investigando la isla del furor uterino

Habían pasado tres días y Gera estaba de muy buen humor, había conocido a un chico maravilloso, había visto alguna parte del pueblo que la había impresionado y además estaba conociendo el lugar, buscando bosques nuevos en los que poder investigar sobre sus plantas. Estaba encantada, se había desinhibido por completo y no podía creerse todo lo que había hecho en esa isla. Lo cierto es que no podrá olvidar dicho recuerdo.

Preguntó a unos lugareños dónde podía encontrar un bosque, estaba entusiasmada de poder volver a realizar su pasión, buscar sus plantas... Vamos, todo lo que a ella le apasionaba y el motivo principal de su viaje.

-Disculpen, serían tan amables de decirme por dónde queda un bosque conocido por sus plantas desconocidas y completamente únicas.
los lugareños la miraron con desaire, no le habían prestado mucha atención y con la misma, señalaron hacia el lado derecho de uno de ellos.
-Continúe por esa calle y al final verá un pequeño cartel en el que pone " bosque Errante"
-Gracias por su ayuda, le dijo Gera con el ceño un poco fruncido.

Qué hombres más desagradables, parece que el festival les ha afectado más de la cuenta. Pensó para sí. Las calles no estaban demasiado abarrotadas, estaba bastante calmado el ambiente. Ella feliz de su estancia en la isla caminó por el sendero que le habían dicho los lugareños mientras tarareaba una alegre canción que le hacía recordar su noche más memorable en los últimos tiempos.

-¿Cómo demonios he dejado que me convenza? Pensó Aki para si mientras bajaba del barco. Se había recorrido, sin exagerar, más de medio mundo para llegar hasta esta isla.

Hace un mes que no tenemos noticias del contacto en Mirrorball, y esa isla en concreto... quizás le haya pasado algo. Normalmente no me preocuparía, pero justo cuando íbamos a soltar los carteles... no, mira. Haremos esto. Yo me quedaré aquí acabando el papeleo y eso, sabes. Tú ve y asegúrate de que esté bien. Y que no te vean. Así de paso haces turismo.

Y sin más ni más, la metió en un barco. Dios. Que le había llevado casi un mes de viaje, incluso volando a ratos. Pero bueno, a lo hecho pecho. Por fin había llegado y eso era lo que importaba. El hombre en cuestión vivía a las afueras de la ciudad, así que por ahí comenzaría a buscar. Antes de nada, arrastró a un marinero y se metió con él en uno de los callejones del puerto. Cuando salió, en lugar de una joven cubierta con una capa había una mujer más o menos bajita, con ojos verdes y pelo color chicle. Adorable. Llevaba un vestido blanco que por suerte le cubría las ligas con los cuchillos. Habría sido embarazoso, sino. Lanzándole un beso al atónito marinero, comenzó su camino.

Tras andar un poco, encontró una señal: [Bosque Errante ->] Hmm... bueno, podía dar un paseo antes de comenzar el trabajo. No era como si él la estuviera esperando ni nada. Así que sonriendo, se metió en el bosque.

Esmejit llevaba tres días algo tenso. No recordaba nada lo que había ocurrido tres noches atrás, tras la enorme ingesta de alcohol. En realidad no recordaba haber tomado tanto alcohol como para tener una laguna mental. Habían estado en el parque, y después, habían ido hasta el hostal. Sin embargo, a partir de pasar de la puerta del cuarto, su cerebro se negaba a mostrarle nada. "Debo estar maldito, joder... mira que no recordar lo que pasó después". El chico había empezado a plantearse seriamente su virginidad después de lo ocurrido.

Ahora estaba trabajando en un pequeño restaurante, haciendo combinados de todo tipo, mientras dejaba pasar las horas. El festival había terminado la noche anterior, y todos estaban resacosos. Algunas personas seguían de fiesta por su propia cuenta, pero la mayoría simplemente se habían retirado a sus casas, saciados de música y drogas.

- ¡Airi, ve a tirar la basura, por favor! Y luego tómate un par de horas libres, que parece que hoy no va a haber mucha gente. -le dijo el jefe de cocina, mientras se peleaba con los fogones.
- Vooooy... -el chico se dirigió a un par de enormes cubos de metal donde tiraban la basura. Jaló de una palanca y una bolsa negra salió de los cubos, con olor a naranjas y pescado pasado. El chico la agarró, arrugando la nariz, y se dirigió a la salida.

Nada más salir a la calle, un sol primaveral lo recibió. El chico se acercó a una zona de contenedores y tiró la bolsa. Su mirada se perdió en la calle, mirando a la gente pasear, y se detuvo en una mujer que caminaba sola, alejándose de la zona de edificios en dirección al bosque. Una mujer que ya conocía.

- ¡Hey, Gera! -le saludó, poniendo las manos a modo de altavoz-. ¿Vas al bosque? Te acompaño... -el chico no tenía mucho más que hacer, así que no perdía nada por ir con ella.

Gera escuchó una voz conocida, una voz que la estaba llamando. Se giró y vio que era Airi, se sobresaltó un instante mientras de su boca salía un... Hola, ¿qué haces aquí? sí, me dirigía hacia el bosque, lo cierto es que quería investigar un rato las diferentes plantas. Me parece bien que me acompañes, así podré disfrutar de tu compañía mientras camino.

Caminaron durante un rato y Gera vio el nombre en el cartel como le había dicho uno de los lugareños. El bosque errante, ese nombre le pareció bastante misterioso a la vez que curioso. Le transmitía un poco de misterio.

Oye Airi, ¿conoces este bosque? tengo la sensación de que algo extraño vive en él. Es conocido por sus extrañas variedades de plantas y animales, pero hay algo extraño que me llama... no sé, hay algo extraño que atrae mi atención.

