Una bodega con algo más que ratas [Pasado]

No estoy seguro cuantos días han pasado en alta mar, pero después de bastante tiempo puedo sentir como el movimiento del barco es cada vez menor. Hemos  llegado a puerto, al menos eso es lo que puedo deducir pues el ruido que dominaba la cubierta del barco durante todos aquellos días, ahora no era más que un tenue silencio que acompañaba al movimiento sosegado del navío.

-Creo que sería un buen momento para pisar tierra firme una vez más, pero si saliera ahora y me encontrara con algún pirata del propio barco podría ser mi fin.

Sé que puedo hablar de manera tranquila, nadie va a escucharme mientras yo no quiera que lo hagan. El trozo de pan…mejor dicho el único trozo de pan no mohoso que había en el barco, es ahora lo que me puedo llevar a la boca sin salir demasiado de la bodega del barco. Hay poca luz por aquí, sería mejor que saliera a comprobar si no hay moros en la costa. Antes de nada anulo mi Silent, necesito escucharlos a ellos antes de avanzar un poco. Lentamente y con todo el cuidado que puedo, llego hasta la escalera que baja a la bodega, subiendo esta para poder pegar mi oreja a la puerta de madera que me separa del exterior. No oigo nada. Empujo en ese momento la superficie de madera con mis manos, abriendo esta y notando como los rayos del sol ciegan un poco mis ojos, los cuales tengo que cerrar de manera leve.

Puedo observar ahora la cubierta del navío, que apenas observé aquella noche que me colé en este. No es un barco muy grande, acorde con el mediocre pirata que lo lleva…aun así me ha servido para viajar un poco más. Mis pies me llevan ahora hasta la borda, quiero tener una mínima idea de la isla en la que me encuentro. Como era de esperar no estoy en el puerto, cosa que me ayudaría bastante a identificar el lugar. Sin pensármelo demasiado bajo el último bote que quedaba por soltar y uso luego este para llegar a tierra firme, donde espero a partir de ahí dirigirme a la población más cercana, la cual puedo ver en la lejanía y en la que supongo que se encuentran mis actuales anfitriones.

No era la primera vez que iba a esa isla y seguramente no sería la última. Hacía ya bastante tiempo que me había dado cuenta de una cosa, el vino que se producía en aquella isla era uno de los mejores que había en el mundo. Cualquier persona se habría conformado con beber allí una noche y luego llevarse un par de barriles para casa, pero yo no era como cualquier persona. Yo en su lugar había decidido aprovechar esa situación. En mi primer viaje compré barios barriles para poder comerciar con ellos a lo largo del North Blue, y resulta que se vendían a la velocidad de la luz. Desde entonces, bajo la identidad de Nairb, me hacía pasar por un enviado del mercader Raghersir y me dedicaba a comerciar con los productores de la zona.

Además también me gustaba disfrutar de la compañía de uno de los pocos amigos que tenía en el mundo, el posadero de la mejor taberna de la ciudad. Hacía ya tiempo, la primera vez que llegué a aquella isla, ese señor había mostrado ser una persona amable de confianza, y me lo seguía mostrando cada vez que visitaba la isla. Me trataba casi como a un hijo. En general todo el mundo de la isla era bastante amable conmigo desde que les libre de aquel malhechor que transitaba sus bosques, pero este hombre lo hacía de corazón.

Así disfrutando de una copa con mi viejo amigo me encontraba yo hasta que uno de los pescadores del puerto entró alterado. Al parecer había una tripulación de hombres sospechosos había llegado al pueblo y estaban empezando a asustar a la gente. No le di mucha importancia en un principio, en una isla con tanto comercio como esta es normal que aparezca gente un poco más dura de vez en cuando. Pensé que el marine estaba exagerando, pero por si acaso decidí salir a echar un vistazo.

Apunto estoy de irme del lugar en dirección a la ciudad, pero me llevo la mano al hombro y…mi bolsa de viaje. Otra vez de vuelta al barco, tardo unos 5 minutos más o menos en recuperar mis cosas y luego volver a tierra firme. Vamos de una vez maldita sea. Mis pasos me conducen ahora hasta dónde puedo ver la población, por el camino observo la geografía del lugar, la cual tengo que recordar perfectamente para cuando escriba el capitulo.

