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S. Gatsby Fitzgerald
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Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) Empty Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) {Lun 14 Sep 2020 - 16:06}

Hey Scott — Una voz masculina resonó desde el pasillo que daba a babor — Ten cuidado con el sol, hoy pega fuerte.

La sombrilla de color violeta se movió a un lado dejando ver esa tez pálida que mostraba unas ojeras casi perfectas bajo unos ojos sin vida, sin brillo alguno. La mueca de una sonrisa se marcó en sus labios que había hidratado con cacao minutos anteriores y eso hacía que fuese lo único que mostrase una luz en su rostro demacrado. Gatsby agradecía esos gestos de sus compañeros, era verdad que su salud era una auténtica basura, siempre, cuando se despertaba, lo hacía creyendo que iba a ser el último día, así que procuraba sonreír para no irse con una expresión llena de tristeza y probable arrepentimiento.

Sí, pero llevo la sombrilla, no te preocupes. — Cuando los rayos de sol rozaban el mascarón de proa, se podía sentir el calor, calor que empezaba a hacer mella en esa ropa tan poco cómoda que llevaba para un viaje o para cualquier cosa. Los tacones, la falda hasta los pies, el corsé ajustado, nada era adecuado para esa situación. Pero no le importaba, Gatsby aguantaba el tipo, no se arriesgaba a mostrar un solo gramo de piel para no sufrir quemaduras, al fin y al cabo llevaba tiempo largo pensando que tenía una especie de alergia al sol. — Hoy llegaba un recluta nuevo ¿no? — Su voz sonó pausada, tranquila, hacía no demasiado uno de sus superiores había hablado de una nueva incorporación y por ello estaban allí, para poder conocerle.

Respiró profundamente, esperar le ponía de los nervios, la falta de puntualidad le parecía una falta de respeto así que para ella, esa persona que iba a unirse a la revolución, no se merecía que ni una sola palabra amable naciese en sus labios, tan solo un chasquido. Su pie golpeaba una y otra vez las maderas de la cubierta, repiqueteando de forma sonora y haciendo notable el enfado y molestia que sentía en ese instante. Alzó la mirada hacia estribor, observó el mar que se hallaba extrañamente calmado, como un plato, ni una sola ondulación en las aguas y después la dirigió a la popa, dejando escapar un suspiro que no mostraba aprobación alguna.

Por el rabillo del ojo divisó a uno de sus compañeros que movía las manos alzadas de un lado a otro, dando indicaciones. Gatsby avanzó entonces hasta él con la ira marcada en el rostro, con un leve brillo que no indicaba nada bueno, abrió la boca para coger una bocanada de aire y comenzó con el reproche digno de una señorita enfadada.

Entiendo que seas nuevo y esas cosas, pero querido, en la revolución  somos puntuales, pun-tua-les — Con los ojos recién cerrados, llena de razón, matizó aquella palabra — Y si tú no lo eres no sé que haces aquí — Y por fin los abrió, ante ella, algo parecido a un sueño o a una ilusión; cabellos negros, cigarro, ojos azules, una mirada hiriente pero herida — ¿Zeff? — Pestañeó un par de veces sin poder creérselo, la ira que sentía hacia él desde su marcha se había disipado de golpe, ya no quedaba nada de ella, había sido reemplazada por una serie de sentimientos que en ese momento resultaban incomprensibles — ¿eres... tú?

Tragó saliva y movió a un lado la sombrilla pestañeando boquiabierta. Sinceramente, él era la última persona que se esperaba ver allí, parado, de pie en el barco, alto, estoico y, probablemente, al igual que ella, repleto de incertidumbre.
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Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) Empty Re: Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) {Lun 14 Sep 2020 - 19:46}

El pequeño asentamiento que se erguía sobre las ruinas de lo que otrora había sido la orgullosa y dramática Loguetown, era ideal para Zeff.

