Joy will take you further [Toshiro-Braud]

¿Acaso podían existir hombres que supieran esconderse tan bien? Hace unos días encontró en una cantina de un pueblo que ya no recordaba el nombre, un cartel de se busca. Era un hombre que se estaba haciendo de cierta “fama” en el East Blue. Su nombre era Jhony Walker o más conocido por su apodo, un poco ridículo, era “El bruto”. Según los rumores que había escuchado antes de partir en esta pequeña misión decían que era un tipo de pocas luces y que solucionaba todo por los puños. Su estilo de combate, según informes entregados por la Marina, era poco más que pegar y pegar. No era muy fan de esos luchadores, pero tampoco renegaba de ellos, cada uno peleaba como quería y a veces, muy de vez en cuando, podía tener ciertas ideas más claras de como encarar a futuros oponentes con estilos similares.

Sus investigaciones, que fueron básicamente, escuchar un par de conversaciones en las tabernas, lo estaban llevando a un destino extraño cuanto menos y que nunca se le hubiera ocurrido. Yotsuba. Una isla que, por lo que había recopilado, tenía un cuartel de la marina en el centro de la isla. ¿Por qué un pirata ya con una recompensa de siete millones iría a un lugar así? Pues… Quizás si era cierto que era un tipo de pocas luces o solo quería probar su valía. Veía la isla en el horizonte y se preparó para su siguiente aventura. Se colocó su espada, como siempre, amarrada a su espalda. Vestía con la ropa de siempre: Un haori negro, una bufanda de color naranja y una túnica sin mangas de color blanca.

El barco llegó al puerto y Toshiro lo amarró al muelle para no perderlo después. No tenía muy claro donde tenía que buscar, pero sabía que debía estar cerca de la ciudad… O eso creía. No quería creer que fuera de verdad un idiota, aunque si así era quizás podía ser hasta más sencillo de capturar. Ignoró todo eso y solo empezó a caminar rumbo a la única civilización que Yatsuba tenía. Con algo de suerte, la propia personalidad de Jhony Walker, lo delataría y haría que encontrarlo fuera mucho más sencillo. Toshiro solo confiaba en una cosa: Si realmente tenía pocas luces, no tardaría en aparecer.

Estaba en mitad de la plaza del pueblo. Estaba en el centro, por lo que allí estaba el cuartel de la marina. Estaba sentado, agachando la cabeza mientras hablaba con un marine que le enseñaba un cartel que Braud no podía leer. Tenía en la mano un barril lleno de cerveza, bebiendo como si se tratase de una jarra, mientras que el pobre marine, asustado por ver a alguien de su tamaño, le explicaba lo que ponía en el cuartel. El nombre del tal Johny Runner y lo que valía. Por lo visto era un pirata que ya se había hecho un nombre en el Grand Line, alcanzando los noventa millones de recompensa, pero que había decidido volver a uno de los mares cardinales para hacer gala de su fuerza contra los más débiles.

Por eso habían acudido a Braud. El gigantón que, por suerte, todavía no había dado el paso al Paraíso aunque podría. Y seguramente lo haría. Pero mientras hubiese allí alguien a quien apodaban "el bruto", pues... Bien podría quedarse. Dio el último trago y eructó, sobresaltando al marine que no dejaba de mirarlo.

—Entonces... ¿Te encargarás?

—Sí, claro. ¿Dónde crees que puede estar?

—No lo sé... Está por la isla, tarde o temprano terminará apareciendo. Y... señor Led... L...

—Gledgeirbuf.

—Señor Gledgeirbuf. Debo informarle de que la noticia se ha expandido por el East Blue... Creemos que cuantos más cazarrecompensas estén tras este hombre pues... más probabilidades habrá de atraparlo. ¿Le molesta?

—Nah. Me gusta competir.

El camino a la capital de Yotsuba fue bastante corto… Mucho, de hecho. Quizás por el hecho de que estaba pensando como encontrar a un tipo que sabía que podía aparecer de la nada. O por el hecho de que meditaba un poco sobre su futuro, tenía ciertos temores de que salir de su isla quizás fue muy apresurado, pero bien sabía que era tarde para tener arrepentimientos. Fuera como fuera el caso, ya se encontraba en la ciudad. Como lo suponía, en el centro de esta, veía el cuartel general. Veía la bandera de la marina y una torre bastante grande. En su mente seguía preguntándose por qué un pirata buscado, con fama en el East Blue, venía a parar a una isla precisamente con una base de sus enemigos. ¿Genio? ¿Idiota? Podía ser un genio, nadie lo buscaría en un sitio así o bien podría ser, realmente, un verdadero idiota. Seguramente la respuesta la obtendría luego… O quizás nunca y tampoco estaba seguro realmente si le interesaba o no. Él solo quería el dinero para poder seguir subsistiendo en el océano.

