[Pivado Alex e Isma] La caza está a manos de casi cualquiera...

Una ciudad magnífica se extendía en todo su esplendor frente a Alex. Una ciudad que podría contar mitos y leyendas de los que ya no se recuerdan. Logue Town. Siempre quiso visitarla, aunque nunca tuvo oportunidad. Pero ahora tenía unas pequeñas vacaciones y no tenía que preocuparse de ningún criminal al que capturar. Buscó una taberna en la que relajarse y se adentró en la primera que encontró. El lobo no quiso entrar, por lo que Alex pidió una cerveza y salió después de bebérsela. No podía reprocharle nada al animal, a él tampoco le gustaba mucho estar en tugurios del estilo.

Se sentó en la pared al lado de su compañero y lo acarició detrás de las orejas. El lobo aulló y lamió su mano. Siempre le encantaba que lo acariciara de ese modo. Era curioso que un animal fuera mucho más leal que la mayoría de humanos que el cazador de recompensas había conocido. Se levantó y le hizo una señal al cánido para que lo siguiera. Era lo más parecido que tenía a una familia. Al menos cerca. Anduvieron un buen rato por las infinitas callejuelas que adornaban el lugar y llegaron hasta un parque. A ambos les parecía un buen lugar para pasar el rato, por lo que se acercaron.

-Creo que este es un buen sitio- Le dijo al lobo.

El animal aulló como confirmando lo que el humano había dicho y empezó a corretear mientras Alex se sentaba en un banco. El humano apoyó los brazos en el respaldo del asiento y miró al cielo suspirando. El último criminal al que había dado caza le había costado bastante, pero el premio había sido muy suculento. Tenía una fruta del diablo en su poder. ¿Y si la consumía? No tenía nada que perder, nunca le había gustado mucho nadar y una fruta le otorgaría un poder mayor para cazar recompensas superiores a las que estaba acostumbrado. Podía ser una buena idea. Pero no estaba seguro.

Abrió la mochila que llevaba y sacó una pequeño bolsa te tela marronácea. En su interior estaba la fruta. La abrió lentamente y contempló ese magnífico “manjar”. No tenía forma de conocer su poder, pero debía ser muy importante, porque la consiguió en una pelea gigantesca entre marines y piratas. Fue el azar el que decidió llevarlo a ese lugar en ese momento. Aunque llevársela era un robo nadie lo vio y ambos bandos estaban demasiado ocupados para darse cuenta. Quizás debía darle las gracia a aquel criminal pues llegó a allí buscándolo a él. A lo mejor le hacía una visita en prisión algún día.

Finalmente había llegado a Loguetown. No era muy usual para mí salir de Shellstown, pero a veces el dinero movía montañas. Habían llegado rumores a mis oídos de un pirata con una buena recompensa por su cabeza. Probablemente no era uno del montón, sería alguien fuerte, pero si no lo intentaba, nunca lo sabría. Quien no arriesga, no gana. Bajé de aquel barco de pasajeros y observé el cartel de se busca. Un tipo de pelo rubio y alborotado, bastante largo, pues en la imagen se veía prácticamente llegando a la cintura y estaba cortada, por lo que no sabría cuan largo era su cabello hasta que lo viera con mis propios ojos. Tenía el iris de color rojo y su tez blanca con un tatuaje negro, tribal, en el pecho izquierdo.  Mostraba su torso casi desnudo, a excepción de una prenda que se acababa junto a una gran correa naranja en diagonal desde el lado izquierdo al derecho, sujetando una hombrera de color azabache. Parecía tener una muñequera larga en la mano izquierda, y aparte de eso, lo único que podía saber era el nombre y el precio.

-La bestia Scar... 1.000.000 de Berries como recompensa. Si lo derroto volveré a casa con una suma muy jugosa de dinero, creo que podría estar años sin trabajar.- Dije yo, pensando en todas las cosas que podía hacer con todo ese dinero.

Aparte de que su banda se encontraba en Logue Town, no sabía nada más. Tendría que recurrir a interrogatorios para poder abarcar más información con la finalidad de dar con su paradero. Guardé el cartel en una bolsita que tenía colgada en la cintura, donde guardaba varios wanteds más y empecé a caminar por aquella ciudad. Loguetwon era impresionante. Era enorme y estaba abarrotada de gente. No había ni una calle vacía y eso era tan bueno como malo. Demostraba que aquel lugar estaba lleno de vida, pero a al vez, pensaba que jamás podría vivir en un lugar tan agobiante.

