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Una leve sonrisa se dibujó en los labios del pelirrojo al comprobar que, efectivamente, su plan había sido todo un éxito. ¿Realmente había funcionado? ¿Cómo podían esos estúpidos dejar a solas con el cañón a alguien a quien no conocían de nada? Ni siquiera les había mostrado nada que le identificase como miembro de las fuerzas del rey de Hallstat, tan solo un alarde de persuasión y manipulación poco comunes... Si Hikari le hubiera visto no habría reconocido en él a su compañero vago e irresponsable. Ciertamente, su forma de ser, pensar y actuar cambiaba por completo cuando se encontraba en medio de una misión, más aún si encima era una guerra.
- Vale, ahora queda lo más fácil -susurró, girándose hacia el cañón y observando los controles de este. No le resultaría muy complicado manejarlo, tan solo tendría que apuntar al objetivo y disparar. Al fin y al cabo, estaba hecho para que aquellos estúpidos pudieran utilizarlo sin problemas, tampoco podía pedir nada demasiado sofisticado- Veamos...
Su mirada buscó con avidez los submarinos que aún no habían zarpado, localizando dos de ellos relativamente cerca de la costa y otro algo más adentrado en el mar. Tal vez la explosión no fuera suficiente para alcanzar este último, pero... Lo mismo podía eliminar los otros dos de un solo disparo. ¿Cuánto tardaría aquella cosa en poder disparar de nuevo? Bueno, si al menos podía quitarse dos de encima sería de bastante ayuda, y probablemente el tercero volviera a tierra para prestar ayuda. Estaba claro que ese sitio se iba a convertir en un auténtico campo de batalla, donde la desventaja numérica era completamente identificable. ¿Dónde narices se habrían metido los demás agentes? ¿Acaso estaban holgazaneando mientras él hacía todo el trabajo sucio? En fin, ya ajustaría cuentas. Lo primero era mantener la situación bajo control.
Llevó una mano al interior de su oscura chaqueta y, de uno de los pequeños bolsillos, extrajo un pequeño dron con forma de pájaro. Bir-D. Su pequeño amiguito sería clave una vez comenzasen los fuegos artificiales. Activó al pajarito e hizo que saliera volando, transmitiendo lo que sus ojos captaban al implante cyborg del chico, de modo que pudiera obtener una vista aérea de la isla. ¿Su intención? Definir cuáles podrían ser las rutas de escape más seguras y próximas. No es que no confiara en sus habilidades, pero no sería inteligente enfrentarse a todos los supervisores que pudiera haber allí... Menos aún si los mercenarios de alguno de los submarinos volvían para ver qué narices había ocurrido. Hecho esto volvió a centrar su atención en el cañón, asegurándose de que todo estuviera listo para disparar. "Bien, veamos cuál es el potencial de este trasto." Sin vacilar apuntó con el cañón a uno de los submarinos que se encontraban cerca de la costa, ajustando el ángulo para darle de lleno a uno de ellos y esperando que afectase de alguna manera al otro. Su mano se dispuso a activar el mecanismo de disparo, pero se frenó por un momento.
- ¿Cuántos habrá dentro? -susurró, clavando su mirada esmeralda en la nave. ¿Cuántas vidas estaba a punto de desvanecer? ¿Cuánto dolor por el simple hecho de apretar un botón? No había sido tan consciente de lo fácil que era arrebatar una vida hasta ese momento. Por un instante se planteó el buscar otra opción, otra vía por la que impedir que aquellas embarcaciones zarpasen- No dejes que tu corazón te distraiga -musitó.
Negó con la cabeza y activó el mecanismo de disparo, firme, sin dudar más. Aquellos eran hombres y mujeres que habían decidido libremente apoyar al Rey Oscuro, a aquel monstruo, tan solo atraídos por la esperanza que otorgaban el poder y las riquezas, cosas que ofrecía a todos ellos. No podía perdonar a aquellos que estuvieran dispuestos a sumir al mundo en las tinieblas por cosas tan banales, tan omitibles. Se llevó las manos a los oídos para evitar que el ruido del cañonazo dañara sus oídos, pero no apartó la mirada. No, debía asumir las consecuencias de sus actos, no podía darle la espalda. Si iba a segar tantas vidas, al menos mantendría la mirada. Mientras, con su ojo cyborg, analizaba la información recibida para preparar su retirada.
- Lo siento -susurró, con el ceño fruncido y el semblante serio.
- Vale, ahora queda lo más fácil -susurró, girándose hacia el cañón y observando los controles de este. No le resultaría muy complicado manejarlo, tan solo tendría que apuntar al objetivo y disparar. Al fin y al cabo, estaba hecho para que aquellos estúpidos pudieran utilizarlo sin problemas, tampoco podía pedir nada demasiado sofisticado- Veamos...
Su mirada buscó con avidez los submarinos que aún no habían zarpado, localizando dos de ellos relativamente cerca de la costa y otro algo más adentrado en el mar. Tal vez la explosión no fuera suficiente para alcanzar este último, pero... Lo mismo podía eliminar los otros dos de un solo disparo. ¿Cuánto tardaría aquella cosa en poder disparar de nuevo? Bueno, si al menos podía quitarse dos de encima sería de bastante ayuda, y probablemente el tercero volviera a tierra para prestar ayuda. Estaba claro que ese sitio se iba a convertir en un auténtico campo de batalla, donde la desventaja numérica era completamente identificable. ¿Dónde narices se habrían metido los demás agentes? ¿Acaso estaban holgazaneando mientras él hacía todo el trabajo sucio? En fin, ya ajustaría cuentas. Lo primero era mantener la situación bajo control.
Llevó una mano al interior de su oscura chaqueta y, de uno de los pequeños bolsillos, extrajo un pequeño dron con forma de pájaro. Bir-D. Su pequeño amiguito sería clave una vez comenzasen los fuegos artificiales. Activó al pajarito e hizo que saliera volando, transmitiendo lo que sus ojos captaban al implante cyborg del chico, de modo que pudiera obtener una vista aérea de la isla. ¿Su intención? Definir cuáles podrían ser las rutas de escape más seguras y próximas. No es que no confiara en sus habilidades, pero no sería inteligente enfrentarse a todos los supervisores que pudiera haber allí... Menos aún si los mercenarios de alguno de los submarinos volvían para ver qué narices había ocurrido. Hecho esto volvió a centrar su atención en el cañón, asegurándose de que todo estuviera listo para disparar. "Bien, veamos cuál es el potencial de este trasto." Sin vacilar apuntó con el cañón a uno de los submarinos que se encontraban cerca de la costa, ajustando el ángulo para darle de lleno a uno de ellos y esperando que afectase de alguna manera al otro. Su mano se dispuso a activar el mecanismo de disparo, pero se frenó por un momento.
- ¿Cuántos habrá dentro? -susurró, clavando su mirada esmeralda en la nave. ¿Cuántas vidas estaba a punto de desvanecer? ¿Cuánto dolor por el simple hecho de apretar un botón? No había sido tan consciente de lo fácil que era arrebatar una vida hasta ese momento. Por un instante se planteó el buscar otra opción, otra vía por la que impedir que aquellas embarcaciones zarpasen- No dejes que tu corazón te distraiga -musitó.
- Spoiler:
Negó con la cabeza y activó el mecanismo de disparo, firme, sin dudar más. Aquellos eran hombres y mujeres que habían decidido libremente apoyar al Rey Oscuro, a aquel monstruo, tan solo atraídos por la esperanza que otorgaban el poder y las riquezas, cosas que ofrecía a todos ellos. No podía perdonar a aquellos que estuvieran dispuestos a sumir al mundo en las tinieblas por cosas tan banales, tan omitibles. Se llevó las manos a los oídos para evitar que el ruido del cañonazo dañara sus oídos, pero no apartó la mirada. No, debía asumir las consecuencias de sus actos, no podía darle la espalda. Si iba a segar tantas vidas, al menos mantendría la mirada. Mientras, con su ojo cyborg, analizaba la información recibida para preparar su retirada.
- Lo siento -susurró, con el ceño fruncido y el semblante serio.
Byakuro Kyoya
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El olor a muerte llenaba la cubierta y todo lo que en ella había. Byakuro observó complacido la estrategia de Chrome, empleando su fruta, antaño empleada por él mismo, de una forma inteligente y eficaz.
- ¡Bien hecho, chicos, aguantad! -Titania pasó a su lado, soltando un puñetazo potente como una estampida de elefantes, que hizo quebrarse el aire a su alrededor, enviando a volar varios cuerpos. Viole parecía haber agarrado un cubo y una fregona, y se defendía de un par de zombies que lo acosaban, pero que pronto se vieron diezmados por dos flechas certeras de Yumiko, que había salido del interior del barco, al parecer guiada por el ruido del combate. Una de las flechas pasó al lado de Byakuro, clavándose en la frente de un zombie justo tras él.
Y entonces, como si una marabunta de no muertos violentos y malvados no llegase para detener la marcha del Black Lotus, una enorme serpiente marina de aspecto muerto y putrefacto surgió del mar, en toda su enorme esplendorosidad necraria. El poderoso animal zombificado no parecía percatarse de la presencia del Black Lotus y sus ocupantes, apenas un pequeño cascarón flotante al lado de él.
- Maldita... sea... -maldijo el cazador, aferrando el bastón con fuerza, y mirando a los demás presentes-. Chrome, necesito que cubras el barco, ¡ya! -el chico entonces activó sus llamas violetas, que empezaron a brillar con intensidad cegadora. Poco a poco las flamas adquirieron una claridad que se tornó en dorado brillante. El pelo del chico se volvió del mismo color, y cuando abrió sus ojos, se habían convertido en dos pozos de ámbar.
De un salto, el chico empezó a volar a toda velocidad hacia la serpiente, golpeando el aire con sus pies y creando un par de pequeñas alas en su espalda para ayudarle a maniobrar, moviéndose mucho más rápido de lo que cualquiera de sus compañeros habían visto nunca moverse al chico. Aquellas eran las Flamas Doradas, que potenciaban el cuerpo de Byakuro hasta romper sus propios límites durante un breve periodo de tiempo. En cuanto terminase, estaría indispuesto durante un rato, pero ahora mismo lo importante era acabar con el enorme ser que amenazaba no solo la estabilidad y entereza del barco, sino la vida de los que en él peleaban.
El chico no pudo evitar ver que el monstruoso cuerpo estaba recorrido por largas carreras de cicatrices y costuras. Si las costuras estaban allí, es que estaban cosiendo algo. Esperando que su tamaño le ayudase a acercarse al monstruo, el cazador sacó una serie de guadañas de tinta de su cuerpo, tanto en brazos como en piernas, y recubrió su bastón en el espeso líquido, creando una mayor que las demás.
Luego, de un rápido movimiento, y aprovechando su fuerza y velocidad superiores, el cazador dorado se lanzó contra el ser, tratando de rasgar todas aquellas enormes costuras, imbuyendo toda la fuerza que pudo en los golpes. Su plan era intentar cortar las costuras para ver si el monstruo se partía en pedazos. Al fin y al cabo, si estaba remendado, por algo sería.
Le preocupaba que el monstruo se derrumbase si caía sobre el barco, pero confiaba en que la distancia sería suficiente para evitar accidentes. Y en cualquier caso, Titania podría desviar con su fruta algún posible trozo de carne que cayese desde allí a cubierta.
- ¡Bien hecho, chicos, aguantad! -Titania pasó a su lado, soltando un puñetazo potente como una estampida de elefantes, que hizo quebrarse el aire a su alrededor, enviando a volar varios cuerpos. Viole parecía haber agarrado un cubo y una fregona, y se defendía de un par de zombies que lo acosaban, pero que pronto se vieron diezmados por dos flechas certeras de Yumiko, que había salido del interior del barco, al parecer guiada por el ruido del combate. Una de las flechas pasó al lado de Byakuro, clavándose en la frente de un zombie justo tras él.
