Emperadores Frente A Frente [Madara-Akashi]

El Sol estaba saliendo en la isla de Galuna. Había un clima bastante frío típico del Norte y ahora estaba a punto de comenzar el día. La taberna del pueblo abrió sus puertas por parte del dueño que era un hombre algo mayor. Éste se dio cuenta de que en la entrada había un hombre tirado en el suelo y roncando. Se acercó un poco con curiosidad y tragó saliva para ver de quién se trataba. La verdad es que aquel pobre hombre casi siempre intentaba ser atracado de una forma u otra y ya no se fiaba de nada de lo que pasara por allí.

El aspecto de aquel tío era el de una persona alta y de melena larga, oscura y pinchuda. Vestía con una coraza de titanio roja y con unos pantalones negros. En los pies unas sandalias de madera y calcetines grisáceos. En la espalda llevaba amarrada una guadaña enorme. Este hombre no era otro que el Shichibukai Madara Uchiha. No tardó mucho en abrir sus rojizos ojos para después soltar un enorme bostezo seguido de un suspiro. El hombre al ver quién era se echó hacia atrás impresionado y tragó saliva pues ya le conocía. De hecho había estado en su bar la noche anterior.

El mercenario simplemente estaba tan bebido la noche anterior que se quedó dormido en el suelo. Ahora se puso en pie y miró al dueño con una sonrisa. Le hizo un gesto con la mano y lo siguiente que hizo aquel hombre fue meterse en la taberna de nuevo. Estaba totalmente solo y ahora ocupó un sitio en la barra y suspiró de nuevo esperando a que fueran a atenderle. Ya le había echado el ojo a una preciosa botella de ron y seguramente se la pedía para empezar el día con buen pie. De todas formas por muy cara que fuese dinero le sobraba muchísimo. De hecho se consideraba millonario y todo.

El moreno seguía mirando la botella de forma calmada hasta que notó una presencia bastante poderosa acercarse. La olía con facilidad y aunque era más potente que la de Nokotori, estaba por debajo de la suya. Ahora aquel tipo se sentó a un par de sillas de él. Lo miró despacio y a su lado resultaba un niño. De modo que ahora bostezó de nuevo. De repente el camarero le preguntó al joven lo que deseaba tomar y éste pidió lo mismo que tomase el dragón. Aquello hizo alzar una ceja al perezoso devastador que empezó a pensar que aquel chico iba a tratar de seducirle o algo por el estilo. De repente se presentó y además le preguntó el motivo por el que estaba allí.

El moreno le miraba de forma perezosa con los ojos entrecerrados y le contestó con un elegante y refinado bostezo. Si hombre, parecía una vaca. A continuación alzó la mano llamando la atención del camarero que aunque estaba de espaldas sabía cuál era su deber allí. – Póngame una botella de ron, un zumo de naranja, un cacao calentito y un solomillo a la pimienta con patatas. – El maldito tragón acostumbraba a desayunar así. De no ser por el ejercicio que hacía cazando seguramente sería muy gordo. A continuación volvió a mirar al chico con tranquilidad.

Sus ojos de cada color les recordaban a los de su hermano y aquello le hizo pensar raro. Olfateó un poco más asegurándose de que no era él y después le contestó. – Vivo en esta isla. Sin embargo ¿Qué trae a un niño a un bar y pide lo mismo que un desconocido? Qué no me entere yo de que bebes o se lo diré a tu madre. – Dijo regañándole para después sentir los diversos olores que preparaba el camarero. Ya se imaginaba toda aquella deliciosa comida. – ¡Tambien quiero seis tostadas de mantequilla, una rodaja de churros y dos kilos de arroz con queso fundido! – Dicho aquello se cruzó de brazos observando al chico.

El dragón escuchó las palabras de aquel chico. No solo se había escapado de casa, además había formado una banda pero todos se fueron. Aquello fue justo lo que le pasó a él con la suya. Etsu muerto, el cocodrilo perdido. Encima el tío de fuego se había largado, la chica de los pechos supremos y de la que Uchiha estaba loco tampoco estaba. Además el puto Gyojin se fue el primero. No tardó en suspirar pensando que ahora tenía a Nokotori, Qui Gon y el pequeño Ragerok. Además Cristopher se había unido recientemente. Lo que le tenía inquieto era si el chico tenía dinero pues el mercenario era el tío más agarrado del Norte. No pensaba dar ni un duro.

