mismísimo terror. No hubo mucho tiempo antes de que el freikus se abalanzase directamente sobre ella. Cuando estaba a poco más de un metro de distancia, se levantó, ejerciendo presión sobre la tierra. Afianzó su pie, y en cuanto la criatura saltó para morder, ella trazó un semi círculo con el filo de la espada en su dirección. Durante un instante -y para alguien con buena vista-, el lugar se vio envuelto en una pequeña capa azulada que rodeó la zona. Pero apenas duró un segundo antes de deshacerse nuevamente.

El freikus cayó al suelo poco después partido en dos. El filo de la espada, sin embargo, permanecía impoluto, y no había sangre alrededor de la criatura. ¿Estaba muerta? Ni siquiera lo sabía, pero no le importaba lo más mínimo. Se dejó caer al suelo, respirando profundamente de nuevo hasta que su respiración se reguló. No miró a Ivan, no se sentía con fuerzas para ello, pero dejó que el tiempo pasase. Los minutos serían sus nuevos mejores amigos en un momento así.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Sáb 8 Mayo 2021 - 21:13}

Ocurrieron varias cosas que llamaron su atención tras tirar a la pirata. La primera fue que Cheshire comenzó a actuar como si hubiese entrado en pánico, y algo en su actitud parecía indicar que su miedo no era el enorme reptil que avanzaba hacia ella para devorarla. El hecho de que buscase su arma para hacerle frente así se lo decía. Se acomodó en la rama y observó la escena con curiosidad, fijándose en su forma de desenvainar y empuñar.

- Katanas... qué poco me gustan.

Había tenido que empuñar una en Wano tras romper a Vanator. No le había gustado la experiencia. Las katanas tenían un solo lado con filo y eran demasiado diferentes a una espada de mano y media. Flexibles, con un peso raro para su gusto, guarda redondeada... No eran de su estilo. El siguiente movimiento de Cheshire lo sacó de sus pensamientos. Hizo un movimiento con la espada y de repente una burbuja azul creció desde ella, envolviendo un área bastante grande. Entonces partió por la mitad al freikous, sin esfuerzo aparente. Lo más raro fue que no hubo sangre. ¿Qué acababa de ocurrir?

- Sí que eres una caja de sorpresas...

Bajó de un salto hasta el animal y miró su cabeza partida. Entonces el ojo le devolvió la mirada. ¿Seguía... vivo? Arqueó una caja y le metió el dedo en el ojo para ver si reaccionaba. El medio reptil intentó moverse y morderle, pero Ivan se apartó. Raro, muy raro. No le gustaba atribuir cada suceso extraño que veía a una akuma no mi, pero aquello era claramente el resultado de una. Le metió una patada en el hocico al animal para que le dejase tranquilo y se giró hacia Cheshire.

- Así que eres usuaria de una akuma no mi. Joder, eso sí que es una sorpresa - se frotó la barbilla - Has superado y con sobresaliente la prueba que te tenía preparada. Creo que podrás sobrevivir a Grand Line, aunque necesitarás hacerte más fuerte y aprender a ser más valiente. Dado que has logrado sorprenderme, estoy dispuesto a darte una recompensa. Considéralo una manera por parte de un veterano de echar un cable a quienes están empezando en la piratería. Puedo darte dinero para que te compres un barco nuevo, puedo darte una katana que conseguí en Wano o puedo ayudarte a perfeccionar tus habilidades con la espada.

Ayudar a piratas novatos a hacerse fuertes era una manera de hacerle una pedorreta en la cara al Gobierno. Además, la chica había despertado su curiosidad. A simple vista parecía una debilucha con poca capacidad para valerse por sí misma y un tanto cobarde. Le había demostrado que, pese a tener las emociones muy a flor de piel, sabía enfrentarse a sus miedos y tenía una habilidad muy curiosa. No era tan débil como había pensado. ¿Cómo de fuerte llegaría a ser en un futuro? Si le daba un empujón, podría comprobarlo. Y luego podría recoger los frutos de esa inversión enfrentándose a ella cuando fuese una rival digna.