Y entonces, como si una marabunta de no muertos violentos y malvados no llegase para detener la marcha del Black Lotus, una enorme serpiente marina de aspecto muerto y putrefacto surgió del mar, en toda su enorme esplendorosidad necraria. El poderoso animal zombificado no parecía percatarse de la presencia del Black Lotus y sus ocupantes, apenas un pequeño cascarón flotante al lado de él.
- Maldita... sea... -maldijo el cazador, aferrando el bastón con fuerza, y mirando a los demás presentes-. Chrome, necesito que cubras el barco, ¡ya! -el chico entonces activó sus llamas violetas, que empezaron a brillar con intensidad cegadora. Poco a poco las flamas adquirieron una claridad que se tornó en dorado brillante. El pelo del chico se volvió del mismo color, y cuando abrió sus ojos, se habían convertido en dos pozos de ámbar.
De un salto, el chico empezó a volar a toda velocidad hacia la serpiente, golpeando el aire con sus pies y creando un par de pequeñas alas en su espalda para ayudarle a maniobrar, moviéndose mucho más rápido de lo que cualquiera de sus compañeros habían visto nunca moverse al chico. Aquellas eran las Flamas Doradas, que potenciaban el cuerpo de Byakuro hasta romper sus propios límites durante un breve periodo de tiempo. En cuanto terminase, estaría indispuesto durante un rato, pero ahora mismo lo importante era acabar con el enorme ser que amenazaba no solo la estabilidad y entereza del barco, sino la vida de los que en él peleaban.
El chico no pudo evitar ver que el monstruoso cuerpo estaba recorrido por largas carreras de cicatrices y costuras. Si las costuras estaban allí, es que estaban cosiendo algo. Esperando que su tamaño le ayudase a acercarse al monstruo, el cazador sacó una serie de guadañas de tinta de su cuerpo, tanto en brazos como en piernas, y recubrió su bastón en el espeso líquido, creando una mayor que las demás.
Luego, de un rápido movimiento, y aprovechando su fuerza y velocidad superiores, el cazador dorado se lanzó contra el ser, tratando de rasgar todas aquellas enormes costuras, imbuyendo toda la fuerza que pudo en los golpes. Su plan era intentar cortar las costuras para ver si el monstruo se partía en pedazos. Al fin y al cabo, si estaba remendado, por algo sería.
Le preocupaba que el monstruo se derrumbase si caía sobre el barco, pero confiaba en que la distancia sería suficiente para evitar accidentes. Y en cualquier caso, Titania podría desviar con su fruta algún posible trozo de carne que cayese desde allí a cubierta.
Otro par de monigotes nos escoltaron de ahí en adelante. Ya en el castillo no recibía un enorme salón muy propio del estilo arquitectónico del sitio, sin embargo no se si una mesa en el salón principal quedaba muy bien. Y es que frente a nosotros descubrimos un mesón muy generoso, de gran calidad, era un mueble bello en verdad, al igual que las sillas que con esta mesa hacían juego, junto a este mueble que aparentemente servía de recibidor para invitados mi rango visual encontró dos personas, un hombre de aspecto serio y una chica peliroja, ambos me llamaron la intención con gran intensidad pero por motivos completamente diferentes, el hombre era famoso en los mares, he visto su rostro no solo en los carteles de "wanted", si no que también en los informes de la armada que acostumbro leer detenidamente para evitar que este loco mundo me atrape desprevenido, lo cual aun con mi experiencia sigue siendo una tarea difícil de llevar, era sin duda Lion D. Emile, su sola presencia aun con su aspecto simple y recatado hacía más tenso el ambiente. Por otro lado la hermosa señorita que le acompañaba despertó mi interés de una manera más carnal y simplona, me incomodaba un poco llevar con migo un sentimiento de lujuria en una situación como esta, pero la carne es débil y sus pronunciadas curvas y belleza nata hacían revolotear inevitablemente mis hormonas, pero bah... había que mantener la compostura, centré mi mente y traté de analizar la situación de la manera más calculadora posible. Por más que traté no vino a mi mente el recuerdo de haber tenido en mis manos algún informe que relatara la alianza entre Emile y Derian, pero dado el ambiente "relajado", por decirlo de alguna manera, que había en el salón.. Era la opción plausible que venía a mi imaginación en primera instancia, por desgracia hasta donde mis agudos ojos podían apreciar no se alcanzaba a ver al Rey de estas tierras que venimos buscando, sin embargo se podía oír a alguien hablando en un tono muy "dueño de casa", así que me acerqué a la mesa en busca de la audiencia que me trae a este sitio tan raro.
Al estar a pasos de la mesa me propuse saludar a los presentes, el protocolo es importante en tiempos de diplomacia...
-Saludos caballero- hice una muy leve reverencia con la cabeza a Emile -Un placer conocerla hermosa dama- me dirigí a la dama presente, esta vez la reverencia fue más pronunciada llevando además mi mano derecha hasta mi abdomen para recalcarla.
Espero no interrumpir o molestar, pero mi encomienda es discutir con el Rey Derian la posibilidad de una alianza que sirva en esta guerra tanto para sus propósito como también en torno a los intereses de la armada revolucionaria, mi nombre es Leonel Racovich y él Es mi subordinado Henry Shark.(Señalando al mismo)
No sabía si mis palabras llegarían a oídos de Lord Derian, y por ello no le saludé, tampoco sabía bien como recibirían los presentes esta presentación...
Solo me quedaba aguardar y observar.
Al estar a pasos de la mesa me propuse saludar a los presentes, el protocolo es importante en tiempos de diplomacia...
-Saludos caballero- hice una muy leve reverencia con la cabeza a Emile -Un placer conocerla hermosa dama- me dirigí a la dama presente, esta vez la reverencia fue más pronunciada llevando además mi mano derecha hasta mi abdomen para recalcarla.
Espero no interrumpir o molestar, pero mi encomienda es discutir con el Rey Derian la posibilidad de una alianza que sirva en esta guerra tanto para sus propósito como también en torno a los intereses de la armada revolucionaria, mi nombre es Leonel Racovich y él Es mi subordinado Henry Shark.(Señalando al mismo)
No sabía si mis palabras llegarían a oídos de Lord Derian, y por ello no le saludé, tampoco sabía bien como recibirían los presentes esta presentación...
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Theo Thawne
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Finalmente, tras un rato repeliendo a los cadáveres andantes, estos volvieron al mar, echados mayormente por Bya, Chrome y los demás. Me sentí algo inútil durante un rato, pero la aparición de una enorme bestia cosida saliendo del mar me sacó de mi pequeño trance.
La bestia rugió con fuerza y Bya fue el primero en atacarla. Abrí mi pequeña bolsa y saqué las tres Rumble Balls que me quedaban.
“¿Debería...? No se que puede pasar si me las como a la vez...”
Decidí no arriesgarme y las guardé. Tal vez en alguna situación pronto me vea obligada a tomar el riesgo. Suspiré y me preparé con el Bastón Kali, dispuesta a golpear todo aquello que se acercara.
La bestia rugió con fuerza y Bya fue el primero en atacarla. Abrí mi pequeña bolsa y saqué las tres Rumble Balls que me quedaban.
“¿Debería...? No se que puede pasar si me las como a la vez...”
Decidí no arriesgarme y las guardé. Tal vez en alguna situación pronto me vea obligada a tomar el riesgo. Suspiré y me preparé con el Bastón Kali, dispuesta a golpear todo aquello que se acercara.
Baozar
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Inaga dejaba la isla atrás, esa isla llena de muerte y destrucción. Ni siquiera sabía el nombre de la isla pero se imaginaba que no sería la única. En sus muchas peregrinaciones había encontrado territorios devastados de maneras similares, por lo que seguramente hubiera una guerra en marcha pues recordaba el nombre de Derian como un pirata poderoso.
Con el rumbo fijado, el mar y el viento impulsaban el barco el cual se veía mecido por las olas, la proa se elevaba sobre el mar para posteriormente al bajar hundirse levemente. Podía saborear el salitre del mar, el cual salpicaba su rostro dejando unas finas gotas cristalinas que reflejaban tenuemente el sol. Inmerso en sus pensamientos tardó un rato en darse cuenta de que el llanto desgarrador y helado, diría que hasta doloroso, que escuchaba no se encontraba en el interior de su cabeza. Indudablemente esto lo sacó de su trance e hizo que se pusiera alerta. En su frente se abrió su tercer ojo, signo que reflejaba el uso de su mantra enfocandose en el interior de su barco.
Puso rumbo al interior del barco el cual se encontraba en un estado algo lamentable debido a la falta de cuidados que había sufrido; telarañas en casi todas las esquinas adornaban cada sala y pasillo, sólo unas tenues velas las cuales iba encendiendo daban un aspecto aún mas tétrico al interior del barco. Con una entereza digna del monje, este se adentró hasta el origen del ruido.
Con el rumbo fijado, el mar y el viento impulsaban el barco el cual se veía mecido por las olas, la proa se elevaba sobre el mar para posteriormente al bajar hundirse levemente. Podía saborear el salitre del mar, el cual salpicaba su rostro dejando unas finas gotas cristalinas que reflejaban tenuemente el sol. Inmerso en sus pensamientos tardó un rato en darse cuenta de que el llanto desgarrador y helado, diría que hasta doloroso, que escuchaba no se encontraba en el interior de su cabeza. Indudablemente esto lo sacó de su trance e hizo que se pusiera alerta. En su frente se abrió su tercer ojo, signo que reflejaba el uso de su mantra enfocandose en el interior de su barco.
Puso rumbo al interior del barco el cual se encontraba en un estado algo lamentable debido a la falta de cuidados que había sufrido; telarañas en casi todas las esquinas adornaban cada sala y pasillo, sólo unas tenues velas las cuales iba encendiendo daban un aspecto aún mas tétrico al interior del barco. Con una entereza digna del monje, este se adentró hasta el origen del ruido.
El Cid
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En cuanto Babieca rebufó en dirección al semigigante y este se dió la vuelta, un proyectil de gran calibre impactó en su ojo matándolo al instante dejando toda la tierra teñida de rojo. Esto dejo un poco frio al Cid, no se esperaba que un enemigo de tal tamaño muriera al primer golpe. Miró hacia el origen del disparo y vió a su compañera bajando del acantilado desde donde había disparado.
- Meh, si todos los siervos de Derian son tan débiles creo que podremos ganar esta en menos de lo que defeca Babieca.
Esto provocó que el camello mordiera el tobillo de su compañero en un arrebato sin intención de hacerle daño, pero falló debido a que este se había movido para alcanzar el cadaver del semigigante y coger el pergamino para observarlo.
Escuchó el plan de su compañera y se acercó a las ropas para probarselas pero no le cabían por lo que optó por agrandarlas con sus runas, puso sus manos encima de ellas y dijo en voz baja:
-¡Thurisaz!
Las ropas inmediatamente aumentaron su tamaño adecuandose al Cid, el cual se las puso y esperó a que sus compañeros estubieran listos para ponerse en marcha hacia el interior de la isla.
- Meh, si todos los siervos de Derian son tan débiles creo que podremos ganar esta en menos de lo que defeca Babieca.
Esto provocó que el camello mordiera el tobillo de su compañero en un arrebato sin intención de hacerle daño, pero falló debido a que este se había movido para alcanzar el cadaver del semigigante y coger el pergamino para observarlo.
Escuchó el plan de su compañera y se acercó a las ropas para probarselas pero no le cabían por lo que optó por agrandarlas con sus runas, puso sus manos encima de ellas y dijo en voz baja:
-¡Thurisaz!
Las ropas inmediatamente aumentaron su tamaño adecuandose al Cid, el cual se las puso y esperó a que sus compañeros estubieran listos para ponerse en marcha hacia el interior de la isla.
Teobaldo Voglio
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Seguimos a los guerreros por una largo pasadizo a lo largo del camino, me percate de que las paredes y el suelo presentaban las marcas de la guerra. Muchos de los grabados de las paredes se encontraban dañados, por lo que parecían ser cores de espadas o arañazos de algún tipo. Hubiera querido detenerme a mirar aquellas estelas con mayor calma, pero estaba cociente de que no era el momento para ello.
