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Todo esto comenzó hace unas tres semanas, cuando mientras charlábamos, le comenté a Sowon que me encantaría poder ver y comenzar a trabajar de cazarrecompensas como ella. Entonces ella me dijo que ella llevaba meses queriendo mejorar su vista y que sabía un lugar donde podrían implantarnos unos ojos biónicos. Le pregunté que eran esos ojos y me explico que eran unos ojos artificiales, que permitían ver a los ciegos o mejorar la vista a los que ya veían.
A la semana llegamos a la isla donde Sowon dijo que nos iban a implantar los ojos, al desembarcar esta me guío hasta un local, donde una voz nos informó que tenía varios tipos de ojos biónicos que nos podría implantar. Yo elegí unos que permitían enfocar a 1 quilómetro de distancia, ver durante la noche o en zonas oscuras y sobre todo me iban a permitir ver, que era lo que más me importaba. Por su parte Sowon eligió los ojos que más le convenían.
Ya habían pasado dos semanas desde la cirugía era el día en el cual me debía quitar la venda de los ojos, esos nuevos ojos que me habían implantado, los cuales me iban a permitir ver por primera vez a Sowon y ese mundo en el que había nacido. "Ojalá hubiese sabido sobre esto cuando vivía con mis padres... ojalá los hubiese conocido..." pensé con nostalgia mientras me llevaba las manos a la cara y agarraba la venda.
Al quitarme la venda, primero estuve unos segundos con los ojos cerrados, hasta que sin pensar abrí los ojos. Esto me provoco un susto al principió, ya que era la primera vez que no veía todo negro y si veía que estaba en una habitación sin ventanas y una única puerta, al lado había una cama donde se encontraba lo que parecía una joven morena, esta aún dormía. "¿Esta chica debe ser Sowon?" pensé con curiosidad para luego empezar a observarme a mi mismo, primero me miré las manos, los brazos, el trozo que tenía tapado, ya que aún portaba las ropas que me había creado Sowon, ocultando mi naturaleza. "Cuando estemos fuera de peligro... quiero ver mis alas, a ver si son tan hermosas como decía mi madre..." pensé al recordar que Sowon me había comentado que esta isla era peligrosa, ya que estaba dominada por mafiosos, aún así mis ansias por poder ver el mundo me hacían asumir cualquier peligro.
Cuando ya habían pasado unos minutos que me había quitado la venda cuando intente ponerme de pie, perdiendo el equilibrio al mirar al suelo. La perdida de equilibrio me hizo tener que sentarme en la cama de golpe, hasta que pasaron unos minutos y pude levantarme e ir a coger una larga arma enfundada, que intuí que era mi oodachi.
A la semana llegamos a la isla donde Sowon dijo que nos iban a implantar los ojos, al desembarcar esta me guío hasta un local, donde una voz nos informó que tenía varios tipos de ojos biónicos que nos podría implantar. Yo elegí unos que permitían enfocar a 1 quilómetro de distancia, ver durante la noche o en zonas oscuras y sobre todo me iban a permitir ver, que era lo que más me importaba. Por su parte Sowon eligió los ojos que más le convenían.
Ya habían pasado dos semanas desde la cirugía era el día en el cual me debía quitar la venda de los ojos, esos nuevos ojos que me habían implantado, los cuales me iban a permitir ver por primera vez a Sowon y ese mundo en el que había nacido. "Ojalá hubiese sabido sobre esto cuando vivía con mis padres... ojalá los hubiese conocido..." pensé con nostalgia mientras me llevaba las manos a la cara y agarraba la venda.
Al quitarme la venda, primero estuve unos segundos con los ojos cerrados, hasta que sin pensar abrí los ojos. Esto me provoco un susto al principió, ya que era la primera vez que no veía todo negro y si veía que estaba en una habitación sin ventanas y una única puerta, al lado había una cama donde se encontraba lo que parecía una joven morena, esta aún dormía. "¿Esta chica debe ser Sowon?" pensé con curiosidad para luego empezar a observarme a mi mismo, primero me miré las manos, los brazos, el trozo que tenía tapado, ya que aún portaba las ropas que me había creado Sowon, ocultando mi naturaleza. "Cuando estemos fuera de peligro... quiero ver mis alas, a ver si son tan hermosas como decía mi madre..." pensé al recordar que Sowon me había comentado que esta isla era peligrosa, ya que estaba dominada por mafiosos, aún así mis ansias por poder ver el mundo me hacían asumir cualquier peligro.
Cuando ya habían pasado unos minutos que me había quitado la venda cuando intente ponerme de pie, perdiendo el equilibrio al mirar al suelo. La perdida de equilibrio me hizo tener que sentarme en la cama de golpe, hasta que pasaron unos minutos y pude levantarme e ir a coger una larga arma enfundada, que intuí que era mi oodachi.
Sowon
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Si algo le gustaba de lidiar con mafiosos era que pagaban bastante bien por cazar rivales, los bajos mundos eran un hervidero donde toda cabeza cotizaba alto por solo una mala mirada y eso era justo lo que necesitaría para recuperar el dinero que se había gastado en mejorar sus ojos. Su cirugía al contrario que la del moreno no había sido tan tortuosa, solo era mejorar algo ya existente en cambio para Rai era un proceso de reconstrucción y reemplazo total de la zona la cual a causa de la ceguera era riesgoso mantener por miedo a que le volviese a surgir en un futuro cosa que sería un desperdicio de dinero.
La mujer no tuvo impedimentos en mejorar su arma, deseaba a alguien que pudiese valerse por sí mismo y mejorase sin ella tener que hacer de niñera. Las semanas posteriores a recibir el implante Sowon se dedicó a probar sus nuevos ojos con la costura mientras esperaba a que Rai estuviese listo para moverse. Había también algo más, de camino a la isla y sin informarlo había trabajado en su nueva espada la cual llevaba en la cintura y estaba ansiosa por estrenar saboreando la sangre de alguien.
—Veo que ha despertado Señor Rai, le sugiero no haga movimientos bruscos hasta acostumbrarse a los nuevos estímulos que invaden su cuerpo. Es un placer vernos realmente las caras, y no me hubiera gustado que se perdiese el bautismo de mi acero... esta espada es algo especial para mí.—
La voz de la mujer ingresó desde la puerta, surgiendo de las sombras con su piel inmaculadamente blanca, sus ojos grises que no mostraban signos de ser antinaturales y su kimono negro, junto a la vaina de su espada cayendo por su cintura. La herrera desenvainó la espada, lentamente, asegurando que la luz acariciara las marcas del damasco en la misma y moviendo con una destreza envidiable a la misma para que al cortar el aire se apreciara el sonido de un filo hambriento.
—¿Qué le parece? Mi belleza, mi arte, el ver como luce un arma pidiendo un poco de sangre para saciar su sed... Espero no haberle decepcionado, por cierto me tomé la molestia de dejar su Oodachi digna. Considere eso un pago por lo de la otra vez...—
Sowon decidió envainar su espada y llevar su calabaza a la boca para beber un poco de agua. Sus ojos parecieron reducir el tamaño de su iris al ver la Oodachi, su empuñadura estaba en perfecto estado tras su tratamiento y la nueva tela le daría un agarre firme. El resto de la hoja había sido pulido y reparado mientras Rai estaba en recuperación, no le sorprendería si el lunario sentía esa arma como algo completamente distinto y reconfortante tras haber estado luchando con una versión maltratsda por la interperie durante tanto tiempo.
La mujer no tuvo impedimentos en mejorar su arma, deseaba a alguien que pudiese valerse por sí mismo y mejorase sin ella tener que hacer de niñera. Las semanas posteriores a recibir el implante Sowon se dedicó a probar sus nuevos ojos con la costura mientras esperaba a que Rai estuviese listo para moverse. Había también algo más, de camino a la isla y sin informarlo había trabajado en su nueva espada la cual llevaba en la cintura y estaba ansiosa por estrenar saboreando la sangre de alguien.
—Veo que ha despertado Señor Rai, le sugiero no haga movimientos bruscos hasta acostumbrarse a los nuevos estímulos que invaden su cuerpo. Es un placer vernos realmente las caras, y no me hubiera gustado que se perdiese el bautismo de mi acero... esta espada es algo especial para mí.—
La voz de la mujer ingresó desde la puerta, surgiendo de las sombras con su piel inmaculadamente blanca, sus ojos grises que no mostraban signos de ser antinaturales y su kimono negro, junto a la vaina de su espada cayendo por su cintura. La herrera desenvainó la espada, lentamente, asegurando que la luz acariciara las marcas del damasco en la misma y moviendo con una destreza envidiable a la misma para que al cortar el aire se apreciara el sonido de un filo hambriento.
—¿Qué le parece? Mi belleza, mi arte, el ver como luce un arma pidiendo un poco de sangre para saciar su sed... Espero no haberle decepcionado, por cierto me tomé la molestia de dejar su Oodachi digna. Considere eso un pago por lo de la otra vez...—
Sowon decidió envainar su espada y llevar su calabaza a la boca para beber un poco de agua. Sus ojos parecieron reducir el tamaño de su iris al ver la Oodachi, su empuñadura estaba en perfecto estado tras su tratamiento y la nueva tela le daría un agarre firme. El resto de la hoja había sido pulido y reparado mientras Rai estaba en recuperación, no le sorprendería si el lunario sentía esa arma como algo completamente distinto y reconfortante tras haber estado luchando con una versión maltratsda por la interperie durante tanto tiempo.