Ahora sonrió de lado escuchando su pregunta y simplemente respondió. – ¡Oh! La guerra del Norte. Bueno me quedé dormido. – Dijo con toda la calma del mundo mientras le daba un trago al cacao. Encima despertó babeando besando la almohada mientras decía que las rubias cachondas eran suyas. Para cuando salió de la cueva la batalla ya había finalizado y se largó echando leches fingiendo estar haciendo misiones para el gobierno. La verdad es que tenía mucha cara para algunas cosas.

Soltó un enorme suspiro y tomó el solomillo empezando a comérselo a lo bestia y disfrutando de su delicioso sabor para después seguir hablando. – Mi banda al principio también se fue pero luego encontré más miembros. Si tú madre está muerta es posible que cuando yo me vaya al infierno la salude de tu parte. – Era raro pero aquello era un cumplido si venía de parte del moreno. Él nunca le daría recuerdos a nadie de parte de nadie por pereza. De hecho ahora miró al camarero de nuevo. – Ponme también una ración de pulpo y media pata de jamón. – Pidió aquello mirando al chico con toda la calma del mundo.

El devastador continuaba disfrutando de la comida con la mayor felicidad del mundo hasta que escuchó al chico decir que ser Shichibukai conllevaba responsabilidad. – No tanta como crees. Sigo mi vida con mis normas y no les conviene tenerme de enemigo. De modo que puedo darme pequeños lujos como dormir. Ya lo compensaré con otra tarea. – Tras decir eso empezó a comerse las tostadas despacio disfrutando del sabor de éstas. Estaban muy ricas pero sin duda prefería las de tomate con aceite y ahora pediría unas si hacía falta. De hecho decidió no esperar más. – Ponme diez tostadas de tomare con aceite. – El tipo al parecer había puesto la música y no se enteraba. En ese momento el moreno escupió un poco de ácido sobre el aparato haciéndolo pedazos mientras el dueño miraba a otro lado.

Éste ahora se giró empezando a mirarlo con cara de pocos amigos. El mercenario sonrió de lado y enseguida miró a aquel chico. – Asimila que tu madre se ha muerto, seguro que la violaron. No, eso no lo creo hombre ¿Estaba buena? – Preguntó con algo de curiosidad y con un tono muy calmado. Acto seguido escuchó la pregunta del chico y alzó una ceja cuando se enteró que lo que iban diciendo. – Nos dedicamos a cazar criminales, realizar trabajos legales y ayudar al gobierno. – Dijo con tranquilidad pensando en asesinar a los capullos que fuesen diciendo tales cosas de aquella banda de mercenarios. Por mucha razón que tuviesen el dragón no podía permitir que pensaran de aquella forma.

Ahora el camarero comprobó los restos de aquella sustancia y miró a los chicos algo confuso. El moreno ignoró al hombre mientras terminaba de comerse los churros y de tragarse la botella de ron. – Caballero quiero dos filetes, un refresco de limón y cuatro raciones de albóndigas con guisantes. – Nada más decir aquello clavó su mirada en el chico recordando lo que le había dicho. – Somos los mejores en lo nuestro y mientras el trabajo sea legal cumplimos cualquier cosa. Claro que cuanto más difícil mayor será el precio. – Dijo por si el chico estaba interesado en contratarle para algo pues le gustaba sacar tajada de todo.

El joven había dado un golpe casi rompiendo la mesa. Aquello hizo al moreno mantenerse calmado mientras continuaba comiendo como si con él no fuese la cosa. Empezó a quejarse sobre la madre y aquello mostró que en verdad era un niño. Al menos aquello pensaba el devastador que continuaba disfrutando de su delicioso desayuno. Aquella isla era su hogar y no podía permitir lo que se estaba liando. Tomó con cuidado el bol de los dos kilos de arroz y empezó a comer disfrutando del sabor. Era delicioso sin duda y dejó de prestarle atención al pelirrojo mientras notaba como aquel sabor se mezclaba con su saliva. Degustaba cada pinchada como si fuese la última y la verdad es que empezaba a amar aquellos platos tan deliciosos. Sin duda alguna aquel lugar era el paraíso y tan solo faltaban mujeres.