Si logra vamos conversen a los nativos de que no eramos hostiles, tendríamos luego tiempo suficiente para mirar los grabados. Pude notar de reojo que mi compañero llevaba aun consigo el pedazo de estela que había encontrado, no estaba muy seguro de las razones por las cuales aun lo traía con nosotros, pero confiaba en que a lo mejor el había notado algo que yo no.
Luego de lo que me pareció una eternidad llegamos ante una monumental roca que servia como puerta para una inmensa bóveda. La cual estaba iluminada por los rayos del sol, los cuales se filtraban por entre unos orificios abiertos en la roca, pude percibir una gran cantidad de pictografia y grabados en las paredes todos se encontraban alineados de tal forma que el punto focal se encontraba dirigido sobre lo que me pareció era un altar.
De pronto el hombre que nos había cuestionado en la superficie se subió a un pedestal, para luego hablar en su lengua. Tras unos instantes apareció un hombre imponente de gran musculatura, su imagen se complementaba con su vestuario, el cual estaba conformado por las pieles de animales salvajes, un gran penacho multicolor y en la mano llevaba una gran masa de piedra. El hombre se paro sobre el altar y desde ahí se dirigió así nosotros, con una voz igualmente impresionante.
No pregunto quienes eramos y luego aclaro que no le gustaban las personas de la superficie pues el ultimo casi acababa con ellos . Me dirigí a el con si de un gran rey se tratara -Señor, mi amigo y yo no hemos venido a destruirlos sino a prender de su cultura, si usted nos permitiera...- Pero aquel individuo no me dejo terminar se mostró inflexible a mi explicación y sin miramientos dijo con una voz que retumbo en toda la bóveda -¡USTEDES MENTIR! Lo mismo decir el otro y luego él y sus bestias de la noche atacarnos, su codicia es grande, nosotros no permitir que ustedes se adueñe de nuestros tesoros ¡NO PERMITIREMOS QUE NOS MATEN!.
En ese momento todos los guerreros ahí presentes, se levantaron en armas y gritaron al unisono cánticos de guerra intente calmarlos, pero la situación se me estaba saliendo de las manos, note la tensión incluso en el lobo que nos acompañaba quien empezaba a mostrar los dientes a los guerreros. Si la cosa continuaba así pagaríamos por los pecados cometidos por otro -No somos mentirosos, si no nos creen probaremos que somos dignos de confianza- tras decir esto ultimo espere ver cual seria el resultado de estas palabras.
Si logra vamos conversen a los nativos de que no eramos hostiles, tendríamos luego tiempo suficiente para mirar los grabados. Pude notar de reojo que mi compañero llevaba aun consigo el pedazo de estela que había encontrado, no estaba muy seguro de las razones por las cuales aun lo traía con nosotros, pero confiaba en que a lo mejor el había notado algo que yo no.
Luego de lo que me pareció una eternidad llegamos ante una monumental roca que servia como puerta para una inmensa bóveda. La cual estaba iluminada por los rayos del sol, los cuales se filtraban por entre unos orificios abiertos en la roca, pude percibir una gran cantidad de pictografia y grabados en las paredes todos se encontraban alineados de tal forma que el punto focal se encontraba dirigido sobre lo que me pareció era un altar.
De pronto el hombre que nos había cuestionado en la superficie se subió a un pedestal, para luego hablar en su lengua. Tras unos instantes apareció un hombre imponente de gran musculatura, su imagen se complementaba con su vestuario, el cual estaba conformado por las pieles de animales salvajes, un gran penacho multicolor y en la mano llevaba una gran masa de piedra. El hombre se paro sobre el altar y desde ahí se dirigió así nosotros, con una voz igualmente impresionante.
No pregunto quienes eramos y luego aclaro que no le gustaban las personas de la superficie pues el ultimo casi acababa con ellos . Me dirigí a el con si de un gran rey se tratara -Señor, mi amigo y yo no hemos venido a destruirlos sino a prender de su cultura, si usted nos permitiera...- Pero aquel individuo no me dejo terminar se mostró inflexible a mi explicación y sin miramientos dijo con una voz que retumbo en toda la bóveda -¡USTEDES MENTIR! Lo mismo decir el otro y luego él y sus bestias de la noche atacarnos, su codicia es grande, nosotros no permitir que ustedes se adueñe de nuestros tesoros ¡NO PERMITIREMOS QUE NOS MATEN!.
En ese momento todos los guerreros ahí presentes, se levantaron en armas y gritaron al unisono cánticos de guerra intente calmarlos, pero la situación se me estaba saliendo de las manos, note la tensión incluso en el lobo que nos acompañaba quien empezaba a mostrar los dientes a los guerreros. Si la cosa continuaba así pagaríamos por los pecados cometidos por otro -No somos mentirosos, si no nos creen probaremos que somos dignos de confianza- tras decir esto ultimo espere ver cual seria el resultado de estas palabras.
elkilian
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Seguía intentando convencer al dragón pero parece que ni se inmutaba ante mi presencia.
" Puede que ahora esté lleno tras zamparse a esa gen... "
De repente algo suena a mi espalda por lo que me doy la vuelta.
-¿Pero qué ... ? - no era de extrañar mi sorpresa pues era un hombre con armadura que sostenía a un pony rosa que flotaba gracias a unos globos - ¿Pero qué ...Por qué el pony vuel...quién eres? -
" Bueno, al menos no es una persona con pinta de ser mala, nadie sería malo teniendo un pony rosa volador ... o eso espero "
Worgulv
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El hombre presenciaba la escena con cautela y plena atención, Deathstroke se había tirado un farol de una manera arrogante y autoritaria, seguramente para intimidar a un posible agresor con baja moral. No parecía ser este el caso, dada la reacción de uno de ellos, el hombre que estaba situado delante de su camarada le había respondido casi de igual manera, pero había reculado ante la mujer de su lado, parecía que ella era la líder…esa mujer tenía algo extraño, si era la líder, seguramente tuviese el cargo por alguna razón, el hombre centro su atención en ella.
Pero no fue más tarde cuando una especie de grito se escuchó no muy lejos de allí, el hombre estaba entre el grito y los dos desconocidos, ¿qué podía hacer?, el hombre tras cavilar sus posibilidades, hablo por el intercomunicador, no más alto que un susurro ``me dirijo hacia el grito, pueden ser enemigos, si los desconocidos que tienes enfrente son hostiles, grita mi nombre y correré a la posición actual con total actitud ofensiva´´, el hombre ya se estaba dirigiendo hacia donde se había escuchado el grito, en silencio y aprovechando la cobertura que le daba la vegetación y los escombros, buscaba un camino en el cual no se delatase su presencia, no sabía que podía encontrar en esa guerra, y en ese momento estaba relativamente solo, no podía ser descuidado.
Pero no fue más tarde cuando una especie de grito se escuchó no muy lejos de allí, el hombre estaba entre el grito y los dos desconocidos, ¿qué podía hacer?, el hombre tras cavilar sus posibilidades, hablo por el intercomunicador, no más alto que un susurro ``me dirijo hacia el grito, pueden ser enemigos, si los desconocidos que tienes enfrente son hostiles, grita mi nombre y correré a la posición actual con total actitud ofensiva´´, el hombre ya se estaba dirigiendo hacia donde se había escuchado el grito, en silencio y aprovechando la cobertura que le daba la vegetación y los escombros, buscaba un camino en el cual no se delatase su presencia, no sabía que podía encontrar en esa guerra, y en ese momento estaba relativamente solo, no podía ser descuidado.
Max D Dexer
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Aquellos “pasajes” por los que nos guiaban eran muy extraños, como si estuviéramos caminando en un lugar el cual había sido víctima de una guerra. “Ver todo esto si que me desanima” pensaba mientras seguíamos con aquella caminata que parecía que nunca iba a terminar. Por suerte para nosotros, aquel pequeño recorrido había terminado en un cierto lugar aun más extraño que los anteriores, este tenía unas grandes rocas construyendo formas increíbles, también se lograban ver lo que parecían ser dibujos muy antiguos los cuales me dejaron pensando en los posibles significados que podrían tener. Era un sitio bastante extraño donde, por lo que me había percatado, entraba luz solar. Quise saber cómo era posible aquello intentando verlo de reojo, hasta que logre ver unos agujeros en las gigantescas rocas por donde pasaba la luz.
Unas palabras en un idioma extraño que no lograba reconocer hicieron que apareciera un hombre bastante robusto, al mismo tiempo en el que me ponía bastante nervioso, ya que cualquier estupidez que digamos podría significar nuestra muerte segura. Aquel hombre que vestía piel de animales y además portador de un mazo de piedra el cual no me daba nada de confianza, empezó a hablarnos mientras se paraba en una majestuosa formación de rocas formando lo que parecía un altar antiguo. En ese momento trataba de calmarme, a mí y a Kuroten, pues parecía que algo lo estaba molestando, aunque no me preocupaba mucho ya que una vez que se tranquilizaba era muy amigable.
Sus preguntas y declaraciones estaban claras, si contestábamos mal posiblemente no saldríamos de esa ilesos. La respuesta de mi compañero Teo era bastante simple y cierta, aunque para oídos del hombre que acababa de aparecer no le parecía del todo sincera. “Si que nos metimos en una buena” pensaba algo nervioso por su repentino enojo. Además, el hecho de que todos aquellos soldados que nos guiaron hacia allí gritaran con armas en mano, no me pareció nada lindo, es más, tuve que volver a intentar calmar al pobre Kuroten el cual se estaba poniendo tenso, con solo verlo podías notarlo. En el mismo instante en que se descontrolaron, Teo trato de calmarlos, pero eran esfuerzos inútiles.
No podía aguantarlo más, tras lo dicho por mi compañero, me incline con mucho respeto hacia ellos. Tal vez aquellas palabras no resultaron tan convincentes, pero debíamos hacer lo posible para que creyeran en nosotros y que de esa forma nos dejaran, de alguna manera, investigar todos los alrededores.
-Se que con las simples palabras de extraños no nos darán su confianza…pero os juro por mi alma y honor de espadachín que no haremos aquella maldad que otro hizo para su propio bien.
Luego volví a pararme para verlos a todos de frente y con un rostro de pura seriedad pero al mismo tiempo lamento y compasión, seguí hablando.
-… Se lo que se siente que de un día para otro por la culpa de alguien tu pueblo o civilización desaparezca, conozco el dolor que eso implica… Por favor, confiad en nosotros.
Más que aquello no podía hacer, simplemente me limitaba a rogar que aquellas personas se apiadan de unos extraños, y que logren confiar de alguna forma en nosotros. Al mismo tiempo pude lograr que Kuroten se calmase lo suficiente como para que pudiera sentarse en el suelo tranquilo.
Unas palabras en un idioma extraño que no lograba reconocer hicieron que apareciera un hombre bastante robusto, al mismo tiempo en el que me ponía bastante nervioso, ya que cualquier estupidez que digamos podría significar nuestra muerte segura. Aquel hombre que vestía piel de animales y además portador de un mazo de piedra el cual no me daba nada de confianza, empezó a hablarnos mientras se paraba en una majestuosa formación de rocas formando lo que parecía un altar antiguo. En ese momento trataba de calmarme, a mí y a Kuroten, pues parecía que algo lo estaba molestando, aunque no me preocupaba mucho ya que una vez que se tranquilizaba era muy amigable.
Sus preguntas y declaraciones estaban claras, si contestábamos mal posiblemente no saldríamos de esa ilesos. La respuesta de mi compañero Teo era bastante simple y cierta, aunque para oídos del hombre que acababa de aparecer no le parecía del todo sincera. “Si que nos metimos en una buena” pensaba algo nervioso por su repentino enojo. Además, el hecho de que todos aquellos soldados que nos guiaron hacia allí gritaran con armas en mano, no me pareció nada lindo, es más, tuve que volver a intentar calmar al pobre Kuroten el cual se estaba poniendo tenso, con solo verlo podías notarlo. En el mismo instante en que se descontrolaron, Teo trato de calmarlos, pero eran esfuerzos inútiles.