Hice lo que siempre había que hacer cuando buscabas información concreta. Entrar a una taberna. Estuve preguntando a varios borrachos, de los cuales solo obtuve historias, sandeces e incluso algún que otro piropo, pero no por mí, si no más bien por lo ebrios que iban, probablemente ni si quiera me viesen tal y como soy. El tabernero, en cambio, más serio que los demás, pudo hablarme con más tranquilidad, mas no con un resultado diferente. Aseguraba no haber visto nunca a ese hombre. Salí decepcionado del edificio y continué andando, acabando poco después en un parque, donde pude ver a un tipo de pintas extrañas junto a un lobo. Me acerqué a él y le pregunté lo mismo que a todos.

-Perdona... ¿Has visto por algún lado a este tipo?- Cuestionaba yo, mostrándole el cartel donde se mostraba a Scar.

Pensó en comerse la fruta. Se la acercó a la boca y estuvo a punto de propinarle un mordisco, pero se detuvo. Seguía indeciso. Había muchos pros, pero también unos cuantos contras. A pesar de que no soliera nadar, nadie le decía que no lo iba a necesitar en algún momento. ¿Y si naufragaba? Ahora podría sobrevivir, pero si perdía su capacidad de nadar... moriría. No le hacía especialmente gracia lo de ahogarse. Era una de las peores muertes. Aunque, bueno, arriesgaba su vida constantemente, así que... quizás no era mal idea del todo. Sí, lo había decidido. Se iba a comer la fruta.

Antes de que la mordiera alguien lo interrumpió. Metió la fruta rápidamente en el saco y, a su vez, en la mochila. Se preparó para luchar, pero no hizo falta. Un chico le mostró un cartel de recompensa y le preguntó por el hombre que lo "protagonizaba". Un autoreflejo le hizo mirar, al instante, el precio por la cabeza y después el nombre. Con ese dinero podría vivir toda una vida sin problemas, aunque podía ser muy peligroso. No iban a ofrecer todo ese dinero por nada. Pero, por desgracia, no lo había visto nunca. Eso le recordaba que debía actualizar sus wanted para estar al día..

-No lo he visto nunca, aunque me gustaría. Supongo que eres cazador de recompensas. ¿Qué te parece si vamos juntos a por él y repartimos el premio?- Le preguntó.

Se conocía de sobras el código de honro de los cazadores de recompensas y, si ya había alguien buscando a un criminal, no estaba bien quitarle el trabajo. Aunque nada impedía una pequeña "alianza" para conseguir el premio gordo. Además, entre dos personas era mucho más fácil. Aunque no conocía de nada a este chico y podría ser una molestia. Pero no iba a incumplir el código. Se levantó del asiento y estiró los músculos. Si había combate tenía que estar preparado. No estaba nada bien empezar un combate sin haber calentado. Después miró de nuevo hacia el chico y recordó algo.

-Conozco a alguien que podría darnos... cierta información. No es alguien decente, pero su información es totalmente fiable- Le dijo al chico.

Tom era el hombre indicado. Un ladronzuelo de poca monta que no tenía ningún precio por su cabeza. Era un criminal de baja calaña y poco peligro, pro l oque era fácil de persuadir para que contara ciertas cosas. Y si había alguien en la ciudad que lo supiera todo sobre Logue Town, ese era Tom. No era el mejor ladrón de todos, pero siempre se enteraba de cualquier cosa que ocurriera en esta isla. Y eso era muy conveniente ahora mismo. Farkas volvió corriendo y se posó junto a Alex. Era muy protector y siempre estaba a su lado cuando había algún extraño en las cercanías. El animal era muy desconfiado.

La respuesta que me otorgó aquel tipo no fue diferente a las demás. Una respuesta que no resolvía mis dudas, aunque esta vino acompañada de una propuesta que no esperaba. Aquel hombre, probablemente más alto que yo, cosa que afirmé cuando se levantó. De cabello alzado y negro junto a un bigote unido a su barba en forma de candado y un cuerpo robusto y fornido, por no mencionar sus extraños ropajes, que no parecían de un civil cualquiera, me propuso una alianza para derrotar a aquel pirata, deduciendo que yo era un cazador de recompensas, y efectivamente, había dado en el clavo, pero... ¿Me interesaba? Era algo que no sabía en aquel momento, que prefería pensar y por ello, di media vuelta y, agarrándome el mentón con la mano derecha, empecé a pensar, mas no fue una acción muy acertada la que hice.

-Bien, veamos... ¿Necesito a alguien conmigo para vencer a este sujeto?- Me preguntaba yo, hablando en voz alta sin darme cuenta, como muchas veces. -Es un pirata por el que dan buena recompensa por lo que no será moco de pavo y además, es muy poco probable que esté solo... Quizás si me vendría bien algo de ayuda, y además, con cinco millones de berries me basta y sobra para disfrutar una buena temporada...- Decía yo, acariciándome la perilla. -Pero no le conozco, tiene cara de idiota y podría ser un debilucho y por ende un estorbo, o quizás es una maldita rata que solo quiere traicionarme y quedarse él con todo el botín... Encima tiene un lobo que podría ser una carga...- Seguía hablando sin prestar atención al moreno, que escuchaba todas y cada una de aquellas palabras.

