Iba a ser Nivel 7 pero se nos moría el tejón [Conquista de Isla, Lv6]

Mientras seguía quejándome de dolor, el mink lobo de la tripulación apareció de la nada y vino corriendo hacia mí. Estaba preocupado por mi estado de salud  y me preguntó que me dolía. - No lo sé, quizás me  haya roto algún hueso o simplemente sean unos moratones más negros que el betún - respondí mientras me palpaba. El mink, enfadado, gritó a los cuatro vientos maldiciendo a Drake porque pudo habernos matado debido a su gran golpe y llamándole lobo falso. *No sé por qué, pero creo que la ha cagado de gran manera. Llámalo intuición* pensé mientras me incorporaba quejándome de dolor  y salía con el mink a cubierta a buscar a nuestros compañeros. De la nada y a una gran velocidad, llegó la masa de músculos también conocida como "el lobo falso". A juzgar por su mirada y aura asesina, estaba muy molesto con el lobito. Intuyendo lo que iba a pasar, me alejé de mi compañero peludo por temor a recibir una paliza de alguien que puede mandar un barco al quinto pino de un solo golpe. El hombre conocido como Drake empezó a gritar al mink y después... bueno, literalmente barrió el piso con él.

Todo sucedió en un momento. Yo, aterrorizado debido a la masacre que había presenciado, me quedé sin decir nada. Pero la cosa no iba a quedar ahí, el gran lobo blanco quería seguir reventando su cuerpo como si de un saco de boxeo se tratase. Por suerte, el capitán Arribor llegó justo a tiempo para meterse en la pelea y evitar que hubiese una muerte innecesaria. Realmente el capitán y su segundo de abordo eran unas bestias de alto nivel capaces de realizar cualquier hazaña épica. Me sentía mal por mi compañero, pero yo no lo conocía tanto como para llevarme una somanta de palos de ese nivel por él ya que podría morir al primer golpe.

Busqué un puro en mis bolsillos, me lo saqué y empecé a fumar para ver si podía calmar los nervios. Me preguntaba donde estaban los demás, el herrero loco y la semigigante. ¿Habrían quedado dispersados más lejos de nosotros? No tenía ni idea, así que simplemente me quedé donde estaba. No iba a ir yo sólo en pleno terreno salvaje y arriesgarme a que me mataran, no podía morir aquí y de esa forma. Aún tenía una venganza que cumplir y muchos traidores que matar. Jugueteé con el puro con mi boca y me limité a esperar.

Mis palabras calaron hondo en el subcapitán. Había dicho lo que pensaba y no me arrepentía. Enseguida el se enojó sobremanera e intentó intimidarme y destrozarme pero yo no me acobardaría por nada. Drake, se lanzó hacia mi con una fuerza sobrehumana. Por muy fuerte que sería y que me fuera a destrozar todos los huesos, no retrocedería, nunca lo haré ante nadie. Un aullido se oyó y mi modo de batalla se activaba. Sabía que no tenía ninguna posibilidad contra él pero me daba absolutamente igual. Mientras venía como un autentico misil, junté mis dos brazos para defenderme del ataque, no me movería del sitio y recibiría su ataque.

- AQUÍ TE ESPERO. NO TE TENGO MIEDO Y NO RETROCEDERÉ ANTE NADIE POR MUY FUERTE QUE SEA. AUNQUE EL REY DE LOS PIRATAS O EL MISMÍSIMO ALMIRANTE EN JEFE DE LA MARINA. PERO TE DIRÉ QUE ESTA NO SERÁ MI TUMBA, AÚN NO ESTOY LISTO PARA MORIR.

Le grité mientras se acercaba más y más.

Y finalmente, llegó e impactó su puño contra mis dos brazos partiendomelos nada mas impactar. También debido al impacto, salí despedido por los aires, a una velocidad vertiginosa y me golpeé contra un árbol. Al impactar con el árbol oí un "crack" y ahí me di cuenta de que me había partido todos los huesos del cuerpo. Caí al suelo, boca arriba pero eso no era todo, Drake daría el golpe de gracia intentando propinarme una patada en el hocico, pero de pronto un disco de sangre imbuido en haki me rodeó como un caparazón parando el segundo ataque de Drake.

