Jack Silvers vs Shawn

Habitada por un solo pueblo que se autodenominan “Asichi” que en un lenguaje antiguo significa “Moradores del bambú”, la entrada a cualquier persona ajena a esta tribu [que no comparta lazo sanguíneo] esta prohibida a menos que alguien de la misma tribu les extienda una invitación formal.

Turnos: Jack - Shawn - Jack - Shawn...

Reglas:

- El reto será a KO.
- Sin límite de tiempo para el combate.
- Sin saltos de turno.
- El ganador gana 1500 de experiencia. El perdedor 750.
- En caso de empate ambos ganan 1000 de experiencia.
- Los daños recibidos serán permanentes .
-Si Shaw gana recibirá la recompensa de Jack y el pirata irá a una prisión de bajo rango (podrá escapar mediante diario o rol moderado.
-Si jack gana recibirá 1.000.000 de berries por su cabeza.

Jack despertó bostezando en su saco de dormir. Se incorporó y se dirigió a los restos de la hoguera de la noche, sobre la cual tenía su cazuela. La abrió y comenzó a comer lo que le quedaba de la cena directamente de la misma, sin servirla en ningún plato ni usar cubiertos. La cena constaba de carne de lagarto cocida con bastante sal. No sabía demasiado bien pero no tenía nada mejor, y no era ningún cocinero experto. Acabó de comer, se vistió, se puso el cinto con su pistola y cuchillos, el arnés con todos sus aparatos y armas, la capa por encima para tapar todo y salió de la cueva.

Había llegado a allí para refugiarse unos días. Cazadores y marines le seguían la pista muy de cerca desde sus últimas operaciones en el Grand Line. Había sido demasiado ambicioso, y ahora le seguían como moscas atraídas por la miel. Sin embargo había valido la pena. Había salido triunfante de sus últimas misiones y no le cabía duda de que su recompensa volvería a subir.

- Un poco de ejercicio me vendrá bien.

Los moradores de la selva sabían de su presencia. Al principio habían intentando echarle, pero al ver que no penetraba en sus dominios ni hacía nada malo, habían dejado de molestarle. Le habían puesto el nombre de Otoko wa hohoen, el hombre sonriente, por su máscara. Se acerco a su lugar habitual de entrenamiento, un claro en el bosque, y comenzó a dar golpes a una pila de bambúes que habían crecido juntos. Mantenerse en forma era la clave. Practico los movimientos más básicos del Sokudan para calentar, y después se puso a estirar.

El día era tranquilo, como los demás que antecedieron a este. Buscaba algo de diversión simplemente para olvidarme un poco del tema de los científicos secuestrados. Estuve hablando con varias personas, Dan era una de ellas. En mi paso por Marineford para vera Dan, este no paraba de decirme que todo iba bien y que lo mejor en esos momentos lo mejor era relajarse.

La verdad no podía relajarme por nada del mundo, se lo expliqué, este, al entenderlo, me dijo que podía ayudar a la marina a capturar algunos piratas y revolucionarios. La idea no era mala, me parecía genial, así podía mejorar en el tema de los combates, no había tenido ninguno en mucho tiempo. En ese momento mi amigo me llevo a una parte de la isla donde se guardaban todos los carteles que después se hacían copias para repartir por todo el mundo.

Tras entrar llegamos a una mesa y allí me enseñó un cartel, lo desplegó y empezó a decirme todos los delitos que esa personas había cometido hasta me explico porque tenía esa elevada cantidad. No le hice mucho caso, me quedé mirando a la foto, el tío ese tenía unas pintas de siniestro, podía ver mas o menos su estilo de lucha, pero claro era una suposición con un índice de error bastante elevado. También me explicó por donde podía encontrarlo y que preguntase por ahí, por todas las tabernas que viese. Me dio ese wanted, me lo guardé plegado en uno de los bolsillo de la chaqueta.

Tras un camino largo pude llegar a mi barco, si, era algo pequeño comparado con los demás, pero era un barco resistente. El camino era arduo, algunas tormentas aparecieron, vientos un poco revueltos, pero eso no era nada comparado con lo que me venía en un futuro cercano. Iba de isla en isla preguntando sobre aquella persona, enseñando en todas la tabernas es wanted, algunos me decían supersticiones, otros no tenían ni idea. Tras varios días preguntando, llegué a una isla en el West Blue, se veía todo verde, cuando me acercaba más podía ver que era bambú, toda la maldita isla cubierta de bambú, pensé que esa isla no estaba habitada.

Llevaba ya un buen rato entrenando. El sudor y la humedad del ambiente empapaban sus ropajes. El color de su ropa no era el más apropiado para aquel clima tan caluroso, pero no tenía otras. Se tumbó en el suelo, apoyándose contra una roca. Jadeante, se limpió el sudor de la frente con la capa y abrió su cantimplora. Bebió con ansiedad, poniendo el recipiente boca a abajo para que el agua cayese lo más rápido posible. Sin embargo acabó rápidamente con el preciado líquido. "Tendré que ir a llenar la cantimplora." Se puso la máscara y el sombrero y se internó en la selva.