- ¿Quieres continuar, o demasiada aventura por un día? - dijo a continuación, con una mueca burlona.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Sáb 8 Mayo 2021 - 21:56}

Tal y como pensaba, el tiempo le ayudó a relajarse, y por fin pudo observar bien la escena que había sucedido poco antes. Evidentemente recordaba lo que había hecho, pero muchas veces se dejaba guiar por sus instintos básicos en cuanto estaba en peligro. Miró de reojo al freikus, y después comprobó la espada que había desenvainado. Al tratarse de una de las katanas gemelas, no le sorprendió que estuviese partido en dos y sin sangrar, por lo que volvió a soltar un pequeño suspiro y, apoyándose en la espada, se levantó. Justo cuando lo estaba haciendo, vio que Ivan terminaba de bajar para asestarle una patada al animal. Ladeó la cabeza, con las cejas en alto. No podía parecerle una falta de respeto porque el animal se lo había ganado al ir contra ella, pero era un poco asqueroso.

- ¿Akuma qué? Creo que te estás confundiendo.- Preguntó con sorpresa. No había estado prestándole mucha atención a lo que decía, pero por fin había podido recapacitar un poco en lo que estaba pasando. Sin pensárselo dos veces, volvió a envainar la espada plateada en su funda, y colocó por encima la tela de su capa, protegiéndola como si se tratase de un tesoro.- En realidad soy bastante valiente aunque no lo parezca-. Todavía con las cejas alzadas con cierta curiosidad y estupor, se cruzó de brazos. ¿Por qué demonios le hacía una prueba semejante? Es más, ¿por qué demonios le subestimaba tanto? Vale que seguramente no estuviese al mismo nivel que los enemigos a los que él acostumbrase a enfrentar, pero no podía decirse que fuese débil. Al menos, no lo creía así. ¿Acaso daba otro tipo de impresión? Tendría que empezar a preguntárselo seriamente. En cuanto a sus ofertas...- No te preocupes, no necesito nada. Pero gracias por la oferta-. Seguía sin gustarle la idea de recibir regalos de los demás, puesto que estaba acostumbrada a trabajarse las cosas por su cuenta, así que se limitó a negarse con una pequeña sonrisa en la cara-. Pero por favor, no vuelvas a...- Con ayuda de sus manos, hizo un gesto como de empujar algo hacia delante. Odiaba reconocer que tenía miedos propios, pero era preferible a que volviese a tomarla desprevenida si ocurría algo.- Lo siento, el contacto me...- No terminó la frase, y bajó un momento la mirada con cierta angustia reflejada en su rostro.

Incluso con el paso de los años seguían preocupándole demasiado ese tipo de cosas. Empezaba a pensar que nunca llegaría a ver desaparecer ese miedo. Era ese terror lo que muchas veces asomaba en sus pesadillas, lo que le hacía preocuparse cada vez que compartía un barco con desconocidos. Como si las cadenas que un día llevó nunca hubiesen desaparecido y se hubiesen aferrado completamente en lo más profundo de su ser, resultaban un gran impedimento de cara a embarcarse rumbo a sus sueños. Pero no todo estaba perdido, por lo que parecía. De alguna forma, Katharina la había reconocido como digna, y en esos momentos parecía que Ivan también.

- Oh, venga, como no empieces a avanzar te voy a dejar atrás-. Volviendo a adoptar la misma tranquilidad que de costumbre, elevó el rostro solo para sacarle la lengua de forma socarrona. Si creía que se dejaría amedrentar cuando no habían hecho más que empezar es que todavía no le conocía bien. Aquello solo era la punta del iceberg, y ella estaba dispuesta a comprender y a averiguar todo cuanto escondía la isla.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 9 Mayo 2021 - 16:24}

No había terminado ninguna de las dos frases, pero no hacía falta ser un genio para sumar dos y dos. No le gustaba que le tocasen, por algún motivo. Había conocido de pasada a algunas personas con manías similares, pero no terminaba de comprenderles. ¿Le daba asco ser tocada? ¿Le hacía sentirse muy incómoda? ¿Qué era lo que le provocaba esa reacción? Aunque no pudiese comprenderlo, no le costaba nada respetar aquel límite... siempre y cuando hacerlo no fuese activamente contra sus intereses. Si en algún momento tenía que empujarla para apartarla de un peligro y proteger su inversión, lo haría. Aunque si todo iba bien, no volvería a tener que hacerlo. Seguían estando en una isla del North Blue. No había ningún peligro en aquella isla al que no pudiese hacer frente sin problemas. Salvo que alguien pisase una flor de Keyen, y en ese caso si se convertía en vampiro dejaría de estar en peligro de envenenarse.

