[moderado 3 Nayelis] El poder de la medicina

Sin duda alguna aquel bocata me quitaría el mal sabor de boca, pero luego pensé que había aparecido en mi habitación junto a la mochila, así que no me fié del todo y no le di un mordisco. ¿Quien sabe? El que me lo puso ahí puede querer mi mal como mi bien, y el hombre que supuestamente estuvo conmigo en el hostal era un desconocido todavía.

Pero era el momento de centrarse en otras prioridades, como pasar desapercibida. Los médicos se me quedaron mirando pero yo les hice un gesto con mi mano para que no se preocupasen, que continuaran a los suyo. Así que aprovechando que los médicos estaban ocupados con los heridos y los marines revisando e cadáver del mafioso, creo que no tendría problema en irme por mi propio pie, así que, puse rumbo a la salida antes de que otro marine me abordara con preguntas incómodas.  Caminé poco a poco por donde el marine había aparecido cuando disparó al mafioso, supongo que era la otra salida.

A los pocos minutos noté la garganta seca, pero por suerte, los mareos estaban cesando. Parecía que la cabeza ya me volvía al sitio pero mi lengua demandaba agua. Miré la mochila nuevamente para coger la botella de agua de medio litro, e hice lo mismo que con el bocata, no fiarme. Supuse que cuando saliera de allí podría pedir a algún puesto alguna bebida u así. No iba a entrar en una taberna ni borracha nuevamente.

Pude ver  unos bancos a la salida, en una zona poco iluminada, pero me valía para poder tomar un respiro y plantear mi siguiente movimiento. Lo primero sería conseguir un pase o un barco para poder salir de la isla para volver junto a mi familia. Si lo lograba el resto de problemas desaparecerían para mi, pues esperaba que todas mis dudas las solucionaran ellos...pero para ello necesitaba un den den mushi. Y lo segundo era comprar alguna bebida que sepa que es mía y no de un extraño para quitarme el sabor a cartón de la boca

Parecía que se hacía tarde y no me apetecía tener que vérmelas sola nuevamente en esta ciudad, y menos, de noche. Así que me alejé de los marines que estaban saliendo y de los civiles que les acompañaban, con el objetivo, de buscar un sitio desde donde poder hacer una llamada.

Para mi fortuna, pude ver un pequeño locutorio en la lejanía, pero, para mi desgracia parecía que estaba cerrando. No podía permitirme el lujo  de que cerrara, así que corrí rauda hacia el haciéndole un gesto de que esperara con la mano mientras gritaba "ESPERE ESPERE".

Si lograba que aquel hombre me dejara hacer una simple llamada podría contactar con el Yamato y que me enviaran una fragata a recogerme sin tardanza. De lo contrario si no lgraba hacer dicha llamada en el locutorio, tendría que buscar otras opciones en la villa para poder salir de aquella maldita isla..y de paso comer algo. Así que me acerqué al buen hombre, cansada y jadeante por la carrera para decirle.

-P...por favor señor no cierre todavía, necesito hacer una llamada urgente y no le quitaré más de cinco minutos -Dije mientras juntaba mis manos en posición de rezo- Por favor soy extranjera y necesito con urgencia contactar con mi familia.

Esperaba que aquel hombre tuviera corazón, o al menos que le camelara la idea de una joven que solicitaba ayuda con desesperación.

Sin duda alguna había tenido mucha suerte al haber encontrado a aquel hombre. No dudó en ayudarme y cerrar su humilde establecimiento unos pocos minutos después expresamente por mi. Le estaba muy agradecida por la ayuda, y me señaló un den den mushi de la derecha del local para que pudiera usarlo.

Le agradecí nuevamente con las manos y me acerqué al den den mushi  mientras intentaba mirar el número a marcar en la oscuridad del local. Mientras marcaba el número aproveché para sentarme en una de las sillas que había allí por cabina den den mushi que había. Tan solo esperaba que mi llamada tuviera buen puerto para salir de allí cuanto antes...y  efectivamente.

-¿Si? ¿Quién es? Identifíquese por favor- Dijo la voz a través del den den mushi. Una voz de pito propia de un castrati.

Puse mi mano sobre el auricular del den para tapar lo que iba a decir.

- Nayelis del Navy B, número de identificación: 3. Me encuentro en Longuetown perdida...solicito que se me envíe una fragata de embarque para escoltarme hasta el Yamato. Ah, y de paso póngame con Shiru. -Dije seria.

-¡Señorita Nayelis!-Dijo la voz animada- Pensábamos que estaba desaparecida, a su padre le alegrará mucho saber que sigue viva, ahora mismo le pongo con el comandante- Dijo la voz mientras me ponía en espera.

¿Que se iba a alegrar mi padre de verme? Como se notaba que los lacayos de Shiru eran unos auténticos lameculos engañados....pero necesarios por ratos. A los pocos segundos se escuchó la voz de Shiru por el auricular.

-Has tardado mucho. Espero que la demora tenga una justificación Nayelis.-Dijo con frialdad.

-Gracias papá yo también te quiero...ah y estoy sana y a salvo aquí en Longuetown..y si..creo que te llevarás una sorpresa. Pero antes necesito que me saques de esta isla. No tengo barco ni medios para salir sola ahora mismo.-Dije con el mismo tono de frialdad.

-En 30 minutos llegará al muelle 12 un balandro del Navy B, sube y se te escoltará a la fragata Mirmidón. Desde allí te reunirás con el resto de la flota. Tan solo espera. -Se escuchó el cuelgue del den den mushi.

Mi padre era todo un amor...y, a pesar de que era su favorita, delante de sus lacayos siempre me trataba igual que a mis dos hermanos. Era algo con lo que había aprendido a convivir...desgraciadamente.

Dejé el den den mushi en su sitio colgado y salí del establecimiento. Mientras me disponía a dirigirme al muelle, pude ver como fumaba mientras cerraba su establecimiento mientras me decía que  el en sus inicios también se había perdido.

-¡Nos vemos! Y gracias por la ayuda señor!- Dije despidiéndome mientras caminaba hacia los muelles.

Parecía que todo había acabado, pero en mi cabeza no paraba de circular la idea de la fruta que me había comido...estaba segura, de que mi día en Longuetown había sido el comienzo de algo...aunque todavía no sabía el que.