Cuando pudo darse cuenta, ya era demasiado tarde. Se giró para ver a aquel tipo y esbozó una sonrisa, frotándose la nuca y soltando algunas risas. -Vaya, lo he dicho en voz alta ¿No...?- Dije yo, alegando seguidamente que era una broma, y pasando mi brazo por detrás suyo y apoyándome en sus hombros, dije que me parecía una buena idea, y que él sería el guía, pues si sabía de alguien que pudiera otorgarnos la información que nos faltaba, sería la ocasión perfecta para descubrir la ubicación de Scar.

Ya no tenía más remedio. Tenía que ir con él, pues como en varias ocasiones, ya había abierto la bocaza y la había liado de forma garrafal. Solo esperaba que no me lo tuviese en cuenta y no intentase pelear conmigo. Necesitaba estar al cien por cien para vencer a Scar.

Aquel chico debía tener algún tipo de retraso mental o, directamente, estaba loco. No solo estaba hablando consigo mismo, si no que estaba hablando de Alex como si éste no estuviera. Al principio no supo cómo reaccionar, ya le había visto cara de bobo, pero no se lo esperaba así. Ya se estaba arrepintiendo de haberle ofrecido la alianza. Al parecer el chico también se dio cuenta y pidió “disculpas” por su comportamiento. El moreno no dijo nada, no sabía qué responder, aunque había confirmado que tendría una alianza con el castaño. Lo importante, ahora, era ir a ver a Tom el ladronzuelo.

-No sé si te caíste al nacer o estás zumbado, pero… esto ha sido muy raro. Sígueme y te llevaré hasta Tom. Seguro que él puede decirnos algo- Le dijo.

Comenzó a caminar hacia la plaza de la ciudad. Si su memoria no le fallaba, el ladrón trabajaba en una callejuela cerca del lugar. No estaba lejos, así que no tardarían mucho. El problema es que Tom siguiera haciendo de las suyas allí. Tardaron varios minutos en llegar, pero se presentaron allí. En principio no se veía a nadie y parecía una calle de mala muerte desolada. No había ni un alma, nadie que pasara por allí. Cuando Alex creía que no iba a sacar nada limpio de ese lugar y decidió marcharse decepcionado, alguien lo detuvo. Cuando se giró a ver quién era descubrió que Tom sí que estaba ahí.

-Hombre, viejo amigo, ¿qué haces tú por aquí? ¿No me digas que quieres vivir la vida como yo?- Le preguntó.

-No… “viejo amigo”. Quiero cierta información y puedo pagarte por ella. ¿Dónde está este hombre?- Le dijo enseñándole el cartel.

Tom parecía dubitativo y puso una expresión pensativa en su cara sin decir nada hasta que Alex le extendió una bolsa llena de monedas. Entonces pareció recordar algo. Les dijo que, según los rumores, una banda de piratas se asentaba en los suburbios, donde antes estaba la taberna “La Flor de mil pétalos” y que el capitán de dicha banda era alguien famoso y muy buscado. El ladrón no solía fallar nunca en sus rumores, y siempre hacía buenos negocios con el cazador, por lo que el moreno creyó sus palabras. Recordaba dónde estaba la taberna. Allí fue donde detuvo a su décimo criminal.

-Sé dónde está la taberna. Habrá que tener cuidado y pensar algo de camino. Contamos con el factor sorpresa- Le explicó al castaño.

Al final no ocurrió nada grave, aunque aquel tipo me tomó por retrasado, lo cual no era del todo extraño. ¿Quién se dedicaba a hablar solo, en voz alta, de la gente que tenía al rededor? Era una idiotez que ya me había pasado en varias ocasiones. Suponía que era a causa de viajar solo, que me había hecho coger una manía extraña y bastante curiosa a la vez que mala. Tras eso me dijo que le siguiera, que iríamos a ver a Tom, el cual debía ser su conocido, capaz de proveernos información sobre Scar. Anduvimos unos minutos hasta llegar a la plaza y tras esto, algunos más hasta alcanzar una callejuela donde no había nadie. Un lugar lúgubre, casi era incluso aterrador. Daba la sensación de que si intentabas pasar por ahí, te caerían encima una lluvia de flechas, de balas o cuchillos. Estaba vacío y estuvimos al borde de marcharnos, cuando alguien detuvo al moreno. Un hombre cubierto a más no poder.

Tras una conversación no muy extensa y el pago correspondiente, nos dijo que aquel pirata era muy famoso, cosa que ya esperaba dada su recompensa, pero también nos dijo que solía pasarse por una taberna en especial. "La Flor de mil pétalos". Cosa bastante interesante y que nos proporcionaba una ubicación clara a la que ir, pese a que no sabía apenas nada de Loguetown, pero aquello no era un problema muy grave, pues mi compañero si conocía aquel lugar.

