Tengo carne, ¿quieres? [Pasado ♦ Privado][Saiiko]

Durmiendo me encontraba, a pata ancha a decir verdad. Tumbado en el césped en un pequeño descampado al medio del bosque en la Montaña Corvo. Un lugar al que prometí nunca volver a pisar... o bueno, esta isla por lo menos, pero no estaba ni cerca de Goa... así que la posibilidad de que Lord Marçois du Goa supiera que estaba aquí eran de una en un millón; Roncaba como si fuese una especie de chancho o de bestia feroz, un felino hambriento que empezaba a babear ante el gruñido de su estómago. Eran aproximadamente las dos de la tarde. Empecé a despertar entreabriendo mis ojos y rascando mi propio abdomen con una cara de pocos amigos ya que no me gustaba levantarme de una buena siesta teniendo hambre.

—Me cago en todo lo cagable... ¿será posible que siempre que duermo, me de hambre? Maldito cuerpo...— y otro gruñido más me obligó a darme algunas palmadas en la panza. —Ya, ya... no te quejes, ya te daré algo de comida... que molesto.— agregué a mis propias palabras, soltando un suspiro agobiado. Me levanté velozmente y tomé lo que vendría siendo una pequeña navaja que usaba básicamente para matar a mis presas, solamente la usaba con animales claramente, con los seres humanos prefería usar aquello que se llama: Cuerpo; si, el cuerpo es un arma en todo su esplendor si es usado de la manera correcta, y... bueno, pretendo hacerlo así básicamente. Antes de salir de caza, me propuse a tomar un trago de Ron de una botella que había traído conmigo y estaba al lado de un tronco tumbado junto con un pequeño bolso que contenía algunas pertenencias mías como ropa y aquel libro que llevaba y cuidaba con recelo.

De todos modos, me dirigí a la espesura del bosque, dejando mis pertenencias ahí a la intemperie... tampoco es que me fuera a alejar mucho. Dejaría un pequeño rastro de carne cruda la cual directamente no pensaba comer pues ya estaba un poco "pasada" a perder por así decirlo, pero para los animales pequeños carroñeros sería una delicia de esas que dices "Que pedazo de banquete me he encontrado"; Lo dejé en el suelo y me subí a un árbol, lo suficientemente arriba como para ocultarme entre las ramas y hojas de aquellos árboles perennes, y así poder tener un factor sorpresa; Lo que parecía ser un puerco salvaje o mejor conocido como jabalí hizo acto de presencia, olfateando aquella carne mientras yo me preparaba para atacar.

Escuchaba sus gruñidos constantes al empezar a mordisquear la carne, y una vez estuviese lo más concentrado posible, me lanzaría encima de este, clavando la cuchilla en su yugular, degollando al pobre animal. Una vez murió, lo llevé conmigo al pequeño campamento que había armado, prendiendo la fogata para luego esperar que se hicieran las brasas, despellejando a aquel animal y dejando la piel a un lado. Canturreaba suavemente, poniendo trozos de carne a cocinar, puestos sobre lo que vendría siendo una rejilla improvisada de metal; Escuché el sonido de algunas ramas en el suelo romperse, señal de que había alguien en las cercanías. Volteé mi mirada hacia el lugar proveniente de aquellos sonidos, esperando poder divisar de quien se trataba.

—¿Quien anda ahí?— terminé preguntando, aunque con poco interés a decir verdad.

Off-Rol:

—¡C-carne!— llegué a escuchar mientras la chica se echaba de rodillas frente a mi, cerca de la rejilla y con lo que parecía ser una cuchilla en una de sus manos. Entrecerré los ojos y curvé las cejas hacia abajo dejándolas en horizontal con la linea de mi cara, como si estuviera diciendo: "¿En serio...?"; Suspiré soltando un resoplido aburrido, para luego simplemente renegar con la cabeza y luego de eso cruzarme de brazos por unos momentos, llegando a alcanzar la empuñadura de la cuchilla que yo mismo había usado para despellejar al jabalí y así poder tener un arma de corto alcance pero que pudiera al menos servirme de algo por si aquella chica de cabellera de color aguamarina decidía hacer algo raro o que me agarrara desprevenido. La miraba incrédulo, debía admitirlo, sus rugidos de estómago eran lo menos femenino que he escuchado en toda mi vida, o al menos en todos estos años que llevo escuchando estómagos de mujeres sonar por hambre, y vaya... si que los he escuchado.