- Como quieras - se encogió de hombros - Aunque tú te lo pierdes. No suelo ofrecer cosas de manera desinteresada todos los días. En realidad, dudo que me vuelvas a ver hacerlo.

En parte le hubiese gustado que aceptara. Por otro, si lo había hecho por los motivos que pensaba, no eran tan distintos. Él mismo había rechazado la oferta de Katharina y de Inosuke de tomar una espada prestada después de que Vanator se rompiera. Ivan solo empuñaba armas que él mismo hubiera conseguido, fuese pagándolas con su dinero o arrebatándolas por la fuerza. Normalmente era el segundo caso. La única excepción a esa norma era Valak, y solo porque pertenecía a su familia. Y en realidad Valak también se la había ganado luchando junto a Galia. Si era el caso de Cheshire y había rechazado un premio por motivos similares, entonces tenía su respeto.

- Debo preguntarte, ¿por qué has rechazado el premio?

Tras hacer la pregunta echó a andar para que no le adelantase. El bosque a su alrededor se fue espesando y los árboles haciéndose más grandes y viejos. A pesar de ser el mismo tipo de árbol, el color de las hojas fue cambiando del verde a un tono rojizo oxidado. El terreno también se fue haciendo más dificultoso y basto, con grandes rocas asomando entre la tierra y las raíces, y el sendero convirtiéndose en una pendiente. Al vampiro no le hubiese costado atravesarlo en forma de murciélago o saltando y corriendo, pero tenía que adaptarse al ritmo de su compañera. Tampoco es que tuviera prisa. Además aquello era una muestra de que se estaban acercando al monte central de la isla, y con ello, al templo que buscaba.

- Ah, antes parecía que no sabías lo que era una akuma no mi. ¿En serio no lo sabes? ¿No has oído hablar de las frutas del diablo ni sabes de dónde vienen tus poderes? - frunció el ceño, sorprendido - Las akuma no mi son unas frutas misteriosas. Nadie sabe cuál es su origen, pero si comes una, recibirás un poder especial bajo un precio: no serás capaz de volver a nadar y te quedarás sin fuerzas si te metes en el agua del mar. También puede ser que esa habilidad que mostraste no viniese de una akuma, y si es el caso, estaría muy interesado en saber qué es.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Lun 10 Mayo 2021 - 13:40}

Desde luego Ivan no parecía el tipo de persona que daba algo de forma gratuita y sin esperar nada a cambio. Su oferta le había parecido interesante en un principio, pero precisamente porque era una especie de regalo había decidido declinarla. Por algún motivo, tanto Katharina como él no paraban de intentar ayudarle incluso aunque ella no había hecho nada para merecer su apoyo. Agradecía que se fijasen en ella, ¿quién podría odiar algo así?, pero prefería seguir su camino con tranquilidad y calma. Si seguía recibiendo regalos así jamás podría pagar todas sus deudas, después de todo.

- Hace mucho tiempo...- Comentó, emprendiendo el camino a su paso. No hubiese caminado ella por delante en ningún momento, pues sabía que eso acabaría nuevamente perdiéndose en mitad del bosque, pero le había hecho gracia-. tuve todo pude querer y más. Podía pedir lo que quisiese y me lo hubiesen conseguido.- Hizo una pequeña pausa para respirar mientras trataba de no pisar aquellas flores, evitándolas por encima de todo-. Por culpa de mi egoísmo puse en peligro a alguien... y decidí que me ganaría las cosas por mí misma. No ha sido fácil estar sola y conseguir todo cuanto necesitaba por mi cuenta, pero no quiero volver a ser como mi familia nunca más.- A su alrededor y a cada paso que daba, todo iba volviéndose mucho más caótico. Se veía obligada a caminar con mucho más cuidado que antes, preocupándose por las rocas y las raíces que aparecían de la nada en mitad del camino. Alguna que otra vez se chocaba contra pequeñas telarañas ocupando algún espacio entre los árboles, y aunque poco a poco seguía avanzando, se daba cuenta de que perjudicaba a Ivan yendo tan lenta-. Pero oye, no me ha ido tan mal, ¿no? - Se señaló a sí misma, y trató de ir más rápido esa vez para no ser un lastre.

