Una nueva aventura: Parte II (Pasado) [Privado Crimson/Sweety]

Primera parte:

La joven muchacha aceptó su propuesta. Al fin tendría en su tripulación a la pelirroja que tanto ansiaba tener y con la que poder viajar a lo largo y ancho de esos inmensos mares. mientras caminaban hacia su destino, su cara no podía dibujar otra cosa que no fuera una inmensa sonrisa. Estaba realmente contento por haber conseguido "ficharla". En aquella noche templada no esperaba poder conocer a una chica así y mucho menos que ésta aceptase ser parte de su banda.

Ambos siguieron caminando hasta cruzar la esquina y, sin andar mucho más, acabaron llegando al tan nombrado local, "Puzzle" con un lumínico y enorme anuncio del mismo en la entrada. Las luces que irradiaban eran de colores rojos, morados y verdes muy chillones. No era precisamente un bar o una taberna. Era más bien un sitio mucho más... curioso, siendo además concurrido principalmente por hombres. El motivo era obvio, era un club de alterne. Parecía bastante claro el por qué había acabado el capitán pirata en un sitio así. Su pasión por las mujeres, el alcohol y el dinero que le sobraba eran motivos suficientes como para hacer que alguien como él pagase por un rato de diversión. No se avergonzaba de ello, aunque tampoco se enorgullecía. Simplemente bromearía acerca de aquella, restándole importancia, pues no la tenía. Más aún tras escuchar los comentarios, entre breves risillas, de la pelirroja que lo sostenía de la mano.

-No me importaría acordarme-le respondió con franqueza a su primera pregunta.- Y tranquila, yo me encargo-continuó inmediatamente empujando la puerta para que ambos pudiesen entrar. Tiró suavemente de la mano de ella para que pasase. El local era aún más turbio de lo que esperaba. En la entrada, en dónde se hallaba la barra para que se pusieran a punto justo antes de entrar, se intuía, pues la visión resultaba muy complicada, que habían unos cuantos hombres, la mayoría le doblaban en edad, esperando y bebiendo. Incluso para él, aquel prostíbulo le resultaba bastante más sombrío de lo habitual. Apenas se podía ver nada. Únicamente a lo lejos, con unos focos que apuntaban a la barra de striptease, se veían las luces de un fuerte tono morado/rosa y a las bailarinas contoneándose delante de sus ávidos espectadores. Se lo tuvo que pasar muy bien la noche anterior en un lugar así. -Vaya, no es habitual que entren jovencitas a nuestro querido establecimiento-se escuchó con una voz ronca y tosca a su derecha, detrás de la barra. -¿Queréis algo antes de empezar a disfrutar del show?-preguntó inmediatamente después.

Crimson, sin esperar a la respuesta de la muchacha, ante la abierta y descarada pregunta del barman, se la llevó, tomándola esta vez de la cintura, hacia el final del largo pasillo, para que al menos haya algo más de luz. -Todavía no queremos nada.- Había algo que no le cuadraba de todo aquello, pero no sabía exactamente qué era lo que no encajaba ahí. Aunque no tardaría mucho en descubrirlo, para su desgracia.

Llegaron a la zona de los shows de striptease del local. Aquél panorama le dejó totalmente en estado de shock. Ahora entendía el por qué sólo había hombres en la entrada. Las palabras del barman ahora cobraban sentido. Algunas gotas de sudor frío recorrieron su espalda y nuca mientras su cara reflejaba la gran sorpresa que se había llevado. -"No puede ser... No puede ser..."-sonaba en su cabeza hasta que algo horroroso le hizo salir de ese estado. Las "camareras" (unos drag queens enormes) del local llevaban el mismo ridículo sombrero rosa que Crimson tenía encima de su cabeza. Casi por acto reflejo se lo quitó de un seco golpe con la palma, cayendo éste al suelo.

Al notar la presencia del pirata muchas cabezas se giraron para fijar la mirada en él. -Uuuhh.- se escuchaba de fondo con varios de esos individuos, que tanto repelús le causaban, acercándose hacia él. -Sabíamos que volverías hombretón. Tanto quejarte ayer y ahora quieres repetir-dijo uno de ellos. No pudo hacer otra cosa más que bajar la cabeza. deprimiéndose por todo lo sucedido. -No puede ser...- repetía entre susurros para sí mismo. -Si quieres tu amiguita se puede apuntar-le insinuó ese mismo sujeto.-Incluso a vosotros os haríamos un precio especial. Con una niña tan mona y un hombretón como tú, no nos importaría-concluyó el drag queen.