Llegó a tiempo para escuchar una interesante conversación entre un marine y un tipo realmente grande… Demasiado. Rozaba fácilmente lo cuatro metros y si es que no más. Su cuerpo era… ¿Musculoso? No, lo siguiente. ¿Qué tipo de entrenamiento había recibido para obtener todo eso? ¿Sería genética? Creía reconocerlo, como de haber visto su rostro en alguna parte, no… Era más que seguro que recordaría a alguien de esas características. No creía haber visto tipos tan… Extravagantes como él a menudo. Por lo que alcanzó a escuchar de la conversación era que él también era un cazador de recompensas y que estaba buscando a alguien, lamentablemente, había llegado tarde a esa parte de la conversación y no escuchó el nombre. ”Pues nada, seguiré solo” ꟷpensó algo desilusionado. Aunque bueno, tampoco es que fuera algo complicado, al final esta misión la había empezado solo y podría, en teoría, acabarla solo.

ꟷOye ꟷle dijo al marine con el cual el gigante estaba hablando. No sabía si era realmente uno, pero desde su perspectiva de humano promedio con tamaño promedio, era realmente grande ꟷ. Estoy buscando a este tipo ꟷcomentó mientras le mostraba el cartel de se busca de Jhony Walker ꟷ¿Sabes si está por aquí? Soy Toshiro Hitsugaya, cazador de recompensas. ꟷpuntualizó.

ꟷNo recientemente, pero… Ahora que lo mencionas… ꟷdijo mientras tomaba una pausa y miraba unos papeles que tenía anotados en una libreta ꟷ¡Ah! Aquí esta, si, el pirata que tu buscas y el que busca él ꟷcomentó mientras miraba con cierto miedo al gigante ꟷ. Nuestra información de inteligencia dice que planean juntarse, no se sabe exactamente el motivo, pero el punto de encuentro sería exactamente en esta isla. ꟷ Toshiro no pudo evitar sorprenderse. ¿Por esa razón un pirata buscado estaba en una isla con un cuartel de la marina? Miró al grandulón y le dedicó una sonrisa. Si estaban juntos, podían trabajar juntos, ¿no? Él capturaba a su presa, el peliblanco al suyo y el botín de cada recompensa para cada uno. Un trabajo sencillo y amigable.

ꟷOye, grandulón ꟷcomentó con tranquilidad ꟷ¿Qué dices si trabajamos juntos? Tú te llevas el botín por el que buscas tú y yo por el que busco. ¿Qué te parece? ꟷle preguntó ꟷ Si tienes más información, este es el momento para que nos digas ꟷcomentó mirando al marine, que miraba con cierta incredulidad a la, quizás, más bizarras de todas las parejas que nunca en su vida había visto.

El gigante vació el barril en su gaznate mientras escuchaba hablar al marine con una niña de pelo gris. Escuchó las palabras bastante cerca. Por lo visto aquella niña también buscaba a un criminal por la isla que quería aliarse con el pirata que él buscaba. Dejó el barril en el suelo con bastante brusquedad, agrietándolo un poco, para después girarse y pedir otro. Todavía tenía sed. No tardaron en traerle otro barril desde la taberna más cercana y el gigante lo pagó, diciéndoles que podían quedarse el cambio. Después de todo, la bebida lo valía. Cogió el barril como si de un vaso se tratase.

—Claro, niña, no te preocupes —le respondió a la pequeña mientras se levantaba y empezaba a beber del barril —. Aunque me extraña que una niña como tú sea ya cazarrecompensas. A su edad. ¿Cuantos tienes? ¿Nueve? ¿Diez años? Yo a los once solía salir a cazar osos con mi hermana, que tenía cinco, pero imagino que la gente pequeña no sois tan duros, ¿eh? —se rió a carcajadas.

El marine no parecía tener más información para ellos, por lo que se fue enseguida, deseándoles buena suerte. El gigante simplemente se inclinó un poco, observando a la niña. Tenía una espada, por lo que era espadachina. A él no le gustaba llevar armas, pero si debía respetar alguna de estas... Las espadas seguían requiriendo cierta fuerza física, podría dejarlo pasar. Por suerte no era una tiradora. El gigante dejó el barril justo delante de ella, ofreciéndole beber. Seguro que era una niña joven, pero él empezó a beber a los cuatro años, tampoco era para tanto. La gente pequeña no podía ser TAN frágil.