-No creo que haga falta pensar mucho. Si están allí, es el sitio idóneo para empezar la pelea. No se esperarán nada, como bien has dicho contamos con el factor sorpresa y con la recompensa que nos darán por ese tipo, podremos pagar los destrozos que causemos en la taberna. La cuestión es liarse a golpes y acabar rápido el trabajo.- Dije yo, esbozando una sonrisa y apretando los puños. Estaba deseando romperle la boca a ese pirata, aunque me movía más la avaricia de llenarme el bolsillo.

Seguimos caminando, rumbo al edificio donde podríamos encontrarnos con nuestro objetivo. Yo iba a su lado, siguiéndolo como si pudiese confiar en él plenamente. Era un desconocido, pero también era un caza recompensas y normalmente nos respetábamos entre nosotros, además, había algo que me decía que podía fiarme de él, era extraño, pero así lo sentía. Quizás me equivocaba, pero esperaba que no fuese así.

Si no había entendido mal, el castaño proponía atacar sin miramientos en la taberna y sin planes. No era algo que gustara a Alex, pero no les esperaban y suponía que no tendrían trampas ni defensas preparadas. Aunque no era el tipo de acción que solía llevar a cabo a la hora de cazar criminales,  no le gustara, esta vez sí que actuaría así. Además no estaba solo, iba con el tipo loco y su lobo. No era un gran consuelo, pero era algo y podrían tener suerte. Quizás lo encontraban solo o lo suficientemente borracho como para no poder defenderse. Eran conjeturas, pero cualquier cosa era posible. Para bien o para mal.

Creía recordar dónde estaba la taberna y, después de todo, su sentido de la orientación siempre había sido muy bueno, por lo que esperaba que fueran hacia el lugar correcto. Tal y como había pensado, acertó con la dirección y llegaron después de caminar durante un cuarto de hora. La zona baja de la ciudad, los suburbios, eran un lugar que no invitaban a permanecer mucho rato allí. Las casas eran viejas y las paredes estaban desgastadas. Las calles estaban oscuras y sucias y todos los que habían allí parecían ladrones y asesinos. No era el lugar idóneo para quedarse mucho rato. O podrías perder algo más que la cartera.

La taberna estaba en el lugar que recordaba, aunque ya no era una taberna. Las ventanas estaban rotas, el cartel con el nombre se había llenado de moho y colgaba. La puerta, a medio abrir, no podía estar más sucia. El lugar había visto tiempos mejores. Debía llevar años abandonado y era el sitio perfecto para que se escondiera una banda de criminales, nadie entrará en un lugar así. Nadie excepto Alex. No había ningún vigilante ni en el tejado ni en ventanas y, por la zona, no parecía haber gente pendiente de ellos. Al menos nadie peligroso o que pudiera suponer una amenaza. Era el momento de entrar a "saludar".

-Aquí estamos, espero que estés preparado. Esto no va a ser fácil- Le dijo a su compañero.

Se acercó a la puerta y le propinó una patada tan fuerte que cedió y cayó al suelo crujiendo al chocar con él. Entró sin pensárselo y se vio rodeado. Unos cuantos hombres lo miraban sorprendidos. No se habían esperado esta intromisión, era un ataque sorpresa. Aunque estaban lo suficientemente esparcidos como para hacer que la sorpresa no sirviera de nada. Les había salido el tiro por la culata y las cosas que iban a poner muy feas de un momento para otro. Solo se le ocurría algo para salir indemnes. Sacó el saco que contenía la fruta del diablo y sacó a su vez la fruta. Se la mostró a todos para que vieran lo que era.

-Esto es una fruta del diablo, ahora preparaos para recibir vuestro merecido- Dijo antes de comerse la fruta.

Tras un buen rato de caminata, llegamos a la parte marginal de Loguetown. Un lugar horrible, lleno calles derruidas, edificios con grietas, con cristales rotos. Suciedad por doquier y con apenas gente por los al rededores. Las pocas personas que nos cruzábamos, no tenían muy buena pinta, de hecho, daba la sensación de que te clavarían un puñal en la espalda en cuanto te dieras la vuelta, pero no les sería tan fácil apuñalarme sin más, de hecho, iba atento a todo lo que me envolvía. No permitiría que un simple delincuente acabase con mi vida con la de piratas que había capturado.