—Si... es carne, ¿nunca has visto cómo es?— cuestionaba alzando una ceja mientras la miraba fijamente, con algo de desconfianza a decir verdad. Faltaba poco para que la carne o al menos el primer trozo que había puesto a hacerse terminara de cocinarse al punto que a mi me gustaba... rosado y jugoso por dentro; Tomé aquel trozo de carne y lo partí a la mitad mismo sobre la rejilla de metal en el que se estaba cocinando, y pinchando esa mitad con un palo de madera, se lo entregué a la chica de cabellera verdosa. —¿Quieres, o me la puedo comer toda yo? Vamos... no tengo todo el día, princesa. La oferta caduca en unos segundos.— tomara o no la carne, dejaría aquel palo sobre las rejillas calientes dejando un trozo hacia afuera de aquella madera para que pudiera tomarla tranquilamente y así luego comer. Mientras que yo agarré el trozo de carne como si estuviese frío directamente y comencé a comerlo con bastante... bueno, salvajismo, al final de cuentas cubiertos tampoco es que tuviera en esos momentos, a lo sumo me ayudaba con el cuchillo un poco, pero tampoco dependía demasiado de este, mis colmillos más grandes que lo normal me ayudaban en demasía.

—Damisela de cabellos aguamarina... ¿serías tan amable de decirme qué se te ofrece? Aparte de algo de comida, claro está.— cuestionaba en un tono tranquilo, para luego dar otro mordisco a mi humeante y jugoso trozo de sangre, masticando con ganas y disfrutando de su sabor como si fuese un dulce placer de los dioses mientras esperaba pacientemente su respuesta. Me preguntaba qué objetivos tenía al haber venido hasta aquí solamente cargando una cuchilla, aunque tal vez solo quería robarme la carne... ojalá no fuera esta última opción o tendría que darle una paliza que el culo le quedaría rojo cual tomate; —No es como si quisiera presionarte o algo... tampoco es que me importe si te sientes presionada, pero... ¿qué pretendías hacer con ese cuchillo en mano cuando entraste en mi rango de escucha y visión? Y por cierto, mi nombre es Mark Kjellberg... bella señorita.— llegué a decir, guiñándole un ojo y sonriendo de medio labio mientras ondeaba suavemente de un lado al otro aquella cuchilla que portaba en mi mano izquierda, cuestionando arduamente los fines de la joven aquella con prendas que parecían árabes o algo por el estilo. Seguí comiendo carne de todos modos, de mordisco a mordisco hasta terminarme mi trozo, mientras comenzaba aquella tranquila pero rara charla con la joven... el día igual estaba en pañales todavía, tiempo era lo que más me sobraba.

Teniendo en cuenta sus respuesta, ya veía por donde venía la mano. Desvié un poco la mirada y me encogí de hombros pero no por vergüenza ni nada por el estilo, simplemente me estaba aguantando las ganas de soltarle algún comentario sarcástico de esos que suelo usar una vez empiezan a intentar tocarme la moral, aunque bueno... poco y nada podían hacer para lograr eso ya que directamente me importaban poco y nada he de admitir; —¿Aparte de algo de comida?— empezó diciendo, enarcando una ceja ya como perfilando mi atención a lo próximo que fuera a decir, justamente como para lanzarle un contraataque de la mejor calidad posible y que se quedara callada por un buen rato, o al menos que se le fueran las ganas de hacerse la graciosa conmigo, y eso que estaba siendo lo suficientemente amable como para compartir algo que por derecho era solamente mío, pero... bueno, eso es lo que me gano por ser "amable", o hacer el intento. —¿Es que tienes algo más que pueda interesarme?— Ah, bueno... ¿dijo eso, en serio dijo eso? ¿Pero qué le pasa a la juventud hoy en día, acaso simplemente son tan desagradecidos? Aparte de que había compartido de mi carne con aquella bestia corrupia.