Allí estaba yo tirado en el suelo, con dificultad al respirar debido a que uno de los huesos rotos se clavó en uno de mis pulmones, pero estaba vivo. No había sentido miedo en ningún momento y había conseguido sobrevivir.

Mi trabajo aquí había terminado. No podía moverme y costaba respirar. Ahora serían uno menos, pero sabiendo la fuerza tanto de Drake como de Arribor, no me preocuparía lo más mínimo si se enfrentasen a alguien poderoso, sabía que podrían con cualquier enemigo.

Aclaración:

El ataque de Drake impactó contra una especie de defensa de color rojo, la cual había salvado al cobarde de aquel tipo de la muerte. Los ahora verdes ojos del lobo blanco se clavaron en el capitán de la banda ¿Se estaba poniendo de parte de un puto cobarde que no tenía el honor de insultar a la cara? El luchador se mantuvo serio mientras continuaba escuchando a Arribor. Le molestaba que hubiese usado la sangre y no su propio cuerpo, pues ellos dos eran hombres de puño. Las armas le daban demasiado asco y usar un elemento y darle formas para él era claramente trampa. La bestia continuaba observando al capitán, el cual mordió la seta y dijo algo sobre un elefante. Si quería llegar a una isla, aquel insecto no era necesario.

- Hay formas fáciles de localizar algo en este mundo, y apuesto que habrá muchos que sepan sobre esa isla elefante. De todas formas, no puedo creer que hayas usado un escudo para salvar a ese tipo de mi golpe. – Dijo entonces enfurecido frunciendo el ceño y apretando el puño derecho.

El olfato de la bestia empezó a detectar muchísimos olores distintos acercarse, incluso su haki le estaba avisando de la gran cantidad de presencias que se iban acercando. Se fijó en el estado del chucho cobarde, el cual estaba tirado allí, hecho una basura. Desvió la mirada observando ahora al tejón “Midiéndosela” Escuchó antes, como si él necesitase mostrar que era el más poderoso, era un hecho. Clavó sus ojos en el tal Zack y estos tomaron un leve brillo rojizo amenazante. Entonces se dio cuenta de todo lo que estaba llegando. Cosas raras volaron del cielo hasta abajo, las cuales tuvo que moverse un poco para evadirlas ¿Caparazones? Eran jodidas tortugas. Toda la isla estaba en contra por lo que estaba viendo. Observó a los monos enormes del tamaño de elefantes y entonces caminó hacia ellos con una mirada bastante seria.

- Después de esto, no pienso viajar junto al chihuahua. No quiero te quiero dar a elegir, Arribor. Te considero el único amigo que me queda en el mundo y te tengo mucho cariño, pero los cobardes y la gente como él me producen nauseas. De modo que si sale de aquí con vida, cosa que dudo muchísimo… No, déjalo. Eso debe salir de ti. – Dijo entonces mientras cerraba despacio los ojos. – El resto, no os conozco de nada y vosotros a mí tampoco, por lo que si me mostráis que puedo consideraros camaradas en esta batalla, os defenderé con todo.

Una vez dijo aquello, el luchador gritó de furia y empezó a canalizar su energía en su propio cuerpo. No iba a permitir que aquellos putos monos se pusieran idiotas con él. Su cuerpo enteró empezó a crecer, su musculatura aumentó de forma exagerada. Hacía mucho que no activaba aquella técnica. Pasó a medir casi cuatro metros de altura, sus pectorales parecían querer escapar de su cuerpo, los bíceps aumentaron de forma bestial y su zona abdominal se fortaleció. Perdió algo de agilidad, pero su fuerza aumentó de forma bestial. Todo el cuerpo del luchador quedó pigmentado en color rojo, sus ojos quedaron en blanco perdiendo las pupilas y sus cabellos empezaron a ondear. Rugió con fuerza hacia los enormes monos y se preparó.

- Desde luego estos tíos están fatal - pensé cuando escuché las palabras del mink antes de ser partido como una pequeña ramita en mitad de una tormenta.

