El ocaso del North Blue

"La seguridad es pésima... ¿en serio piensan retenerme así?" pensó Issei, observando las cadenas que oprimían sus brazos. El cerrojo de estas era tan simple que esperaba poder abrirlo fácilmente con sus ganzúas. Más aun, los muy idiotas no habían reparado en el hecho de que era un cyborg. Su piel artificial cubría sus implantes, haciéndolos difíciles de detectar, pero tampoco es como si se hubiesen molestado mucho en registrarlo. Se habían limitado a quitarle su ropa y darle otra bastante fea y sucia. Llevaba ya varias horas allí, esperando al momento más adecuado para actuar y cronometrando los cambios de guardia. Además había estado empleando su Giro Giro no mi para revisar y memorizar todo el sistema de celdas. Había varios niveles en total. Él estaba en el segundo, y sospechaba que en los inferiores estarían los presos más importantes. Por lo que había visto, la única forma de salir era un ascensor en el primer nivel, y el resto de la prisión estaba rodeada por roca y tierra. "Subterránea... buen método." Además era un tanto laberíntica, pero eso a Issei le daba igual, había tenido tiempo para memorizar todo el sistema de galerías.

- Es mi momento - murmuró.

Era la hora del cambio de guardia, y si lograba escabullirse en el momento justo anterior a que llegara el relevo sin ser visto por el vigilante de su sector, este posiblemente pensaría que su celda siempre había estado vacía. Al fin y al cabo, no todas las celdas estaban llenas, y a ojos de aquella gente él era un simple mercenario contratado por una facción anti-Markovita de Hallstat. Esa había sido su tapadera para entrar en la prisión. Todo iba cuidadosamente preparado: un contrato de mercenario en su chaqueta, una bolsa llena de berries (su supuesto pago por el trabajo) y su pistola, que a diferencia de como solía hacer, la había llevado en su cinto en lugar de desmontada en el interior de su brazo. ¿Su misión real? Infiltrarse en la prisión y liberar a los prisioneros. Montaría una rebelión para armar un poco de escándalo, y tal vez crear un pequeño ejército en el proceso que emplear para obligar a las tropas de Hallstat a dividirse y facilitar la invasión. Además el Gobierno desconocía qué había sido de la antigua familia real. Su misión era pues doble: generar caos y levantar a los presos, y evacuar a los miembros de la familia real (de quedar alguno).

Con su poder pudo ver al guardia alejándose. El único obstáculo cercano era un hombre al que reconoció por algunos informes: era un miembro del Cuerpo Científico del Gobierno, y miembro de la tripulación del monarca Derian III cuando este aun era Shichibukai. Se desconocía qué bando había elegido, pero parecía que había preferido al rey de Hallstat antes que al Gobierno. Informaría de ello en cuanto tuviera tiempo. El doctor Cooper era un hombre extremadamente cruel, y la sangre le llevaba un buen rato bullendo en las venas al contemplar la tortura a la que estaba sometiendo a un preso. Por un momento se planteó desactivar su poder para dejar de ver a través de las paredes, pero luego se lo planteó mejor; no quería encontrarse una sorpresa desagradable por ello. Ahora su tarea estaba clara: el guardia estaba a punto de encontrarse con el relevo; debía esfumarse antes de que este viese que su celda estaba ocupada o lo tendría difícil para irse en silencio. No quería que diesen la alarma antes de tiempo. Abrió su brazo izquierdo y sacó de este una ganzúa. Pese a la dificultad añadida de emplear una única mano para el trabajo, forzó la cerradura con relativa facilidad y bastante rápido. Depositó la cadena con mucho cuidado en el suelo y forzó la otra, repitiendo la operación. "Doce segundos... muy lento, el relevo ya está aquí. Piensa rápido, Issei." Veía al vigía acercándose por el pasillo. Él aun no lo veía, pero el agente sí. Entonces recordó el sistema de camuflaje que le habían acoplado, y lo activó mimetizándose con la celda. El guardia pasó frente a esta silbando mientras echaba una visual rápida y seguía su camino. Contuvo un suspiro, y esperó a que estuviera lejos para sacar las ganzúas y forzar la cerradura de la puerta con el máximo sigilo que pudo. Cooper estaba ocupado en la celda del torturado, así que no lo vería. Sin embargo, debía tener cuidado al abrir la puerta. La empujó lo más lentamente que pudo, y aun así chirrió ligeramente. Seguía con el mimetismo activado, pero eso no impediría a un posible observador ver la celda abriéndose sola. Y si se fijaba lo suficiente, vería una anomalía con forma de persona. Se escurrió por el hueco que había dejado en completo silencio, y a continuación volvió a cerrar la celda. No dejó la cerradura como antes; no tenía sentido que una celda "vacía" estuviese cerrada. A parte sería tentar a la suerte, de momento parecía que no había sido descubierto.

