Dos piratas y las hormigas sin patas... o algo así

Por fin había llegado, después de seis días y seis noches había por fin arribado a mi nuevo destino. En una de mis anteriores aventuras había escuchado por casualidad que merveille era una visita obligada para cualquiera que quisiera recorrer el mundo, una verdadera maravilla. Vaya que no se habían equivocado, me quedé boquiabierto en cuanto pude avistar, ¿tierra? No sabía si podía decirle así, en esencia sí era tierra y sí eran islas, sólo que contaban con una pequeña singularidad, pequeñísima... ¡eran unas islas flotantes! ¿Cómo se suponía que uno llegaba a las islas si no era volando, el barco se encallaba en las islas flotantes? El Sol acababa de salir hacía apenas un par de horas, por lo que aún tenía tiempo de sobra para averiguarlo.

-Parece ser que no será fácil subir -dije un poco desmotivado.

La isla que más bajo revoloteaba estaba al menos a veinte metros sobre el nivel del mar, podía observarse con claridad como la base de la isla flotaba sin ningún problema como si de algo natural se tratara. Seguí recorriendo los alrededores de ese islote en búsqueda de algún punto donde fuese fácil escalar o yo qué sé, quizás que algún elevador mágico bajara y el portero preguntara el islote al que quisiese uno llegar, lamentablemente ese no fue el caso. Tras un par de horas investigando y buscando una pista pude observar a lo lejos lo que parecía una cuerda que colgaba desde la cima de aquella isla flotante, me acerqué y rápidamente me sujete de aquella cuerda, aunque parecía que podría romperse en cualquier momento. Como si del entrenamiento de la armada se tratara, comencé a subir hábilmente por la soga, mis manos llenas ya de callos por el manejo de la espada, no agradecieron para nada ese trayecto. Finalmente y, después de algunos minutos que mis brazos sintieron eternos, llegué al borde de la isla flotante.

La primera de las islas flotantes tenía un clima tropical, la humedad se encontraba por los cielos y el calor parecía derretir hasta el más frío de los chocolates, se sentía un bochorno terrible. De entre mis pertenencias tomé un trago de agua de mi cantimplora y agarré una paleta sabor sandía que parecía muy apetitosa, en efecto tuvo un gran sabor apenas entró a mi boca. A lo lejos, parecía que salía una estela de humo "lo más probable es que sea una aldea" pensé. Emocionado por descubrir la isla flotante me puse en marcha hacia el asentamiento a través de la bochornosa jungla.

Mientras Sora se encontraba navegando en su pequeña embarcación, decidido a llegar a Merveille, habia escuchado de muchos otros navegantes en sus reuniones sobre esta isla o mas bien conjunto de islas, decian que cada una tenia un clima, flora y fauna totalmente especial. Aunque su pereza era grande, su sueño de cartografiar todas las islas no era para nada pequeña.

A medida que se acercaba, pudo notar cómo las historias eran reales, estas pequeñas islas e islotes flotaban vividamente, e incluso tenian sus propias cascadas, era algo magnifico de ver, una de las muchas maravillas que poseia este mar. Sin embargo habia un solo problema, uno que hacia que cada parte de Sora sintiera cansancio incluso antes de hacerlo. Este detalle era que tendria que buscar la manera de subir, ya que la isla que se encontraba mas cerca de si, estaba al menos a 20 metros sobre el nivel del mar.

Con su sentido agudo pudo visualizar a unos pocos metros una especie de cuerda que llevaba justo a la primera isla. ¨No puedo creer que esa sea la unica forma de subir hasta ahí, subiré y tomaré una siesta¨ Anclando su pequeña embarcación el joven pirata se propuso subir lentamente por la cuerda, lo que ocasionaba un dolor muy fuerte, ya que se veia obligado a tardar mas tiempo de lo que una persona promedio. Sin embargo al cabo de unos pocos minutos llegó al borde de la isla. ¨Todo ese esfuerzo merece un buen descanso¨.

Tomando un sorbo de su agua y un mordisco al pan que traia en el bolso que lleva consigo. Observa que este clima tropical podria ser peligroso pero necesitaba descansar de todos modos. vió una humareda, al parecer cerca habian habitantes, y eso solo significaba una cosa. ¨Si hay personas, hay lugares comodos para descansar¨, con sus pasos relativamente lentos emprendió la caminata hacia aquella humareda, sabiendo que sus pasos ni siquiera se sienten, dentro de la isla estaria un poco mas seguro que el promedio.

Entre la espesa vegetación y el clima de la primera isla, el caminar a un ritmo constante por aquella isla se hacía una tarea muy difícil, pasados apenas unos minutos ya me encontraba empapado de sudor, así que decidí parar por un momento para quitarme las prendas superiores y mi capa y refrescar un poco mi cuerpo. Quizás encontrar un río antes de llegar a la aldea no sería tan mala idea, aunque no pudiera sumergirme por completo, echarme un baño con agua bien fría no podría hacer otra cosa más que mejorar el bochornoso camino. Decidido a encontrar un río ubiqué el árbol más alto que pude y me propuse subir hasta la copa para darme una mejor idea del terreno y poder tomar la decisión de si buscar el río o seguir mi camino al asentamiento. Apenas dados un par de pasos pude notar un movimiento extraño entre la densa vegetación de la jungla, ¿algún animal salvaje o un cazador? Preparado para cualquiera que fuera la causa de ese movimiento puse mi mano sobre una de las espadas y agregué una posición defensiva.

Uno escucha historias desde pequeño, sabe que el grand line es la cuna de las criaturas más inverosímiles que uno pueda imaginarse, pero ni las decenas de historias ni los cientos de libros que leí en la academia podían realmente prepararte para cosas que desafiaban incluso la misma imaginación. De entre la vegetación salió un cuerpo de un rojo brillante, seis patas enormes con vellosidad alrededor, unos ojos negros de pocos amigos y, lo más sorprendente de todo, unas mandíbulas enormes y afiladas que parecían más bien una guillotina, se trataba de una hormiga legionaria... ¡una maldita hormiga legionaria al menos del mismo tamaño que un pastor alemán!

-¡¿Pero qué tipo de aberración es esta Dios?! -grité muy sorprendido

La hormiga ser acercó a mí como si de alimento me tratara, vi sus largas antenas a pocos metros de mí. Conocía bien el comportamiento de las hormigas, aquella era quizás una unidad de avanzada, caminaba solitaria en búsqueda de alimento para el nido. Iba a tener muchísimos problemas si ese espécimen lograba dar aviso a las demás, en una batalla contra un puñado de esas hormigas gigantes las probabilidades de salir vivo y victorioso eran muy bajas. No era de mi agrado asesinar animales, pero este era un caso que no se podía evitar: las hormigas, debido a su compleja organización, eran casi imposibles de domar. Lancé un tajo con toda mi fuerza en contra del gigante insecto.

Sus lentos pasos fueron interrumpidos por el grito de un desconocido no muy lejos de su ubicación, a lo que el joven skypiean se torna preocupado por un momento, mirando desesperadamente por todos lados, no tan lejos puede ver lo que parece ser una hormiga, pero una hormiga demasiado grande. Sora cierra sus ojos, toma su estoque y  comienza con un corte lento y amplio, como si estuviera siguiendo el ritmo de un perezoso, pero en lugar de terminar el movimiento, cambia bruscamente a una estocada rápida y precisa. Moviéndose a una velocidad de 8 Km/h que superó todos sus movimientos anteriores. ¨Slow Cut, Quick Thrust¨ . Dando una estocada fuerte haciendo retroceder a la hormiga.

