Los recuerdos no siempre huelen bien. [Evento Jin - Alice]

Esta vez, por una vez, Yor se lo había tomado en serio. Empezó a hablarme sobre una carrera hacia “Sabaody” con el resto de gente que habíamos ido conociendo por el camino y de cómo era extremadamente importante para poder llegar a ser rey de los piratas. Yo no iba a ponerle pegas, al fin y al cabo había accedido a navegar por él con un motivo, y no iba a darme la vuelta. Lo único que me preocupaba era Muffin, que el pobre se había quedado solo junto a nuestro barco. Tendríamos que dar la vuelta una vez llegáramos a Sabaody de todas maneras, no estamos ni de lejos preparados para entrar en ese “Nuevo Mundo”.

El caso, que el destino que nos habíamos marcado era Pucci, una isla famosa por su variada gastronomía. Sin duda era un cambio respecto al deprimente paisaje que era Dark Dome. Pusimos rumbo en la embarcación que habíamos sido capaces de agenciarnos. No era como nuestro barco, pero hacía las veces. Por desgracia, estaba gobernada por la Liga de los Mares. No eran tan horribles como el Gobierno “Mundial”, pero aún así, gobierno es gobierno. Me esta empezando a cansar tener que hacer un ejercicio de autocontrol cada semana y media. No es como si se lo merecieran.

No tardamos mucho en llegar, en menos de una semana ya se divisaba la isla en el horizonte. Al atracar, Yor hizo lo de siempre. Esto es escaquearse de atracar el barco como dios manda para explorar la isla por su cuenta. Nada más tocar el puerto, ya estaba saltando del barco con una excusa muy mal puesta. En fin, no es como que fuera a ser mucho más rápido atracar entre los dos.

Decidí darme una vuelta por la zona y descubrí rápidamente que la isla estaba dividida según que tipo de restaurantes había por la zona. Decidí pasar rápidamente por la dedicada a la repostería. Nunca me había interesado mucho el dulce. Hice una nota mental de dónde estaba para cuando tuviera que buscar a Yor. Resultaba que la siguiente más cercana era una lonja. El olor a pescado fresco inundó mis narinas, y recuerdos de una vida decididamente más fácil que la que llevaba empezaron a aparecer en mi cerebro. Tuve que salir de aquella calle. Apresuradamente, me metí en un callejón adyacente y me senté en el suelo, casi hiperventilando. Había pensado poco en mis padres desde que ocurrió aquello. Inconscientemente, mi cerebro había enterrado bien todo lo relacionado con aquello, primero distrayéndome con la venganza más inmediata, y después distrayendome con Yor y toda esta situación de la pirateria. La verdad es que no había tenido mucho tiempo de estar a solas y procesar un duelo correctamente. Pasaron un par de minutos largos. Me levanté y caminé hacia la lonja. Estaba optando por la clásica terapia de choque, intentando forzar a mi cerebro a procesar el dolor correctamente. Inspiré profundamente.

Recorrí la lonja entera. Me costó casi una hora entera. Una vez hecho, me dirigí hacia la tasca más cercana, casi en estado de trance. Pedí un vaso de whisky, tratando que no se notara el cumulo de emociones que llevaba sintiendo mi cerebro durante más tiempo del necesario. Yo creo que mi cerebro merece un descanso hoy.

A veces no te apetecía pensar. Terminabas de dar cuerda a tus relojes, todavía en ropa de deporte, y te ibas a la ducha tratando de mantener la mente en blanco. Dejabas que el agua corriese durante unos segundos hasta que empezaba a calentarse un poco y entonces, en esos últimos instantes de frío, te dejabas envolver por su abrazo. No siempre te gustaba darte un baño; a veces tenías la mente demasiado embotada como para relajarte en él, o demasiadas cosas que hacer. A veces un poco de cada. Ese día, en realidad, tenías prisa. Era la segunda vez que te dejabas caer por Pucci, pero si bien la primera había sido casual en aquella ocasión estabas advertida de que los piratas de Halley rondarían por ahí. Su capitán, el propio Halley, valía veintisiete millones de berries, lo que lo convertía en un bocado particularmente apetitoso. Sin embargo la última vez que te habías dejado llevar por el pez gordo... Miraste a tu brazo mientras te secabas. La cicatriz de una cuchillada aún rompía la perfecta y blanca superficie de tu piel.

