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Dexter Black
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El hombre llamó, y pese a sus reticencias no pareció que le costase mucho ir diciendo una a una todas las instrucciones que Dexter le iba dictando. Así mejor, pues no pensaba tener piedad con él ni por un instante si lo veía dudar. Una vez este hubo terminado de dar instrucciones, Dexter tenía en mente una última cosa que el bueno de Luciano seguro que iba a sufrir.
- ¿Hay algún micrófono conectado a toda la isla?
Luciano negó con la cabeza, pero Dexter soltó un chispazo al techo, que ennegreció al instante por la fuerza de la descarga.
- He visto la red de den den mushis que hay por todas partes -aclaró-. ¿Estás seguro de que es buena idea tomarme por tonto?
- Si hablas todo el mundo sabrá que estás vivo. Y mis amigos no tardarán en encontrarte -espetó, recibiendo una bofetada por su comentario.
- Dame el micrófono, o la siguiente te mandará volando.
La marca en la cara de Lucky Luciano era patente. De color amoratado en la mejilla, el bofetón le había reventado la mitad de las venosidades en esa gorda y abotargado rostro. También pareció ablandar su corazoncito, puesto que le señaló un den den mushi en una estantería. "Perfecto". Lo tomó y, sentándose en el sillón del gobernante, comenzó su discurso.
- Ciudadanos de Tamago, voy a ser breve -comenzó, relajado-. Mi nombre es Dexter Black y, como imaginaréis, estoy vivo. Durante muchos años habéis sufrido bajo el yugo de Lucky Luciano y sus vínculos en los bajos fondos pero hoy, gracias a Bleyd Master, he podido llegar hasta el corazón mismo de la isla. -El mercenario también merecía su parte del mérito-. Estoy delante de Luciano, que se ha comprometido a abandonar la isla pacíficamente, así como a desarticular por completo su entramado criminal. Los chips que podrían mataros están inactivos ya, y ningún militar va a atacaros por salir a la calle o de la isla. Conducíos al hospital más cercano para que los doctores os retiren el chip, y dentro de una semana tendréis elecciones libres donde podréis, por fin, ser dueños de vuestro destino. Esperamos que esto baste para que vuestra vida mejore, pero ante todo recordad: No ataquéis ahora a los que antes os maltrataron; demostrad que valéis más que esto. Corto y cierro.
Luciano se quedó mirando hacia él unos segundos cuando colgó, hasta que por fin habló:
- ¿Crees que te harán caso? No tienes ni...
- Y me vas a pagar. Quinientos millones, la mitad para mí y la mitad para Bleyd.
- Estás loco...
- No, loco estaría si te exigiese algo que no puedo cobrar. Y tú sí puedes pagarlo. Es más, aparte de mi dinero, todo lo que te sobre vas a dejarlo aquí cuando te marches.
- ¿Hay algún micrófono conectado a toda la isla?
Luciano negó con la cabeza, pero Dexter soltó un chispazo al techo, que ennegreció al instante por la fuerza de la descarga.
- He visto la red de den den mushis que hay por todas partes -aclaró-. ¿Estás seguro de que es buena idea tomarme por tonto?
- Si hablas todo el mundo sabrá que estás vivo. Y mis amigos no tardarán en encontrarte -espetó, recibiendo una bofetada por su comentario.
- Dame el micrófono, o la siguiente te mandará volando.
La marca en la cara de Lucky Luciano era patente. De color amoratado en la mejilla, el bofetón le había reventado la mitad de las venosidades en esa gorda y abotargado rostro. También pareció ablandar su corazoncito, puesto que le señaló un den den mushi en una estantería. "Perfecto". Lo tomó y, sentándose en el sillón del gobernante, comenzó su discurso.
- Ciudadanos de Tamago, voy a ser breve -comenzó, relajado-. Mi nombre es Dexter Black y, como imaginaréis, estoy vivo. Durante muchos años habéis sufrido bajo el yugo de Lucky Luciano y sus vínculos en los bajos fondos pero hoy, gracias a Bleyd Master, he podido llegar hasta el corazón mismo de la isla. -El mercenario también merecía su parte del mérito-. Estoy delante de Luciano, que se ha comprometido a abandonar la isla pacíficamente, así como a desarticular por completo su entramado criminal. Los chips que podrían mataros están inactivos ya, y ningún militar va a atacaros por salir a la calle o de la isla. Conducíos al hospital más cercano para que los doctores os retiren el chip, y dentro de una semana tendréis elecciones libres donde podréis, por fin, ser dueños de vuestro destino. Esperamos que esto baste para que vuestra vida mejore, pero ante todo recordad: No ataquéis ahora a los que antes os maltrataron; demostrad que valéis más que esto. Corto y cierro.
Luciano se quedó mirando hacia él unos segundos cuando colgó, hasta que por fin habló:
- ¿Crees que te harán caso? No tienes ni...
- Y me vas a pagar. Quinientos millones, la mitad para mí y la mitad para Bleyd.
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- No, loco estaría si te exigiese algo que no puedo cobrar. Y tú sí puedes pagarlo. Es más, aparte de mi dinero, todo lo que te sobre vas a dejarlo aquí cuando te marches.
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