— ¿Es...tas bi...en chi...co? — El joven vuelve a su velocidad convencional luego de acertar el golpe. Sus ojos se mueven de un lugar a otro mientras le ofrece su mano al chico para salir de ahí lo mas pronto posible, aunque sabiendo como son sus pasos, es probable que tarden demasiado en alejarse. Sin embargo el pirata está convencido de que ese golpe fue lo suficientemente fuerte para aturdir a la criatura por unos cuantos minutos. —Va...mos a sa...lir... de aq...ui. —. Sin mirar atrás el joven pirata comienza a caminar, colocando su estoque nuevamente en su lugar, sin embargo cada paso era sumamente lento, siendo tanto que mientras el contrario daba 10 pasos el apenas daba 3.

Lancé el primer tajo, dio de lleno en aquella hormiga enorme, aunque su tamaño era muchísimo más grande que lo usual, parecía que su característica agilidad no se había heredado a ese tamaño amorfo ya que no pudo esquivar mi primer ataque. Lo que sí había podido conservar era su dura piel y su firme exoesqueleto, aunque había encajado de lleno mi primer ataque no había podido acabar con ella, sangraba del tórax y se notaba sumamente enojada, claro que nadie estaría feliz de que le saludaran con un corte en el pecho. La hormiga volteó a verme amenazante y abriendo sus mandíbulas, me preparaba para lanzar mi segundo ataque cuando escuché unos pasos apresurados y vi una silueta saltar por los cielos para conectar una gentil y elegante estocada sobre la cabeza de la hormiga que, aunque no logró perforar su cráneo, sí pudo aturdirla y cayó sobre sus patas.

-¿Estás bien? -dijo aquel sujeto que había aparecido.

Era un chico de cabello azul con prendas algo exóticas, pero bueno, más exótica era la isla donde estábamos parados.  El peliazul me extendió la mano para que saliéramos de eser lugar y comenzó a ponerse en marcha para abandonar aquella escena digna de un libro de terror.  Esa era una excelente idea, exceptuando que si dejábamos que la hormiga tuviera la oportunidad de avisar a sus camaradas, pasaríamos un mal rato tratando de cortar a través de ese fuerte exoesqueleto.

-En un minuto estoy contigo, no podemos tomar riesgos. -dije mientras me preparaba para acabar con la hormiga.

Tomé mi espada y me preparé para realizar la primera postura de la espada dulce. Bastón de caramelo. Realicé el iai en cuestión de instantes y puse, con dificultad, fin a la vida del enorme insecto, vaya que su exoesqueleto era difícil de penetrar. El chico peliazul ya corría con dirección al pueblo y me apresuré para alcanzarle, la idea de remojar mis pies en un río helado había quedado completamente descartada.

-Ha sido un gran estoque, ¿qué haces aquí chico? -pregunté algo intrigado, suponía que no era de lo más usual los turistas en estas islas flotantes, aunque quizás lo eran.

Corría viendo de un lado a otro en búsqueda de las compañeras de aquella hormiga que recién había pasado a mejor vida, no lograba avistar ninguna, al parecer habíamos corrido con suerte y la hormiga no había tenido tiempo de pedir refuerzos. El humo, producto de la leña quemándose, se podía ver cada vez más cerca, parecía que íbamos a salir de esa extraña jungla sin mayores complicaciones.

"Este hombre es bastante poderoso, ha podido con esa hormiga apesar de que era una anomalía de la naturaleza." El joven pirata piensa mientras ve la situación, como aquel chico derrotó, con esfuerzo, pero derrotó a la hormiga enorme. Pese a eso comenzó a correr hacia la humareda mirando a todos lados sin cesar, al parecer el busca de otra hormiga.

—Soy Ri...ujy So...ra, vi ne pa...ra ha...cer un ma...pa— con sus lentas palabras y sus expresiones tardías se voltea a ver al chico que tenía paletas en su bolsillo. Para evitar preguntas acerca de su condición Sora procede a sacar un cuadernillo de su bolsa y con un lápiz escribe "Soy Ryuji Sora, vengo desde Skypiea y estoy aquí para cartografiar las islas ¿Cual es tu nombre? ¿Vives por aquí? ¿Eres pirata?." Al terminar le muestra el cuaderno al contrario quien al parecer se encuentra algo exhausto por la pelea anterior. Sabe que son muchas preguntas pero espera una respuesta mientras ambos corrian, sin embargo como era de esperarse la velocidad de Sora hizo que esté estuviera mucho más atrás que su contrario, aunque aún podía verlo y veían aquella humareda que daba un sin números de esperanzas para ambos.

"Mierda, no puedo seguirle el ritmo, lo perderé si corre tan velozmente, quisiera poder hablarle, no tuvo chance de leer lo que escribí ya que reaccione tarde." El joven Skypiean se siente abrumado mientras intenta correr, sin embargo al correr no va más rápido que un humano promedio caminando. Esa es su gran desventaja, sin embargo no está dispuesta a usar nuevamente "Liberar" ya que esa habilidad puede ser útil si está en peligro cómo pasó antes. A paso lento continuaba en dirreción a lo que al parecer es una aldea.

El calor exhuberante de aquel islote ya estaba comenzando afectar directamente a Sora, el calor era tal que no tuvo de otra más que detenerse, su pereza quería salir a relucir pero estaba bastante claro que podría haber peligro y que no podría moverse velozmente para evadirlo, por lo que seguía corriendo como podía,  a su propia velocidad. Corría a 3 km/h cuando la velocidad promedio de un humano es 15 km/h al correr. Pero sabía que debía continuar corriendo para poder tomar su merecida siesta tras tan despreciable día.

Miraba a todos lados no por miedo a que aparezcan más hormigas enormes, sino para poder visualizar su entorno para poder dibujarlo y añadirlo a su colección de mapas.

"¿Qué le pasa a este sujeto'" dije en mis adentros. Además de que el peliazul parecía que le costaba pronunciar cada palabra que decía, también era de lo más lento al correr, no entendí en un principio qué ocurría con él, quizás estuviera herido, ¿o dañado? Por cada paso que daba yo, aquel sujeto se quedaba cada vez más atrás, en serio parecía costarle mucho correr a través de esa densa jungla; él procedió a sacar de su bolso un cuaderno y escribió un mensaje, pero en el tiempo que se tardó en escribirlo yo lo había dejado ya atrás. Giré la cabeza para ver qué sucedía con él, la estela de humo se veía cada vez más cerca, no pude evitar sentirme preocupado por aquel peliazul que se había detenido a mitad del camino. Frené abruptamente, al final del día él había tratado de echarme una mano con la hormiga gigante y me dejaba un mal sabor de boca dejarle a su merced con las hormigas gigantes, caminé lentamente hacia el chico.

-¿Te encuentras bien? -dije arqueando una de mis cejas- pareciera que estás herido, ¿necesitas algo? Aunque sólo traigo dulces -agregué

Viéndolo de cerca, aquel chico no parecía herido, ni siquiera lucía enfermo, así que me entró mucha curiosidad por saber por qué es que él corría así de lento... quizás habría consumido una fruta del diablo, la zoan del caracol. No, eso tampoco era, el chico no parecía mitad caracol ni mitad nada, ¿una paramecia? Si ese era el caso, no me imaginaba la utilidad de una fruta que te hiciera vivir en cámara lenta Estaba por formularle más preguntas cuando algo extraño comenzó a deslizarse de entre las ramas de un árbol... era un mono araña, pero no esa especie de mono que se le conoce como mono araña, ¡era literalmente un mono araña! Un mono de más o menos un metro de altura, dos patas y seis brazos distribuidos de una forma muy bizarra, ocho ojos resplandecientes de color rubí alrededor de su cabeza y, lo más extraño de todo, se sostenía de las ramas de un árbol por un hilo de telaraña que le salía del culo. ¿Qué demonios pasaba con los animales de esa isla?

-Creo que no es un lugar muy seguro para descansar -le dije al chico peliazul mientras señalaba al mono araña- si esa adorable aberración ha heredado también el veneno de un araña, no creo que se nos quede viendo tan fijamente sólo para jugar con nosotros.