Colocaste la ropa cuidadosamente sobre la cama. Nada especial, en realidad, unos shorts negros de tela vaquera y una sudadera roja. Ropa interior, un bralette para el pecho y un choker con una minimalista calavera de plata en el centro. Claro que toda la ropa era de alta calidad, pero lo más discreta posible, y remataste el conjunto con unas deportivas de tela negras. No eran ideales para correr, pero tú no corrías, y para caminar eran un calzado bastante cómodo. Sin embargo, mientras te las atabas te percataste de un detalle: Los cuchillos irían a la vista si los llevabas donde siempre. Chasqueaste la lengua, asumiendo que ese día no ibas a poder llevarlos. En su lugar cogiste la daga del escritorio y te la enganchaste al pantalón. No era particularmente discreta, ¿pero quién se iba a sorprender de que una chica fuese precavida en una isla ajena?

- Acordaos de comprar provisiones -advertiste a Billy-. Si tenéis que llenar los congeladores hacedlo; no creo que encontremos una materia prima mejor en ningún lugar de Grand Line. Ah, y acordaos de ir a cobrar. Empezamos a estar faltos de espacio en el depósito.

Habías descubierto que demostrar una cierta confianza hacía a tu tripulación más fiel. No podías enseñarles a pelear dado que, en esencia, tú sabías entre poco y nada, pero dejar que se ocupasen de tareas relevantes como cobrar por las piezas cazadas o incluso llevar el barco en situaciones de calma los hacía sentir como algo más que simples empleados. Al final del día eran tu tripulación y debías convivir con ellos; lo mejor para todos era que cada uno conociese su lugar, si bien ese lugar no debía estar basado en simple jerarquía. Tal vez no fueses una persona especialmente carismática, pero ibas aprendiendo poco a poco a tratar con plebeyos. Parecían tener las mismas necesidades sociales que tú, aunque más... Bueno, tú te entendías.

Dejaste el barco dispuesta a cazar rumores, y eso empezaba por las tabernas del puerto. Las tascas marineras acogían a cualquier persona con un par de berries en el bolsillo y se alimentaban de cuchicheos que cualquiera más o menos atento podía llegar a atrapar. Por eso recorriste el lugar hasta dar con una donde no destacases particularmente. No era difícil, pero que estuviese en ese punto intermedio entre que no brillases como una luz de navidad y que pudiese recibir piratas quizá sí había un trecho. Por suerte poco más allá de las lonjas había una. Era ideal dado que el local, pintoresco como era y situado donde estaba atraía a decenas de personas de diversa índole, desde cocineros hasta maleantes, y hasta tú parecías en el lugar adecuado una vez cruzaste el umbral.

- Un mojito -pediste una vez en la barra-. No muy dulce, por favor.

Te sentaste en una banqueta junto al tabernero. Era el mejor lugar para escuchar rumores, ya que muchos tenían la lengua un poco suelta sobre todo según se iban pidiendo varias consumiciones, o por una propina bien nutrida. Los métodos podían ser variados, claro, pero uno de los más interesantes era simplemente halar. Y cuando te llegó la bebida diste un modesto trago de inmediato.

- Hm... Está bueno -confirmaste, sacándole una media sonrisa de orgullo-. ¿Ron de San Faldo?

Su sonrisa se intensificó.

- Ron del reino pirata de Loguetown -explicó-. Llegan muy pocos barriles y casi hay que pelear por ellos, pero atrae a muchos clientes con nostalgia y da un toque único a las mezclas.

Asentiste.

- Desde luego. Aunque quizá deba probar otro cóctel al terminar este para ponerlo a prueba -reíste un poco-. Solo espero no acabar medio borracha y tirada en una bodega cualquiera, como otros.

