¡Bebe cuanto puedas! [Privado Alexptm29 y Kai Puño Rojo]

El fornido marine dio un generoso trago a su jarra de cerveza. El dorado líquido bajó por su garganta, aliviando su sed y ganas de beber. Acto seguido levantó el periódico y le echó un vistazo al titular: "El Rey Derian invade otra isla. ¿Cuándo actuará el Gobierno?" Últimamente aquel Shichibukai aparecía bastante en las noticias. Hacía unos meses que se había proclamado rey de Hallstat, y ahora comenzaba a invadir reinos y países no afiliados al Gobierno. Sin embargo, todo el mundo especulaba sobre cuánto tardaría en traicionar a sus aliados y atacar al resto del North Blue. O la Marina en reaccionar y tratar de cortar por lo sano, lo cuál parecía probable y explicaría por qué le habían destinado al North Blue. Al fin y al cabo un Comodoro como él debería estar combatiendo en el Grand Line. Nadie había dado explicaciones a los cientos de marines desplazados repentinamente a la frontera con Derian, aunque los motivos parecían obvios.

Se recostó sobre su silla y comenzó a pasar páginas ojeando las noticias sin mucho interés. El luchador era un joven fuerte y grande como un toro, de más de dos metros de altura y bastante corpulento. Tenía el pelo largo, revuelto y despeinado. A pesar de su salvaje aspecto, iba perfectamente afeitado y aseado. Como único atuendo llevaba unos pantalones holgados negros y una chaqueta de oficial por los hombros, sin nada más que cubriese su torso. El Comodoro alzó la mirada al escuchar la puerta abrirse, y vio entrar a un chaval que parecía algo más joven que él, pero que a pesar de ello era considerablemente musculoso (si bien no tanto como el propio Kai) y bastante alto. Le llamó la atención su llamativo color de pelo, no muy común en aquellas... bueno, no muy común en general. Si bien los pelirrojos no eran una gran rareza, tampoco eran mayoría. Pero lo que definitivamente le hizo fijarse en él, fue su uniforme de marine.

- Así que un recluta... - murmuró para sí - Me parece que esto va a ser divertido.

Se acercó sigilosamente al chico, deslizándose entre las mesas intentando no entrar en su ángulo de visión. Kai no era una persona precisamente anodina, pero tenía una gran habilidad para pasar desapercibido cuando así quería. El truco no estaba en que no te vieran, si no en que no reparasen en ti. Y para ello lo importante estaba en la actitud. Se dirigió hacia la puerta como si fuese a irse, y en cuanto estuvo a la espalda del recluta cambió bruscamente de dirección y se puso a su espalda, irguiéndose alto como era y carraspeando sonoramente para llamar su atención. Acto seguido imitó el tono de voz de Arthur cuando se enfadaba, y comenzó a hablar:

- ¡Recluta! ¿Qué se cree que está haciendo? Bebiendo en horas de servicio... creo que usted y yo vamos a tener mucho tiempo para conocernos en los calabozos.

Aunque exteriormente aparentaba estar enfadado y había hablado empleando un registro formal y lejano, por dentro Kai se estaba partiendo de risa y haciendo todo lo posible para evitar mostrarlo. Aquel encuentro podía llegar a ser muy divertido.

Kai se rascó la cabeza, algo desmotivado. Había esperado que se asustase como la mayoría de reclutas cuando hacía eso. En su lugar, le estaba dando una excusa bastante mala e intentando huir. El Comodoro suspiró y le apoyó una mano en el hombro cuando intentó irse. No iba a dejar quedarse las cosas así, no le gustaría coger una fama inmerecida... a parte, ya que le había hecho pasar un mal trago, ahora le debía una compensación. Y le intrigaba aquel chico. ¿Simplemente no lo conocía, no había reconocido su rango por sus insignias, o era tan jodidamente valiente que le daba igual una amenaza de un oficial de alta graduación? Desde luego si era valiente deseaba conocerlo. Estaba bien echarle un ojo a las futuras promesas.

- Venga, venga, que era una broma. No hace falta que intentes engañarme. Pensé que podría darte un susto.

Le dio un par de palmadas con su enorme manaza y se sentó de nuevo a la barra. Llamó a gritos al tabernero y le pidió dos cervezas, tras lo cual apoyó un brazo sobre la madera y se giró hacia el recluta:

- Te invito a una. Te la has ganado después de mantener el tipo de esa manera - le tendió la mano, amistosamente - Kai, de Kiritsu Ryodan.

El hombretón era así, jovial y bastante informal. Su tono de voz en general fue bastante campechano, aunque algo más serio cuando se presentó y mencionó su flota, y si no mencionó su apellido era porque carecía de él. Si bien su flota no decía mucho a su favor, como recluta que era tal vez no la conocía. Eran famosos por ser un grupo un tanto peculiar y bastante indisciplinado (de ahí su nombre). Sin embargo, junto a ellos Kai se sentía como en casa, y no podía sentirse más orgulloso de pertenecer a aquel grupo. Y aunque vagos y fuera de control, eran un grupo lleno de usuarios de akuma muy poderosos. Él mismo había consumido la Mera Mera, y su líder, Al Naion, la Hie Hie. Kai se acomodó en su asiento y le dio un generoso trago a su cerveza.

- En fin, ¿qué te ha traído a esta taberna? ¿Un descanso tras el duro trabajo, ahogar las penas en alcohol o tan sólo buscabas pasar un buen rato?

¿Competición de pesca? Pff, qué aburrido. Se había esperado algo mejor. Dio un buen trago a su cerveza, y pensó en cómo librarse de la situación. Había esperado poder divertirse un poco al menos hablando con él, pero parecía que se había encontrado con un estirado. ¿Había competición de beber y prefería irse a una de... pesca? Kai trató de mantener el tipo, vació rápidamente su cerveza y llamó al camarero. Dejó dinero suficiente para pagar ambas jarras y se giró hacia el recluta.

- Tengo asuntos pendientes. Espero que nos volvamos a ver, Krosis. Disfruta de la cerveza.

Salió de la taberna y se dirigió al lugar donde se llevaría a cabo la competición. Aun tuvo que esperar un rato largo, así que mató el tiempo viendo cómo colocaban varias filas de mesas llenas de jarras con barriles al lado. La gente empezó a llegar para apuntarse al torneo, y Kai se dio cuenta de que con su chaqueta de oficial llamaba mucho la atención, así que se acercó a un sargento que estaba también esperando y con una sonrisa maliciosa le ordenó llevarle la chaqueta al cuartel. Divertido y sintiéndose mal al mismo tiempo, se sentó en una de las sillas frente a una imponente jarra de medio litro, frotándose las manos con impaciencia.

- Esto va a estar chupado.