Miró a Airi y le sonrió, vamos, adentrémonos en él y así podremos investigar, si te parece bien. Lo miró con ojos de recuerdo. Era la primera vez que estaban juntos y ninguno de los dos aparentaba estar ebrio... ¿Podría ser Gera ella misma esta vez?

Aki caminaba por el bosque tranquilamente, cuando notó algo a su espalda. Sonriendo, paró un momento y se agachó para abrir la mochila y dejar que Cetus saliera. No terminaba de acostumbrarse a ese cuerpo, más pequeño que el suyo. En realidad... mordiéndose el labio, miró a uno y otro lado y al no ver a nadie, volvió a su físico habitual. Suspirando más tranquila, volvió a recoger su mochila y acarició el lomo del pequeño dragón que había salido de ella.

-Perdona, no quise que nadie te viera hasta estar aquí dentro. Ya, a mi tampoco me gusta ir de incógnito.

Era una suerte que el reptil pudiera entender el lenguaje humano; por lo menos sabía que alguien le escuchaba. Se quitó la capa, hacía calor, y comenzó a caminar. Había plantas muy curiosas a ambos lados del camino y junto con el calor comenzaba a sentirse algo aletargada. ¿Habría algún río cerca? En ese momento, como si el bosque hubiera oído sus deseos, oyó el rumor de agua a lo lejos.

Encantada, buscó varios minutos hasta dar con un pequeño arroyo y beber tranquilamente formando un hueco con ambas manos. Estaba fresca y fría, justo lo que necesitaba. Luego miró alrededor y terminó sentándose a la sombra de un árbol, algo aburrida. No le apetecía seguir caminando bajo el sol, pero...

Un bostezo interrumpió sus pensamientos. Dejando a Cetus suelto como su guardián, se acurrucó al pie del árbol y abrazada a su mochila, se quedó dormida con una sonrisa en los labios. El dragón la avisaría si alguien se acercaba y no era de fiar, al fin y al cabo. ¿Qué era lo peor que podía pasar?

El chico sonrió, asintiendo ante la propuesta de Gera. Sus preocupaciones acerca de lo ocurrido unas noches antes desaparecieron como el humo de un cigarrillo se esfuma y dispersa en el aire:

- Sí, claro. Puedo acompañarte. Tal vez encontremos algún lugar bonito. -el chico entonces preguntó-. ¿Algo extraño? ¿A qué te refieres? -ella dijo que había plantas y fauna extrañas, así que supuso que se refería a alguna extraña criatura.

Poco a poco, los dos se fueron internando en el bosque, siguiendo el sendero sin desviarse en ningún momento. Pese a no saber nada de botánica, el chico se daba cuenta de que aquellas plantas no eran para nada comunes: la madera no presentaba el típico color marrón, y las hojas tenían tonos vibrantes y coloridos.

Ambos caminaban tranquilamente cuando llegaron a un pequeño cruce de caminos. Airi observó los restos de un cartel que antaño debía marcar las direcciones, pero que ahora estaba carcomido por las polillas. El chico se detuvo frente a la señal, pensativo. Tras un par de segundos, el chico sonrió y agarró la mano de la mujer:

- ¿Te apetece explorar un poco? -preguntó con una sonrisa. Le apetecía perderse en aquel bosque de aspecto mágico y misterioso. Si la chica estaba igual de animada que la última vez, probablemente aceptaría.

El bosque los cubría cada vez más a medida que Airi y Gera caminaban por él. La fauna de este lugar es impresionante, pensó ella. Tendré que tomar algunas muestras para luego poder analizarlas cuando regrese a casa. Gera continuó caminando al lado del muchacho, se sentía cómoda con él, cualquier sensación de incomodidad o nerviosismo que pudiese aflorar, parece que se había desvanecido la noche que estuvieron juntos. No le incomodaba la presencia de él en absoluto, lo cierto es que agradecía que la acompañase, sentía que en aquel lugar había algo extraño que la hacía caminar sin quitar la vista a ninguno de los puntos por los que ellos pasaban.

El sendero mostraba su lado más brillante, el camino era bastante factible para deambular a través de él. Por lo que no le costaba ni un ápice caminar de manera alegre. Se dio cuenta de que había un viejo cartel comido por las polillas. Qué pena, pensó, lo cierto es que nos hubiese orientado. De repente el galán cogió la mano de ella y le preguntó si querría explorar un poco, ella sin dudar asintió.

Gera estaba ensimismada con el paraje, las plantas, los árboles, los animales que allí vivían... todo tenía un color y una forma de lo más extraña. Los rumores eran totalmente ciertos, los seres que allí moraban eran de lo más extravagante... Su entusiasmo crecía por momentos.

¡Airi, mira! ¡Esta planta tiene el poder de bajar la calentura de una persona! Nos hubiese hecho buena falta el otro día, dijo en tono divertido. ¿no crees? A ella le divertía bromear sobre lo acontecido, sentía que haciéndolo le quitaba incomodidad al asunto.

Caminaban e iban hablando un poco sobre las plantas y sobre temas que carecían de importancia real, cuando de repente, Gera se paró al instante. ¿Qué es aquello que está allí? parece una mujer... dijo con un tono asustado. Comenzó a caminar despacio, sin hacer ruido, parecía que aquel ser estaba dormido, no quiso hacer ni un solo murmullo por si era una criatura del bosque... Parecía divertirle la situación. Pero ante ese momento de sigilo su torpeza resurgió y se cayó de bruces contra el suelo, con tan mala suerte que su galán la vio morder el polvo mientras hacía un estruendo aterrador, esperaba no haber despertado al ser que allí dormía.