Ideal porque nadie le conocía allí, todo mundo era amable y humilde. Y nadie hacía preguntas. Zeff acostumbraba ayudar a la gente en sus tareas más campesinas. Cosechas, cuidado de animales, labrado de tierra, etc. Así, se ganaba la comida y, además, algo de dinero para sus traslados a otras islas. Era frecuente que visitara Firstage, para ver a algunos amigos y conocidos, también señoritas.

Pero por, sobre todo, para actualizarse de las movidas del gobierno y los piratas. Cuánto odio, cuánta rabia con tan solo pensar en ellos. El único ser que se salvaba de entre esos dos grupos era su hermano, pero aquello es historia para otra velada. En resumen, un buen día y quizás por pura suerte o destino, escuchó sobre un grupo revolucionario que estaba dando frente a las fuerzas hegemónicas. En un principio no se ilusionó mucho puesto que, creerles a dos borrachos sus fantasías, era una locura.

Pero la fantasía resultó ser verdad. Y así, luego de varios intentos de contacto, ellos le encontraron a él una noche cálida y llena de estrellas en el firmamento. En un callejón cualquiera de Firstage, casi como rememorando antiguas etapas de su vida.
Fue así como su reclutamiento se vería efectuado, oficialmente, un par de días después, en lo que alguna vez fuese Loguetown.

El día finalmente había llegado. El sol no era piadoso e iluminaba tanto como podía. Pegaba fuerte en el rostro y los brazos, el cuello; y la brisa marina, coqueta y escurridiza, también hacía lo propio, escabulléndose por los terrenos de la isla. Zeff estaba cuidando algunos animales, sus katanas estaban a un lado y su hacha pegada a la cintura.

—No creo lleguen tan temprano… —susurró, mientras acomodaba ambos brazos detrás de su nuca, apoyado en las faldas de una pequeña colina. Las ovejas, pastaban alrededor de él, confiando en su guardián. Y Zeff, igual confiado, cerró sus ojos como cual bebé entre los brazos de su madre.
Soñó con cerveza y carne, brindaba por haber entrado a la revolución. Aunque le parecía extraño que todos sus nakamas tuvieran cara de oveja. Reía y bailaba mientras balaba junto a sus compañeros, entonces fue que una de ellas comenzó a gritarle.

—¿Tú no te ibas hoy con tus amigos? ¡Ya llegaron! ¡Despierta, pelmazo! —baló la oveja nakama, y Zeff abrió los ojos como platos al instante.  

—¡El barco, maldita sea, me cago en todas las ovejas! —gritó Zeff, quien ya estaba despierto. Los animales le quedaron mirando, una de ellos baló. Zeff supuso que le respondió “maldito idiota”, así que solo hizo mueca de fastidio, cogió sus katanas y comenzó a correr. En un par de minutos ya estaba en la orilla. Le recibieron con algo de reticencia, más uno de ellos fue bastante amable.

—Perdón, tuve algunos… inconvenientes con la familia. —dijo, así como para decir algo. Llevó un cigarrillo a sus labios, pero no lo encendió, a veces lo hacía por costumbre.

Ya a bordo, vio avanzar hacia él a una mujer de ropa extraña y una sombrilla en sus manos. Era de figura marcada y extremidades delgadas. No era para nada alta, pero Zeff sintió que cierta energía que le envolvía le hacía parecer incluso más alta que él.

“Debe ser quien está al mando”, pensó el moreno, entornando los ojos y decidiendo qué iba a decir a continuación. Y entonces vino la reprimenda. Tragó saliva y miró hacia un lado, tenía que portarse bien si quería ser aceptado en la revolución. No era como llegar y decir “puntuales son mis pelotas”, o parecido. Así que se quedó en silencio por algunos segundos hasta que sus ojos y los de la mujer se encontraron.

Aturdido. Un mazazo en toda la cara, eso fue lo que Zeff sintió en el momento en que su nombre fue pronunciado sin siquiera haberse presentado.
El cigarrillo que llevaba entre sus labios, sin encender, cayó al suelo. Y luego de que ella hiciera a un lado la sombrilla, dudas no quedaron.

