Joan D. Lluquer
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La brisa marina traía un agradable olor de especias y sal marina, señal de que el barco en el que me encontraba se acercaba a la isla de Jaya. El cielo estaba completamente despejado, y las blancas gaviotas volaban en él como si se regocijaran al hacerlo. La brisa era suave y agradable, y ayudaba a que el calor no fuera tan intenso. Iba vestido con una camisa a cuadros azules y unos pantalones vaqueros, y cargaba con una mochila en la espalda, en la cual guardaba mi armadura y mi katana, y ésta colgaba de un lateral de la mochila. El barco de cada vez estaba más cerca de tierra, dejándome ver el caótico puerto que me aguardaba. La gente corría de un lado hacía otro, y había unos puestos que no pude averiguar que vendían. No vi ni una sola persona vestida con el uniforme Marine allí, cosa que confirmaba que no me había equivocado de isla. Jaya era conocida por ser el paraíso de los piratas, ya que no había ningún tipo de presencia de las fuerzas del orden. Y eso podía ser bueno y malo. Bueno porque era un refugio de la terrible "Justicia Absoluta" que tenía la Marina. Malo porque eso engendraba monstruos como el que andaba buscando. El afortunado que se ganó mi atención fue un malnacido con recompensa. Y esta no era por actos muy heroicos contra el gobierno, que se diga. Su recompensa era por diferentes motivos, entre ellos violación y masacre civil. Todo un ejemplo de conducta.
Llevaba un cartel de Wanted suyo escondido en la mochila, ya que no quería que ningún pirata se hiciera ideas equivocadas de mí. En ese cartel se podía ver a un hombre de mediana edad, fornido, de barbilla afilada, ojos negros como su pelo, tez bronceada y una cicatriz que recorría su ojo izquierdo. No era la persona que te gustaría encontrarte en un callejón a altas horas de la noche, vaya. La recompensa que ofrecían por ese infeliz no era nada que uno no aceptaría: 90.000.000 de berris. Si lo capturaba, me habría tocado la lotería. El problema era sacarlo vivo de allí, con todos esos piratas con cara de pocos amigos.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando de repente el barco atracó en el muelle. Me quedé mirando al mar unos instantes y luego desembarqué. La gente que había en el muelle era muy diversa: hombres de dos metros fuertes como una roca llenos de tatuajes y personas normales. Mi tarea ahora era encontrar una taberna. Y si tenía mal aspecto, mejor. Las tabernas es el lugar donde los chismes y historias volaban continuamente, y solían ser los sitios ideales para empezar una investigación, siempre y cuando sepas hacer las preguntas adecuadas. Si no sabías hacerlas, tal vez acabaras con unos cuantos dientes menos. O tal vez algo peor.
Caminé por el paseo marítimo, pasando por delante de unas cuantas tabernas. Convenía ver unas cuantas antes de entrar a alguna, ya que en algunos bares suelen ser bastante "antipáticos", por así decirlo. Tras pasar por delante de unas cuantas, entré en una cuyo letrero rezaba: "Pirate's Inn". Que original.
Era un bar de puerto de mala muerte corriente, las mesas eran barriles, había una barra con una estantería llena de botellas de alcohol detrás y unas sillas que habían visto tiempos mejores. Los clientes eran los habituales en ese tipo de lugares: estaba el borracho, el armario empotrado con los nudillos pelados y el grupo de colegas que se tomaban unas cervezas tranquilamente. Di una ojeada discreta y no vi al hombre que andaba buscando. Me acerqué a la barra y le pedí una cerveza al camarero. Ahora debía empezar una conversación que desembocara en información que me fuera útil.
-Veo que el negocia va bien- dije sin hablarle a nadie en concreto.
Llevaba un cartel de Wanted suyo escondido en la mochila, ya que no quería que ningún pirata se hiciera ideas equivocadas de mí. En ese cartel se podía ver a un hombre de mediana edad, fornido, de barbilla afilada, ojos negros como su pelo, tez bronceada y una cicatriz que recorría su ojo izquierdo. No era la persona que te gustaría encontrarte en un callejón a altas horas de la noche, vaya. La recompensa que ofrecían por ese infeliz no era nada que uno no aceptaría: 90.000.000 de berris. Si lo capturaba, me habría tocado la lotería. El problema era sacarlo vivo de allí, con todos esos piratas con cara de pocos amigos.