El lobo alfa había arrasado con el lobo bocazas, el violinista estaba desaparecido fuera de mi rango de visión, holgazaneando lo más seguro, el capitán estaba merendando y mi compañera en vez de plantar cara al "lindo gatito" salía por patas dejándome con el marrón allí solo. Por suerte el felino se centró en la semigiganta al verla huir, cosa que iba a aprovechar para intentar atacarle desde un flanco... Pero entonces todo se quedó en sumo silencio y quietud. El jaguar había parado su sprint y ahora solo miraba a Arribor que se encontraba mordiendo la maldita seta, aunque su mirada no era ni la mitad de inquietante que la que me echó Drake. Esa sí que consiguió erizar incluso mi piel de metal. Hubiese preguntado qué coño le pasaba, pero de repente la calma desapareció igual que vino.

Mi mantra me indicó que múltiples presencias se avecinaban... Y coño que si lo hicieron. Animales aún más trambólicos que el gato gigante comenzaron a aparecer de todos lados y ninguno parecía querer ser nuestro amigo. El haki me avisó de un inminente ataque aéreo, por lo que usé mi ámbito de destrucción para que la figura del Raijuu me protegiese de lo que nos caía del cielo. No pude ver si se trataban de piedras o de cagadas gigantes lo que aquellos pajarracos nos lanzaban, hasta que encontré amparo bajo la seta y pude observar más tranquilamente.

- Nos han tirado putas tortugas - espeté asombrado viendo como estas comenzaban a patalear intentando desincrustarse del suelo, aunque desde luego no era lo más bizarro que pasaba. Había monos gigantes y todo.

La cosa se ponía cada vez más peliaguda y huir no era opción, ya que a donde cojones podíamos ir. La isla entera parecía hostil y el terreno era completamente desconocido, por no mencionar que nuestra mascota seguramente estuviese dando sus últimas boqueadas y no podríamos ni moverlo... Tendríamos que aguantar como fuese hasta que se solucionase el problema, aunque Drake no parecía dispuesto a seguir en compañía de Callum. Me parecía algo desmedido por su parte. El lobito seguro que ya había aprendido la lección, sino sería gilipollas, pero tampoco era momento de ponernos a conversar. Quizás ellos que tenían poder de sobra sí, pero yo no pude más que flipar un milisegundo con la nueva transformación de Drake y prepararme para lo que se nos avecinaba, así que sin mediar palabra me coloqué al lado del imponente lobo verdadero con mis dos nodachis en manos esperando a comprobar cual de todas aquellas alimañas atacaría primero.

Salí corriendo delante de ese maldito gato, oyendo de fondo a Zack, que casi me maldecía por dejarle solo delante de aquel bicho. El jaguar me perseguía, así que intenté correr mucho más rápido, apresurándome de que no me pillase de una dentellada.

-Maldito ga… - no terminé la frase, pues el bicho se giró en seco, a un sonido que también yo escuché.

-¿Quién demonios puede haber hecho tanto ruido por morder algo? -rápidamente, me di la vuelta, y noté como del cielo caía algo grande redondo, en varios grupos. Intenté buscar cobijo ante aquello, así que volví junto a Zack, intentando que el gatito no me viese.

-Mierda, ¿Qué demonios…? - no terminé la frase, siempre me quedaba a medias con las frases. Escuché claramente como Zack decía que eran caparazones de tortugas…, no, caparazones no, las tortugas iban también dentro. No comprendía de donde salían aquellos bichos, ¿quizás los pajarracos que ahora estaban a nuestro alrededor, los llevaban en el pico y los dejaron caer?, es posible, pero debíamos protegernos de todo aquello. Me escondí debajo de la seta, igual que Zack.

-¿Y ahora que hacemos Zack?, no podemos luchar solos con todo esto, y menos con los demás por ahí desperdigados, ya has visto como se han puesto los lobitos, encima somos uno menos, no creo que Callum pueda hacer mucho ahora -dije frunciendo el ceño al decir esto último. No quería que me matasen, ni que matasen a ninguno de mis compañeros, a fin de cuentas, estamos del mismo lado, pese lo que les pese.

-Joder, ¿también monos gigantes?, ¿Qué será lo próximo?, ¿dinosaurios del tamaño del Grandline? -decía mientras agarraba mi bö, y mi pistola. Estaba preparándome para luchar, incluso pensando si inyectarme fuerza, o rapidez. Quiero salir viva de aquí, y haré lo que pueda para conseguirlo, salir de aquí entera, y con mis compañeros también. Escuchaba al otro lobo aullar como una alma en pena, maldiciendo a Drake, ha debido de dejarle para el arrastre, quizás me necesite.