Llevaba alrededor de media hora allí sentado, tiempo más que suficiente para haberme terminado la primera copa y estar ya dándole vueltas a la segunda, esta vez de ron solo. Nunca había sido especialmente fan de mezclar. El sabor de cada bebida hay que experimentarlo por sí solo, si no no se podían apreciar los matices que diferencian a uno bueno de uno no tan bueno. Dos copas no me afectarían demasiado, pero a partir de aquí tendría que empezar a tener cuidado. No quería acabar otra vez en un barco desconocido por error. Toda esa media hora había estado completamente ensimismado, sin prestar demasiada atención alrededor, intentando no pensar que estaría siendo de mí si no hubiéramos encontrado ese barco legionario mientras pescábamos. O si no me hubiera adoptado Crook. O si no me hubiera encontrado a Yor. La verdad es que seguramente sería más aburrido. Eso como mínimo.

Una chica se sentó a mi lado. Había algo en ella que me llamaba la atención. Primero, que estaba hasta arriba de tatuajes, algo no muy común. Segundo, tenía un porte frágil. Muy delicado como para haber entrado en una tasca de este estilo. El caso es que me sonaba de algo… Decidí no prestarle demasiada atención. Entonces mencionó el “acabar tirada y borracha en una bodega cualquiera”. Consiguió captar mi atención ya que, bueno, tanto Yor como yo mismo habíamos empezado este viaje así. En el viaje hacia esta isla, Yor había insistido en narrarme todo su viaje hasta que nos encontramos en Dark Dome. No tuve que pensar demasiado para recordar que me había mencionado el barco en el que se había colado había conocido a una chica así. “Una chica muy maja, pequeña y rubia con mucho carácter”, había dicho. Definitivamente encajaba con “pequeña y rubia”. No sabía qué pensar de lo de “maja”. Intenté volver a la realidad encendiendo un cigarro, y me giré hacia ella.

- Esa historia me suena de algo - exhalé la calada hacia el otro lado, para que no le llegase el humo  - ¿Conoces a Yor, por casualidad? Me ha hablado de tí. Bueno, realmente me ha hablado de muchísimas cosas y tú estabas entre ellas. Supongo que ya sabes cómo funciona.

Sonreí un poco

- Espero que no te la liase mucho en el barco. Es bastante propenso a ello.

Esperé pacientemente a que me respondiera.

- Esas son las mejores, chica -te contestó-. Recuerdo cuando era aún joven y podía permitirme hacer locuras. Acabé en Water Seven después de colarme borracho en la carbonera del tren marítimo. Tardé tres días en quitarme el hollín.

Soltó una risotada y se sirvió un trago de ron a palo seco. Dos hielos por encima, lo cual era un atentado contra el alcohol pero te callaste, y dio un somero trago mientras mantenía una sonrisa pícara. Celebraste internamente; habías abierto el baúl de las anécdotas que muy pronto se iba a convertir en una valiosa caja de información. Sin embargo, en medio del silencio cómplice una tercera voz apareció. Estaba sentado a tu lado, aunque apenas habías reparado en él al entrar, y parecía tener muy reciente una anécdota bastante similar a la que contabas. De hecho, por el nombre que dijo, estabas segura de que conocía bastante bien a tu polizón.

Te giraste hacia él lentamente, pero tratando de parecer natural. No se te daba especialmente bien tratar con gente nueva, mucho menos estabas hecha a que fuese tan de cerca y en un ambiente tan informal. Habías perdido todo el control sobre la situación y francamente se notaba, pero aun así conseguiste serenarte para seguirle la conversación

- ¿Te refieres a Krein? -preguntaste-. Un chico así bajito... -Irónico que tú dijeses eso, en verdad-, moreno, con una cicatriz muy rara en la cara y ojos verdes. Un chico con el rabo así. -Separaste las manos hasta abarcar el tamaño de tu antebrazo. Tras un segundo, te reíste-. Es broma. Espero.

Si lo conocía debía de ser su amigo, ese del que Krein había hablado en algún momento. Era más guapo que él, aunque también tenía aspecto de peligroso. Con cierta ternura pensaste que sería la clase de chico por el que tu yo de quince años se habría vuelto loca, pero tras tanto tiempo habías madurado. Pero, ciertamente, era guapo. Y lo diré solo una vez en esta vida Alice, pero no pienses con el coño.