Aki soñaba. Volvía a estar en Villa Orange, al lado de su amor. Como el día en que se conocieron, ella era tímida y vestía de blanco. Él, imponente, la había abrazado y con sus palabras le había dado fuerzas para lo que tenía que hacer. Se besaron y se acurrucaron en las rocas del acantilado. Aki cerró los ojos notando su calidez y en ese mismo instante despertó.

Frotándose los ojos, todavía atontada, se incorporó un poco apoyándose en el árbol que tenía a su espalda.

-¿Qué ocurre, Cetus?

Era el cálido cuerpo del dragoncito lo que había provocado el agradable sueño, seguramente. Se estiró sonriendo, antes de abrir los ojos y apartarse un mechón pelirrojo de la cara. La escena que vio la dejó pasmada un par de segundos. A sus pies había una joven de vestido largo y pelo violeta, que evidentemente se había caído. Tras ella, medio escondido aún, había otro joven que la miraba preocupado. Su primera reacción fue pensar que no estaba disfrazada y llevarse la mano al cuello, pero no había problema. El tatuaje estaba cubierto de maquillaje. No parecían haberla reconocido... menos mal. O a lo mejor estaba demasiado dormida para darse cuenta. Lo segundo que pensó fue que la habían descubierto durmiendo en el bosque.

Tratando de hacer como que eso no había pasado, se inclinó hacia delante y ayudó a la joven a levantarse.

-¿Estás bien? Ten cuidado, con un vestido como ese tienes que vigilar por las raíces.-Le dije con una sonrisa.

Esmejit sonrió ante el comentario de Gera. Una planta que podía bajar la libido habría sido útil, sin duda. Aunque no habrían vivido aquella experiencia. Experiencia que, por otra parte, él no lograba recordar.

- Creo que lo pasamos bien igualmente, ¿no? -sonrió, travieso-. Aunque la verdad, tengo un poco borrosa la memoria sobre esa noche, creo que bebí demasiado. -confesó, sonrojado.

Gera entonces observó a una mujer tumbada en un pequeño claro, apoyada en uno de los árboles que rodeaban el lugar. Un arroyo de agua clara recorría el paradisíaco sitio. El chico fijó sus ojos en la mujer que dormitaba. Una criatura de aspecto reptiliano descansaba junto a ella. Estaba tan absorto con aquella visión que no se dio cuenta de que Gera estaba acercándose a ella. Para cuando la oyó tropezar, estaba demasiado lejos como para ayudarla.

- Mierda. -murmuró, mientras se abría paso entre los arbustos-. ¡Gera! ¿Estás bien? -se acercó a grandes trancos, apartando los matojos hasta alcanzarla.

Se agachó a su lado, comprobando que no estuviera herida. Trató de recordar qué le había dicho de las plantas medicinales: había señalado una de ellas durante el paseo, diciendo que era buena para los arañazos. El chico se planteó el ir a coger un poco, pero entonces vio a la mujer pelirroja, que se había incorporado.

- Perdón por haberte despertado. -se disculpó-. Gera, voy a por un poco de esas flores que van bien para los arañazos. Vengo ahora. -tras eso, le dio un suave beso en la frente, incorporándose de nuevo y corriendo hacia la zona de maleza. Creía haber visto un par de aquellas flores por allí.

Un par de minutos después, el chico regresó, con una serie de pequeñas flores recogidas en un ramillete. Esperaba que aquello sirviese para aliviar el dolor de las posibles heridas que tuviera Gera.

Gera conmocionada miró a su alrededor y se dio cuenta de que a su lado estaba Airi bastante alarmado con su caída. Quiso comprobar que estaba bien, mientras le decía que iría a recoger una de las flores de las que le había hablado ella antes, se fijó en que la mujer que estaba allí se había despertado con el ruido que había hecho al caerse. Mientras se disculpaba, el muchacho le dio un beso en la frente y se dirigió al bosque en busca de las flores.

La muchacha la ayudó a incorporarse y Gera estaba un poco acongojada por el furor del momento.
-Disculpe señorita, me he tropezado y me he caído, lamento haberla despertado. No acostumbro caerme tropezándome con las raíces subyacentes del suelo, lo cierto es que es la primera vez que me ocurre... le explicó sonrojada y a la vez avergonzada.

En muy poco tiempo Airi regresó con las flores, lo cierto es que Gera se había dado cuenta de que todo lo que le decía al muchacho no era palabrería, en realidad él le hacía caso, dado que había traído las flores adecuadas para sus heridas. Gracias Airi, me alegro de que estés aquí. ¿podrías sujetar un momento estas flores mientras yo preparo el plasma? ella lo miró tímidamente, se levantó el vestido un poco y dejó entrever su pierna derecha, la cual, estaba bastante herida. Con la misma, preparó el plasma y se lo colocó encima de las heridas. Esto la alivió, comprobó que no tuviese más heridas y con un cálido beso en la mejilla, agradeció el gesto del galán.

Cuando terminó de curarse, miró a la mujer que estaba allí a su lado y con un tono amable le tendió la mano y le dijo: Me llamo Gera, éste es mi amigo Airi. ¿Parece cansada, ha pasado las noches en el festival? le preguntó finalmente con una sonrisa amable.

Aun medio dormida, la pelirroja vio como el chico corría a ayudar a la joven, y diciendo algo de unas plantas le daba un beso en la frente y salía corriendo . ¿Eran pareja? Esperaba no haber interrumpido una cita. Cetus le trepó por la espalda y se acomodó en su hombro mientras la chica se sentaba.

Aki se acercó a ella, sin saber bien como ayudarle. Sonrió y negó con la cabeza ante su disculpa.

-Por favor, no te disculpes... a cualquiera nos pasa. Y no me trates de usted, no creo que te lleve muchos años.

