Las chicas no son guerreras... Son la parca

La mink ssonrió ante el nombre, no se le había ocurrido mirar sdu sombra porque la cueva estaba muy oscura, mientras Hikari salía corriendo a comentarle al caballo la mink se quedó en la cueva pensando. Tomó una piedra, mientras cantaba una canción y la hacía rebotar contra las paredes.

—Sombra, sombrita, sombrero...—

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar voces fuera de la cueva, la mink utilizó su haki para notar tres presencias acercarse. Era extraño que una isla de tregua alguien quisiera hacer sus fechorias contra otros piratas, aunque conocía que una isla sin ley habilitaba a que cierta gente buscase aprovecharse de los novatos. Una isla cuya ley era la que las propias personas quisieran ejercer, Berry sonrió mientras avanzaba en dirección a la salida de la cueva, sus orbes rojos parecieron brillar a espaldas de Hikari como los ojos de un oso que despierta de un largo invierno.

La piedra salió disparada cual proyectil antes de incrustarse en un árbol cercano a la cabeza de uno de los hombres, la mink para ese momento había emergido de la cueva mientras chasqueaba su lengua y crujía su cuello. No parecía muy interesada en sujetos tan débiles, pero no le había gustado como trataron a su amiga y al pobre caballito.

—Escuchen tontos cerdos, la única que se acuesta con esta preciosa o lo insinua soy yo... la única que puede soñar con comerse a Sombra soy yo... ¡Y la única que puede decidir un castigo soy yo! Los criminales y malvados solo merecen morir, quienes roban y atentan contra la libertad de otros deben morir, el mal debe ser erradicado para que la libertad pueda disfrutarse.—

Las palabras de la zorra parecieron perturbar al grupo de pervertidos que no se esperaban a alguien de la envergadura de Berry, uno de los hombres se lanzó corriendo en dirección al caballo pero la mujer fue más rápida. En un movimiento se encontraba frente al hombre que intentó levantar su martillo para maniobrar, un sonido seco se escuchó resultado del choque entre ambos.

Al principio los hombres festejaron al creer que la sangre en el suelo era de Berry pero pronto callaron al notar como el martillo caía de la mano del hombre y este escupía sangre al intentar hablar. El brazo de Berry se encontraba hundido en la barriga del sujeto, sin mostrar mucho interés la zorra retiró el brazo, donde todos pudieron notar el recubrimiento de electricidad que rodeaba su mano.

El desastre resultante fue ver al pobre pirata que tratando de retener sus entrañas en el lugar. El sujeto se quedó con los intestinos colgando de sus manos y un corte horrible en mitad del cuerpo cortesía del electro. Cayendo primero de rodillas y convulsionando antes de estamparse de cara contra el suelo, la mink se limpió las garras con un movimiento de sacudida antes de observar a los otros hombres. Su presencia era intimidante, habían amenazado con hacerle cositas a su amiga, algo que no debía hacerse en su presencia.

—Un pirata debe estar dispuesto a morir por sus palabras y acciones, ¿Están dispuestos a morir por su lujuria? Si no lo están, no merecen llamarse piratas, a mis ojos son solo mera escoria y cuando servía en la marina me enseñaron como limpiar la inmundicia. Hikari puede darles una muerte menos horrible, a mí no me interesa como aplasto a una cucaracha...—

Berry observó a la herrera indicando con un gesto de su pulgar que cuidaría al caballo mientras ella podía jugar con los piratas, ya había demostrado lo peligrosa que su lanza podía resultar contra una persona ordinaria. La manera en la que su mano se convertía en un filo capaz de cortar la carne y enterrarse como si fuese un arma blanca resultaba en un desenlace bastante grotesco pero efectivo para la defensa personal.

Su mirada era relajada, en su rostro había una ligera sonrisa, pero, internamente se horrorizo al ver lo bien que funcionaba su nueva técnica en sus pro... bueno, en las suyas no, en las carnes del pobre pirata... Pobre de dinero por que a la herrera no le daba pena alguna, pero ver como le hizo un nuevo agujero sin problema alguno asustó un poco... Luego miró a los piratas -Podría comermelos... Pero no tienen buena pinta, ni me apetecen ni parecen sanos... Quizás como abono para la tierra...- Dijo mientras desenvainaba su espada lentamente, los otros dos se lo pensaron mucho, vieron a su amigo muerto y como aumentaba el charco de sangre bajo su cuerpo inerte tumbado en el suelo. No hizo falta ni un segundo de más que salieron corriendo pero uno de ellos sacó una flintock y disparó dos veces, una dio al suelo y la otra pasó entre las dos muchachas pero sin riesgo alguno -Tengo una idea...- Comentó ahora si con una sonrisa de oreja a oreja. Rápidamente salió corriendo y se subió a su caballo -¡Vamos sombra!- Gritó, el caballo se puso a dos patas relinchando fuertemente y salió corriendo tras de los piratas.

