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Diario. El amanecer de una noche eterna. Empty Diario. El amanecer de una noche eterna. {Vie 27 Jul 2018 - 17:43}

Capítulo 1: el río Estigia.



Quizá algún día llegue a acostumbrarme a esto. Siento una presión en el pecho cuando tengo sed y me encuentro rodeado de tanta agua. Después recuerdo que sobreviví a la gran ventisca que asoló mi tierra y me veo un poco más fuerte. Me aburría inmensamente en aquel barco y como nadie apreciaba mis chistes malos, decidí apartarme del mundanal ruido.

Me encontraba allí porque consideraron que podría ser de ayuda. Yo creo que, en realidad, era la última opción que les quedaba. El gobierno se enzarzaba con una situación crítica y estaba tomando medidas a la desesperada. Me dirigía a una isla apodada Estigia cuyo nombre verdadero es Calendia. En la religión de los calendianos, Estigia es el río que se cruza al morir. Pisar esa isla era sumergirte en una muerte segura. Habían llevado a médicos realmente especializados para estudiar la enfermedad y quedaban dos vivos, el resto se encontraba al otro lado del río... Por eso creo que optaban por mí. No querían sacrificar a más médicos, pero necesitaban acallar las protestas que se empezaban a levantar y difundir por las islas cercanas. En los últimos años, había ayudado a la gente de mi pueblo a salir adelante y creía que mi misión ya había terminado. Me ofrecí voluntario cuando pasaron con el barco de salvamento por mi isla natal. Había una gran recompensa si sobrevivías, cosa poco probable, pero si algo me enseñaron mis padres fue que la vida cobra sentido cuando crees en ella. Por eso quería intentar evitar más muertes, quería evitar que más gente se hundiese en esa consciencia de saber que la vida se acaba. Además, soy un tío demasiado optimista.

Tras seis días navegando, vimos a lo lejos una columna de humo. A medida que nos acercábamos, fuimos capaces de observar mejor que en realidad se trataba de varias columnas que provenían de Calendia. En la playa había fogatas hechas por cuerpos apilados que se consumían. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y no pude evitar tener miedo. Cuando me dejaron allí, caminé un par de minutos hasta el pueblo por un sendero abierto entre la maleza. Me recibieron con caras de espanto.

—Señor, tengo mucha hambre, ¿puede ayudarme a conseguir cocos en la playa? —Me dijo un niño abordándome.

Me dio pena, así que accedí. Rápidamente fue a por una escalera y me subí a una palmera. Cuando ya se amontaba una cantidad considerable de cocos, el chaval los metió en un saco, cogió la escalera y se fue corriendo. Me gritó "¡Gracias pardillo!" mientras se reía a carcajada limpia y desde ese momento, me cayó bien. Cuando salí de mi asombro me di cuenta de que estaba a cinco metros sobre el suelo y que me iba a doler un poco la caída. En efecto, fue una caída tan suave que casi me parto el tobillo.

Volví a la aldea y di un paseo por allí. Algunos me preguntaban quién era y otros solo me observaban con mirada vacía. Todos tenían la cara demacrada y noté claros síntomas de desnutrición. Una señora muy agradable pero que resultó estar loca me ofreció un té típico. Me contó todo sobre Estigia y me aclaró que ella odiaba ese mote. Sentía un afecto inmenso por la tierra en la que vivía y me explicó que un paraíso no debería de ser reconocido solo por la desgracia que ocurre en él. Después me habló de todas las verduras que tenía en el huerto y de cómo las cuidaba. Cuando yo ya estaba conciliando el sueño, me contó algo insólito…

—...claro que desde que el demonio decidió asentarse aquí, la verdura crece menos y apenas la mitad de los brotes consiguen salir adelante porque...

—Espere, ¿un demonio?

—Claro. En nuestra religión, recibe el nombre de Técaron que significa "el último suspiro" porque él es el responsable de todo esto.

—Entonces... ¿ustedes creen que la causa de la enfermedad es el diablo?

—Sí, y también de que mis tomates tengan esas manchas marrones. Intenté que las hadas los cuidasen pero Mapache, mi perro, me contó que una noche tenía mucha hambre y se las comió. —Ahí fue cuando llegué a la conclusión de que estaba loca.

En este momento, la señora se llevó la mano a la boca y me pidió alarmada que me fuese. Le ofrecí mi ayuda y tras dos arcadas, empezó a vomitar sangre. Apenas sabía nada sobre el aparato digestivo y simplemente intenté que no se atragantase manteniéndola en una posición segura y agarrándole el pelo. Las lágrimas saltaron de sus ojos por el esfuerzo y tras unos minutos, cesó el vómito. Aun así, ella seguía llorando.

—Mi marido me pidió, unos meses antes de morir, que me fuese de esta isla, pero no iba a abandonarle. Y me quedé, sí, me quedé y entonces...—el llanto cortó su voz—. Cuando me dejó, decidí permanecer en esta casa. ¿Quién sino cuidaría de mis tomates, eh? —dijo intentando sonreír.