Los okamas que trabajaban en Puzzle seguían con sus diversas ofertas, tanto a Crimson como a Rose, de ofrecerles una amplia gama de servicios. La situación era absurda, cómica y siniestra a partes iguales. Él seguía ensimismado pensado en si realmente lo había hecho con esos monstruos la noche anterior... seguía sin poder comprenderlo. Levantó la vista para fijarse en la pelirroja, pero ya no estaba. Se había marchado y él no se había enterado de su partida. ¿Cuándo es que se había apartado de su lado? Un adorador de las pelirrojas como él no podía perdonárselo. Ignoró totalmente a estos y empezó a buscarla con la mirada. En un pequeño instante no podía haberse ido tan lejos por lo que buscándola entre toda esa gente su cabellera llameante debería de destacar lo suficiente como para encontrarla. Pero no fue así.

Aquel laberíntico lugar hacia honor a su nombre y perderse en él resultaba muy fácil. Miró hacia atrás, por dónde supuestamente habían venido, pero el pasillo ya no estaba. Más bien se había desplazado. Lo que fue una recta fácil de seguir se había convertido en una esquina que se desviaba hacia un lado. Le resultaba sumamente extraño que de repente no pareciese el mismo lugar. Probablemente el alcohol ya le esté empezando a subir. Demasiado pronto para su gusto.

Entonces notó una pequeña mano sobre su brazo. Era Rose que nuevamente había conseguido encontrarse con él. Con una expresión muy diferente a la que había mostrado hasta entonces le dijo que no tenía muchas ganas de seguir en ese lugar. Visto lo visto a él tampoco le apetecía mucho continuar en aquel prostíbulo tan extraño en el que había acabado dos noches seguidas. Acto seguido, ella preguntó por su estado. -Estoy bien, sólo necesitaba... asimilar lo ocurrido con estos mariposones- respondió apartando a los dos Drag Queen que no cesaban en su empeño de querer “jugar” con los dos piratas. Al parecer les encantaba esa combinación de perversa inocencia que rezumaba la improvisada pareja. -Vámonos, antes de que me cargue a esto pesados. Lo más conveniente es que vayamos al otro bar que marcaba en la mesa-continuó llevándola deprisa por dónde debía de estar la puerta. -¡Por mucho que corráis no iréis a ningún lado! Este sitio siempre cambia de forma cada minuto. ¡Será mejor que os quedéis y paséis un buen rato con nosotras!-exclamaba una de esos inmensas “camareras”  corriendo en su dirección, para perseguirles. El sólo pensarlo le daba un escalofrío en todo el cuerpo.

Los okamas no mentían. El pasillo que apuntaba hace escasos momentos hacia un lado, ahora lo hacía en el lado opuesto. Incluso la sala de striptease en la que se encontraban había cambiado su forma, desapareciendo algunas de las barras y habían salido una plataformas en dónde algunas gogos bailaban. Los movimientos del suelo eran tan sutiles que no se notaban cuando se hacían los cambias en la estructura de todo el edificio. Pues era obvio que la totalidad de la estructura de Puzzle, haciendo una clara referencia a su nombre, cambiaba una y otra vez, siendo un verdadero rompecabezas salir de un lugar así. Esto, junto a las luces, cegadoras por momentos y en total ausencia en otros; la estridente música; las bebidas, aderezados con otros estupefacientes que se mezclaban con ellas; incitaban que tuvieras que quedarte, despilfarrar y desembolsar toda tu fortuna, para beneficio de los dueños. Visto así no era un negocio tan mal planteado, de hecho debían de estarse forrando los muy cabrones. En parte les envidiaba, habían montado un negocio cojonudo y probablemente esa fuese la causa de porque se despertó en mitad de la nada vestido como estaba.

-No es difícil suponer que no únicamente cambian de lugar las paredes y habitaciones en horizontal. Probablemente ya estemos en una planta distinta de la que empezamos-le advirtió Crimson.-Así que sólo nos queda subir... al menos en los próximos treinta segundos, antes de que vuelva a cambiar el lugar-concluyó al ver como les alcanzaba la “exuberante camarera” de antes intentando besarle. Con un rápido movimiento de judo, lo derribó y lo lanzó contra una mesa, partiéndola en varios trozos. Esto no hizo más que alarmar a varios de los presentes. Los compañeros del Drag Queen avisaron a seguridad. Algunos clientes también acusaron a la chica, pues antes habían golpeado, según sus palabras, de forma brutal a un pobre hombre. Ambos serían perseguidos por los seguratas. No sólo eso. En la mesa que acaba de partir el pirata se encontraba sentado disfrutando, indistintamente, de hombres y mujeres un cincuentón, antiguo capitán de la marina, que había sido expulsado de la marina por su extrema violencia.

