Dorito

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era un chico sencillo. Y como a todos los chicos sencillos, un par de luces brillantes y cosas en movimiento son un atractivo que no se debe menospreciar. Por eso mismo, y con muy buen criterio en mi opinión, había entrado al Cocodrilo Dorado. No se me podía culpar, después de todo el sitio era enorme y destacaba muchísimo, parecía que dentro había diversión asegurada. Y la había. Me había distraído durante a saber cuánto con tantas máquinas funcionando y viendo a la gente apostando y claro, como no había ventanas, no estaba seguro del tiempo que había gastado en este sitio. Eso, desde luego, estaba muy mal pensado, mantenía a la gente confusa sin saber el paso del tiempo.
El problema ahora es que por algún motivo yo estaba en problemas. ¡Y esta vez ni siquiera los había buscado yo! Al parecer había alguien en el establecimiento que estaba causando algún que otro problema con las apuestas y molestando a otros clientes y justo su descripción coincidía mucho con la mía. Lo cual ya era mucha casualidad por la cicatriz que me marcaba toda la cara. De todos modos, tampoco es que fuera un problema demasiado grave, en poco tiempo se darían cuenta de que no era yo quien causaba los problemas cuando estos siguiesen. Me molestaba porque ahora me aburría en la pequeña sala de detenciones hasta que todo este embrollo se solucionase. Suspiré y apoyé la cabeza contra la pared, poco les había faltado para esposarme a la silla en la que estaba.
-¡Os prometo que yo no he hecho nada! Ya, sí, sé que eso es lo que diría una persona culpable, ¡pero también es lo que diría una persona inocente! ¿Vais a poder iros a la cama esta noche sabiendo que habéis encerrado a un inocente? Tíos, eso no mola, pero nada.- Me callé unos segundos, esperando que hubiera una respuesta de algún tipo, estaba solo en la habitación, pero con suerte habría alguien fuera o algún tipo de sistema de vigilancia-. También está la otra parte del problema y es que cuando me aburro puedo ser muy pesado, en serio, me da por hablar de cualquier cosa y no veas lo molesto que soy, eh… ¿De verdad os merece la pena aguantarme?
De nuevo, el silencio fue lo único que recibí como respuesta. Si no me apeteciese merodear un poco más por el edificio y el resto de pisos, saldría simplemente por la puerta o rompería alguna pared para escapar, pero dudo mucho que les apetezca conservarme como invitado si hiciera algo así. Eso y que entonces creerían que tienen la razón y que yo era quien causaba los disturbios y mi ego no iba a pasar por esa derrota, no señor.
El problema ahora es que por algún motivo yo estaba en problemas. ¡Y esta vez ni siquiera los había buscado yo! Al parecer había alguien en el establecimiento que estaba causando algún que otro problema con las apuestas y molestando a otros clientes y justo su descripción coincidía mucho con la mía. Lo cual ya era mucha casualidad por la cicatriz que me marcaba toda la cara. De todos modos, tampoco es que fuera un problema demasiado grave, en poco tiempo se darían cuenta de que no era yo quien causaba los problemas cuando estos siguiesen. Me molestaba porque ahora me aburría en la pequeña sala de detenciones hasta que todo este embrollo se solucionase. Suspiré y apoyé la cabeza contra la pared, poco les había faltado para esposarme a la silla en la que estaba.
-¡Os prometo que yo no he hecho nada! Ya, sí, sé que eso es lo que diría una persona culpable, ¡pero también es lo que diría una persona inocente! ¿Vais a poder iros a la cama esta noche sabiendo que habéis encerrado a un inocente? Tíos, eso no mola, pero nada.- Me callé unos segundos, esperando que hubiera una respuesta de algún tipo, estaba solo en la habitación, pero con suerte habría alguien fuera o algún tipo de sistema de vigilancia-. También está la otra parte del problema y es que cuando me aburro puedo ser muy pesado, en serio, me da por hablar de cualquier cosa y no veas lo molesto que soy, eh… ¿De verdad os merece la pena aguantarme?
De nuevo, el silencio fue lo único que recibí como respuesta. Si no me apeteciese merodear un poco más por el edificio y el resto de pisos, saldría simplemente por la puerta o rompería alguna pared para escapar, pero dudo mucho que les apetezca conservarme como invitado si hiciera algo así. Eso y que entonces creerían que tienen la razón y que yo era quien causaba los disturbios y mi ego no iba a pasar por esa derrota, no señor.
Claude von Appetit


Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ajusto delicadamente la pajarita con ambas manos mientras tres personas me observan, curiosas. Revuelvo un poco mi flequillo, que está demasiado tenso, y me ajusto la cinta para sentir la tensión de la coleta. Nunca me ha puesto nervioso actuar delante del público, y desde luego esta no es una de estas veces, pero no habría esperado causar tanto revuelo sencillamente por haber ganado en tres máquinas tragaperras diferentes. Uno de los presentes es el dueño del casino, que se muestra francamente consternado mientras su guardaespaldas y una mujer vestida de crupier parecen más preocupados por aguantar sin un cigarro hasta el descanso. También llega una azafata con una bandeja, que me sonríe pícaramente y me tiende mi bebida: Un Bloody Claude, mi versión del Bloody Mary que reemplaza el jugo de tomate por zumo de cereza.
- Gracias. -Le lanzo un beso que finge atrapar con la mano y espero a que se retire para proseguir-: El secreto para que la máquina salte está en una combinación de suerte, observación y habilidad. Pero sobre todo estas dos últimas. -Doy un sorbo a mi bebida y la dejo en el reposavasos que todos los fracasados en otras máquinas usan para dejar paquetes de monedas-. Fijaos: Primero hay que darle cariño a la palanca, que no puedes dejar que esté fría. Lo ideal es que la sujetes con ambas manos y la masajees mínimamente para evitar que se melle; mucha gente ignora este detalle y luego hay accidentes. Solo necesitas asegurarte de que está preparada, notar esa tensión y hacer algún que otro movimiento lateral para tener claro que está en posición.
Compruebo que, efectivamente, la palanca cumple con todas las premisas que he descrito y se las voy señalando una a una, incidiendo con especial hincapié en el último paso ya que se trata del más importante.
- Ahora estamos listos para tirar de la palanca. A veces ejerce algo de resistencia, es normal, pero hay que llevarla hasta abajo y de vuelta hacia arriba. Igual toca darle dos veces, aunque depende de lo dura que esté la máquina esto podría ni siquiera hacer falta. Con esto hecho podemos pulsar este primer botón; ¿veis que no era accesible hasta que hemos tirado de la palanca? Aunque me sorprende que sea tan discreto, así no hay quien lo encuentre. Pero vaya, que le damos y ya suena cargadito; la máquina está lista para soltarnos todo, ahora solo queda... ¡Aquí está! Cortamos este cable para evitar que salte la alarma, y...
- Señor Appetit, así no se juega -dice finalmente la crupier.
- ¿Cómo que no? -pregunto-. He tirado de la palanca, pulsado el botón...
- ¿No le parece raro que haya una palanca justo ahí, y botones perfectamente a la vista?
- Soy un hombre de costumbres, me gusta usar mis propias herramientas -explico-. Además, tiene bastante pinta de endeble esa palanca; creo que si intentara abrir la caja con ella...
- ¡Es que no tiene que abrirla! ¿No le extraña ni un poco que haya una alarma ahí dentro?
- No. Los casinos tienen bastante mal perder; no les gusta que los hombres honrados ganemos unos pocos berries.
- Señor, esto es un negocio. No podemos permitir que...
- ¡Me abuuuuuurro! -canturreo mientras extraigo la caja-. Mira, he hecho esto más veces y creo que sé cómo funciona un casino mejor que vosotros. Así que si me permitís, quiero canjear todas estas monedas por algo de valor, por favor.
Tiendo la caja a la crupier, que parpadea varias veces. El dueño y el segurata se observan, y este último da un paso hacia mí.
- Ahora le traen sus cosas. ¿Le parece bien si lo acompaño a la sala de espera?
- Por fin me tratáis con el debido respeto -menciono-. Claro que sí. Pero me llevo mi Bloody Claude.
El hombre me guía con amabilidad por el intrincado laberinto de ludopatía que es el casino hasta unos pasillos completamente blancos. Hablamos del extraño gusto decorativo del hotel, de anécdotas en casinos y de cómo la vida en barco a veces puede ser demasiado ajetreada. De hecho, él solía ser un aventurero como yo hasta que le clavaron una flecha en la rodilla. O algo así, la verdad es que me aburre como una ostra cuando habla y me he inventado la mitad de sus respuestas.
- Pase por aquí.
Le doy las gracias y entro. En la sala hay una especie de adolescente que ha intentado afilar un cuchillo con la cara y un par de sillas. Espero que no sea el lugar donde graban sus pelis porno, porque no me motiva nada este compañero.
- Gracias. -Le lanzo un beso que finge atrapar con la mano y espero a que se retire para proseguir-: El secreto para que la máquina salte está en una combinación de suerte, observación y habilidad. Pero sobre todo estas dos últimas. -Doy un sorbo a mi bebida y la dejo en el reposavasos que todos los fracasados en otras máquinas usan para dejar paquetes de monedas-. Fijaos: Primero hay que darle cariño a la palanca, que no puedes dejar que esté fría. Lo ideal es que la sujetes con ambas manos y la masajees mínimamente para evitar que se melle; mucha gente ignora este detalle y luego hay accidentes. Solo necesitas asegurarte de que está preparada, notar esa tensión y hacer algún que otro movimiento lateral para tener claro que está en posición.
Compruebo que, efectivamente, la palanca cumple con todas las premisas que he descrito y se las voy señalando una a una, incidiendo con especial hincapié en el último paso ya que se trata del más importante.
- Ahora estamos listos para tirar de la palanca. A veces ejerce algo de resistencia, es normal, pero hay que llevarla hasta abajo y de vuelta hacia arriba. Igual toca darle dos veces, aunque depende de lo dura que esté la máquina esto podría ni siquiera hacer falta. Con esto hecho podemos pulsar este primer botón; ¿veis que no era accesible hasta que hemos tirado de la palanca? Aunque me sorprende que sea tan discreto, así no hay quien lo encuentre. Pero vaya, que le damos y ya suena cargadito; la máquina está lista para soltarnos todo, ahora solo queda... ¡Aquí está! Cortamos este cable para evitar que salte la alarma, y...
- Señor Appetit, así no se juega -dice finalmente la crupier.
- ¿Cómo que no? -pregunto-. He tirado de la palanca, pulsado el botón...
- ¿No le parece raro que haya una palanca justo ahí, y botones perfectamente a la vista?
- Soy un hombre de costumbres, me gusta usar mis propias herramientas -explico-. Además, tiene bastante pinta de endeble esa palanca; creo que si intentara abrir la caja con ella...
- ¡Es que no tiene que abrirla! ¿No le extraña ni un poco que haya una alarma ahí dentro?
- No. Los casinos tienen bastante mal perder; no les gusta que los hombres honrados ganemos unos pocos berries.
- Señor, esto es un negocio. No podemos permitir que...
- ¡Me abuuuuuurro! -canturreo mientras extraigo la caja-. Mira, he hecho esto más veces y creo que sé cómo funciona un casino mejor que vosotros. Así que si me permitís, quiero canjear todas estas monedas por algo de valor, por favor.
Tiendo la caja a la crupier, que parpadea varias veces. El dueño y el segurata se observan, y este último da un paso hacia mí.
- Ahora le traen sus cosas. ¿Le parece bien si lo acompaño a la sala de espera?
- Por fin me tratáis con el debido respeto -menciono-. Claro que sí. Pero me llevo mi Bloody Claude.
El hombre me guía con amabilidad por el intrincado laberinto de ludopatía que es el casino hasta unos pasillos completamente blancos. Hablamos del extraño gusto decorativo del hotel, de anécdotas en casinos y de cómo la vida en barco a veces puede ser demasiado ajetreada. De hecho, él solía ser un aventurero como yo hasta que le clavaron una flecha en la rodilla. O algo así, la verdad es que me aburre como una ostra cuando habla y me he inventado la mitad de sus respuestas.
- Pase por aquí.
Le doy las gracias y entro. En la sala hay una especie de adolescente que ha intentado afilar un cuchillo con la cara y un par de sillas. Espero que no sea el lugar donde graban sus pelis porno, porque no me motiva nada este compañero.

Ficha
- Glosario:
- Hamon: Haki de observación.
Habuso: Haki de armadura.
Harem: Haki del rey.
Calcetín: Kairoseki.
Claude: El puto amo.
- Número de banderas corregidas por Claude:
- El rincón de amigos de Claude:
- Rei Arslan escribió:Se llamaba Claude, y por su presentación, parecía bastante especial.

Dorito

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me dí por rendido ante la falta de respuesta. En la parte de atrás de mi cabeza empezaba a formarse aquel hormigueo, ese que me recordaba a mi vida anterior a la piratería. Si dejaba que mi mente dejase de estar activa, volvía a recordarlo todo. En este caso, los castigos de aislamiento. Todas esas horas muertas sin ningún estímulo. Cerré los ojos intentando calmarme y respiré profundamente, esto lo había tenido que aprender por mi propia cuenta. No podía ponerme a pensar en ello ahora mismo o me pondría mal. Me concentré entonces en la sensación de mi ropa contra la piel, como la tela de la camisa se me pegaba por el sudor que había empezado a salir cuando el estrés decidió hacer acto de presencia. Cuando la tela dejó de ser relevante, volví a centrarme en la respiración. Hinchaba el pecho, mantenía el aire unos segundos y luego lo soltaba de forma lenta, pero constante. A los minutos, dejé de sentir ese acto. Era automático, ritualístico incluso. La sensación era parecida a estar entumecido totalmente, había tenido que aprender a hacer esto para sobrevivir el tiempo entre combates. Las cicatrices mentales a veces eran más fuertes que las físicas. Entonces, en mitad de mi calma, empecé a notar algo extraño. No sabía decir que era exactamente, lo podría describir como una sensación ajena a mí, no la estaba creando yo para distraerme. Intenté concentrarme en ella, aunque algo me decía que ese mismo foco podría sacarme del estado zen en el que estaba y estropearlo todo. Intenté tomar un enfoque más suave, con delicadeza, siguiendo esa especie de tenue estela que de algún modo se estaba aproximando a esta sala. ¿Me estaba volviendo loco?
Me levanté de golpe en cuanto escuché la puerta abrirse, observando a quién entraba. Me sorprendió bastante ver a un chico, ¿era esto lo que sentía? Rápidamente olvidé aquella experiencia, al menos por ahora, cuando me fijé en su pelo, nunca había visto un pelo tan rojo. Antes de hablar lo miré detenidamente, iba bastante bien arreglado y tenía su pelo muy bien recogido, una cara muy bonita y un porte de “soy el mejor en todo”. Bueno, lo de arreglado podía ser muy relativo, la verdad es que si lo comparábamos conmigo, que iba con una camisa blanca medio dentro medio fuera del pantalón, pantalón que era tan sencillo como soso. Así que sí, igual mi percepción de lo que es ir recargado en la vestimenta no era muy fiable. El caso era que por fin había entrado alguien y no parecía haber entrado en contra de su voluntad a la sala de detenciones así que solo había una opción…
-¡Por fin! ¡Llevo por lo menos 5 minutos aquí dentro! ¿Habéis pillado ya al culpable? Retener a gente inocente en contra de su voluntad en una habitación sin ventanas ni entretenimiento podría considerarse secuestro, ¿sabes? Que no pasa nada, claro, soy pirata, no voy a juzgar eso. Lo que digo es que si me vais a secuestrar al menos me lo digáis para poder meterme en el papel, intentar escapar o algo porque si no, si intentase abrir un agujero en la pared o quemar la puerta, sería yo el descortés.
Me crucé de brazos entonces, realmente el hecho de seguir en el casino no era tanto para entretenerme sino porque había prometido portarme bien a mi tripulación. Es cierto que igual llevaba una racha muy mala de meterme en problemas en cada isla en la que ponía pie y aunque yo creo firmemente que eso es parte de la aventura, mi gente parecía estar un poco cansada de “La Aventura”. Así que sí, tocaba salir de esta situación mediante el diálogo y unas cuantas sonrisas. Casi que mejor corregirme.
-Eh… Lo de romper las paredes no iba en serio, qué va… Eh… ¿Puedo irme ya de esta habitación?
Me levanté de golpe en cuanto escuché la puerta abrirse, observando a quién entraba. Me sorprendió bastante ver a un chico, ¿era esto lo que sentía? Rápidamente olvidé aquella experiencia, al menos por ahora, cuando me fijé en su pelo, nunca había visto un pelo tan rojo. Antes de hablar lo miré detenidamente, iba bastante bien arreglado y tenía su pelo muy bien recogido, una cara muy bonita y un porte de “soy el mejor en todo”. Bueno, lo de arreglado podía ser muy relativo, la verdad es que si lo comparábamos conmigo, que iba con una camisa blanca medio dentro medio fuera del pantalón, pantalón que era tan sencillo como soso. Así que sí, igual mi percepción de lo que es ir recargado en la vestimenta no era muy fiable. El caso era que por fin había entrado alguien y no parecía haber entrado en contra de su voluntad a la sala de detenciones así que solo había una opción…
-¡Por fin! ¡Llevo por lo menos 5 minutos aquí dentro! ¿Habéis pillado ya al culpable? Retener a gente inocente en contra de su voluntad en una habitación sin ventanas ni entretenimiento podría considerarse secuestro, ¿sabes? Que no pasa nada, claro, soy pirata, no voy a juzgar eso. Lo que digo es que si me vais a secuestrar al menos me lo digáis para poder meterme en el papel, intentar escapar o algo porque si no, si intentase abrir un agujero en la pared o quemar la puerta, sería yo el descortés.
Me crucé de brazos entonces, realmente el hecho de seguir en el casino no era tanto para entretenerme sino porque había prometido portarme bien a mi tripulación. Es cierto que igual llevaba una racha muy mala de meterme en problemas en cada isla en la que ponía pie y aunque yo creo firmemente que eso es parte de la aventura, mi gente parecía estar un poco cansada de “La Aventura”. Así que sí, tocaba salir de esta situación mediante el diálogo y unas cuantas sonrisas. Casi que mejor corregirme.
-Eh… Lo de romper las paredes no iba en serio, qué va… Eh… ¿Puedo irme ya de esta habitación?
MrGourmett