Estaba absorto en mis pensamientos cuando de repente el barco atracó en el muelle. Me quedé mirando al mar unos instantes y luego desembarqué. La gente que había en el muelle era muy diversa: hombres de dos metros fuertes como una roca llenos de tatuajes y personas normales. Mi tarea ahora era encontrar una taberna. Y si tenía mal aspecto, mejor. Las tabernas es el lugar donde los chismes y historias volaban continuamente, y solían ser los sitios ideales para empezar una investigación, siempre y cuando sepas hacer las preguntas adecuadas. Si no sabías hacerlas, tal vez acabaras con unos cuantos dientes menos. O tal vez algo peor.
Caminé por el paseo marítimo, pasando por delante de unas cuantas tabernas. Convenía ver unas cuantas antes de entrar a alguna, ya que en algunos bares suelen ser bastante "antipáticos", por así decirlo. Tras pasar por delante de unas cuantas, entré en una cuyo letrero rezaba: "Pirate's Inn". Que original.
Era un bar de puerto de mala muerte corriente, las mesas eran barriles, había una barra con una estantería llena de botellas de alcohol detrás y unas sillas que habían visto tiempos mejores. Los clientes eran los habituales en ese tipo de lugares: estaba el borracho, el armario empotrado con los nudillos pelados y el grupo de colegas que se tomaban unas cervezas tranquilamente. Di una ojeada discreta y no vi al hombre que andaba buscando. Me acerqué a la barra y le pedí una cerveza al camarero. Ahora debía empezar una conversación que desembocara en información que me fuera útil.
-Veo que el negocia va bien- dije sin hablarle a nadie en concreto.
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Aunque el cielo estaba despejado, aquella isla era siniestra, Jaya era como se llamaba y parecía que esta era el refugio de todo los malo de la sociedad y en el que los "buenos" ni se atrevían a entrar.
Aunque quién era yo para hablar del bien o el mal, si bien no era malo, tampoco podía asegurar que fuese bueno ya que, sería capaz de juntarme con cualquier persona que me ayudase con mi objetivo. Aunque sabía que mis acciones las guiaba la justicia, o lo que yo consideraba como tal.
De lo que estaba completamente seguro es que me encontraba en un bar con malas pintas, con gentes con malas pintas en una isla con malas pintas y yo con esas pintas que llevaba podía meterme en problemas fácilmente.
Aunque quién era yo para hablar del bien o el mal, si bien no era malo, tampoco podía asegurar que fuese bueno ya que, sería capaz de juntarme con cualquier persona que me ayudase con mi objetivo. Aunque sabía que mis acciones las guiaba la justicia, o lo que yo consideraba como tal.
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El barman me miró con mala cara cuando hablé, así que decidí seguir por otro camino. Cogí mi cerveza y me la terminé de un par de tragos. El sabor amargo de esta inundó mis papilas gustativas, y la saboreé con mucho gusto. Necesitaba utilizar lo que la gente llamo ahora "ingeniería social". Lástima que no supiera.
-Buena cerveza. ¿A que mayorista se la compras? Creo que me podría beber una caja entera de estas- dije, en tono bromista y esbozando una sonrisa.
-Pareces un puto Cipher Pol novato intentando infiltrarse en una banda. No nos gustan los CP en éste bar, así que me temo de q mis chicos te tendrán que matar. Lo siento.
Empezábamos bien: el primer bar y ya me encontraba al sociópata asesino perturbado mental de turno. Puse mis ojos en blanco y me di la vuelta. En seguida vi a los dos gorilas de turno que seguían al sociópata de turno. ¿Por qué me pasaba esto siempre a mí?