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Estaba llegando a la espada con pasos lentos y toscos, cuando de golpe escuche la voz de Sowon, giré la cabeza para mirar la mujer que estaba acostada durmiendo al lado, pero no había sido ella. Entonces surgió de la oscuridad de la puerta una bella mujer de pelo moreno, ojos grises y tez pálida, desenvainando una hermosa katana, la observe con tanta determinación que sin querer active el enfoque de mis ojos y la vi tan de cerca que pude ver las marcas del afilado del damasco, incluso de las pequeñas puntadas de unión de la tela de la empuñadura. Con esfuerzo retiré la vista y volví a enfocar a cierta distancia. "Esto va muy bien, pero me va a llevar un tiempo dominarlo, voy a tener que ir con cuidado por ahora...." pensé.
- Pues la verdad que es una hermosa katana ideal para una hermosa mujer como usted señora Sowon, es un placer poder verla por fin.- le dije con total sinceridad mientras miraba a Sowon a la cara y sonreía amistosamente. Luego miré la Oodachi, a simple vista no vi diferencias, puesto que nunca la había visto, pero al agarrar el mango, noté las modificaciones de las que Sowon hablaba.
Igual que ella desenvaine la espada lentamente para no golpear nada al sacar de su funda la larga katana. -Realmente se nota diferente, el mango se hace más a mi mano y no resbala tanto.- moví la katana con suaves y cortos movimientos, para no golpear nada. -Y esto hace que no sea tan forzado moverla, puedo dejar de centrarme en el agarre y centrarme más en la fuerza de los movimientos.- envaine la oodachi con un suave movimiento. - Muchas gracias otra vez señorita Sowon, no me debía nada, mejor dicho le debo yo más a usted.
- Gracias a usted, ahora puedo ver por donde estoy caminando y sobre todo las caras de las voces que antes solo escuchaba. Para usted será poca cosa, pero para alguien como yo que ha estado 16 años guiándose por su oído o su tacto, esto es un avance enorme. Muchas gracias otra vez.- le dije de corazón, Rai era un tipo tímido, pero sabía agradecer las cosas, y no se le caían los anillos por ello.
- Por cierto, me gustaría ir a dar una vuelta y ver la ciudad en la que estamos, ¿me haría el favor de acompañarme y hacerme de guía?- le pregunté empezando a caminar con pasos cada vez menos toscos, llegando a su altura y con una sonrisa de agradecimiento decirle. - Me dijo que esta ciudad estaba repleta de criminales, ¿no? ¿le apetece una cacería?
Sin esperar respuesta, salí por la puerta. Ya conocía a Sowon para saber que no había algo que quisiera más que una cacería y sacar un buen montón de dinero.
- Pues la verdad que es una hermosa katana ideal para una hermosa mujer como usted señora Sowon, es un placer poder verla por fin.- le dije con total sinceridad mientras miraba a Sowon a la cara y sonreía amistosamente. Luego miré la Oodachi, a simple vista no vi diferencias, puesto que nunca la había visto, pero al agarrar el mango, noté las modificaciones de las que Sowon hablaba.
Igual que ella desenvaine la espada lentamente para no golpear nada al sacar de su funda la larga katana. -Realmente se nota diferente, el mango se hace más a mi mano y no resbala tanto.- moví la katana con suaves y cortos movimientos, para no golpear nada. -Y esto hace que no sea tan forzado moverla, puedo dejar de centrarme en el agarre y centrarme más en la fuerza de los movimientos.- envaine la oodachi con un suave movimiento. - Muchas gracias otra vez señorita Sowon, no me debía nada, mejor dicho le debo yo más a usted.
- Gracias a usted, ahora puedo ver por donde estoy caminando y sobre todo las caras de las voces que antes solo escuchaba. Para usted será poca cosa, pero para alguien como yo que ha estado 16 años guiándose por su oído o su tacto, esto es un avance enorme. Muchas gracias otra vez.- le dije de corazón, Rai era un tipo tímido, pero sabía agradecer las cosas, y no se le caían los anillos por ello.
- Por cierto, me gustaría ir a dar una vuelta y ver la ciudad en la que estamos, ¿me haría el favor de acompañarme y hacerme de guía?- le pregunté empezando a caminar con pasos cada vez menos toscos, llegando a su altura y con una sonrisa de agradecimiento decirle. - Me dijo que esta ciudad estaba repleta de criminales, ¿no? ¿le apetece una cacería?
Sin esperar respuesta, salí por la puerta. Ya conocía a Sowon para saber que no había algo que quisiera más que una cacería y sacar un buen montón de dinero.
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La herrera sonrió no tanto por los halagos si no porque sentía que el joven le estaba en deuda de verdad, lo que simbolizaba el inicio de una relación de negocios bastante productiva a futuro. Suspiró pensando en la juventud del Lunario y lo mucho que ahora debería aprender, por suerte, junto a ella estaría acostumbrado a adaptarse de forma rápida por lo que no tendría que hacer un curso para cazador aunque quizás le vendría bien aprender a leer algo que no fuese braille o lo que sea que estuviera adaptado a hacer antes.
—La ciudad es muy compleja, ahora mismo estamos en el sector más urbanizado y tecnológico cuyas edificaciones son un arte de la modernidad. Si lo que busca es una caza tengo unas presas perfectas en el sector más pobre de la región, un mafioso de diez millones y su secuaz un traficante de drogas que vale menos de un millón. Aunque las cosas son sencillas, primero iremos por el traficante, suele tener una ruta muy marcada por los barrios pobres del sector industrial. Le torturaremos para obtener información del más gordo, nos aseguraremos de exprimirle hasta la última gota de sangre antes de matarlo. Luego, dependiendo que nos pueda decir veremos como atacar al de los diez millones en su momento más vulnerable. No será sencillo, se rumorea que ha hecho una gran fortuna con las drogas y tiene a muchos guardias, buchones y personas compradas por dinero. Debemos asegurarnos de torturar al traficante en una zona aislada y oculta...—
La mujer habló reduciendo distancias con el moreno y haciendo que su voz fuese un susurro apenas audible, necesitaba asegurarse de que nadie escuchase la totalidad del plan y si escuchaban algo fuese tan confuso para no emboscarlos. Sowon tenía en mente estrenar su espada con ese mafioso de diez millones, pero no estaba mal un aperitivo rápido antes del gran golpe y tampoco podría darse el lujo de dejarle escapar al enterarse de que alguien estaba tras él. Por eso había conseguido la información sobre uno de sus dealers de confianza, el más veterano y el que reclutaba a otros en los barrios bajos pero que mantenía una recompensa baja al sobornar a las pocas autoridades o bandas rivales que le acosaran.
—Saldremos por la puerta trasera, he planificado una ruta que nos llevará al corazón de los barrios pobres, ahí fingiremos ser una víctima más... debes fingir que me estás golpeando, vaya... si un golpe se te escapa mucho mejor pero no uses toda tu fuerza o podrías destrozarme... yo me ocupo de los sonidos de dolor y del ruido me he preparado con una armadura de tela debajo de este kimono y he endurecido las telas por lo que hasta una palmada suena fuerte...—
La mujer palmeó levemente su hombro aunque el ruido producido debido a las telas superpuestas pareció el de una alfombra que se azotaba con fuerzas para sacudir el polvo, la idea era utilizar esto para engañar al dealer y que viera en Rai un posible comprador. Además la mujer tenía pensado que al ser vista como una víctima el hombre no se daría cuenta sobre el hecho de que en un descuido podía modificar las ropas de su oponente para incapacitarlo, con sus nuevos ojos la velocidad en la que podía tejer sin sacarse un dedo era endemoniada. Llegaron a la zona industrial, los cuerpos de drogadictos y trabajadores tosiendo invadían las veredas mientras ambos cazadores caminaban, entonces Sowon tiró del brazo de Rai para indicar que iniciara aquella actuación, sin perder el tiempo lanzó unos gritos para llamar la atención mientras sus dedos sujetaban las agujas listas para lanzarse contra el dealer apenas les hubiera seguido el acto.
—La ciudad es muy compleja, ahora mismo estamos en el sector más urbanizado y tecnológico cuyas edificaciones son un arte de la modernidad. Si lo que busca es una caza tengo unas presas perfectas en el sector más pobre de la región, un mafioso de diez millones y su secuaz un traficante de drogas que vale menos de un millón. Aunque las cosas son sencillas, primero iremos por el traficante, suele tener una ruta muy marcada por los barrios pobres del sector industrial. Le torturaremos para obtener información del más gordo, nos aseguraremos de exprimirle hasta la última gota de sangre antes de matarlo. Luego, dependiendo que nos pueda decir veremos como atacar al de los diez millones en su momento más vulnerable. No será sencillo, se rumorea que ha hecho una gran fortuna con las drogas y tiene a muchos guardias, buchones y personas compradas por dinero. Debemos asegurarnos de torturar al traficante en una zona aislada y oculta...—
La mujer habló reduciendo distancias con el moreno y haciendo que su voz fuese un susurro apenas audible, necesitaba asegurarse de que nadie escuchase la totalidad del plan y si escuchaban algo fuese tan confuso para no emboscarlos. Sowon tenía en mente estrenar su espada con ese mafioso de diez millones, pero no estaba mal un aperitivo rápido antes del gran golpe y tampoco podría darse el lujo de dejarle escapar al enterarse de que alguien estaba tras él. Por eso había conseguido la información sobre uno de sus dealers de confianza, el más veterano y el que reclutaba a otros en los barrios bajos pero que mantenía una recompensa baja al sobornar a las pocas autoridades o bandas rivales que le acosaran.