Llegamos a la taberna indicada por el ratero. Una taberna bastante más peculiar de las que solía ver. Sus paredes no eran diferentes a las de los demás edificios, tampoco sus ventanas o su puerta. Por no mencionar el cartel, repleto de moho colgando de un solo soporte, moviéndose por el viento y luchando por mantenerse allí arriba. El moreno mencionó que esto no iba a ser fácil, y si estaba toda la banda de aquel hombre y él era tan fuerte como su recompensa hacía creer, estaría en lo cierto, pero ya era tarde para echarse atrás, y más aún cuando este dio una patada, rompiendo la puerta y entrando al lugar. Entré seguidamente y pude ver un montón de hombres observándonos. Mi compañero sacó una fruta del diablo y tras mencionarlo se la comió. Fue bastante imprudente a la vez que desconcertante. Supuse que era consciente de lo que pasaba si comías una akuma no mi, pero podría sernos útil si le otorgaba un poder increíble.

-¡Ya lo habéis visto, posee los poderes de una fruta del diablo! ¡Mas os vale rendiros si no queréis que os demos una paliza!- Exclamaba yo, esperando que se rindiesen sin más. Si era posible evitar un enfrentamiento tan desigualado, mejor que mejor.

Poco después se levantó un tipo rubio, de pelo largo, y la ropa igual a la que se veía en el cartel de se busca. Era Scar, sin duda, bueno, aunque tenía la cara un poco rara, pero a saber de cuando era la foto. Este se acercó a nosotros sonriendo y empezó a crecer ligeramente. Su camisa se rompió y de su piel empezaron a brotar enormes cantidades de vello corporal de un tono marrón. Su rostro cambió casi por completo, y su cuerpo se hizo mucho más musculoso y grande. Su uñas se afilaron y alargaron y sus dientes se tornaron colmillos.

-No eres el único con los poderes de una fruta del diablo, yo me comí la fruta inu inu no mi, modelo hiena. Y además, te la acabas de comer, ni si quiera sabes que puedes hacer.- Dijo mientras empezaba a reírse de una forma un tanto extraña. -¡¡Yihihihihihih!!-

-Joder...- Mencioné yo, preparándome para el combate.

Alex empezó a sentir una sensación de los más extraña, algo que jamás había sentido. Su cuerpo reaccionaba de alguna forma. En su interior comenzaba a crecer una especie de calor que se extendía por sus extremidades y lo hacía sentir... bien. Era un tipo de fuerza que jamás había poseído. Debía ser cosa de la fruta del diablo. ?Y si ese era el poder? ¿Hacerle sentir bien? ¿Recuperarse de sus heridas? ¿Cambiar su temperatura? Había una infinidad de posibilidades. Pero ¿cuál sería la correcta? Podría ser una de esas poderosas frutas del tipo logia y por eso sentía aquel calor. Pero también podría ser una fruta inútil.

Aunque ahora tenía otro asunto del cual preocuparse. Su enemigo, aquel al que había ido a cazar en compañía del castaño, también tenía los poderes de una fruta. Pero no era ese el problema. Lo peor de todo era que el tal Scar sí que sabía usarla. Alex no había pensado en ello, creía que la fruta le otorgaría la capacidad y el conocimiento de utilizar los poderes sin dificultad. Aunque había sido muy idiota al pensar eso. Ahora había consumido algo que desconocía y que le había otorgado un poder que ignoraba. Aunque pronto lo descubriría. Aquella sensación de extendió y empezó a sentir que el suelo bajo sus pies vibraba ligeramente.

¡Mirad! ¡Este es mi poder! ¡Rendíos si no queréis morir!- Gritó.

Tal y como había pensado su poder se mostraba. Notó como si un pequeño terremoto saliera de su cuerpo y sus puños se cubrían de una especia de energía blanquecina. Escuchó el crujido de la vieja madera y la base en la que se asentaba el ruinoso edificio inició una serie de señales de destrucción. Desde las botas del cazador surgían unas grietas que recorrieron varios metros y el suelo se separó unos centímetros ensanchando dichas cicatrices en la madera. Si no recordaba mal, había escuchado algo sobre un poder así. Ahora sabía cual era la fruta que había consumido. ¡Se había comido la poderosa Gura Gura no mi!

Los hombres empezaron a retroceder con gestos de terror. El simple pensamiento de que un cazador de recompensas que iba a luchar con ellos tuviera los poderes de esa destructora fruta era terrorífico para todos esos piratas. Si hubiera habido alguna puerta más que la que pisaban ahora el moreno y el castaño esos criminales ya la habrían usado para salir corriendo. Farkas se acercó a Alex y se puso en su costado preparado para luchar contra los piratas. Era una buena ventaja aunque, en realidad, ni si quiera sabía como estaba haciendo eso. ¿Cómo iba a usar su fruta? No conocía su poder y no la había usado nunca.

-¡Atacad, idiotas! ¡No puede usar su fruta tan pronto, so sabe usarla! ¡Atacad u os mataré yo mismo!- Gritaba Scar como un poseso.