Todo se fue a la mierda en un momento, el capitán había mordido una especie de gran seta y había provocado que la mayoría de los animales de la isla viniesen hacia donde estábamos nosotros. "Maldita sea,¿es que no puedo ni fumarme un puro para relajarme aunque sea un rato?" pensé mientras tiraba el puro y me preparaba para el asalto. Aunque... viendo el tamaño de esas cosas que venían a gran velocidad, me lo replanteé dos veces antes de desenvainar la katana. Aún era muy débil, si me enfrentaba directamente a esas cosas moriría devorado o aplastado. "No es mi estilo y seguramente tardaré pero... es mejor que luchar cuerpo a cuerpo" pensé mientras bajaba por las escaleras para ir al segundo nivel de la nave que eran donde estaban los cañones del barco. Mientras corría por los pasillos, podía oír con total claridad como las bestias gritando, sedientas de sangre, llegaban al barco.

Estaba realmente nervioso, era la primera vez que me encontraba en una situación como aquella y tenía un gran nudo en la garganta. ¿Será que en la banda en la que me encontraba pasaba por esto a menudo? De todas formas, continué mi apresurada marcha hasta alcanzar la artillería. Cogí una de las balas y , con mucho esfuerzo, la coloqué dentro del cañón para luego encender la mecha con mi mechero. - Tragad plomo, malditas bestias - me dije a mí mismo mientras me alejaba un poco para evitar resultar dañado con el retroceso del cañón y me tapaba los oídos.

Realmente carecía de la experiencia de un artillero, es más, no había manejado un arma así en toda mi vida. Así que lo único que podía esperar era que la suerte estuviera de mi parte y que algún bicho recibiese el impacto. Cuando la bala salió disparada, me dí prisa por recargar el cañón e intentar realizar otro impacto. Esperaba que los demás estuviesen bien. Obviamente pensaba en la gigante, el loco de la forja y el lobito, el capitán y su segundo no me preocupaban pues ellos eran muy fuertes y se bastaban ellos solos para eliminar a los animales de la isla.

Agonizaba en el suelo, con dificultad en la respiración mientras veía como atacaban a mis compañeros. A alguno que otro les vi con nerviosismo en su cara y con algunas dudas. Yo no podía luchar para ayudarles pero si podía animarles para despejar sus dudas y nerviosismo.

- Compañeros, se que algunos estáis nerviosos, lo entiendo, yo también lo estaría. Somos los Piratas Sin Corazón, podemos con esto y con más, sobre todo viendo la fuerza de nuestro sub capitán y la del capitán Arribor. Confío en vosotros más que nadie en este mundo de hecho os considero la familia que no he tenido en mucho tiempo, y aunque el sub capitán y yo hayamos tenido una disputa, eso no significa que no podamos colaborar como una banda. Yo estoy para el arrastre... (pausa para respirar y toser) pero puedo daros ánimos desde aquí y no puedo hacer más. Pero se que podéis con esto, el de la amistad es un poder inimaginable que te hace despertar vuestra fuerza interior cuando un nakama está en peligro. El poder de la amistad es lo más poderoso que hay. Confiad... (otra pausa para respirar) los unos en los otros y podréis con esto y con más enemigos que os vengan. Yo... miraré desde aquí como lo conseguis.

Grité a duras penas para que todos me oyeran y los que estaban un poco más nerviosos, se relajaran un poco.

- "Me encantaría poder ayudarles, si tan solo no me hubiera roto los huesos" -Pensé.

La bestia continuaba observando a los monos con aquellos ojos en blanco. La musculatura del lobo blanco estaba en su forma más bestial. El grosor de sus brazos era exagerado, sus hombros parecían sobresalir de su sitio normal y el torso parecía una jodida fortaleza. Pudo ver a los simios salir corriendo como nenas y eso le hizo mostrar una sonrisa terrorífica. El luchador escuchó algo extraño salir de la boca del pequeño perrito, el cual estaba en un estado reamente horrible. El lobo blanco entonces frunció el ceño observando a sus presas alejarse sin permiso alguno. Cuando aquella forma salía a la luz, las ganas de combatir de Drake estallaban en un sinfín de sentimientos de emoción. Quería un maldito oponente digno que le pusiera las cosas muy complicadas en el cuerpo a cuerpo. Un combate a puros puñetazos y nada más.