No tardo demasiado en llegar al puerto. La mayoría de los que están allí me miran como si esperaran algo…me parece que mis anfitriones han pasado por aquí pero no han causado un mayor alboroto, solo habrán metido algo de miedo a los presentes con su aspecto. Odio que me observen, el nerviosismo se puede notar en mi cara y quizás eso hace que los de mí alrededor me den menos importancia.

Ya está, vamos a detenernos aquí. En medio del puerto, lo que debería ser un río de personas es ahora tan solo un paso de mercantes y marinos que tienen que pasar a la fuerza, por pura necesidad. Parece que la gente con la que viaje es más intimidante de lo que pensaba en un principio, pero eso ya no es problema mío…a menos que su recompensa sea lo bastante interesante. Ya no se que demonios me digo a mi mismo, no viajo por arriesgar la vida maldita sea, necesito información lo antes posible y de la manera más segura.

-Vamos a ver… ¿a quien pregunto yo sin que salga corriendo donde demonios está aquí la biblioteca…? Aunque ni siquiera sé si hay.

Al salir del local me encontré que en la calle la gente parecía bastante intimidada. No tenía claro si era con motivo o no, pero solo había una forma de comprobarlo. Comencé a andar por la calle principal en dirección a la plaza del ayuntamiento. Estaba seguro que si seguía por ahí acabaría cruzándome con ellos. No tardé mucho en alcanzar a verlos, se iban deteniendo cada pocos metros a asustar a algún ciudadano para divertirse. No cabía duda de que era mala gente, pero tenía que comprobar si realmente eran una amenaza para el pueblo. Saque los carteles de se busca de mi mochila y me puse a comprobar quienes eran desde una distancia prudencial para que no se diesen cuenta.

Tras un rato intentando distinguir sus caras finalmente los identifiqué. Eran los miembros de la banda Twelve Sharks. Por el precio que tenían no debían ser una amenaza, pero siendo tantos podía ser un riesgo dejarles campar libremente por el pueblo. Además me puse a echar cuentas de lo que podría obtener por la recompensa. Cada uno valía diez millones, si conseguía atrapar a los doce que eran… se me hizo la boca agua. No me habría costado vencerles uno a uno, pero siendo doce tenía que planearlo bien primero. Lo más inteligente sería ir siguiéndolos e ir cazándolos cada vez que uno se separase. Así podría hacer reducir en número el grupo y acabar derrotándolos fácilmente. Por el momento debía encontrar a uno de los inútiles y asustadizos guardias de la ciudad para que preparasen una celda donde pudiese guardarlos hasta que llegase la marina.

Vamos a pensar unos instantes. Tal y como está el percal, nadie a quien preguntara algo me respondía por simple miedo, así que tengo que averiguar por mi mismo donde puedo encontrar los sitios mas importante de la localidad. Creo que seguiré el rastro de descontento que me dibujan los habitantes del lugar. Son piratas, por lo tanto solo buscarán algún lugar del que poder pillar algo, eso me llevará al centro de este sitio, pues allí suelen concentrarse la mayoría de comercios importantes. Una vez trazada mi ruta sobre mi cabeza comienzo a andar en la dirección en la que pienso que han ido, osea en lugar por el que menos gente está transitando, pudiendo observar que con mis pasos aun mas gente deja las calles.

Apenas tardo unos cuantos minutos en poder alcanzar a verlos. Como si de unos macarras se trataran, interrumpen el paso de cada persona para asustarla, se acercan a tiendas con intención de espantar a la clientela. Parece que me metí en el barco de los piratas mas patéticos de este océano.

Sin pensármelo demasiado activo mi Silent, acelero mis pasos hasta poder estar cerca del grupo de doce, el cual está algo dispersado. Solo necesito que todos ellos se den la vuelta para actuar, no me importa la mirada de algunas personas que ven mi acto como temerario. El momento ha llegado, todos de espaldas a mi es el momento para acercarme al mas apartado del grupo. Por supuesto no me ha oído llegar y menos aun notó mi ligero movimiento de manos, con el cual acabo de quitarle una de las armas que llevaba en su cinturón. Es el momento ahora de ampliar mi Silent, hasta que abarca el diámetro de ambos. Por desgracia no tarda mucho en darse cuenta de que algo le falta, pero ya es tarde.

