Capitulo 3: La isla tenebrosa

Tras atacar a la dama me lance hacia ella cuchillo en mano esquivando a sus fantasmales lacayos, pero uno me hirio en la pierna cuando ya estaba a penas 2 metros de esta. De repente en mi mente resono su voz de nuevo y unas oscuras formas se unian en el aire, algo que me extraño muchismo y la mire con mucho terror pues me esperaba lo peor. Un fuerte destello me hizo esconder mi cara bajo mis brazos ya que me creo una ceguera fugaz y un fuerte dolor en mis ocelos.

" Mi muerte llega, pero NO ES LA HORA....NO QUIERO, NO, NORA DEBE DE TENER UN MUNDO DE JUSTICIA AL QUE ADMIRAR DESDE DONDE ESTE!!!"
Grite a los cuatro vientos antes de recuperar de nuevo la vista y ver un extraño cielo cubierto de rayos, parecia una cupula. Un corpulento hombre con gran espada, vestido con ropajes azules estaba junto a la dama de rojo.
A escasa distancia de ellos les vi mantener una conversacion, hablaron de ciertas muertes en ese lugar, ciertos destrozos y pense *Yo no participe en dichas atrocidades mis señores* intentando comentarselo con mi poder pero me veia debil, asi que seguramente no hubiera llegado a penetrar en sus mentes.
De repente el hombre de azul atraveso a la muchacha de rojo y vi como el suelo cercano se movia y me aparte aterrorizado como pude, puesto que no le habia costado nada algo que varios de los que estabamos alli habiamos intentado a sudor y sangre sin conseguir ningun resultado. La introdujo en dicho agujero y dejo su espada introducida hasta que se cerro.

DOS DIAS DESPUES:
Me desperte curado de mis heridas rodeado de gente que no conocia, pero algunos parecian marines, otros piratas y algunos cazadores de recompensas, pero de este ultimo grupo reconoci a un par, estos se acercaron a la espada a intentar arrancarla y yo la mire e intente introducirme en ella, pues una espada de un ser tan poderoso tendria que tener nombre y seguro que alma. Penetre en ella con mi mente y la susurre mientras me acercaba y la rozaba desde donde estaba clavada hasta llegar a su empuñadura sujetandola con suavidad y fuerza "Tranquila, se que no eres mia, se que no te merezco, pero yo no cometi aquellos crimenes que han cometido los de mi alrededor, solo quiero que sepas que te respeto y que seras el sello que albergara parte de mi valentia aparte de guardar la maldad de esa dama y con un beso quiero darte mi fidelidad señora de la justicia" Me arrodille ante la espada y bese su mango arrastrando mi mano por el y haciendome una media luna que miraba hacia arriba con un circulo debajo en el pecho con el dedo. Me levante me acerque a los dos cazadores que me dieron su apoyo y se lo agradeci invitandolos a los dos a beber en la taberna de aquel pueblo. Gire mi cabeza para mirar orgulloso de nuevo la espalda y me dirigi a la taberna diciendo a todos los que estaban a mi alrededor "Chao Chao Señores, Nos volveremos a ver"

Mientras avanzaba hacia la joven de repente todo se quedó en calma, los espectros desaparecieron y los edificios se cayeron creando grandes escombros. Entonces volví a oír en mi cabeza la voz de la chica diciendo

Me aburrís, pobres mortales, estoy cansada de ver como intentáis luchar contra mis lacayos, y no morís. Me he cansado de mirar. No tenéis posibilidad de seguir...

Caos (ASB) Haki 

Noté como si una gran cantidad de energía se ponía sobre nosotros por lo que pensé

No quiero morir pero será imposible sobrevivir a tal cantidad de energía, es mi fin.

Tras este pensamiento veo como una masa oscura que se había creado en el cielo se compactaba hasta explotar liberando toda la energía de golpe. Eso era nuestro fin, y había cerrado los ojos por la luz de la explosión, pero parecía que no nos había pasado nada por lo que abrí los ojos y vi como unos rayos pararon el ataque y delante de la joven que nos atacaba había aparecido un enorme personaje vestido de azul que parecía mantener una conversación con la joven.

De hecho oía la conversación en mi cabeza en la que decían que la joven no podía ser liberada y que nosotros fuimos lo que la liberamos por la sangrienta batalla pero muchos de allí no estábamos relacionados con ella.