O quizás sí, pero dado que aparentaba poco más de 20 era complicado decirlo. En ese momento, el joven volvió con un ramillete. Al parecer se llamaba Airi. La joven se apartó el vestido, dejando ver una fea herida. Una mala caída, seguramente se había arañado con la raíz al resbalar. Hizo una cataplasma con las flores y se la aplicó sin vacilar; sin duda sabía lo que hacía. Pero se le caería si se levantaba. Aki rebuscó en su mochila y se acercó a ella pidiéndole con un gesto que esperase. Le vendó la pierna para que el emplasto no se cayera y la ayudó a levantarse.

-Qué va, llegué hará un rato en barco. Quería pasear antes de ir hasta la ciudad, y me quedé dormida bajo el árbol. Mi nombre es...-Dudó por un momento. Seguía en los carteles de búsqueda, al fin y al cabo.-Mi nombre es Rias. Encantada.

Airi le tendió las plantas a Gera para que realizase aquella pastosa medicina que, un instante después, se aplicó en la pierna. Airi apartó la mirada, ligeramente azorado, y observó al extraño animal que acompañaba a aquella pelirroja. Pelirroja que, por otro lado, quería sonarle de algo. Se preguntó si sería alguien famoso o si, por el contrario, simplemente se parecía a alguna persona que él conociese. Según dijo, acababa de llegar a la isla. El mago aprovechó para entablar conversación.

- Qué lástima. El festival ha sido espectacular. -dijo, poniendo cara de circunstancias-. Pero ha terminado hace un par de noches.

En ese momento, un suave viento empezó a soplar, agitando las ramas del árbol, así como las briznas de hierba del claro. El sonido resultante fue un murmullo armonioso y relajante como melodía de fondo. El chico se estiró con ganas, haciendo crujir los huesos uno a uno. Tras eso, se sentó en el suelo, observando el arroyo, abstraído en sus pensamientos. Pensamientos que acabaron recordándole a Majinni. Debía volver a buscar al Señor Azul, pronto.

El chico observó el cielo. Un grupo de extraños pájaros volaban en bandada sobre sus cabezas, formando una especie de cuña y recortándose contra el azul del cielo. El chico suspiró: algún día debía utilizar su magia para aprender a volar. Seguro que en el Arcano Completo había gran variedad de conjuros diseñados para volar. Debería investigar más a fondo sobre aquel tema. Claro que sacar de la nada el libro ahora sería un poco llamativo de más. El chico se quedó mirando la bandada, que volaba dando vueltas alrededor del claro. Eran una serie de pájaros rojos, de alas plumosas y picos negros y afilados. Unos pájaros que Airi no había visto nunca antes.

- Son preciosos... -murmuró, más para sí mismo que para sus acompañantes.

Gracias por tu ayuda, le dijo Gera a la extraña chica después de que le tendiese la mano y la ayudase poniéndole un vendaje en la pierna para que así, el plasma no se le cayese al levantarse.

Así que has llegado en barco, vaya, habrá sido un recorrido largo. ¿Qué te trae por la isla? le preguntaba Gera mientras la muchacha le vendaba la pierna. Airi le contaba a la muchacha pelirroja que el festival había acabado dos noches atrás, lo cierto es que parecía haber durado mucho más tiempo. Encantada de conocerte Rias, espero que tu estancia en la isla sea placentera, le dijo con un tono dulce en la voz. Lo cierto es que en ese momento Gera se quedó mirando a Airi, estaba observando un punto en concreto mientras el viento resoplaba en el bosque moldeando su cabello. En ese momento se dio cuenta de que había algo que le preocupaba, pero lo dejó estar. Ella no era nadie para perturbar los pensamientos del muchacho.

Gera intentó hacer un gesto para levantarse, lo cierto es que le dolía la pierna más de lo que pensaba. La caída había sido nefasta para ella, pero estaba acostumbrada a estar sola y eso no la iba a frenar a la hora de realizar lo que quisiese. ¿Qué criatura te acompaña Rias? la verdad es que a la muchacha le extrañó el acompañante de la mujer pelirroja que aparentaba unos 20 años, sentía curiosidad y cuando ella la sentía no podía permanecer callada esperando a que le contasen, daba el primer paso y lanzaba ella la pregunta. Esperaba no ofenderla, no pretendía entrometerse, lo único que la movía era su propia intriga de los animales que moraban en los diferentes lugares del mundo. Al fin y al cabo, Gera era una mujer de poco mundo.

Aki notó como el chico la miraba antes de sentarse en la orilla del río. ¿La habría...? Pero no, no había dicho nada. De todas maneras, cogió un mechón de su melena y comenzó a trenzarlo. Con un peinado diferente al de los carteles tendría menos que temer.

-He venido a buscar a un conocido; hace tiempo que no responde y debo averiguar qué le ha pasado. Si... si que ha sido un viaje largo. Pero espero que valga la pena. -Añadió con el ceño fruncido por un momento. Seguía molestándola haber tenido que venir tan lejos.

En ese momento oyó al joven y al girarse vio los curiosos pájaros. Para su sorpresa, Cetus comenzó a revolotear con ellos y juguetear. No parecían asustados... ¿Los habría también en su isla? Sin duda eran criaturas curiosas.

La voz de Gera la sacó de sus pensamientos. Volviéndose, le respondió con una sonrisa: -¡Es un dragón! Su nombre es Cetus, con ''C'' aunque suene Ketus. Puede entender todo lo que decimos, aunque no responda. Le encontré hace años, en una isla lejana. Me pregunto si habrá de estos pájaros allá también, no parecen llevarse mal.