- Tú debes de ser su chico, ¿verdad? -insinuaste con una sonrisa pícara-. Krein me ha hablado maravillas de ti. De cómo lo abrazas por las noches, de la fiera que puedes llegar a ser y... Bueno, tampoco quiero ser indiscreta delante de este señor. -Señalaste al tabernero.

- No, no. Por mí continuad -repuso, sentándose en una silla tras la barra-. Los cotilleos son la razón por la que me afinqué en esta isla.

Ibas a seguir solo por ver su cara, pero entonces un hombre abrió la puerta de golpe. Cargaba una pesada caja y parecía no tener aliento. En su rostro sonrojado por el esfuerzo pudiste distinguir las facciones de Chop Cross, uno de los piratas de Halley. Dejó la caja delante de la barra y extendió la mano hacia el dueño, sin siquiera mirarlo.

- La guita, viejo. No tengo todo el día.

El hombre arrojó un fajo sin molestarse en contarlo.

- Lárgate, tunante.

- ¿Más ron? -preguntaste, suspicaz.

- Mejor -dijo, levantándose para ir a la caja-. Pingüino karateka fresco. En la lonja cuestan al menos tres aguacates la pieza, pero toda esta caja me ha costado apenas un millón de berries y me va a dar para un año de menús. Un chollo.

Asentiste. Desde luego el hombre había tenido suerte. Y tú también, en realidad.

Alice parecía francamente nerviosa por un instante. Sin embargo, esa impresión se esfumó al instante cuando empezó a hablar de las… dotes de Yor. ¿Esta intentando… ponerme nervioso de alguna manera? Y mira que parecía mojigata…. Sonreí ligeramente.

-Te equivocas, es más o menos así - medí con las manos más o menos mi antebrazo, considerablemente más grande que el suyo. Seguí hablando en un tono inocente - No me extraña que la vieras, aunque no lo diga le gusta mucho estar en su forma salamandra.

Sonrió pícaramente. No pude evitar sonrojarme ligeramente al oír sus palabras. Definitivamente se está quedando conmigo. Yor no hablaría así, y aún menos siendo mentira… De perdidos al río, supongo.

- Bueno, nunca me ha gustado fardar - tome otra calada del cigarro - pero si esos son los rumores…

Por suerte decidió parar esa conversación ahí. La cantidad de alcohol que llevaba en el cuerpo que en algún momento decidiría actuar hacía que no pudiera asegurar no decir ninguna burrada. Y no era algo que le hiciera especial ilusión. La intervención del tabernero, instando a más conversación no le hizo especial gracia. Me estaba preparando para que Alice dijera otra cosa más, pero apareció un hombre por la puerta del bar. Estaba fornido y visiblemente cansado. Cargaba una caja enorme llena de lo que asumí que sería mercancía para el bar. Sin embargo, el hombre no parecía pescador. No me causaba una buena impresión. Sobre todo fue la forma de tratar al tabernero. Generalmente necesitas una buena relación con tus compradores, al fin y al cabo eran tu fuente de ingresos y ellos simplemente podrían dejar de comprarte. Al menos era eso lo que me había enseñado mi padre, y él siempre había estado en lo cierto.

Al oír lo que era la mercancía - pingüino karateka - un escalofrío me recorrió el cuerpo, recordando a Christa y su pájaro gigante con intenciones asesinas hacia mí. El oir el precio me confirmó mis sospechas. Seguramente el pingüino estuviera en mal estado y por eso lo venden tan barato. ¿Que clase de pesqueros que se precien venderían pescado de mala calidad?. Sin embargo, no olía a podrido, así que no podía ser simplemente que estuviera pasado. Tenía que ser otra cosa. La sensación de que ese hombre que había entrado por la puerta no era trigo limpio no se iba y estaba empezando a molestarme un poco.

- ¿Quién es este tío? - Pregunté una vez se fue, sin poder retener mi curiosidad.

- Un pirata cualquiera -contestó el hombre con cierto desdén-. No sirven para saquear tesoros y tienen que vivir con el contrabando. No pagan impuestos en el puerto, ni en la lonja... Pero uno tiene que sobrevivir, y si esta es la moda...