Ella me dio las gracias y yo prometí volver a pasarme por allí. Continué mi paseo por el pueblo. La gente ya estaba recogiendo las cosas porque la noche comenzaba a cernirse sobre nosotros como una boca de un lobo que amenaza con engullirte.


Capítulo 2: El amanecer tras una noche eterna.



El plenilunio me ofreció la luz suficiente para seguir deambulando por ahí hasta que decidiese finalmente dónde dormir. Estaba planteándome volver a la playa cuando unos pasos apresurados me sorprendieron. Rápidamente, una figura se acercaba a mí en la oscuridad. Cuando chocó conmigo, levantó la cabeza y pude verlo.

—Hola, niño repelente.

—¡UY! —dijo el chaval antes de irse todo lo rápido que pudo. Yo le seguí —. No hace falta que me sigas, ¡eh! Era broma lo de playa. Yo pensaba volver, pero no pude porque... estaba muy ocupado... pero puedo darte cocos. ¡Pero no me sigas!

Al final, lo perdí de vista cuando pasó al lado de una casa. Ningún niño de su edad debería de estar fuera a esas horas con la situación que reinaba. Llamé a la puerta y un hombre que rondaba los 50 años abrió. Tenía el pelo muy corto y blanco. Su cara tendía a una mueca de enfado y sus manos dejaban adivinar que eran su instrumento de trabajo. Pareció asustado al verme y me preguntó qué quería sin apenas saludar. Le comenté lo del crío y me espetó que estaba perfectamente resguardado en su habitación y que su nombre era Neithan. Entonces, una ráfaga de viento y unas cuantas gotas me invitaron a pedirle cobijo. Todo su cuerpo me decía que no pero finalmente accedió. Me dejó dormir en el establo. Allí ya no había animales: todos habían caído bajo la enfermedad.

Al día siguiente, cuando desperté y abrí el ojo, me alarmé muchísimo. Por lo visto, Neithan había decidido descubrir qué había debajo de mi parche y para ello estaba inspeccionándome con su cara a apenas cinco centímetros de la mía. Precioso paisaje para despertar el de este niño con mocos. Claramente, grité.

—Se dice "buenos días". —Me dijo con tono de burla.

—¿Crees que podría decir “buenos” cuando lo primero que he visto ha sido tu nariz con mocos? —dije levantando las cejas.

—Mmmm... tienes razón. En ese caso, ¡fantásticos días! Has tenido la oportunidad de ver mis mocos. ¿Qué tal están hoy? ¿Sabrán mejor que ayer? Déjame probar... —entonces se metió el dedo en la nariz y tras observar mi cara de asco, me dijo: — ¿Quieres?

—No podrías ofrecerme una hamburgue...—No me dio tiempo a terminar. Comenzó a perseguirme con su dedo al frente lustrado con esa sustancia viscosa.

Paramos cuando entró una chica preguntando a qué venía tanto grito. Creo que nunca nadie me había regañado de esa forma. Nos dijo que la gente lo estaba pasando mal y que no podíamos chillar así. Escuché la palabra "respeto" unas cinco mil veces como mínimo. Al final, me sentí mal de verdad porque tenía razón. Estaba rodeado de muerte y en vez de ayudar, jugaba con el crío. Él comenzó a llorar y se fue. Cuando nos quedamos a solas no pude reprimir una sonrisilla cuando me fijé en la marca de nacimiento que tenía en un hombro, cubierta parcialmente con algunos mechones de su pelo oscuro y ondulado. Se giró soltando un bufido y volvió a la casa, dejándome solo en el establo.

Las mañanas eran realmente duras en el pueblo. Las personas que habían fallecido por la noche o recientemente debían de ser trasladas a la playa para un acto conmemorativo y finalmente ser quemadas. La mayoría permanecían en sus casas y los más fuertes se encargaban del traslado. Decidí empezar a investigar sobre la enfermedad y ayudar a quien pudiese.

Fui al centro sanitario y allí hablé con los dos médicos y los enfermos. Até cabos tras ampliar la lista de síntomas: desnutrición, fiebre, vómitos y descomposición. Definitivamente se trataba de una enfermedad del aparato digestivo. Lo que más me llamó la atención fue una conversación que tuve con un hombre nervioso y tembloroso que estaba tendido en una camilla.

— No se da cuenta de que usted no debería de estar aquí. Ha caminado hacia una muerte segura. Al final, él lo encontrará como nos ha encontrado a todos y su cuerpo empezará a pudrirse hasta convertirse en combustible para las hogueras de la playa…

— Perdone, pero… ¿a qué se refiere con él?