Arribor pareció estar a punto de decirle algo y él giró un poco la cabeza mientras mostraba una expresión sádica. Finalmente, el capitán se puso a jugar con una especie de serpiente. Pasó del tema y se centró en lo que estaba pasando. El resto de simios estaban atacando a uno de los tripulantes y unos cuantos hacían gestos hacia la enorme mujer. Él estuvo a punto de ir a ayudarlos, pero en ese momento pudo ver al enorme monstruo lanzarse a por él. El puto jaguar gigante abrió la boca y se dirigió hacia su cabeza. El lobo ladeó un poco la cabeza y se mantuvo quieto. Ese ataque era igual al que Guro le hizo en la guerra de los peces. En aquella época perdió la mano por las tonterías, pero ahora iba a ser muy difícil. Los brazos de Drake se pigmentaron en un color morado metálico y parte de su cuello y pectorales también. Cuando las fauces del monstruo se cerraron sobre su cráneo, el lobo sonrió.

El terrible ser musculoso de casi cuatro metros medió su brazo derecho de por medio. Los dientes se clavaron de forma violenta en la zona del bíceps del luchador, el cual estaba apretando aquel músculo. Su haki de armadura pareció hacer su trabajo, pero esos pequeños cabrones afilados penetraron su carne un poco. La sangre de la bestia comenzó a surgir de su brazo. Drake usó su mano libre para agarrar el cuello de aquel felino y mantenerlo alejado mientras forcejeaba. La bestia clavó una rodilla en el suelo mientras apretaba los dientes y fruncía el ceño. Agachó la cabeza y empezó a reír de nuevo de forma enfermiza. Justo en ese momento echó su puño hacia atrás e intentó estamparlo de la manera más violenta posible en el hocico del monstruo. Lo hiciera o no, saldría volando hacia los cielos, a unos diez metros de altura. El lobo empezó a reír de nuevo mientras miraba a todos aquellos seres, iba a tener rivales de sobra para poder divertirse.

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

Drake estiró los brazos hacia los lados y empezó a gritar con fuerza. Empezó a canalizar de nuevo su energía a su alrededor, haciendo que su aura se potenciase. El humo comenzó a salir de su cuerpo y el sudor que salía de sus músculos era exagerado. El terrible monstruo entonces salió despedido a una velocidad considerable hacia su objetivo. Trató de aterrizar en el suelo formando un pequeño cráter al impactar con sus piernas en la tierra. Entonces trató de tomar al enorme jaguar del cuello con una sola mano. Si lo lograba trataría de estamparle la cabeza contra el suelo de forma bestial y tras aquello mantendría su mano en el cuello de la bestia (Si lo había logrado) Drake reía de forma descontrolada mientras sus colmillos se afilaban y sus ojos blancos brillaban de forma siniestra. Su haki armadura continuaba activado y la sangre bajaba desde su brazo derecho hasta sus dedos y de ahí al suelo. Parecía estar en un estado demasiado emocionante para detenerse.

Dichosos monos, como les gusta manosearme, no soy capaz de sacármelos de encima, no me queda otra que pedirles ayuda a los chicos.

-¡Que alguien me los saque de encima! -grité, pues no era capaz de librarme yo sola de ellos. Dicho esto, del cielo empezaron a caer ranas. Una rozó mi piel, y todo cambió. Empecé a ver irresistibles a los monos, no querían hacerme daño.

-Que demonios está pasando? -dije mirándoles, ya no era normal, algo ocurría que escapaba a mi entendimiento. Uno de los monitos me ofrecía su mano, mientras otros me acariciaban las piernas dulcemente.

-¿Qué hacéis monitos?, soy muy grande para vosotros -digo mirándoles como con ternura, dejándoles que me toquen. Aunque me ha dado la ligera sensación de que algo me tocó la piel antes de esto. Pues estaban intentando agarrarme bruscamente, y ahora parece que me quieren.

-¡Chicos!, sumaos a nosotros, hagamos el amor y no la guerra -dije acariciando a los monitos, como si de mis mascotas fuesen. Aunque algo no me acababa de cuadrar. A los chicos tampoco los veía normal, pero menos curioso era, ver que Callum de repente se había curado. Esto no estaba ocurriendo de verdad.