- Se trata de Chop Cross -mencionaste tú al instante-. Vale dos millones y medio de berries, forma parte de los piratas de Halley desde hace al menos tres años y es conocido por destripar a dos de sus víctimas mortales durante atracos. Se recomienda precaución extrema con él y no acercarse a menos de diez metros si va armado.

Lo recitaste como una letanía. Sabías de memoria la mayoría de carteles que guardabas, pero la banda de Halley la habías estudiado muy minuciosamente. Conocías al detalle cada uno de sus puntos fuertes y sus mayores debilidades, también la forma de conducirlos a una trampa y sus herramientas favoritas. Cross era peligroso sobre todo porque no le importaban los daños colaterales, de modo que cualquier acción contra él debía ser en terreno abierto o estar segura de que un solo impacto terminaría con su vida. No era la clase de delincuente que pudieses cargar vivo, mucho menos la clase de compañía que quisieras tener en el barco. Era capaz de hacerlo hundirse solo por llevarte consigo.

- Diablos, señorita -maldijo el tabernero-. No sabía que la enciclopedia de la caza estuviera en mi local. Venías buscando a esta gente, ¿verdad, pequeña?

Era fácil notarte molesta. Pocas cosas te irritaban más que ser tratada como una niña. La condescendencia del tabernero no te gustaba. Sencillamente, no te gustaba. Y podía verse en tu rostro.

- En realidad venía buscando información; no esperaba que un posadero de bien se relacionase con asesinos. -Tu voz surgía neutra, artificialmente neutra. Te costaba mantener el tipo ante esa clase de cosas-. Pero ha sido francamente fructífero, sí. A su salud.

Bebiste el mojito casi de un trago mientras una sonrisilla malévola asomaba a tus labios. Yin había hecho ver que sabía hasta dónde calzaba Krein. Quizá solo te seguía la broma, que era lo más probable, pero igualmente era divertido jugar con esos baremos. Dejaste el vaso con un sonoro golpe en la barra y pagaste tanto tu ronda como las del pirata, que tenía pinta de llevar ya unas cuantas, y te levantaste.

- Tengo unas ganas indecibles de tomar una decisión pésima y tú eres el afortunado que me va a acompañar -dijiste.

Le rozaste el cuello con las yemas de los dedos y te acercaste a la salida, guiñándole un ojo. Esperabas que te siguiese, y una vez hubiera salido le dirías, con cierta ilusión, lo que pretendías:

- ¡Vamos a capturar a Chop! -exclamaste-. ¿Qué te parece?

El tabernero respondió a mi pregunta, adoptando un tono desdeñoso hacia el pirata que denotaba que no es que disfrutara precisamente el negociar con este tipo de gente. Podía respetar eso, a pesar de técnicamente pertenecer yo a ese mismo grupo. Alice recitó toda la información sobre ese tal “Chip Cross”. Parecía ser que había estado tras de él cierto tiempo. ¿Es una cazarrecompensas? ¿O quizas marine o legionaria? Creo que es mas posible lo primero, no fallaría en reconocer a un legionario si lo tuviera delante. Esas ratitas del gobierno tienen todos la misma mirada de psicópata.

El tabernero hizo un comentario desafortunado, que pareció molestar profundamente a Alice. Ese comentario la hizo levantarse, beberse el mojito que tenía de un trago y pagar al tabernero la ronda. Lo que definitivamente no me esperaba fue que me rozara el cuello y me guiñara el ojo. ¿He malinterpretado completamente la situación? O solo quiere que le siga y no está entendiendo ella la situación. Le tendré que seguir el juego. Me bebí lo que quedaba del ron - casi un cuarto del vaso - de un solo trago e, imitando a Alice, lo dejé en la mesa con un sonoro golpe. El tabernero me dedicó una mirada de desprecio, ofendido por el golpe al vaso. Me coloqué las espadas en el cinturón y seguí hacia la puerta.

En la puerta me informó ilusionada que íbamos a capturar a Chop, y que quería que la ayudara. Sonreí. Al fin algo de acción.