Abriendo los ojos desorbitadamente y girando su cabeza para inspeccionar sus alrededores siguió:

— ¿No se lo han dicho? Desde que él llego a esta isla, la gente ha comenzado a morir. Algunos fueron a investigar y, los que volvieron, habían enloquecido. A los cinco meses de su llegada, un gran grupo se reunió y decidieron atacar conjuntamente. Tan solo regresó uno suplicando que nadie más se acercase a ese ser despiadado. Yo llegué a verlo y aún puedo, si cierro los ojos. Me persigue, siempre me persigue. Por las noches no consigo dormir porque no quiero encontrarme con él de nuevo. Una mañana, me desperté con arañazos en la espalda porque esa misma noche, en mi pesadilla, me atacó por detrás. A veces, lo veo constantemente, en todo lo que me encuentro, como si fuese una ilusión… Ciertamente, hay un chaval en el pueblo que evito porque se parece mucho a él. Pero realmente nadie se puede asemejar a algo así… — Volvió a mirar a los lados y susurró: — Es el diablo...

— Entonces… ¿no me mentían? ¿Realmente existe?

— Sí, pero nadie quiere hablar del tema. El mismo día en que lo vi, tosí sangre y ahí supe que él me había condenado a esto.

Tras la charla, volví a hablar con los médicos. Me comentaron que todo el pueblo creía lo mismo pero que era una teoría descartada. Hicieron análisis de agua, usaron filtros y antibióticos, pero nada dio resultado. Me explicaron que la religión estaba muy arraigada en la isla y la gente fantaseaba demasiado. De todas formas, otros médicos habían investigado la cuestión anteriormente y se encontraron con que el ser era agresivo. Como no había contaminación aparente ni ninguna prueba y el monstruo parecía irracional, decidieron optar por seguir analizando alimentos, bebidas, cualquier cosa que pudiese entrar en contacto con el aparato digestivo. Curiosamente, tras hablar sobre la “religión arraigada”, dijeron: “Estamos esperando a que ocurra un milagro…”

Comí con Neithan y me extrañé cuando me dijo que tenía mucho frío, teniendo en cuenta el tiempo que hacía. Le dejé mi chaqueta. Decidió acompañarme el resto de la tarde. Visitamos a unos cuantos aldeanos más a los que el chaval alegraba con sus bromas. Por la noche, me permitieron volver a dormir en el establo.

Pasó una semana en la que Neithan y yo nos hicimos buenos compañeros. También me presentó formalmente a su hermana. ¿Os acordáis de los gritos matutinos? Es ella. Se llama Patricia. Al principio, se mostraba esquiva y recelosa. Manteníamos charlas cortas y me miraba extrañada cuando le contaba algún chiste malo o bromeaba. Sin embargo, la situación cambió. Una tarde, Neithan me dijo que volvía a tener mucho frío. Pocos minutos después, vomitó. Me llamé tonto miles de veces por no haber reconocido la fiebre antes, hasta que me di cuenta de que nada habría cambiado más que mi actitud hacia él porque no se conocía cura ni paliativo. Así que, al fin y al cabo, era mejor que hubiese ocurrido así.

Esa noche, el niño quiso estar conmigo en el establo y Patricia vino. Mientras ella le aplicaba paños húmedos en la cabeza, pude distinguir mejor sus rasgos. Debía de tener sobre 20 años. Su tez era blanca y contrastaba con su pelo oscuro. Me dieron ganas de nadar en sus ojos azules o dormirme acostado en sus clavículas. Estaba muy escuálida debido a la enfermedad. Era evidente que ella enfermó antes de que yo llegase allí. En ese momento, me estaba preguntando cuándo me afectaría a mí, cuando me habló.

Me di cuenta de que Patricia no estaba destrozada por su enfermedad sino por el dolor que sentía dentro. Esa noche me contó por qué se le quebraba la voz al hablar de su madre, cuánto había deseado que no llegase el día en que su hermano se encontrase así y todas sus pesadillas. Entonces fue cuando le prometí que yo la sacaría de allí. Me sonrió tristemente, pero estoy orgulloso de decir que lo conseguí. Le dije: “Cierra los ojos, vamos a viajar.” Le conté historias de mares infinitos y del reino de las sirenas y tritones. Hablamos sobre gobernantes que perdieron todo lo que querían por “quererlo” demasiado y piratas que renunciaron a lo que ellos creían que querían más por otros tesoros de valor incalculable. Esto fue lo que le ocurrió a César, que le cedió todo su oro al horrible pirata Gádor solo para poder irse con la chica de la que se había enamorado…



Un hilillo de rubí caía como cascada

Por su cuello y rápido lo captó su mirada.

No recuerdo si era la luz de la mañana

Pero en sus ojos lucía un alma preocupada.

El filo del cuchillo a la chica alertaba

Mientras la sonrisa de Gádor lentamente se ensanchaba.

Por su mejilla apresurada una lágrima cruzaba

Mientras el arma más profundamente se clavaba.

Con un temblor, César cedió

Y ante el malvado Gádor sucumbió.