Había aprendido a reconocer los limites del territorio Ashichi. Toleraban su presencia en la frontera del mismo y en la isla, pero no permitirían que pasase sin una invitación. Con esto en mente, atravesó la selva bordeando las tierras de los nativos. No sería difícil encontrar el manantial; la mayoría de animales de la zona pasaban por allí en algún momento, así que sólo tenía que seguir los rastros. Una vez llegó, abrió el recipiente y lo sumergió en el agua. Lo estaba sacando cuando escuchó un ruido a su espalda. A la velocidad del rayo se giró, desenvainando una daga con la mano libre y apuntando hacia el cuello del hombre moreno que tenía tras él.

- ¿Zuko? - dijo Jack, apartando la daga del cuelo del ashichi - ¿Qué hacéis por aquí?

- Vengo a avisarte, Hombre Sonriente. Un extraño ha desembarcado en la isla. Dijiste que más allá del Gran Azul hay gente que te busca, así que pensé que querrías saberlo.

- Muchas gracias, Zuko. ¿Por dónde anda ese extraño?

El ashichi le dio indicaciones, y Jack se puso en marcha. Zuko era uno de los pocos nativos que habían establecido un contacto medianamente estrecho con él. El hombre de piel morena le contaba secretos de la jungla y le ayudaba a cazar, y a cambio el revolucionario le contaba historias sobre el mundo más allá de aquella pequeña isla. Y había sido una suerte haberse hecho amigo suyo, pues si el extraño era marine o cazador podría haberle pillado por sorpresa. Al cabo de un rato vio algo entre los árboles. Rápidamente trepó entre  un grupo de bambúes que crecían muy juntos entre sí, y se quedó observando desde las alturas. Entonces vio a un chico de pelo rubio. Por su actitud y sus ropas adivinó que no era precisamente un viajero extraviado. Agarró uno de sus cuchillos y lo impregnó en energía.

- Ha no arashi - murmuró.

Lanzó el cuchillo, dirigiendo su trayectoria a distancia gracias a su técnica. Su intención era que le pasase rozando la mejilla y le hiciese un leve corte a modo de aviso, no para dañarle, si no para mostrarle su letal precisión confiando en que fuese suficiente para asustarle. No quería atacar a matar sin saber si era un cazador o no.

Ataque preventivo [AD]

- Quedaos quieto, extraño. Si sabéis lo que os conviene, dad media vuelta y abandonad esta isla.

Aquel lugar sin duda alguna era muy tranquilo, tanto que me puso algo nervioso, sería por estar acostumbrado al ruido de los pueblos y de algunas ciudades que había visitado, incluso en mis dos años que pasé en Punk Hazard, con los malditos gritos de los marines, en ese momento llegué a odiarlos.

Según había entendido de la explicación de Dan era que ese hombre utilizaba técnicas letales, la verdad, me daba igual, quería cogerle. Caminaba lentamente entre las cañas de bambú a un paso medianamente lento, sin ninguna preocupación. Sostenía mi espada ropera fuertemente con la mano derecha, que era la mano con la que empecé la esgrima hace 19 años.

Me empecé a meter un poco por la isla, a lo mejor podía encontrar a alguien y si había suerte al sujeto quien buscaba desde el principio. No paraba de pensar algunas técnicas para utilizarlas, no estaba muy experimentado con los combates con otras personas, nunca me habían entrado ganas de pelearme con nadie, era un hombre algo pacífico, o mejor dicho alguien que no le hacía caso a la mayoría de las cosas.

Miraba todo el rato a mi alrededor, todo cañas de bambú, donde en lo más alto de la caña se podían ver hojas que producía la misma planta, era un lugar maravilloso. De repente noté como algo con filo tocó mi mejilla, cayendo al suelo. Ya me estaban atacando sin hacer yo nada, era algo que me molestaba bastante, me empecé a enfadar un poco. Me paré en secó y miré, pero no podía distinguir nada.

¿?: Quedaos quieto, extraño. Si sabéis lo que os conviene, dad media vuelta y abandonad esta isla.
Dave: ¿Dar media vuelta? ¿Tu sabes lo que me ha costado llegar aquí? Mi barco está ya para morirse, no pienso salir de aquí por mucho que me lo diga un desconocido.

No ataqué, solo quería ver quien era, era una persona que no atacaba a inocentes, solo atacaba a la gente que considero mala gente o si es un criminal, pero al no saber nada, esperé, no creo que pueda hacerme daño sis sus ataques son de ese calibre.

Dave: Creo que el único que debe salir de aquí eres tu, vengo a por una persona algo peligrosa, puede quete haga daño para manipularte.

Bien, la misión era sencilla, hacer aparecer delante de mis narices a ese ser que me había atacado, de esa forma podía comenzar la pelea o simplemente dejar que se vaya.

(Dado que no estoy teniendo tiempo, me retiro del combate. Sawn ganaría el 50% de mi recompensa en el momento que comenzó el combate, que era 1.350.000. Con lo cual él ganaría 675.000 berries y yo perdería esa misma cantidad de recompensa por mi cabeza. Dado que tenía una recompensa baja en el momento que empezó este combate, me gustaría pedir que la cárcel fuese una normal, dado que no tendría sentido que trasladasen a un criminal "irrelevante" (en ese momento) hasta Impel Down desde los mares cardinales.)

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