Tiro al caníbal [Rol Maestro-Alumno] [Haine y Émile]

El bote descendió desde el barco del gobierno hasta quedar sobre la superficie del mar, con la chica de cabellos azabache en él, acompañada de Rom, como era costumbre, quien se había quedado dormida en su regazo. Bien podrían haberla acercado más a la costa o incluso atrancar en alguna parte de la isla para facilitarle el trabajo a la chica, pero sabiendo la “misión” en la que se debía enzarzar, pensaron que sería mejor que fuera sola desde ahí. Después de todo, su trabajo era, en teoría, encontrarse con un pirata de gran poder capaz de controlar la mente de las personas si así lo deseaba, pero que por motivos de la vida había decidido aliarse con ella. En la versión que conocía el gobierno, la chica había aceptado con intención de salvar su vida, así como obtener información sobre sus movimientos para favorecerles…Ilusos.

La verdadera versión de la historia tenía más complejidad que solo infiltrarse en la banda de un pirata, al contrario. Ella era una autentica miembro de su tripulación, quien se había decidido a ayudarle a cambio de ciertos favores, entre ellos, que le sirviera de ayuda para acabar con su padre, no por venganza, sino para lograr su libertad. Por otro lado, también le había pedido que si algún día tenían que enfrentarse a sus actuales compañeros de banda, procurara evitar matarles…De alguna forma les había cogido aprecio, en especial a su “hermano mayor” y a Kusanagi-san, pero tenía claro que eso no nublaría su deber como miembro de “Shichi no Akuma”.

El bote siguió su rumbo hasta la orilla de la playa norte de la isla con relativa calma, el oleaje era suave, lo que disminuyó la fuerza que la joven de cabellos oscuros tuviera que emplear en vencer a las corrientes marinas y llegar a la playa, sacando una vez fuera el cascaron de madera que le habían ofrecido, ayudándose de su Akuma. Poder generar partes del cuerpo en donde a una le plazca debía tener sus ventajas, ¿no?

-Vamos Rom, despierta, debemos ponernos en marcha.- Dijo con voz suave al tiempo que acariciaba el pelaje de la felina con suavidad. –Si no, te dejaré sola en el bote y te llevará la marea.- Bromeó, causando que la pequeña saltara literalmente a sus brazos. Tras aquello, tomó sus pertenencias, las cuales se encontraban en una mochila no muy grande, en la que había aún hueco para que se metiera su compañera, cosa que hizo antes de que Haine se decidiera a empezar su “carrera matutina”. Se ató el cabello en una coleta alta, se aseguró de que sus armas estuvieran bien sujetas en sus fundas y estas, a su vez, agarradas a sus piernas, las cuales estaban enfundadas en unos ajustados pantalones de chándal negros. Y una vez lista, echo a correr, impulsándose a ratos con el soru, buscando una presencia intensa, así como algún sonido de disparo o algo poco peculiar en el cielo. “Tiempo sin vernos, Emile-san.”

La chica respondió a su particular saludo dedicándole una sonrisa pícara a su capitán, quien parecía más interesado en divertirse un poco con ella que en entrenarla, cosa que no molestó a la chica. Sin embargo, ese no era necesariamente el mejor momento del día. Siempre podrían hacer esa clase de cosas una vez acabado el entrenamiento...Aunque hacer más ejercicio después de un día entero practicando...Por mucho que fueran otros ejercicios. "Supongo que no está mal entretenerse un poco antes de empezar con nuestro entrenamiento, pero..." Pensó al tiempo que el chico entrelazaba sus labios con los de ella de forma apasionada. Como era lógico, ella correspondió al acalorado beso, al tiempo que enredaba sus dedos en el cabello del chico, siguiéndole el juego entre agradada por su actuación y molesta por que el castaño había tratado de tomar las riendas, y ella no era precisamente del tipo "sumiso".

Quizá por ello, decidió aprovechar el hecho de que en ese momento llevaba consigo más que una simple pistola de calidad media para defenderse y vengarse un poco de su capitán. Mientras continuó el beso, hizo aparecer varios brazos con la habilidad de su akuma e ir pasando de una mano a otra sus esposas, las cuales tenían unas cualidades bastante divertidas...El plan era simple, aprovechar que Émile estaba concentrado en saciar su apetito carnal para atarle, dejandole algo debilitado. Una vez hecho eso, sería ella quien tomara el control, haciéndole caer y quedando ella encima, mirándole con cierto aire de superioridad. -Kukukuku...Parece que me ha echado de menos, Émile-sama. Pero esas no son formas para presentarse frente a una dama, menos aún cuando sabe que a esta no le gusta que tomen la iniciativa otros...Pero no se preocupe, le soltaré una ve reciba su castigo. ¿Qué prefiere? ¿Esperamos hasta después del entrenamiento, o disfrutamos de un bonito juego con esposas? Ambas opciones suenan bien para mí.- Dijo al tiempo que los brazos creados por ella ayudaban a sujetar al chico.

La chica volteó la cabeza al escuchar a su capitán comenzar a hablar, una vez se escurrió de agua el pelo y atarlo en una coleta. Sus ojos bicolores se centraron en los del chico a quien prestó completa atención. ¿Así que su entrenamiento consistiría en pegarse con personas de armas posiblemente rudimentarias y que tratarían de devorarla si lograban capturarla? Bueno, era una forma peculiar de entrenar, aunque la chica no pudo evitar pensar que sería demasiado "fácil", pues no llevaba tantos años entrenando para dejarse atrapar. Aunque, ¿Quién sabía? Tal vez el peligro fuera mayor de lo que parecía y lograba despertar sus sentidos y despertar la siguiente fase de alguno de sus hakis. -Me parece una idea original, aunque más vale que dichos caníbales estén a la altura. Sería aburrido que murieran muy rápido.- Comentó al tiempo que se dirigía al lugar donde había dejado sus pertenecías, con intención de coger a Dallet y Zackiel para mostrárselas al chico de cabellos castaños, aprovechando de paso para coger una camiseta y vestirse con ella.

-Estás son. Espero que sean de tú agrado. La verdad es que llevan un tiempo conmigo.- Dijo tendiéndole amabas pistolas, antes de sentarse sobre una roca que se encontraba a menos de medio metro del chico, sobre la orilla, cruzándose de piernas mientras se estiraba, extendiendo los brazos hacia el cielo y luego hacia el frente. Un recuerdo paso por su mente en ese momento, relacionado con como obtuvo aquellas armas, aunque lo disipo de su mente, distrayéndose a base de observar a Émile, fijándose con más detalle en la herida que recorría su torso. Había escuchado alguna cosa sobre la batalla contra Derian, así que supuso que se la hicieron en esta, pero de ahí a conocer lo que sucedió...-Parece que desde que nos vimos la última vez te has metido en algún que otro lío, capi. Deberías tener más cuidado. Sería de mala educación que murieras sin cumplir con tus camaradas o sin despedirte apropiadamente...-