El panorama se ponía cada vez mejor y Crimson no podía disimular la sonrisa. Esas situaciones eran exactamente las que más disfrutaba. Se giró levemente, hacia su nueva tripulante, bastante contento y confiado por todo lo ocurrido. -No está mal para una primera cita. Vas a tener que acostumbrarte a este tipo de situaciones-le advirtió entusiasmado. Detrás de ellos empezó a moverse parte del suelo hacia arriba, iba a subir y era una oportunidad que no debían de desaprovechar si querían salir rápido. -¡Vamos!-gritó radiante mientras se montaba y le tendía la mano antes de que llegase hasta el techo y sea imposible el poder tomar esa ruta. Ese lugar aparentaba ser una disparatada atracción de feria.

Ella le respondió, advirtiendo de la capacidad de Crimson para hacer que todos vayan siempre a por él. -Tranquila... o mejor dicho, no lo estés. Esto irá cada vez a más. Y sí, estás en lo correcto. Tengo la extraña cualidad de alterar los humos con facilidad. Esas son las cosas que hacen más divertida mi estancia en este mundo -respondió soltando una casi imperceptible risa entre dientes.

El suelo seguía ascendiendo hacia el tejado y Rose tomó su mano para subirse junto a él. No fue la única que tomó la decisión de irse con el capitán ya que un par de las "camareras" decidieron perseguirles incansablemente y se colgaron de la plataforma. Al verlos el moreno decidió quitarlas del camino para que no sigan interrumpiendo y dejen de seguirlos. Pero no lo hizo. No por por falta de ganas, sino porque vio como se le adelantaba la pelirroja, que demostraba nuevamente esa fiereza que sumado a su belleza y talento la hacían una buena tripulante. Definitivamente había hecho un gran fichaje. Ella les atacó desenfundando su katana y lanzándolos hacia abajo. Chocaron estrepitosamente contra el suelo, bañados de sangre. El pirata solo podía sonreír frente a la acción de su nueva nakama. Era toda una maravilla.

Aún así, la situación parecía empeorar, pues no tardarían en estrellarse contra el techo y si eso pasaba ambos formarían una bonita tortilla entre las dos placas de piedra. Ella rápidamente advirtió de la existencia de un hueco por el que podían meterse, evitando así el destrozo de sus dos bonitas figuras. Rose se lanzó a por la abertura, estirando la mano, tal y como lo hizo él hace escasos momentos, para que la cogiera y que los dos pasaran a través del mismo. Así lo hizo y tras un saltar los dos se encontraron con un nuevo pasillo, bastante largo por el que apenas de podía divisar nada, mucho menos medir su distancia. Sin embargo no esperaría a que haya algo de luz para descubrir que tan largo podía ser ese pasadizo. Sacó un cuchillo y lo lanzó de frente. Este no tardó en clavarse en la pared del fondo, indicando una distancia aproximada de la longitud. El ruido de la hoja clavándose hacía deducir que lo que estaba al final era de madera. Por lo tanto o estaba bien tapizado de ese material o lo que estaba al final era una puerta.

-Por el sonido es bastante obvio que hay una puerta a unos ocho metros en linea recta. Aunque no podemos fiarnos, quizás halla trampas-comentó mirándola entre la oscuridad. Su melena roja todavía era muy visible a pesar de la escasa luz. Los dos continuaron por el pasillo, rápidamente, pues el sitio volvería a cambiar. No hubo ningún inconveniente durante el corto trayecto. Una vez llegaron hasta la puerta el pelinegro la abrió de una patada, echándola abajo. Al hacerlo se descubrió lo que había al otro lado de la misma. Una enorme sala para clientes VIPs. En una sofás estaban un hombre, trajeado, disfrutando de un trabajo manual de esas "camareras". Crimson tapó los ojos a Rose, como si de un padre protegiendo a su hija se tratase. -No mires, acabará con tu inocencia.- Su presencia no pasó inadvertida e hizo que el tipo tumbado se quitara a las Drag Queens de encima, muy sobresaltado. Llamó a gritos a seguridad, pues ellos dos habían interrumpido su "sesión de masajes".