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
— No he ro..ba..do na..da— Sora era llevado por un blanco pasillo hasta una habitación. Ahora comentan en el casino que han dicho que este le ha robado algunas personas sus monedas. A ver que tan real podía ser esto, Sora no podia moverse mucho mas rápido que un niño anciano. Casi lo llevaban arrastrado, pues sus movimientos lentos molestaban a los guardias que al final terminaron por creer que Sora solo se hacia el enfermo para robar en el casino a las personas.
Sora le había prometido a Ocho que no causaría problemas en esta isla, se supone que solamente se divertiría un poco tras el constante entrenamiento, mientras ella se quedaría en el barco para limpiarlo por completo. — Se..ño..res os ju..ro que no he ro..ba..do na..da— Sora intentaba desesperadamente darles a entender a los guardias que no había robado nada en absoluto, solo estaba ahí para divertirse, puede que sea un pirata pero tampoco tiene la necesidad de robar a cualquier sitio que fuese.
¨Esto es un desastre, no quiero usar la fuerza aquí, puede que haya marines o cazadores, Mierda que estresante es dejarse capturar por unos tontos más débiles¨ Los pensamientos llegaban a su mente mientras este era arrastrado por el pasillo hasta que por fin llegan a una puerta que uno de los guardias abre. Dentro de ella se encontraban dos chicos uno un poco mas al estilo de Sora, con ropa casual, ropa muy poco llamativa y cara de sonso, mientras el otro parecía un poco más elegante, pero era obvio que era criminal, porque pues, ¿Quien tiene el cabello tan rojo? solamente un criminal.
Sora es lanzado dentro de la habitación que no tiene ni un sola ventana. No era claustrofóbico ni nada por el estilo, pero estar encerrado en una habitación con dos hombres mas no era lo que pensaba cuando se refería a diversión. Sora miró a los chicos que se encontraban en la habitación con una mirada de ayuda. Aunque tras pensarlo bien, si estaban ahí es porque estos si habían cometido algún robo o agresión dentro del casino. Estos no iban a ser de ayuda.
— Ho..la, soy So..ra — Levantó lentamente una de sus manos en forma de saludo, esperando una respuesta de parte de los contrarios que se encontraban ¿Encarcelados? junto a el. Sora no se levantaba del piso, sino que se colocó bocabajo para ver por el espacio entre la puerta si había algún guardia fuera de la habitación para intentar escapar. Se podía decir que si era un criminal, pero la verdad es que no había robado nada en el casino y no sabía los expedientes de esas dos figuras que se encontraban junto a él.
— No soy la..drón... — Aclaró a los demás, para que entiendan que si ellos eran de esa calaña Sora no. Aunque da igual como lo vean, si se encuentra ahí es por que lo consideran un ladrón o algo parecido.
Sora le había prometido a Ocho que no causaría problemas en esta isla, se supone que solamente se divertiría un poco tras el constante entrenamiento, mientras ella se quedaría en el barco para limpiarlo por completo. — Se..ño..res os ju..ro que no he ro..ba..do na..da— Sora intentaba desesperadamente darles a entender a los guardias que no había robado nada en absoluto, solo estaba ahí para divertirse, puede que sea un pirata pero tampoco tiene la necesidad de robar a cualquier sitio que fuese.
¨Esto es un desastre, no quiero usar la fuerza aquí, puede que haya marines o cazadores, Mierda que estresante es dejarse capturar por unos tontos más débiles¨ Los pensamientos llegaban a su mente mientras este era arrastrado por el pasillo hasta que por fin llegan a una puerta que uno de los guardias abre. Dentro de ella se encontraban dos chicos uno un poco mas al estilo de Sora, con ropa casual, ropa muy poco llamativa y cara de sonso, mientras el otro parecía un poco más elegante, pero era obvio que era criminal, porque pues, ¿Quien tiene el cabello tan rojo? solamente un criminal.
Sora es lanzado dentro de la habitación que no tiene ni un sola ventana. No era claustrofóbico ni nada por el estilo, pero estar encerrado en una habitación con dos hombres mas no era lo que pensaba cuando se refería a diversión. Sora miró a los chicos que se encontraban en la habitación con una mirada de ayuda. Aunque tras pensarlo bien, si estaban ahí es porque estos si habían cometido algún robo o agresión dentro del casino. Estos no iban a ser de ayuda.
— Ho..la, soy So..ra — Levantó lentamente una de sus manos en forma de saludo, esperando una respuesta de parte de los contrarios que se encontraban ¿Encarcelados? junto a el. Sora no se levantaba del piso, sino que se colocó bocabajo para ver por el espacio entre la puerta si había algún guardia fuera de la habitación para intentar escapar. Se podía decir que si era un criminal, pero la verdad es que no había robado nada en el casino y no sabía los expedientes de esas dos figuras que se encontraban junto a él.
— No soy la..drón... — Aclaró a los demás, para que entiendan que si ellos eran de esa calaña Sora no. Aunque da igual como lo vean, si se encuentra ahí es por que lo consideran un ladrón o algo parecido.
Claude von Appetit


Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ruedo los ojos un poco desganado. Va extremadamente desarreglado, tiene una cicatriz que le cruza la cara y ojos verdes. Es bajito, ni guapo ni feo... Pero desarreglado. Su desgarbo no es particularmente molesto, pero no me interesa en absoluto y él parece estar de lleno en sus líneas. Cinco minutos esperando, atrapar al culpable, pero aun así pide que lo castiguen por pirata o algo así. Por lo menos mantiene las distancias, hasta cierto punto. No es algo que me apasione, pero supongo que puedo hacerlo; un papel es un papel, y la fama es la fama. Así pues, le doy un pellizco en el trasero.
- No, absolutamente nada -digo en voz alta, palpablemente incómodo. Me siento como si me hubiese tocado él a mí-. Lo siento mucho, pero si tú eres el entretenimiento de la sala de espera desde luego...
Tuerzo el gesto. La puerta se abre, pero no es la crupier con mis premios comprados en la tienda del casino sino un tipo un tanto extraño. Habla muy lento, tiene el cabello azul desaliñado y dos alas en la espalda. Parece un mejor partido que el morenito interesante, pero la forma en que habla es un tanto incómoda. Además, eso de tirarse en el suelo para mirar por la rendija de la puerta... Supongo que es útil, si lo que quieres es ver zapatos. En fin, supongo que tendré que explicarles cómo funciona esto a esos dos papanatas. Así por lo menos podré quedarme tranquilo en lo que me traen una máquina de palomitas, o un microondas. Por favor, que sea de los buenos.
- Ese truco es bueno, ¿pero sabes que hay otro mejor?
Le doy un toquecito con la pierna, esperando que se aparte o hacerlo rodar, y agarro el pomo con calma. Entonces la abro y me encuentro con dos personas, una a cada lado. La primera es un señor robusto e imponente, el otro es un hombre imponente y robusto. El de la derecha tiene una verruga junto a la nariz que parece una tercera fosa y melena larga, mientras que el de la izquierda lleva corte militar y va extremadamente arreglado. Con el traje parece más formal que el propio casino, de hecho. Ni siquiera el puño americano que se está colocando parece hacerlo ver más de la calle.
- Vale chicos, solo hay dos pero tienen pinta de dar un buen espectáculo -les comento-. Tú vas a por el feo, y tú a por el de las alas. -Se miran entre ellos, pero terminan entrando, y yo salgo-. En fin, yo os cubro desde aquí fuera, que estoy esperando un paquete.
Cierro la puerta detrás de mí. Espero que se lo pasen bien ahí dentro, aunque no tarda en abrirse de nuevo y me arrastran para dentro.
- ¿Tú eres tonto? ¡Quédate aquí, payaso!
Se van de nuevo. Qué mal servicio; no pienso volver. Pero al menos mientras no miraban les he robado la cartera.
- Yo sí soy un poco ladrón -confirmo-. Aunque no llevan nada interesante aquí, salvo las fotos de la familia. Dios santo, este niño necesita un endocrino. ¡Y esa señora un tratamiento contra la cirrosis! Aunque tampoco le mataría privarse del postre de vez en cuando, ¿no os parece? -les enseño la foto-. Igual tiene diabetes, o hipotiroidismo... Es una pena cuando se te acumulan tantas desgracias, ¿no?
- No, absolutamente nada -digo en voz alta, palpablemente incómodo. Me siento como si me hubiese tocado él a mí-. Lo siento mucho, pero si tú eres el entretenimiento de la sala de espera desde luego...
Tuerzo el gesto. La puerta se abre, pero no es la crupier con mis premios comprados en la tienda del casino sino un tipo un tanto extraño. Habla muy lento, tiene el cabello azul desaliñado y dos alas en la espalda. Parece un mejor partido que el morenito interesante, pero la forma en que habla es un tanto incómoda. Además, eso de tirarse en el suelo para mirar por la rendija de la puerta... Supongo que es útil, si lo que quieres es ver zapatos. En fin, supongo que tendré que explicarles cómo funciona esto a esos dos papanatas. Así por lo menos podré quedarme tranquilo en lo que me traen una máquina de palomitas, o un microondas. Por favor, que sea de los buenos.
- Ese truco es bueno, ¿pero sabes que hay otro mejor?
Le doy un toquecito con la pierna, esperando que se aparte o hacerlo rodar, y agarro el pomo con calma. Entonces la abro y me encuentro con dos personas, una a cada lado. La primera es un señor robusto e imponente, el otro es un hombre imponente y robusto. El de la derecha tiene una verruga junto a la nariz que parece una tercera fosa y melena larga, mientras que el de la izquierda lleva corte militar y va extremadamente arreglado. Con el traje parece más formal que el propio casino, de hecho. Ni siquiera el puño americano que se está colocando parece hacerlo ver más de la calle.
- Vale chicos, solo hay dos pero tienen pinta de dar un buen espectáculo -les comento-. Tú vas a por el feo, y tú a por el de las alas. -Se miran entre ellos, pero terminan entrando, y yo salgo-. En fin, yo os cubro desde aquí fuera, que estoy esperando un paquete.
Cierro la puerta detrás de mí. Espero que se lo pasen bien ahí dentro, aunque no tarda en abrirse de nuevo y me arrastran para dentro.
- ¿Tú eres tonto? ¡Quédate aquí, payaso!
Se van de nuevo. Qué mal servicio; no pienso volver. Pero al menos mientras no miraban les he robado la cartera.
- Yo sí soy un poco ladrón -confirmo-. Aunque no llevan nada interesante aquí, salvo las fotos de la familia. Dios santo, este niño necesita un endocrino. ¡Y esa señora un tratamiento contra la cirrosis! Aunque tampoco le mataría privarse del postre de vez en cuando, ¿no os parece? -les enseño la foto-. Igual tiene diabetes, o hipotiroidismo... Es una pena cuando se te acumulan tantas desgracias, ¿no?

Ficha
- Glosario:
- Hamon: Haki de observación.
Habuso: Haki de armadura.
Harem: Haki del rey.
Calcetín: Kairoseki.
Claude: El puto amo.
- Número de banderas corregidas por Claude:
- El rincón de amigos de Claude:
- Rei Arslan escribió:Se llamaba Claude, y por su presentación, parecía bastante especial.