—Saldremos por la puerta trasera, he planificado una ruta que nos llevará al corazón de los barrios pobres, ahí fingiremos ser una víctima más... debes fingir que me estás golpeando, vaya... si un golpe se te escapa mucho mejor pero no uses toda tu fuerza o podrías destrozarme... yo me ocupo de los sonidos de dolor y del ruido me he preparado con una armadura de tela debajo de este kimono y he endurecido las telas por lo que hasta una palmada suena fuerte...—
La mujer palmeó levemente su hombro aunque el ruido producido debido a las telas superpuestas pareció el de una alfombra que se azotaba con fuerzas para sacudir el polvo, la idea era utilizar esto para engañar al dealer y que viera en Rai un posible comprador. Además la mujer tenía pensado que al ser vista como una víctima el hombre no se daría cuenta sobre el hecho de que en un descuido podía modificar las ropas de su oponente para incapacitarlo, con sus nuevos ojos la velocidad en la que podía tejer sin sacarse un dedo era endemoniada. Llegaron a la zona industrial, los cuerpos de drogadictos y trabajadores tosiendo invadían las veredas mientras ambos cazadores caminaban, entonces Sowon tiró del brazo de Rai para indicar que iniciara aquella actuación, sin perder el tiempo lanzó unos gritos para llamar la atención mientras sus dedos sujetaban las agujas listas para lanzarse contra el dealer apenas les hubiera seguido el acto.
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Como ya sabía, la señorita Sowon no tardó en salir detrás mío, lo que me hizo sonreír levemente, no porqué supiese manipularla, únicamente porqué empezaba a conocerla bien y sabía que podría ser una muy buena compañía para obtener mis objetivos primarios, los cuales era hacer dinero, para luego conseguir unas nuevas Oodachis, en las cuales tenía decidido insertar los huesos de mis familiares, y un traje que me permitiese pasar desapercibido, hasta que me volviese lo suficiente fuerte como para protegerme de cualquier enemigo.
Su experiencia como exploradora y cazadora, también era algo que me llamaba la atención, pero más que como una maestra, la veía como una compañera más experimentada, de la que podría aprender muchísimas cosas. Y esta no tardó en darme la razón, ya que empezó a explicarme la situación de la ciudad donde nos encontrábamos, además de que ya le había echado el ojo a nuestro próximo objetivo, los cuales eran un mafioso de 10 millones y su secuaz de medio millón de berries.
La estrategia de Sowon, en un principio me pareció buena, pero luego dándole vueltas, empecé a no entender muy bien como vernos discutir iba a hacerle pensar al traficante que podríamos ser compradores pero bueno, decidí que en ese punto ya improvisaría algo, por ejemplo recriminarle de haberme prometido una mercancía que no me había traído.
Ya fuera de la clínica, mi estomago empezó a rugir con gran fuerza, la verdad es que no sabía cuanto tiempo hacía que no había probado bocado, pero con toda mi suerte, vi pasar una bicicleta conducida por un chico con una gran maleta en la espalda, la cual parecía estar rota, porqué al girar bruscamente una esquina, delante nuestro, salió disparado un paquete, que cayó a nuestros pies.
"Hoy es mi día..." pensé al agacharme agarrar el paquete y ver que esté estaba lleno de alitas de pollo rebozado. Sin pensármelo agarre una alita y la empecé a devorar, si sabor no era exquisito, pero no estaba nada mal, comparado con la comida que había comido últimamente.
Cuando acabe de comerme las alitas, llegamos a un lugar, donde había mucha gente tirada por los suelos o si estaban de pie se movían de forma extraña como si estuviese mareados. -¿Que les pasa a esta...- fui a preguntarle a Sowon, pero esta me dio un tirón de ropa y empezó a lanzar alaridos de auxilio. "Esta debe ser la señal" pensé mientras la mirada y tardando un momento, la agarre del kimono y levantándola a mi altura le empecé a gritar.
- ¡¿Dónde esta la mercancía que te pedí?! ¡Me estás tomando el pelo, ¿Con quien crees que estas haciendo tratos? Yo no estoy para aguantar tonterías!- Le grité mientras la zarandeaba, para acabar lanzándola con suavidad contra el suelo y amenazándola. -¡Ahora ves y tráeme al droga que te pedí, recuerda que se donde vives!
Su experiencia como exploradora y cazadora, también era algo que me llamaba la atención, pero más que como una maestra, la veía como una compañera más experimentada, de la que podría aprender muchísimas cosas. Y esta no tardó en darme la razón, ya que empezó a explicarme la situación de la ciudad donde nos encontrábamos, además de que ya le había echado el ojo a nuestro próximo objetivo, los cuales eran un mafioso de 10 millones y su secuaz de medio millón de berries.
La estrategia de Sowon, en un principio me pareció buena, pero luego dándole vueltas, empecé a no entender muy bien como vernos discutir iba a hacerle pensar al traficante que podríamos ser compradores pero bueno, decidí que en ese punto ya improvisaría algo, por ejemplo recriminarle de haberme prometido una mercancía que no me había traído.
Ya fuera de la clínica, mi estomago empezó a rugir con gran fuerza, la verdad es que no sabía cuanto tiempo hacía que no había probado bocado, pero con toda mi suerte, vi pasar una bicicleta conducida por un chico con una gran maleta en la espalda, la cual parecía estar rota, porqué al girar bruscamente una esquina, delante nuestro, salió disparado un paquete, que cayó a nuestros pies.
"Hoy es mi día..." pensé al agacharme agarrar el paquete y ver que esté estaba lleno de alitas de pollo rebozado. Sin pensármelo agarre una alita y la empecé a devorar, si sabor no era exquisito, pero no estaba nada mal, comparado con la comida que había comido últimamente.
Cuando acabe de comerme las alitas, llegamos a un lugar, donde había mucha gente tirada por los suelos o si estaban de pie se movían de forma extraña como si estuviese mareados. -¿Que les pasa a esta...- fui a preguntarle a Sowon, pero esta me dio un tirón de ropa y empezó a lanzar alaridos de auxilio. "Esta debe ser la señal" pensé mientras la mirada y tardando un momento, la agarre del kimono y levantándola a mi altura le empecé a gritar.
- ¡¿Dónde esta la mercancía que te pedí?! ¡Me estás tomando el pelo, ¿Con quien crees que estas haciendo tratos? Yo no estoy para aguantar tonterías!- Le grité mientras la zarandeaba, para acabar lanzándola con suavidad contra el suelo y amenazándola. -¡Ahora ves y tráeme al droga que te pedí, recuerda que se donde vives!
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Tener a Rai como aliado era bastante interesante, su altura imponía respeto aunque este no lo pudiera notar, al ser levantada pudo ver algunos rostros perplejos y otros ojos bien abiertos observando todo el teatro. La herrera aprovechó el momento para colocar un par de agujas de coser entre sus dientes y al ser arrojada pinchar su labio inferior con estas, un poco de sangre nunca venía mal para dramatizar la caída, de hecho le resultó perfecto para que a los pocos segundos un sujeto vestido de traje gris apareciera rondando la zona y al contemplar al gigante gritar por drogas acercarse a este para tratar de calmarlo. Al parecer el pequeño aprendiz de gánster todavía no aprendía a no fiarse de todo lo que viese, más cuando le dio la espalda a la mujer quien utilizando las agujas que había escondido en su boca y su propia fruta para crear telas cosió a una velocidad casi imperceptible ambas piernas del pantalón de aquel hombre sin hacer más sonido que el típico de una mujer recuperándose de una caída.
—Yo puedo brindarte mejores drogas que esta zorra, mejor vamos a un lugar más privado para que pueda mostrarte la mejor mercancía del lugar.—
El hombre se dispuso a avanzar hacia el costado, sintiendo sus piernas chocar entre sí y cayendo al tratar de avanzar enredado por sus propias piernas, la mujer se levantó sacudiendo el polvo de su kimono mientras con un pañuelo limpiaba sus labios aunque no negaría que el sabor de su sangre era bastante embriagante sería mejor mantener las apariencias frente a toda esa gentuza drogada de los alrededores. Sonrió mientras avanzaba al mafioso colocando uno de sus pies en la espalda del mismo para evitar que este pudiera escapar de alguna manera.