Desenfundé una de mis espadas, al parecer no podía relajarme ni un minuto en aquella jungla tan calurosa.

En Primera Persona

En un segundo veo cómo aquel chico desenfunda su espada, no entendía el motivo hasta que me percaté de aquella criatura tan extraña que se encontraba frente a nosotros, nos miraba con cara de que seríamos comidas en un abrir y cerrar de ojos. "No puedo permitir que este animal nos coma aquí, aún tengo muchos mapas que hacer. Sin embargo que pensará este chico si me ve convertido en una bestia igual, probablemente quiera matarme también." tras pensarlo un poco, procedí a transformarme totalmente en un Megatherium. Con un tamaño de 6.3 metros para abalanzarme ferozmente hacia aquel mono extraño y golpearlo incontables veces aunque aquella criatura tenia bastante resistencia. Con un rugido y mostrando mis colmillos haciendo que aquel animal retrocediera un poco. Aunque no sabía si era para bien o para mal.

Pero cuando pensé que el peligro había cesado, ocurrió lo peor, la naturaleza del mono nos indica muchas cosas. Los monos no suelen estar en solitario. De repente aparecieron unos cuantos más de esta especie y sentía la obligación de proteger al chico que peleaba con su espada bastante bien de hecho, pero la culpa carcomia mi mente pensando que por mi culpa estábamos ¿Acorralados?.

"Por Dios Sora, eres un Perezoso gigante capaz de destrozar la carne de un T-rex, no pienses que estás acorralados con ellos, ellos están acorralados contigo" Aunque eran más y eran mucho más veloces, en fuerza y resistencia no pueden compararse con una bestia prehistórica como yo. Con mis lentos movimientos logré atrapar unos cuantos y destrozar sus cráneos pero mientras más asesinaba, muchos más aparecían.

No sabía cómo decirle al chico de los dulces que se fuera y yo me encargaria de todo, o al menos eso intentaría. Sin embargo dejé de prestarle atención unos segundos para continuar con la masacre. Los golpes eran contundentes, pues pesaba más de 5 toneladas en esta forma. Era una total bestialidad y mis golpes hacían resonar en toda la jungla.

Planeaba qué hacer con respecto al tema del mono araña, la extraña criatura me miraba fijamente no sabía si pensaba en comerme o sólo le causaba curiosidad mi ser. No le di mucha importancia, me sentía confiado en mis habilidades para salir sano y salvo, aunque preferiría evitar pelear contra el mono tan curioso, él no tenía la culpa de su amorfismo, probablemente. Quité un ojo de encima del peliazul para pensar en el mono que se encontraba frente a mí, no iba a negar que un simio de seis brazos resultaba una interesante especie, quizás podría intentar domesticarlo y llevarlo conmigo. En un abrir y cerrar de ojos escuché un gran rugido, el enfermizo peliazul había sido cambiado por una enorme bestia peluda de seis metros que amenazaba al mono. Al parecer sí era un usuario de fruta del diablo, aunque una bastante más útil de lo que yo pensaba, ¿una zoan prehistórica como la mía? Lo cierto es que su apariencia y rugidos lograron la retirada del extraño mono, por algunos instantes, aunque rápidamente llegaría de vuelta con su manada de aberraciones de la vida, al menos una treintena de monos araña, todos igual de feos que el primero.

El peliazul, que ahora era más bien una bestia enorme comenzó a eliminar a los monos con gala de un salvajismo digno del animal en el que se había transformado. El hecho de que comenzara una matanza tan grande de monos puso mis pelos de punta, si le aplastaba el cráneo a cada uno de esos primates no iba a poder tratar de llevarme alguno para que me hiciera compañía en mis travesías.

- Basta -dije mientras comenzaba a crecer unos centímetros- no hay necesidad de cargarnos a todos -mi piel comenzaba a cambiar por escamas- con encargarnos de los que nos bloquean el camino es suficiente -mis dientes se afilaron, salió mi cola y mis uñas cambiaron por garras.

Mi forma híbrida: mitad humano, mitad baryonyx estaba lista. Tomé ambas espadas, había un par de monos que se interponían en el camino a la aldea, pero ambos estaban más preocupados por mi compañero en su modo bestia. Me apresuré a llegar con la dupla de monos araña y para cuando notaron mi presencial, fue demasiado tarde, lancé dos cortes precisos que acabarían con sus cabezas en el suelo.

-Sigamos, hemos abierto un camino. -dije seriamente hacia el peliazul, esperando que no siguiera con la masacre de los monos.

Tras observar como aquel otro chico se transforma parcialmente en un ¿Dinosaurio?. Dió unas órdenes directas y abre un camino para poder cruzar. Sora deja de aplastar ferozmente a los monos y cambia a su forma híbrida. Colocándose en posición para correr por aquel camino libre que ha creado el joven de las paletas ahora transformado en aquel híbrido.

Mientras se acercaban a lo que parecía una aldea. - Entonces también eres usuario de una fruta zoan y de hecho una prehistórica - Emocionado por conocer otro usuario de fruta prehistórica corre velozmente casi al lado de su contrario. Sabe perfectamente que solo tiene tres minutos de velocidad, luego de eso solamente volverá a su lentitud común estando o no en su forma híbrida o animal, gracias a su habilidad Shissoku no Senko que le permite destensar sus músculos y moverse normalmente por un periodo limitado de tiempo.

Al mirar atrás pudo percatarse como aquellos monos se quedaban atrás, salvo uno que seguía corriendo fijamente tras suyo y saltó hasta alcanzarlo. Tomándolo del cuello lo lanza hacia su contrario que iba adelante, pues al parecer este tenía alguna intensión de conocer o estudiar este espécimen. Mientras continuaba corriendo y el tiempo pasaba, Sora intentaba abrir conversación con el otro chico. - Soy Sora, vengo desde las islas del cielo para cartografiar todas las islas del mundo, ¿Como te llamas tu? -  Sora esperaba respuestas departe del chico de los dulces que corria velozmente delante de él.

La dichosa aldea se encontraba bastante cerca y ya los primates aquellos no los perseguían, los tres minutos estaban a punto de acabar por lo que se adelantó lo más rápido que pudo para no quedarse atrás, tras volver a su estado de lentitud natural. Viendo por fin la entrada de aquella peculiar aldea.

El chico peliazul había hecho caso de mis palabras y ágilmente se puso en camino esquivando a los monos que se encontraban cerca. Comenzamos a correr juntos por aquel pasaje de densos árboles y bochornoso calor, huyendo de los varios monos que aún nos seguían el rastro. El peliazul me hizo saber que él también era un usuario de Zoan prehistórica, era muy curioso que fuéramos un par de aventureros prehistóricos, no esperaba encontrar ahí a otro usuario como yo.

- Parecer ser que la vida ha querido que las bestias del pasado se reunieran aquí -dije mientras volteaba a verlo. Se veía más humanoide, también había cambiado a su forma híbrida.

Uno de los monos araña que nos perseguía logró alcanzar el cuello del peliazul y este, no sé si en un acto de desesperación, lo aventó hacia mí. El mono comenzó a moverse alrededor de mi cuerpo buscando por mi cuello, cuando él lo encontró sonrió mostrando sus filosos colmillos. Preparé con agilidad mi espada y golpeé con la parte sin filo al cuello de aquella extraña criatura, que cayó lentamente a mis brazos. Volteé a ver extrañado a mi nuevo compañero, ¿acaso quería herirme? Mis dudas quedaron disipadas, al menos por unos minutos, cuando el peliazul se presentó y compartió conmigo su isla de origen.

-Soy Prometio y -dije en un tono un tanto serio- no creo que debas aventarle criaturas tan terroríficas a desconocidos -concluí.