-Amigo, creo que echas en falta esto...-en mis manos se encuentra su arma, la cual no pienso usar por el momento.

Para cuando se ha dado la vuelta yo ya estoy corriendo, seguro de que el tipo ha visto claramente que fui el autor del pillaje. "Ese imbécil me acaba de robar". Su voz es fuerte, se da la vuelta para que esta sea oída por su compañeros, pero no se asegura de que esto suceda así antes de salir corriendo en mi búsqueda. Mientras corro por mi vida, quito el nudo que une mi pañuelo rojo a mi cuello, agarrando este con la mano que tenía libre. Un giro de mi cadera es lo me ayuda a entrar en uno de los numerosos callejones que llevaba a la calle central. Ya dentro de este reduje mi Silent hasta que envolvía mi cuerpo y corrí buscando una cobertura, la cual fue un carro que no estaba muy lejos del giro de esquina, eso sería por ahora lo que me cubriría de sus ojos

Sabía que persiguiendo a esos malhechores iba a pasar un día entretenido, pero no esperaba nada tan interesante como lo que pasó a continuación. Un muchacho se acercó lentamente a uno de los miembros de la banda y sigilosamente le arrebató sus armas. El delincuente como era normal, no tardó en darse cuenta. Al momento pareció girarse hacia sus compañeros para pedirles ayuda y salió corriendo detrás del ladrón. Esta situación me dejo bastante confuso, ambos implicados parecían hacer gestos de gritos y otras cosas ruidosas, pero no se oía nada. Algunas personas de la calle se dieron cuenta de la situación, pero no iban a meterse, eran demasiado cobarde. Yo por mi parte en ese momento encontré una buena situación para empezar mi trabajo. Ese joven había apartado a uno de los malhechores para mí, solo tenía que seguirlo y dejarlo fuera de combate.

Salí corriendo detrás de ellos, no solo por la recompensa de mi presa sino también por curiosidad acerca de porque no emitían ningún ruido. Corrí un rato tras ellos sin que se percatasen de que los estaba siguiendo, estaban muy centrados en sus asuntos. Fue finalmente al llegar a una esquina cuando alcancé al pirata. Se había quedado parado esperando, como si hubiese perdido al perseguido. Obviamente a mi ese joven no era mi prioridad, por lo que me dirigí a encargarme de ese malhechor. No me costó mucho atraparlo, tan solo me acerqué sigilosamente a él por detrás y golpeé con fuerza con mis sinawali en su cabeza. El bandido cayó redondo al suelo, era un golpe demasiado contundente como para aguantarlo estando tan desprevenido. Busque al muchacho con la mirada por los alrededores, pero no alcancé a verlo. Tampoco le di mucha importancia, mientras no me molestase a mi o a los ciudadanos de la isla no sería un problema.

Mientras sacaba las cuerdas de mi mochila mandé a un par de hombres a que llamasen a los guardas de seguridad. No tardé mucho en atar fuertemente a mi presa, por lo que tuve que quedarme en el sitio un rato esperando a que los soldados llegasen. La espera se me hizo eterna, pero cuando los vi llegar reconocí la cara de uno de ellos. Era el mismo que había conocido cuando había adquirido la identidad de cazador.

-¡Cuánto tiempo!- le dije sonriente.- Parece que vuelvo a hacer falta por aquí.- añadí.

-Es un placer contar con tu ayuda, últimamente andamos muy escasos de recursos.- dijo mientras me estrechaba la mano.

-Por mí lo hacemos como la última vez. Yo os ahorro el tener que limpiar la ciudad de delincuentes y vosotros me permitís guardarlos en vuestros calabozos hasta que llegue la marina. ¿De acuerdo?- le dije apresurado por seguir con mi trabajo.

-Por mi perfecto. Manda que nos avisen y nosotros los llevamos al cuartel para interrogarlos y encerrarlos.- dijo amistosamente.