-Vaya, nos han vuelto a pillar-le dijo al oído, destapándole sus azules ojos. -Va siendo hora de ir a la siguiente habitación. ¡Corre!- exclamó mientras el hacía lo propio cruzando la sala raudo y veloz hasta llegar a la siguiente puerta. Sin más tardar la abrió contemplando el siguiente panorama. Una red de pasillos con multitud de puertas. -"¿Ahora por dónde?"-pensó todavía sosteniendo la puerta que acaba de abrirse.

Rose, rauda, se adelantó y empezó a abrirse paso entre aquella red de pasillos. Crimson la siguió y vio la estrategma que usaba. De vez en cuando se detenía para ver había al otro lado de la misma. Entonces le dijo que se adelantara, pues ya se escuchaba a los guardias venir. Estos, unos seguratas trajeados y gafas de sol, se echaron encima de los dos piratas, con lo cual él respondió derribándolos sin muchas dificultades, con una patada al primero; una llave, muy similar a las que se hacen en judo, al segundo y usando el cuerpo de éste lo lanzó contra el tercero el cuarto. Otra vez se acercó a ella que le indicaba por dónde debían entrar antes de que llegaran los guardias. -Acabo de encargarme de cuatro de ellos, aunque creo que se levantarán pronto y no tardarán en venir refuerzos.- Entraron en una nueva habitación. Su voz resonaba en la sala, era una buena forma de saber las dimensiones aproximadas de la misma.

Ella encendió la luz para ver de qué tipo de habitación se trataba ahora. Crimson rezaba por no haber entrado en un cuarto oscuro, bastante traumatizado estaba ya con todo lo ocurrido con las Drag Queens. Aún no se creía que de verdad halla pasado... Soltó un pequeño resoplido tras recordar lo que le acababan de desvelar las "camareras". Para su suerte la habitación no tenía nada que ver con lo que se estaba empezando a imaginar. Las paredes, el techo e incluso el mismo suelo estaba lleno de espejos. Eso era, como poco problemático. Sin embargo cayó en la cuenta de algo en ese mismo instante. -Si te das cuenta ya han pasado treinta segundos, y esta sala no parece haber cambiado de posición, a diferencia del resto de la casa. Quizás sea porque un movimiento brusco rompa los cristales y si no quieren que se rompan será por algo. Tápate los oídos- ordenó el capitán tras su breve deducción. -Quédate, aquí quieta por un momento, quiero probar una cosa...-

Sacó toda municiones y destapó las balas. Las arrojó por el pasillo iluminado con una luz tenue por varias zonas del mismo. La pólvora se esparció por los alrededores de las balas. Un total de unas treinta balas acabaron dispersas por la habitación. Desenfundó sus pistolas y disparó con ellas. Estas explotaron soltando un atronador ruido que reventó todos los espejos de golpe. Al hacerlo, a pesar de la escasa luz, se podía divisar que tras varios de aquellos cristales habían más caminos. Pero en especial uno le llamó la atención. El del techo. Este parecía que salía al exterior. -Creo que lo hemos conseguido, Sweety-exclamó entusiasmado. La abrazó, rodeándola por la cintura, y la levantó del suelo en un efusivo acto que demostaba su alegría por haber encontrado a una nueva nakama y que por fin podían salir de esa pesadilla de sitio. Giró sobre sí mismo, y con esto ella también. Puzzles, ahora todo cuadraba.  

Ella decidió salir por el conducto que se acababa de abrir frente a ellos. Dijo que se adelantaría para confirmar que no había trampas. Las había y Rose rápidamente se deshizo de ellas, despejando el camino de posibles complicaciones  -"Pelirroja, intuitiva, talentosa, increíblemente atractiva y sexy. Esta chica tiene el pack completo"- pensó mientas las veía subir, por aquellas escaleras, ancladas a la pared interna de ese pequeño túnel vertical.  La siguió, haciendo los mismos pasos que ella. Entonces vio como uno de las barras que hacía que de escalón, se salió del sitio provocando que la pelirroja esté apunto de caerse pero hábilmente recuperó la compostura y logró subir, airosa, a la superficie del tejado. Crimson se alegró por ella, aunque estaba claro que si él estaba debajo no la iba dejar, la sujetaría y se encargaría personalmente de su seguridad. Ese día el capitán se prometió a sí mismo que la protegería. Con su propia vida si era necesario. Él también salió.