La senda de humo se veía cada vez más cerca y la salida de la jungla bochornosa estaba q tan sólo unos pasos de distancia. Al llegar a las afueras de esa rústica aldea, el mono araña despertó y por alguna extraña razón, se echó a correr hacia el lado contrario. "Una lastima" pensé. Regresé a la normalidad para no sacar de sus casillas a los habitantes y entré a la aldea en búsqueda de algún postre refrescante o quizás un baño con agua fría.

Justo al momento de llegar a la aldea la técnica de Sora culminó, haciendo que sus movimientos vuelvan a ser tan lentos como de costumbre, aprovechó para volver a su forma humana mientras veía a Prometio alejarse al parecer en busca de algo.

¨Me dejó atrás, en fin, no pasa nada, a buscar por mi cuenta un lugar donde tirarme a dormir¨ Pensó Sora mientras podía ver como todo en este pueblo o aldea era singularmente ¿Tranquilo?. La extrañez de esto perturbaba un poco a Sora, ya que no es muy normal que una aldea que está al lado de la jungla, sea una aldea pacifica. No es un experto pero entiende situaciones como estas.

De todos modos, Sora con sus lentos pasos comenzó  a buscar donde dormirse, observaba por todos lados visualizando detenidamente cada parte de la aldea, para posteriormente hacer un mapa e incluso un dibujo de la misma, Sora es algo perezoso, sin embargo esta atento a cualquier movimiento extraño, no todas las islas tienen personas amables y lo ha tenido que aprender de mala manera. A pesar de la extraña calma que reinaba en la aldea, Sora no podía evitar sentir que algo estaba fuera de lugar. Después de todo, había vivido aventuras lo suficientemente largas como para desarrollar un sentido agudo de la intuición. Su instinto le decía que había más de lo que parecía en esa aparentemente pacífica comunidad.

Mientras exploraba la aldea y tomaba notas meticulosas en su cuaderno, Sora notó un pequeño callejón lateral que parecía llevar a un área más tranquila y apartada. Siguiendo su instinto, se adentró en el callejón y descubrió un rincón sombreado y apacible. Allí, bajo la sombra de un árbol frondoso, vio un banco de madera desgastado pero acogedor. Sora dejó escapar un suspiro de alivio. Después de la intensa actividad y la técnica que había utilizado, su cuerpo comenzaba a sentir el agotamiento acumulado. Este rincón tranquilo parecía ser el lugar perfecto para tomar un merecido descanso.

Se dejó caer con gracia en el banco y apoyó su espalda contra el respaldo rugoso. Cerró los ojos por un momento, permitiendo que la tranquilidad del lugar lo envolviera. Los suaves susurros del viento a través de las hojas y los sonidos distantes de la aldea crearon una sinfonía relajante que comenzó a calmar su mente inquieta. Sora no tardó en caer en un sueño ligero. Aunque su intuición siempre estaba alerta, su cuerpo necesitaba un tiempo de recuperación. En su sueño, las imágenes de su viaje, los rostros de las personas que había conocido y los misterios de la aldea se mezclaban en un caleidoscopio de pensamientos.

Había perdido totalmente de vista a Prometio, pero no cree que haya ido muy lejos, continua con su siesta para recuperar energías, sabe que son varios islotes que deben ser explorados y cartografiados, y que esto tarda suficiente tiempo.

El compañero peliazul se había quedado rezagado de nuevo, quizás era culpa mía el no caminar a su paso, pero resultaba un poco desesperante caminar al paso de mi abuela. Era una aldea pequeña y el calor bochornoso que cubría toda la jungla seguía reinando en el asentamiento, las casas eran muy sencillas, construidas por árboles de la selva y la mayoría con un techo de frondosas hojas de los árboles. Se respiraba un aire de tranquilidad, así que pensé por un momento que todo estaría bien. Al contrario del relajado ambiente que proporcionaba la aldea, los habitantes de ese lugar cuchicheaban entre ellos cada que pasaba enfrente de sus casas, sus miradas parecían juzgarme con cada paso que daba y sus caras no expresaban otra cosa más que prejuicio, probablemente no estaban acostumbrados a las visitas.

-¿Se te ofrece algo? -dijo con un tono de molestia un señor alto y delgado -no tenemos muchos lugares turísticos por aquí.

No apreciaba mucho las palabras de aquel sujeto, parecía molesto y con ganas de echarme de su aldea, mientras que lo único que yo quería era un baño o una bebida refrescante, pensé en hacerme de palabras con él, pero decidí contestar con un simple "gracias" y una falsa sonrisa, el sujeto se marchó algo cabreado, pero me dejó en paz. Seguí recorriendo la aldea en búsqueda de mis objetivos hasta encontrar un pequeño río, no más de medio metro de ancho, no podría tomar un baño ahí. Una chica guapa, morena y de cabello negro como la obsidiana llegó hasta allí para llenar una pequeña cantimplora de agua.

-Hola, estoy algo perdido, ¿podrías ayudarme? -dije lanzando una mirada coqueta a la chica.

La mujer volteó a verme con cierto desprecio y dio media vuelta sin dirigirme palabra alguna, "hoy tenemos un público exigente" pensé. Aproveché para llenar mi recipiente con agua y mojar mi cara para refrescarme un poco, era curioso que las personas fueran así con los visitantes. Regresé por el mismo camino un poco decepcionado para buscar al pelizaul, no podría haberse ido muy lejos, la aldea no parecía tan grande. A mitad del camino escuché muchas voces reunidas, había un señor encima de unas cajas discutiendo algo con al menos una veintena de personas que le replicaban enojados.

-¡Han sido los monos! -dijo uno de ellos- ¡Deben ser los dos forasteros! -replicó una señora.

Al parecer se había perdido una bolsa de joyas en la aldea y no sabían a quién culpar, ¿por qué nos culpaban a nosotros? La situación no tenía buena pinta para nada.

Su siesta no duró demasiado, pues se escuchaba el parloteo de lo que parecía ser una multitud de personas quejándose por algo no muy lejos de este.

¨Que pasa ahora en esta aldea tan extraña, no se escuchaba ni una mosca y de la nada comienzan a parlotear como si el mundo estuviera en su final¨ Sora no consciente que lo despierten, es algo que verdaderamente le incomoda en gran medida. Se dispone a levantarse y al inicio de aquel callejón puede observar a una mujer muy hermosa, con un cabello negro digna del amazonas y una piel totalmente canalizada, pasando rápidamente con cara de enojo llevando una cantimplora en sus manos.

Sora se dispone a levantarse de aquel banco para posteriormente dirigirse a la plaza de aquella aldea, sabia que algo andaba mal pues mientras se acercaba con paso lento podía escuchar como las personas se alteraban mas, las voces gritaban algo como que los forasteros lo hicieron.

Tras varios pasos Sora logró salir del callejón para percatarse de que lo que escuchaba se veía peor que lo como se estaba escuchando. Un hombre se encontraba encima de unas cajas, como si un líder fuera, mientras otros aldeanos que parecían muy enojados de hecho. ¨¿Que estará pasando aquí?¨ Pensó mientras veía como por el lado contrario se acercaba Prometio.

Sora levantó su mano su mano en forma de saludo ya que el contrario estaba observando a la multitud y este quería llamar su atención lo mas pronto posible, pues parece que estas personas no estaban del todo contentas con la llegada de ellos, no sabe por que pero siente que tienen que salir de ahí pronto o las cosas pueden ponerse muy feas. En un momento el hombre que se encontraba encima de la caja volteó a ver a Sora, a lo que este reaccionó mostrándole una débil sonrisa. La mirada de aquel hombre mostraba enojo, incomodidad, y por algún motivo Sora sentía que el era la causa de esto.