De todos modos, guardé silencio, parecía demasiado concentrada comiendo un poco de aquella carne, hasta que volvió a hablar, de todos modos ya le pondría los puntos en su lugar nuevamente una vez tuviese la oportunidad y ella ya no tuviera palabras que de su boca fuesen a salir. —Sólo es mi instrumento de caza, Mark Kjellberg. No pretendía... asustarte.— explicó, a lo que yo solamente solté un pequeño bufido y giré los ojos como quitándole importancia al asunto, aunque admito que me hizo soltar una pequeña risotada irónica aquello de que no pretendía "asustarme". —¿Asustarme, a mi? Por favor... se necesita mucho más que una pequeña navaja para asustarme. Pero te mereces un trozo más de carne por hacerme reír... pocas personas lo logran, eh.— decía como si fuese todo un logro importante el que me haya hecho reir. —Y en cuanto a lo que si tengo algo más que podría interesante... eso lo podemos ver, todo depende de ti, primor.— agregué guiñándole fugazmente un ojo, para luego soltar una entretenida risa. No tenía ningún problema con compartirle un trozo más de carne, al final de cuentas había suficiente para los dos, pero claro... si seguíamos a ese ritmo, tampoco es que fuese a durar demasiado. De todas maneras, corté ese trozo de carne que ya estaba un poco más cocinado, menos jugoso pero igualmente tierno y se lo pasé a la joven, la cual terminó presentándose por el nombre de Saiiko Naoto.

—¿Si tengo Sake? ... No, no bebo Sake... me gustan las bebidas un poco más rupestres.— comentaba en un tono tranquilo, agarrando la botella de Ron color ámbar y luego acercándosela a la contraria. —Pero tengo Ron, si así lo deseas... Saiiko.— pausé un poco mis palabras para luego dar otro bocado a la carne que yacía ya cocida sobre la rejilla casi que al rojo vivo por el calor que levantaba la pequeña fogata improvisada como una especie de cocinilla al aire libre. Llevé mis manos a mi nuca por unos momentos, siendo que tomara la botella de Ron entre sus manos o me viera obligado a dejarla a un lado nuevamente si es que no lo hacía y declinaba el ofrecimiento de aquella bebida alcohólica, me resultaba curioso que de un segundo al otro... de las leves hostilidades hayamos pasado a esta situación, pero bueno... nada que fuera incómodo; —Saiiko, preciosa... discúlpame que la carne no esté sazonada... pero no soy cocinero, y me gusta la carne con su sabor natural... o bueno, el que tiene cuando está cocida sobre fuego a leña.— agregaba como excusa para luego frotarme las manos entre si, poniendo otro pedazo de carne sobre la parrilla.

—¿Qué te trajo a la Isla Dawn? si no es mucho indagar en tu privacidad el preguntar eso, claro.— decía levantándome del tronco caído en el que yacía sentado, caminando un par de pasos pasando por un lado de la fogata, y sentándome al lado de Saiiko, yo al menos en el césped. Crucé mis piernas a lo "indio" y posé mis manos sobre los lados de mis rodillas empujando mis piernas hacia el suelo como si estuviera estirando. —No muerdo, eh... así que no temas, Saiiko. Bueno, a no ser que eso quieras.— terminé por decir soltando una leve risotada, tomando la botella de Ron y empinándola de tal modo que tomaría un buen trago de aquel contenido alcohólico, y luego soltando un leve rugido ronco al pasar ese líquido por mi esófago, me quedé esperando a por las respuestas de la joven de cabellera aguamarina.