—Buen trabajo señor Rai, ayúdeme a cargarlo hasta una zona alejada y procederemos a exprimir hasta la última gota de información. No debería subestimar a una sastre incluso cuando parece estar en el suelo... pueden hacer maravillas con un poco de tiempo y espacio...—
La mujer bebió un poco de agua mientras esperaba que Rai cargase al mafioso quien ya estaba bastante indefenso contra ellos dos, armados y en un barrio que cualquiera podría matarle si este revelaba su identidad como hombre de confianza de aquel mafioso que les había conducido a una vida tan lamentable en manos de las adicciones y la pobreza. Caminó por las calles laberínticas mientras comprobaba el rostro de su sujeto de pruebas con el del cartel, buscando con sus nuevos ojos algún indicio de que fuese un doble o alguien pagado, para su fortuna era el hombre de medio millón que estaban pescando. Finalmente llegaron a una pequeña casilla abandonada, cuyo candado Sowon consiguió abrir con una llave vieja y sutilmente abrió la chapa de metal conduciendo a Rai al interior de lo que sería su cuarto de juegos por algunas horas, dejaría al lunario iniciar el interrogatorio y usar cualquier medio que viese necesario. Debería aprender, ella no estaría siempre con él para guiarle y sería un peligro que fallase o se delatase simplemente por estar acostumbrado a tener a alguien guiándole de la mano como si fuese un infante.
—Yo puedo brindarte mejores drogas que esta zorra, mejor vamos a un lugar más privado para que pueda mostrarte la mejor mercancía del lugar.—
El hombre se dispuso a avanzar hacia el costado, sintiendo sus piernas chocar entre sí y cayendo al tratar de avanzar enredado por sus propias piernas, la mujer se levantó sacudiendo el polvo de su kimono mientras con un pañuelo limpiaba sus labios aunque no negaría que el sabor de su sangre era bastante embriagante sería mejor mantener las apariencias frente a toda esa gentuza drogada de los alrededores. Sonrió mientras avanzaba al mafioso colocando uno de sus pies en la espalda del mismo para evitar que este pudiera escapar de alguna manera.
—Buen trabajo señor Rai, ayúdeme a cargarlo hasta una zona alejada y procederemos a exprimir hasta la última gota de información. No debería subestimar a una sastre incluso cuando parece estar en el suelo... pueden hacer maravillas con un poco de tiempo y espacio...—
La mujer bebió un poco de agua mientras esperaba que Rai cargase al mafioso quien ya estaba bastante indefenso contra ellos dos, armados y en un barrio que cualquiera podría matarle si este revelaba su identidad como hombre de confianza de aquel mafioso que les había conducido a una vida tan lamentable en manos de las adicciones y la pobreza. Caminó por las calles laberínticas mientras comprobaba el rostro de su sujeto de pruebas con el del cartel, buscando con sus nuevos ojos algún indicio de que fuese un doble o alguien pagado, para su fortuna era el hombre de medio millón que estaban pescando. Finalmente llegaron a una pequeña casilla abandonada, cuyo candado Sowon consiguió abrir con una llave vieja y sutilmente abrió la chapa de metal conduciendo a Rai al interior de lo que sería su cuarto de juegos por algunas horas, dejaría al lunario iniciar el interrogatorio y usar cualquier medio que viese necesario. Debería aprender, ella no estaría siempre con él para guiarle y sería un peligro que fallase o se delatase simplemente por estar acostumbrado a tener a alguien guiándole de la mano como si fuese un infante.
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Al principio no tenía esperanzas de que el plan funcionase, ya que no conocía realmente como funcionaba la sociedad y cualquier valiente caballeroso podría meterse en medio de esa falsa discusión con Sowon. Pero por suerte, el plan funcionó a la perfección porque el hombre trajeado no tardó en acercase, y poniéndose entre nosotros, dándole la espalda a Sowon, me ofreció drogas justo lo que esperábamos y saliendo todo mejor de lo imaginado.
- De acuerdo, yo le sigo.- Le dije siguiéndole el rollo, pero imaginando que esté no se podría mover, ya que seguro que Sowon había hecho de las suyas. Y no me equivocaba, el hombre al intentar caminar cayó de cabeza al suelo, esté estaba atado a su propio traje. Sin esperar un momento, me agache y lo agarre del traje como si fuese una bolsa de la compra que pesaba 80 kg.
- Espero que el traje soporte el peso de este tipo - dije mientras empezaba a caminar por la calle alejándome de la zona, mientras buscaba un lugar más tranquilo, sin tantos drogadictos por la zona, como por ejemplo una fabrica abandonada o algo similar.
No llevábamos ni 5 minutos caminando, que llegamos a la zona más oculta y abandonada del polígono industrial, donde se encontraban los viejos edificios y fabricas abandonadas. "Este es el lugar ideal, aquí estaremos tranquilos y ocultos de miradas indiscretas." pensé algo que pareció pensar también Sowon que me señalo una pequeña casa abandonada, en la cual entramos después de que esta abriese el candado. Ya dentro de la casa, nos dirigimos hacía el salón la habitación más amplia que había en la casa, y donde había varias sillas que podríamos utilizar.
Lance al sujeto al suelo, para luego sacar mi Oodachi y con un sutil movimiento cortar el traje de arriba a bajo. - Será mejor que salgas de ahí y te sientes en esa silla.- le dije al individuo mientras lo señalaba con la espada. Este siguió mis ordenes mientras protestaba con que no entendía que queríamos de él, que era un pequeño traficante sin más. Sin hacerle caso, agarre su traje y rompiéndolo cree 4 tiras de tela, con las que le até los brazos y las piernas a la silla, quedando estás primeras sobre los reposa manos.
- Déjate de dramas y dime para quien trabajas. Como tu dices un simple traficante como tu, debe trabajar para alguien mayor. - le empecé a decir mientras me ponía en cuclillas frente a él. La verdad es que ya sabíamos para quien trabajaba, pero eso a él no le interesaba. Esté como bien delincuente, dijo que no trabajaba para nadie a lo que sin decir nada, le agarre uno de los dedos de la mano izquierda y se lo rompí sin titubear, lo que provoco que esté empezase a gritar como loco.
- O empiezas a decirme para quien trabajas y donde esta este y su mercancía o te rompo todos los dedos.- le dije para hacerle creer que éramos otra banda rival, que solo pretendía hacerse con su mercancía.
- De acuerdo, yo le sigo.- Le dije siguiéndole el rollo, pero imaginando que esté no se podría mover, ya que seguro que Sowon había hecho de las suyas. Y no me equivocaba, el hombre al intentar caminar cayó de cabeza al suelo, esté estaba atado a su propio traje. Sin esperar un momento, me agache y lo agarre del traje como si fuese una bolsa de la compra que pesaba 80 kg.
- Espero que el traje soporte el peso de este tipo - dije mientras empezaba a caminar por la calle alejándome de la zona, mientras buscaba un lugar más tranquilo, sin tantos drogadictos por la zona, como por ejemplo una fabrica abandonada o algo similar.
No llevábamos ni 5 minutos caminando, que llegamos a la zona más oculta y abandonada del polígono industrial, donde se encontraban los viejos edificios y fabricas abandonadas. "Este es el lugar ideal, aquí estaremos tranquilos y ocultos de miradas indiscretas." pensé algo que pareció pensar también Sowon que me señalo una pequeña casa abandonada, en la cual entramos después de que esta abriese el candado. Ya dentro de la casa, nos dirigimos hacía el salón la habitación más amplia que había en la casa, y donde había varias sillas que podríamos utilizar.
Lance al sujeto al suelo, para luego sacar mi Oodachi y con un sutil movimiento cortar el traje de arriba a bajo. - Será mejor que salgas de ahí y te sientes en esa silla.- le dije al individuo mientras lo señalaba con la espada. Este siguió mis ordenes mientras protestaba con que no entendía que queríamos de él, que era un pequeño traficante sin más. Sin hacerle caso, agarre su traje y rompiéndolo cree 4 tiras de tela, con las que le até los brazos y las piernas a la silla, quedando estás primeras sobre los reposa manos.
- Déjate de dramas y dime para quien trabajas. Como tu dices un simple traficante como tu, debe trabajar para alguien mayor. - le empecé a decir mientras me ponía en cuclillas frente a él. La verdad es que ya sabíamos para quien trabajaba, pero eso a él no le interesaba. Esté como bien delincuente, dijo que no trabajaba para nadie a lo que sin decir nada, le agarre uno de los dedos de la mano izquierda y se lo rompí sin titubear, lo que provoco que esté empezase a gritar como loco.
- O empiezas a decirme para quien trabajas y donde esta este y su mercancía o te rompo todos los dedos.- le dije para hacerle creer que éramos otra banda rival, que solo pretendía hacerse con su mercancía.
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Laa mujer sonrió mientras observaba el accionar y bebía agua mojando sus labios como si saborease aquel momento de intimidad entre dos cazadores y una presa. El hombre era necio como todos, estaban adoctrinados, pagados o drogados solo el miedo a la muerte podía hacerles hablar y pese al dolor se mantenía firme. Tenía un precio por su cabeza, era el orgullo de todo pirata o criminal el hecho de ser buscado, conocido e incluso algunos eran entrenados a base de tortura para no revelarse temerosos de un castigo peor.
—De verdad, un criminal de medio millón no me parece un simple traficante menor... Usted puede salvar a una familia de la quiebra con tan solo su cabeza.—
La mujer avanzó con un porte majestuoso, digno y sereno pese a que sus ojos demostraban que se estaba impacientando dado a que su espada deseaba la sangre del pez gordo y reclamaba una presa. Lentamente la katana fue desenvainada, haciendo que el sonido de su filo inundase la habitación con una melodía perturbafora la cual anunciaba que algo terrible estaba por suceder. El mafioso tembló al ver la espada y más al sentir esta probar su cuello, abriendo una herida que permitió a su sangre impregnarse en la hoja con tan solo una mínima presión.