Los aldeanos se encontraban discutiendo acerca de los posibles culpables del hurto de un bien preciado en la aldea, la pequeña multitud tenía opiniones divididas entre los culpables de aquel robo, unos decían que los monos, probablemente los monos mutantes que nos habíamos encontrado antes y otros más nos culpaban a nosotros, los forasteros. Daba la casualidad que el aviso del hurto se había dado unos minutos después de nuestra llegada, por lo cuál era sospechosamente acertada la suposición. A lo lejos pude divisar al peliazul, alzaba la mano para saludarme y mostraba una tímida sonrisa que fue cortada por la mirada severa del sujeto encima de la caja.

-¡Han sido ellos, estoy segura! -se escuchó en el círculo mientras más voces cuchicheaban aceptando la idea.

Aunque la idea de robar una bolsa entera de joyas de aquellas personas tan apáticas y prejuiciosas sonaba tentadora, no había sido yo quién había cometido el delito y estaba casi seguro de que mi compañero no lo había hecho tampoco. El peliazul terminó por llegar conmigo y le hice señas preguntando en dónde había estado. Las voces de inconformidad iban creciendo cada vez más y el sujeto que estaba levantado sobre la caja nos lanzó una mirada como diciéndonos que ya estaba decidida la sentencia, algo drástico a mi parecer.

-Pueden buscar en mis cosas, no van a encontrar nada -dije hacia la muchedumbre en tono firme- y les aseguro que tampoco las tiene mi compañero.

El ambiente empeoraba con cada segundo que pasaba y las miradas hacia nosotros eran cada vez con más desprecio, ¿pelearíamos, cómo defendernos sin herir a toda la aldea? Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando una niña pequeña llegó gritando con su madre.

-¡Han sido las hormigas, han sido las hormigas! -dijo entre lagrimas la infante -¡también se han llevado a mi hermanito!

Al parecer los niños habían salido a jugar  un par de minutos de la aldea, llevándose sin permiso las joyas,y aquellas extrañas criaturas habían tomado posesión del niño y la bolsa con la joyería. Quizás la habían confundido con comida o tenían alguna afección por las joyas. La oportunidad la tenía enfrente, sabía que las hormigas eran una criaturas difíciles de cortar, pero si lográbamos alcanzarla antes de que llegara a su hormiguero, quizás pudiéramos quedarnos con las joyas.

-Aquí es donde entramos nosotros -dije galantemente -un par de fuertes aventureros que, por una parte de sus joyas, pueden traer a su niño de vuelta -concluí con media reverencia y esperando que el peliazul aceptara.

Si el niño estaba muerto, quizás sólo tomaríamos las joyas y nos marcharíamos del lugar sin dejar huella alguna.

Sora unicamente hizo una reverencia en forma de aceptación, sabe que no hay mucho mas que hacer, y  algunas joyas le harian bien, se pueden vender a buen precio. Sora comienza a escribir en su cuaderno los datos relevantes para poder tener todo bajo control. No le gustan las sorpresas.

Posteriormente se dirigió con paso lento hacia la entrada de la aldea para poder dirigirse hacia donde encontraron la primera hormiga, pues su nido o base no podia estar muy lejos de ese lugar o eso es lo que piensa.

¨Un niño perdido, ¿Las hormigas de esta isla raptan niños? tienen una manera de divertirse muy extrañas esas hormigas¨ Pensaba Sora mientras se alejaba con pasos lentos. Una isla extraña, animales extraños y aldeanos mucho mas extraños. Esta historia deberia llamarse la isla extraña y sus aun mas extraños habitantes.

Sin mirar hacia atras Sora se adelantó, pues no queria ver la cara de enojo de aquellos aldeanos, que de manera imprudente culparon a los forasteros de haber robado joyas y quien sabe que otras cosas pudieron pensar y no decir.  Sora aparenta ser alguien debil pero sabe que puede destruir facilmente esta aldea, prefiere no hacerlo, se cataloga un pirata pero no precisamente un criminal.

No hace falta saber qué si aquel chico estaba muerto, simplemente tomarían las joyas y se largarian de ahí, pues no hay mucho más que hacer, no piensa enfrentarse a todos los aldeanos ya que probablemente vayan a pensar que es culpa de ellos la muerte del jovencito. Mientras va sumido en sus pensamientos Sora observa huellas extrañas sin embargo existe la posiblidad que estás sean de aquellos monos que estaban ahí hace poco.

" Quien sabe que otras criaturas extrañas habiten esta jungla, es un lugar digno de las historias de terror " pensaba este al ver las huellas. No conoce nada de estas islas más que absurdas leyendas y no de la isla en específica sino del conjunto de islotes que se encontraba flotando. Ose que no tenía información concreta de la cual guiarse, nomás lo que había vivido recién llegando.

Mientras caminaba intentaba crear una estrategia para enfrentar a las hormigas, Sora no es de atacar en grupo, pues desde que zarpó ha estado solo. Incluso aquella vez que ayudó a la marina a detener una oleada de piratas, este peleó solo contra el vicecapitan de aquella tripulación, batalló sus tres minutos dando lo mejor de si mismo. Siempre solo. Aunque al final necesitó el apoyo de su amiga Berry.

Sora había olvidado por completo que no debe idear un plan en solitario, ya que prometio estaba ahí también y dispuesto a luchar o eso aparentaba ya que fue el quien se ofreció a recuperar al niño y las joyas.

Bien, estaba todo decidido, iríamos en búsqueda de aquellas joyas, las hormigas y, si teníamos suerte, el niño también. Sí, tampoco arriesgaría mi vida por un niño al que se le había ocurrido salir a jugar con ese tipo de bestias, al parecer el peliazul pensaba de la misma manera ya que no mostraba mucho entusiasmo por salvar la vida del infante, aunque tampoco es que fuéramos a darle muerte nosotros mismos, no era yo un malvado demonio sin corazón.

-Esperen pronto la llegada de los héroes triunfales -dije con un poco de sarcasmo hacia la aldea.

Los habitantes aún nos miraban con mucho enojo y desconfianza, probablemente sólo aceptaban ese trato porque no podían ellos mismos encargarse de las hormigas enormes, mientras caminaba con mi compañero prehistórico una idea vino a mi mente: si no podían lidiar con ese tipo de bestias, ¿cómo es que sobrevivían en esa pequeña aldea? No es que la gente pareciese muy fuerte, ¿había alguna tropa de élite? Si así era, ¿por qué no la habían mandado a buscar al niño? ¿Sólo nos estaban probando? Mi mente comenzó a nublarse con ideas hasta que vi al peliazul examinar unas huellas en la tierra.

-Vaya, esta isla tiene de todo, ¿no lo crees? -le pregunté mientras analizaba las huellas- creo que incluso nuestras formas en zoan parecen normales en comparación -agregué con una ligera risa.

Aquellas huellas no parecían de las hormigas gigantes, tampoco de los monos araña que habíamos encontrado recién, tenían más bien forma como de algún gran felino, lo mejor era no seguir el rastro de ese misterioso animal, sus huellas eran más grandes que mi propia cabeza y no quería averiguar qué tan grande sería la bestia. Seguimos adentrándonos por la jungla hasta que escuché un ruido muy peculiar, se escuchaban varias patas caminar por un sendero duro, di un vistazo rápido... ¡eran las hormigas! No me referiría a eso como haber tenido éxito, al menos veinte hormigas estaban caminando de un lado a otro, como si estuviesen esperando la orden de alguien. En el centro se encontraban varios monos araña, o al menos lo que quedaba de ellos, brazos, cabezas, patas e incluso los torsos partidos a la mitad. Encima de todo ese montón de cadaveres se hallaban nuestros objetivos, una bolsa grande y un niño pequeño, probablemente no más de nueve años, que tenía la cara llena de sangre, ¿estaría vivo? Aún más importante, ¿podríamos encargarnos de todas las hormigas? Si queríamos proceder, ese era el momento, aunque fueran ya una veintena no regresaban por completo a su nido y sería más fácil pelear contra veinte que contra mil.