No podía aguantarlo más, tras lo dicho por mi compañero, me incline con mucho respeto hacia ellos. Tal vez aquellas palabras no resultaron tan convincentes, pero debíamos hacer lo posible para que creyeran en nosotros y que de esa forma nos dejaran, de alguna manera, investigar todos los alrededores.
-Se que con las simples palabras de extraños no nos darán su confianza…pero os juro por mi alma y honor de espadachín que no haremos aquella maldad que otro hizo para su propio bien.
Luego volví a pararme para verlos a todos de frente y con un rostro de pura seriedad pero al mismo tiempo lamento y compasión, seguí hablando.
-… Se lo que se siente que de un día para otro por la culpa de alguien tu pueblo o civilización desaparezca, conozco el dolor que eso implica… Por favor, confiad en nosotros.
Más que aquello no podía hacer, simplemente me limitaba a rogar que aquellas personas se apiadan de unos extraños, y que logren confiar de alguna forma en nosotros. Al mismo tiempo pude lograr que Kuroten se calmase lo suficiente como para que pudiera sentarse en el suelo tranquilo.
Kenichi
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Mientras la embarcación que habían obtenido navegaba por el mar, Kenichi se encontraba sobre la cubierta, tumbado observando el cielo el cual parecía estar llorando. Sólo podía pensar en lo que estaba sucediendo en la zona de conflicto principal y lo aliviado que se sentía de no estar ahí. Sabía que este pensamiento incitaría a pensar que es un cobarde, pero la verdadera razón por la que pensaba esto era debido a que aún era demasiado débil como para poder marcar la diferencia en una batalla de este calibre, sólo sería un estorbo. Lo que sí le comenzaba a parecer raro, es que los ruidos típicos del fragor de la batalla se hacían cada vez más intensos. Eso era imposible, ¿verdad? ¿VERDAD?
Shirahama finalmente notó cómo el viento cada vez tenía menos fuerza, parecía que habían parado en alguna isla al fin. Los sonidos de disparos, gritos y sables chocando los unos con los otros eran aún más fuertes, por lo que por mera curiosidad, el joven luchador decidió asomar la cabeza para ver dónde habían ido a parar.
- Hmm... Qué extraño... - se frotó los ojos lentamente, parecía que no había visto bien - ... Sí, no hay ninguna duda de ello.
Sudores fríos comenzaron a recorrer el cuerpo de Kenichi por completo, apenas era capaz de articular ninguna palabra.
- K-K-K-Kim-m-m-ura-san... ¿¡DÓNDE ESTAMOS?!
Parecía que habían ido a parar a una de las islas que Derian tenía bajo control, pero lo que realmente había causado esta reacción en el joven era la surrealista escena que se encontraba ante sus ojos. Un ratón se encontraba en una batalla contra lo que parecía ser... Un gigantesco pedazo de carne, cosido por todos lados. Era la primera vez, literalmente, la primera vez que había visto algo tan raro en toda su vida, aunque no haya vivido muchas experiencias.
Shirahama finalmente notó cómo el viento cada vez tenía menos fuerza, parecía que habían parado en alguna isla al fin. Los sonidos de disparos, gritos y sables chocando los unos con los otros eran aún más fuertes, por lo que por mera curiosidad, el joven luchador decidió asomar la cabeza para ver dónde habían ido a parar.
- Hmm... Qué extraño... - se frotó los ojos lentamente, parecía que no había visto bien - ... Sí, no hay ninguna duda de ello.
Sudores fríos comenzaron a recorrer el cuerpo de Kenichi por completo, apenas era capaz de articular ninguna palabra.
- K-K-K-Kim-m-m-ura-san... ¿¡DÓNDE ESTAMOS?!
Parecía que habían ido a parar a una de las islas que Derian tenía bajo control, pero lo que realmente había causado esta reacción en el joven era la surrealista escena que se encontraba ante sus ojos. Un ratón se encontraba en una batalla contra lo que parecía ser... Un gigantesco pedazo de carne, cosido por todos lados. Era la primera vez, literalmente, la primera vez que había visto algo tan raro en toda su vida, aunque no haya vivido muchas experiencias.
C. K.
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Catherine se siente molesta por la situación. Tiene que moverse a la isla más próxima, y tomar un barco requeriría demasiado tiempo. Se acerca con algo de molestia a la costa de la isla y observa hacia la dirección a la que tiene que encaminarse, mientras calcula el tiempo de viaje. Trece millas náuticas son algo más de veintidós kilómetros. Al final decide optar por utilizar su mejor baza: la velocidad. Su cuerpo empieza a oscurecerse, hasta adquirir un matiz próximo al negro, mientras la chica activa su primera mejora del Booster, una técnica que puede emplear gracias a la proteína con el mismo nombre que recorre su sistema circulatorio. A continuación, su cuerpo empieza a modificarse, brotando dos brazos extra bajo los que ya posee, y pasando a parecerse a una araña o un ácaro. Hecho esto, se concentra para emplear el Geppou, que le ayuda a aligerar el peso del cuerpo, pues su objetivo no es otro que el de ser ligera y veloz. Hecho esto, la chica observa el horizonte y calcula aproximadamente el tiempo que tardará: un minuto.
- Vamos allá... -murmura para sí, haciendo chasquear los quelíceros en el proceso.
Dejando una estela de arena, la chica echa a correr a tal velocidad que en teoría debería avanzar sobre la superficie del agua. Y si no se encuentra ningún obstáculo en su camino, debería llegar aproximadamente en un minuto al cuartel para pedir órdenes.
Nada más llegar a la isla, la chica se detiene en la costa, levantando una enorme cantidad de arena con su frenada. De inmediato, regresa a su forma humana y a su color habitual, sintiendo el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Tras observar el lugar, se dirige a trote ligero al cuartel para pedir órdenes. Una vez vea a algún oficial al mando, le preguntará que hacer:
- Agente CK, del Cipher Pol 6. La situación en la isla vecina se ha estabilizado. ¿Cuáles son las órdenes?
- Vamos allá... -murmura para sí, haciendo chasquear los quelíceros en el proceso.
Dejando una estela de arena, la chica echa a correr a tal velocidad que en teoría debería avanzar sobre la superficie del agua. Y si no se encuentra ningún obstáculo en su camino, debería llegar aproximadamente en un minuto al cuartel para pedir órdenes.
Nada más llegar a la isla, la chica se detiene en la costa, levantando una enorme cantidad de arena con su frenada. De inmediato, regresa a su forma humana y a su color habitual, sintiendo el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Tras observar el lugar, se dirige a trote ligero al cuartel para pedir órdenes. Una vez vea a algún oficial al mando, le preguntará que hacer:
- Agente CK, del Cipher Pol 6. La situación en la isla vecina se ha estabilizado. ¿Cuáles son las órdenes?
Lion D. Émile
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Akuma no mi
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Así que Derian había picado el anzuelo y le seguía el juego. Bien, una reunión sin más sería aburrida. Agarró distraídamente el cuchillo que le había tirado Aki con dos dedos, y lo tiró a su espalda. El rey había aceptado sus condiciones, por suerte, aunque el violín aun tardaría en llegar unas horas. No tenía problemas en esperar, tampoco es como si lo necesitara ya mismo. De repente recibió un mensaje mental de Diego "estamos jodidos". Mierda. ¿Es que no podía irse de su barco un par de horas sin que se metieran en un lío? Dirigió una breve mirada a Ivana y le dijo telepáticamente "El barco está bajo ataque. Tenemos que irnos." Agarró la aceituna antes de que le diese en la cara, y la dejó en la mesa. Acto seguido se levantó.
- Estoy de acuerdo con todo, majestad. Ahora si me disculpáis debo ausentarme. He recibido un aviso de mi barco, y debo averiguar qué ocurre.
Se levantó y se acercó a una ventana mientras se quitaba la gabardina. Esta vez debía viajar lo más velozmente posible. Se desanudó la corbata y desabotonó la camisa rápidamente, y se quitó ambas, tendiéndoselas a Ivana. La mujer enrojeció ligeramente al ver a su capitán semidesnudo, pero mantuvo el tipo y agarró su ropa. Estaba listo. De repente dos enormes alas negras brotaron de la espalda del Ángel Negro, el cuál abrió la ventana y se asomó a esta. Envió un mensaje mental a todos los oficiales de su tripulacióno presentes en el barco, diciendo "Decidme qué está pasando. ¡Rápido! Voy hacia allí con Tetsuhime." Dedicó una última mirada a Aki y dijo:
- Nos volveremos a ver. Ahora tengo asuntos pendientes.
Acto seguido saltó al vacío, desplegando sus alas. Ivana salió tras él, y ambos comenzaron a sobrevolar Hallstat a toda velocidad. El aire frío rozaba su cuerpo desnudo, pero su sangre demoníaca hacía que fuese poco más que una molestia. Más le valía a quien quiera que estuviese importunando a su tripulación huir, pues su cólera sería terrible. Nadie se metía con su queridos subordinados y salía intacto. Una expresión de furia infinita se dibujó en su rostro, y comenzó a aletear con fuerza.
- Estoy de acuerdo con todo, majestad. Ahora si me disculpáis debo ausentarme. He recibido un aviso de mi barco, y debo averiguar qué ocurre.
Se levantó y se acercó a una ventana mientras se quitaba la gabardina. Esta vez debía viajar lo más velozmente posible. Se desanudó la corbata y desabotonó la camisa rápidamente, y se quitó ambas, tendiéndoselas a Ivana. La mujer enrojeció ligeramente al ver a su capitán semidesnudo, pero mantuvo el tipo y agarró su ropa. Estaba listo. De repente dos enormes alas negras brotaron de la espalda del Ángel Negro, el cuál abrió la ventana y se asomó a esta. Envió un mensaje mental a todos los oficiales de su tripulacióno presentes en el barco, diciendo "Decidme qué está pasando. ¡Rápido! Voy hacia allí con Tetsuhime." Dedicó una última mirada a Aki y dijo:
- Nos volveremos a ver. Ahora tengo asuntos pendientes.
Acto seguido saltó al vacío, desplegando sus alas. Ivana salió tras él, y ambos comenzaron a sobrevolar Hallstat a toda velocidad. El aire frío rozaba su cuerpo desnudo, pero su sangre demoníaca hacía que fuese poco más que una molestia. Más le valía a quien quiera que estuviese importunando a su tripulación huir, pues su cólera sería terrible. Nadie se metía con su queridos subordinados y salía intacto. Una expresión de furia infinita se dibujó en su rostro, y comenzó a aletear con fuerza.
Der
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Akuma no mi
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Derek se subió a lo alto del palo, observando la isla que había aparecido frente a ellos. Parecía un lugar abandonado en un primer momento, pero una segunda ojeada reveló la presencia de gente en el lugar. Tal vez aquel sitio fuera el lugar que estaban buscando. Derek se preguntó para sí mismo cual sería la mejor forma de darse a conocer. El chico pensó que lo mejor sería conquistar la isla. Simplemente bajó a cubierta de nuevo y buscó un palo y un trapo de color rojo entre las cosas que había en el barco. Tras atarlo bien, para evitar que la improvisada bandera saliera volando, el chico se la echó al hombro y miró a Reira a su lado.
- Vamos a ver qué clase de gente vive en este pueblo. -dijo, mientras echaba el ancla y sacaba un pequeño bote salvavidas para Reira y él.
Tras diez minutos, la embarcación había llegado a la arenosa costa. El chico empezó a caminar hacia el pueblo, ondeando su bandera, y clavándola a medio camino entre las casas y la costa, como marcando un territorio.
- Vamos a ver qué hay en este pueblo. Tal vez encontremos algo útil. Y si es cierto que la guerra ha llegado, incluso podríamos rapiñar algo. -el chico buscó alguna tienda que no pareciese estar ocupada. Tal vez hubiera algo útil en alguna de ellas. Activó su visión de rayos X, buscando algún edificio en el que no se vieran personas. Por último, también emplearía los infrarrojos para buscar manchas de calor. Toda precaución era poca.
En caso de encontrar alguna, se dirigiría a la puerta y la abriría. Y si la puerta no quería ceder, entonces simplemente mejoraría su puño izquierdo, aumentando su dureza y tenacidad, y derribaría la puerta con un puñetazo. Esto, en caso de que la tienda estuviese vacía, por supuesto.