Para cuando lo hizo ella ya estaba sentada, sobre las tejas, a unos cinco metros del borde. La azotea de puzzle tenía una inclinación muy leve, pues en ese lugar no llovía en exceso y no se necesitaba más, y era bastante sencillo caminar por esa superficie sin tener ningún tipo de percance. Hasta entonces no se había dado cuenta pero la luna llena esa noche brillaba más que nunca. Realmente sentía que esa noche estaba especialmente cerca a ellos. Siempre se había preguntado qué era exactamente esa esa gigantesca esfera blanca que brillaba sólo algunas noches. Crimson era relativamente bastante inteligente, pero no tenía conocimiento acerca de astronomía.

Dio unos cuantos pasos y se sentó al lado suyo, pegados hombro con hombro. El resplandor de la brillante luna sólo hacía que su espectacular melena carmesí. Tenía debilidad por las pelirrojas. Se sintió tentado a acariciarla (la melena, malpensados) y así lo hizo. Deslizó suavemente sus dedos por sus finísimos cabellos. Casi parecía extasiado. La miró fijamente a los ojos y le dijo: -Me alegro enormemente de haberte conocido Rose...- Y entonces fueron interrumpidos ya que por el mismo sitio por dónde había salido ellos dos antes ahora estaban saliendo una cuantiosa cantidad de guardia, dispuesto a arrestarlos. -Parejita- pues es lo que parecían en ese momento- habéis cabreado al jefe y ya no podéis escapar-. Tenía razón, ahora se veían totalmente rodeado por los guardias de Puzzle. Sin embargo Crimson rió tranquilo. Estaba totalmente confiado, nada parecía alterarle, salvo esos malditos okamas. Se levantó, cogiendo de la mano a Sweety, pues así había decidido apodarla, y poco a poco fue dando pasos hacia atrás hasta quedar al borde del edificio de más de cinco plantas. El resto los miraban con autosuficiencia, pensaba que intentaba en vano huir, buscar alguna especie de milagro. -Lo siento señores, pero es tarde y debo llevar a la señorita a su casa- respondió, en parte burlándose de ellos.

-¿Te gustaría volar?- le preguntó a Rose, aunque figuradamente pues independientemente de su respuesta saltaría, con ella en brazos. Así lo hizo. La cargó sosteniéndola como un marido a su mujer en la noche de bodas y saltó al vacío. Les esperaba el duro pavimento quince metros más abajo. Sin embargo de la espalda de Crimson brotaron un par de enormes alas doradas, que le daban un aspecto angelical, contrario a su dura apariencia. -El ser humano desde siempre ha deseado volar, cruzar el cielo y codearse con las más bellas aves, gracias a mi zoan yo puedo hacerlo y, sinceramente de las cosas gratificantes que existen. Te sientes plenamente libre- explicó mientras se la llevaba lejos de ese antro que en tantos líos les había metido-Cuéntame, ¿a dónde prefieres ir?- le cuestionó y allá dónde ella ordenase irían surcando los cielos- ¿O prefieres que te lleve a tu casa?

Cruzaron los cielos, por encima de la ciudad. Las alas doradas de Crimson y la larga melena carmesí de Rose resaltaban por el brillo propio que tenían al ser iluminadas por las luces de la ciudad en esa noche. La brisa marina les recorría, alborotando sus peinados, ya de por si bastante revueltos. Notó como ella no se sintió a gusto con su pregunta. Había tocado un tema con el que no se sentía especialmente cómoda, por lo que pudo ver y sentir. Quizás la pelirroja, como muchas otras personas, no tenía eso que la gente denominaba comúnmente como hogar o quizás simplemente es que aún no tenía ganas de volver, quería seguir viviendo las disparatadas aventuras a las que se veía sometida con el rocambolesco capitán, dado al alcohol, las mujeres y la buena vida. Todo un rockanrolla. -Es la taberna que nos falta -le contestó sin estar demasiado convencido.

Descendieron tras varios minutos de vuelo, dejando ya atrás, lejos de su vista y de sus mentes el club conocido como Puzzle y sus camareras que tanta grima le habían dado a Crimson. La posó delicadamente sobre el suelo, delante de la entrada de Taberna del Cazador. El sólo nombre del local aseguraba qué se encontrarían dentro. -Como quieras -respondió a su ofrecimiento de ser el primero en entrar. Se acercó y empuño el pomo, girándolo y empujando lentamente la puerta. Se pudo escuchar el sonido de las visagras viejas. Reflexionó durante un momento y se paró, dejando entreabierta unos centímetros la puerta, lo suficiente como para que se escuchase el griterío que salía de dentro. Sonaba como si festejasen la captura de un pirata conocido en ese mar. -¿De verdad necesitamos entrar y tener otra pelea de bar? El nombre no es sólo una campaña publicitaria. Está lleno de cazadores de recompensa. Y ahora como piratas no somos precisamente bien recibidos -dijo mientras volvía a cerrar la puerta. Tras el "clack" que se produjo al cerrarla se hizo el silencio. Era tarde y los ruidos de dentro ya apenas se notaban. Una breve pausa calmó el ambiente.