Echando la vista atrás, se recordaba a sí misma como una niña mimada, recorriendo los pasillos del palacio en el que vivía como si únicamente existiese ella en el mundo. Tenía a sus padres, sí, pero se comportaban de la misma forma egoísta que ella, obviando todo cuanto hubiese a su alrededor. Entre aquellas paredes, en un mundo tan cerrado y lleno de barrotes invisibles que le apresaban allí había tenido todo cuanto quería y más. Siempre que quería algo, los sirvientes hacían lo imposible por otorgárselo sin importar el coste. Sus esclavos hacían todo por ella y lo único que tenía que hacer por su cuenta era seguir respirando. En comparación a como estaba en esos momentos, no echaba de menos nada de aquella vida. Ni la comida, ni la ropa, nada en absoluto. No se lamentaba por esa vida, pues comprendía que tampoco había sido su culpa nacer entre riquezas, pero prefería evitarla a toda costa.

- No, creo que nunca había escuchado ese nombre...- Se quedó un momento pensativa. Tal vez hubiese escuchado algo, pero al no tener constancia de lo que era lo había ignorado por norma general.- ¿Mis po...? De verdad, te estás confundiendo.- Repitió. ¿Frutas que al comértelas otorgan dones y habilidades raras? No, no había escuchado sobre eso. Bastante tenía con saber que la magia existía a pesar de que toda su vida había creído que no, ¿cómo demonios iba a lidiar con la idea de que además también había por el mundo unas frutas misteriosas capaces de otorgar poder a los demás? - Espera, espera.- Quedándose completamente quieta en el sitio, miró a Ivan desde atrás. Por un momento, se puso a pensar en cuanto había hecho hasta el momento. Y no tardó demasiado en atar cabos-. Dices que son... ¿frutas de verdad? Quiero decir, frutas como... cocos, o mangos, ¿algo así? - Algo de nerviosismo se acumuló en su cuerpo, ascendiendo hasta llegar a su garganta, y notó la boca demasiado seca. Si de verdad eran frutas como cualquier otra, si podían ser...- Melocotón... ¿Podría ser un melocotón? - Elevó la vista hacia él incluso aunque estaba agachada y con las manos en las rodillas.- Oh, dios mío...


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 16 Mayo 2021 - 21:38}

Esbozó una media sonrisa al oír su respuesta. Los motivos por los que había llegado a esa conclusión eran ajenos, pero alguien que sólo tomaba las cosas que se ganaba con su propia fuerza tenía su respeto. Tal vez, en el fondo, no fuese tan diferente de su viejo. Pensaba igual que él en algunos aspectos. No le faltaba razón en cómo era realmente el mundo y qué movía a la gente. Si Cheshire era una persona con esa clase de carácter, podría llegar lejos. Tenía, al menos, la forma correcta de pensar, una akuma no mi y sabía defenderse en un combate. Solo le faltaba aprender a librarse de esa debilidad.

- No esperaba que rechazases, pero me gusta. Eres una persona más especial de lo que pensaba. Y deberías sentirte halagada, porque no suelo decir esto de nadie.

A pesar de que no era una isla que representase un peligro para él, al subir el monte comenzó a prestar atención a su entorno. La gente de Ireos era hábil y no jugaban limpio. Sabía, por el viejo diario, que habían logrado capturar a su padre en una de sus visitas y encerrarlo durante meses en su ciudad subterránea, hasta que logró escapar y desató su ira sobre la población. Sin embargo, más que le preocupase que pudiesen capturarle (un pensamiento que se le antojaba ridículo), simplemente estaba acostumbrado a mantenerse en guardia y alerta. Al fin y al cabo, los lugares por los que acostumbraba viajar eran verdaderas trampas mortales. La vegetación siguió cambiando en torno a ellos. Las hojas de los arbustos y árboles pasaron de aquel tono oxidado a un rojo cada vez más vivo, hasta ser totalmente carmesí brillante. Ivan sonrió, agradado. Le gustaba aquel sitio. Se detuvo al notar que Cheshire se había parado y se giró, ligeramente irritado.

- Sí, podría ser un melón, una banana, una papaya o cualquier fruta. Hasta un puto tomate - suspiró - ¡Venga! Tenemos una aventura por delante. No es momento de entrar en shock.