-¿Estás listo? Creo que tendremos que empezar con todo. -dije mientras sentía cómo mi piel se erizaba, la típica sensación de cuando estaba por transformarme en mi forma híbrida. -No gastes energía inútilmente, no tenemos que eliminar a todas, con cargarnos a las que están más cerca del chico y distraer a las demás es más que suficiente -mis pupilas comenzaban a afilarse.

¨¿Es enserio?¨ Pensó Sora mientras veia al menos una veintena de hormigas acercarse, caminaban en grupo con lo que parecían ser los restos de algunos monos y ¿Que mas? ¡Eureka! el niño y la bolsa se encontraban ahi tambien. Aunque este se encontraba con la cara ensangrentada. ¨Probablemente ya esté muerto el chiquillo¨ Pensó.

A su lado Prometio comenzaba a transformarse, Sora hizo lo mismo pues sabe que estas hormigas no son poca cosa. ¨Conque empezar con todo eh¨ Pensó mientras se hacia notablemente mas alto y partes de su cuerpo eran recubiertas por pelaje de perezoso. Sus uñas cambian por garras alargadas y curvas capaz de cortar casi cualquier cosa.

— Va...mos — Replicó Sora ahora transformado en su forma hibrida, estaba listo para destrozar a esas hormigas, aunque había escuchado lo que Prometio dijo sobre no gastar energías innecesariamente. Sora es lento, pero los golpes de un Megatherium no es algo fácil de lidiar, pues golpes de unos 100 kg no son cualquier cosa.

Sus garras curvas le dieron la oportunidad de tomar varias hormigas y hacerlas caer, lanzando varios zarpazos a las que se encontraban mas cerca del niño y la bolsa. La coraza de aquellas hormigas era muy dura sin embargo sus patas, eso era otra cosa, era fácil con su fuerza poder arrancar una o dos patas inhabilitándolas momentáneamente, aunque nuevamente se pondrían en marcha.

El chico que no parecía tener mas de 9 o 10 años, se encontraba encima de una de esas hormigas, parecía estar muerto pero desde el lugar donde Sora se encontraba no se podía percibir directamente, así que Sora se centraría en distraer algunas para que Prometio se acerque al niño, ya que este es muchisimo mas rapido que Sora.

Aunque nuevamente nuestro lento muchacho tomó sus acciones sin avisar, pensando que Prometio pensaria igual que el y se adentraría para rescatar al chico y las joyas. No le importa demasiado el chico pues alguien que se mete a la jungla sabiendo las criaturas que hay, se busca así mismo los problemas.

Sora entendía que estas hormigas tenían algo diferente, pues sabe que esta especie de insectos trabajan bajo un régimen, pero pareciera como si estuvieran siendo controladas por algo o alguien, pues estas a pesar de que Sora se les bloqueaba el camino, querian seguir adelante, como si necesitaran llegar algun lugar con esos restos y todo lo demás que llevaban consigo, de todos modos Sora no lo haría tan sencillo y seguía distrayéndolos para lograr que Prometio si entendiera el plan, lograra tomar a la bolsa y al chico, para entonces dejarlas simplemente dejarles seguir su camino tras tomar lo que ambos querían.

El chico peliazul también comenzó a transformarse. Desde que consumí mi fruta del diablo he pensado que la metamorfosis entre la forma humana y en lo que sea que uno acabe por transformarse es un deleite a la vista. El tartamudeo de mi compañero cambiaba por completo cuando tomaba el aspecto de aquella bestia enorme y llena de pelo, bastante más atemorizante diría yo.

Bastaba de admirar al chico bestia, yo comencé mi transformación de igual manera hasta conseguir mi forma mitad dinosaurio, poco a poco iba a acostumbrándome a esa forma, era bastante cómoda para pelear. Las piernas del baryonix me permitían moverme a altas velocidades debido a la forma de sus patas, arranqué a gran aceleración en dirección del niño pequeño y las joyas mientras mi compañero prehistórico se encargaba de limpiar el camino, mandando a volar a un par de hormigas que se interponían en mi camino. En un dos por tres llegué a la zona donde reunían los montones de cadáveres de monos y el cuerpo del niño, un par de hormigas se apresuraron para cerrarme el paso.  Hábilmente frené y utilcé mi cola como látigo para arrojarlas hacia un lado, un golpe directo que, aunque no les había hecho mucho daño, bastaba para seguir abriéndome camino. Llegué por fin al montón de cadáveres y tomé el cuerpo del niño entre mis garras: aún estaba tibio y respiraba, pero no respondía al tacto, probablemente tenía un traumatismo grave en el cráneo porque seguía sangrando.

-¡Este niño sigue vivo! -le avisé al pelizaul.

Tomé al pequeño con mis garras, entre los cadáveres de mono comenzó a moverse uno, eran un mono araña que estaba mal herido por los ataques de las hormigas, sangraba de todo el torso y parecía tener al menos dos brazos rotos, la mirada de sufrimiento en sus ocho ojos pudo con mi corazón de pollo hacia los animales. Me apresuré a tomar la bolsa de joyas y lancé una mirada rápida hacia el chico bestia.

-Toma esto, aquí están las joyas -le grité mientras arrojaba con toda mi fuerza la bolsa.

Sabía que con cada segundo que pasaba nos arriesgábamos más a que los refuerzos de las hormigas llegaran, pero no pude evitar tomar también al monstruoso mono araña y ponerlo a mis espaldas. Al convaleciente mono no pareció importarle y se agarró con sus cuatro brazos útiles de mi espalda. Me di cuenta de que otra tercia de hormigas me rodeaba en conjunto del par que había mandando a volar unos momentos atrás, estaba en problemas. Desenfundé una de mis espadas con mi mano libre y lancé un corte a la primera hormiga que se acercó, la mejor de las opciones no era luchar así que di un gran salto ayudándome de mis fuertes piernas y larga cola para escapar de ese lugar, brincando por encima de las hormigas.

-¡Marchémonos!

Tras escuchar que el niño seguía con vida, Sora no entiende porque pero sintió una calidez increíble, el salvar a alguien aun siendo piratas, aun siendo los ¨Malos¨ de la historia, es algo bastante gratificante. El mismo skypiean tiene a alguien que aprecia mucho, esa pequeña chica que se encuentra en su tienda de mapas. Cuando ve niños mal heridos solo puede recordar a Ocho.

Sora se encontraba inmerso en sus pensamientos cuando de pronto Prometio lanzó la bolsa con las joyas hacia el, haciendo que sus recuerdos se pausaran. Sora tomó la bolsa y golpeó a varias hormigas dejándolas tiradas, aunque estos golpes eran fuertes, estos insectos volvían a levantarse como si nada. Aunque nuestro joven pirata no se detendría para volver a ver cuando estas quisieren levantarse. Mientras el contrario transformado en mitad dinosaurio se marchaba con el niño en manos y aquel mono en la espalda, Sora hacia de distracción para encontrar el momento exacto. Golpear fuertemente el suelo y hacer caer a las hormigas, para echarse a correr junto a su compañero, nunca a la misma velocidad, pero no tan lento como en su forma humana.

¨Fue bastante rápido, rescatamos al muchacho y por fin tenemos las joyas, me ira bastante bien con esas joyas¨ Mientras se alejaba de aquella situación sora pensaba que ya todo esta casi resuelto, pues no tiene del todo claro si los aldeanos cambiaran su actitud ahora que llevan al chico y las joyas. Por otra parte, sigue pensando quien carajos habra hecho una huella tan grande como la que encontraron al salir de la aldea. Esa huella parece la de un gran animal, y puede que sea uno prehistórico, lo sabe por su propia fruta y que ha conocido otros usuarios de Zoan prehistóricas.