—Mi nombre es Braudbrüthgael, niña, pero puedes llamarme Braud. Y mucho me lamento que mi cometido es dar puñetazos, eso de hacer planes... No se me da tan bien. ¿Tienes alguna idea de como empezar?

Estaba… Confundido. Su nuevo compañero, Braud, lo estaba confundiendo con una niña. Le decía cosas que no tenían ningún sentido. ¿Qué clase de infancia había tenido para tener que vencer osos a tan temprana edad? No sabía si debía sentir admiración o miedo. Suspiró mientras veía que el marine, a parte de no decirles nada, solo se iba. Aunque había algo más importante, ¿cuántos de esos barriles había bebido el grandulón? ¿Acaso era inmune al alcohol? ¿O es que su cuerpo tenía un metabolismo diferente al ser tan grande? Por un momento, pensó en preguntarle, pero lo primero y más importante era corregirlo en algo que le parecía casi esencial, su género.

—Vamos por partes —comentó con cierta tranquilidad —. Primero, soy un hombre. Aunque quizás no sea relevante, pero tengo diecinueve años —aclaró. Iba a ser interesante trabajar con él, pero tenía sus dudas. ¿No tenía inteligencia para planear cosas? No, lo dudada. Quizás era solo que no le interesaba pensarse las cosas y solo le gustaba la acción. En cierta parte, lo entendía, tener que armar estrategias o intentar predecir los movimientos de los contrincantes podía ser un fastidio. ¿Necesario? Sí, pero un fastidio a final de cuentas.

Se cruzó de brazos mientras se colocaba a pensar. ¿Cómo capturar a dos piratas? ¿Cómo encontrarlos? Si su única fuente de información, el marine, no sabía… ¿Qué le quedaba al resto? Preguntar por ahí estaba seguro no daría ningún resultado. Caminar por la isla sin un rumbo fijo podía ser hasta peor. Quizás podía apostar a la extraña personalidad de Walker para que él, de una u otra forma, empezara a montar un espectáculo por ahí. Suspiró. No tenía idea que hacer, pero estaba casi seguro de que podía improvisar… Aunque eso podía significar fácilmente que fracasaran. Por una sencilla razón: Sus planes improvisados tendían al fracaso.

—Pues… —Empezó a comentar —Si el marine no sabía, dudo que la gente civil lo sepa —dijo con desgana. ¿Cómo lo podrían hacer? —. Buscar a ciegas también es una mala idea, podríamos rondar por días y nunca encontrarlos —prosiguió. No sabía si iba a servir de algo, pero quería dejar las cosas claras y que no era ninguna clase de gran mente planeadora —. Lo más seguro es que la propia personalidad de Walker nos ayude y ocurra un milagro. Podría apostar a que esos dos vendrán, tarde o temprano, a este lugar.

Un silencio incómodo se hizo presente en la plaza… La calma antes de la tormenta. Por instinto, se llevó la mano derecha a su espada. Algo no andaba bien y podía sentirlo en el aire, sus sentidos le indicaban que se acercaba el peligro. De repente, de la nada, mucha gente empezó a correr hacía donde estaban ambos cazadores. ¿Acaso había acertado? ¿Qué esos dos realmente iban a venir? Miró a Braud y le hizo un gesto para que se pusiera en guardia. Un edificio cayó derrumbado a su derecha y, de entre los escombros, dos hombres empezaron a salir. Uno era tan alto como su compañero y el otro era más o menos de la altura del espadachín. No tardó en reconocerlo, era Walker. Su pelo rojizo, esa cicatriz en su mejilla en forma de rayo y lo que más lo caracterizaba, sus ojos de dos colores diferentes, uno verde y otro azul.

—Braud, debemos llevar la batalla lo más lejos posible de la gente —comentó mientras se ponía en guardia —. No podemos luchar aquí sin que un inocente salga herido.

Por lo visto se había equivocado y la niña resultó ser un niño. Ni siquiera eso, era ya mayor de edad. Lo cual le sorprendió, pues si bien Braud era alguien de gran tamaño y todos eran personas pequeñas para él, aquella persona era especialmente bajita. Sin embargo no le dio importancia. Si tenía una espada es que sabía defenderse y Braud nunca juzgaba a la gente por su tamaño. Toshiro entonces se paró a pensar en como podrían encontrarles, aunque no pensó mucho. Su mejor plan de acción parecía ser simplemente esperar a que ocurriese un milagro. El gigante se encogió de hombros. Él no era precisamente nadie para juzgar sobre esas cosas.