- Vamos a ver qué clase de gente vive en este pueblo. -dijo, mientras echaba el ancla y sacaba un pequeño bote salvavidas para Reira y él.
Tras diez minutos, la embarcación había llegado a la arenosa costa. El chico empezó a caminar hacia el pueblo, ondeando su bandera, y clavándola a medio camino entre las casas y la costa, como marcando un territorio.
- Vamos a ver qué hay en este pueblo. Tal vez encontremos algo útil. Y si es cierto que la guerra ha llegado, incluso podríamos rapiñar algo. -el chico buscó alguna tienda que no pareciese estar ocupada. Tal vez hubiera algo útil en alguna de ellas. Activó su visión de rayos X, buscando algún edificio en el que no se vieran personas. Por último, también emplearía los infrarrojos para buscar manchas de calor. Toda precaución era poca.
En caso de encontrar alguna, se dirigiría a la puerta y la abriría. Y si la puerta no quería ceder, entonces simplemente mejoraría su puño izquierdo, aumentando su dureza y tenacidad, y derribaría la puerta con un puñetazo. Esto, en caso de que la tienda estuviese vacía, por supuesto.
Esmejit R. Airnal
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Akuma no mi
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Esmejit estaba tenso, observando al marine inconsciente, cuando el hombre abrió los ojos y gritó una única palabra, antes de volver a caer de nuevo en un estado de inconsciencia total, aunque con una respiración agitada. ¿Se habría roto algo?
- Bus-buscaré ayuda, ¡aguanta! -dijo el mago.
El chico se levantó a todo correr, cayéndole en el proceso el libro que tenía agarrado, abriéndose por una página al azar. El muchacho de pelo rojizo se agachó y lo agarró. Tras un instante, volvió a dirigirse corriendo hacia el lugar al que se había ido Alice.
- ¡Alice! -la llamó, mientras pasaba entre los escombros-. ¡Se ha despertado y ha gritado algo! ¡Alice! -el chico se detuvo en seco al ver a la encargada de la operación frente a un hombre de armadura negra y roja. Melchia parecía hacerle frente al tipo, pero luego retrocedió y dejó que la chica hable. Esmejit se había quedado completamente paralizado ante la escena. Aquel hombre debía ser uno de los que había llegado en el gigantesco barco. ¿Sería un enemigo? Esperaba que no...
- Bus-buscaré ayuda, ¡aguanta! -dijo el mago.
El chico se levantó a todo correr, cayéndole en el proceso el libro que tenía agarrado, abriéndose por una página al azar. El muchacho de pelo rojizo se agachó y lo agarró. Tras un instante, volvió a dirigirse corriendo hacia el lugar al que se había ido Alice.
- ¡Alice! -la llamó, mientras pasaba entre los escombros-. ¡Se ha despertado y ha gritado algo! ¡Alice! -el chico se detuvo en seco al ver a la encargada de la operación frente a un hombre de armadura negra y roja. Melchia parecía hacerle frente al tipo, pero luego retrocedió y dejó que la chica hable. Esmejit se había quedado completamente paralizado ante la escena. Aquel hombre debía ser uno de los que había llegado en el gigantesco barco. ¿Sería un enemigo? Esperaba que no...
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Akuma no mi
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¿Quién era y por qué nos estaba mirando fijamente? Presentía que de ahí no iba a salir nada bueno. La verdad es que apenas me dio tiempo a intervenir. Abrí la boca con la intención de saludar, de decir un simple "hola" y preguntar el porqué de escoger ese lugar como destino y... Si no hubiera sido por el peligro, me hubiera reído mientras Melchiah cometía algún error de novato y fingía ser un malotillo para asustar al hombre que teníamos enfrente. Era cómico, sin duda, el hecho de que por un momento olvidara mi presencia allí. "Un poco menos de nerviosismo y cambiaría mi puesto por el suyo."
Le di un toquecito en el brazo para que se contuviera y relajara, a pesar de lo difícil que era en esa situación.
-Tranquilo, lo estás haciendo bien -le susurré. -No te preocupes -dije más para mí que para él. Aunque seguro que no le venían mal esas palabras.
De repente oí un ruido que venía de entre los escombros que acabábamos de dejar atrás. "¡Al!" Se me contrajeron las pupilas, pero no me giré hacia donde se escontraban Esmejit y el marine, tan solo intenté mirarlo de reojo. Sin grandes resultados por supuesto. De todos los momentos posibles tenía que escoger ese para gritar, perfecto. No sabía distinguir si el ruido era por el dolor, si llamaba a alguien o si era por alguna otra razón desconocida. Creí oír también mi nombre a lo lejos, una llamada algo desesperada y quise volver. "Vamos, no es la prioridad. Ha quedado al cargo de Esmejit. Tienes que aprender a delegar y confiar en que otros hagan bien el trabajo."
Aunque Melchiah había hecho bien al callarse a tiempo, no serviría de mucho. Éramos bastantes y se darían cuenta de qué hacíamos allí. Bueno, se suponía que si éramos más en número... No, en verdad aquello no determinaba nada. Lo único que estaba claro es que aquel hombre no pertenecía a la marina, a no ser que fuera de incógnito. De todos modos esa información no me solucionaba nada. Los bandos ya no eran los de antes.
Tragué saliva, planté bien los pies en la tierra y crucé los brazos. Quizás fuera una postura demasiado defensiva y que me delataba.
-Somos revolucionarios que buscan supervivientes en esta isla. Supongo que con eso la segunda pregunta también está respondida ya, ¿verdad? -expresé con una sonrisa congelada en los labios. La borré tras unos segundos, mientras seguía alternando la mirada entre su cara y los alrededores, vigilando. -Ahora, nos gustaría saber quién eres tú, qué haces aquí y quién te acompaña. Por eso de no estar en desventaja, ¿no? Eso sería un poco sucio -dije, intentando sonar despreocupada.
Le di un toquecito en el brazo para que se contuviera y relajara, a pesar de lo difícil que era en esa situación.
-Tranquilo, lo estás haciendo bien -le susurré. -No te preocupes -dije más para mí que para él. Aunque seguro que no le venían mal esas palabras.
De repente oí un ruido que venía de entre los escombros que acabábamos de dejar atrás. "¡Al!" Se me contrajeron las pupilas, pero no me giré hacia donde se escontraban Esmejit y el marine, tan solo intenté mirarlo de reojo. Sin grandes resultados por supuesto. De todos los momentos posibles tenía que escoger ese para gritar, perfecto. No sabía distinguir si el ruido era por el dolor, si llamaba a alguien o si era por alguna otra razón desconocida. Creí oír también mi nombre a lo lejos, una llamada algo desesperada y quise volver. "Vamos, no es la prioridad. Ha quedado al cargo de Esmejit. Tienes que aprender a delegar y confiar en que otros hagan bien el trabajo."
Aunque Melchiah había hecho bien al callarse a tiempo, no serviría de mucho. Éramos bastantes y se darían cuenta de qué hacíamos allí. Bueno, se suponía que si éramos más en número... No, en verdad aquello no determinaba nada. Lo único que estaba claro es que aquel hombre no pertenecía a la marina, a no ser que fuera de incógnito. De todos modos esa información no me solucionaba nada. Los bandos ya no eran los de antes.
Tragué saliva, planté bien los pies en la tierra y crucé los brazos. Quizás fuera una postura demasiado defensiva y que me delataba.
-Somos revolucionarios que buscan supervivientes en esta isla. Supongo que con eso la segunda pregunta también está respondida ya, ¿verdad? -expresé con una sonrisa congelada en los labios. La borré tras unos segundos, mientras seguía alternando la mirada entre su cara y los alrededores, vigilando. -Ahora, nos gustaría saber quién eres tú, qué haces aquí y quién te acompaña. Por eso de no estar en desventaja, ¿no? Eso sería un poco sucio -dije, intentando sonar despreocupada.
Deathstroke
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Se acercaron a mi dos personas y una quedó atrás sin moverse, los que se acercaron fueron un chico rubio con las manos descubiertas y a pesar de haberme colocado a una distancia prudencial para ambos bando este se acercó hasta estar a tres metros de mí. Por mi parte no hice nada por evitarlo, en ambas distancias podía defenderme con facilidad pero si el chico así lo prefería que así fuese. Su acompañante era una mujer, bastante guapa, morena pero de piel bastante blanca.
El joven al escuchar mis preguntas rápidamente comenzó a contestar, aunque a media frase se cortó y me pidió de forma brusca y con mala cara que fuese yo primero el que se identificase y se le “escapó” que estaba rodeado. La verdad lo dudaba que venía del barco y no había visto nada extraño salvo a estas personas buscando entre los escombros, de todos modos Worgulv se encontraba en una posición en la que veía mis espaldas y en caso de que hubiese alguien me avisaría, por lo que no solo yo estaba rodeado, ellos también, en cuanto terminó de decirlo activé el poder de mi brazo derecho por si las moscas.
Comencé a abrir la boca para contestar, sin embargo el chico volvió a hablar y le pidió disculpas a la chica de al lado, quien aún no había halado, lo que me dio a entender que ella estaba al mando o por lo menos tenía un rango superior al joven rubio y sin moverme visiblemente miré a la chica para escucharle a ella.
De pronto detrás de ellos y junto al chico que no se había movido pude ver una mano y escuchar a alguien gritando desde ese mismo sitio, lo estaban torturando o es lo que estaban buscando, en cualquier caso estaba bastante seguro que era alguien perteneciente a la marina ya que estábamos en lo que había sido un cuartel de esta. El tipo que estaba junto a la persona que acababa de gritar bajo de donde estaba acercándose a donde nos encontrábamos diciendo que se había despertado y llamando a la chica por lo que supuse que sería su nombre y realmente la que estaba al mando de los tres presentes.
Worgulv también escuchó el grito ya que me avisó por el auricular que se dirigiría hacia el lugar donde se había producido este, y había terminado diciendo que si las personas eran hostiles gritase su nombre para que él entrase en escena. Finalmente la chica comenzó a hablar, afirmó que eran revolucionarios que estaban buscando supervivientes en la isla, luego me formuló las mismas preguntas que yo le había hecho y pidió que presentase a quienes viniesen conmigo.
-Worgulv, puedes salir, pero no ataques de momento, prefieren un combate justo en caso de haberlo- dije en voz alta a mi amigo- Yo soy Deathstroke y ya dije su nombre, estamos aquí en nombre de nuestro capitán a ayudar a acabar con la guerra de Derian, y mi amigo y yo hemos veníamos de una isla más al este de esta- les informe de forma clamada, parecía que estábamos del mismo ando si lo que hacían era ayudar a marines- por cierto ¿desde cuando los revolucionarios ayudan a marines? que si en este caso es así luchamos del mismo bando- y les extendí la mano derecha en señal de tregua, en caso de que fuesen a atacar podría usar su poder y ganar unos segundos.
El joven al escuchar mis preguntas rápidamente comenzó a contestar, aunque a media frase se cortó y me pidió de forma brusca y con mala cara que fuese yo primero el que se identificase y se le “escapó” que estaba rodeado. La verdad lo dudaba que venía del barco y no había visto nada extraño salvo a estas personas buscando entre los escombros, de todos modos Worgulv se encontraba en una posición en la que veía mis espaldas y en caso de que hubiese alguien me avisaría, por lo que no solo yo estaba rodeado, ellos también, en cuanto terminó de decirlo activé el poder de mi brazo derecho por si las moscas.
Comencé a abrir la boca para contestar, sin embargo el chico volvió a hablar y le pidió disculpas a la chica de al lado, quien aún no había halado, lo que me dio a entender que ella estaba al mando o por lo menos tenía un rango superior al joven rubio y sin moverme visiblemente miré a la chica para escucharle a ella.