Por cierto:

Por unos instantes me había quedado anonadado al comprobar que las bestias se ponían a atacar a todos mis compañeros excepto a mí. Bueno, los monos al ver a Drake en pleno apogeo huyeron a la retaguardia en un principio, pero desde allí comenzaron a lanzar proyectiles mientras otros cuantos se abalanzaron contra Sarah con intenciones claras. Ella gritaba que necesitaba ayuda, así que no dudé y empuñé mis armas de forma decidida mientras lanzaba un grito de furia... Y entonces todo se desmadró.

Nada más abrir la boca algo viscoso se me introdujo en ella y comenzó a revolverse jugueteando con mi lengua un instante, aunque con las mismas se salió dando un brinco.

- Una puta rana... Que asco... - pensé mientras reprimía las ganas de vomitar.

El asunto con el anfibio consiguió que me distrajese lo suficiente como para que no viese venir al felino hasta que fue demasiado tarde. El muy maldito ni siquiera se molestó en atacarme, sino que cuando se lanzó a por alguien que le pareció más apetecible me dio un culetazo que terminó lanzándome al suelo. Otra vez patas arriba. Fue cuando observé que Arribor surcaba el cielo haciendo de las suyas, aunque no era ni la mitad de flipante que lo que pude observar cuando me incorporé. El jaguar estaba chupándole las piernas a Sarah mientras esta gritaba que dejásemos de pelear. ¿Pues no estaba pidiendo ayuda segundos antes? Era incomprensible, pero aún más cuando la figura del felino se transformó en la de Drake.

- Joder, pero si llevo al menos tres días sin tomar ningún psicotrópico - solté entre dientes mientras me rascaba el cogote.

No sabía como actuar. Arribor y Drake estabas sumidos en sus propios combates y parecían reticentes a que alguien se metiese en sus líos. Sarah se estaba montándoselo con animales, con personas o con animales que se transformaban en persona. La verdad es que los detalles de aquella peculiar relación me daban igual, solo sabía que no quería formar parte de ella... Así que solo quedaban dos... Bueno, si el mink seguía viviendo. ¿Y por qué Sarah no estaba cuidándole en vez de "comer delante de los "pobres"? Yo como mucho podría hacerle una prótesis si vivía o puede que incluso unas muletas molonas, pero no podía curarlo ni me apetecía verle morir. Que mal rollo. Ahora mismo por una extraña razón tenía una gustera que no me apetecía cortar, por lo que solo me quedaba el otro espadachín... Pero pesándolo bien no lo conocía bien y tampoco sabría que hablar con él... Aunque por otra extraña razón algo dentro de mi cabeza me decía que no era momento de hablar ni perder el tiempo. Era como una vocecilla insistente, pero ella que sabrá.

Encendí un cigarro aprovechando que todo el mundo estaba ocupado y que ningún animal me atacaba. ¿Por qué todos se divierten y se olvidan de mí? Era un poco odioso, por lo que fui a hacer lo único que me entretenía cuando estaba aburrido. Molestar a Arribor.

- ¡Eh, capi¡ ¿Por qué no sacas a Franklyn y lo invitas al baile de Sarah? - comencé a gritar esperando que me escuchase. - Quizás te interese a ti también. Parece que a Dr... Un momento ¿Hay dos Drakes? - terminé sorprendido y ya hablando para mí mismo cuando vi a uno pegándose con monos y otro lamiendo a la pirata. Esto se desmadraba. Si había dos como él no habría quien probase bocado nunca más en el barco. Habría que robar solo para mantenerlos. - ¡Capi! ¡Capi! Si el mink nos sale repe también... Deserto. Puedo vivir llenándole la panza a los dos Drakes, pero dos Callums mareándome me niego. Hacérselo a Sarah. Ella al menos tiene dos buenas razones - volví a decir dirigiéndome a Arribor. Él normalmente era el causante de todos mis problemas... ¿Así por qué no lo iba a ser de este también?