No le quedó otra opción

Mas que optar por su amor.



Y así, lentamente, Patricia se durmió.

Los días siguieron pasando y las cosas no mejoraban. Intentaba ayudar en la investigación buscando cabos comunes en los enfermos y realizando análisis, pero no encontraba nuevas pistas. Sentía que estaba encerrado dentro de un reloj de arena. Neithan era un alma que deseaba correr, encerrada dentro de un cuerpo que se consumía como una vela. Patricia me pedía todas las noches que la llevase a otros mundos. Llegó un momento en que no pude evitarlo más. Le dije que la noche era el mejor momento del día y que cuando se empezaba a poner el sol, la emoción me desbordaba. Ella sonrió y dijo que yo había sido un amanecer en medio de una noche eterna. Entonces, me besó.

Se cumplieron cuatro meses desde mi llegada y yo seguía durmiendo en el establo. Neithan venía todas las mañanas corriendo e intentaba mirar qué había debajo de mi parche. A veces, me hacía el favor de sonarse los mocos primero, pero eso solo ocurría si estaba triste. Una mañana, tras ser amenazado con una sustancia color verde amarillenta, me fijé en una extraña mancha que tenía. Me dijo que era una marca de nacimiento igual que la de su hermana y, curiosamente, también se encontraba en el hombro derecho. Tenía forma triangular y era rosada. Neithan se cansó de que la analizase y me pellizcó antes de echar a correr.

Una noche, Patricia me susurró “Hay que consolar al Sol, que está llorando” y se fue andando rápido mientras reía. “¡Va a ser mágico! ¡A mí me encanta! ¡Corre, Yzak, ven!” gritaba mientras tomaba bocanadas de aire. Parecía que ella conocía el camino a la perfección. Llegamos a un prado donde algunas lucecillas brillaban. Patricia me dijo “Son luciérnagas, pero las del cielo son más bonitas”. Alcé la vista. Ante mí, se hallaba un lienzo descomunal negro pintado por estrellas. Y entonces, entendí por qué me había susurrado aquello. Estábamos contemplando la famosa noche de las estrellas fugaces llamadas las lágrimas de San Lorenzo. A Patricia no le cabía la sonrisa en la cara. Nos tumbamos y contamos cuántas veíamos.

— Dime, Yzak, ¿qué buscas en la vida?

— Mmmmm… hace unos meses te habría dicho “una hamburguesa” pero ahora creo que me decantaría más por una pizza. ¿Y tú?

— Es un objetivo maravilloso —dijo mientras soltaba una risilla. — Yo… Saborearla lo máximo que pueda… ¡Mira, ahí hay otra! —gritó señalando una nueva estrella fugaz. — ¿Me cuentas otra historia?

— Cuéntame tú algo que creas que puede interesarme. —Dije poniendo cara de pillo y mandándole el desafío.

— Vamos a ver…—Su mirada aceptó el reto—. Cuando era pequeña, encontré una rana muerta en el suelo. Estaba aplastada y disecada por el calor que hacía aquellos días. No me preguntes por qué, pero… ¡me la comí! —dijo soltando una carcajada.

— ¡Vaya, con que con eso te referías a saborear la vida al máximo! —Me dolía la barriga de reírme. Después de que ella refunfuñase y pusiese cara de enfadada, le dije: — A ver, tu premio… —Y le di un beso.

— Mmmmmm… eso ha estado muy bien, pero… ¡quiero mi historia!

Patricia me sorprendió aquella noche. Me gustó verla tan relajada y risueña. Es un recuerdo al que siempre vuelvo. Pedimos un deseo por cada estrella. Bueno… Creo que ella lo hizo. A mí no me hacía falta. Mi deseo estaba sentada a mi lado mirando al cielo fascinada.

Tras unos días, Neithan me despertó llorando. Patricia había muerto. No existía palabra que pudiese expresar mi dolor ni recipiente donde cupiese mi llanto. Me dejó una carta:

Hola, Yzak.

Si estás leyendo esta carta, siento mucho las malas noticias. Quiero que sepas que gracias a ti estos cuatro meses han sido maravillosos. Estar contigo me sumía en un estado de éxtasis que se mantenía todo el día porque sabía que volvería a tu lado. Siempre estás en mi mente y cuando cierro los ojos, me siento bien porque vuelvo a verte.

Resulta que al final sí que somos como el día y la noche. Cuando estoy yo, no estás tú y cuando estás tú, yo me voy… Lo que me reconforta es haber disfrutado de los anocheceres y los amaneceres y sentir que siempre estás a mi lado. Yo siempre estaré al tuyo. Por favor, sigue intentando que la gente disfrute despertarse cada mañana, pero, sobre todo, disfrútalo tú. Aprovecha cada segundo porque eres muy afortunado por tenerlo. En cuanto a mí, recuerda los buenos momentos. Quiero que sonrías cuando pienses en mí. Quiero ser un recuerdo agradable al que volver. Aunque duela que sea un recuerdo… respira y continúa, continúa, continúa… y piensa en cuánto te quiero.