De pronto detrás de ellos y junto al chico que no se había movido pude ver una mano y escuchar a alguien gritando desde ese mismo sitio, lo estaban torturando o es lo que estaban buscando, en cualquier caso estaba bastante seguro que era alguien perteneciente a la marina ya que estábamos en lo que había sido un cuartel de esta. El tipo que estaba junto a la persona que acababa de gritar bajo de donde estaba acercándose a donde nos encontrábamos diciendo que se había despertado y llamando a la chica por lo que supuse que sería su nombre y realmente la que estaba al mando de los tres presentes.
Worgulv también escuchó el grito ya que me avisó por el auricular que se dirigiría hacia el lugar donde se había producido este, y había terminado diciendo que si las personas eran hostiles gritase su nombre para que él entrase en escena. Finalmente la chica comenzó a hablar, afirmó que eran revolucionarios que estaban buscando supervivientes en la isla, luego me formuló las mismas preguntas que yo le había hecho y pidió que presentase a quienes viniesen conmigo.
-Worgulv, puedes salir, pero no ataques de momento, prefieren un combate justo en caso de haberlo- dije en voz alta a mi amigo- Yo soy Deathstroke y ya dije su nombre, estamos aquí en nombre de nuestro capitán a ayudar a acabar con la guerra de Derian, y mi amigo y yo hemos veníamos de una isla más al este de esta- les informe de forma clamada, parecía que estábamos del mismo ando si lo que hacían era ayudar a marines- por cierto ¿desde cuando los revolucionarios ayudan a marines? que si en este caso es así luchamos del mismo bando- y les extendí la mano derecha en señal de tregua, en caso de que fuesen a atacar podría usar su poder y ganar unos segundos.
- resumen y aclaraciones:
- resumen: esperar tranquilamente la respuesta de los revolucionarios, activar la habilidad de mi brazo derecho (un turno de carga) escuchar a un hombre gritando algo y responder a las preguntas de Alice.
Aclaraciones: Esmejit y Melchiah la armadura es de color negro y rojo no amarilla (lo digo para que lo tengáis en cuenta la próxima vez, no es a malas)
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Después de tirarme en la cama (sí, otra vez) unos diez minutos, notaba cómo la embarcación aminoraba la marcha. ¿Cómo había llegado a saber que pasaba eso? Se ve que ya llevaba cierto tiempo en aquel barco.
-¡Ya llegamos! -pegué un chillido emocionada, bajando a toda prisa del barco y casi cayéndome al meterse Capi entre mis pies, aunque lo cierto es que apenas lo noté. -Un momento... ¿qué-qué pasa?
Casi tenía más sentido preguntar qué no pasaba. Me quedé parada por un momento, sin saber cómo reaccionar. Me temblaban las comisuras del labio como si fuera a llorar y a ponerme a gritar y con una pataleta. ¡Allí tampoco parecía haber nadie! Por lo menos no se veían cadáveres tendidos a lo largo y ancho de las calles y gaviotas carroñeras. Me estremecí. Uf, mejor que no recordara todo eso. Mientras yo me quedaba allí paralizada, Derek salía y volvía al barco, buscando a saber qué en medio del aura de entropía que tenía aquel navío.
-¿Pero qué...? Derek, ¿a dónde vas con eso? -le pregunté mientras lo seguía. -No creo que sean horas de limpiar...
Un palo de escoba y un trapo. Al principio creía que lo estaba usando como un bastón mientras caminaba por en medio de las calles. Luego entendía que quería hacerse con aquel lugar.
-Sabes que por clavar un palo ahí en medio, no vas a poder gobernar esta isla, ¿verdad?
Lo cierto es que aunque intentaba separarme de él lo menos posible, hasta el punto de ser agobiante seguramente, no le hacía demasiado caso. Iba mirando a todos lados, un poco paranoica. Se notaba que había actividad, pero no era tan fácil verla.
Le cogí del brazo al escucharlo hablar sobre que quería rapiñar y le dirigí una mirada un poco dura.
-No, no vamos a robar nada que alguien del pueblo pueda necesitar. No si tenemos otras opciones.
Intenté pellizcarle la mejilla con cariño, para suavizar lo que había dicho.
-Vamos, venga. Seguramente haya alguna tienda donde encontrar comida. ¡Pagando!
-¡Ya llegamos! -pegué un chillido emocionada, bajando a toda prisa del barco y casi cayéndome al meterse Capi entre mis pies, aunque lo cierto es que apenas lo noté. -Un momento... ¿qué-qué pasa?
Casi tenía más sentido preguntar qué no pasaba. Me quedé parada por un momento, sin saber cómo reaccionar. Me temblaban las comisuras del labio como si fuera a llorar y a ponerme a gritar y con una pataleta. ¡Allí tampoco parecía haber nadie! Por lo menos no se veían cadáveres tendidos a lo largo y ancho de las calles y gaviotas carroñeras. Me estremecí. Uf, mejor que no recordara todo eso. Mientras yo me quedaba allí paralizada, Derek salía y volvía al barco, buscando a saber qué en medio del aura de entropía que tenía aquel navío.
-¿Pero qué...? Derek, ¿a dónde vas con eso? -le pregunté mientras lo seguía. -No creo que sean horas de limpiar...
Un palo de escoba y un trapo. Al principio creía que lo estaba usando como un bastón mientras caminaba por en medio de las calles. Luego entendía que quería hacerse con aquel lugar.
-Sabes que por clavar un palo ahí en medio, no vas a poder gobernar esta isla, ¿verdad?
Lo cierto es que aunque intentaba separarme de él lo menos posible, hasta el punto de ser agobiante seguramente, no le hacía demasiado caso. Iba mirando a todos lados, un poco paranoica. Se notaba que había actividad, pero no era tan fácil verla.
Le cogí del brazo al escucharlo hablar sobre que quería rapiñar y le dirigí una mirada un poco dura.
-No, no vamos a robar nada que alguien del pueblo pueda necesitar. No si tenemos otras opciones.
Intenté pellizcarle la mejilla con cariño, para suavizar lo que había dicho.
-Vamos, venga. Seguramente haya alguna tienda donde encontrar comida. ¡Pagando!
Batmana
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Al parecer Derian se había mantenido callado, algo que de por si a Tsuki no le gustó para nada… era extraño que no le hubiera respondido, de igual forma la chica trató de no darle importancia, después de todo seguramente estaba bastante ocupado dirigiendo una “guerra”.
La llegada de la señorita a la reunión fue a la par de unos dos jóvenes bastante extraños, no los conocía y parecían presentarse como revolucionarios; ante ello la científica sonrío en silencio pues las personas desfilaban para hacer una “alianza” con ese ser que estaba por convertirse en un Rey. De cierta forma las organizaciones del mundo comenzaban a elegir su bando… y en este caso parecía ser que Derian estaba ganando, aunque se trataba de revolucionarios...era difícil que hicieran una alianza con el gobierno mundial.
A pesar de todo una pequeña pregunta se formó en la mente de la mujer: Si Derian era un dictador como Amy pensaba… ¿Por qué los revolucionarios deseaban estar de su lado? ¿Acaso el gobierno Mundial poseía un mandato mucho más tirano que el de aquel hombre pálido? En cierta medida era difícil encontrar una raya que separara esas organizaciones...pero posiblemente todas estaban equivocadas ante los ojos de Amy, aunque para Tsuki aquello era banal. El método no importaba, lo importante era la meta.
-Gobierno Mundial, Piratas, Revolucionarios… y Usted.-
Acotó con algo de tranquilidad a la vez que tomaba nuevamente la copa de vino y se mojaba un poco los labios con aquella sustancia carmesí. El mundo que estaba dividido por diferentes poderes mundiales-si bien no habían sido todos mencionados- comenzaba a dividirse en dos bandos, cada uno creyéndose “el bien”. Era realmente impresionante como alianzas nunca antes vistas se formaban para combatir al enemigo… y lo mejor era que después de que todo terminase los grupos de esas alianzas se sacarían los ojos. Todo aquello era tan ficticio como el hecho de construir una Utopía por medio de discursos al pueblo.
Ante la situación planteada la Noble de cabello azulado se mantuvo en silencio, esperando una respuesta de Derian y tratando de ver como seguía aquella charla tan “amena” en esas circunstancias tan “tranquilas”.
Cuando el diálogo entre los revolucionarios y Rey finalizó, Tsuki, se puso de pie con bastante elegancia y caminó hacia la ventana… para observar el panorama y volver hasta Derian.
-Mis habilidades se encuentran en su completa disposición, puede darme órdenes y las cumplire… no diré que las acataré aunque me cueste la vida porque si estoy acá claramente es por intereses propios, la muerte para mi no es una opción.-
Acotó con tranquilidad mientras le miraba fijamente en una posición recta, no se arrodillaría ¿Por qué debía hacerlo? Era un Rey...pero ella era una Noble Mundial, su orgullo era bastante alto como para que sus rodillas tocaran el suelo.
-Mi deseo es la unificación… donde usted cumple la función del gobernante, por ello mismo he decidido seguirlo y ponerme en su entera disposición.-
De cierto modo aquello no se podía decir si era mentira o verdad, más bien era verdad...después de todo si el mundo se encontraba unificado podría encontrar una formas más sencilla para continuar con sus planes. A todo esto la joven de cabello azulado se mantuvo en silencio para esperar la respuesta de aquel ser.
Momento Happy
El pequeño gato parecía disfrutar del viaje que Nemo le estaba otorgando, por lo menos ambos se encontraban volando y el paisaje que veía el minino era increíble...más para él que por su altura siempre debía levantar la cabeza para ver lo que le interesara.
La sensación de que sus bigotes, orejas y pelajes eran llevados hacia atrás por el viento era algo que no lo olvidaría, la velocidad… con la que se dirigían era realmente impresionante para el animal. A todo esto Nemo logró llamar la atención del pequeño… diciendo que le iba a llamar “Gato” en vez de su nombre, esto no le gustó nada al animal que comenzó a mover su cola de un lado hacia el otro… mostrando enojo.
-¡Miau!-
Ese maullido no era un “sí” porque parecía enojado, algo que no le interesó mucho a su compañero que le decía que tendrían que llevarse bien; por ello Happy se tranquilizó un poco y pensó en su amiga… que le había encargado una importante tarea, de igual forma el animal tenía pensado mejorar un poco sus habilidades “si es que las encontraba” para darle una sorpresa a Amy y poder protegerla la próxima vez que se metiera en problemas.
Después de unos minutos finalmente descendieron, y el gato saltó hacia el suelo y comenzó a caminar con sus patas traseras… tratando de encontrar algo interesante pero sin quitarle atención a Nemo y su otro compañero que había visto en el castillo del Friki de Derian. Por lo mismo el gatito los siguió como si se tratase de la sombra de ellos.
Cuando por fin llegaron al lugar indicado, Happy, se sentó en el suelo pero después de unos segundos dar un salto hacia unos muebles para acomodarse ahí y escuchar la conversación, o lo que sea que iban a tener.
La llegada de la señorita a la reunión fue a la par de unos dos jóvenes bastante extraños, no los conocía y parecían presentarse como revolucionarios; ante ello la científica sonrío en silencio pues las personas desfilaban para hacer una “alianza” con ese ser que estaba por convertirse en un Rey. De cierta forma las organizaciones del mundo comenzaban a elegir su bando… y en este caso parecía ser que Derian estaba ganando, aunque se trataba de revolucionarios...era difícil que hicieran una alianza con el gobierno mundial.
A pesar de todo una pequeña pregunta se formó en la mente de la mujer: Si Derian era un dictador como Amy pensaba… ¿Por qué los revolucionarios deseaban estar de su lado? ¿Acaso el gobierno Mundial poseía un mandato mucho más tirano que el de aquel hombre pálido? En cierta medida era difícil encontrar una raya que separara esas organizaciones...pero posiblemente todas estaban equivocadas ante los ojos de Amy, aunque para Tsuki aquello era banal. El método no importaba, lo importante era la meta.
-Gobierno Mundial, Piratas, Revolucionarios… y Usted.-
Acotó con algo de tranquilidad a la vez que tomaba nuevamente la copa de vino y se mojaba un poco los labios con aquella sustancia carmesí. El mundo que estaba dividido por diferentes poderes mundiales-si bien no habían sido todos mencionados- comenzaba a dividirse en dos bandos, cada uno creyéndose “el bien”. Era realmente impresionante como alianzas nunca antes vistas se formaban para combatir al enemigo… y lo mejor era que después de que todo terminase los grupos de esas alianzas se sacarían los ojos. Todo aquello era tan ficticio como el hecho de construir una Utopía por medio de discursos al pueblo.