Tras esto caigo inconsciente por las heridas y el agotamiento y me despierto a los dos días del suceso. Misteriosamente sólo me quedaban unas pocas heridas leves y algunas magulladuras en el cuerpo por lo que me levanté pero con cuidado. Vi que en el centro de la plaza seguía la espada y que algunos la intentaban sacarla del suelo sin éxito.

En cuanto dejaron de intentarlo los demás me acerqué a la espada e intenté sacarla para quedármela. Mientras intentaba coger la espada pensaba

Si hubiese tenido esta espada en el pasado podría haber protegido mi pueblo.

Tavuk Err:

Basilisc:

Byron:

Como ya se había aclarado, el polvo embaucóme y un ataque de tos sobrevinome, obligándome a inclinar el tronco completo a medida que me levantaba. Era harto incómodo y exasperante, pero esto habíame tocado. Así, una vez en pie, seguía en la misma guisa, encorvado hacia delante. Con el laúd bien aferrado por el mástil desde la mano derecha, rebuscaba mi preciada katana apartando escombros con las piernas. Estaba asfixiado, y debería salir rápido de ahí si no quería sufrir una parada cardiopulmonar, pero Yamaoroshi tenía preferencia ante todo.
Arrastrando la planta de los pies, dí con ella y su vaina. Con un suspiro que precedió a más tos, sentíme aliviado. Colgué el instrumento musical de mi espalda con el cordel que siempre llevaba, e hiceme de nuevo con mi arma blanca. Enfundándola apremiante, hinquémela en el hombro confiado y firme, convencido a salir de allí de todas todas.
Echando un vistazo en derredor, en busca de algún pasadizo, un corredor, una gruta, garganta, lo que fuera para poder escapar con seguridad del lugar, mis oídos toparon de bruces con un bramido relativamente cercano. Atendiendo con más esmero, acerté a escuchar el clamor de la batalla, pero no una cualquiera. Allá afuera, sea en el mundo que la luna oteaba, parecía que centenares de espadas cruzabanse, que docenas de hombres matabanse. ¿Un ejército? ¿En estos lares, sin más y de la nada? Severamente preocupado, adelanté mi propia arma y agarréla por la empuñadura, repentinamente dispuesto a la lucha. Aún seguía respirando con dificultades destacadas; mi pecho subía y baja con tanta brusquedad que parecía que iba a romperse de un momento a otro.
Mi mirada no cesaba de arramblar con cada rincón, buscando urgentemente una salida. Mas estaba todo tan oscuro, envuelto en una tiniebla tan espesa, que no acertaba a ver más que el liviano polvo flotar, rodearme, casi apresarme; la humareda que el derrumbamiento levantó impregnó las paredes de tierra, colmó el sótano de angustia, y ahora el mismo sótano parecía hecho a partir de cascotes. La sensación era, en suma, aterradora.
Jadeando, cada vez más temeroso, algo tocóme el hombro muy cerca de la nuca. Cuando arribó aquél olor familiar,... mi cabeza comenzó a dar vueltas, pero, sin titubeos, intenté girarme para ver, para saber... Con el escalofrío del primer roce, un temblor sacudió la casa y resbalé hacia atrás, golpeándome el cogote con demasiada fuerza, demasiada...

