[Equipo 2, Revolución] Equipo "Qué solecico"

La pregunta me vino como anillo al dedo. Aunque quise esperar a ver si el soldado contestaba algo por mí primero que pudiera poner en peligro mi nueva idea. Brillante a pesar de todo. -Sí señora... Mi madre vino a la ciudad hace un tiempo pero no volvió a casa y vine a buscarla...- Diría, con el tono más inocente del mundo. -Pero mientras estaba caminando por las calles me perdí. Yo no soy de esta parte de la isla... Y mientras iba vagando, unos señores de blanco con lacitos azules se cruzaron conmigo. Uno me hizo cosas raras.- Expliqué, haciendo referencia a como me encontró el soldado con traje de gominola. Esperaba, con mi lastimera actuación poder conseguir su cariño o que notara cierta molestia. Cualquier cosa. Necesitaba saber que había más gente en el lugar a quien no le agradasen los marines... Eso haría más fácil acusarles en caso de que se me diera la oportunidad de causar estragos en favor a mi misión.

-Entonces este señor osito me ayudó y me ha acompañado de camino hasta aquí.- Añadí al finalizar mi relato, sonriendo ampliamente al soldado. Era un bonachón, o eso me parecía haber percibido, así que con esta actuación lo mismo lograba incitarle aún más a ir contra la situación actual. Lo dudaba, pero con tan poco material había que buscar recursos en todos lados. Pensé y mis pensamientos me pusieron en contacto con el demonio en mi interior, el cual se sorprendió de mi buena actuación. "Creo que llevaba sin verte tan agradable con un humano desde que te sacaron de esas cavernas". Comentó, aunque se notaba que no estaba molesta. Furfur parecía obsesionada en pensar que un día de estos iba a volver a ser como antes. Una niña buena e inocente y mi relación con otros solían molestarle. Yo suponía que solo eran celos. Pero esa ocasión era distinta. Terminamos de hablar y una vez tomadas las declaraciones, soltando algo de información sobre el marine de antes que dije escuchar a sus compañeros mientras se sucedían los hechos para manchar aún más la reputación de la marina.

Ahora tendría que esperar a que terminase el papeleo o escabullirse mientras si se tardaba mucho. La escusa de tener que ir al baño debería bastar. Y el "perderse" también podría vale para cualquier aprieto en que pudiese meterse, o eso esperaba. "Hora de jugar".

"Bien, toca hacer memoria". Me dije, recordando los lugares por los que había pasado de camino al centro de la ciudad. Había estado recolectando información así que mínimo debía poder darle el nombre de una calle. Con eso bastaría, podía inventarme un nombre de mujer y dar un número aleatorio. Y eso hice. -Mi mamá se llama Lacie, es muy bonita. Y mi casa esta en la calle Blanco nº 5.- Dije, confiada en mis afirmaciones. No todo era mentira. Al fina, había decidido usar el nombre que, según Furfur, había tenido mi madre en vida. Y la calle... Era una en que el suelo estaba hecho de chocolate blanco, así como la mayoría de fachadas de las casas. Ya que vi el cartelito con el nombre de la calle, debía estar bien. El número en cambio había sido al azar. Pero mientras existiese... Quise suponer que solo necesitaban los datos para enviar la respuesta a mis quejas o algo por el estilo y ,que de lo contrario, no me llegase a afectar por haber abandonado la isla.

-¿Les colgaban de los huesos? ¿Cómo se cuelga a alguien de los huesos?- Pregunté, mirando a ambas personas y espere su respuesta. Cualquiera que fuese, diría una contestación como: "Eso debe doler" o "no me gustaría que me lo hicieran a mí". Antes de por fin excusarme para ir al baño.

-Perdone, señorita... ¿Puedo ir al baño?- Murmuraría, con un tono que bajo, tratando de sonar avergonzada mientras agachaba la cabeza. Dudaba que quisieran que manchase el suelo de esa forma por lo que esperaba una respuesta afirmativa y que me indicase el camino. Yo lo seguiría hasta salir de su zona de visión y empezaría a investigar. Tal vez hubiera un "plano" con las plantas del lugar y el nombre de cada sala.