- Eres consciente de que técnicamente yo también soy un pirata, ¿no?. Se que no eres del Gobierno o de la Liga porque no estarías tan alegremente proponiendo trabajar conmigo, así que tienes que ser una caza.

Esperé algún tipo de confirmación en su mirada y encendí otro cigarro. Pegué una larga calada.

- Por encima de todo, te ayudaré porque eres amiga de Yor. Y, realmente, me caes relativamente bien - admití - Pero espero que esto resulte en, al menos, que hagas la vista gorda un par de veces cuando tengamos recompensa. Yo creo que es justo.

Le tendí la mano como cerrando un trato. Además, realmente esos piratas de Halley realmente parecen unos hijos de puta. Y nos vendría bien ir midiéndonos con la competencia. Al fin y al cabo, es común que los piratas se ataquen entre ellos. Un millón de berries parece una buena cantidad para empezar. Me dirigí a Alice en un tono calmado, había que empezar a analizar la situación más detenidamente.

- Entonces, Alice… ¿Qué más debería saber sobre ese Chip Cross? Parece que has estado estudiando bastante tiempo. - mi cerebro estaba empezando a girar - Y también me gustaría que me hablaras del resto de la tripulación. No creo que se queden quietos si atacamos a alguno de los suyos. Y, ya que nos ponemos, estaría muy bien encontrar a Yor en el proceso. Hace mucho que no se de él y seguro que no le gustará perderse la acción.

Sonreí. Parece ser que al fin el viaje se va a poner interesante.

- Primero de todo -apuntaste, levantando el dedo-, tú no eres pirata. Y Krein tampoco. Sois chiquillos que han salido al mar a buscar aventuras y os habréis creído ese relato romántico de que los piratas son la encarnación de la libertad o lo que sea. -Igual estabas siendo un poco brusca-. Perdón. No tenéis recompensa por vuestras cabezas, hasta donde yo sé no robáis a nadie y creo que no matáis. O tratáis de evitarlo, al menos. -Te detuviste en seco-. Bueno, lo cierto es que Krein es un poco bruto y no tardará en matar a alguien, pero siendo como es capaz se entrega él primero.

En realidad Krein era una persona lo bastante imprudente y temeraria como para matar a alguien por accidente, aunque no sabías si a propósito sería capaz. De todos modos estabas casi segura de que en lugar de entregarse proseguiría con su aventura como si no hubiese pasado nada. De todos modos lo importante era que el amigo de Krein estaba dispuesto a ayudar -no es que creyeses necesitar ayuda, pero siempre era mejor llevar a alguien que te cubriese por si las moscas- a cambio de que hicieses la vista gorda con ellos. Te encogiste de hombros sin siquiera molestarte en ocultar que te daban un poco igual los piratas sin recompensa. Incluso cuando la tenían, esperabas que se tratase de una bien jugosa antes de sacar la espada.

- Vale -aceptaste, estirando las vocales mientras movías los ojos a un lado y al otro-. También os serviría no cometer delitos, pero si te empeñas en hacerlo aburrido. Qué remedio.

Tendió la mano para sellar el trato. Tú la aferraste, pero con miedo de que pudiese lesionarte sin querer optaste por recubrirla de Haki. El endurecimiento duró apenas lo que el apretón de manos y selló un trato que, la verdad, no sabías ni que fuera necesario hacer. Sin embargo siempre era mejor hacerlo por si acaso, no sabías hasta qué punto el amigo de Krein se tomaba en serio un trato sin haberlo cerrado formalmente y los piratas solían ser bastante ladinos a la hora de respetar sus tratos. Si decían algo iban a retorcerlo hasta que los beneficiase. Krein no parecía esa clase de persona, pero el otro... Bueno, mejor prevenir que curar.

- Vale, tal vez deberíamos empezar por el principio -dijiste-: Halley es un pirata que lleva en el mar más de veinte años, probablemente casi treinta. Debe rondar la cincuentena, tiene una pierna prostética y es ciego de un ojo, por lo que puede ser fácil cogerlo desprevenido. Sin embargo vale veintisiete millones de berries y consiguió asaltar el puerto de Nanohana sin que la Legión pudiese hacer nada. Tiene una tripulación de unos veinte miembros, de los cuales doce tienen recompensa sobre su cabeza, aunque solo tres aparte de él superan la decena del millón: Harley, Dave F. Boy y Anika Trump, que sinceramente debe ser la más peligrosa del equipo: Es usuaria.