Pestañeando consecuentemente, movido por impulsos físicos provenientes del suelo, llegué a ver... algo... extraño. Los cascotes resbalaban por todos lados, el techo parecía... avanzar, pero ningún sonido llegaba a mis tímpanos. ¿Me habría quedado sordo...? En absoluto. Un bramido sobrecogióme, sobresaltándome. Otro más, y otro, y otro...
Ignorando todo por un momento, olisqueé el aire en busca del perfume, mas... ya no estaba. Hinquéme de rodillas, intentando levantarme, intentando mantener el equilibrio con bastante confusión en mi cabeza. Daba gracias a los cielos y al viento por habérmelo traído un día más, aunque fuera.
Centrándome una vez más en mi propia supervivencia, apoyándome con una mano en el suelo, miré en derredor. El laúd balanceábase colgado en mi espalda, Yamaoroshi en mi mano, la casa mecíase, el subterráneo parecía haberse metamorfoseado y ahora contaba con ventanales... No podía concebir la idea, pero así era: la choza entera estaba andando conmigo dentro tras un ligero cambio físico. El empuje que sentí en mi pecho -ya despejado de mucosidades- hizome reaccionar. Si permanecía ahí,... algo malo debía ocurrir,... ¿no...? ¿Qué hay que hacer cuando estás dentro de un domicilio andante?
Improvisar.
Desenvainando presto, dotando a mis piernas de un perfecto contrapeso, estabilizadas, echéme a correr hacia la ventana más cercana. A dos metros de ella, amagué rajarla por la mitad y salir de ahí, mas apresóme un dolor infernal en los bíceps que detuvo mi acción. Claro, habíale cortado la cabeza a un maldito gigante... Pero la carrera era imparable por las sacudidas de la estructura, así que salí disparado por el cristal, rompiéndolo y acabando, al fin, en el exterior.
Me sobrecogió un espectáculo aterrador. Espíritus errantes creados a partir de una masa putrefacta como la gelatina y el aire viciado, más de una edificación alzada en pie, e incontables batalladores intentando sobrevivir presetáronse ante mis ojos. Mas, fugazmente.
"Aterricé" en el suelo, dañando mis piernas hasta el punto de padecer de dos esguinces, y el dolor hizome ceder del todo. Al fin y al cabo, yo solo necesitaba aire fresco para perecer en paz.

Así, cayendo inconsciente ante el terreno de batalla, mitigué mi aliento en el viento, amainé todos los dolores en el adoquín gris, frío y húmedo, y... descansé.

Seis días después me despertaría bajo un avellano en lo más profundo del bosque, entero, con las piernas sanadas, los bíceps entumecidos, magulladuras por doquier, y un extraño pañuelo amplio y amarillo tapándome.

Como ví que no pude cojer la espada lo intenté de nuevo. Me acerqué a ella y la hable lentamente.

- Por favor, se mía. Mi sueño es convertirme en el mejor espadachín del mundo y con vuestra ayuda lo conseguiría. Por favor, aceptame como tu dueño.

Si tras eso, no lograba sacarla, me iría al barco sin mediar palabra.

Tras intentar formalmente un pacto con Sonicus D. Sami, comencé a sentirme horriblemente extraño, algo en mi parecía renunciar el combate, rehuía todo lo que ocurría y pasaba por mi mente, y esta se comenzaba a colapsar.

Como dos personalidades, comencé a tener pensamientos contradictorios mientras un profundo y agonizante dolor de cabeza me impactaba, y lo hacía con tal potencia que mis ojos lloraban solos, y me veía obligado a cerrarlos y enjugarlos.

Mi mano derecha se fue hacia mi frente. ¿Que demonios me estaba pasando? Era como si alguien me hubiese poseído, como si alguien totalmente contrario a mí estuviese intentando manipular mis pensamientos, y llevarme a una muerte segura, de hecho me paré a pensar, y mis anteriores actos no eran propios de mi persona, ni mucho menos mis palabras ni forma de actuar, había cambiado de golpe y porrazo.

Cuando me percaté que llevaba mucho tiempo con los ojos cerrados los abrí. Cuando hice esto un pequeño destello me nubló y, mientras acostumbraba mi vista a la luz, pude ver una campal batalla entre espectros inmortales y el resto de la humanidad que habitaba aquella zona.

- Que... ¿Que es lo que ocurre?

Me sentía confuso, era consciente de todo lo que había ocurrido, pero me sentía como si eso no lo hubiese vivido yo, me sentía como si hubiese despertado en ese momento del golpe que me propinó el pirata, aquél golpe en mi costado y que todavía me dolía horriblemente. Era una terrible y desagradable sensación, hasta que finalmente, unas palabras en mi cabeza me hicieron volver a la realidad y contemplar el campo de batalla.

- "Me aburrís, pobres mortales, estoy cansada de ver como intentáis luchar contra mis lacayos, y no morís. Me he cansado de mirar. No tenéis posibilidad de seguir...
- ¿Que diantres...?

Entonces me centré en que había hablado la dama de rojo, la cual parecía ser la señora de todos los espectros, pues en un momento toda la estancia cambió, los espectros desaparecieron, y esa imagen fantasmagórica parecía cabreada.

De pronto siento una extraña sensación, noto una subida, como una corriente de aire emergiendo de todo el terreno, elevándose en el aire, una onda de energía muy densa que me deja paralizado, y además de eso hace que me debilite, que pierda las pocas fuerzas que me quedaban, era un extraño suceso que me pasmaba.