Drake frunció el ceño al darse cuenta de lo que había hecho aquel puto felino. Nunca vio ese movimiento en algo así, ni siquiera cuando entrenaba con Zero. La bestia parecía que quería jugar a base de bien y eso hizo al lobo blanco sonreír de forma siniestra. La batalla contra el enorme monstruo estaba a punto de comenzar en serio. La situación se estaba desmadrando, pues la gigante estaba a punto de ser usada como comida o deposito sexual de aquellos monos, aunque no parecía importarle. Él no era nadie para juzgar los fetiches de cada uno, él disfrutaba cuando Minathy le daba latigazos en el culo. Dejando aquel tema de lado, el luchador se fijó en que su capitán estaba volando y lanzando agujas a todos los enemigos, menos al jaguar. Aquello le hizo mostrar una sonrisa amigable. Arribor continuaba conociéndole demasiado bien y eso le alegró el día.

- ¡Gracias, tronco! – Gritó al tuerto por no haberse metido, lo agradecía de verdad.

Drake entonces notó en un descuido las zarpas de aquella cosa impactarle en el pecho y tirarle de espaldas al suelo. Las garras de la bestia tomaron aquel extraño color y al estar en los pectorales del luchador, le hicieron daño. El rugido del animal le hizo cerrar los ojos con fuerza mientras se hallaba inmovilizado bajo el animal. Sus ojos blancos se clavaron en aquella terrible bestia que tenía frente a él. Era como si tuviese a Guro delante de él de nuevo. El lobo blanco tragó saliva observando a su enemigo. Su posición era demasiado desventajosa y si el monstruo abría la boca estaría en serios problemas. Aquello se había convertido en una lucha de un felino contra un cánido. Encima, era su momento de mostrar a la tripulación quien era el verdadero lobo allí. Drake frunció el ceño mirando a su oponente y lentamente su cuerpo fue pasando a medir mucho menos. El humo desapareció y con él toda la musculatura. El enorme culturista ahora estaba en su forma normal, pero ahí no iba a quedar la cosa.

- Voy a enseñarte quién manda aquí, cachorrito…

Los ojos de Drake perdieron las pupilas de nuevo, pero esta vez pasaron a ser negros totalmente. El cuerpo del enorme luchador empezó a temblar mientras era cubierto totalmente por su haki armadura. Era el momento de volver a sus inicios y mostrar quien era el puto lobo más fuerte del mundo. Su rostro empezó a desfigurarse al mismo tiempo que su cuerpo volvía a crecer a unos tres metros y medio más o menos. Toda su piel fue sustituida por un intenso pelaje blanco como la nieve y sus uñas pasaron a ser garras. De la parte baja de su espalda surgió una peluda cola y sus orejas pasaron a tener forma lupina. Los dientes del joven empezaron a crecer de forma exagerada y su musculatura aumentó de nuevo. En pocos segundos, bajo el jaguar se hallaba un enorme hombre lobo de color blanco. Aquella forma era conocida como la Wolf Alpha, en la que tenía un doscientos por ciento más de poder que en su forma híbrida. Su fuerza era mucho mejor y debía encorvar la espalda al desplazarse debido a su pronunciado cuerpo.

Drake sonrió de forma siniestra y ocultó las uñas cerrando los puños, él era un luchador ante todo. Fue entonces cuando miró a la bestia a los ojos con unas ganas tremendas de empezar el combate. Primero terminaría con los enemigos más débiles que había alrededor. En un radio de cinco metros, estalló su haki del rey para dejar fuera de combate a las bestias más ridículas. Lo hizo mediante un poderoso aullido para mostrar quien mandaba. Lo lograse o no, encararía de nuevo al jaguar, lanzándole un rugido con toda su potencia pulmonar y fulminándolo con la mirada. La bestia echó el puño derecho hacia un lado y trató de impactarlo directamente contra el rostro del enorme felino. Con su otra mano trató de darla una palmada a las patas que lo mantenían contra el suelo, tratando de partirlas. Para finalizar el combo de liberación, alzó la pata derecha con toda su maldad, buscando de esa forma dañarle seriamente en el estómago. Independientemente del resultado, el lobo blanco rugió con fuerza mirando a su enemigo.