Desenvainé la katana y lancé una onda cortante al pecho de uno de ellos, haciéndolo caer de espaldas contra un barril. El otro se asustó, pero siguió avanzando implacable hacia mí. Suspiré y avancé en zig zag hacia él, colocándome detrás suyo con una zancada. En ese momento cuando me giré, vi el cañón de la recortada del barman apuntándome, así que agarré al gorila por la espalda y lo usé de escudo humano momentáneo. El barman me apuntaba, así que lancé al hombre fornido contra él, estampándolo en la barra y desconcertando al camarero. Seguidamente, lancé una onda cortante que dio en la espalda del guardia y en el pecho del barman. Seguidamente, noté que algo me agarraba la pierna, así que me giré y vi al guardia que había recibido m,i primera onda cortante blasfemando y maldiciendo. Con el otro pie le lancé una patada en la cara que lo noqueó. Seguidamente. saqué un trabuco y apunté al barman que se incorporaba a muy duras penas con la escopeta en mano.
-Bang- dije, mientras una bala salia disparada contra su hombro y manchaba las botellas de las estanterías de sangre.
El hombre cayó gritando y maldiciendo, y su escopeta cayó en mi lado de la barra. Me acerqué al segundo guardaespaldas, que se intentaba levantar. Le lacé dos cortes en cruz diagonal en la barra y cayó al suelo desmayado. Ahora tenía la mirada de todo el bar en mí. Genial.
-Buena cerveza. ¿A que mayorista se la compras? Creo que me podría beber una caja entera de estas- dije, en tono bromista y esbozando una sonrisa.
-Pareces un puto Cipher Pol novato intentando infiltrarse en una banda. No nos gustan los CP en éste bar, así que me temo de q mis chicos te tendrán que matar. Lo siento.
Empezábamos bien: el primer bar y ya me encontraba al sociópata asesino perturbado mental de turno. Puse mis ojos en blanco y me di la vuelta. En seguida vi a los dos gorilas de turno que seguían al sociópata de turno. ¿Por qué me pasaba esto siempre a mí?
Desenvainé la katana y lancé una onda cortante al pecho de uno de ellos, haciéndolo caer de espaldas contra un barril. El otro se asustó, pero siguió avanzando implacable hacia mí. Suspiré y avancé en zig zag hacia él, colocándome detrás suyo con una zancada. En ese momento cuando me giré, vi el cañón de la recortada del barman apuntándome, así que agarré al gorila por la espalda y lo usé de escudo humano momentáneo. El barman me apuntaba, así que lancé al hombre fornido contra él, estampándolo en la barra y desconcertando al camarero. Seguidamente, lancé una onda cortante que dio en la espalda del guardia y en el pecho del barman. Seguidamente, noté que algo me agarraba la pierna, así que me giré y vi al guardia que había recibido m,i primera onda cortante blasfemando y maldiciendo. Con el otro pie le lancé una patada en la cara que lo noqueó. Seguidamente. saqué un trabuco y apunté al barman que se incorporaba a muy duras penas con la escopeta en mano.
-Bang- dije, mientras una bala salia disparada contra su hombro y manchaba las botellas de las estanterías de sangre.
El hombre cayó gritando y maldiciendo, y su escopeta cayó en mi lado de la barra. Me acerqué al segundo guardaespaldas, que se intentaba levantar. Le lacé dos cortes en cruz diagonal en la barra y cayó al suelo desmayado. Ahora tenía la mirada de todo el bar en mí. Genial.
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La verdad es que en aquella taberna se respiraba algo de tensión y la estaba empezando a notar, mientras me bebía una cerveza en una mesa o, más bien un barril que servía como tal. Este estaba sucio y asqueroso, pero a pesar de que era un príncipe no era un remilgado, se podía decir que, a lo largo de mi vida había aprendido a adaptarme a distintos tipos de lugares.
La escena que estaban empezando a contemplar mis ojos me estaba dando la sensación que acabaría mal como finalmente así ocurrió. Todo había comenzado cuando entró un hombre en aquella taberna, este fue amable con el tabernero, alagó su negocio y su cerveza, pero le acusó de ser algo que no sabía muy bien lo que era y dijo que tendría que matarle.
En ese momento entraron en escena dos hombres fornidos se dirigieron al hombre al que, supuestamente, tenían que matar. A pesar, de esto mi idea de que en este mundo no había dama ni caballero desvalido, me quedé observando la escena que se iba a formar en aquel momento y si veía que aquel hombre tenía problemas no dudaría en ayudarle.