Cómo olvidar ese par de ojos violetas, que tantas veces mostrase las estrellas en su mirada. Pero más aún, frente a él estaba aquella niña que en un principio le inspiró a luchar por la justicia y la paz, para cuidar al inocente y al más desamparado. Ella había sido el motor impulsor del camino de vida elegido por Zeff, para luego continuar este mismo de la mano de su hermano y padre.

¿Cómo olvidar a alguien así? ¿Cómo olvidar a la familia?

—Gats… —por un momento no le salió el habla—. Gats… eres tú, peque… digo —tragó saliva nuevamente, recordó que había que mantener las formas, después de todo si ella estaba al mando había que mostrar absoluto respeto. Se contuvo de abrazarle.

—Soy yo, Zeff. Tanto… tiempo. Te ha ido bien, bastante bien, por lo que veo. —no sonrió, pero en sus ojos se notaba la alegría de ver a quien viera como hermana. El constante y rápido palpitar de su corazón era prueba de ello también.

—Quiero unirme a ustedes, tengo motivos, y creo que no hace falta decir mucho. Me conoces bien, bastante bien… —dijo, con seguridad, sus ojos azules llenos de determinación se clavaron en los violetas ajenos—. Déjame luchar a tu lado. —agregó. Su ceño estaba fruncido pues recordó por un momento todo lo que quería cambiar y borrar en este mundo. Y no podía fallar, la revolución era su camino.
S. Gatsby Fitzgerald
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Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) Empty Re: Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) {Sáb 10 Oct 2020 - 16:33}

Aquellos ojos azules le hicieron recordar miles de momentos del pasado, más malos que buenos, pero al menos estos últimos resultaban perfectos. A pesar de la pobreza y del dolor se tenían uno al otro, se cubrían, se respaldaban y se ayudaban sin temer por la propia seguridad. Una sonrisa leve se dibujó en su pálido rostro, enfermiza pero realmente contenta, no esperaba tener a uno de sus hermanos como compañero, así que aquello había convertido su día en algo increíblemente óptimo.

Conmigo no seas tan serio, juraría que tenemos confianza suficiente ¿no? — Habló mientras acercaba una mano a su hombro para así golpearlo varias veces con una fuerza realmente inexistente — Bienvenido a la revolución, sinceramente eres una de las dos últimas personas que me imaginaba ver en este barco, pero no sabes cuánto me alegro.

El viento sopló de repente con furia, auguraba mal tiempo pero le dio igual, al fin y al cabo se había convertido en una mujer de mar y nunca le había importado demasiado la lluvia, ni las tormentas.

Y no me vuelvas a llamar peque, ya soy una mujer hecha y derecha, aunque no haya crecido demasiado de alto, soy adulta — Arrugó la nariz, mucha gente tendía a meterse con su estatura como si fuese una especie de Hobbit en plena Tierra Media, pero ella sabía que, aunque no fuese alta, tampoco era pequeña — Y no fumes, que es malísimo para la salud.

Entrecerró los ojos, en ese mismo instante la alegría fue arrebatada por un instinto casi maternal, no le entusiasmaban demasiado los fumadores, como médico, aún muy verde, era anti tabaco completamente. En un gesto rápido le arrebató el cigarro y lo tiró al suelo para así aplastarlo y apagarlo impidiendo que pudiese volver a cogerlo.

Sigo siendo tu hermana y esta vez puedo decir que tengo un poco más de carácter que cuando era niña, aunque no lo parezca. — Sin embargo, a pesar de ese gesto tan pasivo agresivo, le dedicó una bonita y sincera sonrisa mientras ladeaba ligeramente la cabeza — Pensé que nunca más volvería a verte, pero incluso aunque el mar sea infinito parece que estamos destinados.

