[Privado Natsu,Rozzen y Zarlet]Un cp, un pirata y un revolucionario. ¿Que va a ocurrir?

Me encontraba en el puerto del Archipiélago Shabaody. Había ido hasta allí porque se decía que era un lugar con mucho turismo y perfecto para un descanso. Estaba buscando ese descanso que necesitaba después de tantos trabajos y misiones para mi capitán Azumi y por fin tenía unos días de vacaciones mientras se desarrollaba el gran plan maestro.

Llevaba unos pantalones piratas, y una camiseta de un grupo de música, pero como resultaría demasiado llamativo encima llevaba una sudadera con la capucha puesta tapándome el pelo por completo. Conmigo como siempre iba acompañada de mi fiel mascota, aunque más que mascota yo lo llamaría compañero Zarzi. Portaba un cinturón en el cual me permitía llevar mi katana de kairoseki y mi otra katana.

Andaba sin rumbo por el puerto, todo a mi alrededor parecía demasiado tranquilos. Había un gran bosque en el interior y parecía que todo aquello estuviese organizado por distritos. En pocas palabras por zonas, ya que en los arboles estaban numerados dependiendo de la zona en la que te encuentres. Los arboles de enfrente mía tenían todos el número nueve.

En esos instantes escuche en el fondo un grito que llego a asustarme, esté no paraba de chillar la misma frase.

-¡¡¡La subasta empezara dentro de un par de horas.!!!¡¡¡ Vayan y vean.!!!¡¡¡Tenemos mercancía exquisita!!!

No hacía falta ser muy inteligentes para saber que se iba a celebrar una subasta en aquel lugar, lo que no sabía es si se iba a subastar algo interesante. -Siempre es interesante ir a una subasta para ver si encuentro algo que de verdad me llame la atención.- Pensaba mientras me dirigía hacía la subasta acompañado de mi fiel compañero Zarzi.

Cuando por fin llegue la gente empezaba a adentrarse en las subastas y yo me metí dentro del bullicio para pasar desapercibido y poder entrar sin ningún tipo de problema o por lo menos eso pretendía. Pero uno de los guardias de seguridad puso el brazo enfrente mía impidiendome el paso y me dijo:

-Alto ahí, desde el último incidente que tuvimos, tenemos la nueva norma de que están prohibidas las armas. Si deseas entrar me gustaría que pasaras a esta habitación de al lado conmigo y dejaras tus armas en una de las taquillas.

Aquellas palabras del guardia de seguridad me impactaron, pero no iba a dejar que se saliera con la suya. Fui acompañado del guardia hasta llegar a la habitación donde iba a tener que depositar mis armas y iba a ser examinado por si llevaba alguna más. Cuando entre en la habitación y el guardia cerro la puerta dándome la espalda, aproveche el momento para desenfundar KAIYŌ KUTSŪ y con un rápido movimiento antes de que pudiera inmutarse le dí un golpe con la culata de la katana en la sien, haciendo que cayera inconsciente al suelo.

-Lo siento pero un revolucionario siempre tiene que ir bien protegido, por que nunca sabes cuando vas a tener algún tipo de problemas. Ha y por cierto, el único que me da ordenes es Azumi.

Dije mientras el cuerpo estaba inconsciente en el suelo. Me dispuse a salir y buscar asiento así que abrí la puerta pero antes de salir me quede mirando al cuerpo y dije:

-Mada mada dane.-(Todavía te queda mucho que aprender)

El Archipiélago Shabondy... Una vez Rozzen lo había visitado de niña y se había llevado la impresión de ser un lugar mágico, salido de un cuento maravilloso. Ahora siendo un miembro activo del gobierno conocía el rumor, el oscuro secreto, que rondaba aquel lugar salido de enseño. Miraba aquel paisaje alegre y mágico con algo decepción y asco...

Llevaba puesta una blusa blanca, cubierta por una sudadera con caperuza del mismo color, unos zapatos deportivos y shorts de jean. Tenia sus propios motivos para estar ahí y realmente no le agradaba. Dio su nombre en un puesto y se le entrego Bon Chari ya reservado de antemano para ella con el que se dedico a recorrer aquel hermoso lugar. De repente escucho una conversación que hizo que desacelerada de forma disimulada... Una subasta, nueva mercadería... Fue todo lo que pudo escuchar.

Suspiro profundamente y pedaleando se dirigió hacia la Casa de Subastas, debía ver aquello con sus propios ojos. Escondió el Bon Chari antes de entrar, en unos arbustos y raíces que no estaban lejos de ahí. Realmente había bastante gente reunida y emocionada por las "nuevas mercancías", muchos ya planeando sus compras y prometiéndose no dejarse ganar por la competencia. La joven simplemente se dirigió a la entrada del lugar. Se recogió el pelo y lo oculto junto con sus orejas en su caperuza antes de ingresar y saco de su bolsillo una gorra que tapaba su rostro. "Mmmm... Que raro. ¿No hay guardias?" pensó al ver el puesto vacío. Dentro de aquella gran sala, todos se preparaban para la gran función...

Cuando salí de aquella habitación, me dirigí junto a Zarzi a la sala principal donde se iba a celebrar las subastas. La sala era enorme, y todo rodeado de aposentos excepto las tres filas que hay, una en el medio y las otras dos en cada uno de los laterales. Las paredes estaban pintadas de un color marrón macizo. Me dirigí hacía uno de los pasillos del costado izquierdo y me quede sentado en uno de los aposentos que habían en el extremo. Los asientos eran muy cómodos, todos los asientos eran de color negro y estaban bien alcolchados para aumentar la comodidad. Zarzi se sentó al costado mio.

-Queridos caballeros perdón por la tardanza, pero por fin la subasta va a empezar.

Mi corazón palpitaba de la emoción, ya había estado en una subasta pero esta no llego ni a empezar por diversos problemas que sucedieron así que aquella iba a ser mi primera subasta que presenciaba. Un hombre se me acerco y enfadado empezó a reprocharme diciéndome:

-Los asientos son para los humanos y no para las mascotas, así que saca tu sucio y apestoso culo de aquí y deja sitio para los humanos.

El ambiente empezaba a caldearse, y aquel tipo estaba empezando a sacarme de mis casillas, pero quería disfrutar de aquellas subasta así que no le hice caso y pase de el como si no estuviese haciendo nada.

El hombre me cogió de la sudadera levantándome del suelo. Mies pies estaban a diez centímetros del suelo dejándome vulnerable a cualquier tipo de ataque que me pudiese hacer. La sangre empezó a hervir pero no quería montar un escándalo así que me lleve la mano a una de las katanas enfundadas. Arquee el cuerpo hacía atrás como pude dejando una trayectoria desde donde se encontraba la katana enfundada y el hombre que me sujetaba. Ladee el brazo y con un movimiento rápido y con la mayor fuerza que pude utilizar en ese momento impacte un golpe seco en la boca del estomago, haciendo que este me soltara inmediatamente.

Ya me encontraba con los pies en el suelo y la subasta ya había empezado así que me agache quedándome a la altura de su cara y le susurre al oído.

-Quiero disfrutar de la subasta, pero como vuelvas a molestar-me, quizás este pueda ser el último día que puedas ver la luz del sol.-

Zarzi extrajo una daga y empezó a acariciar la piel de su cara con el filo de la daga.

-¿Lo has entendido verdad? -Le dije al hombre que se encontraba asustado y arrodillado por el dolor del golpe recibido anteriormente. -Zarzi déjalo, este hombre ya ha recapacitado y seguramente nos dejara en paz.-

Me volví a sentar en el asiento haciendo como si no hubiese ocurrido nada y prestando atención a la subasta.

-Señoras y señores, les presento el primer subastado de hoy. Solo tiene 21 años, como podéis observar es muy guapa y os puede ayudar tanto en las labores de casa, como en vuestros asuntos personales, creo que todos ya sabéis a lo que me refiero.

La gente de la subasta empezó a reírse por aquellas palabras y a algunos despreciables empezaron a pujar por la chica. -Me esperaba una subasta de artilugios y no de humanos, esto es despreciable y vergonzoso que se pueda hacer y nadie haga nada para detenerlo.- Pensaba mientras todas mis ilusiones por ver la subasta se esfumaban dejando solamente rabia y ira hacía los realizadores de las subasta y todos los marines, que no hacen nada por detener aquella salvajidad y atroz acción hacía los derechos humanos y sobretodo hacía aquellas personas subastadas que pobrecitas no quiero ni pensar lo que estarán sufriendo.

No había necesidad de recalcar el asco de aquella escena tan patética y deplorable. Jovenes bellas y hermosas vendidas a viejos y feos pervertidos solo para "satisfacer sus necesidades", viajeros y piratas que eran reducidos a simples objetos de carga y eso que aun no aparecía lo que llamaban "grandes piezas", como tritones, gigantes o hasta sirenas.

Escucho el ruido de un hombre cayendo y gritando. Al voltearse noto un joven con dos grandes y hermosos animales exóticos. Rio por lo bajo al ver a un noble humillado de esa forma... Pero lo siguiente que paso no era, para nada motivo de risa.

Aquel acto de locura que cualquiera catalogaría como suicidio hizo que la gente saliera corriendo despavorida. En lo que el salón quedo vacío, Rozzen fue caminando hasta el chico que había asesinado al presentador... Se quedo mirando la cabeza separada de su cuerpo y la pateo lejos. - Quizás quieras irte antes de que vengan los marines.- avanzo manteniendo sus manos en el bolsillo de su sudadera. Luego miro al otro joven...¿Pensaba quedarse ahí?