Siguiendo con la escena, adiviné sin mucha dificultad que al hombre al que le estaban atacando, era espadachín ya que este sacó una katana para defenderse. Si nos ponemos meticulosos podría decirse que el hombre al que amenazó el tabernero, atacó antes de que lo hicieran los otros dos pero, entendía que el punto en que una persona se sentía amenazado no era en todas el mismo.
La pelea fue encarnizada aunque, por otro lado, el hombre al que habían amenazado parecía que no le estaban suponiendo ningún desafío aquellos hombres de los que se deshizo con relativa facilidad, algo de sangre y mucho ruido el cuál llamó la atención del resto de personas de la taberna, excepto la mía ya que había estado viendo el espectáculo desde el comienzo.
Ahora las consecuencias de las acciones de aquel caballero, podrían ser muchas y variadas, desde mi punto de vista, desde que todas las personas allí presentes saquearan sin piedad la taberna, al estar su dueño tirado en el suelo y probablemente muerto, que quisieran juerga y fueran a por el tipo que dejó K.O al tabernero o quién sabe.
Así que poco a poco, me fui acercando al hombre con cuidado, sin gesto amenazante alguno, pues no sabía cual sería su reacción al ver que me acercaba a él. No sabía si estaría nervioso o alterado por aquella situación aunque, por el contrario, podría no haberle afectado en absoluto aquello, pero después de una pelea así siempre te queda el pensamiento de " y si este también viene a por mí"
Cuando estuve a escasos centímetro de la barra le dije a aquel hombre:
- Perfecta ejecución de movimientos caballero, pero algo me dice que todas estas personas de alrededor nos estan clavando sus miradas y no se con que propósito.
La escena que estaban empezando a contemplar mis ojos me estaba dando la sensación que acabaría mal como finalmente así ocurrió. Todo había comenzado cuando entró un hombre en aquella taberna, este fue amable con el tabernero, alagó su negocio y su cerveza, pero le acusó de ser algo que no sabía muy bien lo que era y dijo que tendría que matarle.
En ese momento entraron en escena dos hombres fornidos se dirigieron al hombre al que, supuestamente, tenían que matar. A pesar, de esto mi idea de que en este mundo no había dama ni caballero desvalido, me quedé observando la escena que se iba a formar en aquel momento y si veía que aquel hombre tenía problemas no dudaría en ayudarle.
Siguiendo con la escena, adiviné sin mucha dificultad que al hombre al que le estaban atacando, era espadachín ya que este sacó una katana para defenderse. Si nos ponemos meticulosos podría decirse que el hombre al que amenazó el tabernero, atacó antes de que lo hicieran los otros dos pero, entendía que el punto en que una persona se sentía amenazado no era en todas el mismo.
La pelea fue encarnizada aunque, por otro lado, el hombre al que habían amenazado parecía que no le estaban suponiendo ningún desafío aquellos hombres de los que se deshizo con relativa facilidad, algo de sangre y mucho ruido el cuál llamó la atención del resto de personas de la taberna, excepto la mía ya que había estado viendo el espectáculo desde el comienzo.
Ahora las consecuencias de las acciones de aquel caballero, podrían ser muchas y variadas, desde mi punto de vista, desde que todas las personas allí presentes saquearan sin piedad la taberna, al estar su dueño tirado en el suelo y probablemente muerto, que quisieran juerga y fueran a por el tipo que dejó K.O al tabernero o quién sabe.
Así que poco a poco, me fui acercando al hombre con cuidado, sin gesto amenazante alguno, pues no sabía cual sería su reacción al ver que me acercaba a él. No sabía si estaría nervioso o alterado por aquella situación aunque, por el contrario, podría no haberle afectado en absoluto aquello, pero después de una pelea así siempre te queda el pensamiento de " y si este también viene a por mí"
Cuando estuve a escasos centímetro de la barra le dije a aquel hombre:
- Perfecta ejecución de movimientos caballero, pero algo me dice que todas estas personas de alrededor nos estan clavando sus miradas y no se con que propósito.