Cerró entonces la sombrilla, la dejó colgando boca abajo en sus delicados dedos, dio un paso hacia él y rodeó su cintura apretando de manera casi imperceptible. Su cuerpo se encontraba relajado al igual que su respiración que resultaba inaudible de la paz que su hermano le otorgaba en ese instante, su presencia, el por fin reencontrarse, tornó ese momento en algo idílico. Por fin, tras unos cortos segundos se separó de Zeff y le hizo un gesto con la mano para que la siguiese hasta el mascarón de proa.

¿Cómo está nuestro otro hermano? — Habló en un susurro, tenía rencor albergado en su corazón, pero le seguía apreciando, al fin y al cabo era consciente de que no se había ido por su propio pie — ¿A dónde fuisteis después de...?bueno, ya sabes.

Preguntas sin responder, a Gatsby aquello le había marcado demasiado, el abandono había sido tan cruel y despiadado para una niña tan pequeña, que el mero hecho de pensar en su padre adoptivo, le arrebataba un trozo de su bondad, característica que ocupaba todo su ser pero que notaba ir poco a poco perdiéndola cuando se trataba de esa parte de su pasado.
Zeff L. Innsmouth
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Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) Empty Re: Esto no me lo esperaba (Pasado/Privado) {Vie 16 Oct 2020 - 4:51}

Por un breve instante, tan efímero como el ocaso, Zeff rememoró viejos capítulos de su malograda vida. Esas pequeñas palmadas en su hombro, parecieron una sosegada muestra de afecto, como ecos de días pasados, donde todo parecía estaría bien, aun cuando nada lo estaba.

Si el moreno fuera un hombre de carcajadas fáciles, habría estallado el cielo con el eco de su risa. Y no por burla o cualquier cosa semejante, sino debido a la felicidad. La familia, dicen, siempre permanece; y por mucho tiempo, cada paso que daba en su camino parecía alejarle cada vez más de aquella afirmación. Hasta ese día.

—Sí, la tene… —no alcanzó a contestar respecto a la confianza. Era claro que la tenían, pero, había pasado tanto tiempo. Tanto tiempo. Supuso que por “dos últimas personas” se refería también a su hermano. Recuerdos vagos llegaron a su mente, como difuminados, quizás entregados a la perdida de alguien tan importante como él.
—Oh, pues… eso está difícil de lograr. Quizás, ambas cosas. —respondió, manteniendo el azul de sus ojos en el lienzo violeta de los orbes de su hermana. No hubo gesto desafiante ni nada parecido, tan solo una mueca de respuesta ante la pequeña arruga en la nariz de ella.

Gatsby no había cambiado mucho, era cierto, pensaba Zeff. Más bien, se había hecho más fuerte, quizás era la brisa marina que había tejido en ella una piel más dura de roer, o los vientos del norte y sus tormentas habían azotado su espíritu tantas veces que ya a nada le temía. Zeff, podía ver aquel valor en la mirada ajena, porque cuando niños, había conocido el temor junto a ella. Y la mirada de una niña asustada jamás se olvida, bien lo sabía el moreno, quien llevaba a fuego en su alma aquellos momentos que trazaron el andar futuro de su vida.

—La familia… siempre permanece. —comentó, asintiendo lentamente. Los ojos de Zeff, seguramente, brillaron ante la sonrisa sincera y amable de Gatsby. ¿Hacía cuánto tiempo que aquel brillante resplandor se le había denegado? Recuerdos fugaces en su mente mostraron la misma sonrisa, en otros momentos, otras historias. Allí, eran tres las almas que reían y entrelazaban sus espíritus para siempre. Bien lo decía Gatsby, concluía el novato revolucionario, simplemente era cosa del destino.