Al día siguiente, me desperté un poco desorientado. Entonces, lo recordé… y decidí centrarme en un objetivo que tenía en mente desde hace un tiempo. Me levanté tan rápido que la vista se me nubló y caí al suelo. Emprendí mi camino tras limpiar un par de gotas de sangre que cayeron de mi nariz.


Capítulo 3: Sangre y mar.



El sol aún no se había desperezado cuando el padre de Neithan (llamado Frank), el niño y yo partimos montaña arriba. Frank sabía el camino que debíamos recorrer para llegar a donde moraba Técaron, el diablo. Dejamos algunos puntos claros sobre cómo íbamos a actuar cuando llegase el momento y nos dirigimos hacia allí con paso firme. Al mediodía, ya habíamos llegado a la mitad del camino. Mi nariz volvió a sangrar y me mareé. Técnicamente, quedaba poco cuando sentí que me fallaban las fuerzas y me desmayé.

Al despertar, la cabeza seguía dándome vueltas. Escuché gritos y, tras unos segundos, el silencio predominó y lo único que oí fue mi corazón palpitando fuertemente en mi cabeza. Neithan estaba sentado a mi lado. Me preguntó muy nervioso que qué ocurría. Tenía que reaccionar y traté de levantarme lentamente. Conseguí permanecer en pie y tras decirle que permaneciese escondido en una pequeña cueva, investigué los alrededores. Tras andar un poco, observé una mancha en el suelo a lo lejos y al acercarme, deseé que no fuese lo que estaba pensando. Al lado de una gran roca estaba tirado un cuerpo sin vida, el de Frank. El primero en el que pensé fue en Neithan y no en su padre. El chaval no podría soportar aquello. Tuve que sentarme para recuperar el aliento. Una lágrima cruzó mi mejilla y me dije: “Continúa, continúa, continúa…” No se escuchaba ningún ruido y soplaba un viento suave. Dirigí temeroso la mirada hacia Frank. Todo indicaba que había muerto por una contusión en la cabeza. Había sangre en una protuberancia puntiaguda de la roca y en los alrededores y el rastro seguía detrás de unos árboles. Me acerqué a ellos y vi una casita a lo lejos. Las gotas continuaban como huellas en el suelo hasta allí.

Cuando volví, Neithan tenía los ojos muy rojos y estaba dibujando algo en el suelo con una ramita. Tenía rastros de sangre debajo de la nariz. Me miró y no dijo nada. Le pedí que se quedase ahí porque tenía que ir a investigar más y se negó. Le dije que solo pretendía protegerlo y me espetó “ahora ya da igual y lo sabes”. Yo pensaba en Patricia y su sonrisa triste. “Continúa, Yzak, continúa, continúa…”

—Está bien. Puedes venir.

Me miró sorprendido y se puso en pie.

Cuando llegamos, no sabía qué hacer. Dentro de esa casa podría estar el ser más temible de la isla. Miré a Neithan y me devolvió la mirada. Le pregunté qué debería de hacer y me respondió “yo cuando quiero entrar en la casa de alguien, llamo a la puerta”. Me sorprendió su actitud sabiendo que, tras aquellas paredes, estaba un monstruo que seguramente había matado a una persona momentos antes. Después, recordé que lo más probable es que estuviese herido. Y, aunque me pareciese increíble hasta a mí mismo, llamé. Se oyeron ruidos dentro. La puerta se abrió lentamente y asomó una cabeza negra con reflejos rojos. Era irregular. Tenía un mentón grande y unos ojos enormes. En la frente tenía dos grandes bultos que eran la base de un par de cuernos retorcidos. Me asusté bastante y me quedé todavía más bloqueado. Cayeron gotitas de sangre al suelo desde la nariz del chaval. Lo que ocurrió entonces me dejó helado. El diablo cerró la puerta y se oyeron más ruidos dentro. Le dije a Neithan que nos alejásemos porque la situación me resultaba muy extraña. Permaneció en el sitio hasta que la puerta se volvió a abrir, esta vez completamente. Su aspecto era verdaderamente aterrador. Se agachó para mirar al niño y acercó su cara hasta la de él. Lo arrastré y me dijo: “para, tranquilo…”. El demonio acercó su mano a la nariz del niño y le limpió la sangre con un apósito.

Con una voz ronca y grave me preguntó qué le pasaba. Balbuceé algo y entonces Neithan preguntó dónde estaba su padre. Técaron abrió los ojos más y miró a otro lado.

— Me clavó un cuchillo en la espalda. Yo no lo había visto. Las visitas de los aldeanos me han obligado a estar más a la defensiva, a estar alerta. Sus propósitos no me resultan agradables… Me alejé de la aldea para evitarlos y parece que conseguí lo contrario. No soy capaz de controlar mis poderes del todo, por un momento perdí la consciencia y el ser que vive en mi interior se descontroló. Lo siento, chaval, pero…—dijo mirando al suelo.