Entonces, como una cruel broma de Crom, dicho milagro ocurrió. Un edificio cayó al suelo a escasos metros a su derecha. El ogro dio un puñetazo a uno de los escombros que saltaron que iba a darle, evitándolo. Cuando el polvo se hubo desvanecido de entre los escombros salieron dos personas. Uno era una persona pequeña, mientras que el otro debía medir lo mismo que Braud. El ogro soltó una fuerte carcajada. No podía creerse que hubiesen aparecido ya.

—¡Eh, pringaos! —dijo el pequeño—. Menudos desgraciaos de narices. Nos han chivao que había dos cazas buscándonos y hemos venio a daros la paliza de vuestras vidas, mataos.

—Eeeeeeso —respondió el gigantón, que no apartaba la mirada de Braud.

—Ya, bueno... —dijo Braud respondiendo a Toshiro—. Primero habrá que convencerles a ellos, ¿no crees?

Dicho aquello corrió hacia el pirata enorme y conectó su puño con su cara, dando el primer ataque.

Sabía que lo de pelear en un rango donde no estuvieran inocentes involucrados iba a ser complicado, pero debían hacer el esfuerzo, ¿no? Nadie más que ellos debían resultar herido, no si podían evitarlo. Braud pareció entender su idea, pero lo que dijo era cierto, por mucho que ellos intentaran luchar de esa forma, debían obligar a retroceder a los dos corsarios. Observó como es que su compañero no perdía tiempo y se lanzaba al ataque. Toshiro, en cambio, se quedó observando a sus costados por si alguien llegara a necesitar ayuda, por suerte, no parecía nadie en apuros. Sacó su espada y encaró a Walker con la mirada. Veía que portaba dos machetes en la cintura que no tardó nada en sacarlos. —No debo subestimarlo, a veces, hasta los idiotas son genios en las batallas. Debo andar con cuidado. —Pensó mientras empezaba a avanzar lentamente hacía él.

El corsario no tardó en empezar a correr con la intención de hacerle un doble corte en diagonal en su pecho. Toshiro logró interponer a tiempo su espada ante los dos machetes. El impacto fue sonoro y unas chipas, debido al cruce entre los aceros, salieron volando. Sonrió y no le quitó la mirada a su rival. De reojo, miró a Braud, ¿estaría bien solo? Su rival parecía ser bastante fuerte y, si era realmente honesto, intimidaba un poco. También era cierto que el tamaño no importaba…. Al menos a la hora de luchar. Se separó de Walker dando un salto hacía atrás, ¿cómo podían llevar la pelea hacía otro sitio? Aunque dudaba que hubiera alguien más cerca, pero no quería que, por algún extraño motivo o percance, alguien más se viera involucrado.

—Les agradezco que nos hayan evitado la molestia de tener que buscarlos, de verdad que sí —dijo el peliblanco con una sonrisa —. No pueden ser más idiotas porque les faltan horas del día.

—¡Eh! ¡Te voy a destrozar esa sonrisita, pringao! —vociferó Walker.

Toshiro elevó su guardia y se quedó a sus movimientos, pero escuchó mucho ruido de gente que venía corriendo. Miró por sobre el hombro y logró identificar a uno de ellos. —Esto es perfecto. Ellos pueden encargarse de despejar el área. —Pensó. Dudaba que fueran a llegar a necesitar ayuda, pero tampoco estaba mal tener unos refuerzos en caso de cualquier cosa.

—¡No se metan! —gritó el peliblanco —Nosotros nos encargamos de esto, ustedes encárguense de que despejar el área y que nadie más que nosotros esté involucrado —comentó sin quitarle el ojo de encima a Walker —. Dudo que podamos llevar la lucha a otra parte, así que tendremos que despejar todo y evitar bajas innecesarias.

Dudaba que le llegaran a hacer caso, después de todo, ellos eran los más encargados para hacer el trabajo que Toshiro y Braud hacían, pero en este momento, la prioridad era ver si alguien más estaba por ahí cerca, hacer un perímetro para que nadie se acercara y rodear a los corsarios para que no pudieran escapar. Para todo eso, los mejores y más capacitados eran los marines, el peliblanco y el semigigante se harían cargo del trabajo pesado… O eso esperaba. Walker jugueteó con sus machetes y empezó a caminar de lado a lado, midiéndolo y observando cada uno de sus movimientos, definitivamente, ese tipo sabía lo que hacía. No era un idiota, al menos, en combate.