Terminó de trenzar su pelo y recogió las diferentes trenzas hacia atrás. Con la capa encima daría la impresión de que llevaba el pelo muy corto. La cogió del pie del árbol y se la puso por encima, capucha incluida. Agarró también la mochila y se dirigió hacia la pareja.

-Lamento haber interrumpido vuestra cita, espero que tu pierna esté bien. Creo que iré hacia la ciudad, a ver si tomo algo y busco donde quedarme.

¿Un dragón? ¡Vaya! Aquel animalillo era una de aquellas mágicas criaturas que aparecían en los libros de aventuras. El chico creyó recordar que en el Arcano Completo también se hablaba de los dragones, y de algunas de sus propiedades mágicas. Intentó recordar qué conjuros relacionados con los dragones había encontrado en aquel libro, perdiéndose en sus pensamientos. Tan solo volvió en sí mismo al escuchar la palabra "cita". ¿Aquello era una cita? Él tan solo había querido acompañar a Gera al bosque en su misión de estudio de las plantas locales. El chico sintió cómo las mejillas se le encendían.

- No, no... -murmuró-. Tranquila -el chico se giró hacia la pelirroja. Seguía pensando que la había visto en algún sitio-. Si buscas algún sitio donde dormir, conozco un hostal bastante bueno. Yo mismo he pasado la noche allí estos días, y la verdad es que está bastante bien. -le dijo entonces.

Tras eso, se acercó a Gera, con la idea de ayudarla a caminar. Si lo necesitaba, él podía dejarle el hombro para que se apoyase. Aunque tal vez debido a aquella herida no tuviese muchas ganas de aventura. El pelirrojo le preguntó:

- ¿Estás bien? ¿Quieres seguir o te duele mucho? -a juzgar por cómo se había intentado levantar antes, la segunda era la opción más plausible. Cada vez veía más clara la necesidad de un conjuro que le permitiese volar. Así no habría problema, podrían regresar por el aire a la ciudad para tratar bien la herida. Al menos la chica no parecía haberse roto nada, o no estaría tan tranquila hablando con Rias. Eso era un alivio. Mientras esperaba la respuesta, un sonido llegó a sus oídos: por encima del agua corriendo y de la brisa agitando las hojas, un gruñido, similar al de un felino de gran tamaño, sonó desde la espesura. El chico se puso tenso: ¿qué había allí?-. No estamos solos. -dijo, mientras en su mano aparecía una pistola por arte de magia.

Bajo los árboles que rodeaban el claro, los arbustos se movieron. Allí había algo. De pronto, un extraño y estilizado animal salió de aquel lugar. Un animal como Esmejit no había visto nunca: parecía una especie de zorro de pelaje lila, con grandes ojos sin pupila y una cola bifurcada. Sus orejas eran largas como las de una liebre. Era bastante siniestro, pero al mismo tiempo tenía algo hermoso. Esmejit lo apuntó con su arma. No quería hacerle daño, por lo que no dispararía de no ser necesario.

El animal:

un dragón... Realmente existían, pensó para sí mientras mostraba cara de asombro. No había pensado nunca en ellos como un ser real, lo cierto es que le apasionaban las historias que se contaban sobre dragones... pero creyó siempre que era un mito.  

Así que se llama Cetus, es apasionante, dijo con un tono entusiasta mientras observaba como la muchacha se trenzaba el pelo. En un momento se quedó ensimismada con el dragón y no pudo prestar atención a todo lo que ella estaba diciendo... salvo por un motivo al que respondió al instante y sin pensarlo. ¿Una cita? Tranquila, no tenemos ninguna cita, lo cierto es que tan solo estábamos... y se calló un instante, no sabía qué más decir... con lo que terminó la frase... buscando plantas. Su voz sonó entrecortada entre palabra y palabra mientras intentaba poner cara de convicción ante aquella situación. Con lo que decidió cambiar de tema pero Airi se le había adelantado y con la misma aquel incómodo momento se desvaneció como si nada.

El muchacho se veía preocupado por Gera a lo que ella no quería hacer ver que en realidad su herida le dolía más de la cuenta. Ayudándose del cayado intentaba disimularlo cuanto podía. Sí, estoy bien, gracias le contestó al muchacho. Creo que podremos seguir le dijo mientras echaba una sonrisa que pretendía hacerle creer que estaba bien. Lo cierto es que a la muchacha no le entusiasmaba la idea de la damisela en apuros y del galán que la sacaba de aquella situación, esto le parecía de lo más tradicional y ella no era nada convencional, esto la inquietaba y la hacía sentirse de lo más incómoda.

Mientras intentaba ser convincente oyó un ruido que la distrajo de su intención, en ese momento, se dio cuenta de que allí había un animal de lo más extraño. ¿Qué era? se preguntó. Nunca había visto una criatura como aquella, lo que le hacía suponer que no era una buena idea intentar descubrir el carácter del animal. En ese momento observó a Airi, parecía tenso y se dio cuenta de que en su mano aparecía una pequeña arma. Ante la situación, la muchacha le pidió al chico que no se precipitase, al fin y al cabo, el animal vivía allí y ellos eran los intrusos. Observó a la chica que acababa de conocer y lo cierto es que no le parecía muy preocupada, a simple vista... pero qué sabría ella, si apenas la conocía. Gera se quedó observando al animal intentando descifrar qué intenciones traía, en ese momento el animal comenzó a caminar hacia ellos, aunque no parecía traer consigo una actitud agresiva. Gera lo miraba expectante y a la vez alarmada.

Escuché las palabras de Airi y me quedé pensando. Tal vez no fuera mala idea hacerle caso, eso le ahorraría ir buscando un sitio para dormir. Al parecer me había equivocado y no estaban en ninguna cita, así que fui a pedirle que me acompañara cuando me fijé en Gera.