El niño también bajó la vista y sollozó. Debido a las convulsiones del llanto, motivó el vómito y el suelo se tiñó de rojo. Empezó a respirar muy fuerte y el diablo me preguntó con un tono de voz más alto qué le ocurría. Le conté lo que sabía de los síntomas y la enfermedad que sufría el pueblo.

—Todo es culpa mía, debería de haberlo sabido antes. Cómo pude ser tan estúpido. Soy científico y decidí aislarme por mi aspecto y el poco control que tenía sobre mis habilidades. Estaba investigando una súper bacteria que afecta a algunas islas del mar del oeste. —Me explicó mientras hurgaba en algunos cajones—. De alguna forma, la comida o el agua de la gente del pueblo se contaminó… Vinieron algunos de la aldea, era por eso, soy un estúpido… Muchos escaparon y otros optaron por atacarme. No pude evitarlo, los maté… y después asustaba a los que venían para evitar más desgracias…—Neithan empezaba a perder la respiración, el demonio lo miró de nuevo y dijo: — Vale, esto es lo que haremos. La única forma de conseguir la cantidad de anticuerpos suficiente es inyectarme una gran muestra del microorganismo. Lo más probable es que, a continuación, empiece a convulsionar y tú tienes que clavarme esta aguja y sacar sangre hasta el tope. Entonces, la metes en aquella ultracentrifugadora y pulsas el botón central. Transfiere solo la parte superior del frasco centrifugado a una jeringuilla e inyéctale un tercio, ¿entendido?

No me dio tiempo ni a pestañear. El diablo abrió un armario que ponía “cepas en cultivo” y en cuestión de segundos, ya estaba convulsionando. Su piel era tan gruesa que la aguja se rompió. Fui a buscar otra y no dudé al clavársela con más fuerza porque Neithan apenas respiraba. Busqué su cuello y me sorprendí al observar una marca triangular en el hombro. Seguí todos sus pasos. Finalmente, tras inyectarle los anticuerpos al niño y ver que su respiración se estabilizaba, acudí en ayuda de Técaron. Había vomitado sangre y estaba completamente inmóvil. Acerqué la mano a su boca. No tenía aliento. Neithan estaba inconsciente. No quería dejarlo solo. Tras unas horas sentado a su lado, se despertó y con una voz débil me dijo que tenía sed. Le respondí que iba en busca de agua y, tras mirar en los cajones y no encontrar nada, salí de la casa. Alrededor encontré bayas y temía alejarme más. Probé una para cerciorarme de si eran salvajes (las venenosas) las cuales solo causarían que el niño empeorase de nuevo. El sabor fue tan repugnante que casi vomito. No era así como sabían las venenosas, pero decidí buscar otro recurso porque Neithan no necesitaba más arcadas.

Unos días más tarde, pude suspirar por alivio y no angustia. El médico había conseguido desarrollar la cura a base de los anticuerpos de Técaron. Los aldeanos convirtieron su casa en un altar. Él les provocó una desgracia inconscientemente, pero la solucionó de forma consciente, por eso le llevaron unas flores llamadas “siemprevivas”, que se mantienen coloridas aunque el tiempo caiga sobre ellas. Neithan mejoraba con el paso de los días. Tres semanas después, cuando el gobierno se enteró de lo ocurrido, mandó un barco. Decidí que ya era el momento de partir porque el chaval se encontraba bien. Ya corría y molestaba a toda persona con la que se cruzase. Le ofrecí venir conmigo y me dijo que los niños de la aldea se iban a aburrir mucho sin él. Se quedó con la señora del huerto que al final resultó no estar tan loca. Me fui de Calendia con un nudo en la garganta.

En el barco, me informaron de que mi recompensa sería la mitad de lo acordado debido a ciertos problemas. Me enfadé y finalmente, dejé de gritar cuando me dolió la cabeza. Acerqué mi mano a la frente para ver si tenía fiebre y palpé un par de bultos en ella…


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Última edición por Yzak el Mar 18 Sep 2018 - 18:18, editado 1 vez


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Diario. El amanecer de una noche eterna. Empty Re: Diario. El amanecer de una noche eterna. {Mar 31 Jul 2018 - 0:48}

Buenas noches Yzak y bienvenido al humilde vodevil de este tirano sin Grecia. Muchos me conocen por aquí, pero como tú eres nuevo rompamos el hielo: Hola, soy Nat y hoy voy a ser tu corrector. Recuerda antes de empezar que puedes sobornarme o seguirme en Twitter, pero ello no cambiará tu valoración. Dios mío, qué bien sienta volver a decirlo tras tanto tiempo. Pues bien, vamos allá:

Para comenzar me gustaría que hablásemos de ortografía y demás cuestiones referentes a la gramática de ésta nuestra bella lengua: El klingon. Vale, me he pasado. Prometo no volver a salirme del guion. En fin, lo cierto es que debo felicitarte porque salvo un par de tonterías es excelente. Sólo por comentar, tras la acotación del diálogo únicamente se cierra el guion si va a continuar el texto. No suelo apuntar los errores de esta índole a no ser que haya una gran cantidad, y ése es el que más me ha llamado la atención, por lo que felicidades.