Alex intentó intimidar a nuestros rivales con su recién poder adquirido, el cual desconocía, aunque poco después, una vibración, seguida de una fisura en la madera del suelo, hizo que aquellos hombres retrocedieran un poco. No sabía exactamente que había pasado, pero si era el poder de su fruta, podría ser un peligro. ¿Hacer fisuras en el suelo? Haber si nos metía una grieta bajo nuestros pies y la liábamos. Scar, bastante enfadado, mandó a sus hombres a atacar, diciendo que no debían acobardarse, que no sabía usarla y que si no, él mismo los mataría. -Se respira amor en este sitio.- Pensé yo, mientras adoptaba una posición defensiva, flexionando un poco las piernas y poniendo mis puños a unos centímetros de mi cara.

Un par de ellos se me lanzaron cual animales en una jaula preparados para devorarse. Esquivé a uno girando medio cuerpo y al otro agachándome. Le pegué una patada baja al último que me atacó, haciéndole caer y posando las manos en el suelo, y apoyándome sobre mis brazos, me elevé para darle una patada en el rostro que lo lanzó contra el caído. Sabía de sobras que eso no sería suficiente como para noquear a dos hombres adultos, de hecho, no tardaron en levantarse y lanzarse de nuevo contra mí, del mismo modo, cosa inútil, pero no parecían muy inteligentes. Bloqueé ambos intentos con los brazos. Sus golpes cayeron como mazas, pero no con la fuerza de estas. Si que me hizo soltar una mueca, pero no eran nada comparado con otros piratas a los que me había enfrentado. Tenía mis brazos flexionados en un ángulo de 70 grados, no podría hacer nada con ellos, y difícilmente podría atacar con las piernas sin un apoyo seguro, así que antes de que pudiesen reaccionar, opté por lo más rápido y obvio. Le di un cabezazo a uno de ellos, el de la izquierda, partiéndole la nariz, y cuanto se apartó, le di un tremendo gancho en la cara al otro. Un segundo gancho con el mimo puño y un uppercut de derecha, finalizaron el trabajo contra aquel hombre.

-¡¡¡Venga, vamos, os voy a partir la cara a todos!!!- Exclamaba yo, ardiendo de emoción. Me encantaba combatir. Me hacía sentir vivo y me daba una razón por la que despertarme por las mañanas. Romper unas cuantas narices de piratas peligrosos me reconfortaba de manera impresionante.

Pisé al que aún no había noqueado e impulsándome en su vientre, salté para después lanzarme contra otro que estaba más alejado. Propinándole una patada de en el costado de la cabeza que lo empotró contra una de las mesas. Los piratas estaban cada vez más cabreados, pero poco me importaba. Acabarían todos en prisión, y si tenían algo que discutir, que lo hiciesen con los carceleros.

Tras las palabras de su líder varios piratas se abalanzaron hacia Alex. Era un ataque descordinado y precipitado que no sería difícil de esquivar, aunque eran cuatro los hombres que me atacaban. No se le daba muy bien luchar contra varias personas a la vez, su estilo era el uno contra uno. Pero no se iba a echar hacia atrás. Esperó a que sus rivales llegaran y se preparó para luchar. Aunque no fue como esperaba. El combate terminó antes de lo que podría haberse imaginado. Al llegar los cuatro hombres a su posición el suelo crujió y el cazador saltó hacia atrás. Las grietas habían dejado el suelo muy frágil. Demasiado.

En cuanto los piratas pisaron y cargaron su peso la madera cedió y cayeron al piso inferior, el sótano. Ya había cuatro fuera de juego y su compañero también luchaba. Los piratas que habían quedado estaban asustados ante la idea de que les ocurriera lo mismo que a sus "amigos" aunque los rugidos de Scar los hacían atacar igualmente. Dos más se abalanzaron a por Alex. Aunque ahora era más sencillo, contra dos podía luchar sin problemas. Esquivó varios golpes y propinó otros pocos, pero los derrotó lanzándolos al foso que habían creado sus propios amigos. Al parecer le iba a ir bien la fruta que había comido.

-Igual puedo ganar todos mis combates creando fosos con la fruta- Dijo sonriendo.

No era una gran idea y, de hecho, era una broma. Pero era bastante graciosa. Otro de los piratas se lanzó a por él, pero solo consiguió una paliza. Cuando Alex se dispuso a rematarlo recibió un duro golpe en el costado que lo lanzó por los aires y solo fue detenido por una pared de estructura y resistencia dudodas. Miró a su atacante, pero era demasiado tarde para preveer otra agresión. Esta vez fue en la cara. Sintió el caliente y carmesí líquido de su cuerpo corriendo por su rostro. Eso lo enfureció. Ahora sí que veía al rival. Era Scar. Actuó por instinto y esquivó tantos golpes como pudo, pero no le daba tiempo a contraatacar. El pirata era demasiado rápido.