—Descuida... el hambre es el mejor cocinero.— dijo ella en un tono algo irónico pude denotar.
—En eso no te quito la razón, Saiiko.— murmuré mientras le despojaba de la botella de Ron y le daba un trago yo mismo, soltando un ronquido debido al leve ardor que causaba en mi garganta aquel líquido de tonalidad ámbar. —De todos modos... sobre si tengo razones más interesantes para estar en esta isla... lo dudo mucho, ¿crees que buscar piratas que me den buena pasta para comer... significa razones interesantes? Eso queda en ti, preciosa.— comentaba ya haciendo denotar mi profesión ante todo... o mejor dicho facción. Si, cazador, de esos que simplemente no tienen misericordia por los piratas que cazan, aunque a diferencia de los demás, a mi me daban igual los piratas, es más... si uno de ellos llegaba a agradarme lo suficiente, no me importaría la recompensa que este acarree sobre su cabeza. —Aunque al parecer... podría ser que tenga una razón en especial para estar ahora mismo en esta isla... tenemos visitas.— agregaba mientras miraba a un lado y al otro, denotando así que empezaban a rodearnos un pequeño grupo de bandidos de los bosques de la Montaña Corvo.

—¿Pero qué tenemos aquí? Si son una bonita pareja... ¿qué tal si nos entregan lo que tengan y nos pensaremos si dejarles intactos, eh?— decía uno de los maleantes. Eran aproximadamente 5 como mucho... ¿en serio, macho? ¿En serio estaban ya pretendiendo asaltarnos de aquella manera? Vamos, sabía que habían bandidos idiotas metidos en las montañas y en la espesura de aquellos bosques, pero no creía que llegaran a tal extremo. Mirarme a mi por ejemplo... alguien con un físico envidiable, un carisma sin igual. ¿No lo ven sumamente estúpido el asaltar a alguien con tal aptitud física y que posiblemente les pueda derrotar a todos con los ojos cerrados? Bah, en una de esas me dan una paliza y quedo yo como el idiota de la historia, pero curiosamente... estos me sonaban conocidos y no sabía por qué razón aparente, pero lo dejaría pasar por el momento, mirando a Saiiko de repente y solamente sonreí de manera despreocupada, echándole otro trago al Ron añejo y luego pasándole la botella de nuevo a la contraria, sin dejar de estar sentado en el pasto.

—A ver, ¿cómo se lo decimos, nena? ... ¿Lo haces tú, lo hago yo... o lo hacemos juntos?— cuestionaba refiriéndome a una cosa en específico: Darles una paliza; Parecía ser que aquellos hombres estaban dispuestos a darnos una paliza a nosotros, por más que desconocieran nuestras capacidades, ¿y por qué no? Nosotros la de ellos también. Pero no dejaba de pasarme por la cabeza la simple idea de que me sonaban tan conocidos. Suspiré levemente de todos modos, empezando a levantarme del suelo. Me sacudí la ropa tranquilamente, y justo cuando pensaba que ya Saiiko me seguiría, preferí centrar mi atención en uno de aquellos maleantes que se acercaba velozmente hacia mi lanzándome un golpe descendente en vertical con un palo duro, un bate por así decirlo... dirigido a mi cabeza.

Esquivé dando un rápido paso hacia la izquierda y virando mi cuerpo apuntando hacia el bandido,metiendo las manos en los bolsillos de mi bermuda negra. Acto seguido simplemente flexioné levemente mi pierna izquierda, girando mi pie zurdo en el suelo y volteando mi cadera hacia ese mismo lado, lanzando una potente patada en el estómago a aquel individuo. Patada que le tiró hacia atrás y le obligó a alejarse, aunque no lo había noqueado ni de cerca... ¡tampoco soy un dios todo poderoso, oigan! —Eh... ¿bailamos?— cuestioné, una proposición para comenzar a pelear... esperando si Saiiko se me unía o no... de todos modos, tenía ganas de luchar un poco, a vez si me bajaba la comida.

