¿Donde estamos? [Pasado ♦ Privado][Takeshi Yamamoto]

Surcando el East Blue se encontraba aquel barco que me transportaba a mi próximo destino. Bamboleando por las olas, mi cuerpo se movía levemente de un lado al otro mientras me hallaba recostado en la cama. Algo incómodo a decir verdad, pero no había nada que me preocupara menos que el ondular incesante del mar que nunca se calmaba por completo; El cielo estaba despejado y mostrando su hermoso color celeste rellenando esa amplia cúpula a su máximo esplendor. Alguna que otra nube pasajera deambulaba por este, y el sol caliente a rajar la tierra, mediodía aproximadamente y todavía quedaba un rato para llegar a Loguetown.

—¡Oi, tú!— vociferó un marinero de los que estaban ahí parados de vez en cuando mirando por la puerta de mi camarote. Amplié un poco mis fosas nasales antes de colocar mi mano izquierda sobre mi nuca, levantando vagamente la cabeza y así poder fijar mi mirada sobre aquel individuo.
—¿Qué se te ofrece?— preguntaba en un tono que simulaba contener educación, aunque más bien era un "¿Qué quieres?" lanzado con lubricante, para que jodiera menos.
—Si quieres un viaje gratis... *hip* ... deberás hacer... un poco de trabajo duro... ¿sabes? *hip*— decía aquel ebrio. Presentaba un bigote lleno de canas, teñido amarillo y marrón por el exceso de tabaco en el tinte de estos, un pequeño gorro marinero de lana y una ropa bastante sucia a decir verdad. Mugre, polvo, vómito, comida... de todo un poco, inclusive sangre de quien sabe qué procedencia.

—Tomaré el cumplido que he de trabajar duro por parte de alguien que su pasatiempo es fumar y beber hasta quedar teniendo hipo.— dije yo en un tono muy irónico, empezando a sentarme en la cama mientras soltaba un resoplido agobiado, que cansino era ese viejo, madre que los parió. —A ver... ¿qué tanto esfuerzo tengo que hacer? Que me lo diga alguien que su coeficiente intelectual en estos momentos no supera los veinte puntos... deja mucho que desear.— murmuraba mientras me levantaba de la cama, acomodándome la ropa. Acto seguido moví mi cabeza para sonar mis cervicales y por último los nudillos apretando un puño con la mano contraria a este.
—¿¡Qué... *hip* ... dijiste sobre mi cafésiente intelecual... *hip*...!?— y aparte de borracho, idiota... que no le salía ni decir una sola palabra bien, inclusive uno de sus ojos estaba más cerrado que el otro y parecía como si tuviera la boca dormida, demostrando la curda parda que ya llevaba encima el contrario.
—¡Nada, hombre! Que eres alguien de buen vivir, de buenos principios... sabes lo que quieres y eres responsable. ¿Te has planteado el ser capitán de una embarcación como esta? ¿A que sería una buenísima idea?— le guiñé un ojo asintiendo con la cabeza una sola vez, notándose a leguas mi sarcasmo.

Renegué con la cabeza y moví una de mis manos, suspirando resignado. Simplemente le aparté hacia un lado y este cayó como si de una bolsa de papas se tratara. Giré los ojos en blanco por unos momentos y luego de eso salí a la cubierta, dejando atrás a ese borracho bueno para nada, que posiblemente y solo era un viejo molesto, que no superaba los 60 años de edad y ya parecía que estaba al borde del cajón fúnebre, cavando su propia tumba a base de alcohol y tabaco.

—¡Tierra a la vista!— exclamó el vigía en la cima del mástil principal. La emoción en los demás era claramente notable, todos parecían estar bastante emocionados con llegar a Loguetown. ¿Yo? Pues... apoyado a un lado de la entrada a los aposentos internos de la barca que me llevaba hacia aquella isla. Mi emoción no era tan grande como la de ellos, o al menos... no la demostraba tanto. Parecía ser que al final de cuentas no tendría que mover ni un solo dedo antes de llegar al susodicho lugar.
—"Heh... y ahora a encontrar una excusa para no pagar el viaje."— pensé, cruzado de brazos. Me separé de aquella pared del barco en la que me encontraba apoyado, y pronto... llegamos al puerto, aproximadamente media hora después.