—E-El Don... vive en la zona rica de la ciudad, bajo un complejo de apartamentos. Tiene mucha seguridad es muy paranoico dado a que recientemente escapó de los legionarios y estos subieron el precio por su cabeza. Contrató dos samurais de un pais lejano como guardias, además de toda su seguridad privada.—
—Oh, eso hace las cosas más interesantes... Temo que si usted no tiene una ruta de ingreso no nos sirve de nada. Pero conservaremos su cabeza, nos puede ser de utilidad para burlar la seguridad del lugar.—
Con un rápido movimiento la mujer limpió la sangre de su katana y la guardó. Ese insecto no era digno de ser decapitado por tal obra de arte, sin embargo sería una buena iniciación para que Rai supiera como matar y cortar una cabeza sin causarle demasiados daños. La presencia de dos guardias junto a la seguridad privada y el espacio oculto era una combinación letal para un ataque frontal.
La mujer meditó las opciones para llegar a su objetivo, necesitarían una distracción que les permitiese entrar, a lo mejor convencer con la mercancía del hombre a algunos parias de la sociedad.
—Señor Rai, obtenga la ubicación de su mercancia. Vamos a necesitarla, de ahora en más deberemos hacer ciertas maniobras para llegar a nuestro objetivo en la mejor condición posible.—
El camino sería largo y peligroso, no le importaba darlo todo por el dinero, incluso si ese criminal escapaba los mercenarios podrían ser valioso. No importaba la cabeza si el dinero llegaba a ser el mismo estaría dispuesta a dejar marchar al Don, después de todo puede que hubiera escuchado la conversación y estuviera de camino a otra isla dejando a sus guardias para matarlos.
—De verdad, un criminal de medio millón no me parece un simple traficante menor... Usted puede salvar a una familia de la quiebra con tan solo su cabeza.—
La mujer avanzó con un porte majestuoso, digno y sereno pese a que sus ojos demostraban que se estaba impacientando dado a que su espada deseaba la sangre del pez gordo y reclamaba una presa. Lentamente la katana fue desenvainada, haciendo que el sonido de su filo inundase la habitación con una melodía perturbafora la cual anunciaba que algo terrible estaba por suceder. El mafioso tembló al ver la espada y más al sentir esta probar su cuello, abriendo una herida que permitió a su sangre impregnarse en la hoja con tan solo una mínima presión.
—E-El Don... vive en la zona rica de la ciudad, bajo un complejo de apartamentos. Tiene mucha seguridad es muy paranoico dado a que recientemente escapó de los legionarios y estos subieron el precio por su cabeza. Contrató dos samurais de un pais lejano como guardias, además de toda su seguridad privada.—
—Oh, eso hace las cosas más interesantes... Temo que si usted no tiene una ruta de ingreso no nos sirve de nada. Pero conservaremos su cabeza, nos puede ser de utilidad para burlar la seguridad del lugar.—
Con un rápido movimiento la mujer limpió la sangre de su katana y la guardó. Ese insecto no era digno de ser decapitado por tal obra de arte, sin embargo sería una buena iniciación para que Rai supiera como matar y cortar una cabeza sin causarle demasiados daños. La presencia de dos guardias junto a la seguridad privada y el espacio oculto era una combinación letal para un ataque frontal.
La mujer meditó las opciones para llegar a su objetivo, necesitarían una distracción que les permitiese entrar, a lo mejor convencer con la mercancía del hombre a algunos parias de la sociedad.
—Señor Rai, obtenga la ubicación de su mercancia. Vamos a necesitarla, de ahora en más deberemos hacer ciertas maniobras para llegar a nuestro objetivo en la mejor condición posible.—
El camino sería largo y peligroso, no le importaba darlo todo por el dinero, incluso si ese criminal escapaba los mercenarios podrían ser valioso. No importaba la cabeza si el dinero llegaba a ser el mismo estaría dispuesta a dejar marchar al Don, después de todo puede que hubiera escuchado la conversación y estuviera de camino a otra isla dejando a sus guardias para matarlos.
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No disfrutaba mucho rompiéndole los dedos a esa medio millón de cabeza, pero sabía que eso le gustaría a Sowon y por ella haría lo que fuese, había sido una buena maestra, y quería demostrarle que era un buen alumno. El problema fue, que el tipo era duro de pelar y romperle unos cuantos dedos no le hizo soltar la lengua ni mucho menos, algo que pareció aburrir a Sowon, la cual se acerco altiva y desafiante, lo que tensó al tipo, que no tardo en hablar cuando esta desenvaino su preciosa katana y se la puso en el cuello, realizándole un pequeño pero incisivo corte mientras le decía que le iba a cortar la cabeza si no hablaba.
- Así que lo único que te hace hablar es tu miedo a la muerte...- dije desenvainando mi espada y cortándole un brazo sin titubear, lo que provoco que empezase a chillar como un loco. - ¿Ahora ya estas dispuesto a hablar? Si no hablas te desangrarás en unos minutos.- le dije mientras miraba como le sangraba la herida. - Ya nos has dicho donde esta tu jefe, pero ahora quiero saber donde guarda este su mercancía.
Entre sollozos, nos informó que la mercancía la guardaba en uno de los almacenes cercanos al lugar donde nos habíamos encontrado, en concreto en el almacén numero 22. Ya con la información que nos interesaba, lo miré por última vez y dándole las gracias, le corté la cabeza con un fuerte movimiento de Oodachí, para luego limpiarla con la propia ropa del individuo.
Me agaché a agarrar la cabeza que había rodado hacía mis pies y la guardé en la bolsa de alitas que llevaba. Para luego girarme y salir de la casa junto a Sowon.
- Parece ser que la droga esta en el almacén numero 22, me ha dicho que su ubicación se encuentra cerca de donde nos peleamos. Había pensado que lo ideal, sería hacernos con la mercancía, podríamos venderla y sacar un dinero o directamente quemarla y deshacernos de ella.
Todo esto se lo dije mientras me ponía a su lado y empezábamos a caminar por la calle, de vuelta al lugar donde nos peleamos, pero esta vez con una cabeza metida en una bolsa, la cual no se veía desde fuera, ya que con suerte la bolsa era negra. No tardemos mucho en llegar al lugar donde había comenzado todo, solo llegar me puse a buscar con la mirada los almacenes de alrededor, los cuales tenían un gran número encima de su puerta.
- 17, 18, 19, 20.... 22. Ahí está.- le dije a Sowon señalando el almacén con el gran numero 22 encima de la puerta. - Parece ser que no hay nadie custodiando el lugar o al menos desde fuera.- dije al no ver a nadie custodiando la puerta.
- Así que lo único que te hace hablar es tu miedo a la muerte...- dije desenvainando mi espada y cortándole un brazo sin titubear, lo que provoco que empezase a chillar como un loco. - ¿Ahora ya estas dispuesto a hablar? Si no hablas te desangrarás en unos minutos.- le dije mientras miraba como le sangraba la herida. - Ya nos has dicho donde esta tu jefe, pero ahora quiero saber donde guarda este su mercancía.
Entre sollozos, nos informó que la mercancía la guardaba en uno de los almacenes cercanos al lugar donde nos habíamos encontrado, en concreto en el almacén numero 22. Ya con la información que nos interesaba, lo miré por última vez y dándole las gracias, le corté la cabeza con un fuerte movimiento de Oodachí, para luego limpiarla con la propia ropa del individuo.
Me agaché a agarrar la cabeza que había rodado hacía mis pies y la guardé en la bolsa de alitas que llevaba. Para luego girarme y salir de la casa junto a Sowon.
- Parece ser que la droga esta en el almacén numero 22, me ha dicho que su ubicación se encuentra cerca de donde nos peleamos. Había pensado que lo ideal, sería hacernos con la mercancía, podríamos venderla y sacar un dinero o directamente quemarla y deshacernos de ella.
Todo esto se lo dije mientras me ponía a su lado y empezábamos a caminar por la calle, de vuelta al lugar donde nos peleamos, pero esta vez con una cabeza metida en una bolsa, la cual no se veía desde fuera, ya que con suerte la bolsa era negra. No tardemos mucho en llegar al lugar donde había comenzado todo, solo llegar me puse a buscar con la mirada los almacenes de alrededor, los cuales tenían un gran número encima de su puerta.
- 17, 18, 19, 20.... 22. Ahí está.- le dije a Sowon señalando el almacén con el gran numero 22 encima de la puerta. - Parece ser que no hay nadie custodiando el lugar o al menos desde fuera.- dije al no ver a nadie custodiando la puerta.
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Sowon esperó a que el lunario terminase sus asuntos, no debió aguardar demasiado rato ya que tras unos tensos segundos de silencio el gigante salió del lugar informando la ubicación de la mercancía. Ante las ideas de venderla o quemarla la mujer negó con la cabeza en un movimiento solemne, evidentemente no pudo ver el potencial de tener aquella información para ellos. Pero no dijo nada, suspiró para analizar el almacen tras haber vuelto sobre sus pasos y al llegar a la ansiada casilla veintidos bastó con dar un vistazo por debajo de la puerta de chapa para encontrar que el mafioso no había mentido.