La persecución fue bastante... Breve, el maldito caballo era veloz, Hikari pasó entre los dos a gran velocidad y laceró la espalda de los dos con suma habilidad, no era un corte profundo, estaban vivos e iban a sobrevivir, Hikari solo quería asustarles. El caballo siguió avanzando, desacelero y dio la vuelta, cuando estaban a la altura de los piratas, la herrera bajó. -No podéis huir de nosotras, solo pensarlo es una falta de respeto. Recordad nuestras caras, no volváis a dañar mi isla...- Dijo con autoridad, lo dijo para parecer que es alguien en la isla, pero nada más allá... Se separó de los dos dándoles la espalda para esperar a Berry -Creo que han aprendido la lec... lecció... ¡Sombra no!- Gritó al girarse por escuchar unos ruidos extraños, por lo visto lo que motivaba al caballo no era buena comida o que se le peinara por las tardes, su tristeza pareció solucionarse cuando este empezó a cocear a los piratas en el suelo... Si vierais como salta para coger fuerza con las patas delanteras y pegar unos pisotones de cojones... Dios... Que gran caballo... -¿¿Sombra??- Preguntó algo impactada, ella esperaba un dulce caballito...

P.D
Por si lo dudáis sí, el caballo pisoteó todo, espalda, cadera, cabeza... Hay sesos por todos lados y él tan feliz... Parece un perro con un juguete nuevo...

La herrera salió disparada con su caballo dejando a Berry detrás, la bestia era veloz, apenas pudo seguirle el paso por unos momentos hasta que las dos figuras se perdieron. La zorra activó su haki de observación para rastrear su posición mientras se guiaba con su olfato, la mink se reía dada la situación y lo endemoniadamente rápidos que eran esos dos corriendo. Podría haber usado su Assault Mode para alcanzarlos pero no creía que fuese necesario, la maestría de Hikari montando al caballo le hacían imaginar que la herrera tenía una basta experiencia con loss animales. Mientras se acercaba, comenzó a entonar una melodía curiosamente entretenida.

—En su corcel cuando sale la luna, aparece Hikari, al hombre del mal ella se comerá marcando la H de Hikari. ¿O marcará la I porque la H es ciega? Eh... ¡Hikariiiii!—

Correteando en cuatro patas la alocada mink interrumpió su canción al resbalar con un trozo de carne y sangre del suelo
. El resbalón consecuente no se hizo esperar resultando en que Berry terminase deslizando su cuerpo y en el intento de abrazar a su amiga pasara por su lado terminando por abrazar uno de los árboles del lugar en una aparatosa entrada.

—¡Auch! ¿Quien deja trozos de personas en el suelo de un bosque? ¡Sombra! Así se hace pisotea a esa carne mala que me hizo resbalar. ¡Se ve que es un buen caballo!—

La zorra se sacudió dedicando unas palmaditas al hombro de la herrera como si esta estuviese orgullosa por su trabajo, tras moverse y acariciar la cabeza del animal Berry suspiró. Habían entrenado bastante y la pelea con esos tres tontos le había abierto el apetito, a lo mejor no era la única y todos estarían buscando saciar su apetito.

—Vamos a comer algo, de paso decidimos que hacer con la cueva, no te preocupes caballito no es mi intención comerte. ¡Me has sacado una buena sonrisa! Contigo cerca de Hikari puedo estar tranquila en que nadie le pondrá una mano encima.—

La zorra guiñó su ojo al caballo mientras emprendía su regreso al pueblo esperando que le siguieran, había encontrado una casa de comidas que esa noche estaban de oferta, tal vez pudieran probar el mítico platillo de arroz de mar que ofrecían con peces recién atrapados. Se le hacía agua a la boca de solo pensarlo, además era una clara ganancia si llevaba a otra persona para dividir costes, la fuente que servían era inmensa y ocupaba toda una mesa.