—Habrá que obedecerle entonces, esta vez. —agregó, justo en el momento en que un tímido abrazo selló el reencuentro de dos hermanos perdidos en el tiempo. El corazón de Zeff se detuvo por un instante, fue ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor; las miradas de los otros tripulantes, el romper de las olas en el mar, las gaviotas surcando el viento o las velas propias del navío y su típico danzar. Con ojos de sorpresa y bien abiertos, muy poco acostumbrado a las muestras sinceras de afecto, Zeff rodeó con ambos brazos a su amiga, su hermana. Y guardó aquel pequeño momento como un tesoro, el diamante más puro, o un pedazo de pan entre el frío y la lluvia, entre callejones olvidados, en absoluta soledad.

Luego de separarse, respondió a la señal de su hermana y siguió sus pasos hacia la proa del barco. Los cielos estaban cambiando, las caricias del viento comenzaban a transformarse poco a poco en amenazas, pero no fue aquello que dejó pensando al novato revolucionario.

—Gil… —el nombre de su hermano escapó de sus labios en cuanto la pregunta fue lanzada. Entornó su mirada y encontró el horizonte, buscando las palabras correctas para expresarse.

—Yo, tampoco sé cómo se encuentra. —respondió, con un suspiró que denotó desolación. Lo extrañaba mucho, sus consejos, sus regaños. Miró de soslayo a Gatsby y se preguntó cuánto dolor sentiría ella al pensar en él. Al fin y al cabo, no era ningún tonto, los había visto resplandecer a ambos en más de un atardecer. Y se alegraba por ello, aunque encontraba que “el destino”, había sido demasiado cruel para con ambos.

—Nuestro padre nos llevó a Marineford. Ejerce como capitán, y en esos tiempos su sueño máximo era que siguiéramos sus pasos. Pero… —la diestra de Zeff se aferró al pomo de una de sus espadas, recordar las diferencias y discusiones entre él y su padre no era para nada agradable. Tanto rencor, tanto dolor, tanta sangre…

—Fuimos cadetes por algunos años. Dimos nuestro mejor esfuerzo y, como siempre, Gil era el mejor en todo, ¿sabes? Si lo hubieras visto, habrías estado orgullosa de él… eh… —de pronto, Zeff fue preso de sus propias palabras, no pensó en lo que estaba diciendo y cuando lo hizo ya era demasiado tarde. Agachó y desvió la mirada.

—Lo siento. —suspiró. Levantó la mirada y buscó los ojos violetas, estrellados, de su bella hermana—. Por supuesto yo fui un desastre —prosiguió, encogiéndose de hombros—, al poco tiempo salí a terreno, y allí me di cuenta que el mundo era aún más injusto de lo que yo creía. Y, además, que la marina en vez de ayudar a hacerlo más justo, solo empeoraba las cosas. Hay gente buena allí, sí, pero la mayoría está corrompida. La libertad que profesan solo es válida si ellos son quienes la administran. Y la libertad deja de serlo cuando lleva por nombre cualquier institución. —miró al cielo, nubes grises cubrían sus cabezas. La tormenta era segura, ya el viento no amenazaba, actuaba.

—El último día que vi a Gil fue cuando escapé de la marina. Él sonrió, estaba contento de verme feliz. Y yo no pude ver todo el dolor que él estaba sintiendo al verme partir. Sé que, seguramente, sintió lo mismo que sentiste tú cuando te dejamos… yo, de verdad… lo siento. —dijo Zeff, mirando a su hermana y acercándose a ella un tanto. Había sinceridad en su mirada azul.

—De verdad, lo siento. Fuimos unos estúpidos de mierda. —ofreció disculpas, en su particular estilo, otra vez. Un relámpago sacudió las nubes y fue seguido por un trueno ensordecedor. Más la mirada de Zeff estaba fija en los contrarios, esperando aquel indulto esperanzador, que diera cuenta de un nuevo comienzo. Una nueva vida.

—¿Fue muy duro para ti? ¿Qué ha sido de ti todos estos años? —preguntó, verdaderamente interesado en los asuntos de amiga, su hermana, una pieza muy importante en el mapa que le tocó vivir. Aquel trazo de vida que pareciera estar escrito por manos divinas y que todos llamamos destino.
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