De pronto, ocurrió algo muy extraño. Una luz cegadora apareció y me obligó a cerrar los ojos, pero además de eso, caí arrodillado, agotado por el estrés, las faltas de energía y el dolor de aquél terrible puñetazo, el cual me había destrozado alguna que otra costilla de seguro.

Pude escuchar una conversación, alguien hablaba, mas sus palabras eran alcanzadas por mi entendimiento. No podía abrir los ojos, no podía levantarme, por lo que arrodillado en el suelo mi cuerpo yacía sin fuerza alguna, esperando lo peor, sintiéndome completamente abatido, abandonado, sin fuerza alguna. Perdí la consciencia.

DOS DÍAS DESPUÉS

En la enfermería todo eran prisas, preguntas y heridas difíciles. Como médico del Cypher Pool mi deber era tratar todas aquellas heridas en medida de lo posible junto a quienes allí se encontraban de enfermeros, además de otros doctores.

Por primera vez no me sentí capaz de cumplir mi deber, sanaba a piratas, y revolucionarios sin enlazar sus muñecas con los grilletes. Observé a algunos de esos más desconocidos, allí había de todo. Aun que había gente que todavía no estaba allí.

Alcanzada la tarde el trabajo había flojeado finalmente. Salí de la enfermería secándome el sudor de la frente y los pómulos con un pequeño pañuelo personal que siempre llevaba en mi bolsillo... Aun que nunca había recordado cómo era, y sin embargo siempre lo llevaba. Lo divisé y pude observar unas iniciales inscritas, entendí que eran iniciales, pero no parecían ser letras, y habían dos, que cosa más extraña.

Dejé de pensar en el pañuelo cuando observé gente intentando extraer la espada del terreno donde había quedado depositada, no obstante parecía que nadie lo conseguía. la gente con tal de llevársela intentaba destrozar el terreno, sacarla a la fuerza, e incluso había quien se ponía a hablar con ella.

Había escuchado que la noche anterior, antes de despertarme tras perder la consciencia, esa espada había descendido de los cielos y se había depositado en el terreno, pues antes de caer rendido ante el agotamiento no estaba allí.

Tras reirme un poco decidí regresar a mi barco, realmente en aquella clínica no habían más que estúpidos que se habían metido en trifulcas callejeras, sentí la obligación de ayudarles debido a que en mi pasado yo era como ellos, un matón callejero, mas mi labor había concluído allí.

Me dirigí al barco esperando que allí estuviesen mis camaradas... Pero antes recordé. Acababa de llegar a la isla, y así sin más, ¿Ya me estaba marchando? Había sido mandado a la isla para encontrar la legendaria espada Saijo Ö Wazamono, y ahora sabía donde estaba.

Me giré y pude ver como todos ya habían desistido de extraerla. Pense que con mi dominio del semei Kikan podría llegar a extraerla, aumentando mi musculatura hasta el máximo punto posible antes de que quebrasen los músculos.

Me aproximé y me quedé frente a frente como quien se bate en duelo contra un temible adversario. Estaba claro que era esa el arma la cual andaba buscando, estaba allí frente a mí. Concentré mi semei kikan en los músculos de mis brazos y piernas, con los brazos haría por sacarla, y haciendo fuerza con los pies haría a modo de palanca para extraerla con una fuerza muy superior.

Agarré fuertemente la empuñadura. Mis músculos crecieron hasta el doble de su volumen, y entonces estiré con toda la fuerza que me ofrecían mis nuevos músculos, apretando todo lo que pude la empuñadura y tirando hacia arriba, apretaba los dientes y fruncía el ceño, gesto típico cuando empleas toda tu fuerza en un único intento.

Nada ocurría, aquella arma allí permanecía sin moverse un solo milímetro. La misión había sido un fracaso, era totalmente incapaz de mover la hoja de la espada ni un solo milímetro. Mas no permití que el hecho me frustrase. Dejé el arma reposando y me marché hacia el barco. De camino pensaba en la contradicción que se había generado cuando, en aquella taberna, el hombre me dijese que no se sabía absolutamente nada de esta arma legendaria, aun que desde entonces no guardaba ningún otro recuerdo, tan solo tenía una vaga sensación de haber sentido unos temblores, mas no alcanzaba a recordar su origen.