Aquel chico dijo que las palabras de Madara eran estúpidas y éste simplemente mostró una sonrisa ladeada mientras le observaba. El dueño trató de echarles y sacó una escopeta. No era la primera vez que tenía problemas allí por culpa del loco de Nokotori o del capullo de Qui Gon. De hecho no se tomó aquello en serio y siguió comiendo. Después pudo ver el espectáculo realizado por el pelirrojo y además había cometido un grave error. Había desvelado que era usuario y encima dijo el nombre. Al parecer reflectaba o desviaba cosas como proyectiles. Cuando el hombre se fue herido, el moreno no pudo evitar alzar una ceja y terminar el plato a toda prisa. Se llevó las manos al estómago y soltó un enorme eructo para a continuación limpiarse la boca con una servilleta. Estaba lleno y satisfecho pero no con las palabras de aquel chico.

Ahora se puso en pie mirándole a los ojos de forma calmada y relajada. Solo le había preguntado si estaba buena y no era nada malo. Quizás lo de la violación había sobrado pero el devastador no podía evitar querer que la gente aprendiese a ser fuerte. De hecho ahora tras todas las palabras que le había dicho aquel chico y el espectáculo dado, se relamió despacio. – Antes de pretender que respeten a tú madre, empieza respetándote tú. No digas que puedo pegarte o reírme si quiero. Tampoco te enfrentas al mayor poder de los mares para salvarle. Eso es debido a que el mayor poder soy yo. – Dijo mirándole con seriedad para después iluminar sus ojos en un tono rojizo. Su reputación como mercenario de élite no podía verse rota dejándose regañar por un crío. – No hieras a un pobre tabernero. No tiene culpa de que tu madre haya fallecido siendo violada. – Dijo de nuevo mientras ahora volvía a sentarse suspirando y esperando a que volviese el dueño mientras mantenía su mantra alerta y su olfato a punto.

Madara empezó a reírse sin parar de forma exagerada. Incluso algunas lágrimas caían por su cara mientras seguía partiéndose. Llegó incluso a darse él mismo algunos golpes en el pecho para poder respirar ya que se estaba ahogando. El sonido de su risa retumbaba en toda la taberna de forma macabra pues parecía reír como el mayor de los demonios. Le estaba resultando exageradamente divertido. No podía creerse ni tomarse en serio las palabras de aquel pelirrojo. Ahora trató de respirar un poco y limpiarse las lágrimas lo mejor posible para después relajarse. Sin embargo por unos momentos en los que parecía que lo había logrado comenzó a reírse de nuevo de forma alarmante. No se reía así desde la cacería que tuvo en Water Seven junto a sus hombres y dónde se lo pasaron genial. Aquel día se llevaron bastante dinero y encima el dragón a un Yagara llamado Spirit.

Después de unos momento consiguió relajarse ¿A cuántos Tenryubitos se había cargado? A más de uno seguro y además había amenazado a otros cuantos. No le habían pillado y a los que se rió de ellos el miedo les provocó callarse. Era fácil decirles “A mí me quitaran el puerto pero yo a ti te quitaré la vida. Después que vengan por mí”. Aquella frase intimidaba a muchos. Ahora clavó su mirada en el joven para contestarle. – Los nobles mundiales son cucarachas a mi lado. He exterminado a más de uno de esos dragones celestiales. Además me he reído de varios. Si dices que son peores que yo ¡Es qué no conoces ni un diez por ciento de mi poder! ¡No temo a los almirantes ni a nada parecido! – Dijo ahora soltando otra carcajada para después iluminar los ojos de forma exagerada. La verdad es que aquel comentario hizo que se lo pasara bomba.

Ahora clavó su mirada en el chico y negó varias veces. – No sabes lo que es el infierno. Yo he estado en él varias veces. – Dijo recordando como su hermano Jin casi le asesinaba y como casi moría delante de sus propios ojos. – A diferencia de ti yo vi morir a todos mis seres queridos delante de mí. Créeme que esos dragoncitos celestiales no pueden compararse al emperador de los mercenarios. – Una vez dijo aquello observó como el hombre de la taberna entraba de nuevo. El moreno ahora sonrió de lado mirando al joven para después chasquear la lengua. – Mereces que te llame cobarde pero no lo haré. Mata a tu padre cuanto antes y entierra a tu madre como es debido. – Dijo dando por hecho que ya estaba muerta. Si algún día la encontraba entonces la sorpresa sería mucho mayor. – Pero joder ¿Está buena o no? – Dijo al final con curiosidad.