El capitán de aquella embarcación se me acercó, con ojos ladinos y bastante avariciosos. Suspiré levemente, empecé a rebuscar en mis bolsillos, colgando en uno de mis hombros un bolso en donde llevaba varias pertenencias, entre ellas el libro con la llave adentro, y algo de ropa y dinero... que poco era el que me quedaba más que para comer y poco menos. Vistiendo una sudadera negra, bermuda negra con un elástico blanco en la cintura un poco ancho, volteé ambos bolsillos delanteros de la bermuda hacia afuera, demostrando que estaba totalmente seco de dinero. La mirada contenta y deseosa del capitán cambió dramáticamente, hasta el punto en que su furia incontenible llegó a hacerme reír. Su rostro enrojecido aparentaba a punto de estallar, sus puños se apretaban entre sí, y las venas de su frente y cuello empezaban a marcarse. Un leve gruñido proveniente de su garganta fue señal de que debía irme de allí cuanto antes. Y así luego de sonreír levemente como diciendo: "Lo siento... pero no lo siento.", comencé a correr saltando del barco haciendo pie en una de las barandas laterales.

Algunos de los miembros de aquella tripulación salieron a perseguirme por órdenes del capitán, pero haciendo uso de mi agilidad, destreza... y un poco de uso de los poderes de mi recientemente adquirida Fruta del Diablo, pude perderlos de vista. Miré una última vez hacia atrás para cerciorarme de que no estuvieran siguiéndome... y fue allí, cuando volteé de nuevo mi mirada hacia adelante, que me encontré con el panorama más impresionante que hasta ahora haya tenido la oportunidad de presenciar en mi corta vida de veinticinco años solamente; Loguetown, la plaza central. Llena de gente, repleta hasta el punto en que uno sentía el aliento del otro chocar contra sus orejas, y que el rozamiento de cuerpos era prácticamente inevitable.

—¡Compre pescado, rico y barato! ¡Llévelo por cantidad, llévelo a buen precio! ¡Llévelo ya!— exclamaba un comerciante en su puesto de pescados y productos marinos en general.
—¡Venga por aquí, compañero! ¡Tenemos los mejores productos de cocina que se pueda imaginar, al mejor precio que podría usted pensar!— decía otro queriendo acaparar la atención. Mis ojos no sabían hacia dónde mirar, parecían desorbitados, se me hacía agua a la boca de tan solo imaginarme cuanta comida deliciosa podría haber allí, pero más que nada, cuantas hermosas chicas podría conocer e intentar engatusar, llevar a la cama y... bueno, el resto es historia.

—"Mantén la compostura, Mark... hay una imagen que mantener, y esa imagen es la perfección encarnada en persona."— pensaba hablando conmigo mismo. Pero era inevitable que se me fueran los ojos a cada cosa que me llamara la atención, parecía un niño pequeño en una tienda de juguetes, en un puesto de dulces, y simplemente tenía todo a mi alcance. Pero de pronto, choqué con una persona, alguien de figura masculina a ojo de buen cubero. Reculé un par de pasos, afilando mi mirada y reacomodando la correa sobre mi hombro, simplemente para ver de quien se trataba o de qué. No pedí disculpas ni lo haría a no ser que escuchara a la otra persona quejarse o decir algo al respecto de tal repentino encontronazo. Mejor no malgastar saliva por alguien que tal vez... siquiera se había percatado del choque, aunque difícil eso último... nos habíamos dado de frente.

Parecía que habría silencio entre nosotros dos, pero justo cuando ya iba a proseguir la marcha y caminar hacia otro lado, directamente las palabras de aquel muchacho despertaron un poco mi atención, o al menos lo suficiente como para mirarle fijamente a los ojos, una mirada firme... sin titubear. —Bueno, bueno, al parecer no hay modales en esta ciudad.— dijo él, a lo que yo solamente sonreí de medio labio, cruzándome de brazos y acomodando la correa del bolso a mi hombro, para estar un poco más cómodo. ¿Por qué no había pedido disculpas desde un inicio, se preguntarán? Bueno, la respuesta es demasiado simple a decir verdad... simplemente no me gusta malgastar saliva con gente que directamente ignora tus disculpas y hace como si siquiera existiera uno, manteniendo un silencio sepulcral y siguiendo en su propio mundo se alejan caminando, una actitud aberrante a mi humilde parecer... pero supongo yo que hay gente que le gusta ser tan imbécil como para actuar de ese modo.

