Y el azahar invadió los campos [Alice - Alpha]

Tu apretón de manos fue rechazado joven pirata. Cosa que no te sorprende. De hecho, sonríes mientras mira tu mano derecha para luego cerrarla en un puño. Escuchas atentamente lo que él tiene que acotar. La verdad no era nada ilógico lo que te pedía. Una cama para que ellos pudieran descansar mientras que alguien montaba guardia. Bueno, claramente el que tendría que montar guardia tendría que ser tú. En un lugar plagado de piratas, claramente el peligro estaría plagado en cualquier esquina. Tú por tú parte, no podías evitar sentirte emocionado por alguna extraña razón. Dentro de ti, estabas emocionado porque para ti, este era el mejor terreno de caza posible esta la fecha. Un triángulo de cadena alimenticia diferente al que acostumbras ¿Por qué? Porque quien se encontraba en la punta era alguien diferente al resto. Era un hombre. Era un pirata. Era un monstruo. Te costaba creer un poco que eso era un humano, persona, o lo que fuese. Pero finalmente negaste para ti mismo. Porque yo lo sé y tú lo sabes.

Allí afuera, no existen buenos hombres, solo buenas presas.

- Te sigo. – Respondiste, sin más. - Le seguiste el paso. Te fijabas en como caminaba este. Algo te llamaba la atención de Miles. Por más que te fijabas en sus movimientos e intentabas replicarlos, no eran del todo inaudibles. Más que simplemente gracia y elegancia tenían sus pasos. ¿Su akuma no mí? No… era algo más allá. Era como si realmente no estuviese allí. En tu mente, perderlo de vista por un descuido y no seguirle, significaba que desaparecería. Era curioso, de cierta manera. Intrigante también. Tu mente barajaba muchas cosas. Mas cuando la observabas a ella caminar a su lado. Observándole. Te preguntabas que pasaba por la mente de ambos. ¿Qué significaba ser dos almas en un solo templo? Tú no podías entender del todo ese concepto. Tú eras diferente, partes de ti estaban en lugares otras cosas. En un fuego, una nube, una hoja de papel y un par de aves. Ambos compartían cosas, pero a su vez, sus ideas eran diferentes. Creados a partir de sentimientos de tu persona. No podías imaginarte competir el mismo cuerpo con alguien más, pero era algo… realmente curioso.

¿Podrías también intentar sacarle y tratar de darle un cuerpo propio a alguno? Realmente no lo sabias. Porque al final podías teorizar muchas cosas. Una de ellas, era que nació como un alma y con el tiempo se dividió en dos. Como uno de aquellos tantos mitos, de cómo la misma muerte corto su rostro en dos, para siempre tener un amigo. Eran tantas las posibilidades. No lo sentías como un fenómeno y algo antinatural. Era algo tan natural como la misma madre tierra. Comienzas a entender pero al mismo tiempo no lo logras entender.

Era… fascinante.

Llegan a la celda nuevamente, joven pirata. Y allí están nuevamente las cadenas que los ataban a la debilidad. Miraste nuevamente tus cadenas tiradas en el suelo. - ¿Deberíamos? – Preguntaste. La cuestión es que podría usar esta tela que Miles se trajo con anterioridad. De hecho, se te había ocurrido algo divertido, pero ya seria para más adelante, cuando llegue el momento. Das un salto y te sujetas de las barras de la ventana. Das un vistazo. – Bosque… pero no logro ver más… - Ojeaste nuevamente con mucho más cuidado. Y allí fue cuando viste algo que no te agrado mucho. Parecía una antorcha entre la oscuridad. Bajaste la cabeza un poco. No querías que te vieran, pero tampoco querías no saber que era. Tratas de agudizar un poco más la vista. Si… era un grupo de vigilancia. Unas cinco personas más.

- No luce bien. – Dijiste. – Grupo de vigilancia. Conté unos cinco. – Miraste a las barras nuevamente. Homificar no tendría sentido. Ellas no podría salirse de su lugar. - ¿Sigilo o batalla?