Ahora vamos con las no-felicitaciones. Lo cierto es que cuando un usuario nuevo se atreve con un diario siempre intento prestar atención a algunos párrafos sueltos para ver el nivel, pero dado que pocas veces me toca corregir no suelo leerlos completos y mi opinión queda... Algo coja. Tú, no obstante, puedo decirte que tienes futuro si pules algunos detalles. De hecho, más que pulir es darle un giro de ciento ochenta grados, porque hay algunas cosas que me han dejado muy escamado:

La trama: Eres un pirata. Estás ayudando al Gobierno Mundial. Mi primera intención te juro que fue chapar este diario como ilógico, hasta que entré en tu ficha y me fijé que la Marina aparece como una especie de salvador para tu pueblo. Esto me lleva a preguntarme cómo piensas rolear tu vida pirata como delincuente, pero es una pregunta que no debes responder ahora. Simplemente, me faltó una introducción explicando por qué estabas intentando ayudar. No es un "error" que vaya a influir en la nota, pero sí que me gustaría hacértelo tener en cuenta para futuras ocasiones.

En fin, la trama es sencilla y se puede resumir en una sinopsis bastante simple: Yzak, un joven aventurero, se adentra en una isla asolada por la sombra de la muerte. Allí reirá, llorará y descubrirá que no todo es lo que parece. Ampliándola un poco más podemos introducir cosas como "descubrirá el amor", "tendrá conversaciones extrañas" y, mi favorito por encima de todos, "dame cocos y seremos amigos... O no, pringao". Ahora más en serio, el giro de trama final me ha dejado frío, más porque el diablo fuese un científico bonachón que no controlaba sus poderes que otra cosa. Y, sobre todo, porque si todo el pueblo sabe que esa enfermedad es por ese tipo... Me resulta cuanto menos difícil de entender que nadie intentase hacer nada por remediarlo. Incluso que los dos médicos no fuesen a investigar el origen de ese caso de histeria colectiva. Más que nada, porque habrían salvado muchas vidas de haber hecho bien su trabajo. Pero unas oposiciones las aprueba cualquiera y sólo sobrevivieron los tontos; okey.

Analizo ahora a los personajes: La vieja voy a perdonarla porque sufre delirios febriles, a Patricia voy a perdonarla porque en dos meses puede surgir el amor perfectamente... A quien no voy a perdonar es a Belcebú por matar a alguien de un empujón. Es decir... Frank, hasta donde sabemos, estaba sano. Por muy fuerte que lo lanzase imagino que debería haber sido capaz de resistir, ni que fuese a quedarse paraplégico, pero la muerte son palabras mayores. Por otro lado, Neithan me parece un niño muy desagradable.

Quisiera decir que la historia me ha parecido original en lo que a este foro respecta, aunque la has narrado sin aprovechar todo el factor sentimental que podrías haber exprimido ahí. Creo que realmente, hiciste un sumario en los dos primeros capítulos para que el tiempo corriese y finalizar tu idea cuanto antes. Como te digo, los dos primeros capítulos han resultado extremadamente asépticos teniendo en cuenta la situación que intentabas reflejar, mientras que el que mejor has reflejado tiene un final bastante decepcionante. Generaste unas expectativas que finamente no se cumplieron. De pronto resulta que el ser que enferma a una isla entera y mata de un golpe a una persona es un tranquilo científico incapaz de herir a nadie a propósito. Yo me esperaba algún tipo de batalla sangrienta o, por lo menos, que fuese una criatura salvaje la que sin querer estaba emponzoñando la isla.

También comento: La historia de amor en plan Aladín fue una gran idea, pero me habría gustado ver algo más que su avance temporal. Una conversación larga, un párrafo dedicado a examinar esa marca de nacimiento que parecería importante... No sé, cualquier cosa que favorezca esa implicación del lector y que no has conseguido. Aunque, como comencé diciéndote, creo que puedes llegar a hacerlo.

Tengo que comentar ciertos errores lógicos en esta historia, tales como que un niño enfermo pueda seguir la pista a dos adultos sanos y sobrevivir a una insolación que te ha provocado un desmayo. Es decir... Está enfermo, ¿Cómo puede ni siquiera moverse si está tan débil y vomita sangre? Lleva cerca de dos meses padeciendo la enfermedad, debería estar hecho polvo. Y parece sano.