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Aquella gente se empezaba a poner nerviosa. Algunos se removían en sus sillas. Otros murmuraban cosas que no llegué a entender, con un rápido movimiento, quité la sangre que empapaba a Oni. No era bueno dejarla sucia, ya que se oxidaba. Seguidamente, la metí con parsimonia en su funda azul, su lugar de reposo. Tras unos incómodos instantes, un chico joven se levantó de su silla y se acercó de una manera cautelosa hacia mí. Estaba claro que no buscaba pelea. Era un chico que no haría más de 1,80, pelirrojo y musculoso, pero no demasiado. Cuando estuvo cerca mía me felicitó por mi actuación contra aquellos matones, y que veía que las miradas de los clientes de la taberna se clavaban en nosotros.
-Sería una buena idea irse de éste sitio, la verdad. si te apetece acompañarme, te invito a ello- dije
Salí de aquella mugrienta taberna. Era una idea mejor buscar información en otros lugares. O tal vez mi nuevo amigo supiera algo de él.
-Bueno, me llamo Joan D. Lluquer. Encantado. Creo que te debo una pequeña disculpa por perturbar tu descanso en ese lugar. - articulé
No quería decirlo mi objetivo, al menos de momento. Siempre había cerdos que se aprovechaban de un descuido para matarte. Y como él fuera un pirata local, probablemente no le haría mucha gracia que quisiera capturar a un malhechor.
Esperaba su respuesta con u aleve tensión de músculos, quien sabía que iba a intentar aquel pelirrojo muchacho.
-Sería una buena idea irse de éste sitio, la verdad. si te apetece acompañarme, te invito a ello- dije
Salí de aquella mugrienta taberna. Era una idea mejor buscar información en otros lugares. O tal vez mi nuevo amigo supiera algo de él.
-Bueno, me llamo Joan D. Lluquer. Encantado. Creo que te debo una pequeña disculpa por perturbar tu descanso en ese lugar. - articulé
No quería decirlo mi objetivo, al menos de momento. Siempre había cerdos que se aprovechaban de un descuido para matarte. Y como él fuera un pirata local, probablemente no le haría mucha gracia que quisiera capturar a un malhechor.
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Aquel hombre se estaba oliendo que todas esas miradas querían ir a por el y, quizás de rebote a por mi, por lo que salir de aquel lugar era lo más inteligente, pues si todas aquellas personas de la taberna querían guerra, probablemente sería una pelea muy desigual, al menos, en número así que acompañé a aquel hombre al exterior del local.
Fuera, nos esperaba la fría, lúgubre e insegura noche de aquel lugar en el que no existía la ley aunque, bueno, en mi vida había corrido tantos riesgos por amor y había hecho tantas locuras que, no me importaba lo más mínimo aunque, esto no quería decir que fuese un suicida.
Mi compañero se presentó como se presenta cualquiera en una situación normal, pero algo en él denotaba ¿nerviosismo o desconfianza tal vez?Para ser sinceros, era completamente entendible, pues parecía ser que en aquella isla había que había que desconfiar hasta de las ratas que campaban a sus anchas por la ciudad y, había que tener la espada bien afilada en todo momento o, en mi caso, las pistolas bien cargadas:
- Me llamo Marcus South, encantado de conocerte Joan y, no te preocupes estar tranquilo en esta isla es imposible por lo que no hay nada que perdonar.
Tras decir esto pensé en que no se lo había en las formas normales que en la que solía hacerlo, pero algo me decía que en aquella isla lo más sensato era no hacerlo, incluso dudaba que mis ropas fuesen las más adecuadas.
Fuera, nos esperaba la fría, lúgubre e insegura noche de aquel lugar en el que no existía la ley aunque, bueno, en mi vida había corrido tantos riesgos por amor y había hecho tantas locuras que, no me importaba lo más mínimo aunque, esto no quería decir que fuese un suicida.
Mi compañero se presentó como se presenta cualquiera en una situación normal, pero algo en él denotaba ¿nerviosismo o desconfianza tal vez?Para ser sinceros, era completamente entendible, pues parecía ser que en aquella isla había que había que desconfiar hasta de las ratas que campaban a sus anchas por la ciudad y, había que tener la espada bien afilada en todo momento o, en mi caso, las pistolas bien cargadas:
- Me llamo Marcus South, encantado de conocerte Joan y, no te preocupes estar tranquilo en esta isla es imposible por lo que no hay nada que perdonar.
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