—Como haber modales, los hay.— hice una pequeña pausa en mis palabras mientras enarcaba una ceja miraba de lado un puesto de comida rápida que la verdad me estaba llamando demasiado la atención. Pero de todos modos volví la mirada hacia el contrario, y enarcando una ceja cruzándome de brazos por unos segundos, resumí la "charla" por así decirlo. —Pero no malgastaría mi saliva con alguien que quizás siquiera le importaría que pidieras disculpas, solo seguiría caminando como si mi existencia no fuese más que polvo en el viento. Pero ya que te has detenido a esperar disculpas... lo siento, ¿tomamos una cerveza a modo de disculpas?— decía sonriendo de medio labio, posando mis manos en mi nuca y esperando la respuesta de aquel muchacho, al final de cuentas... no había dicho que invitara yo prácticamente, pero si que pensaba tomar una cerveza, accediera él o no a aceptar mis disculpas. Eran disculpas sinceras, aunque tan falsas sonasen por las expresiones de mi rostro, la culpa había sido mía al chocarme con él.

Spoiler:

El joven se disculpa con el espadachín, al parecer no se pronuncia a no ser que su voz vaya a ser escuchada, algo que le pasa a menudo por la cabeza al cazador, pues en diversas ocasiones fue ignorado completamente por aquellos que le rodeaban, tanto que acabó por decir las cosas físicamente, a base de golpes y violencia. El joven le propone que hablen mientras se toman unas cervezas, pero al no afirmar si invitaba o no, el joven espadachín empieza a sospechar que lo que el joven quiere es beber a su costa, algo poco inteligente pues a menudo le invitaban en las tiendas y tabernas.

Takeshi – “Por mí no hay problema, vayamos”

Dice Takeshi sin importarle mucho el gasto, pues no sería la primera vez que sacara provecho de su puesto al lado del gobierno para conseguir consumir cosas gratis u obtener ventajas en tiendas. Se dirige a una nueva ubicación, una taberna cercana al lugar en el que se encuentran, un lugar con poco glamour pero con mucha gente, por lo que sería más fácil usar su puesto.

—Por mí no hay problema, vayamos.— respondió el susodicho. A lo que yo solamente sonreí de medio labio y comencé a caminar hacia aquella taberna que prácticamente... estaba a escasos pasos de distancia.
Ya la música se podía sentir desde afuera, y al momento de cruzar las puertas... básicamente toda una música envolvente penetró mis orejas, a la par del aroma rancio a tabaco y alcohol, vómito y quién sabe qué otros aromas invadían mis fosas nasales. Arrugué la cara debido a que no me agradaba mucho el aroma... pero a decir verdad, el ambiente de por si era tranquilo, muchos estaban cantando sumamente entretenidos y obviamente con una curda encima de esas que dices: "Una gota más de alcohol y termina con un coma etílico"; Me acerqué a la barra sentándome en una de las banquetas que allí se encontraban dispuestas, suponiendo que el sujeto con el que me había topado con anterioridad me estuviera siguiendo para así ordenar aquel par de tragos que iríamos a tomar juntos a modo de disculpas. Si bien prefería pagar yo mismo mi trago aunque no tuviera demasiado dinero encima, si aquel tipo se disponía a pagarlos por su cuenta... tampoco es que fuese a tener problemas con ello, no me negaría en absoluto para ser sincero.

—Señores, ¿qué les puedo servir?— preguntó el tabernero mientras secaba unas jarras de vidrio con un paño.
—Por mi lado, una jarra de cerveza fría me viene más que bien.— comentaba mirando de reojo al otro 'compañero' que me acompañaba. —¿Y tú, qué pides?— agregué alzando levemente el mentón como para llamarle la atención y que así contestara, fuera porque estaba a un lado o al otro de mi; Aunque pareciera raro, no me molestaba compartir un rato de charla y cervezas o tragos con alguien desconocido, sino... ¿cómo creen que llegaría a conocer a alguien si no es interactuando de esa manera? Aclaré mi garganta mientras veía por el rabillo de mi ojo cómo el tabernero servía nuestras órdenes, a mi la cerveza y al contrario... bueno, lo que hubiese pedido, no le había prestado mucha importancia tampoco. Pocos segundos después igualmente nos entregaron nuestras bebidas, y mirando de reojo al joven contrario con el que me había chocado, alcé un poco mi jarra de cerveza susurrando un "Salud" que quedó algo camuflado entre los gritos y alaridos desafinados de los borrachos haciendo el intento de cantar.