—Es verdad ahí dentro está todo, si lo dejan sin vigilancia es que se trata de uno de los almacenes secundarios cuya droga solo se vende en el día. Sin embargo, tenemos una gran ventaja al tener la llave, sigame señor Rai le enseñaré como conseguir un valioso recurso.—
La mujer sonrió sin abrir el almacen merodeando las calles mientras se adentraban a una de las zonas más pobres y plagadas de criminalidad. Los hombres miraban desesperados con los ojos inyectados en sangre pero no se acercaban al notar el gran tamaño del lunario. La mujer se limitó a presentarse con una reverencia y con una sonrisa bella pero cargada de peligro pronunció las palabras necesarias para iniciar su plan.
—Han matado a su dealer y el Don ha dicho que no piensa meter más droga en este miserable lugar. ¿Van a aceptar ese abuso? ¿O piensan reclamar lo que les pertenece?—
Lanzó una trozo de tela con la dirección impresa, el complejo de apartamentos que funcionaba como guarida quedaba en el otro extremo de la ciudad pero los desesperados consumidores montaron sus motos destartaladas y otros simplemente salieron corriendo como monos rabiosos en dirección norte. Era la segunda vez que empleaba aquella táctica barata, Lexa estaría orgullosa estuviese donde estuviese, esa niña era insoportable a veces pero tenía buenas ideas.
—Bien señor Rai en marcha, llegaremos cuando el caos esté en su climax y nos resultará más sencillo ingresar. Prepare su Oodachi, hoy nuestras espadas van a saborear la sangre de nuestras presas, si mi suposición es correcta el Don se verá obligado a quedarse encerrado junto a sus guardias para no morir en el fuego cruzado. Por lo que entrar al edificio será mucho más sencillo que salir, no tenga misericordia ni dude en cortar la cabeza de cuanta persona se cruze en su camino...—
Las palabras de la mujer resonaron a un ritmo lento pero impaciente, su paso era fugaz gracias a haber cubierto sus pies con tela y deslizarse como un fantasma por el pavimento, todo estaba muy cerca. El dinero, la sangre, el caos imperante. Su corazón se había acelerado y sentía que Minazuki estaba tan emoxionada como ella, ese edificio pronto sería el escenario de un horror inimaginable.
—Es verdad ahí dentro está todo, si lo dejan sin vigilancia es que se trata de uno de los almacenes secundarios cuya droga solo se vende en el día. Sin embargo, tenemos una gran ventaja al tener la llave, sigame señor Rai le enseñaré como conseguir un valioso recurso.—
La mujer sonrió sin abrir el almacen merodeando las calles mientras se adentraban a una de las zonas más pobres y plagadas de criminalidad. Los hombres miraban desesperados con los ojos inyectados en sangre pero no se acercaban al notar el gran tamaño del lunario. La mujer se limitó a presentarse con una reverencia y con una sonrisa bella pero cargada de peligro pronunció las palabras necesarias para iniciar su plan.
—Han matado a su dealer y el Don ha dicho que no piensa meter más droga en este miserable lugar. ¿Van a aceptar ese abuso? ¿O piensan reclamar lo que les pertenece?—
Lanzó una trozo de tela con la dirección impresa, el complejo de apartamentos que funcionaba como guarida quedaba en el otro extremo de la ciudad pero los desesperados consumidores montaron sus motos destartaladas y otros simplemente salieron corriendo como monos rabiosos en dirección norte. Era la segunda vez que empleaba aquella táctica barata, Lexa estaría orgullosa estuviese donde estuviese, esa niña era insoportable a veces pero tenía buenas ideas.
—Bien señor Rai en marcha, llegaremos cuando el caos esté en su climax y nos resultará más sencillo ingresar. Prepare su Oodachi, hoy nuestras espadas van a saborear la sangre de nuestras presas, si mi suposición es correcta el Don se verá obligado a quedarse encerrado junto a sus guardias para no morir en el fuego cruzado. Por lo que entrar al edificio será mucho más sencillo que salir, no tenga misericordia ni dude en cortar la cabeza de cuanta persona se cruze en su camino...—
Las palabras de la mujer resonaron a un ritmo lento pero impaciente, su paso era fugaz gracias a haber cubierto sus pies con tela y deslizarse como un fantasma por el pavimento, todo estaba muy cerca. El dinero, la sangre, el caos imperante. Su corazón se había acelerado y sentía que Minazuki estaba tan emoxionada como ella, ese edificio pronto sería el escenario de un horror inimaginable.
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Para mi sorpresa, la señorita Sowon no tenían ninguna intención de utilizar la mercancía para nada. Además ella suponía que allí solo se encontraba una pequeña cantidad, la que utilizaban para el menudeo, o como se llamaba comúnmente el trafico al por menor. Aún así después de verificar que la droga estaba allí, esta tenía un plan y me pidió que la siguiese, guiándome hacía una de las calles más pobres y peligrosas de la zona, o al menos esto último para cualquier persona normal. A mis ojos solo estaba llena de humanos con cara de malotes y ojos inyectados de sangre.
Cuando estuvimos en medio de la calle y todos aquellos tipos tenían los ojos fijados en nosotros, la Señorita Sowon empezó a hablar en voz alta, anunciando el asesinato del dealer de estos y que el jefe tenía intenciones de no suministrarles más drogas. Lo que significaba que el negocio se les había acabado. Lo que para muchos de ellos era una perdida enorme de dinero y de droga gratuita. No tuvo que insistir mucho la señorita Sowon, para que con un grito se levantasen de sus lugares y se pusieran en marcha, unos en motocicletas y otros andando o corriendo, pero absolutamente todos los criminales de poca monta se creyeron la mentira y salieron en busca de su jefe.
La operación final había comenzado y de momento todo iba bien, la señorita Sowon empezó a caminar poniéndose en marcha, pero yo tenía otra idea, estaba cansado de caminar y el sol, ya había caído hacía unas horas. Después de dar un vistazo a mi alrededor y ver que no había ninguna persona ni mirada indiscreta. Realizando un poco de fuerza con mis alas, rompí las telas que ocultaban estás y las liberé. "Que alivió" pensé mientras las movías lentamente. Para luego acercarme a la señorita Sowon y agarrarla de la cintura sin avisarla y de un fuerte aleteo, salir volando hacía el cielo.
- Disculpe señorita Sowon, pero estoy cansado de caminar, de esta manera llegaremos antes y podremos ver el espectáculo.
La verdad que la ciudad era preciosa desde los cielos, calles repletas de luces e iluminación, parecía un festival de luces. No tardamos ni 7 minutos en divisar el edificio objetivo, el cual identifique como tal, no porque lo conociese o supiese la dirección, sino porque esté se encontraba en medio de un tiroteo incesante. Al llegar, divise un tipo vestido mirando hacía abajo por la cristalera de la habitación superior del edificio, este debía ser el jefe. Este estaba tan centrado en lo que pasaba en el suelo, que no nos vio.
- Señorta Sowon, prepárese, vamos a cruzar una cristalera.- le avise antes de sacar un poco de fuego en mi espalda y lanzarme en picado contra la cristalera, cubriendo primero a la señorita Sowon antes de atravesarla con un fuerte golpe. -Buenas noches.- dije después de atravesarla y dejar a Sowon en el suelo y desenvainar mi Oodachi y dirigirla hacía el tipo, el cual estaba en el suelo sentado con cara de susto.
Cuando estuvimos en medio de la calle y todos aquellos tipos tenían los ojos fijados en nosotros, la Señorita Sowon empezó a hablar en voz alta, anunciando el asesinato del dealer de estos y que el jefe tenía intenciones de no suministrarles más drogas. Lo que significaba que el negocio se les había acabado. Lo que para muchos de ellos era una perdida enorme de dinero y de droga gratuita. No tuvo que insistir mucho la señorita Sowon, para que con un grito se levantasen de sus lugares y se pusieran en marcha, unos en motocicletas y otros andando o corriendo, pero absolutamente todos los criminales de poca monta se creyeron la mentira y salieron en busca de su jefe.
La operación final había comenzado y de momento todo iba bien, la señorita Sowon empezó a caminar poniéndose en marcha, pero yo tenía otra idea, estaba cansado de caminar y el sol, ya había caído hacía unas horas. Después de dar un vistazo a mi alrededor y ver que no había ninguna persona ni mirada indiscreta. Realizando un poco de fuerza con mis alas, rompí las telas que ocultaban estás y las liberé. "Que alivió" pensé mientras las movías lentamente. Para luego acercarme a la señorita Sowon y agarrarla de la cintura sin avisarla y de un fuerte aleteo, salir volando hacía el cielo.
- Disculpe señorita Sowon, pero estoy cansado de caminar, de esta manera llegaremos antes y podremos ver el espectáculo.
La verdad que la ciudad era preciosa desde los cielos, calles repletas de luces e iluminación, parecía un festival de luces. No tardamos ni 7 minutos en divisar el edificio objetivo, el cual identifique como tal, no porque lo conociese o supiese la dirección, sino porque esté se encontraba en medio de un tiroteo incesante. Al llegar, divise un tipo vestido mirando hacía abajo por la cristalera de la habitación superior del edificio, este debía ser el jefe. Este estaba tan centrado en lo que pasaba en el suelo, que no nos vio.