Su compañero parecía bastante satisfecho también con el hecho de  que les ahorrase el trabajo duro. Yo por mi parte me venía muy bien esa buena relación con los guardias de la isla, si tuviese que transportar y custodiar yo mismo a los presos se me dificultaría mucho el trabajo. Tras esto ambos guardias cogieron al primero de los doce hombres que pensaba capturar y se lo llevaron. Ahora debía volver a buscar a los demás.

Bueno, esperemos unos segundos. Necesito calmar mi respiración después de la carrera, para que no pueda escucharme una vez quite mi Silent. Un enemigo sin arma de fuego, yo tengo la mente fría a diferencia de él, no necesito ser muy sigiloso para pillarlo por sorpresa, un trabajo sencillo. Quito la munición de su arma ya que no la necesito para simplemente amenazar con ella, matarlo no es algo necesario. Una vez estoy seguro de que me he calmado, el sonido vuelve a pasar a través de mí, pero en vez de al jadeo que espero por parte del rufián, escucho un golpe seco y luego como alguien se desplomaba. Mi mirada se dispone ahora en la parte baja del carro, esa pequeña linea de visión me dejaba ver como el bandido está a los pies de otra persona. Maldita sea, ahora he tenido que hacer el trabajo sucio para ese aprovechado, tengo que aprender a calmarme de una manera más rápida. Aquel hombre, cosa que supe por su voz, avisa a algunas personas para que trajeran a la guardia del lugar, sentenciando ya que sería él quien se llevara el premio por ese pringado.

Por ahora voy a limitarme a esperar. Tras no demasiado tiempo llegan los que van a encargarse del bandido. Escucho aquella conversación con atención, cualquier dato podría serme útil para los demás objetivos. Me aseguro de que los guardias ya se han marchado para ser ahora yo quien entre en escena. Acabo de comprobar que la estrategia actual no sirve, puede pasarme lo mismo que hace un momento. Salgo de detrás del carro, sin miedo por que aquel tipo me viera, con una sonrisa que se refleja en mi cara. Si es un cazador como yo, quizás un acuerdo a tiempo me ayude a conseguir algunos ahorros mas.

-Una gran captura amigo.- mi voz es tranquila, aunque he salido de mi cobertura no me acerco a él, solo dejo que me vea- Pero si quieres que hagamos lo mismo de nuevo, quizás deberíamos presentarnos y hacer un buen trato...¿Que te parece?- no tengo mucho tiempo, los demás no tardarán mucho en darse cuenta de la ausencia de su amigo- Me llamo Felipe y me dedico a la caza de piratas.

Intento ser todo lo amable que puedo. He dejado el arma de aquel tipo en el suelo, detrás del carro. Cuando me doy cuenta, comienzo a atar mi pañuelo alrededor de mi cuello, ahora mismo no lo necesito en mi mano.

Estaba listo para marchar a seguir atrapando a esos villanos cuando de repente escuché una voz que parecía ir dirigida hacia mí. Me giré buscando con la mirada a la persona que estaba hablando. De un carro estaba saliendo el muchacho que le había robado las pistolas al pirata. No tenía pinta de ser mala gente, pero no me fiaba completamente de él. Agarré con fuerza mis sinawalis para asegurarme de que no me los arrebataba y me dispuse a escuchar lo que tenía que decir. Al parecer el joven también era un cazador de recompensas y yo le había robado la presa. Ya decía yo que era raro que alguien robase a un pirata y saliese corriendo. Ese era su plan desde el principio. Era listo hay que reconocerlo. Me resultó un poco  extraño que Felipe, el cazador que acababa de presentárseme en lugar de mostrarse molesto se ofreciese a colaborar para atrapar a la banda. Me propuso hacer un trato para realizar otra vez la misma estrategia. No me gustaba mucho la idea de tener que compartir la recompensa, pero tampoco iba a ponerme a pelear con él por bien quien los atrapaba primero. Teniendo ya claro el hecho de que iba a aceptar colaborar con él me dispuse a presentarme y negociar el pacto.