Ante la situación planteada la Noble de cabello azulado se mantuvo en silencio, esperando una respuesta de Derian y tratando de ver como seguía aquella charla tan “amena” en esas circunstancias tan “tranquilas”.
Cuando el diálogo entre los revolucionarios y Rey finalizó, Tsuki, se puso de pie con bastante elegancia y caminó hacia la ventana… para observar el panorama y volver hasta Derian.
-Mis habilidades se encuentran en su completa disposición, puede darme órdenes y las cumplire… no diré que las acataré aunque me cueste la vida porque si estoy acá claramente es por intereses propios, la muerte para mi no es una opción.-
Acotó con tranquilidad mientras le miraba fijamente en una posición recta, no se arrodillaría ¿Por qué debía hacerlo? Era un Rey...pero ella era una Noble Mundial, su orgullo era bastante alto como para que sus rodillas tocaran el suelo.
-Mi deseo es la unificación… donde usted cumple la función del gobernante, por ello mismo he decidido seguirlo y ponerme en su entera disposición.-
De cierto modo aquello no se podía decir si era mentira o verdad, más bien era verdad...después de todo si el mundo se encontraba unificado podría encontrar una formas más sencilla para continuar con sus planes. A todo esto la joven de cabello azulado se mantuvo en silencio para esperar la respuesta de aquel ser.
Momento Happy
El pequeño gato parecía disfrutar del viaje que Nemo le estaba otorgando, por lo menos ambos se encontraban volando y el paisaje que veía el minino era increíble...más para él que por su altura siempre debía levantar la cabeza para ver lo que le interesara.
La sensación de que sus bigotes, orejas y pelajes eran llevados hacia atrás por el viento era algo que no lo olvidaría, la velocidad… con la que se dirigían era realmente impresionante para el animal. A todo esto Nemo logró llamar la atención del pequeño… diciendo que le iba a llamar “Gato” en vez de su nombre, esto no le gustó nada al animal que comenzó a mover su cola de un lado hacia el otro… mostrando enojo.
-¡Miau!-
Ese maullido no era un “sí” porque parecía enojado, algo que no le interesó mucho a su compañero que le decía que tendrían que llevarse bien; por ello Happy se tranquilizó un poco y pensó en su amiga… que le había encargado una importante tarea, de igual forma el animal tenía pensado mejorar un poco sus habilidades “si es que las encontraba” para darle una sorpresa a Amy y poder protegerla la próxima vez que se metiera en problemas.
Después de unos minutos finalmente descendieron, y el gato saltó hacia el suelo y comenzó a caminar con sus patas traseras… tratando de encontrar algo interesante pero sin quitarle atención a Nemo y su otro compañero que había visto en el castillo del Friki de Derian. Por lo mismo el gatito los siguió como si se tratase de la sombra de ellos.
Cuando por fin llegaron al lugar indicado, Happy, se sentó en el suelo pero después de unos segundos dar un salto hacia unos muebles para acomodarse ahí y escuchar la conversación, o lo que sea que iban a tener.
barbazul
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Caminando tras mis compañeros en busca de señales de enemigos o de gente, pero con la orden de Rose clara en mi cabeza no atacar si no era por orden suya. Lo que no significaba que no me defendería si me atacaban. Cada vez estaba más oscuro, y había menos fábricas lo que hizo más extraño que no viera antes a los hombres que se nos acercaban desde varias direcciones. Enseguida avise al resto aunque estos parecían haberlos visto ya. Cuando se acercaron más pude ver que eran humanos, pero con varias peculiaridades. Tenían lo ojos rojos y colmillos más largos de lo habitual, además de tener la piel extremadamente blanca. Cada vez se acercaban más, mi instinto animal me decía que huyera, que corriera lejos y rápido, pero no podía abandonar a Rose y los otros. Cuando los sujetos estuvieron ya al lado se me erizó todo el vello de la espalda y la cola.
-Acompañadnos, por favor. El Amo os espera.- fue lo único que dijeron, aunque sus ojos parecían querer atacarnos y comernos allí mismo. Eran ojos de devorador, de cazador implacable y despiadado.
Me acerque aún más a mis compañeros y esperé por la respuesta de Rose, aunque de verdad esperaba que esta fuera afirmativa y los acompañáramos, la opción de pelear contra ellos no me agradaba para nada, y creo que a mis compañeros tampoco les gustaba esa idea. Por el momento esperaría preparado para atacar en caso de que a Rose le diera por pegar a uno de aquellos sujetos.
-Acompañadnos, por favor. El Amo os espera.- fue lo único que dijeron, aunque sus ojos parecían querer atacarnos y comernos allí mismo. Eran ojos de devorador, de cazador implacable y despiadado.
Me acerque aún más a mis compañeros y esperé por la respuesta de Rose, aunque de verdad esperaba que esta fuera afirmativa y los acompañáramos, la opción de pelear contra ellos no me agradaba para nada, y creo que a mis compañeros tampoco les gustaba esa idea. Por el momento esperaría preparado para atacar en caso de que a Rose le diera por pegar a uno de aquellos sujetos.
Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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Seguía jugueteando con la aceituna y el tenedor hasta que Derian me llamó la atención. Le miré con la barbilla apoyada en la mano.
-Lo siento mi rey, pero la gente abandona el salón y yo no tengo nada que hacer. Tengo ganas de bailar, pelear, o lo que sea para no quedarme sentada.
Me acerqué al chico que estaba haciendo flexiones y me arrodillé a su lado, intentando desconcentrarle. Como no lo conseguía, agarré varios cubiertos y comencé a formar una torre en su coronilla. Pero el chaval seguía subiendo, bajando y contando como si nada. Qué gran alarde de concentración. Volví a levantarme y paseé un rato por el gran salón, pero estaba casi vacío y ya no tenía emoción. Todavía había comida en la mesa, pero no tenía ganas de comer. Y volver a mis aposentos me daba demasiada pereza, tampoco quería pasarme el día durmiendo.
La chica del pelo morado volvió a entrar y estuvo hablando con el rey, aunque no presté mucha atención: Émile parecía haber empezado un striptease en un rincón. Alcé una ceja, ahí no iba a verle mucha gente. ¿Acaso no tenía práctica, o se suponía que era solo para la chica cyborg? Qué egoísta, también el resto podíamos disfrutar el espectáculo, seguro que hasta a Derian le hacía sonreír. Pero entendí enseguida que no podía estarse desnudando por afición, porque me miró diciendo que volveríamos a vernos y en seguida saltó por la ventana en plan: ¡Mi planeta me necesita, debo irme! Miré a la chica que le acompañaba: Estaba sonrojada, y parecía estar... ¿Oliendo? La camisa de Derian. Wow, si que había cambiado que ahora incluso tenía a su propia fangirl. No me gustaba la actitud condescendiente de mi antiguo nakama, igual debería ir tras él y decirle dos palabras. De echo, sería una buena excusa para abandonar al rey sin parecer maleducada. Sonriendo, fui hasta la ventana contando mentalmente. Miré a ambos lados y volví a contar. Miré hacia abajo y sopesé las posibilidades antes de encogerme de hombros. Tenía mis sai conmigo, si no funcionaba tan solo los clavaría en la pared más cercana y listo. A lo lejos estaba Émile, todavía podía alcanzarle. Me acerqué a la mesa y le dediqué una pequeña y afable reverencia al rey.
-Derian, temo por Émile. Su ego se ha vuelto tan grande que podría ser demasiado para sus alas, de manera que si me disculpa iré tras él. Así de paso haré algo de ejercicio. - Rematé con una inocente sonrisa.
Acto seguido, silbé lo más fuerte que pude y cogí carrerilla para saltar por la ventana como un nadador se tiraría a la piscina. Di un par de vueltas en el aire hasta que vi un familiar borrón violeta venir hacia mi. Me dejé atrapar por mi maravillosa alfombra, preguntándome una vez más dónde demonios se habría metido Cetus. De verdad debería tratar de encontrarlo, que igual y estaba en líos. Suspirando, le indiqué a la alfombra que siguiera al hombre de las alas negras.
-De echo, si puedes adelantarlo, incluso mejor. Eso sorprendería al Ángel Pretencioso, ¿No crees?- Le pedí sonriendo.
Miré a mi espalda y vi a la cyborg venir hacia mi y hacia Émile con cara de circunstancias. Igual era por haber tenido que dejar la camisa de su amado atrás, pobrecita. Pero yo estaba contenta, tras todo el día encerrada en el castillo, por fin iba a tener algo de acción. Di una vuelta de campana en el aire, solo por la emoción de hacerlo y aceleré de nuevo. Ahora sí que iba a divertirme.
-Lo siento mi rey, pero la gente abandona el salón y yo no tengo nada que hacer. Tengo ganas de bailar, pelear, o lo que sea para no quedarme sentada.
Me acerqué al chico que estaba haciendo flexiones y me arrodillé a su lado, intentando desconcentrarle. Como no lo conseguía, agarré varios cubiertos y comencé a formar una torre en su coronilla. Pero el chaval seguía subiendo, bajando y contando como si nada. Qué gran alarde de concentración. Volví a levantarme y paseé un rato por el gran salón, pero estaba casi vacío y ya no tenía emoción. Todavía había comida en la mesa, pero no tenía ganas de comer. Y volver a mis aposentos me daba demasiada pereza, tampoco quería pasarme el día durmiendo.
La chica del pelo morado volvió a entrar y estuvo hablando con el rey, aunque no presté mucha atención: Émile parecía haber empezado un striptease en un rincón. Alcé una ceja, ahí no iba a verle mucha gente. ¿Acaso no tenía práctica, o se suponía que era solo para la chica cyborg? Qué egoísta, también el resto podíamos disfrutar el espectáculo, seguro que hasta a Derian le hacía sonreír. Pero entendí enseguida que no podía estarse desnudando por afición, porque me miró diciendo que volveríamos a vernos y en seguida saltó por la ventana en plan: ¡Mi planeta me necesita, debo irme! Miré a la chica que le acompañaba: Estaba sonrojada, y parecía estar... ¿Oliendo? La camisa de Derian. Wow, si que había cambiado que ahora incluso tenía a su propia fangirl. No me gustaba la actitud condescendiente de mi antiguo nakama, igual debería ir tras él y decirle dos palabras. De echo, sería una buena excusa para abandonar al rey sin parecer maleducada. Sonriendo, fui hasta la ventana contando mentalmente. Miré a ambos lados y volví a contar. Miré hacia abajo y sopesé las posibilidades antes de encogerme de hombros. Tenía mis sai conmigo, si no funcionaba tan solo los clavaría en la pared más cercana y listo. A lo lejos estaba Émile, todavía podía alcanzarle. Me acerqué a la mesa y le dediqué una pequeña y afable reverencia al rey.
-Derian, temo por Émile. Su ego se ha vuelto tan grande que podría ser demasiado para sus alas, de manera que si me disculpa iré tras él. Así de paso haré algo de ejercicio. - Rematé con una inocente sonrisa.
Acto seguido, silbé lo más fuerte que pude y cogí carrerilla para saltar por la ventana como un nadador se tiraría a la piscina. Di un par de vueltas en el aire hasta que vi un familiar borrón violeta venir hacia mi. Me dejé atrapar por mi maravillosa alfombra, preguntándome una vez más dónde demonios se habría metido Cetus. De verdad debería tratar de encontrarlo, que igual y estaba en líos. Suspirando, le indiqué a la alfombra que siguiera al hombre de las alas negras.
-De echo, si puedes adelantarlo, incluso mejor. Eso sorprendería al Ángel Pretencioso, ¿No crees?- Le pedí sonriendo.