Por lo visto la caída le había afectado más de lo debido, y aunque Airi no se diera cuenta a mi no me pasó desapercibido. Estaba intentando aguantarse, y seguramente no quisiera parecer débil. A lo mejor se había torcido un tobillo o algo al resbalar, pero esperaba que no fuera eso. Mientras pensaba en una manera de convencerla para que se sentara sin que llamara mucho la atención, algo apareció.

Era un animal hermoso y extraño, entre gris y violáceo. Guardaba algún que otro parecido con un gato, pero era obvio que estaba lejos de serlo. Por el rabillo del ojo vi una pistola en la mano de Airi. ¿Desde hace cuando que la llevaba? Eso no estaba bien. El animal caminó hacia nosotros, y no parecía hostil.

-Baja el arma, por favor.-Le pedí a la vez que me agachaba y le tendía la mano al curioso ser. Se paró unos segundos antes de acercarse y olisquearme la mano con reticencia. -¿Te has perdido, bonito?-Le dije en voz baja con una sonrisa. Me acerqué un poco más y le acaricié el lomo. Se quedó inmóvil, pero al final cerró sus ojos y se dejó hacer agitando suavemente su cola bifurcada.

Probé a rascarle las orejas y mientras me giré y miré a los dos chicos.

-Gera, ¿Te apetece acariciarle? Es pacífico. O pacífica, vaya. ¿Por qué no te sientas y lo intentas?-Esperaba que captara la indirecta. Hasta que pasara el dolor lo mejor es que no apoyase la pierna herida. El animalito le había dado una buena excusa para ello. -Airi, tú también... si quieres. Oye, ¿Crees que después me podrías acompañar a ese hostal? Ahorraría mucho tiempo...

El chico suspiró tranquilo al ver que el animal no tenía intenciones hostiles. Con un gesto rápido hizo desaparecer la pistola. Parecía que las dos chicas estaban en contra de disparar al animal, y Airi lo comprendía perfectamente. Tan solo había sacado el arma por prevención. Cuando el animal se dejó acariciar, el pelirrojo sonrió y se sentó en el suelo, observando con curiosidad al animal, que parecía ser el causante del gruñido. Claro que, ahora que lo escuchaba mejor, más que un gruñido parecía una especie de ronroneo. El mago extendió la mano, rozando con la palma el sedoso pelaje del extraño híbrido.

- Claro, puedo acompañarte -se ofreció-. Es más, si quieres, puedo dejarte dormir en mi habitación -el chico se dio cuenta de lo que acababa de decir, y de la posible mala interpretación de sus palabras. Alzó las manos y trató de disculparse-. Qui-quiero decir... posiblemente esta haya sido la última noche que pase en la isla, así que puedes pedir mi cuarto si quieres. Es bastante grande y tiene vistas a la ciudad.

Tras eso, el chico suspiró con alivio y cerró los ojos. El animal ronroneante se acercó a él, lamiéndole las puntas de los dedos. El chico se dejó hacer, y tras unos instantes, el extraño zorro se tendió en el suelo, descubriendo su tripa. ¿Quería que lo rascaran? Esmejit soltó una risita ante la cómica escena que les estaba dando aquel animal.

- Vaya... -dijo mientras le rascaba un poco. El sonido que emitía aquella criatura se intensificó. El mago estuvo así unos segundos, para después levantarse de nuevo. El sol estaba en lo más alto del cielo en ese momento, y el chico empezaba a tener hambre.

La muchacha pelirroja comenzó a acariciar el animal mientras trataba de hacer que Gera se sentase en el suelo para así poder descansar la pierna. Parecía haberse percatado de que a ella no la había logrado engañar con su falsa apariencia de perfecto estado.

Está bien, tienes razón mejor me siento y acaricio al animal tranquilamente, al fin y al cabo es de lo más cariñoso. Respondió con una sonrisa de agradecimiento por el gesto que la muchacha le había otorgado. El animal iba paseando por cada uno de los tres muchachos que allí, en el suelo, se perdían en sus propios pensamientos. Gera había escuchado toda la conversación acerca de la habitación y de la próxima partida de la isla del muchacho, lo cual le entristeció en cierto modo. Había algo en él que le gustaba pero tan sólo había sido una noche... Lo cierto es que mientras acariciaba al animal no podía parar de pensar en lo ocurrido, era la primera vez que había estado con un hombre y para ella eso era bastante importante. Por otra parte, ella no quería ese tipo de vida, estar con un chico que lo más probable es que la hiciese perder el tiempo en lugar de dedicarse a su verdadera vocación... mientras más lo pensaba, más intentaba autoconvencerse de que era lo que realmente quería. Hasta ese momento nunca se lo había planteado. Sus pensamientos iban a más hasta que al final se quedó completamente en blanco y embobada para poder seguir escuchando a su cabeza hablar...

Creo que es hora de que me vaya, dijo Gera en un impulso repentino. Se sintió bastante abatida por toda la situación. Es tarde y me he dado cuenta de que aquí por el momento, no voy a poder seguir con mi cometido. En un impulso de levantarse su pierna flaqueó dejándola en evidencia delante de los dos muchachos que la acompañaban. Me duele más de lo que creía dijo con una voz apática mientras observaba la hinchazón de su pierna derecha acrecentando por momentos. Al final debería dejar que la ayudasen aunque no le gustase esa situación en absoluto.

Aki sonrió al oír las palabras de Airi, y respondió enseguida mientras le rascaba las orejas al hermoso animal.

-Eres muy amable, aunque si quieres pasar otra noche aquí no me molesta para nada compartir cuarto.