Seguiste explicándole durante un rato los otros ocho hasta llegar a Chop, al cual incidiste mucho en llamar por su nombre correcto.

- No lo confundas porque "Chip" es el apodo de Shawnie Chapeau, de siete millones. No es tan violento como Chop, pero es un maestro de la manipulación social y podría hacer que sin darte cuenta acabes regalándole tu riñón derecho. -En realidad tenías serias dudas de que fuese tan bueno, pero era mejor que estuviese prevenido-. Lo ideal es que vayamos a por ellos uno a uno. Si este está repartiendo no hay razones para pensar que los demás no, así que buscando un poco quizá podamos atrapar cuatro o cinco. ¿Qué te parece?

- Primero que todo, Alice - respondí con sorna - que no tengamos recompensa aún, que la tendremos, no implica que no seamos piratas. Solo quiere decir que no llevamos mucho tiempo siendo piratas. Y, la verdad, no tengo interés en ir robando y matando a nadie que no se lo merezca. Para eso ya está la Legión. O la Marina. Pero no pasa nada. Entiendo que desde tu punto de vista, no valemos nada. Y posiblemente sea verdad. Somos una tripulación pequeña y no cometemos crímenes por cometerlos. No deberías tomarnos en broma tampoco. Yor tiene una meta en mente, y no se va a detener hasta conseguirla. Te lo aseguro.

Ignoré el comentario sobre la brusqueza de Yor. Confío en su criterio lo suficiente como para saber que si decide matar a alguien, tiene sus razones. Si es verdad que es muy imprudente y descuidado. Pero si algo tiene, es unos principios bien claros. Me puedo ocupar yo de que no la palme en el proceso de lanzarse sin pensar.

Me devolvió el apretón de manos.

Después empezó a detallar las características de todos los miembros de la tripulación. Escuché atentamente y tomé nota mental de todos ellos. Me pareció mejor empezar por los que eran relativamente menos peligrosos. Así podríamos dedicarnos después a cazar a los realmente conflictivos, Harley, Dave F. Boy y Anika Trump. Además, seguramente, los más peligrosos de la banda pirata seguramente no estarían haciendo de chicos de los recados con las cajas, así que no podemos pillarlos tan desprevenidos. O aislados. Lo cual no sería la mejor de las situaciones. Y, bueno, siempre viene bien calentar antes de una pelea interesante. En cuestión de berries, ese sería Chop. O bueno, los miembros que no tienen recompensa, pero esos no nos interesan. En cuestión de fuerza, seguramente Chip sería el mas manejable. Alice dijo que era bueno en cuestion de manipulación social, pero no mencionó nada sobre sus habilidades de combate. Así que no podía ser exageradamente bueno. Lo cual implica que posiblemente estaría protegido…

- Yo creo que sería mejor ir primero a por ese tal Chop. No puede andar muy lejos de aquí, y lo más probable es que esté solo. - me encendí otro cigarro - No es lo más honorable del mundo pero bueno, está traficando con artículos de lujo y es pirata. Se la ha buscado un poco él.

Hice una pequeña pausa para pensar

- La otra opción sería darse una vuelta por los restaurantes que se especialicen en mariscos y buscar por allí. Si están traficando con pingüino karateka, todos los restaurantes van a querer acceder al chollo. - me detuve un momento a mí mismo - No se que hago explicándote esto, si, evidentemente, tú lo has pensado bastante más que yo. Supongo que es la costumbre de viajar con Yor. Perdóname

Me aclaré un poco la garganta.