Dorito

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Di un respingo cuando sentí el pellizco, mirándolo con los ojos muy abiertos. Me llevé una mano al trasero, como si de alguna forma pudiera haberme imaginado algo así. Mis mejillas no tardaron demasiado en ponerse del mismo color que del pelo del extraño y atrevido chico.
-¿Por qué has hecho eso?- Salté a la defensiva-. ¡Y no me hables como si hubiese sido idea mía lo del pellizco!
Me callé de golpe cuando volvió a abrirse la puerta, esperando que por fin se respondiese a alguna de mis dudas. Pero parecía que esta habitación estaba de moda ya que lo que se venía era otro compañero de celda. Este parecía un poco más raro, no tanto por las alas que tenía a la espalda, después de todo, Holly tenía unas incluso más impresionantes; sino porque no parecía tener intenciones de levantarse del suelo y además hablaba como muy lento. Quizá fuese un dialecto de algún sitio de este mar, ni idea. De algún modo, estaba siendo totalmente eclipsado tanto la… Extravagante personalidad del pelirrojo como por la calmada actitud del alado. Por eso, no pude reaccionar mucho cuando vi a los dos hombres entrar a la sala.
-Espera, ¿por qué soy yo el feo?- Los dos seguratas se encogieron de hombros y antes de contestar se percataron del pequeño engaño, trayéndolo de vuelta-. Vamos a ver, igual deberíamos centrar… A ver la foto, a ver.
Parpadeé un par de veces, mirando perplejo las fotos y escuchando las extrañas palabras que soltaba. No tenía ni idea de que era un endocrino y mucho menos esa cosa llamada hipotiroidismo, pero sonaban bastante mal. Asentí un poco, no queriendo que pareciera que estaba tan fuera de la conversación. Suspiré finalmente y me apoyé contra la pared del sitio, cruzando los brazos. Entonces fruncí el ceño, dándome cuenta de una cosa de lo más importante. ¿Por qué me estaba quejando de todo esto? Era más o menos lo que hacía con mi tripulación, supongo que esto era probar mi propia medicina. Solté una pequeña risa y miré a mis dos compañeros con una sonrisa.
-Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas, por cierto. ¡Yo también robo a veces! No se me da muy bien, soy más de pelear y tomar decisiones, el resto de cosas las lleva mi tripulación. ¿Vosotros quiénes sois? Me habéis caído bien, sois raritos. Aunque tú me hayas llamado feo sin ningún tipo de provocación por mi parte.
Le saqué la lengua entonces, había que conservar cierta dignidad aunque fuera.
-¿Por qué has hecho eso?- Salté a la defensiva-. ¡Y no me hables como si hubiese sido idea mía lo del pellizco!
Me callé de golpe cuando volvió a abrirse la puerta, esperando que por fin se respondiese a alguna de mis dudas. Pero parecía que esta habitación estaba de moda ya que lo que se venía era otro compañero de celda. Este parecía un poco más raro, no tanto por las alas que tenía a la espalda, después de todo, Holly tenía unas incluso más impresionantes; sino porque no parecía tener intenciones de levantarse del suelo y además hablaba como muy lento. Quizá fuese un dialecto de algún sitio de este mar, ni idea. De algún modo, estaba siendo totalmente eclipsado tanto la… Extravagante personalidad del pelirrojo como por la calmada actitud del alado. Por eso, no pude reaccionar mucho cuando vi a los dos hombres entrar a la sala.
-Espera, ¿por qué soy yo el feo?- Los dos seguratas se encogieron de hombros y antes de contestar se percataron del pequeño engaño, trayéndolo de vuelta-. Vamos a ver, igual deberíamos centrar… A ver la foto, a ver.
Parpadeé un par de veces, mirando perplejo las fotos y escuchando las extrañas palabras que soltaba. No tenía ni idea de que era un endocrino y mucho menos esa cosa llamada hipotiroidismo, pero sonaban bastante mal. Asentí un poco, no queriendo que pareciera que estaba tan fuera de la conversación. Suspiré finalmente y me apoyé contra la pared del sitio, cruzando los brazos. Entonces fruncí el ceño, dándome cuenta de una cosa de lo más importante. ¿Por qué me estaba quejando de todo esto? Era más o menos lo que hacía con mi tripulación, supongo que esto era probar mi propia medicina. Solté una pequeña risa y miré a mis dos compañeros con una sonrisa.
-Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas, por cierto. ¡Yo también robo a veces! No se me da muy bien, soy más de pelear y tomar decisiones, el resto de cosas las lleva mi tripulación. ¿Vosotros quiénes sois? Me habéis caído bien, sois raritos. Aunque tú me hayas llamado feo sin ningún tipo de provocación por mi parte.
Le saqué la lengua entonces, había que conservar cierta dignidad aunque fuera.
MrGourmett

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sora escuchó al chico presentarse, ¨¡Yor D. Krein! ¿D? ¨ Pensó, en algún momento había escuchado a su abuelo contarle acerca de ese apellido, los ¨D¨, no recuerda con exactitud lo que su abuelo contaba, pero sabe que tiene algo de interesante. Sora entra las manos en sus bolsillos y saca de ellos unas fichas.
¨¿Futuro Rey de los piratas?, esas si son ambiciones¨ Pensó Sora mientras se levantaba del piso para posteriormente sentarse, no había mucho mas que hacer ahí dentro, solo tenia que esperar para que se dieran cuenta que Sora no había robado nada en absoluto. Claro que existía la posibilidad de que Sora destroce la pared cuando quisiera, su fuerza era muy por encima de la que pudiera tener un skypiean normal.
No podía creer como aquel chico, sin mas sacó su lengua, no iba a dejar que el pelirrojo lo humillase, al menos no mas de lo que ya había hecho con ambos. Mientras esperaba que uno de los otros chicos hablara, Sora comenzó a pensar como podría salir de aquel sitio sin necesidad de dañar la pared, o la puerta, o algún guardia, eran demasiadas cosas a tomar en cuenta.
—Hay que sa..lir de aquí — Sora no quería hacer uso de su fuerza, además no trae armas, se supone que iba a divertirse, no había necesidad de ir armado o al menos eso es lo que Ocho le hizo entender a Sora. Aunque Sora intentaba ignorar al pelirrojo ya que es obvio que es alguien que aprovecharía cualquier oportunidad que tuviera en frente. Aun asi, ese hombre era difícil de ignorar, su pelo era tan rojo como la lava, su presencia hacia que lo miraran, aunque no quisieran.
—¿ Cu…al es tu nom…bre?— Preguntó Sora al pelirrojo, ya que este parecia alguien reconocido, o al menos eso aparentaba con su actitud. No habia una manera de expresarlo, Sora no conoce bien la actitud de los humanos, pero sabe que muchos de ellos aparentan ser algo que no son. Cuando Yor culminó de leer sus fichas, Sora las extendió hacia el otro chico, para que este tambien leyera sus fichas y sepa quien era nuestro joven pirata.
- Fichas:
Mi nombre es Ryuji Sora, tengo 19 años y soy un habitante de las islas del cielo.
Padezco bradicinesis extrema, lo que me impide moverme con facilidad ya que mis músculos están constantemente tensados.
No vine a buscar problemas, solo vine a divertirme
¨¿Futuro Rey de los piratas?, esas si son ambiciones¨ Pensó Sora mientras se levantaba del piso para posteriormente sentarse, no había mucho mas que hacer ahí dentro, solo tenia que esperar para que se dieran cuenta que Sora no había robado nada en absoluto. Claro que existía la posibilidad de que Sora destroce la pared cuando quisiera, su fuerza era muy por encima de la que pudiera tener un skypiean normal.
No podía creer como aquel chico, sin mas sacó su lengua, no iba a dejar que el pelirrojo lo humillase, al menos no mas de lo que ya había hecho con ambos. Mientras esperaba que uno de los otros chicos hablara, Sora comenzó a pensar como podría salir de aquel sitio sin necesidad de dañar la pared, o la puerta, o algún guardia, eran demasiadas cosas a tomar en cuenta.
—Hay que sa..lir de aquí — Sora no quería hacer uso de su fuerza, además no trae armas, se supone que iba a divertirse, no había necesidad de ir armado o al menos eso es lo que Ocho le hizo entender a Sora. Aunque Sora intentaba ignorar al pelirrojo ya que es obvio que es alguien que aprovecharía cualquier oportunidad que tuviera en frente. Aun asi, ese hombre era difícil de ignorar, su pelo era tan rojo como la lava, su presencia hacia que lo miraran, aunque no quisieran.
—¿ Cu…al es tu nom…bre?— Preguntó Sora al pelirrojo, ya que este parecia alguien reconocido, o al menos eso aparentaba con su actitud. No habia una manera de expresarlo, Sora no conoce bien la actitud de los humanos, pero sabe que muchos de ellos aparentan ser algo que no son. Cuando Yor culminó de leer sus fichas, Sora las extendió hacia el otro chico, para que este tambien leyera sus fichas y sepa quien era nuestro joven pirata.
Claude von Appetit


Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Saco un espejo de mano de mi bolsa y se lo pongo delante de la cara a Jordi. Confío en que lo entienda sin más explicaciones, pero cuando pasan unos instantes se lo comento igualmente.
- ¿No te parece suficiente provocación? -pregunto-. Deberías cuidarte un poco más esa piel, lavarte la cara de vez en cuando, intentar dormir un poco más por las noches y a ser posible evitar que te rajen la cara; suele dejar marcas bastante feas y no sanan. Como esa que te cruza por todo el entrecejo. ¿No ves que te deja una sombra por ahí que parece un poco pelusilla de señor de pueblo? El entrecejo debe cuidarse siempre, a nadie le gustan los hombres con una sola ceja. Las mujeres ya depende de la cultura, aunque también te digo...
Me percato de que el chico lento tiene un brazo extendido hacia mí, con una suerte de tarjeta. Con curiosidad -y algo excitado- la leo, tratando de pronunciar lentamente "bradicinesis" un par de veces, como si mágicamente eso fuese a hacer que se me ocurra una solución. De hecho se me ocurre, pero creo que lo mejor es patentarla antes de decir nada. Necesito una manguera y tres galletas con crema de chocolate.
- ¿Tenías planeado de antes meterte en problemas? -pregunto, con genuina curiosidad-. Parece una tarjeta de presentación muy específica. Aunque claro, siempre es mejor estar prevenido por si acabas cometiendo un asesinato o dos por eso del animus iocandi, ¿no? -En realidad no tengo ni idea de qué significa lo que acabo de decir, pero una vez conocí un abogado. Acabó por ahí colgado, pero esa es una historia para otro momento-. Al fin y al cabo si es de broma no cuenta.
Sigo cotilleando la cartera del guardia. Tiene dinero, algunas fotos, un vale por dos aguacates gratis en la tienda del casino... Por fin encuentro algo de valor, vaya. Con eso puedo pagar la entrada para un galeón nuevo. La verdad es que el precio de los aguacates es un tema del que también debería hablar algún día, pero entiendo que la gente esté dispuesta a pagar cualquier precio por una buena comida.
- Supongo que no puedo seguir ocultando mi identidad más tiempo. -Con un tirón al esmoquin me lo arranco de pleno, dejando a la vista unos vaqueros negros ajustados, una camisa color burdeos medio abierta y bastante holgada al estilo pirata y un chaquetón de dimensiones incoherentes que no debería caber dentro del esmoquin... Pero cupo, por cosas que prefiero no contar-. Mi nombre es Claude von Appetit, Rey de los piratas, conquistador de los océanos celestes, navegador del mar vertical, señor del barco volador, mejor espada del mundo y el hombre de vuestros sueños... -Guiño un ojo a Sora-. Y de los de todo el mundo, para qué mentir. -Hago una pausa dramática-. Ahora entiendo por qué dos prometedores piratas han entrado a la sala de espera mientras mis premios están de camino, pero quiero que sepáis que espero mucho de vosotros si realmente pretendéis estar a la altura del puesto de subcapitán. En cualquier caso, bienvenidos a los Fancy Cock Pirates.
Estoy seguro de que han mencionado algo más y no lo estoy teniendo en cuenta del todo, pero no pasa nada. Pellizco el trasero de Jordi otra vez.
- Es que no hay manera -protesto-. ¿Podrías hacer un poco de sentadilla de vez en cuando? Nos van a hacer muchas fotos de espaldas mientras huimos con el botín durante nuestras aventuras y no quiero que se hagan la idea equivocada.
- ¿No te parece suficiente provocación? -pregunto-. Deberías cuidarte un poco más esa piel, lavarte la cara de vez en cuando, intentar dormir un poco más por las noches y a ser posible evitar que te rajen la cara; suele dejar marcas bastante feas y no sanan. Como esa que te cruza por todo el entrecejo. ¿No ves que te deja una sombra por ahí que parece un poco pelusilla de señor de pueblo? El entrecejo debe cuidarse siempre, a nadie le gustan los hombres con una sola ceja. Las mujeres ya depende de la cultura, aunque también te digo...
Me percato de que el chico lento tiene un brazo extendido hacia mí, con una suerte de tarjeta. Con curiosidad -y algo excitado- la leo, tratando de pronunciar lentamente "bradicinesis" un par de veces, como si mágicamente eso fuese a hacer que se me ocurra una solución. De hecho se me ocurre, pero creo que lo mejor es patentarla antes de decir nada. Necesito una manguera y tres galletas con crema de chocolate.
- ¿Tenías planeado de antes meterte en problemas? -pregunto, con genuina curiosidad-. Parece una tarjeta de presentación muy específica. Aunque claro, siempre es mejor estar prevenido por si acabas cometiendo un asesinato o dos por eso del animus iocandi, ¿no? -En realidad no tengo ni idea de qué significa lo que acabo de decir, pero una vez conocí un abogado. Acabó por ahí colgado, pero esa es una historia para otro momento-. Al fin y al cabo si es de broma no cuenta.
Sigo cotilleando la cartera del guardia. Tiene dinero, algunas fotos, un vale por dos aguacates gratis en la tienda del casino... Por fin encuentro algo de valor, vaya. Con eso puedo pagar la entrada para un galeón nuevo. La verdad es que el precio de los aguacates es un tema del que también debería hablar algún día, pero entiendo que la gente esté dispuesta a pagar cualquier precio por una buena comida.
- Supongo que no puedo seguir ocultando mi identidad más tiempo. -Con un tirón al esmoquin me lo arranco de pleno, dejando a la vista unos vaqueros negros ajustados, una camisa color burdeos medio abierta y bastante holgada al estilo pirata y un chaquetón de dimensiones incoherentes que no debería caber dentro del esmoquin... Pero cupo, por cosas que prefiero no contar-. Mi nombre es Claude von Appetit, Rey de los piratas, conquistador de los océanos celestes, navegador del mar vertical, señor del barco volador, mejor espada del mundo y el hombre de vuestros sueños... -Guiño un ojo a Sora-. Y de los de todo el mundo, para qué mentir. -Hago una pausa dramática-. Ahora entiendo por qué dos prometedores piratas han entrado a la sala de espera mientras mis premios están de camino, pero quiero que sepáis que espero mucho de vosotros si realmente pretendéis estar a la altura del puesto de subcapitán. En cualquier caso, bienvenidos a los Fancy Cock Pirates.
Estoy seguro de que han mencionado algo más y no lo estoy teniendo en cuenta del todo, pero no pasa nada. Pellizco el trasero de Jordi otra vez.
- Es que no hay manera -protesto-. ¿Podrías hacer un poco de sentadilla de vez en cuando? Nos van a hacer muchas fotos de espaldas mientras huimos con el botín durante nuestras aventuras y no quiero que se hagan la idea equivocada.

Ficha
- Glosario:
- Hamon: Haki de observación.
Habuso: Haki de armadura.
Harem: Haki del rey.
Calcetín: Kairoseki.
Claude: El puto amo.
- Número de banderas corregidas por Claude:
- El rincón de amigos de Claude:
- Rei Arslan escribió:Se llamaba Claude, y por su presentación, parecía bastante especial.