-Mi nombre es Nairb, cazarrecompensas también. Aunque supongo que ya te habrás dado cuenta.- comencé mientras le ofrecía mi mano para estrecharlas.- Perdón por robarte la presa. Pensaba que estabas en peligro, no que quisieses tenderle una trampa. Por mi estoy de acuerdo en colaborar, pero antes necesito saber un par de cosas. ¿Podrías decirme cuál es tu rango de cazador y cómo has hecho para que el pirata no pudiese alertar a sus camaradas?- continué intentando saber un poco más de ese hombre.

No confiaba completamente en él, pero no parecía muy fuerte. Si en algún momento decidía traicionarme podría deshacerme de él fácilmente. Aunque esperaba que nada de eso llegase a pasar. Si de verdad demostraba ser un hombre de fiar quizá me fuese de utilidad en futuras cazas.

Parece un tipo agradable. Espero que con una presentación tan de imprevisto se ponga en guardia o me amenace, pero su reacción es bastante tranquila. Lleva sus manos a unos objetos que parecían armas, la verdad es que no se de que se tratan, debería preguntarle en algún momento. Me acerco un poco más a él cuando pienso que ya es seguro, escuchando sus presentaciones y viendo como me tiende su mano a modo de saludo. Por supuesto yo le entrego la mía, junto a un apretón de esta para cerrar las presentaciones. Antes de disponerme a hablar, prefiero escuchar antes lo que tiene que decirme, así tengo mas posibilidades de llevar aquello a buen puerto. Una vez a terminado no puedo evitar reírme ante su última pregunta, tendría que habérmelo esperado, aun así no tengo muchos problemas en contárselo.

-Primero de todo, encantado Nairb.-la educación ante todo- Y no tienes que preocuparte por ese, era solo uno...todavía quedan unos pocos que coger. Por mi rango, solo soy un simple aspirante...-tras aclarar aquello, pienso unos segundo como enseñarle mi poder.

Tras meditar un poco, lo activo de modo que ambos estamos solo nosotros dos en su campo de acción. A nuestro alrededor, las personas que caminan, hablan y llevan sus vidas con normalidad parecen silenciadas. Ni siquiera el sonido de los pájaros cantar, ahora solo los que estábamos dentro de aquella zona eramos capaces de crear sonido en esta.

-Ya sabes, a lo largo del mar existe gente con grande poderes, poderes que se les otorgan a los locos que no les importa nadar...¿Sabes lo que te quiero decir?- espero que entendiera a lo que refiero- En un área que no te especificaré por razones lógicas, puedo hacer que e sonido ni entre ni salga de esta misma. Digamos que soy la persona mas silenciosa de mundo.

Terminé con aquella muestra de mi habilidad una vez acabé con su explicación. Espero no arrepentirme de esto, solo lo hago para que me sea mas fácil la caza pero...quien sabe si cuando le de la espalda terminaré como aquel pobre pirata. Quizás sería peor que me atacase de frente que por la espalda, no tengo ni idea de como podría combatirle alguien como yo, de seguro es fuerte y no se va a fiar de mi ni un pelo. Creo que eso último es un sentimiento mutuo.

Me agradó bastante que el muchacho aceptase mis disculpas por quitarle a su presa. Esa actitud me relajaba bastante, seguro que era una persona razonable. En un principio había esperado que fuese algún tipo de trampa, pero no parecía que fuese a tener que seguir preocupándome por ello. Guardé bien mis sinawali en su funda y me dispuse a escuchar las respuestas de mi nuevo compañero. Al parecer era tan solo un aspirante de cazador. Me sentí un poco decepcionado. No sabía que esperar de alguien que nunca había llegado a cobrar una recompensa, pero sabía que no se debe prejuzgar a la gente. Al menos esto me daba una posición ventajosa a la hora de entablar las negociaciones. Yo era rango más alto y tenía contactos en la ciudad, por lo que sería justo que yo me llevase un porcentaje mayor de lo obtenido.