Mientras los dos piratas continuaban avanzando, la sensación de que algo más grande estaba en juego no los abandonaba. Sora estaba decidido a descubrir la verdad detrás de la extraña situación en la aldea y de la misteriosa huella que habían encontrado. Sabía que este no era solo un incidente aislado y que había algo más grande en juego.

Justo antes de entrar a la aldea, cuando Sora y Prometio se encontraron en el borde del claro que daba paso al poblado, Sora sintió como si la tierra hubiera temblado bajo sus pies. En un instante, una pata increíblemente grande dio un pisotón a lo lejos, sacudiendo el suelo y enviando vibraciones a través de su cuerpo. Sus sentidos se agudizaron al instante, y Sora se quedó paralizado por un momento, captando cada pequeño detalle de su entorno.

Su corazón latía con fuerza mientras observaba en la dirección del impacto. La densa vegetación se sacudió, y aunque no pudo ver con claridad lo que había causado el temblor, estaba seguro de que se utilizó de algo de proporciones colosales. El rugido gutural de una bestia retumbó en el aire, un sonido que parecía provenir de tiempos inmemoriales.

Sora levantó una mano para indicarle un Prometio que se detuviera y esperara un momento. Su mente estaba llena de especulaciones. ¿Podría ser que esa huella gigante y el piso estuvieran relacionados? Parecía que el misterio se estaba profundizando aún más.

Salí corriendo a todo tren sólo mirando atrás para confirmar que mi compañero prehistórico hubiese escapado con las joyas sin mayor complicación; en una gran muestra de fuerza y destreza, el chico peliazul había mandado a volar a todas las hormigas que lo rodeaban y se apresuró a salir de ahí. Aunque no era tan rápido como yo, Sora se esforzaba por seguir mi ritmo y yo, por consideración a él, disminuí un poco mi velocidad para emparejarnos. Incluso si habíamos logrado escapar de aquella tropa de hormigas, la situación no pintaba nada bien para el renacuajo que llevaba en mi brazo, su hemorragia no se detenía y no tenía nada a la mano para pararla. Cada segundo era crítico y si ya había pasado por las molestias de de sacarlo de aquel aprieto, no quería que muriera en mis manos. El panorama tampoco era el mejor para aquel mono convaleciente, sentía en la espalda un líquido tibio que seguía corriendo con cada zancada que daba, perdía sangre por mis bruscos pasos, no quería que ninguno de los dos muriera bajo mi mirada.

Justo cuando estábamos por llegar a la aldea, percibimos como temblaba la tierra a intervalos disparejos, parecía que un ser enorme caminaba en los adentros de la jungla, los árboles y arbustos comenzaron a moverse violentamente y un rugido que sonó más bien como un gran trueno, resonó por toda la zona, parecía algo más grande incluso que nosotros, unas bestias prehistóricas. ¿Un usuario de fruta, una bestia igual de bizarra que los animales que habíamos encontrado? Probablemente era lo segundo, si las hormigas tenían el tamaño de hasta un pastor alemán, no quería imaginarme el tamaño de los depredadores más grandes.

-¿Crees que podamos encargarnos de esa bestia extraña? -dije algo preocupado.

Al final del día no quería perder más tiempo, solamente quería llevar al niño a su aldea y curar al pobre mono araña, no podría desempeñarme de la mejor manera en un combate con el mono a mis espaldas y el mocoso en un brazo. De entre las hojas del arbusto comenzó a asomarse un pelaje rojo escarlata, por el movimiento de las hojas parecía ser de al menos unos cinco metros. La adrenalina corría por mis venas y mis pupilas se dilataban concentrándome en el enorme cuerpo que avanzaba entre la vegetación de la jungla, ¿estaría cazándonos o simplemente estaba dando su paseo de rutina?

— Pro..te..ge  al  ni..ño— Sora miró con determinación a Prometio tras haberle dicho eso, esperaba que este siguiera caminando hacia la aldea, ya que al parecer estos seres no pueden entrar o prefieren no hacerlo por algún extraño motivo. Con fuertes movimientos de su cola hizo que mucho polvo se levantara, dando la oportunidad de que Prometio pudiera escapar con el niño. Tras esto toma una pose de lucha usando su sigilo para moverse lentamente para no ser detectado por aquella bestia, pero atento para atacar con un golpe concentrado aquel depredador que se encuentra rondando cerca de el.

Caminaba lentamente, ocultándose a la vista ya que aun el rastro de polvo que había levantado aún no se disipa. Acumulando su energía en sus puños para poder lanzar un ataque devastador en caso de ser necesario. Aquel animal poseía una naturaleza felina, se movía grácilmente buscando a su presa, mientras Sora se movía por el lado contrario evitando hacer cualquier ruido, sabia que si podía acercarse suficiente podía asestar un golpe en su craneo que podría aturdirlo.

¨Tendré que darlo todo aquí, por alguien que acabo de conocer y un niño que ni siquiera conozco, da igual, esta es una pelea que no puedo perder¨ tras colocarse sutilmente cerca del rostro de la bestia que aun no mantiene en movimiento, Sora utiliza su ataque ¨Prehistoric Impact¨ El ataque es  recibido de lleno por el depredador, haciendo que este saliera disparado hacia atrás y creando una onda de choque que levantó una inmensa cortina de polvo obteniendo Sora la ventaja táctica nuevamente al volver a utilizar su sigilo para moverse dentro de la nube de polvo.

La situación parece favorable, la bestia se encuentra en el suelo, algo aturdida, sin embargo se mantiene a la defensiva, lanzando golpes al aire, esas garras fácilmente pueden desgarrar la piel humana sin ningún esfuerzo, por lo que Sora se mantiene utilizando su técnica ¨ Ancient Walk¨ que consta de concentrar su energía y ralentiza su movimiento hasta alcanzar un ritmo extremadamente lento. Al hacerlo, su presencia se vuelve casi imperceptible para los enemigos y su entorno. A medida que camina con pasos silenciosos y medidos, su figura se mezcla con las sombras, lo que hace que sea casi imposible detectarlo. ¨Voy a matarlo antes de que pueda percatarse de quien lo atacó¨

El peliazul parecía dispuesto a pelear contra aquella enorme y desconocida bestia, incluso me había encomendado la seguridad de aquel mocoso. Vale, está bien que yo no soy un héroe ni mucho menos, de ser el caso me habría enlistado a la Marine hace mucho tiempo, pero tampoco soy un villano sin corazón como para dejar morir a un niño pequeño en mis manos. Me molestaba un poco que Sora me mandara a hacer algo, pero en este caso parecía lo prudente.

-Volveré pronto, nos quedaremos todas las joyas -hice una mueca de desagrado mientras se lo decía a Sora.

La entrada de la aldea estaba a menos de un kilómetro, si me apresuraba podía ir y regresar antes de que se cumplieran dos minutos, esperaba que mi compañero prehistórico pudiera hacerse cargo de la bestia carmesí al menos en lo que regresaba. Me di un par de golpes en los muslos con el único brazo que tenía libre para relajar mis músculos, flexioné mis piernas para acelerar con toda la potencia que poseía y arranqué dejando una nube de polvo atrás. Aunque era un camino relativamente corto, el tiempo parecía dilatarse mucho, las plantas se movían más lentamente que de costumbre, el mono a mi espalda se esforzaba con las pocas fuerzas que le quedaban para sostenerse de mi espalda. Finalmente y, después de unos segundos que parecieron horas, llegué a la entrada de la aldea; un pequeño grupo de aldeanos esperaban nuestra llegada y los padres del niño veían horrorizados la escena, probablemente para ellos el tiempo también se estaba deteniendo. El mono comenzó a inquietarse. Sin decir una sola palabra dejé al niño en la entrada de la aldea y regresé corriendo por el mismo camino que había tomado, ya habría otro momento para zanjar cuentas con los habitantes de ese lugar, era momento de pensar en Sora.

