¡La brillante y enorme capital del agua! [Priv.-Pas.] [Aslaug-Kenmei]

La recluta inhaló el preciado olor a sal del mar. Su piel, desde que estaba en la tierra, se había vuelto el doble de áspera debido a la brisa marina. Era totalmente lo contrario al mar de nubes, aquello no tenía una brisa así, no se sentía nada. Aslaug sonrió, mirando al horizonte y, después, a lo alto del reino del agua.

El paraíso de agua se había ganado un hueco en el corazón de la pequeña. Era la isla que más marca había dejado a pesar de Aztlán. Tenía ganas de volver a ver a la teniente comandante y a Jason. Seguro que les iba muy bien.

Shiro ladró para que Aslaug se diese cuenta de que el huargo estaba ahí. En cuanto lo vio le dedicó una sonrisa traviesa y el pequeño gruñó. Le encantaba picarlo para después rascarlo detrás de las orejas y así se amansase.

-Mmm... Deberíamos ir a dar una vuelta.

La recluta se puso de pie y comenzó a caminar con cierta parsimonia, esperando a que Shiro la siguiese, el cual se puso delante de ella después. Aslaug llegó a un pequeño mercado. Estaba sorprendida al ver el trato que recibía la gente, amable y cálido por la parte de los vendedores.

-Ven, Shiro.

Llamó a su huargo.

Cotilleó todas las tiendas posibles hasta que se encontró con una de máscaras. Al ver la belleza de estas se quedó perpleja, muchas le recordaban a la suya, la cual estaba en la capa del barco de Misa. Si fuera por ella, se las acabaría comprando todas, una pena. Siguió admirándolas.