Tras esto, Felipe hizo conmigo lo mismo que parecía haber hecho con el pirata. Era algo bastante increíble. Todo a nuestro alrededor seguía como si nada, sin embargo no era capaz de oír ningún ruido. Mientras realizaba esta técnica continuó con una explicación bastante simple. Sabía de lo que estaba hablando. Durante mis estudios había leído acerca de unas frutas que otorgaban poderes a aquellos que las ingerían a cambio de no poder nadar nunca más. Sin duda él había consumido una de esas. Por lo que estuvo explicando le otorgaba el poder de crear una barrera que impedía que el ruido la penetrase. Era una habilidad bastante útil la verdad, casi sentía algo de envidia por no poder tener algo así.

-Una habilidad curiosa. He leído sobre el tema, pero nunca había conocido en persona a nadie que poseyese ese  tipo de poderes.- le dije dejando mi admiración y curiosidad por el tema.-Bueno, pasemos a lo importante. Yo tengo un rango superior como cazador, así que dime ¿qué te parece si entrego yo a todos los malhechores menos uno? Así obtendremos más dinero y tú aún podrás entregar a uno para que se te reconozca como cazador y no solo como aspirante. En cuanto a la forma de repartir el botín… ¿Sesenta cuarenta?- continué mostrando mi oferta.

Es cierto que yo salía un poco más beneficiado por el trato, pero tenía un mayor rango y no tenía claro hasta qué punto podría ser útil el aspirante. No me apetecía mucho discutir acerca de las negociaciones, por lo que deseé que aceptase al instante y pudiésemos ir directos al trabajo. Si quería regatear más le vale que no se pasase, yo no lo necesitaba realmente.

Es hora de pensar sobre su oferta. La verdad es que el dinero no es lo que más me importa en este momento, aun así no es algo que quiero de lo que se aproveche, pero será algo que espero que tenga claro cuando se lo explique. Tampoco necesito reconocimiento, pues que las personas me presten atención no es algo que me guste, creo que ahora mismo tan solo con él delante ya puedo notarme un poco incomodo, pero es soportable.

-Bien...la verdad es que no me importa que nos repartamos así la recompensa.- hago un gesto con la mano, como si señalara a la ciudad- Me molesta mucho ver a esta pobre gente sufriendo por esos maleantes. Por supuesto si puedo llevarme la recompensa aunque sea una parte como tu me ofreces lo haré, más aun teniendo en cuenta que vas a ayudarme con el trabajo.

Una vez dicho esto creo que las negociaciones han acabado, no me importa aceptar las condiciones que me pone. Ahora llega una parte difícil, nunca he trabajado junto a alguien, aunque se que mi habilidad sería muy útil en este caso. Mi mente fría no puede ayudarme ahora, lo que necesito es trazar un plan y las ideas no son capaces de volar por mi cabeza como siempre. Quizás debería preguntar a mi nuevo socio, él parece tener mas experiencia.

-¿Algún plan en mente para cogerlos a todos? Seguramente ya se habrán dado cuenta de la falta de su compañero y estén mas atentos, no valdrá lo mismo de antes.- era simple si se hacía rápido, pero ya perdí demasiado tiempo como para hacerlo de nuevo.

La verdad es que me sorprendió bastante la respuesta de Felipe. No parecía estar especialmente interesado en el dinero, solo quería evitar que la gente de la ciudad tuviese problemas. Era una auténtica suerte para mí, que con lo mal que se me daban los negocios habría acabado saliendo muy perjudicado si se alargaban las negociaciones. Además me parecía una actitud más que admirable, se merecía hasta la última moneda de lo que iba a ganar. Este joven sin duda era una caja de sorpresas, ojala y conociese a más gente como él. Desde que había abandonado mi hogar apenas había encontrado gente desinteresada que se preocupase por los demás. Ni siquiera yo, que me consideraba buena persona, llegaba a ser del todo desinteresado. Es cierto que intentaba proteger a los indefensos, pero si no hubiese dinero de por medio seguro que no arriesgaría mi propia integridad por ellos.

-Pues ya está, trato hecho.- dije sonriendo dando las negociaciones por terminadas.