—Y bien... para sacar conversación, desconocido compañero... ¿Cómo te llamas?— pregunté poniendo mis codos apoyados contra la barra de madera, mientras que tomaba la jarra con la diestra y la otra flexionaba el brazo y apoyaba mi mejilla en la palma zurda, mirando fijamente al contrario mientras esperaba su respuesta, de vez en cuando echándole un trago a mi cerveza fría, de la cual la jarra sudaba por el frío. —Yo me llamo Mark Kjellberg, pero dime solamente Mark... no es como si andar con formalidades hasta decir el apellido fuese sumamente necesario en estos tiempos.— agregué a esa charla, despreocupadamente le eché otro trago a mi cerveza mientras se escuchaba como una fémina de cabellos castaños, cuerpo escultural, delgada.. con un escote bastante pronunciado y senos alzados debido al corsé que llevaba sobre su vestido de color carmesí, de apariencia aterciopelada. Los hombres empezaban ya a babearse, y la voz de la mujer era sin igual, casi que angelical... acompañando aquel momento de una manera sumamente tranquila, casi que... tenue, como si creara un ambiente más pacífico, inclusive los borrachos hacían silencio para que la mujer cantase.

Aquel joven se encamina a la misma taberna a la que el espadachín se encaminaba, adelantándose y sentándose junto a la barra en uno de los varios taburetes que allí hay disponibles, la apariencia y olor del lugar justifica la escasa presencia de paisanos, un olor combinado de alcohol, vómitos y a saber que asquerosidades más inunda la atmósfera del local, echando para atrás a todo el que sienta desagrado por los malos olores, sin embargo los pocos que hay están de fiesta, cantan alegremente y de forma muy desafinada cualquier cosa que se les venga a la mente, la típica situación previa al coma etílico, pero eso ahora no le atañe al cazador, lo que le importa es ver si logra captar un nuevo miembro para su gremio.

Tabernero – “Señores, ¿qué les puedo servir?”

Pregunta el tabernero con un tono de voz más amable que lo habitual, en su mano una jarra de virio y un trapo, seguramente estaría limpiándola. Algo muy típico en los taberneros. Mientras el joven Shichibukai piensa en las palabras que usará para encauzar la conversación hacia donde él quiere el joven que se encuentra a su lado se pide una jarra de cerveza.

Takeshi – “A mí póngame un barril de sake”

Dice Takeshi tranquilamente mientras sigue pensando en lo suyo, poco tarda el hombre en traerles lo pedido, una jarra de cerveza bien fría para aquel joven y un barril de sake para el joven que se encuentra casi que sin ropa en la parte superior de su cuerpo.

¿¿?? – “Y bien... para sacar conversación, desconocido compañero... ¿Cómo te llamas?”

Pregunta el joven apoyándose en la barra con los codos, bebiendo con la diestra mientras apoya su cabeza en la siniestra, su voz es tranquila y parece querer simplemente sacar conversación.

¿¿?? – “Yo me llamo Mark Kjellberg, pero dime solamente Mark... no es como si andar con formalidades hasta decir el apellido fuese sumamente necesario en estos tiempos.”

Añade el joven antes siquiera de que Takeshi pudiera responderle, la verdad parece un sujeto honesto y fuerte, alguien así le vendría muy bien en su tripulación, pues nunca viene de más aumentar el poder ofensivo que posees.

Takeshi – “Bueno, es extraño que no sepas de mí, soy Takeshi Yamamoto, ya hasta el día de hoy no me encontré con un solo ser que desconociera mi identidad pues ostento el cargo de Shichibukai y de uno de los más fuertes cazadores de estos lares.”

Responde el espadachín con una voz tranquila para él, pero aun así más siniestra de lo normal, pues la gente se suele asustar al escucharle hablar, y esta ocasión no fue diferente, el tabernero dejó caer la jarra que se partió al impactar contra el suelo. Pero ese sonido queda oculto por el tumulto de los borrachos al intentar cantar, tumulto que se silencia en el momento en el que empieza a escucharse una voz femenina cantar.