Me sonrojé ante aquella casualidad. ¿En serio? ¿De todos los números que puede haber tenía que acertar la casa en la que vive este hombre? Bueno, no pasa nada. Digo haberme confundido y listo. Balbucee una disculpa diciendo que es que con los nervios no acertaba ahora mismo el número de mi casa, pero que sé que tiene algo que ver con un cinco y aproveché el permiso que me dieron para ir al baño para poder escabullirme de aquello también. Seguí las indicaciones que me dieron y no tardé demasiado en encontrar el aseo... Solo por curiosidad y por guardar las apariencias entré, tratando de no hacer ruido. No era una experta, pero estaba segura de que a la gente le gustaba contar chismes y lo mismo encontraba a algún grupo de compañeras hablando sobre su jefe o algo.

"Vaya forma más estúpida de intentar obtener información". Se quejó el demonio en mi mente y en parte tuve que reconocer que tenía razón, pero si iba a irrumpir en la cueva del lobo lo mejor sería hacerlo preparada. Una vez hecho esto y para no demorarme mucho más, no fuera a ser que se percatasen de mi ausencia y fuesen a buscarme... No me apetecía tener problemas con el soldadito. Esperé para marcharme, asegurándome de que no pasaba nadie por el pasillo cuando lo hiciera y me dirigí a la planta superior. Solo tenía que encontrar unas escaleras para ello. -Si es el jefe tiene que estar en lo más alto.- Me dije, antes de ponerme en marcha. Si me encontraban, tan solo diría que me había perdido. ¿Qué era lo peor que podría pasar?

Definitivamente los humanos son peores que la pese. ¿Acaso no tienen nada mejor que hacer? Ni que fuesen conejos para necesitar hacer... Eso... Tanto... Como fuese. esta claro que no voy a lograr nada de esta forma. Y si pensándolo bien. Tal vez deba probar en ir a otro lado. Después de dar tantas vueltas no he encontrado nada útil. Sin embargo, tan vez si lo haga.

Pensé el plan perfecto, o eso quise creer. Buscaría un poco más en aquel lugar, tal vez encontrase algunos objetos... un arma con marca de la marina. ¿Tendrían esa necesidad de ir a juego también con las armas? Y un plano de la ciudad, aunque esto segundo no era tan necesario. Si encontraba eso solo tendría que salir del edificio. Para no ser vista, podría usar una ventana o subir a la última planta y usar la apariencia híbrida de Furfur. Saldría volando y buscaría el edificio más llamativo del lugar. Si no recuerdo mal, había uno no muy lejos de donde me encontraba en ese momento. De ser así echaría a volar hacía ahí, no sin antes vestirme con los colores de la marina.

Si encontraba un uniforme de la marina junto a las armas. No importaba si me quedaba grande, casi sería mejor. Con mi figura angelical buscaría al "villano" que dijo el osito. Si iba vestida como marine considerarían que era una nueva recluta patrullando desde el cielo. De ver a mi objetivo solo tendría que disparar. Acertase o no a darle, acusarían a la marina del atentado. Lo haría visible. Luego solo tendría que huir, desechar las prendas y volver a mi apariencia normal. Con eso nuestra misión debería concluir, o eso esperaba yo.

-Así es señor.- Contesté de manera inocente, como si hubiese llegado a ese lugar por accidente y con intención de preguntar indicaciones desde el principio... Aunque obviamente en mi mente no era así, pero seguía necesitando cosas de ahí, por lo que... -Estaba buscando el aseo. Abajo estaba lleno y tuve que subir, pero una vez arriba me he perdido.- Pensé en usar otra treta diferente, como que estaba buscando a un pariente o algo por el estilo, pero casi la líe antes al intentar mentir sobre mi dirección, así que preferí no fiarme. En cambio, me plantee aprovechar para preguntarle cosas al marine. -¿Señor, es usted también como los hombres de lacitos azules que había fuera?- Pregunté, como si acabara de fijarme en sus prendas. Tras eso retrocedí "asustada" un par de pasos. -No me va a hacer daño, ¿verdad?... ¿Ni cosas... raras?- Añadí. A la mínima que se moviera para acercarse o hiciese cualquier cosa solo tenía que gritar o intentarlo. Todo dependía de su reacción. Además, había vuelto a activar mi habilidad sobre él, para hacer más creíble la situación de peligro.

Aunque si por el otro lado, trataba de calmarme, mi actuación sería diferente. Podría soltar un grito ahogado, y cerrar la puerta, disculparme por mi actuación para luego acercarme y, con la mano en el cuchillo que llevaba siempre conmigo y este imbuhído en haki, arrebatarle la vida de forma rápida. De lograrlo, rebuscaría entre las cajas que llevaba de un lado a otro prendas, una pistola y de paso me quedaría con su arma y trataría de seguir mi plan original.