Siguió andando monte arriba, dándose algo de prisa. Finalmente atravesó la línea de vegetación y lo tuvo frente a él: el templo de Keyen. Pese a estar en ruinas, seguía siendo una imponente estructura de losas de granito con dos grandes calaveras talladas en piedra del tamaño de una persona flanqueando la entrada. Se detuvo un instante a admirar el exterior, austero y sin decoración salvo por sus pétreos guardianes. ¿Tendría más decoración el interior? Su padre era un poco parco en sus descripciones de la iconografía. Le apetecía echarle un ojo y aprender más sobre aquella antigua cultura.

- Sospecho que el interior está un poco oscuro. Yo no tengo problemas con la oscuridad, pero a ti te recomiendo hacerte una antorcha si no tienes ninguna clase de linterna. Puedo ofrecerte cerillas para encenderla.

Tras pasarle la caja si la necesitaba, entró al interior mientras pasaba a su forma híbrida para mejorar su visión nocturna. Su piel palideció y los colmillos le crecieron un poco, y cada uno de sus sentidos se agudizó. La entrada del templo era una estancia llena de escombros con un pozo en el centro. Una de las paredes había cedido y el agujero que quedaba mostraba una estancia alargada. Decidió no acercarse aún a esa estancia ni a las otras puertas e investigó aquel lugar. Había símbolos tallados en las paredes que no comprendía. La experta en lenguas muertas era Katharina, así que si copiaba lo que veía podía pedirle luego que los tradujera. Sacó un lápiz y papel y empezó a calcar los símbolos e imágenes de las paredes.

- Qué raro. ¿Por qué tendrían un pozo en mitad de la entrada principal? ¿Qué función cumpliría?


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Dom 16 Mayo 2021 - 22:54}

De alguna forma que ni siquiera ella lograba comprender, las palabras de Ivan reconfortaron su corazón. No había tenido mucha suerte en las compañías que solía frecuentar hasta que inició su aventura como pirata, pero precisamente conocerle a él se había hecho ameno, interesante. Había aprendido más con él en unas pocas horas que en meses -e incluso años- sola por las calles. Entendía que la mayoría de la gente quisiese ir con otros en sus viajes, de esa forma podían llegar a seguir aprendiendo los unos de los otros. Por desgracia, ella no tenía ese tipo de aspiraciones. Pero aún así, él había sido muy agradable. Y se dio cuenta -tarde- de que sus mejillas se habían llenado de un rubor que, si no fuese tan pálida, no hubiese contrastado tanto en su rostro. Aunque le habían dicho que era especial algunas otras veces en su vida -sobre todo de pequeña-, nunca había terminado de creérselo, pero él sonaba verdaderamente sincero. Y eso le provocaba una felicidad que no sabía bien cómo interpretar.

- Gra...- Carraspeó un poco, notando su propia debilidad en la voz. Con todas las veces que había hecho el ridículo o que había parecido inútil delante de él ya no le importaba hacerlo una vez más, pero por primera vez las palabras no parecían querer salir de sus labios. Tenía razón: se sentía halagada con sus palabras.- Gracias, Ivan.- Y nada más decirlo, puso incluso más esfuerzo en la caminata que estaba haciendo, avanzando tras aquella pequeña pausa solo para no provocar un conflicto.

El terreno se fue complicando, y aunque así era, lo que más le preocupaba era lo que había dicho -algo irritado en cuanto se detuvo- sobre la fruta y la situación en la que parecía encontrarse entonces. No entendía cómo podía haber frenado aquel tema de conversación tan pronto después de soltar semejante bomba. Aún estaba procesando todo lo que le había dicho: que tenía una especie de poderes y que no podía nadar... Tenía suerte de no haberse lanzado al mar a nadar en los viajes que había realizado hasta el momento. Sí, echando la vista atrás, cada vez que se había bañado había sido dentro de los barcos, o aprovechando casas en pequeños pueblos. Era mucho para procesarlo todo de golpe, y desde luego una vez terminasen aquella excursión se aseguraría de preguntarle todo tipo de cosas para saber el funcionamiento del maldito melocotón que se había comido hacía ya un tiempo. Porque, de ser realmente una akuma no mi, eso significaría que tendría formas de seguir progresando. Y necesitaba hacerlo para ser capaz de llegar al Grand Line.