Intentó usar los poderes de su fruta, pero no consiguió nada. Tendría que practicar mucho para conocerla y saber usarla. Intentó propinar algunos puñetazos, pero Scar tenía más alcance. Se cansó y dejó de el enemigo lo golpeara. El dolor fue intenso, pero agarró el brazo de su contendiente y aprovechó la corta distancia para propinarle un cabezazo. Lo siguiente fue un combo de puñetazos que muchas veces había realizado. Una rodilla clavada en el estómago sería el final para cualquier tipejo, pero Scar era muy resistente. Alex se alejó y se puso delante del hueco. Llamó a la hiena que fue corriendo hacia él. Su velocidad había disminuido.

Los golpes del cazador le habían afectado. Pero él también estaba hecho polvo, no podía luchar mucho más con esa bestia. Pero ahora tenía un compañero. Farkas no podía ayudarle porque estaba luchando con algunos piratas, pero el castaño estaba ahí. En cuanto Scar se acercó a él empezó a atacarlo. Alex esquivaba los ataques como podía y retrocedía poco a poco hasta casi alcanzar el inmenso agujero. Si su compañero era inteligente lo vería y aprovecharía la oportunidad. En cuanto estuvo preparado y seguro de que Scar había caído en la trampa se preparó para hacer un cambio. El pirata no se lo esperaría y quedaría derrotado fácilmente.

-¡Deja de moverte, desgraciado! ¡Voy a sacarte las tripas y a roer tus huesos!- Gritaba Scar desenfrenado y furioso.

-¡Ahora!- Le gritó Alex al castaño esperando que éste entendiera lo que pasaba y saltando hacia un lado para apartarse del criminal.

Observé a mi compañero y pude ver que se le abalanzaban varios tipos, pero estos no acabaron bien, pues pisaron la grieta que él había hecho con su nuevo poder, y el suelo se derrumbó bajo sus pies, creando un boquete por el que cayeron bruscamente al sótano. Dos más sufrieron el mismo destino, aunque estos porque el moreno los lanzó. Era una buena idea aprovechar aquel agujero. Seguidamente pude ver como el hombre hiena se tiró sobre él, atacándole fieramente, aunque este no se quedó atrás, pues le respondió de la misma forma, era un combate bastante interesante, y dicha distracción, me costó un increíble golpe en el estómago por parte de uno de los presentes. Escupí algo de sangre y me levanté con una mueca, agarrándome de la barra, para después recibir un segundo golpe en el mentón que me lanzó encima de esta, llevándome varios vasos y platos por delante.

-¡Te vas a enterar, cabronazo!- Grité yo, poniéndome de pie sobre el mueble y lanzándome contra aquel hombre, que cayó de espalda ante mi peso. Al estar encima de él, aproveché para darle una buena tanda de puñetazos en la cara, alternando de brazo con cada golpe.

Rápidamente vino otro más, intentando darme una patada, pero puse por delante a su amigo, usándolo de escudo. Tras la patada, lo lancé contra el suelo y golpeé al nuevo agresor con una patada baja en las piernas, seguida de una segunda patada, dando una vuelta entera para coger fuerza y azotando su hombro con fuerza, tirándolo contra el tipo que había quedado noqueado en la mesa rota. Eché de nuevo una ojeada al combate de la bestia y mi aliado, bastante igualada. En un momento este hizo un movimiento rápido, dejando a su oponente frente al hoyo y dio una señal. Esbocé una sonrisa y empecé a correr tan rápido como pude hacia Scar. Este se giró, pero demasiado tarde. Salté y puse ambos pies en su pecho, pegando una fuerte patada con ambos a la vez e impulsándome para saltar y apartarme de él. Este cayó de espalda sobre sus subordinados, acabando inconsciente tras la pelea que había librado y la buena caída que había.

Miré a los que quedaban, estaban aterrorizados, supuse que por haber derrotado a tantos de los suyos y a su jefe. -¡¡¡Bu!!!- Fue la palabra que solté, intentando asustarles,  y así fue. Salieron corriendo como alma que lleva el diablo, pero tan idiotas que sin evadir el agujero que había frente la puerta, cayeron en él. -Pues creo que ya hemos acabado con el trabajo.- Dije mientras sonreía y me sacudía las manos.

El castaño captó mi señal y se lanzó a por Scar. Lo golpeó en el pecho con fuera y la bestia cayó por el hoyo chocando contras sus súbditos. El golpe y la altura lo dejaron inconsciente preparado para ser transportado a un cuartel de la Marina. Pero tenían cierto problema, ahora había que buscar una forma de bajar porque, si saltaban, iban a terminar como los que estaban abajo. Y a Alex no le apetecía dormir. Buscó una puerta por toda la sala. Si había un sótano también habría una puerta para bajar a él. Era lógica pura y, tal y como pensaba, era correcto.  Al fondo había una puerta de madera. Esa debía ser.

-Creo que esa puerta lleva al sótano. Cogemos a Scar nos vamos. Tengo ganas de llevármelo y cobrar la recompensa ya- Dijo sonriendo.