Dorito

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Enfoqué la mirada en el espejo, fijándome en las cosas que decía. No me hería mucho lo que decía, algunas cosas eran inevitables. Si pudiese dormir más por la noche, simplemente lo haría, no hacía falta ser ningún genio para caer en ello, pero la mayoría de las noches las pesadillas eran demasiado. Y el consejo de evitar laceraciones era uno que ya tenía en cuenta día a día, siempre era algo a tener en mente. Sin embargo, cuando mencionó lo de mi entrecejo decidí hacer más caso y con el dedo índice a modo de mechero, prendí una llama ahí, quemando el pelo que hubiera en esa zona. Sonreí orgulloso delante del espejo, asintiendo un par de veces; había sido de utilidad al final.
No respondí a las palabras del pelirrojo porque nuestra atención se desvió con la tarjeta de presentación del chico alado. Sinceramente, solo leí la primera frase ya que no pude evitar soltar un jadeo de sorpresa al ver lo de las islas del cielo. Me puse cara a cara con Sora y le cogí de los hombros, agitándolo para delante y para detrás.
-¡¿Hay islas en el cielo?! ¡¿Por qué nadie me ha dicho nada hasta ahora?!- Lo suelto entonces, no queriendo marearlo y hacer que me vomite encima-. ¿Podrías llevarme algún día? O darme un mapa, cualquier opción me vale. ¿Sabrá la tierra de las islas del cielo a nube? Espera… ¡¿A qué saben las nubes?! ¡Hay tantas opciones!
Sorprendentemente, salí de mi estupor por algo aún más increíble. El tal Claude se había quitado la ropa para dar paso a otra ropa que tenía debajo. ¿Era algo que solía hacer o por algún motivo había pensado que hoy era un buen día para hacerlo? Mi cerebro decidió ignorar el hecho de que en ningún momento la ropa de debajo había hecho bulto y simplemente me dejé llevar por la emoción de la presentación hasta que escuche lo del rey de los piratas. Me puse aún más pálido de lo que ya era, como si hubiera visto un fantasma y entonces me puse delante del pelirrojo, pero justo cuando fui a hablar, volvió a hacer lo del pellizco, provocando que diera un pequeño saltito en el sitio.
-¡Oye! ¿A qué viene lo de las sentadillas? Me ejercito mucho y…- Sacudí con la cabeza, centrándome-. ¿Eso de que eres el rey de los piratas es cierto? No ha salido en los periódicos, ¿has encontrado el One Piece? No puede ser, se habría sabido, ¿verdad? Y no puedo entrar a tu banda, ¡ya tengo una! ¡Pero si resulta que llego tarde, no tiene ningún sentido ya!
Me crucé de brazos, mirando a otro lado. No solo era posible que la persona que tenía delante me hubiera adelantado en mi sueño, sino que además tenía un nombre de banda pirata mucho mejor que el mío. ¿Cómo se le había ocurrido? Ojalá hubiera una profesión de nombrador oficial de bandas pirata, así podría recurrir a un reputado profesional y que me aconsejase.
No respondí a las palabras del pelirrojo porque nuestra atención se desvió con la tarjeta de presentación del chico alado. Sinceramente, solo leí la primera frase ya que no pude evitar soltar un jadeo de sorpresa al ver lo de las islas del cielo. Me puse cara a cara con Sora y le cogí de los hombros, agitándolo para delante y para detrás.
-¡¿Hay islas en el cielo?! ¡¿Por qué nadie me ha dicho nada hasta ahora?!- Lo suelto entonces, no queriendo marearlo y hacer que me vomite encima-. ¿Podrías llevarme algún día? O darme un mapa, cualquier opción me vale. ¿Sabrá la tierra de las islas del cielo a nube? Espera… ¡¿A qué saben las nubes?! ¡Hay tantas opciones!
Sorprendentemente, salí de mi estupor por algo aún más increíble. El tal Claude se había quitado la ropa para dar paso a otra ropa que tenía debajo. ¿Era algo que solía hacer o por algún motivo había pensado que hoy era un buen día para hacerlo? Mi cerebro decidió ignorar el hecho de que en ningún momento la ropa de debajo había hecho bulto y simplemente me dejé llevar por la emoción de la presentación hasta que escuche lo del rey de los piratas. Me puse aún más pálido de lo que ya era, como si hubiera visto un fantasma y entonces me puse delante del pelirrojo, pero justo cuando fui a hablar, volvió a hacer lo del pellizco, provocando que diera un pequeño saltito en el sitio.
-¡Oye! ¿A qué viene lo de las sentadillas? Me ejercito mucho y…- Sacudí con la cabeza, centrándome-. ¿Eso de que eres el rey de los piratas es cierto? No ha salido en los periódicos, ¿has encontrado el One Piece? No puede ser, se habría sabido, ¿verdad? Y no puedo entrar a tu banda, ¡ya tengo una! ¡Pero si resulta que llego tarde, no tiene ningún sentido ya!
Me crucé de brazos, mirando a otro lado. No solo era posible que la persona que tenía delante me hubiera adelantado en mi sueño, sino que además tenía un nombre de banda pirata mucho mejor que el mío. ¿Cómo se le había ocurrido? Ojalá hubiera una profesión de nombrador oficial de bandas pirata, así podría recurrir a un reputado profesional y que me aconsejase.
MrGourmett

Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¨¿Que si existen islas en el cielo? ¿Acaso los humanos desconocen nuestras islas?¨ Pensaba Sora mientras el chico le hacia preguntas sin parar ¨¿A que saben las nubes? ¿Quien querria comerse las nubes?¨ Este chico era verdaderamente gracioso pero si de algo Sora está seguro es que el tiene un espiritu de aventura como ninguno, se puede escuchar en sus palabras, en cada expresión suya se daba a entender. Por otra parte, el pelirrojo, se hacia llamar el Rey de los piratas, pero era obvio que era un titulo autoproclamado. Si bien es cierto que Sora no está enterado de gran parte de las cosas que suceden en el vasto mar, era evidente que una noticia como esta llegaria a sus oidos en algun momento.
En su corto pero divertido viaje por el mar, Sora se ha topado con Marines, Piratas, Mercaderes, Delincuentes, y hasta cazadores, y pero aun asi jamas habia escuchado aquello del Rey de los piratas y mucho menos habia escuchado el nombre Claude Von Appetit. —Nun..ca ha..bia es..cu..cha..do tu nom..bre — Objetó Sora mientras miraba con recelo al pelirrojo — No se que ti..tu..lo es ese pe..ro es..toy se..gu..ro que no lo os..ten..tas tú— Sora se sintió un poco incomodo, si bien es verdad que convertirse en el Rey de los piratas no es su sueño, es un titulo que se escucha verdaderamente poderoso, lo que ayudaria a que tanto Skypiea como los Skypieans sean reconocidos y renombrados.
— En cu..an..to a ti, si pu..e..do dar..te un ma..pa, es so..lo que, no nos en..con..tra..mos en la ru..ta ma..ri..ti..ma in..di..ca..da, de..be..ri..as na..ve..gar has..ta El Ca..mi..no del Rey, vi..si..tar Ja..ya y mi..rar ha..ci..a el ci..e..lo. — Tras esto Sora se levantó, tras haber hablado tanto se sentia incomodo, no le gustaba hablar, pero no traia consigo sus cuadernos para poder escribir, se encontraba en una situación de lo mas incomoda y se veia a simple vista, necesita o mejor dicho, necesitaban salir de alli lo mas pronto posible. Tres piratas, en una habitación cerrada, esa ecuación se reduce a ¨PROBLEMAS¨ pensó de inmediato nuestro joven pirata.
En su corto pero divertido viaje por el mar, Sora se ha topado con Marines, Piratas, Mercaderes, Delincuentes, y hasta cazadores, y pero aun asi jamas habia escuchado aquello del Rey de los piratas y mucho menos habia escuchado el nombre Claude Von Appetit. —Nun..ca ha..bia es..cu..cha..do tu nom..bre — Objetó Sora mientras miraba con recelo al pelirrojo — No se que ti..tu..lo es ese pe..ro es..toy se..gu..ro que no lo os..ten..tas tú— Sora se sintió un poco incomodo, si bien es verdad que convertirse en el Rey de los piratas no es su sueño, es un titulo que se escucha verdaderamente poderoso, lo que ayudaria a que tanto Skypiea como los Skypieans sean reconocidos y renombrados.
— En cu..an..to a ti, si pu..e..do dar..te un ma..pa, es so..lo que, no nos en..con..tra..mos en la ru..ta ma..ri..ti..ma in..di..ca..da, de..be..ri..as na..ve..gar has..ta El Ca..mi..no del Rey, vi..si..tar Ja..ya y mi..rar ha..ci..a el ci..e..lo. — Tras esto Sora se levantó, tras haber hablado tanto se sentia incomodo, no le gustaba hablar, pero no traia consigo sus cuadernos para poder escribir, se encontraba en una situación de lo mas incomoda y se veia a simple vista, necesita o mejor dicho, necesitaban salir de alli lo mas pronto posible. Tres piratas, en una habitación cerrada, esa ecuación se reduce a ¨PROBLEMAS¨ pensó de inmediato nuestro joven pirata.
Claude von Appetit


Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- ¿No lo sabías? -pregunto con curiosidad-. Ahí es donde se encuentra Raftel, más allá del mar vertical, flotando entre nubes.
Tiene cierta gracia porque uno de ellos habla muy deprisa, pero el otro extremadamente despacio. De hecho, en cuanto termino de escuchar el "ca" ya he podido completar su frase que, obviamente, es "nunca habría soñado con conocerte". Me cuesta seguirle el ritmo mientras habla, pero todo lo que dice a partir de ahí seguramente sea alguna clase de halago al que la gente del cielo está acostumbrada, aunque aquí no. ¿Debería ser educado y agradecérselo de alguna forma? No, creo que no. Al fin y al cabo sería una ofensa; él está agradecido por mi presencia aquí y tener el honor de conocerme; sería injusto para él darle las gracias como si sintiera que su admiración es inmerecida. Porque, de hecho, no lo es.
- ¡Has dado en el clavo, muchacho! -lo animo-. Efectivamente soy yo, Claude von Appetit, y desde luego no es un sueño. Soy de carne y hueso, aunque mi carne está un poco mejor de forma que otras. -Miro al chaval moreno de nuevo, esta vez con más seriedad-. ¿De verdad crees que te estás ejercitando lo suficiente? No puedes tener un estándar tan bajo si quieres ser mi subcapitán, así que quizá deberías mejorar lo que sea que haces para entrenar.
Suspiro ante sus preguntas con una sonrisa. Hace tiempo que nadie me cuestionaba de esa forma; me recuerda a los buenos tiempos de Arik, cuando trataba de matarme a cada rato. Era un hombre muy comprometido con los contratos de su secta de asesinos, aunque eso nunca fue un impedimento para que luego me pidiese que le preparase muffins de pera. Era un hombre peculiar, aunque todo el mundo en aquella tripulación lo era. Ah, sí, la primera generación de los Fancy Cock Pirates era... Casi perfecta. Solo faltaba que Momojiro no se estuviese escaqueando cada diez minutos para pervertir a alguna menor y ya habría sido ideal.
- Está bien, ya que te empeñas te contaré mi historia -comienzo, sentándome en una de las sillas-. La era de mi reinado comenzó en un momento en el que tú todavía no habías nacido. Más allá de este tiempo, en una época en que el Gobierno Mundial y la Marina aún no se habían disuelto. -Es la primera vez que digo esto en voz alta, y tengo la sensación de que me van a tomar por loco-. Solía ser capitán de una fiera tripulación entre los que estaban Lysbeth Ardian, la gran pirata, y Ivan Markov, uno de los mejores organizadores de cumpleaños infantiles que nunca he conocido. Con ellos elevé mi pendón en lo más alto de Marineford y domé Reyes Marinos para alcanzar las extrañas islas de Merveille. También recluté a Nassor, el ciervo, y juntos asaltamos uno de los grandes cuarteles marines del Grand Line. Pero nuestro momento llegó cuando Dark Satou, un antiguo marine hecho pirata, nos ayudó a llegar más allá del mar vertical y alcanzar la última isla del camino, oculta entre las nubes. -Se me escapa una lagrimilla-. Estábamos delante del gran tesoro, a apenas unos metros de reclamarlo, pero Dark nos traicionó y tras derrotarlo abandonamos. Quizá es por eso que no ha salido en los periódicos; porque aún está todo allí; y ojalá se le atragante al rufián que lo encuentre.
Un escalofrío recorre mi espalda de golpe. Quizá los recuerdos de un tiempo pasado o una reclamación por copyright, pero termino con un pequeño nudo en la garganta.
- El título de Rey de los piratas no es algo que puedas heredar; ni siquiera lo alcanzas con el One Piece. Necesitas que te reconozcan como tal. -Abrazo al peliazul por el hombro-. Por eso es tan importante que jovencitos como tú confíen en mi leyenda.
Tiene cierta gracia porque uno de ellos habla muy deprisa, pero el otro extremadamente despacio. De hecho, en cuanto termino de escuchar el "ca" ya he podido completar su frase que, obviamente, es "nunca habría soñado con conocerte". Me cuesta seguirle el ritmo mientras habla, pero todo lo que dice a partir de ahí seguramente sea alguna clase de halago al que la gente del cielo está acostumbrada, aunque aquí no. ¿Debería ser educado y agradecérselo de alguna forma? No, creo que no. Al fin y al cabo sería una ofensa; él está agradecido por mi presencia aquí y tener el honor de conocerme; sería injusto para él darle las gracias como si sintiera que su admiración es inmerecida. Porque, de hecho, no lo es.
- ¡Has dado en el clavo, muchacho! -lo animo-. Efectivamente soy yo, Claude von Appetit, y desde luego no es un sueño. Soy de carne y hueso, aunque mi carne está un poco mejor de forma que otras. -Miro al chaval moreno de nuevo, esta vez con más seriedad-. ¿De verdad crees que te estás ejercitando lo suficiente? No puedes tener un estándar tan bajo si quieres ser mi subcapitán, así que quizá deberías mejorar lo que sea que haces para entrenar.
Suspiro ante sus preguntas con una sonrisa. Hace tiempo que nadie me cuestionaba de esa forma; me recuerda a los buenos tiempos de Arik, cuando trataba de matarme a cada rato. Era un hombre muy comprometido con los contratos de su secta de asesinos, aunque eso nunca fue un impedimento para que luego me pidiese que le preparase muffins de pera. Era un hombre peculiar, aunque todo el mundo en aquella tripulación lo era. Ah, sí, la primera generación de los Fancy Cock Pirates era... Casi perfecta. Solo faltaba que Momojiro no se estuviese escaqueando cada diez minutos para pervertir a alguna menor y ya habría sido ideal.
- Está bien, ya que te empeñas te contaré mi historia -comienzo, sentándome en una de las sillas-. La era de mi reinado comenzó en un momento en el que tú todavía no habías nacido. Más allá de este tiempo, en una época en que el Gobierno Mundial y la Marina aún no se habían disuelto. -Es la primera vez que digo esto en voz alta, y tengo la sensación de que me van a tomar por loco-. Solía ser capitán de una fiera tripulación entre los que estaban Lysbeth Ardian, la gran pirata, y Ivan Markov, uno de los mejores organizadores de cumpleaños infantiles que nunca he conocido. Con ellos elevé mi pendón en lo más alto de Marineford y domé Reyes Marinos para alcanzar las extrañas islas de Merveille. También recluté a Nassor, el ciervo, y juntos asaltamos uno de los grandes cuarteles marines del Grand Line. Pero nuestro momento llegó cuando Dark Satou, un antiguo marine hecho pirata, nos ayudó a llegar más allá del mar vertical y alcanzar la última isla del camino, oculta entre las nubes. -Se me escapa una lagrimilla-. Estábamos delante del gran tesoro, a apenas unos metros de reclamarlo, pero Dark nos traicionó y tras derrotarlo abandonamos. Quizá es por eso que no ha salido en los periódicos; porque aún está todo allí; y ojalá se le atragante al rufián que lo encuentre.
Un escalofrío recorre mi espalda de golpe. Quizá los recuerdos de un tiempo pasado o una reclamación por copyright, pero termino con un pequeño nudo en la garganta.
- El título de Rey de los piratas no es algo que puedas heredar; ni siquiera lo alcanzas con el One Piece. Necesitas que te reconozcan como tal. -Abrazo al peliazul por el hombro-. Por eso es tan importante que jovencitos como tú confíen en mi leyenda.

Ficha
- Glosario:
- Hamon: Haki de observación.
Habuso: Haki de armadura.
Harem: Haki del rey.
Calcetín: Kairoseki.
Claude: El puto amo.
- Número de banderas corregidas por Claude:
- El rincón de amigos de Claude:
- Rei Arslan escribió:Se llamaba Claude, y por su presentación, parecía bastante especial.

Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|