Ahora al fin podíamos pasar a la parte más interesante, deshacernos de los tipos malos. Era un trabajo complejo, pero es algo que disfrutaba en gran medida. Felipe se adelantó preguntando cómo lo íbamos a hacer. Mi compañero llevaba razón, no podíamos hacer lo mismo de antes. Sin duda habrían empezado a estar más atentos y andarían buscando a su compañero. Esto era una desventaja, pero nos beneficiaba al mismo tiempo. Los piratas estarían atentos buscando a su compañero, pero podíamos usar eso como reclamo para ir separándolos gracias a habilidad de Felipe.

-¿Qué te parece si disimuladamente les damos pistas falsas acerca del paradero de su compañero perdido? Así podríamos llevarlos al bosque y gracias a tu habilidad hacer que se pierdan y se separen.- dije proponiéndole un plan que me parecía bastante viable.

Tras esto me paré a revisar mi mochila. Tenía bastante material útil que podríamos usar, si lo hacíamos bien esto podría ser una misión muy fácil.

-Tengo bastantes cosas con las que podríamos preparar trampas. Con suerte alguno de ellos caerá en alguna de ellas y nos ahorrará parte del trabajo.-añadí.

La tarde comenzaba a dar paso a la noche. Si conseguíamos llamar la atención de esos rufianes antes de que decidiesen ir a emborracharse a una taberna podríamos aprovechar el amparo de la oscuridad para convertir nuestra misión en un auténtico éxito.

Un plan para atraer al bosque aquellos rufianes. Es algo simple, pero teniendo en cuando lo idiotas que parecen seguro que funciona. Tras no demasiado tiempo pensando se me ocurre algo, seguramente sea un poco arriesgado para mi, pero creo que puedo salir bien parado si se tragan la mentira que les contaré. Espero que le de tiempo a mi nuevo compañero a colocar esas trampas que dice, por que tampoco puede que le de demasiado.

-Mira, haré que esos rufianes se dirijan hacia el bosque, cerca de la entrada de la ciudad.-comencé a explicarle- Espero poder darte el suficiente tiempo como para que prepares algunas trampas, pero tampoco creo que sea demasiado. Con suerte si te libras de unos cuantos y los separas, yo podré ocuparme de algunos cuando estén solos. Ninguno podría gritar por ayuda si soy yo quien le ataca...confió en que tú puedas hacer lo mismo.

Hago un gesto con mi mano dejando claro que haría lo que acabo de decir. Coloco tas mis confianzas en ese hombre, saliendo luego disparado de allí, no por la calle en la que se supone que estaban los piratas, pues no podía ir así como así.

Aunque un gran rodeo hizo que tardara un poco mas de lo que esperaba, puedo observar como aquellos malhechores estaban allí en medio de la plaza principal. Todos están nervioso, como si buscaran algo...algo que yo se donde "está". Corro en dirección a uno de ellos, chocando a propósito con este. Se ve que aquello no le hace gracia, pues amenaza con sacar el sable que tiene a la cintura. Intento actuar con el mayor miedo que tengo, algo que es fácil pues mi sentimiento es bastante real.

-¡Maldito enano! ¡¿Se puede saber que haces?!

-Otro mas no...-mis palabras detuvieron sus amenazas, aun furioso parecía saber escuchar- ¡Te advierto que a tu amigo lo han cogido por agredir a la gente del pueblo! ¡Seguro que quien se lo llevó al bosque le dará una buena lección!

Ahora es cuestión de confiar. Confiar que fueran lo bastante estúpidos, que les importara más rescatar a su amigo que darme a mi una lección. Aquel pirata no tardó en avisar a sus compañeros, los cuales no tardaron en salir disparados hacia la entrada del pueblo. Ahora yo solo tenía que seguirlos desde una distancia segura, esperando que alguno se separase una vez estaba en el bosque...esa sería mi mejor oportunidad.

Mi compañero pareció estar de acuerdo en seguir mi plan, cosa que no era de extrañar ya que era bastante bueno. Lo único que me incomodó un poco es que no me dio ideas para las trampas. Tenía un par bastante buenas, pero no sería suficiente para acabar con muchos de ellos. Tampoco le di más importancia haría lo que pudiese mientras él se encargaba de atraer a esos piratas estúpidos a nuestro terreno. No tenía mucho tiempo por lo que de camino al bosque fui preparando lo que iba a necesitar para hacer lo que tenían en mente.