- Eso no quita que esas son básicamente nuestras dos opciones. No sería viable ir directamente al barco, por lo que sea, así que podemos correr como pollos sin cabeza buscando a Chip o ir a dar una vuelta por los restaurantes a ver si se aparece alguien con pinta de estar vendiendo pingüino en mal estado. Que hablando del pescado en mal estado - me acordé de repente que el pescado no olía a podrido - llevo un rato pensando en exactamente que ganan los piratas de todo esto. Quiero decir, pescar, por llamarlo de alguna manera, a los pingüinos karatekas no es facil. Por eso precisamente son tan caros. ¿Por que los venderían tan baratos? No olían a podrido, así que no puede ser simplemente que estén pasados y ya esta. ¿No tendrás tú alguna hipótesis al respecto?

- Vale -contestaste alegremente con una sonrisa.

Ya sabías que Krein era un majadero que soñaba con convertirse en Monkey D. Luffy, así que preferiste no discutir. En su lugar escuchaste el plan de Jin, que si no fuese improvisado habrías dicho que estaba meticulosamente ensayado. ¿Quizá él estaba haciendo un paripé para cazar a su capitán algún día? O bueno, tal vez sencillamente te sorprendía toparte por una vez con alguien que no tenía cerebro de ameba. Hasta el momento cada vez que te topabas con un pirata era un cretino de la talla de Freites D. Alpha que solo pensaba en llevarte a la cama, en su gloria personal o en ambas. También estaba Krein, que no pensaba demasiado. Suspiraste.

- Dar vueltas como pollos sin cabeza no me parece una mala opción -comentaste-. Pero dudo que seas capaz de seguirme el ritmo. Respecto a mi teoría... La verdad, no me termina de importar demasiado por qué los venden tan baratos, pero se me ocurren varias opciones. -Tomaste una bocanada de aire-. En primer lugar podrían ser pingüinos normales y corrientes; nunca he visto uno, pero no creo que la mayoría de gente en la isla sí. Podría ser fácil engañarlos. Por otro lado quizá estén en mal estado, claro, pero hasta un mono en Pucci sabría detectar comida en mal estado nada más verla. -Te encogiste de hombros-. Una opción viable sería que hayan robado un cargamento al asaltar un barco y hayan optado por librarse de toda la carne que no van a consumir ellos a precios regalados. No sé cómo de difícil será cazar un pingüino, no soy ese tipo de cazadora. -Te salió la risa tonta al recordar que en el North Blue habías intentado, sin éxito, cazar uno-. La comida sube de precio por especulación, así que no me sorprendería que una banda pirata reviente los precios de la competencia por ningún motivo aparente. -Hiciste una pausa-. O, y esto sí es totalmente descabellado así que dudo seriamente que cualquier delincuentucho arriesgase su pellejo en esto, podrían estar inyectando metanfetamina en estado líquido a los animales para que cristalizase y durante el proceso de cocción se fundiese con los fluidos y las grasas de la carne para provocar una oleada masiva de adictos a los que vender, ya a precios muchos más altos, cantidades envidiables de meta. Aunque eso es prácticamente imposible y solo una panda de subnormales lo haría. Yo me quedo con que le están sacando un beneficio enorme muy rápido aun rebajando los precios tanto. Es lo que tendría más sentido.

Normalmente la teoría que lograse una explicación completa más sencilla solía ser la correcta. Eso pensabas casi siempre, y a pesar de que los piratas tendían a abusar de lógicas enrevesadas para aprovecharse de vacíos contractuales, solían cumplir con la navaja de Occam. Muy pocas veces fallabas al tratar de entender su comportamiento basándote en eso; aunque, en esa situación, si fallabas daba igual.

- Vale, veamos -dijiste tras un momento-. La caja está llena de hielo. Ha ido dejando gotitas por el camino. -Señalaste un reguero de gotas salpicadas por los baldosines de la calle. Los más lejanos se habían desvanecido ya, pero aun así os daban una dirección que seguir-. En esa dirección, hacia el puerto, deberíamos encontrar su barco. Nada nos va a impedir acercarnos a su muelle y seguir desde ahí a uno de ellos. Pero si vamos a hacerlo quizá podríamos apostar a Harley, o a Trump. Tal vez ellos no vayan a cargar cajas, pero si están en una taberna cercana los podríamos coger borrachos. O como mínimo acercarnos más a Chop para tenderle una emboscada cuando menos la espere.