En fin... Creo que si pasase la noche criticando tu primer diario lo único que lograría sería que te frustrases y desistieses. Por ello, te invito a releer el diario, preguntarte si es así como deseas que quede y, si la respuesta es no, trates de mejorarlo. Lo único que has solicitado cuesta nota 10, y a estas alturas ambos sabemos que no puedo otorgarte una Akuma deífica con sintonía natural. Por ello, y sin darte la nota, deseo animarte a editarlo si te ves capaz para extenderlo un poco (lo cierto es que no has gestionado del todo bien el tiempo interno y la estructura narrativa) y mejorar el diario, tanto en los puntos que te he comentado como en los que tú creas este diario cojea. Sé que con esfuerzo y paciencia puedes conseguirlo, así que te animo a ello.

Dicho esto, y explicado todo, procedo a darte tu merecida nota:

Sobre una base de 2,5 puntos por superar las 3.000 palabras tienes 0,75 puntos en la trama, 1,50 puntos en originalidad, 1,50 puntos en psicología, 1,46 puntos en escritura y 0,5 puntos en estilo.

Sobre esto último, te preguntarás qué tiene de malo el estilo que has utilizado: Como te he dicho, el mayor error está en tu gestión del tiempo interno y la estructura, que denota poca planificación, y prestas escasa atención a detalles que parecen ser relevantes y, de hecho, en la parte final demuestras que lo son. Tu nota en conjunto es 8,21 si no he contado mal.

Si decides finalmente editar recuerda que debes ingerir o al menos encontrar la Akuma en el diario (supongo que intentabas representarlo como la baya), y recuerda que las frutas del diablo tienen un sabor vomitivo, que casi parece atragantarse.

Creo que no me queda nada más por decir, así que recuerda que puedes editar o si no estás de acuerdo con mi criterio no hay ningún problema si solicitas una segunda moderación.

Buenos días.


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Diario. El amanecer de una noche eterna. Empty Re: Diario. El amanecer de una noche eterna. {Mar 18 Sep 2018 - 18:35}

Para empezar, siento mucho la tardanza. He buscado la mejoría en este diario siguiendo tus indicaciones, sin embargo, creo que algunas de las cosas deben quedarse así (hablo mayoritariamente del tercer capítulo). He añadido bastantes detalles y he intentado gestionar mejor los tiempos y estructura interna, además de quitar incoherencias que comentabas aunque no se si lo he conseguido en su totalidad. Así que, espero que haya podido mejorarlo un poco aunque solo sea por ese error en la ortografía. Un saludo, y sea cual sea el resultado final gracias por la corrección.


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Diario. El amanecer de una noche eterna. Empty Re: Diario. El amanecer de una noche eterna. {Dom 21 Oct 2018 - 11:08}

¡Buenos días por la mañana! Lo cierto es que no esperaba que el proceso de actualización del foro se dilatase tanto como para tenerte un mes esperando, así que lo primero es disculparme por esta dilatada tardanza. Sin embargo, puedes observar lo bonito que ha quedado todo y las nuevas guías, modificadas si no en un 100% casi en un 90. En fin, como ya sabes quién soy no te lo diré, pero hoy voy a hacer tu segunda moderación y, dado que publicaste esto días antes de la actualización, voy a corregirte según los viejos C.U.L.O. y no los nuevos, ya que la nota bajaría ligeramente.

En fin, gran parte de los errores en este diario han sido subsanados a excepción del que a mi entender es el más grave: El científico. Sin embargo, creo que su puesta en escena y carácter hacen que, al cambiar, parezca menos emparedado en la trama. Es una mejoría y demuestra que cualquier historia es buena si está bien contada. Aún hay cosas que me patinan, no te voy a mentir, pero que hayas aclarado algunas cosillas y prestado más atención a los detalles hacen de la historia algo mucho más masticable. La verdad es que si sigues así pronto lograrás hacer grandes cosas, pero recuerda que debes seguir mejorando.

En fin, siguiendo con mi política de mano abierta para primeros diarios creo que te voy a poner un 9 de nota. No te llega para la Akuma de Belcebú, pero dado que en la última actualización las Zoan deíficas han sido evaporadas, te voy a dar dos opciones:

Pedir segunda moderación: Te llevas lo mejor de las dos actualizaciones. Si lo deseas, pese a haber editado, puedes pedir una segunda moderación, pero ésta se hará con los cánones actuales. Eso sí, si ganas la Akuma es tu derecho conseguirla porque "sería antes de la actualización".

Aceptar la nota: Dado que conocer esta información de antemano podría haber modificado tu idea, te doy la opción de tomar la nota que te he puesto y coger una Akuma distinta de tu agrado (desde paramecia hasta Zoan mitológica) que cuadre con tu personaje. Te doy incluso dos ideas tales como la paramecia de plagas (Épica) o la Zoan mitológica de Tangaraño (un demonio del folclore gallego que enferma a la gente).

En fin, no me queda más por decir así que me despido.

Buenos días.


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