Mientras aquel individuo retrocedía debido a la patada que le había propinado de lado contra su estómago, otro atacaba a Saiiko. No pensaba reaccionar hasta que no la viera en reales problemas, aparte... quizás podía defenderse por sí sola, no le iba a quitar su parte de la diversión aunque eso quisiera, tener todo el foco de atención a mi... pero vamos, teniendo una belleza tan natural y con cabellera tan similar a la mía en cuanto a tonalidades, ¿no le dejarían jugar un poco con las "presas"? ... Vamos, si dicen que no, seguramente es que son unos idiotas; Mientras la chica luchaba sus propias peleas, habían otros tres que restaban por pelear, que directamente arremetieron hacia mí a toda velocidad, obviamente... aquello me dejaba en gran desventaja. Tal era la desventaja que pude esquivar el primer y segundo golpe propinado por aquellos palos que portaban los bandidos a modo de armas, pero lo que me agarró desprevenido fue la demostración de cobardía por el tercero, ya que aprovechando el ataque conjunto de los otros dos, este se escabulló velozmente por detrás y me agarró los brazos de tal modo que lograría posar además sus manos contra mi nuca y así hacerme una llave lo suficientemente fuerte como para que no pudiera mover los brazos.

—¿Así que jugando sucio, eh? ... Vaya manera de divertirse tan patética que tienen.— dije yo, mientras se dibujaba una confiada sonrisa en mi rostro, de medio labio.
—¡Cállate, pedazo de mierda! ¡Dijimos que nos dieran todo, pues no aceptaron... ahora mueran por estúpidos!— y así sin más, me dio un garrotazo en toda la boca. No me bajó los dientes pero si me partió el labio inferior del lado derecho. Sonreí notándose como mis dientes se teñían levemente de rosa debido a la mezcla de mi saliva con la sangre. Me relamí sonriendo aún de aquella manera y sin previo aviso, escupí la saliva con sangre directo a la cara del que me había golpeado en un inicio. Al hacer aquello, el tipejo se limpió la cara lo más rápido posible, mirándome con una expresión de furia incontenible, mientras yo reía como si fuese la cosa más normal del mundo que me hubieran roto la boca de esa manera.
—¡Ahora si te lo buscaste!— exclamó él, empezando a golpearme las costillas, piernas y estómago con su garrote. El otro también empezó a hacer lo mismo. Yo solamente tosía de vez en cuando e intentaba voltear la cabeza dirigiendo la voz hacia Saiiko.

—No te preocupes, preciosa... lo tengo todo bajo contr-... ¡UGH!— antes de que pudiera terminar de hablar, me dieron un potente golpe en el mentón con el garrote, me lo había dado al que le había lanzado aquel gargajo cargado en toda la cara. Mi cuerpo pareció debilitarse por un momento, aunque el bandido que me sujetaba en esa llave no me soltó en ningún momento. Los otros dos detuvieron un poco sus golpes, a lo que yo solamente yacía con la cabeza gacha y los ojos cerrados.
—¿¡Eso es todo lo que tienes, eh!? ¡Mucho ruido y pocas nueces!— exclamaba el que me había golpeado la cara ya dos veces. Yo por mi lado empecé lentamente a levantar la cabeza nuevamente, enderezando también mi cuerpo como si recobrara las fuerzas, aunque si... admito que me había dejado algo descolocado aquel golpe, si bien no me había sacado ningún diente, me salía sangre de la herida que había creado en mi frente, mi mentón yacía sumamente enrojecido.
—Heh... que poca fuerza tienen, muchachos...— murmuré para luego sonreír de manera bastante burlona pero "débil". Ambos bandidos que yacían golpeándome con aquellos palos gruesos y duros gruñeron enfurecidos debido a cómo me estaba burlando de estos, y decidieron atacar de nuevo.

Pero antes de que un nuevo golpe impactara, mi cuerpo empezó a mutar rápidamente, un par de alas azules grandes crecieron de mi espalda las cuales apartaron violentamente a aquel que me agarraba por detrás, mi rostro se alargó y las mandíbulas se volvieron prominentes con una fila de colmillos sumamente afilados decorando esta. Una cresta que tenía apariencia de cristal que recorría toda mi espalda, una cola larga y tanto mis manos como mis pies también se transformaban, agrandándose mi masa muscular aparte de estar cubierto de escamas azules, transformándome así en la forma híbrida de mi Zoan mitológica.