La miró fijamente a los ojos azules resplandeciente de ella con sus iris grises azulados. Se acercó a Rose y le sujetó la mano cogiéndola suavemente, como si se fuera a romper, por los nudillos de los dedos. Levantó su mano y tiró de ella hacia él, provocando que ambos se aproximen aún más. La tenía a escasos centímetros de él, sus miradas se entrecruzaban. Sus ojos se cerraron sutilmente, casi marcando una sonrisa con ellos. -Creo que hemos tenido demasiada acción por hoy -le comentó-. Ya no importa saber qué hice, ya no me importa qué es lo que pasó, ya no me importa el pasado. Lo único que veo, ahora, junto a ti es el futuro que nos depara. Un prometedor y salvaje futuro en el que mundo enteró vibrará cuando nos escuche llegar. Da igual el pasado, lo que importa es el ahora y lo que vendrá después -siguió con su discurso. Su mano que antes cogía la de ella, ahora se había puesto sobre su cintura, casi sin darse cuenta, lo había hecho de forma instintiva. La aproximó aún más a él. En ese momento ambos podrían notar la respiración del otro. -Dime, Rose ¿Cómo nos ves a los dos en futuro? -preguntó finalmente mientras pasaba sus dedos por su larga melena. Le encantaba ese pelo. Le encantaba esa chica. Rozó con la yema del índice su nuca y en un movimiento casi imperceptible intentó atraerla hacia él con una clara intención.

Escuchó las palabras que salieron de la boca de su nueva tripulante. Sonrió, pues ella también sentía que les auguraba un gran futuro. Era casi como si lo pudieran ver, aunque ella no terminaba de imaginárselo exactamente. Él por el contrario, sí. Sons of Anarchy entrando en mitad de una feroz batalla, ésta se detendría momentáneamente sólo para verlos entrar y ver qué es lo que harían. Sí, ese parecía una buena entrada, digna de ellos, digna de lo que estaban destinados a convertirse, la mayor banda de la historia. Los ojos del pirata parecieron brillar por un instante, unas milésimas de segundo que demostraban lo seguro que estaba de lo que se convertirían. La convicción del moreno era legendaria.

Sintió sus finísimos dedos recorriendo el lado de su rostro, rozando su mejilla con suavidad. No tendría que haber hecho eso, o sí, si lo miramos desde el punto de vista de que ella también esperaba algo más que simple cordialidad de su amistad. El pirata no pudo resistirse a los encantos de la muchacha. Era inevitable sentirse seducido por ella, una jovencita de proporciones casi perfectas, además de todo lo ocurrido desde que se conocieron ese mismo día, de cómo había transcurrido todo, del pequeño flirteo entre ambos y sobretodo... por ese pelo de fuego que le enloquecía. Era su debilidad hecha mujer. No se contuvo más y la beso, prácticamente aplástandola contra él, sentía como sus torsos estaban pegados el uno con el otro. En ese momento sus instintos más primarios le dominaban.

-"Para" -escuchó en su cabeza. No sabía quién se lo había dicho pero fue algo que le desconcertó enormemente, el desconcentró pero no logró detenerlo. -"Para idiota, no lo estropees, no es otra más en tu larga lista" -volvió a escuchar. Esta vez si se detuvo y la apartó de si mismo. Todavía no sabía como se tomaría ella sus acciones, primero la del beso y segundo por haberla separado tan súbitamente, casi de forma tan repentina como lo del beso. -Creo que no es buena idea esto -dijo una vez que ya no tenía sus labios ocupados con ella-. No hablo de que te unas a la tripulación, eso me parece genial. Digo de... Esto -continuó haciendo un gesto con el índice, señalándose a él y luego a ella, moviendo la muñeca de un lado a otro apuntando a los dos de forma intercalada-. Y no es que no me gustes... ¿Cómo podrías no hacerlo? -preguntó retóricamente entre risas- Simplemente es que... No sé si me entiendes -hizo una pausa resoplando. Volvió a hablar-. Vamos al barco, te presentaré a los demás -concluyó intentando evadir el tema.