Empieza a tocar Takeshi con una guitarra cercana en terminar la joven de cantar, pero esta vez acompañado por un grupo de muchachas que se animaron a cantar al ver al joven tocar esa canción.

—Bueno, es extraño que no sepas de mí, soy Takeshi Yamamoto, ya hasta el día de hoy no me encontré con un solo ser que desconociera mi identidad pues ostento el cargo de Shichibukai y de uno de los más fuertes cazadores de estos lares.— dijo él en un tono bastante... bueno, confianzudo por así decirlo. Me agradaba, ¿pero Shichibukai, Takeshi Yamamoto? Vale que me sonaba demasiado el nombre, y el puesto de Shichibukai que básicamente eran perros del Gobierno Mundial cazando piratas problemáticos a cambio de exoneración de sus crímenes... Al parecer era uno de los cazadores más fuertes de la zona en donde nos encontrábamos, pero siendo sincero... no me sonaba de ningún lado, seré yo el despistado que vive en las nubes o directamente me importaba más yo mismo que los demás, tal vez las mujeres y la comida, pero no mucho más. Ah, sí, y liquidar al Lord Marçois du Goa; Me le quedé mirando algo extrañado mientras la mujer seguía cantando, a lo que terminé mi jarra de cerveza de un solo trago y directamente volví a hablar, esta vez como para contestarle básicamente las últimas palabras que había dicho, como para... bueno, dejarle un poco más "contento" por así decirlo, si era Shichibukai, significaba que aquel sujeto no era moco de pavo en absoluto, debía andarme con cuidado para no llamar su atención demasiado, aunque si he de ser sincero... me importaba poco y nada.

—Así que un cazador, y aparte... Shichibukai, nada mal, nada mal de verdad... yo también soy un Cazador, pero nunca has oído de mi como yo nunca he oído de ti... más sospecho haber escuchado tu nombre en algún sitio, pero no presté demasiada atención, creo que estaba en la cama con la mujer y la hija de algún noble de Goa.— dije yo, para luego soltar una pequeña risotada. Inmediatamente aquel contrario se levantó una vez la joven terminó de cantar, empezando él a tocar la guitarra, a lo que unas muchachas le siguieron a cantar aquella canción. Levanté la mano diestra mirando de soslayo al tabernero, para que rellenara mi jarra de cerveza, al menos un par más me bebería antes de retirarme del lugar, a no ser que aquel joven me entretuviera más de la cuenta, directamente terminaría retirándome del Bar, a ver qué otras cosas interesantes habían para hacer; Los minutos pasaron, y cuando terminara de tocar aquella canción, subiría yo al escenario, no sin antes pasar por el lado de Takeshi y sonreír de medio labio, sin mirarle, simplemente manteniendo mi mirada hacia el frente. —Venga... déjale el estrado a quienes saben de esto.— musité bastante confiado y altanero, para luego directamente sentarme en un taburete sobre el escenario.

Me acerqué a quien vendría siendo uno de los músicos que estaban allí, susurrándoles si sabían una canción que estaba dispuesto a cantar, y luego de que me lo confirmaron, me volví a poner en el taburete, aclarando un poco mi garganta. La gente expectante e inquieta ya empezaban a impacientar, pero pronto empezó la música, y la emoción se despertó en sus corazones como si hubieran visto lo más hermoso del mundo... una canción que todos conocían y con la que se sentían identificados, fueran Piratas, Cazadores, Revolucionarios o Marines. Todos animosos levantaban sus jarras cuando llegaba el estribillo, y así pasaron un par de minutos hasta que terminó la canción, en lo que me uní de nuevo con Takeshi en aquella barra, mientras la gente ya había quedado contenta.

—¿Y bien? ... ¿Qué te ha traído a Loguetown? Un Shichibukai, el 'mejor' de los Cazadores, difícilmente lo imagino en un lugar tan simple como este.— decía bastante directo, haciendo énfasis en aquella palabra posterior a Cazadores, no conocía sus destrezas y por ahora no me interesaba conocerlas, solamente prefería mantener una charla tranquila, y luego de terminar nuestros tragos, retirarnos cada uno por su lado, cabiendo la posibilidad... de que no nos volviéramos a ver de nuevo.

Takeshi Yamamoto