Lo primero que hice fue usar uno de mis diales de grabación para guardar sonidos de gemidos de dolor. Aunque mi voz no fuese igual que la de su compañero la situación haría que la buscasen creyendo que así lo encontrarían a él. Luego comencé a hacer nudos en las cuerdas que tenía. Use nucos correderos, ya que eran los más versátiles y seguros. No tardé mucho en llegar al bosque, en el que penetré un poco para colocar mis trampas. La primera se aprovechaba bastante de las ramas de un árbol joven, más elásticas que las de los árboles normales. Lo que hice fue estirarla hacia atrás con una cuerda y pasar esa misma amarre entre dos árboles, lo más cercana al suelo posible. De esta forma al pasar por esa zona los piratas empujarían el tramo situado entre los dos árboles, la rama se soltaría y les golpearía bastante fuerte. No sabía si esto sería suficiente para noquearlos, por lo que decidí poner un par de piedras bien gordas para que al caer se hiciesen un daño bastante considerable. Sería muy extraño que una persona normal aguantase un golpe así, por lo que me quedé bastante seguro.

Ahora debía pensar algo para colocar un par de trampas más. Andaba algo falto de ideas, pero finalmente decidí inspirarme en otras invenciones tribales como la que ya había colocado. Preparé varios nudos correderos para que cuando pasasen por encima de ellos la trampa se activase y estos se cerrasen y alzasen. No los dejaría fuera de combate pero nos daría una posición muy ventajosa. Ahora debía tener en cuenta una cosa, tenía el dial colocado un poco más adentro del bosque, una trampa potente muy cerca de este y varias bastante simples a su alrededor, pero podrían ayudarse unos a otros para librarse de ellas. Debía de hacer algo para que les resultase imposible. No me lo pensé mucho, pero me pareció buena idea. Lo que hice fue atar un dial de humo negro a la rama que había usado como trampa, así cuando esta les golpease perderían la visión y no podrían socorrer a los que cayesen en las demás trampas huyendo de este ataque sorpresa. Estaba bastante orgulloso de mi plan, ahora solo quedaba ver si Felipe cumplía su parte.

Estuve un buen rato esperando en aquel frío bosque, pero finalmente los malhechores hicieron presencia. Avanzaban hacia el bosque como una estampida, no tenían ni idea de donde se estaban metiendo. Cuando llegaron a la zona de las trampas no pude evitar sonreír. El golpe de las ramas y las piedras hizo un ruido tremendo, lo que me dio la seguridad de que a los que hubiese golpeado no se iban a levantar en un buen tiempo. Luego comencé a escuchar latigueos y gritos, las otras trampas estaban funcionando perfectamente también. El humo y la oscuridad de la noche no me permitían ver, por lo que decidí guiarme por mi haki. Notaba como la mayoría de mis presas estaban paradas en el sitio, pero aún quedaban un par moviéndose temerosos por las cercanías. Corrí rápidamente a por el primero de ellos, que al verme tan sólo tiró las armas se puso de rodillas y comenzó a pedir clemencia. Me resultó bastante gracioso, pero supongo que si yo estuviera en medio de un bosque y me hubiese separado de mis compañeros, los cuales no paraban de gritar, también tendría miedo. Por desgracia el otro bandido se alejó antes de que me diese tiempo a encontrarlo, pero había sido una muy buena captura.

Sin perder mucho el tiempo, até a los que estaban inconscientes y me fui a noquear a los que estaban colgados. No era muy difícil, era como golpear una piñata. Luego los bajé y los até a todos. Me habría gustado que mi compañero colaborase un poco más, pero ahora ya no había nada que hacer. La masa de criminales atrapados ya estaba hecha, solo debía ir a avisar a las autoridades para que fuesen a recogerlos y me pagasen. Utilicé el haki de observación otra vez para asegurarme de que el criminal que se había escapado no andaba por la zona esperando para liberar a sus compañeros. Todo parecía estar en orden, era hora de marcharse a esperar la recompensa mientras tomaba un vino en el bar de mi viejo amigo Marcos.

Nota :