- Señorta Sowon, prepárese, vamos a cruzar una cristalera.- le avise antes de sacar un poco de fuego en mi espalda y lanzarme en picado contra la cristalera, cubriendo primero a la señorita Sowon antes de atravesarla con un fuerte golpe. -Buenas noches.- dije después de atravesarla y dejar a Sowon en el suelo y desenvainar mi Oodachi y dirigirla hacía el tipo, el cual estaba en el suelo sentado con cara de susto.
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La herrera seguía su camino cuando fue sorprendida y levantada por la cintura, no llegaba a entender todavía la necesidad de los lunarios de usarla como una bolsa de papas la cual transportaban de un lado al otro pero no se iba a quejar demasiado. La necesidad de llegar rápido al lugar y su impaciencia le ganaban al sentido común mientras sus ojos comenzaron a utilizar el zoom para localizar su objetivo mucho antes de llegar.
El edificio estaba rodeado en un caos donde los mafiosos repelían a los tiros a quienes intentaban abrirse paso al edificio. Los adictos respondían con piedras y bombas caseras que sumaban algo de color a la lucha desigual entre el grupo armado y aquel que solo luchaba por saciar una adicción que les había desprendido de la mayoría de facultades.
Al sentir las palabras de Rai la mujer enfocó su mirada en las ventanas localizando al Don, le sorprendió que estuviese en las alturas pero era lógico si buscaba escapar en algún vehículo volador mediante la azotea. Cubrió sus ojos con su brazo, no por temor a ser herida si no porque estos le habían costado dinero, prefería tener astillas de cristales en su mano o parte de su brazo que perder sus ojos nuevos apenas habiendo pagado por estos y perder una inversión tan grande por una recompensa.
Sintió el vidrio romperse y algunas astillas rozar su piel, nada grave, había tenido accidentes peores forjando y dolores peores al quemarse los dedos o pincharse por apurarse en la costura. Tras aterrizar bajó lentamente su brazo y redujo el zoom de sus ojos contemplando los raspones en su mano para luego sentir algo de sangre bajando por su mejilla izquierda. No era un corte ni profundo ni grande, seguramente tardaría unos días en cicatrizar y podría ocultarlo con el maquillaje indicado. Se levantó mientras sacudía los restos de su kimono, para luego centrar su atención en el hombre y comparar su rostro con el del cartel, por fortuna no era un impostor pese a que el estruendo activó las alarmas y en medio del ruido dos hombres vestidos como ella ingresaron al lugar y desenvainaron sus katanas para proteger a quien les estaba pagando un sueldo.
—Vaya... parece ser que tendremos un poco de diversión antes de poder cobrar el dinero. Aunque el escenario se ve aburrido... permitame arreglarlo.—
Sowon utilizó su Realistic Sewing World aprovechando que gracias a sus ojos ahora podía estar a la par de su destreza manual, tejiendo a gran velocidad un escenario irreal ante la incredulidad de los presentes quienes vieron como el interior del edificio comenzaba a ser consumido por un entorno tradicional y fotorealista. Los ventanales dieron paso a árboles de cerezo y edificios japoneses a la distancia, mientras las paredes se volvieron lagos y bosques junto al techo que imprimía un cielo despejado y pintado de acuarela. La mujer sonrió mostrando su aguja al finalizar para luego deslizarse en lo que ahora se veía como una masa de agua pero se sentía como tela.
—Normalmente tardaría horas en realizar esta técnica, pero gracias a mis nuevos ojos puedo reducir el tiempo a unos minutos de trabajo. Por ese motivo quería probar que tan realista podía lucir este lienzo. Ahora bien señores, he venido a probar otra cosa también...—
La mujer bajó su mano hasta la empuñadura de su espada y observó a uno de los samurai con sus ojos grises. Suspiró, buscando saber si estaría perdido en la perspectiva que sus telas daban al entorno, cosa que confirmó cuando en su intento por atacarle no se detuvo a tiempo y tras ser evadido chocó contra una de las paredes camufladas en el paisaje fotorealista cuya profundidad bastaba para confundir a quienes no estaban acostumbrados.
El mercenario enfadado comenzó una serie de cortes que la mujer evadía con naturalidad y elegancia. No solo sus pies se deslizaban con mayor velocidad dada la suavidad de la tela presente, si no que los ojos implantados le ayudaban a visualizar con precisión la trayectoria que el arma tomaba.
En uno de estos cortes la mujer pudo notar una apertura, había quedado a la izquierda de su oponente y este mantenía el brazo estirado aún ejecutando el corte. En un movimiento de destreza y precisión Minazuki fue desenvainada utilizada y vuelta a envainar con tal velocidad manual que pocos en la sala pudieron ver la secuencia completa.
El brazo del samurai fue cortado en dos partes, saliendo disparado mientras la sangre brotaba de la herida y la mujer observaba su obra como si fuese un cuadro recien fabricado. Relamió sus labios al notar como su oponente trataba de frenar el sangrado apretando sus ropas contra la herida usando su brazo restante y la boca con desesperación.
—¿Lo ha visto? Si no pudo verlo es mejor que se rinda y me entregue al jefe, mi espada no ha disfrutado con un corte tan sencillo el cual no tuvo resistencia. Pero yo... yo lo he disfrutado, como disfruto cada gota de sangre que escapa de su cuerpo, voy a cortarle lentamente extremidad por extremidad hasta estar satisfecha. Si puede ser tan amable, recuestese y no se resista... lo siguiente será su otro brazo...—
Los ojos de la mujer mostraron un brillo carmesí aflorando mientras que la sangre del hombre comenzó a impregnarse en el kimono de la mujer y tomar forma, una retorcida figura que se sacudía violentamente mientras se adaptaba a su nueva función. Un tentaculo hecho enteramente de sangre cuyo aspecto causaba terror y repulsión en la víctima que tenía enfrente. Sowon desenvainó nuevamente a Minazuki y se dispuso a continuar, consciente de que dado el grotesco espéctaculo el Don no se había movido del lugar y podría tomarse su tiempo mientras Rai se encargaba del otro tipo.
El edificio estaba rodeado en un caos donde los mafiosos repelían a los tiros a quienes intentaban abrirse paso al edificio. Los adictos respondían con piedras y bombas caseras que sumaban algo de color a la lucha desigual entre el grupo armado y aquel que solo luchaba por saciar una adicción que les había desprendido de la mayoría de facultades.
Al sentir las palabras de Rai la mujer enfocó su mirada en las ventanas localizando al Don, le sorprendió que estuviese en las alturas pero era lógico si buscaba escapar en algún vehículo volador mediante la azotea. Cubrió sus ojos con su brazo, no por temor a ser herida si no porque estos le habían costado dinero, prefería tener astillas de cristales en su mano o parte de su brazo que perder sus ojos nuevos apenas habiendo pagado por estos y perder una inversión tan grande por una recompensa.
Sintió el vidrio romperse y algunas astillas rozar su piel, nada grave, había tenido accidentes peores forjando y dolores peores al quemarse los dedos o pincharse por apurarse en la costura. Tras aterrizar bajó lentamente su brazo y redujo el zoom de sus ojos contemplando los raspones en su mano para luego sentir algo de sangre bajando por su mejilla izquierda. No era un corte ni profundo ni grande, seguramente tardaría unos días en cicatrizar y podría ocultarlo con el maquillaje indicado. Se levantó mientras sacudía los restos de su kimono, para luego centrar su atención en el hombre y comparar su rostro con el del cartel, por fortuna no era un impostor pese a que el estruendo activó las alarmas y en medio del ruido dos hombres vestidos como ella ingresaron al lugar y desenvainaron sus katanas para proteger a quien les estaba pagando un sueldo.
—Vaya... parece ser que tendremos un poco de diversión antes de poder cobrar el dinero. Aunque el escenario se ve aburrido... permitame arreglarlo.—
Sowon utilizó su Realistic Sewing World aprovechando que gracias a sus ojos ahora podía estar a la par de su destreza manual, tejiendo a gran velocidad un escenario irreal ante la incredulidad de los presentes quienes vieron como el interior del edificio comenzaba a ser consumido por un entorno tradicional y fotorealista. Los ventanales dieron paso a árboles de cerezo y edificios japoneses a la distancia, mientras las paredes se volvieron lagos y bosques junto al techo que imprimía un cielo despejado y pintado de acuarela. La mujer sonrió mostrando su aguja al finalizar para luego deslizarse en lo que ahora se veía como una masa de agua pero se sentía como tela.
—Normalmente tardaría horas en realizar esta técnica, pero gracias a mis nuevos ojos puedo reducir el tiempo a unos minutos de trabajo. Por ese motivo quería probar que tan realista podía lucir este lienzo. Ahora bien señores, he venido a probar otra cosa también...—
La mujer bajó su mano hasta la empuñadura de su espada y observó a uno de los samurai con sus ojos grises. Suspiró, buscando saber si estaría perdido en la perspectiva que sus telas daban al entorno, cosa que confirmó cuando en su intento por atacarle no se detuvo a tiempo y tras ser evadido chocó contra una de las paredes camufladas en el paisaje fotorealista cuya profundidad bastaba para confundir a quienes no estaban acostumbrados.