Atravesando la vegetación carmesí, sintió escalofríos conforme seguían inmersos en semejante búsqueda. Si él sabía hacia dónde estaban yendo perfecto, porque ella hacía tiempo que no sabría bien por dónde demonios ir. Cada vez iba más rápido, causando que la joven sintiese una ligera fatiga mientras intentaba seguirle el ritmo. Era difícil, puesto que él parecía mucho más acostumbrado a ese tipo de aventuras de lo que ella estaría jamás. Pero aun así seguía intentándolo por no retrasarle demasiado y, tal y como había prometido, por no ser un incordio.

Y entonces, nada más atravesar la última línea vegetal que se cernía ante ellos, observó el templo. Era precioso, una construcción demasiado antigua como para poder distinguir bien sus orígenes. Incluso aunque hubiese sabido el tiempo que llevaban allí las rocas hubiese tardado un buen rato en acostumbrarse y en determinar la época, pero resultaba sobrecogedor y hermoso al mismo tiempo. Un nuevo escalofrío se hizo presente en su cuerpo al ver las calaveras, pero lejos de sentir miedo, lo que hizo fue acercarse suavemente por la curiosidad. Movida por ese sentimiento de querer seguir averiguando sobre el lugar, estuvo a punto de entrar sin pensárselo dos veces, pero Ivan le detuvo entablando nuevamente la conversación.

- Oh, vale, eh...- Antorcha. ¿Acaso se pensaba que llevaba por dentro de la ropa un farolillo o algo semejante? Ni siquiera había sabido que tendría que entrar a un lugar oscuro, ¿cómo iba a crearse ella misma una antorcha? Supuso que tendría que improvisar, así que, disimulando un poco, se acercó un poco hacia el bosque rojo que habían dejado atrás. Miró un momento hasta que encontró una rama medianamente seca. Tras eso, se giró hacia él un momento. Quiso decirle que se diese la vuelta, pero eso solo haría el momento más incómodo para ella. Con un sonoro suspiro, apartó la capa lo suficiente como para poder cortar un pedazo grande de la camisa que llevaba. Odiaba desperdiciar una buena camisa, pero era preferible a utilizar los pantalones. Y desde luego no iba a usar los guantes. Nada más lo tuvo, lo ató con fuerza al palo, y cogió las cerillas que le ofrecía, encendiendo el trozo de ropa de forma que pudiese ir prendiendo poco a poco. No le devolvió las cerillas por si acaso volvía a necesitarlas.- Listo, vamos.

Lo cierto es que algo dentro de ella le dijo que era mala idea continuar por allí, sobre todo en cuanto vio que a aquel hombre le crecían los colmillos y aumentaba su palidez. No tenía demasiada buena pinta, pero... bueno, su consuelo era que, si hubiese querido comérsela, podría haberlo hecho antes. Aún así tragó saliva nerviosa antes de avanzar entre la oscuridad tenuemente iluminada por la antorcha. La estancia que se abrió entre ellos resultó todavía más extraña una vez pudo atisbar a verla con las llamas. Tal y como Ivan había dicho, había un pozo en mitad de todo aquello, aunque tampoco comprendía su función.

Le llamó la atención, sobre todo, aquellos textos que emergían de la roca, así que se aproximó hasta ellos antes de hacer cualquier otra cosa. Palpándolos y viéndolos todos juntos, logró entrever algo escrito. Girándose un momento hacia Ivan para comentarle el asunto, vio que estaba trazándolos en un papel y no pudo evitar sonreír un poco. Como él también se estaba esforzando por aprender más sobre el sitio, ella se aferró a aquellos mensajes que ya había comprendido, buscando descifrar poco a poco lo que estaba leyendo. Lo cierto es que le llevó un tiempo. No solo por el hecho de tener que descifrar lo que ponía... en realidad lo que más le costó fue tragar saliva y tener el valor suficiente como para volver a hablar.

- Eh... No suenan muy agradables estos keyenitas...- Mencionó. Por algún motivo, suponía que él también lograría entender aquel lenguaje, pero al ver que continuaba copiando las marcas de la pared, continuó-. No pone nada del pozo, pero hablan sobre el influjo de la luna con relación a su Dios. Cuenta que hubo un tiempo en el que, perdidos, se guiaron por Él y así consiguieron sobrevivir a las adversidades... pero a cambio pidió un sacrificio de sangre continuo. También habla sobre las...- Se giró un momento, pues no recordaba bien lo que había podido leer-. raíces de este templo, y lo importante que es para ellos el final de los túneles que querías visitar. Algo sobre... no, no sé qué es esto-. Encogió los hombros, algo avergonzada. Había hecho el mejor análisis posible, pero todavía no conseguía acostumbrarse a dicho idioma. Se había basado en cosas que ya conocía, pero ni aun así.- Siento no ser de más ayuda.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {Lun 17 Mayo 2021 - 3:18}