Ahora sí que la había liado. El moreno no pudo evitar ampliar su sonrisa de forma siniestra para después iluminar sus ojos. Había tomado aquello como una indirecta e insultar al Shichibukai era una de las pocas cosas que una persona cuerda no debía hacer. Se puso en pie mirándole de forma siniestra para después mostrar una hilera de dientes afilados. Dos presencias más llegaron hasta él y ahora vio como una chica entraba por la puerta llamándole capitán. Vaya cagada. La chica estaba muy bien y pensaba en cosas algo mayores. No pudo evitar relamerse pasando de aquel tema y ahora volvió en sí dándose cuenta de que portaba en sus brazos una especie de animal. Ahora el pelirrojo fue hacia la puerta y tenía a los tres a una buena distancia.

Una enfermiza risa surgió de nuevo de su boca y en ese momento se quedó mirándole. – Insultar a alguien como yo no puede ser bueno. Además ahora tengo tres objetivos en lugar de uno. – Dijo ahora dando a entender lo que pensaba hacer. Sin pensárselo abrió la boca todo lo posible y lanzó una tremenda bocanada de ácido que fue hacia los tres a toda velocidad. Planeaba quemarlos y posiblemente derretirlos. Era una lástima pues la chica estaba buena pero él iba por delante. Enseguida se relamió mostrando una mirada sádica para después sonreír de lado. – ¡No hemos acabado! – [Manual Prisa] El dragón se rodeó de un aura azulada pálida y se lanzó a por el pelirrojo. Una vez estuvo cerca imbuyó todo su cuerpo en un color morado azabache usando su potente haki (Nvl3) para después intentar tomar la guadaña y lanzarle a Akashi un tajo rumbo al pecho con fuerza.

Aquella arma tenía la capacidad de provocar energía explosiva al golpear algo. Cuanto más fuete fuese el ataque mayor explosión, la fuerza del moreno no era nada leve. Le diese o no saltaría hacia atrás y mostraría una sonrisa. – ¡Largaos de esta isla antes de que os mate y os devore! – Dijo empezando a formar unas costillas azuladas a su alrededor que parecían estar a punto de convertirse en algo mucho más grande. El poder de aquel mercenario era impresionante y ahora los miraba de forma seria observándolos bien para ver si sus ataques habían surtido efecto. El ácido mezclado con fuerza bruta, corte y explosiones podía ser algo temblé e impresionante. Madara no tenía piedad con nadie que se atreviera a faltarle al respeto. – Esa chica parece estar de muy buen ver. Tal vez deba violarla aquí y ahora como violaron a tu madre. – Ahora si buscaba ofender y joder un poco. De hecho empezó a mirar a la chica de forma seria. Si no se largaban de allí o se atrevían a atacarle el combate se volvería mucho más violento.

El dragón observó como el ácido empezaba a derretir los cimientos de madera. El chico había logrado librarse de eso pero la guadaña le causó buenas heridas. Ahora pudo ver como huían cual ratas corriendo del humo. No pudo evitar mostrar una sonrisa calmada para después pagarle al vendedor solo su parte. No sabía si el chico había pagado la suya pero si no lo había hecho se jugaba que pusieran un precio por su cabeza.

A continuación notó como el techo se venía abajo y se imbuyó en su haki. El camarero terminó aplastado y muerto mientras que él se quedó como nuevo. Acto seguido se levantó apartando parte del techo pues se había tumbado y cubierto para no llevarse daño. Cogió su dinero de nuevo y soltó un suspiro para después iluminar los ojos y empezar a transformarse en su forma completa. El enorme dragón rugió y tras alzar el vuelo salió despedido rumbo a su cueva.

No pensaba detenerse por el camino y el pelirrojo ya había escarmentado suficiente. De modo que ahora aterrizó en la entrada volviendo a la forma humana y entrando dentro. Una vez estuvo allí pasó por la cavidad principal observando la estatua demoníaca y se fue directo a su dormitorio. Un colchón tirado en mitad de la nada. Se lanzó hacia él y cerró los ojos tratando de descansar un poco para después darse otra vuelta por la isla o buscar algo de trabajo. Había que seguir llenando los bolsillos.