Su siguiente objetivo era el almacén. Quería recuperar sus cosas y quitarse aquella ropa mugrienta. Además por el camino intentaría abordar a algún guardia y examinar sus pensamientos (además de robarle las llaves). Debía saber todo lo posible sobre la prisión. Comenzó a vagabundear por los pasillos, dando rodeos para evitar a los vigías y manteniendo su mimetismo activo, además de caminar lo más silenciosamente que pudo. Los gritos (cada vez más lejanos) del hombre al que Cooper torturaba ayudaban a ocultar buena parte del escaso ruido que hacía al desplazarse. Tras un rato y pasar unos instantes bastante tensos en la escalera (donde pasó frente a un visual den den mushi, viéndose obligado a reducir su movimiento al mínimo para que a pesar del mimetismo la cámara no captase algo raro) llegó a la zona del almacén. Esperó en total silencio a que el guardia de aquel sector pasase cerca suya, emboscándolo en un corredor desierto. En cuanto pasó a su lado, le atacó velozmente empleando su kamie kenpo para mover sus manos a un velocidad imposible de seguir para el ojo humano. En una sucesión de golpes de Chishi Seido con la punta de los dedos en el estómago, pecho, garganta y bajo la mandíbula, inmovilizó sus músculos pectorales, su diafragma, su garganta (y con ello, las cuerdas bocales) y su boca. Además hizo sobre él la llave del sueño al tocar su carótida activando sobre ella el Pression Point. El hombre retrocedió un paso, sin saber muy bien qué le había golpeado (o más bien tocado), e intentó gritar. Al no emitir ningún sonido y ver que ni siquiera era capaz de respirar, cayó de rodillas boqueando. Issei tan sólo esperó a que quedase inconsciente por la llave del sueño. No moriría; no iba a permitirlo. Se cargó al guardia al hombro y avanzó a paso rápido pero tratando de mantener el sigilo hasta el almacén. No había nadie cerca, por lo que vio con sus poderes. Cerró la puerta tras él y depositó en el suelo al hombre. Entonces empezó a hacerle el boca a boca hasta que el efecto de su Eikyo se desvaneciera, evitando que muriese ahogado. Finalmente, el diafragma del hombre dejó de estar paralizado y volvió a comenzar a respirar. Seguía inconsciente. El agente cogió una cuerda y lo ató con cautela. Volvería a noquearlo en cuanto notase que comenzaba a despertar. Tras una rápida ojeada a la sala, reconoció sus pertenencias en el interior de un baúl y se  dirigió a este. Mientras se vestía, no le quitó el ojo de encima al vigía, ni a la zona cercana al almacén. No había moros en la costa. Una vez vestido y con la pistola al cinto, se acercó al guardia y activó su mantra. No quería que le pillaran en mitad de su "interrogatorio".

- Giro Giro no Memory - susurró.

Con los dedos, lo forzó a abrir los ojos y miró directamente hacia sus pupilas. Acto seguido, comenzó a bucear en la memoria del hombre, revisando sus vivencias de manera muy superficial y buscando datos importantes sobre la prisión: quién era el alcaide y los oficiales de más alto rango, qué clase de presos había, qué presos importantes poseían... Toda clase de datos que pudiese conocer tanto por su trabajo como por rumores. Pronto sabría todo lo que necesitaba para dar inicio a la operación.

¡Maldito Diego! ¡Y maldito gato! ¿Tanto rollo por un par de partidas de póker? Iba a colgarlos a todos en cuanto los pillara. Miró a Aki algo malhumorado. ¿Así que había decidido ir con ellos? Bueno, mientras no molestara... después de aquello estaba realmente de malas. Suspiró, agobiado, y siguió volando. Ya que estaban, se uniría a su gente. Siguió volando y comunicó mentalmente a Ivana "Falsa alarma, Diego es gilipollas. El gato les ha vuelto a ganar al póker."