Solté un fuerte rugido que llegó a intimidar un poco a aquellos sujetos, y sin titubear, al que me había golpeado varias veces la cara directamente le di un zarpazo descendente en diagonal con las garras de mi mano izquierda que directamente desgarré su carne violentamente. Al otro le lancé una patada y cuando giré rápidamente para golpear al restante, el que me agarraba de cobarde por atrás, este empezó a temblar y se orinó encima, huyendo mientras gritaba desesperado que le ayudaran, auxilio y demás... ya saben, lo clásico. Al final de todo aquel embrollo, que había acabado con uno orinándose, los otros dos siendo golpeados por Saiiko, y los otros dos... bueno, retorciéndose de dolor en el suelo. El que recibió la patada específicamente se arrastraba por el césped, empezando a alejarse, mientras que el que había recibido el zarpazo en el pecho, era ayudado por su compañero una vez se levantó, alejándose de allí lo más rápido posible.

Gruñí levemente, para después empezar a volver a la normalidad mi cuerpo. Suspiré aliviado, tocándome la frente y notando la sangre que goteaba por esta. Me acaricié el mentón moviendo un poco esto debido al garrotazo que me habían dado en este, y luego miré de reojo a Saiiko, tosiendo un poco y luego moviendo mis hombros en círculos cerrados al cuerpo. —Hasta ahí llegó la emoción, creo... eso si sirvió para bajar la comida, aunque me hubiera gustado hacer otro tipo de ejercicio...— comentaba frotándome suavemente el mentón, inquiriendo disimuladamente "otro" tipo de ejercicio para quemar calorías... si saben a lo que me refiero... *Wink*; ¡Ahem! Volviendo a lo que nos importa, pues si, la pelea había terminado, y si bien yo había terminado con moretones, varios de estos inclusive violetas, alguna costilla fisurada y un buen dolor de cabeza que caería más tarde... tan mal no habíamos terminado, ¿no? ...

Los bandidos poco a poco se iban disipando del lugar, huían espantados por lo que éramos capaces de hacer juntos. ¿Será realmente que había alguien digno con quien pelear en la Isla de Dawn en estos momentos? Bueno, lo dudaba realmente, y no tenía ganas de pelear con Saiiko... hacía pocos minutos había comido, no fuera a ser que me de un paro digestivo o algo por sobre-esforzarme. Si, esfuerzo fue lo que más me faltó al luchar contra aquellos sujetos; Su voz despertó mi atención de nuevo en ella, mientras me pasaba una mano por la frente limpiando lo mejor que pude aquella herida que me habían hecho, moviendo mi mandíbula inferior haciendo denotar que uno de esos garrotazos si que me había movido las ideas y no era para bromear, un golpe más de esos y quizás hacerme el interesante directamente me habría salido por detrás cual tiro por la culata.

—Entonces puedes esperar sentado, Kjellberg, ¿no crees? Espero que te hayan dado palizas peores.— dijo ella a lo que enarqué una ceja, encogiéndome de hombros por unos momentos mientras empezaba a tomar mis cosas, y obviamente... guardar la mayoría dentro del bolso que había dejado ahí a un lado del tronco caído que usaba como asiento.
—Venga ya, pero que fría... eres comparable a un témpano, ¿sabes?— bufé mirándola de reojo, terminando por cerrar el bolso y directamente poniéndolo a mi hombro mientras me acercaba a ella, sonriendo de medio labio. —Cómo sea, preciosa... he de admitir que ha sido un placer patear los traseros de estos buenos para nada, estando a tu lado. Espero que...— pausé mis palabras nuevamente, esta vez tomando gentilmente su mano y besando suavemente el dorso de esta, alzando la mirada aún con el cuerpo inclinado hacia adelante y le guiñé el ojo izquierdo. —...volvamos a encontrarnos.— terminé aquella frase, soltando su mano y enderezándome nuevamente. Luego de eso, tan simplemente tomamos caminos separados, tal vez me habría dicho ella algo, tal vez no, pero cada quien se fue por sus caminos, quien sabe si en un futuro nos volveríamos a encontrar, por ahora... prefería pensar que si, quien sabe en un futuro las vueltas de la vida lo que traiga consigo.

Off-Rol: