Una nueva unión [Priv. pasado][Rose-Kedra-Eli-Alta]

La taberna estaba a rebosar de gente, de podían ver piratas, ciudadanos y demás personas. El dueño del bar no daba abasto, repartía cervezas y comida a toda velocidad para toda aquella gente que gritaba emocionada. Los gritos eran cada vez más sonoros, de repente se pudo ver a un hombre de unos dos metros, totalmente encapuchado y con un mandoble, caminar hacia el piso superior. Muchos de aquellos hombres se quedaron pensativos al no saber de quién se trataba ni de lo que buscaba. Sería algún capullo borracho que se dirigía a dormir o algo por el estilo, era muy normal en aquella taberna, sin embargo estaban equivocados. El tabernero era el que parecía más nerviosa, sabía quién estaba en el piso de arriba y lo que podía llegar a pasar, pasaron un par de minutos y sucedió lo inevitable. Un extraño ruido parecido a un quejido llegó desde la parte superior, la gente se cayó y miró hacia las escaleras.

Aquel tipo de la capucha cayó desde arriba, rodando de forma exagerada y terminando por caer contra una mesa de cristal, haciéndola pedazos con su cuerpo y haciendo que las bebidas de esta cayeran sobre él. Dejó de moverse totalmente pues había quedado inconsciente, en ese momento unas pisadas empezaron a sonar, alguien estaba bajando por las escaleras. Parecía ser un hombre sin camiseta, de casi dos metros y tremendamente musculoso. Sus brazos tenían un enorme grosor, sus pectorales y zona abdominal estaban desarrolladas y sus piernas también. Sus cabellos eran castaños y alborotados, sus ojos dorados y temibles, el fondo era negro en lugar de blanco. En el pectoral derecho disponía de un tatuaje negro en forma de media luna, portaba un pantalón largo y blanco, unas botas de acero del mismo color que el pantalón y una funda dónde parecía haber un revólver. Se trataba del mismísimo Kedra, la pesadilla. Un hombre con más de cien millones por su cabeza, parecía mosqueado por su mirada, la taberna quedó en silencio. Acto seguido el temible luchador bajó la mano agarrando al encapuchado inconsciente del cuello y elevándolo con una sola mano.

- ¿Hay algún idiota que también busque mi cabeza? ¿! Hay algún idiota que también busque mi cabeza!?

Gritó por segunda vez haciendo que un humo negro comenzara a salir de su cuerpo, tan solo le rodeaba lo mínimo. Pero se traba de la esencia del cadejo y cualquiera que estuviera en contacto con él temblaría de miedo pues el poder de su fruta era increíble, sin embargo aquel gas oscuro no llegó a expandirse mucho, solo unos centímetros del cuerpo del castaño, lo anuló enseguida. Estaba harto de que trataran de cazarle cuando él no se metía con nadie, lanzó el cuerpo de aquel tipo al suelo y después frunció el ceño. Negó varias veces con la cabeza y les dio la espalda a todos, subiendo de nuevo al segundo piso de la taberna y metiéndose en su habitación. Estaba muy cansado de tanto payaso junto, se tumbó en la cama y empezó a gruñir un poco para después cruzarse de brazos.

El lobo negro se mantenía callado con los ojos cerrados, tranquilizándose después del ataque de aquel tipo que trató de acabar con su vida. No le costó mucho vencerle debido a que de un solo golpe le bastó, ahora estaba relajándose. Cerró los ojos tratando de tomar aire despacio, últimamente debía pelear mucho por su supervivencia, el día en que el cadejo recuperase la memoria, aquello iba a ser un cachondeo, pobre gobierno. Se levantó de repente con las manos en la cabeza y sin saber qué hacer, de modo que lo siguiente que hizo fue ponerse a hacer flexiones en el suelo, manteniéndose callado y concentrado, entrenando calmadamente mientras pensaba en bajar a tomarse algo. Su haki de repente notó una presencia poderosa en el piso de abajo, no entendía quién podía ser pero si venían por él no dudaría en atacar. Tras unos instantes se levantó algo más relajado y abrió la puerta de la sala, cerrando tras él y empezando a bajar las escaleras de forma tranquila.

Nada más llegar al sitio, empezó a caminar hacia la barra, sin fijarse en nadie salvo en la mujer pelirroja, la cual emitía aquella poderosa aura. Miró después a otro lado y se sentó en un asiento de la barra, manteniéndose callado unos momentos, notaba el olor de la gente echando hacia atrás, le daba lo mismo. Echó un ojo alrededor y pudo ver que algunos empezaban a irse, después de unos momentos se fijó en el camarero el cual parecía no estar asustado. Había hablado con él la noche anterior y no solo le dejó quedarse gratis, también se pasaron varias horas jugando a las cartas. Ahora el tabernero le puso una botella de agua con varios cubitos dentro para que estuviese más fría, además dos vísteles de carne totalmente crudos, le pegó un bocado a uno y notó la sangre por su boca, le dio absolutamente igual. El sabor le gustaba pues ya estaba acostumbrado a aquello, le dio también algunos sorbos de agua a su deliciosa y refrescante botella.

Lo siguiente que ocurrió fue bastante gracioso, el hombre de la capucha se levantó, sangrando por el rostro, era un tipo rubio de ojos verdosos y de cuerpo delgado. De repente escupió algo de sangre y sacó un cuchillo de su chaqueta, corriendo a por el cadejo, este al tener su mantra activado supo fácilmente lo que iba a pasar. Se echó a un lado y observó la hoja pasar por su lado, después estiró su brazo derecho cogiendo de la cabeza a aquel tipo, le estampó la cabeza en la barra y lo tiró al suelo. De nuevo lo dejó dormido, estiró su dedo mojándolo en la sangre y los restregó después con el otro trozo de carne que le quedaba, ya tenía salsa. Ni mayonesa, ni mostaza ni leches, sangre recién sacada de un parguelas. Siguió comiendo a lo suyo tranquilamente sin mirar a nadie.

Los afilados dientes de aquel luchador se cerraban sobre la carne como si de un tiburón se tratase, la hacía pedazos enseguida y la sangre manchaba sus dientes, enseguida eran limpiados por su lengua. Parecía una mala bestia sin escrúpulos, su psicología era bastante simple en ese momento, no meterse con él significaba la vida, insultarle o golpearle la muerte. La verdad es que estaba ablandándose un poco, no había asesinado al encapuchado pese a que él trató de matarle dos veces ya, sin embargo estaba disfrutando de aquella salsa roja que le había dado tras el golpe en la barra. No tardó mucho en escuchar una voz que sin duda le estaba hablando a él, era un hombre de melena larga y morena, además en su cuello podía verse una extraña cicatriz. Los dorados ojos del cadejo se clavaron en los suyos, masticando su comida y tragando después, sin decirle absolutamente nada. Una vez había acabado, abrió lentamente la boca para contestarle en un tono calmado y serio, como si se tratase de un maldito cadáver andante o un tío demasiado flojo para alzar la voz o poner otro tipo de tono. Maldito Kedra, cada día más holgazán.

- Tal vez deberías probarla, tiene un sabor similar pero más salada. Además tiene más proteínas a no ser que sea de un desecho, cosa a la que me arriesgo.

Mencionó con calma entrecerrando los ojos para después suspirar y terminar de beberse la botella de agua del tirón, justo cuando estaba a punto de levantarse para largarse de aquel lugar, escuchó otra voz distinta a la del hombre del cabello largo. Se fijó en que era una chica de cabellos rosados, además le dijo que iba a proponerle algo interesante, esperaba que no fuese algo relacionado con la sangre o el kétchup. Si lo decía una persona era una broma amable, si más le seguían el juego podía ser una burla y eso podría ponerle violento, sin embargo no tardó mucho en reconocerla. Desde que notó su poder con el mantra supo que debía ser alguien conocida. El lobo negro la había reconocido como Rose, la Ex Shichibukai y usuaria de una cantidad de veinticinco millones si su memoria no le fallaba. No entendía que interés podía tener en él, por el momento prefirió saberlo, de modo que volvió a su asiento tranquilamente cruzándose de brazos.

- ¿Qué propondría una Ex Shichibukai a alguien como yo? Supongo que debes conocerme o al menos eso creo.

Kedra se mantuvo serio mientras observaba a la otra chica que hablaba sobre el panda que llevaba el melenas en el hombro, ignoró ese hecho y permaneció callado esperando una posible respuesta. Antes de nada levantó la mano pidiéndole al camarero otros filetes crudos pues le gustaba comer mientras hablaba, dormir también era una de sus pasiones desde hacía poco tiempo. El ambiente parecía algo más tranquilo debido a que nadie abría la boca demasiado alto o se quejaba de algo, el hombre que le había intentado matar seguía dormido y con la nariz rota. Ese no se iba a mover de ahí en unas horas y si lo hacía antes de tiempo lo volvería a dejar inconsciente en poco tiempo, no le iba a costar mucho hacerlo.

Kedra se quedó escuchando las palabras del tipo de la melena, un hombre que había perdido también su memoria y lo habían matado, eso le sonaba mucho a él mismo. Tal vez fue la misma persona, pero no entendía nada sobre ese tema, era totalmente imposible, recordaría perfectamente el combate, de modo que ahora suspiró un poco. Cogió de nuevo uno de aquellos pedazos de carne y se lo llevó despacio a la boca, empezando a masticar de forma calmada, sintiendo el delicioso sabor de la sangre en su boca, mezclándola con su saliva y formando una sensación deliciosa. Se tragó la comida y después volvió a escuchar la conversación, debía saber más sobre aquel moreno y su historia, si ambos habían tenido un destino tan parecido quizás podían unir piezas entre los dos. Al parecer conocía también a la chica, la cual se acercó ahora hasta él y se quedó mirándole. Kedra entrecerró los ojos observando a la chica de pelo rojo mientras ahora se mantenía tranquilo.

Empezó a escucharla tranquilamente con la mano derecha en el bolsillo y la izquierda sobre su querido plato, para asegurarse de que ningún capullo se lo robaba. La otra mujer de pelo castaño le daba lo mismo, era como si no existiera para él, ahora le interesaba sobre todo el hombre de pelo largo, debía de hablar con él, encima era un tipo amistoso o eso parecía, no habría problema. Ahora estaba centrado y escuchando a la mujer. Al parecer ella conocía su fama, eso le parecía perfecto pues podría unir más piezas, tan solo sabía que hizo cosas horribles pero por el momento no sabía casi nada sobre él y los que eran sus nakamas. La invitación parecía tener buena pinta, una banda dónde se protegían unos a los otros y peleaban por la libertad, además se fijó en que esa chica desprendía más poder, al tenerla más cerca pudo notarlo mejor. Tal vez junto a ellos podría averiguar cosas sobre su pasado y podría dormir de forma más tranquila sin ser molestado por nadie. Cerró los ojos durante unos momentos y a continuación se levantó de la silla, estiró su mano señalando al hombre de melena larga.

- Solo tengo una condición ¿Este hombre está en dicho grupo? Me gustaría que así fuera, ahora mismo el vive una situación parecida a la mía por la amnesia y creo que estar con él podría ayudarnos mutuamente a recordar más cosas y a ayudarnos mutuamente. Si él va, yo iré también.

Había sido bastante claro, después se quedó de pie con las manos en los bolsillos y observándolos de forma calmada, esperando una respuesta por parte de ellos. Sería interesante estar en un lugar dónde dormir tranquilo y poder entrenar y desarrollar aún más sus poderes, debía recuperar todo y ser el lobo negro y poderoso que era antes, aquella bestia que todos temían. Se relamió despacio y ahora sonrió de lado esperando una respuesta, al verles abrazarse aquello mejoró las cosas para el castaño, tal vez su petición ahora podía cumplirse, o tal vez no.