La oscuridad, la humedad del ambiente, la ligera brisa de los pasillos, el ruido del viento en las cavidades... se sentía como en casa. Si no fuese por la incomodidad de tener una antorcha cerca, casi hasta hubiese ronroneado de placer. Casi, claro. No era un gato. Siempre le habían gustado los lugares oscuros. Su momento favorito del día era la noche y se sentía mucho más seguro en completa oscuridad que bajo el sol del mediodía. Podía tener que ver con que fuese una persona de natural sigilosa y acostumbrada a aprovecharlo para pasar desapercibido. Sin embargo, eso no terminaba de explicar la familiaridad que tenía con las zonas oscuras, muy anterior a consumir su akuma no mi. A veces simplemente no había una explicación. Le gustaba la oscuridad, fuese por el motivo que fuese. Y tal vez eso explicaba el nivel de afinidad que tenía con su akuma no mi y que hubiese llegado a alcanzar su Despertar en un tiempo sorprendentemente corto.

Echó un vistazo a Cheshire. Ella estaba también inspeccionando los símbolos. ¿Le habrían llamado la atención? Los miraba con bastante intensidad. Se encogió de hombros y siguió a su tarea. Investigaciones como aquella despertaban su lado más aventurero y curioso. Entre la atmosfera y la situación, se sentía en su salsa. Fue sacando un papel tras otro y calcando los símbolos de las paredes hasta cubrir una serie completa, tras lo que asintió satisfecho. ¿Qué secretos ocultarían aquellas paredes? ¿Qué mensajes del pasado le llegarían una vez Katharina tradujera aquellos papeles? Sonriente y animado, se acercó al pozo para empezar a investigarlo a continuación. Se agachó y lo recorrió tocando su superficie con sus manos, en busca de muescas que pudiesen evidenciar la presencia de más grabados. Mientras lo hacía, escuchó a Cheshire hablar. Espera, ¿qué era lo que decía? ¿Los keyenitas?

- ¡¿Puedes entender lo que pone?! - preguntó, muy excitado - ¡Oh, sí! ¡Sabía que traerte era buena idea, pero no imaginaba tanto! ¡Cuenta, cuenta!

Se acercó por un momento, pero retrocedió un paso al recordar que la antorcha seguía ahí. Aunque no estuviese en peligro solo por acercarse a ella, era incapaz de sentirse cómodo en presencia de fuego, ni mucho menos le gustaba acercarse. Debería comprarse una linterna para prestársela a la gente con la que se colase en sitios oscuros, sería mejor para su salud mental. Escuchó sus palabras en silencio y las valoró. No recordaba que Keyen tuviese nada que ver con la luna, pero no era un experto en las costumbres y mitología de los keyenitas. Ahora, lo de Keyen guiando a su pueblo... ¿se refería al éxodo a las profundidades? No, los keyenitas dejaron de usar las estancias superiores tras su huida. Además, los sacrificios de sangre eran muy anteriores al éxodo. Entonces, ¿era posible que los keyenitas hubiesen enfrentado una amenaza apocalíptica ya antes de la guerra que les obligó a refugiarse bajo tierra? ¿O era algo que solamente pertenecía a su ciclo mitológico? Tantas preguntas... y lo más misterioso era lo de las raíces del templo. Podría hacer mención a la ciudad... pero la ciudad subterránea era posterior al éxodo. Eso significaba que los keyenitas ya tenían algo importante bajo el templo antes de marchar a las profundidades de la tierra.

- Si mi padre hubiese conocido el idioma de los keyenitas... por otro lado, que se joda. Este descubrimiento será mío, y no suyo. ¿Cómo es que sabes leer su idioma? - preguntó con curiosidad - Y, ¿estás dispuesta a ayudarme a traducir el resto de textos que vayamos encontrando e ir a las profundidades a una zona verdaderamente peligrosa en busca de aventuras y tesoros? - sonrió fieramente.


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La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] Empty Re: La isla de la sangre [Cheshire y Ivan - Privado] {}

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