- Había recibido un mensaje que me dio a pensar que mi barco estaba en peligro, pero ha resultado ser una falsa alarma. Creo que voy a tener que colgar a alguien del palo mayor en cuanto llegue - le dijo a Aki, en un tono seco.

Entonces se fijó en Ivana, y se dio cuenta de que no llevaba sus ropas.

- ¡¿Pero qué haces?! - le gritó, rabioso - ¡Vuelve inmediatamente a coger mi camisa y mi gabardina! Y como la corbata de Kaín no esté intacta, desearás no haber nacido.

Su oficial le miró algo ofendida y asustada, pero al instante se recuperó y dijo:

- A sus órdenes, capitán. Disculpad mi descuido.

La cyborg se separó de ellos y dio media vuelta. El Ángel Negro miró hacia el frente, observando el final de Hallstat en el horizonte. Pronto estarían sobrevolando el mar. Bastante enfadado, Émile no abrió la boca en el resto del viaje y se limitó a observar el horizonte con el ceño fruncido. En cuanto llegaron a su barco, descendió sobre el castillo de popa y se sentó en su trono con gesto adusto.

- Diego, como te pille te arranco la piel a tiras por hacerme venir para nada - dijo, tanto en voz alta como por telepatía.

Finalmente logramos adentrarnos en el ascensor. Mientras este subía echaba miradas a los laterales y cruzaba los brazos moviendo levemente el pie, en señal de que apurase. En cuanto paró salimos afuera. Observé todo lo que había a nuestro alrededor, quedé asombrada ante la majestuosidad del castillo. Se notaba el remarcado poder de este gran imperio. Mientras nos adentramos hacia el interior me detuve un momento al ver una muchacha, sus condiciones no parecían ser buenas así que continué recto, no me hacía mucha gracia ver esa situación. A lo lejos escuchaba la voz de Derian Markov y en cuanto llegué a la sala vi a las personas que estaban en la estancia. Me alegré de ver a Drake, hacía tiempo que no sabía nada de él, pero no fui en su dirección. Las otras personas no las conocía.

-Sigamos. - Les sugerí al resto. Fui de primera y vi al monarca hablando con otras dos personas. - Saludos, Derian. - Me presenté con una voz dulce y amable para que me escuchase. Me acerqué hasta él y sonreí. Las cualidades del vampiro siempre se hicieron interesantes para mí, sobre todo ese mundo extraordinario que algún día me gustaría conocer. - Hemos venido en su ayuda. Sabemos la situación del Nort Blue y no es muy buena, que digamos. ¿Necesitáis ayuda en alguna parte?

Estaba a punto de mandar a la mierda a todo el personal cercano y acordarme de todo su árbol genealógico en términos poco educados y bastante agresivos cuando la maldita lata submarina dio un vuelco repentino que hizo caer a casi todos los presentes, interrumpiéndome justo antes de que por mi boca salieran un montón de improperios que de seguro habrían empezado un buen altercado.

Por fortuna para mí, mi considerable corpulencia impidió que me cayera al suelo sobre el cual ya estaba arrodillado, pero no me libró de tener que apoyarme en la pared más cercana con bastante sorpresa. "¿¿YA HEMOS CHOCADO CONTRA UN ICEBERG??"

Sacudí la cabeza para sacar la absurda idea de mis pensamientos e intentar concentrarme en recuperar mi equilibrio, tal y como estaba haciendo el resto de mercenarios según el submarino recuperaba su posición inicial. Una vena iracunda apareció en mi frente bajo el casco y me giré hacia el pasillo a la cabina.

- ¡Xanxus! ¡Vas a dejarme matar a esa cría por esto, me cago en...!

Mis rabiosos bramidos se fueron deformando hasta convertirse en una serie de balbuceos iracundos que peligraban con salivar a todo aquel que se me pusiera al alcance. Durante el camino me di cuenta de otro hecho peligroso cuanto menos: Rocket había desaparecido. Una segunda vena invadió una sien libre, pues el que aquel pequeño saco de pelo andante se hubiera escabullido en un ligar semejante sólo podía significar una cosa: nuestra maldita perdición.

- ¡¡ROOOOOCKEEEEET!!