En ese momento oí a Gera hablando de marcharse y me di la vuelta sintiéndome un pelín culpable. A lo mejor me había pasado, estaba claro que había ''algo'' entre ellos. Pero entonces ella trastabilló y olvidándome de eso, la sujeté para que no volviera a caer. Su pierna se estaba hinchando por momentos y era obvio que había que hacer algo en lugar de quedarnos en mitad del bosque. Me mordí el labio, sopesando pensativa mis opciones, pero en seguida adopté una expresión segura.

-Hay que llevarte a un sitio para que puedas sentarte bien y ponerte hielo en la pierna. Sé que soy una desconocida, pero necesito que confiéis en mi por unos minutos.

Utilizar a Airi quizás sería incómodo a posteriori, así que toqué con cuidado el hombro de Gera y la miré a los ojos. Poco a poco, me fui transformando en la imagen de la persona que ella más deseaba. Sin ni siquiera mirarme a ver en qué o en quién me había convertido, me giré y llamé a Cetus, que estaba jugueteando con el extraño animal de antes. Le hice un gesto y el reptil asintió y comenzó a crecer. Al final, una o dos personas cabrían perfectamente en su lomo, así que volví a dirigirme hacia ellos mientras sacaba mis alas y mi cola.

-De acuerdo. Ahora os vais a montar en Cetus, y tú, Airi, me vas a ir guiando hasta ese hostal del que hablaste. Y no te hagas el sorprendido-añadí con una sonrisa inocente.-al menos yo no saco armas de la nada.

Airi suspiró. Se planteó el colocar la mano en la zona herida de Gera para aplicarle magia fría en ella y así aliviar el dolor, pero Rías se le adelantó. El chico observó una extraña metamorfosis en la mujer, que pronto empezó a mutar hasta que su cara y su cuerpo se convirtieron en los suyos propios. Aquello era extraño, como mirarse a un espejo. El chico no lo resistió más y activó su vista arcana. Sus ojos se volvieron azules como el mar, y un aura de color blanco apareció alrededor de la pelirroja. Una usuaria de fruta.

- Así que tú también has consumido una Akuma... -le dijo, mientras se montaba en la grupa del dragón. El chico se preguntaba por qué la mujer de pelo escarlata se había transformado en una copia exacta de él. Sonriendo, dijo-. Sé que soy guapo y mucha gente querría ser como yo, pero ¿es necesario que me imites? -tras eso, soltó una breve carcajada, dando a entender que era una broma. Sin embargo, aquella chica había llamado su atención.

Los tres empezaron a volar por encima de los árboles. Por suerte tampoco se habían internado demasiado en el bosque, por lo que llegaron al límite de la ciudad pronto. El chico iba guiando, señalando el lugar con la mano, mientras observaba sobre sus cabezas la enorme cúpula de cristal. En cierto momento no pudo evitar pensar que Rias había dicho que no le importaba compartir habitación con él, y no pudo evitar sonrojarse un poco. Sin embargo, enseguida agitó la cabeza y se centró de nuevo en guiar al grupo.

De vez en cuando echaba una mirada a Gera, para comprobar que tal llevaba el dolor, pero la chica parecía aguantar sin muchos problemas. Airi sonrió "Menos mal". Estaba bastante aliviado de que se encontrase bien. observó su pelo, que recordaba tan suave y sedoso entre la niebla borrosa de su memoria de unas noches antes. El alcohol había enturbiado el pozo de los recuerdos, pero no por ello había eliminado lo que había sentido cuando se habían besado en el parque, con la música de fondo y los fuegos artificiales sobre ellos. Se volvió a sonrojar mientras recordaba todo esto. De pronto, observó el edificio algo más adelante, bajo ellos: un bloque de cuatro plantas, estrecho y cuyo tejado sobresalía entre las demás construcciones de la calle:

- Es ahí, Rías. -dijo, señalando el lugar.

Gera sintió como Rias la tocaba y le pedía que la mirase a los ojos, ésta lo hizo sin más dilación. Cuando se dio cuenta, ella se estaba transformando en Airi... Pero, pero pero por qué en Airi? se preguntó completamente contrariada, en el fondo sabía el porqué pero no quería admitirlo. ¿Cómo había podido hacer eso? no comprendía cómo había conseguido transmutarse en otra persona, no lo concebía, era algo inhóspito.

Hizo caso a la muchacha y se subió al lomos del dragón, el cual había aumentado su forma. Gera no podía parar de sentirse como una idiota, estaba siendo transportada por un dragón que a su vez le pertenecía a una muchacha que se había transformando en Airi, el chico con el que había pasado una noche, que a su misma vez estaba de cuerpo presente con ella. Era todo bastante extraño, por ello, se sintió totalmente estúpida. No podía parar de pensar en la situación tan surrealista que estaba viviendo, la verdad. Para ella esto era todo de lo más inquietante y se sentía de lo más incómoda. Se dio cuenta del interés que el muchacho presentaba por la pelirroja, el cambio, el dragón... eso le decía a ella que finalmente, ella había sido el entretenimiento de la noche. En cierto modo se alivió, aunque no era lo que ella tenía en mente.

Escuchó a Airi hablar de que allí estaba su hostal y ella replicó:
El mío está dos calles más abajo a la derecha, si no os importa me dejáis allí y ya os podréis marchar. Os agradezco vuestra ayuda dijo con una voz apagada.

Ni siquiera me había mirado a mi misma, concentrada como estaba en que ambos subieran a Cetus sin percances. Pero las palabras de Airi me llamaron la atención y me hicieron mirarme de arriba abajo. Incrédula, miré a Gera y nuevamente hacia mi, antes de echarme a reír.

-Oh dios, eso no me lo esperaba... vale, vale, partamos.