El mercenario enfadado comenzó una serie de cortes que la mujer evadía con naturalidad y elegancia. No solo sus pies se deslizaban con mayor velocidad dada la suavidad de la tela presente, si no que los ojos implantados le ayudaban a visualizar con precisión la trayectoria que el arma tomaba.
En uno de estos cortes la mujer pudo notar una apertura, había quedado a la izquierda de su oponente y este mantenía el brazo estirado aún ejecutando el corte. En un movimiento de destreza y precisión Minazuki fue desenvainada utilizada y vuelta a envainar con tal velocidad manual que pocos en la sala pudieron ver la secuencia completa.
El brazo del samurai fue cortado en dos partes, saliendo disparado mientras la sangre brotaba de la herida y la mujer observaba su obra como si fuese un cuadro recien fabricado. Relamió sus labios al notar como su oponente trataba de frenar el sangrado apretando sus ropas contra la herida usando su brazo restante y la boca con desesperación.
—¿Lo ha visto? Si no pudo verlo es mejor que se rinda y me entregue al jefe, mi espada no ha disfrutado con un corte tan sencillo el cual no tuvo resistencia. Pero yo... yo lo he disfrutado, como disfruto cada gota de sangre que escapa de su cuerpo, voy a cortarle lentamente extremidad por extremidad hasta estar satisfecha. Si puede ser tan amable, recuestese y no se resista... lo siguiente será su otro brazo...—
Los ojos de la mujer mostraron un brillo carmesí aflorando mientras que la sangre del hombre comenzó a impregnarse en el kimono de la mujer y tomar forma, una retorcida figura que se sacudía violentamente mientras se adaptaba a su nueva función. Un tentaculo hecho enteramente de sangre cuyo aspecto causaba terror y repulsión en la víctima que tenía enfrente. Sowon desenvainó nuevamente a Minazuki y se dispuso a continuar, consciente de que dado el grotesco espéctaculo el Don no se había movido del lugar y podría tomarse su tiempo mientras Rai se encargaba del otro tipo.
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De repente, unas alarmas empezaron a sonar y aparecieron por la puerta, interrumpiendo en la habitación, dos tipos vestidos como la señorita Sowon y blandiendo sus katanas. Los cuales iban a lanzarse a atacarnos, pero se pararon de golpe, cuando la habitación se convirtió en un paisaje de entorno tradicional, cosa que me hubiese extrañado o preocupado en un principio, pero sabía que aquello había sido cosa de mi sensei y sus habilidades proporcionadas por su akuma no mi.
- Si, esto se va a poner muy divertido.- dije con una sonrisa en la cara mientras me dirigía mi Oodachi hacia uno de los mercenarios, el cual parecía no importarle el cambio de paisaje y se lanzó contra mi con su espada en alto, por lo que intuí que iba a realizar un corte vertical descendiente, el cual bloquee con facilidad y luego intercambiamos unos cuantos espadazos. El tipo parecía tener algo de habilidad con la katana, pero no era nada del otro mundo, por ello intercambie unos cuantos golpes para identificar y leer sus movimientos.
Cuando ya me cansé de intercambiar espadazos di un paso hacía atrás esquivando uno de sus cortes descendientes, para luego dar dos pasos en diagonal hacía la izquierda y realizar un corte horizontal a la altura de la cintura, cortándole los dos brazos a la altura de los codos. Lo que provoco que el mercenario empezase a chillar mientras brotaban fuertes chorros de sangre de los muñones para luego caer al suelo inconsciente y morir desangrado.
- Pues por aquí ya estaríamos.- diría mientras me giraría a mirar a la señorita Sowon, la que parecía estar disfrutando de su enfrentamiento.
- Si, esto se va a poner muy divertido.- dije con una sonrisa en la cara mientras me dirigía mi Oodachi hacia uno de los mercenarios, el cual parecía no importarle el cambio de paisaje y se lanzó contra mi con su espada en alto, por lo que intuí que iba a realizar un corte vertical descendiente, el cual bloquee con facilidad y luego intercambiamos unos cuantos espadazos. El tipo parecía tener algo de habilidad con la katana, pero no era nada del otro mundo, por ello intercambie unos cuantos golpes para identificar y leer sus movimientos.
Cuando ya me cansé de intercambiar espadazos di un paso hacía atrás esquivando uno de sus cortes descendientes, para luego dar dos pasos en diagonal hacía la izquierda y realizar un corte horizontal a la altura de la cintura, cortándole los dos brazos a la altura de los codos. Lo que provoco que el mercenario empezase a chillar mientras brotaban fuertes chorros de sangre de los muñones para luego caer al suelo inconsciente y morir desangrado.
- Pues por aquí ya estaríamos.- diría mientras me giraría a mirar a la señorita Sowon, la que parecía estar disfrutando de su enfrentamiento.
Sowon
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tal parece que Rai tuvo un oponente algo más entretenido que Sowon a menos que este solo estuviese jugando con su oponente para sentir la suavidad de su nueva empuñadura por más tiempo. La mujer en cambio estaba probando los límites de su nueva creación, tras amputar el brazo su oponente había desenvainado un cuchillo corto e intentado seguir en el combate, claro que no había dado la suficiente importancia al remanente de sangre en forma de tentáculo impregnado en la vestimenta de la mujer el cual en un descuido se enrolló en una de las piernas del hombre y le jaló con la fuerza suficiente para hacerle caer y quedar expuesto a otro corte esta vez en una de sus piernas.
Otro de aquellos horribles y grotescos tentáculos se formó tras el corte limpio de la katana siendo que para cuando Rai anunció que su trabajo estaba hecho la mujer había terminado de decapitar a su oponente no sin antes haberle asfixiado con sus nuevas extremidades temporales. Sus ojos brillaban cual luna carmesí al momento de localizar al mafioso de alta recompeensa intentando encontrar la salida rasgando las telas que ocultaban la puerta.
Para su desgracia no fué lo suficientemente rápido, siendo sujetado por uno de los tentáculos y golpeado en la espalda por el otro cayendo al suelo mientras los pasos de la mujer se acercaban lentamente desenvainando su arma.
—Son solo negocios señor Fushi... lastimosamente, estaba en el lugar y momento equivocado. Ahora su vida ha llegado a su justo final y su cabeza me será suficiente para recuperar la inversión en mis ojos.—
Sowon no vaciló pese a su aspecto un corte limpio que resonó en la habitación anunció el final de la vida de aquel hombre. Envolvió la cabeza en telas para disimularla en la ciudad y poder entregarla sin muchas complicaciones una vez zarparan en dirección a alguna isla del gremio.
—Señor Rai, es mejor retirarnos de este lugar, no queremos estar aquí cuando sus hombres se den cuenta de nuestra entrada o estemos rodeados de drogadictos buscando su mercancía. Ademas esa alarma solo nos pone en el centro de atención.—
Los tentáculos se deshicieron y los ojos de la mujer volvieron a la normalidad sintiendo el cansancio producido tras forzarse a tales extremos como un peso en la espalda. Se acercó al lunario indicando que tomase su cuerpo e iniciara el vuelo, no era momento ni lugar para quedarse dormida pero esa espada era algo muy alejado de sus anteriores creaciones y sumado a su reciente cirugia ocular no era recomendable esforzarse más por aquel día.
Otro de aquellos horribles y grotescos tentáculos se formó tras el corte limpio de la katana siendo que para cuando Rai anunció que su trabajo estaba hecho la mujer había terminado de decapitar a su oponente no sin antes haberle asfixiado con sus nuevas extremidades temporales. Sus ojos brillaban cual luna carmesí al momento de localizar al mafioso de alta recompeensa intentando encontrar la salida rasgando las telas que ocultaban la puerta.
Para su desgracia no fué lo suficientemente rápido, siendo sujetado por uno de los tentáculos y golpeado en la espalda por el otro cayendo al suelo mientras los pasos de la mujer se acercaban lentamente desenvainando su arma.
—Son solo negocios señor Fushi... lastimosamente, estaba en el lugar y momento equivocado. Ahora su vida ha llegado a su justo final y su cabeza me será suficiente para recuperar la inversión en mis ojos.—
Sowon no vaciló pese a su aspecto un corte limpio que resonó en la habitación anunció el final de la vida de aquel hombre. Envolvió la cabeza en telas para disimularla en la ciudad y poder entregarla sin muchas complicaciones una vez zarparan en dirección a alguna isla del gremio.
—Señor Rai, es mejor retirarnos de este lugar, no queremos estar aquí cuando sus hombres se den cuenta de nuestra entrada o estemos rodeados de drogadictos buscando su mercancía. Ademas esa alarma solo nos pone en el centro de atención.—
Los tentáculos se deshicieron y los ojos de la mujer volvieron a la normalidad sintiendo el cansancio producido tras forzarse a tales extremos como un peso en la espalda. Se acercó al lunario indicando que tomase su cuerpo e iniciara el vuelo, no era momento ni lugar para quedarse dormida pero esa espada era algo muy alejado de sus anteriores creaciones y sumado a su reciente cirugia ocular no era recomendable esforzarse más por aquel día.
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