El camino de regreso fue tan brutalmente lento como el de ida, aunque una adrenalina inexplicable recorría mi cuerpo, en vez de ver todo más acelerado, por alguna extraña razón todo se movía más lento de lo usual, ya había tenido esa sensación antes. Algo me hacía sentir incómodo, tenía un pequeño escalofrío recorriendo mi espalda, tenía una corazonada de que no todo iba a salir como lo esperábamos. Llegué. Sora se encontraba sumergido en una nube de polvo caminando sigilosamente, acechando a su presa, parecía que me había equivocado con mi corazonada.. o eso pensé por unos instantes. Mientras Sora realizaba su técnica el humo comenzó a moverse más lento y el aire a soplar más despacio, las hojas apenas y se movían, la temible bestia saltó de entre la nube de polvo y pude verla claramente: era un, ¿tigre, leopardo? Era un felino enorme de color rojo que se alzaba por encima del polvo. Al menos seis metros de envergadura y, lo más increíble de todo, parecía que en vez de pelaje tenía pinchos, como si de un puercoespín se tratara. Lo recordé, esa era la sensación que me había invadido la vez que casi me quita la vida un oso salvaje. El mono araña parecía entender la situación y se bajó cuidadosamente de mi espalda. Desenfundé ambas espadas.

-¡Sora, va por ti! -le avisé a mi compañero, aunque era notorio el enorme felino con enormes colmillos que se disponía a arrancarle la cabeza.

Justo estaba probando algo que quería hace tiempo, esta técnica "Ancient Walk" era claro que tenía que pulirla del todo. Apenas había creado el concepto y sabía que con la nube de polvo no sería suficiente. Cuando Sora se percató de que aquella criatura se movía, y no era para nada lento, intento moverse pero este no fue lo suficientemente rápido. Un zarpazo de aquella bestia hizo que Sora saliera volando hasta chocar con un árbol y atravesarlo. Justo antes del impacto pudo escuchar la voz de prometio.

"Ese chico es realmente veloz, quisiera poder ser así"Fue lo último que pensó antes de sentir el zarpazo que cortó su camiseta y dejó tres enormes heridas en el pecho de Sora justo antes de salir volando hacia el árbol. Tras el impacto Sora sintió como sus huesos crujieron fuertemente y este no hizo más que cerrar sus ojos. Sora perdió el conocimiento durante unos pocos segundos pero por suerte su resistencia era mucho mayor en su forma híbrida lo que hizo que esté se reintegrara rápidamente, Aunque se sentía un poco mareado y bastante adolorido.

"Mierda, me descuide demasiado" Con dificultad Sora se puso de pie, la cortina de polvo ya se había dispersado y pudo ver la bestia que se encontraba a unos metros. Era una especie de felino con ¿Espinas? ¿Púas? ¿Que carajo era aquello? Se veía bastante amenazante. Paso su mano por el pecho para quitarse el polvo y al hacerlo sintió un dolor intenso, al verse se percató de aquella herida que me había dejado el felino gigante. La sangre corría por su pecho pero esto no era algo que lo detendría.

Miro un momento hacia el árbol que había atravesado y por suerte la bolsa con las joyas no se había abierto en lo absoluto. "Esas joyas serán nuestras" Sora aún no estaba del todo bien, cuando forzaba un poco la vista podía percatarse de prometio, con sus dos espadas en mano. Sabe que debe apresurarse para ayudar, ya que este depredador no es nada como lo que ha enfrentado antes, no se parece en absoluto a los animales que enfrentó en la primera isla que visitó. Este está a un nivel muy superior.

No debe tomar riesgos, pero la única manera de hacer esto es usando su técnica de nuevo, aunque la había usado anteriormente. Si la usa sin haber descansado lo suficientemente, su cuerpo terminará exhausto, de tal modo que no logrará moverse en horas o quizás días.  Mientras el animal se encontraba distraído Sora intentaba acercarse para dar un golpe fuerte. Sin embargo este era demasiado inteligente, no se debaja acorralar fácilmente y cuando Sora estaba lo suficientemente cerca este lanzó un zarpazo que Sora logró esquivar por poco.

— Pro..me..tio    es..toy   he..ri.. do, pe..ro  pro..me..to    ven..cer..lo   jun..tos. —Sora escupió algo de sangre y volvió acercarse al animal pero esta vez si logro asestar un golpe al abdomen del animal, dejando una apertura para que prometio si tomaba la oportunidad pudiera realizar un corte limpio, que aunque no hiciera mucho daño, podría hacerlo sangrar.

La enorme bestia carmesí había tomado por sorpresa a Sora y le conectó un zarpazo directo en su torso que lo mandó a volar varios metros, la fuerza de aquel felino tenía que ser enorme para lanzar a la forma híbrida de un perezoso enorme. El tigre-león parecía haber perdido interés en Sora una vez que había salido volando por ahí, ahora posaba sus enormes ojos amarillos sobre mí, las cosas no pintaban bien. Aunque aquella bestia se aceraba amenazante hacia mí y yo temía por mi vida, todo se sentía en perfecta calma, seguía en ese trance extraño donde mi tiempo se dilataba, podía sentir el aire bochornoso soplando por todo mi cuerpo, el enorme felino y yo nos encontrábamos solos en ese tiempo y espacio. La bestia carmesí extendió su mano para saludarme, ¿por qué quería saludarme si recién... ¡No! Había lanzado un zarpazo con la misma fuerza que el que había mandado a volar a Sora, por un momento su ataque lo percibí tan lento que pareció un saludo, gracias a eso pude reaccionar a tiempo y esquivar por poco las grandes garras del felino. Por los pelos, literalmente con la velocidad de su ataque había logrado tomar un par de ellos, mi tiempo regresó a la normalidad y noté mis latidos y mi respiración alterados, como se suponía deberían de estar, estaba en una situación difícil. ¿cómo encontraba la manera de salir de esa situación? El felino no me daba tiempo para pensar y preparaba ya su próximo ataque.

-¡Lollypop Break! -agité mi cola para lanzar mi técnica.

Lollypop break lanzaba una onda de choque con mi cola de dinosaurio que, aunque no era lo más increíble, parecía no haber afectado mucho a mi contrincante. El impacto de mi ataque sólo había lanzado su cabeza hacia atrás, un golpe contundente eso sí, pero más allá de haber causado un daño considerable, más bien lo había hecho enojar mucho más. El tigre-león regresó su cara a su posición habitual, un pequeño hilo de sangre chorreaba de su nariz, lanzó un rugido que puso a zumbar mis oídos y abrió su enorme hocico para clavarme sus colmillos en mi cuello.

Sora, mientras tanto, se ponía de pie a duras penas. Las garras del ataque anterior habían conseguido abrir tres grandes heridas sobre todo su peludo pecho de bestia prehistórica, aunque él valientemente se incorporó y se lanzó al ataque contra la bestia.  La reintegración del peliazul a la pelea había distraído lo suficiente a la bestia carmesí como para que yo esquivase la enorme mordida que lanzó contra mí. Incluso si los dos juntos no éramos mas fuertes que el enorme felino, el hecho de pelear en pareja le incomodaba, no podía asestar un golpe preciso a ninguno de los dos. Sora lanzó hábilmente un golpe que logró desestabilizar un poco a nuestro enemigo y, con una mirada, me indicaba que siguiera el combo yo, a sabiendas de que probablemente ningún ataque mío podría acabar con él, opté por sacrificar una de mis espadas. Di un gran sato, elevado en el aire preparé con todas mis fuerzas la espada izquierda y me lancé en contra de su ojo, clavando por completo mi espada en su órgano. Sonó un chillido y retrocedió un poco, era momento de aprovecharlo.