¿Así que la persona que más deseaba esta chica era Airi? Vaya... eso explicaba muchas cosas. A lo mejor debería hacer de casamentera, una vez que tratáramos la pierna de Gera. O quizás no fuera necesario. Sonreí mientras echaba a volar según Airi me indicaba. A medio camino, me di la vuelta y sin dejar de avanzar hacia atrás, me llevé la mano al pecho.

-No es que estés mal, pero sigo echando dos cosas de menos, no se si me entiendes... en cualquier caso, ahora soy tu hermano gemelo.-Dije con una sonrisa.

Al fin llegamos, y justo cuando iba a pedirle a Cetus que descendiera, oí la voz de Gera a mis espaldas. ¿Por qué esa voz apagada? Estábamos tratando de ayudarle, no entendía nada... pero desde luego no le iba a dejar largarse así como así después de todo lo que había hecho. Me acerqué a ella y sin mediar palabra, la cogí en brazos como un príncipe de cuento. Sonriendo, le dije:

-Me temo que eso no va a ser posible. Al fin y al cabo, no tendría la conciencia tranquila si te dejo ir con la pierna así. Cetus, desciende y luego puedes ir a investigar por ahí. No te metas en líos, por favor.

Una vez en el suelo, guardé mis alas y mi cola y entré al hostal la primera.... o el primero, bueno. Con una sonrisa, le dije a la chica de recepción:

-Mi amiga se ha tropezado y tiene una herida fea en la pierna. ¿Podrían mandar hielo a mi habitación, por favor? Mi hermano gemelo vendrá con nosotros, gracias.

Y entonces... esperé, dándome cuenta de que no sabía por donde ir. Miré a Airi con una sonrisa, aguardando a que tomara la iniciativa.

Airi soltó una risa divertida cuando la pelirroja hizo el comentario acerca de sus pechos, y de la ausencia de estos. Cuando Gera dijo que la dejasen en su hostal, el chico la miró, algo consternado. No, no iban a dejarla sola en el hostal. Iba a abrir la boca para quejarse, pero Aki se le adelantó. El mago asintió ante sus palabras con firmeza.

- No vamos a dejar sin tratar esa herida. -añadió. No podría dejar que la chica se fuese con la pierna mal, se sentía responsable de aquello.

Empezaron a descender, aterrizando frente a la entrada del hostal, y Rías, aún transformada en un reflejo exacto de Esmejit, se acercó al interior mientras Airi echaba una mano a Gera para ayudarla a descender, si es que ella aceptaba. Tras eso, entró en el edificio, donde la chica... chico... lo que fuera que fuese Rías pedía acceso a la habitación para curar a la botánica.

- Vamos a ver... -Esmejit fue subiendo los escalones con lentitud hasta alcanzar la entrada a su cuarto, marcado con el número 21. Al otro lado de la sencilla puerta de madera había un cuarto más o menos espacioso, con una cama bastante ancha, ya limpia y arreglada por el personal del hostal, y un armario. En una esquina, un arcón para guardar las cosas, abierto, y completamente vacío.

El chico le indicó a Gera que se tumbase en la cama, y entonces miró a Rías con una sonrisa divertida. Había pedido hielo, pero él tenía sus propios métodos.

- Gera, esto estará frío... ¿puedo? -preguntó a la chica, mientras le descubría lentamente la pierna hasta ver la herida que se había hecho. Aplicar frío debería bajar la hinchazón y la inflamación, por lo que el chico apoyó con sumo cuidado las palmas de las manos en la zona afectada, y empezó a transmitir frío por ellas. Su tacto era como el de un cubito de hielo, literalmente. A continuación miró a Rías-. ¿Que decías de pedir hielo?

Una vez que Gera insinuó que la dejasen en el hostal en el que ella se hospedaba, vio como Rias le recriminaba, parecía sentirse responsable de la muchacha mientras veía a Airi consternado y preocupado por la ella.

Está bien, os agradezco mucho vuestra ayuda, sé que soy un poco independiente y la idea de que los demás carguen conmigo no me gusta, lo cierto es que es la primera vez que me sucede, dijo con una voz un tanto triste.

¿Qué le pasaba? lo cierto es que se sentía una carga y era justo como no quería sentirse... pero debía dejar a un lado sus pensamientos y aceptar la ayuda de los dos muchachos, al fin y al cabo parecían estar preocupados por ella. Cuando regresaron al hostal de Airi, éste las condujo hacia su habitación, la 21... le trajo varios recuerdos al verla... lo cierto es que existían grandes momentos de esa habitación acogedora, recuerdos que no quería revivir debido a que si lo hacía, se ruborizaría y no era el momento. Mientras ella estaba absorta en sus pensamientos más profundos recordando la pasada noche con Esmerjit, escuchó como el muchacho bromeaba acerca del hielo, él era mago y podía aplicar frío sobre la herida sin ningún tipo de esfuerzo, o eso parecía. Rias asemejaba estar sorprendida, su gesto resultaba incierto, pero Gera estaba bastante perdida en sus pensamientos y en su dolor como para poder atender a las conversaciones que mantenían los dos.

Mientras Airi le aplicaba su propio remedio para la hinchazón, la muchacha se quedó mirándole fijamente a los ojos, no sabía si el se estaría dando cuenta de cómo le miraba, estuvo así un buen rato hasta que de repente ella dijo: Gracias por todo lo que haces por mi.

Miró a Rias y le pareció que la observaba, asemejaba ser una muchacha muy atenta a los detalles y le dio la sensación de que se estaba divirtiendo con la situación aunque qué sabría ella, si estaba prácticamente dormida con un gesto de lo más cansado, ¿que pensará? se preguntaba la muchacha con un aire de inquietud. Lo cierto es que no sabía ni lo que pensaba ni lo que sentía en esos momentos, estaba abatida, cansada y dolorida... parecía que sólo era capaz de cerrar los ojos y dormir...