Miré a mi espalda y vi a la cyborg venir hacia mi y hacia Émile con cara de circunstancias. Igual era por haber tenido que dejar la camisa de su amado atrás, pobrecita. Pero yo estaba contenta, tras todo el día encerrada en el castillo, por fin iba a tener algo de acción. Di una vuelta de campana en el aire, solo por la emoción de hacerlo y aceleré de nuevo. Ahora sí que iba a divertirme.
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Tras un tiempo indefinido, me levanté. Volvía a tener hambre, pero estaba más descansado. La liebre estaba a mi lado, dormida también. Y... entre sus patitas delanteras estaba mi jersey. No había logrado quitármelo porque estaba tumbado, pero se ve que no había querido dejarlo ir. Le acaricié la cabecita con cariño, la verdad es que era un animal hermoso. Me levanté con cuidado y me quité el jersey de la cintura para taparla con él. Me estaba estirando cuando oí un ''gracias'' a mis espaldas. Me sobresalté, era un sonido bajo y grave, pero muy hermoso. Me giré e incliné la cabeza con respeto.
-No las de, es mi oficio. Auxiliar a una noble criatura como usted no es más que un honor. Nunca había visto un dragón.
No solía hablar tanto, pero el respeto que sentía me hechizaba la lengua. Algo cortado, me acerqué a él para revisar los vendajes. Ahora que estaba despierto y podía mover el ala, pude realizar los últimos retoques, colocándolo de manera que le molestase lo mínimo. Ahora que lo veía bien, posiblemente podría volar pronto, si seguía sin infectarse y los puntos se caían sin problemas. Se lo comuniqué mientras tanteaba la herida con cuidado. Luego me aparté y fui a encender una hoguera. Recogí ramitas y ramas, además de hojarasca. Cogí el yesquero y encendí el fuego. Simplemente me apetecía calentarme un poco, y de todas formas tenía hambre. No sería capaz de matar a la liebre, así que resignado cogí hilo y tras buscar un ratito, conseguí una lombriz que me hiciera de anzuelo. Até ambas cosas a un palo y me fui al río a probar suerte. Mientras aguardaba por los peces, me giré hacia el dragón.
-Me gustaría preguntarle dos cosas...la primera es su nombre. La segunda, el qué le hizo esa herida. Porque la isla está desierta, ha tenido que llegar aquí volando... o cayendo, me temo.- Fruncí el ceño, molesto. -Nada que se atreva a dañar a una criatura milenaria como vos debería seguir vivo. Más le valdría que le devoraran los avestruces.
-No las de, es mi oficio. Auxiliar a una noble criatura como usted no es más que un honor. Nunca había visto un dragón.
No solía hablar tanto, pero el respeto que sentía me hechizaba la lengua. Algo cortado, me acerqué a él para revisar los vendajes. Ahora que estaba despierto y podía mover el ala, pude realizar los últimos retoques, colocándolo de manera que le molestase lo mínimo. Ahora que lo veía bien, posiblemente podría volar pronto, si seguía sin infectarse y los puntos se caían sin problemas. Se lo comuniqué mientras tanteaba la herida con cuidado. Luego me aparté y fui a encender una hoguera. Recogí ramitas y ramas, además de hojarasca. Cogí el yesquero y encendí el fuego. Simplemente me apetecía calentarme un poco, y de todas formas tenía hambre. No sería capaz de matar a la liebre, así que resignado cogí hilo y tras buscar un ratito, conseguí una lombriz que me hiciera de anzuelo. Até ambas cosas a un palo y me fui al río a probar suerte. Mientras aguardaba por los peces, me giré hacia el dragón.
-Me gustaría preguntarle dos cosas...la primera es su nombre. La segunda, el qué le hizo esa herida. Porque la isla está desierta, ha tenido que llegar aquí volando... o cayendo, me temo.- Fruncí el ceño, molesto. -Nada que se atreva a dañar a una criatura milenaria como vos debería seguir vivo. Más le valdría que le devoraran los avestruces.
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El azabache dibujó una sutil mueca en su rostro al ver cómo, para su decepción, los jóvenes guerreros abrían paso hacia la embarcación. No parecían estar dispuestos a brindarle un poco de diversión. Algún miembro cercenado, algo de sangre derramada... No pedía tanto, ¿no? ¿Qué podía costarles? ¿La vida? Escoria insignificante, eso es lo que eran. Para colmo no se detuvieron ahí. No, decidieron jugar con su paciencia poniéndole a prueba a través de una simple petición: que les llevasen con ellos a combatir a las fuerzas de Derian. Al oscuro marine no le entraba en la cabeza cómo gente que estaba temblando de puro miedo pretendía ser de utilidad en una guerra, sobre todo teniendo en cuenta las características que los seguidores del Rey presentaban.
- ¿Llevaros con nosotros? -respondió el azabache, con un deje de ira en su tono y en si mirada al tiempo que apretaba la empuñadura de Astartea. Sin embargo, terminó por bajar el arma. No merecían siquiera probar el filo de su espada, sentir el incalculable dolor que podría brindarles y, de hecho, estuvo a punto de embarcar ignorándoles por completo. Pero... Su compañera parecía tener otros planes.
Para su sorpresa, Heaten tomó la iniciativa y se adelantó unos pasos, comenzando a hablar a los "valientes" guerreros. Al principio no comprendió hasta dónde quería llegar reprendiéndoles. Sin embargo, a medida que su discurso avanzaba todo comenzó a encajar. Les estaba incitando, tratando de sustituir su miedo por ira para que estos se decidieran a pelear contra ellos. "No está mal, Heaten... Como siempre, sigues sin defraudarme." El moreno clavó la espada en el suelo, apoyándose sobre ella con una mano como si fuese un bastón, con la oscuridad aún rodeando su filo mientras dejaba la situación en las manos de su pupila. Con aquello le estaba dando el visto bueno a sus acciones.
- Quién sabe, Teniente... Puede que incluso sean capaces de sorprendernos -añadió al final de su discurso, con una afilada sonrisa en su rostro y una mirada sombría clavada en los pobres soldados. Realmente habían tenido muy mala suerte al toparse con ellos- Aunque tal vez teman demasiado el hecho de salir heridos. No pienso rodearme de cobardes, y mucho menos ponerlos bajo mi mando -concluyó, soltando esto último con un tono tan frío que podría llegar a helar la sangre.
Ahora, tan solo quedaba ver cómo reaccionarían los polluelos. ¿Enfrentarían a los marines o huirían con el rabo entre las piernas? Si llegaban a aguantar el ritmo durante los próximos cinco minutos puede que incluso llegaran a serles útiles. De hecho, les otorgaría el honor de sentir su dolor aliviado a manos de él mismo. Al fin y al cabo no había podido absorber dolor durante la sesión de tortura y, pese a que privarles de él no le terminaba de resultar agradable, le era más útil que dejar que lo conservaran. Mientras esperaba la respuesta del grupo preparó uno de los cuchillos que escondía bajo el brazal de cuero, justo en la mano que no portaba a Astartea, al tiempo que activaba su haki de observación y preparaba su ofensiva. No les daría tiempo ni para respirar.
- ¿Llevaros con nosotros? -respondió el azabache, con un deje de ira en su tono y en si mirada al tiempo que apretaba la empuñadura de Astartea. Sin embargo, terminó por bajar el arma. No merecían siquiera probar el filo de su espada, sentir el incalculable dolor que podría brindarles y, de hecho, estuvo a punto de embarcar ignorándoles por completo. Pero... Su compañera parecía tener otros planes.
Para su sorpresa, Heaten tomó la iniciativa y se adelantó unos pasos, comenzando a hablar a los "valientes" guerreros. Al principio no comprendió hasta dónde quería llegar reprendiéndoles. Sin embargo, a medida que su discurso avanzaba todo comenzó a encajar. Les estaba incitando, tratando de sustituir su miedo por ira para que estos se decidieran a pelear contra ellos. "No está mal, Heaten... Como siempre, sigues sin defraudarme." El moreno clavó la espada en el suelo, apoyándose sobre ella con una mano como si fuese un bastón, con la oscuridad aún rodeando su filo mientras dejaba la situación en las manos de su pupila. Con aquello le estaba dando el visto bueno a sus acciones.
- Quién sabe, Teniente... Puede que incluso sean capaces de sorprendernos -añadió al final de su discurso, con una afilada sonrisa en su rostro y una mirada sombría clavada en los pobres soldados. Realmente habían tenido muy mala suerte al toparse con ellos- Aunque tal vez teman demasiado el hecho de salir heridos. No pienso rodearme de cobardes, y mucho menos ponerlos bajo mi mando -concluyó, soltando esto último con un tono tan frío que podría llegar a helar la sangre.
Ahora, tan solo quedaba ver cómo reaccionarían los polluelos. ¿Enfrentarían a los marines o huirían con el rabo entre las piernas? Si llegaban a aguantar el ritmo durante los próximos cinco minutos puede que incluso llegaran a serles útiles. De hecho, les otorgaría el honor de sentir su dolor aliviado a manos de él mismo. Al fin y al cabo no había podido absorber dolor durante la sesión de tortura y, pese a que privarles de él no le terminaba de resultar agradable, le era más útil que dejar que lo conservaran. Mientras esperaba la respuesta del grupo preparó uno de los cuchillos que escondía bajo el brazal de cuero, justo en la mano que no portaba a Astartea, al tiempo que activaba su haki de observación y preparaba su ofensiva. No les daría tiempo ni para respirar.
Worick L. Arcangelo
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¿Quiénes eran aquellos tipos? Supongo que aquel comité de bienvenida tan majo debía haberlo mandado el conde, tan siquiera se iba a molestar en recibirnos a las puertas de su propiedad. Desde luego aquella situación me escamaba más y más cada segundo que pasaba y quizás nos estábamos metiendo en la boca del lobo más de la cuenta, pero no es que tuviésemos muchas opciones ahora mismo. Tanto la capitana como Kabil parecían algo distraídos y no se habían percatado de la presencia de aquellos, pero teníamos que apresurarnos en dar una respuesta. — Será un placer acompañarlos, señores. — Dije de manera cortés aunque me repugnase tratar a nadie de aquel modo, pero aquello no era solo por mí sino por toda la banda.
Aquellos tipos se encaminaron hacía el lugar que protegían aquellos guardias mientras todos se quedaban quietos... ¿Acaso se habían quedado dormidos? ¿Aquello era cosa del maldito Markov? En cualquier caso tomé por el brazo a la capitana mientras le susurraba.— Capitana, responda, hemos de seguir a estos tipos. — Sin embargo no recibía respuesta alguna y Kabil parecía totalmente absorto en sus pensamientos así que me temía que no quedaba otra. Puse a Rose mi chaqueta junto a la guadaña a su espalda y acto seguido la tomé por las piernas y a la cargué al caballito, en cualquier otra situación aquello me habría encantado, pero en una como esta... Las cosas que se hacen por amor... Tras esto tomé a Kabil por el cuello de la chaqueta con una de mis manos y empecé a arrástrarlo mientras cargaba a Rose. — Vamos barba.— Dije mientras me movía siguiendo a aquellos tipos lo mejor que podía. Maldito sea el cabeza hueca de Kabil y... ¿Qué le pasaba a la capitana?
Aquellos tipos se encaminaron hacía el lugar que protegían aquellos guardias mientras todos se quedaban quietos... ¿Acaso se habían quedado dormidos? ¿Aquello era cosa del maldito Markov? En cualquier caso tomé por el brazo a la capitana mientras le susurraba.— Capitana, responda, hemos de seguir a estos tipos. — Sin embargo no recibía respuesta alguna y Kabil parecía totalmente absorto en sus pensamientos así que me temía que no quedaba otra. Puse a Rose mi chaqueta junto a la guadaña a su espalda y acto seguido la tomé por las piernas y a la cargué al caballito, en cualquier otra situación aquello me habría encantado, pero en una como esta... Las cosas que se hacen por amor... Tras esto tomé a Kabil por el cuello de la chaqueta con una de mis manos y empecé a arrástrarlo mientras cargaba a Rose. — Vamos barba.— Dije mientras me movía siguiendo a aquellos tipos lo mejor que podía. Maldito sea el cabeza hueca de Kabil y... ¿Qué le pasaba a la capitana?
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