Alex abrió dicha puerta y observó unas escaleras que descendían en la oscuridad. Al menos la luz que penetraba por la entrada y por el hoyo iluminaba algo. Pegó la mano a la pared y bajó los escalones poco a poco, con precaución, para no matarse por el camino. Llegó al final, pero había otra puerta y esta estaba cerrada. Intentó abrir varias veces, pero no cedía. Le dio un golpe con el hombro y consiguió echarla abajo. En esa sala estaban los piratas inconscientes y, arriba de todo, Scar. Por desgracia para los cazadores de piratas seguía transformado y con apariencia animaloide. Alex se lo cargó al hombro con dificultad.

Estaba acostumbrado a cargar con peso y no le molestaba, pero el criminal pesaba mucho más de lo normal y Alex se había llevado unos buenos golpes. Subió como pudo las escaleras y, al llegar arriba lo soltó en el suelo. Si no recordaba mal había un cartel de la Marina cera. Justo al salir de este lugar y a mano derecha durante 100 metros. Sí, así era. Volvió a cargar con Scar y le hizo una señal al castaño para que lo siguiera. Tardó más de lo que le habría gustado en llegar y el pirata comenzaba a despertarse. En cuanto llegaron al cuartel lo sentaron en una silla y fue esposado con kairoseki. Así no podía usar sus poderes.

Cuando los marines comprobaron varias veces al hombre y al cartel de recompensa se metieron en una sala durante unos minutos y salieron, después, con un hombre que parecía de mayor rango que ellos. Lucía una capa bastante grande y un pelo canoso señal de la vejez. Miró al pirata varias veces y se echó a reír. Entró de nuevo a la sala y, cuando salió, le lanzó una bolsa de dinero a los dos cazadores de recompensas. Aunque contenía mucho menos dinero del que merecían. En la bolsa debía haber 40.000 berries. Era inaudito, habían capturado a un pirata que valía muchísimo más que eso. Así que Alex se levantó para discutir la recompensa. Pero el hombre mayor lo interrumpió.

-Este no es Scar, es su mano derecha “Fred”. Si fuera Scar tendría su cicatriz, este no la tiene. Además… esto es una peluca- Dijo quitándole la peluca al hombre.

Aunque tirarlo por el hoyo fuera una buena idea para noquearlo, pero no pensamos en que tendríamos que bajar a buscarlo. Yo simplemente actué sin ser consciente de que tendríamos que cargarle para entregarlo. Bajamos al sótano, pasando una puerta que había al final de la taberna y rompiendo al siguiente que parecía estar atascada o cerrada con llave. El moreno rompió la puerta y pudimos pasar, cogió a Scar y nos fuimos. Era un buen problema que nos e hubiese destransformado, aunque él era quien lo cargaba, de hecho, no sabía ni por qué había bajado, quizás por no hacerle el feo. Tras esto fuimos a entregarlo tras una buena caminata, mas aparte de una pequeña recompensa, lo que nos llevamos fue una gran sorpresa y decepción. Aquel tipo no era Scar, si no alguien que se hacía pasar por él y el marine lo demostró quitándole la peluca y alegando que no tenía la cicatriz característica de aquel hombre.

-¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No puede ser!- Exclamaba yo, dando vueltas, con las manos en la cabeza y muy cabreado. No me lo podía creer. -¿He venido desde Shellstwon para esto?- Preguntaba yo, mirando la recompensa, que tocaba a 20.000 Berries por barba, lo cual no era una mala recompensa, pero era mucho menos de lo esperado. -¡Yo te mato!- Grité, a la vez que me lanzaba a por el impostor, esposado e incapaz de defenderse. Le di un par de puñetazos y rápidamente me separaron de él. -¡¡Más vale que no te saquen de prisión, porque si sales, juro que te mataré!!- Amenacé a aquel hombre mientras un par de marines me apartaba para que no le pegase más.

Finalmente se fueron, llevándose al idiota que capturamos con ellos para meterlo en una prisión. Me calmé un poco y miré a mi compañero. Aún no sabía su nombre a pesar de haber sido aliados, al menos durante este día. Suspiré y esbocé una sonrisa mientras estiraba el brazo para darle un apretón de manos. -Aún no nos hemos presentado... Yo soy Isma, Isma Karuyami.- Y tras la presentación, nos fuimos a una taberna a gastar algo de lo que habíamos ganado y disfrutar de lo que quedaba de día con tranquilidad, si es que a eso se le podía llamar así.

Había sido extraño, pero me lo había pasado bien, y estaba claro que Alex era un tipo fuerte. -Quizás le proponga ir juntos a cazar algún pirata que otro. Sería de gran ayuda con los más difíciles.- Pensaba yo, mientras daba un trago a mi jarra de ron.