La bala de cañón salió disparada hacia los enormes y salvajes simios de afuera, logrando arrancarles la cabeza a tres de ellos y dejar tonto a un cuarto. Sonreí de forma escéptica, no creía que fuera a darle a alguno de los animales ni mucho menos matarlos. - Buen trabajo amiguito - dije mientras acariciaba el cañón como si de un colega se tratase. Sin embargo, uno de los macacos pareció enfadarse conmigo por haberme cargado a unos pocos de sus congéneres, por lo que este me tomó como su principal enemigo y se sujetó al barco proporcionándole con gran rabia un fuerte golpe cuyo objetivo era sacarme de la zona de artillería. - ¡Mierda! ¡Estúpido babuino! - exclamé a la vez que intentaba escapar de la zona pero era inútil resistirse, estábamos en una isla donde los animales estaban muy chetos y solo el capi y su segundo al mando tenían altas posibilidades de sobrevivir.

Como me temía, el ataque del primate me dió de lleno y me mandó volando fuera del barco, rompiendo mis queridos zapatos de traje de paso. Menos mal que la seta me ayudó a disminuir el daño de la caída, o de lo contrario me habría quedado lisiado o puede que hubiera muerto. - ¡Maldito saco de pulgas y excrementos! ¡Esos zapatos eran mis favoritos! - grité mientras me levantaba dolorido por el impacto contra la seta. En un abrir y cerrar de ojos, el simio vino hacia donde me encontraba y se preparó para lanzarme un golpe mortal. "- ¿Así que es aquí donde voy a morir? Padre, madre lo siento, no pude vengar vuestras muertes. Nos veremos en el otro lado"- cerré los ojos pensando en mi inevitable final.

Pasado un rato en el que solo escuchaba a mis compañeros pelear con los otros animales, me extrañé porque el simio aún no había atacado. Abrí los ojos y descubrí que el simio había sido atacado por una habilidad del capitán, así que aproveché y me escabullí hacia mis compañeros. Había aprendido por las malas que de momento, yo solo, no podía hacer nada sin que algo o alguien amenazara con quitarme la vida. Sería más adelante, cuando me hiciera más fuerte , cuando fuera yo el que protegería a mis compañeros. O eso me gustaba pensar.

La sonrisa del lobo blanco se ensanchó bastante cuando el jaguar resistió sus golpes de aquella manera. Esa bestia era demasiado parecida a la forma completa de su hijo y se emocionó al saber que Zero también podría llegar a tener aquel poder. El cánido blanco rugió con fuerza al mismo tiempo que clavaba sus oscuros ojos en aquel ser que había saltado hacia atrás. Ojeó un poco a su alrededor para tener la situación controlada y debí admitir que la cosa continuaba seria. La puta serpiente gigante seguía luchando contra el capitán, la enorme mujer parecía sentir unas ganas inmensas de reproducirse con monos, el tejón también estaba siendo acorralado y un simio enano atacaba al otro integrante. Fue entonces cuando su haki de observación le indicó que el alma del perrito se había apagado. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro. A Drake le importaba poco si vivía o no, pero Slayer se había quedado en la gloria, se estaba descojonando el cabrón por dentro.

La bestia continuó mirando al gato fijando su haki de observación en él. Pudo ver la onda de choque ir hacia él y entonces impactó su puño derecho en el aire, apuntando hacia el suelo. Cuando las dos ondas colisionaron se formó un enorme estallido que casi envía al lobo blanco a volar. El mantra de Drake entonces le hizo reaccionar. Abrió los ojos como platos al ver las intenciones del maldito animal. El luchador interpuso el bíceps y lo apretó al mismo tiempo que se impulsaba con las patas hacia atrás. Las cuchillas afiladas impactaron en su brazo, siguieron su recorrido y golpearon en el pecho del lobo. El hombre lobo gruñó de dolor y cayó de espaldas al suelo. Ese maldito animal no usaba los puños, pero no podía esperar más de un ser que carecía de mentalidad. Abrió los ojos despacio y notó una sensación cálida y húmeda en su abdomen.

La sangre bajaba desde su brazo y pectorales hacia el resto del cuerpo. No había sido algo mortal debido al haki de observación, pero la herida estaba ahí. Escocía muchísimo y le recordó al zarpazo que recibió de Karl en aquella pelea donde le reventó el costado. El hombre lobo apretó los dientes al mismo tiempo que volvía a su forma humana y clavaba sus ojos en el carnívoro. El haki de aquella cosa era sin duda poderoso y eso le agradó. El chico no pudo evitar fruncir el ceño al ver que la situación con sus supuestos compañeros continuaba igual. Lo siguiente que hizo fue saltar hacia Sarah y mirar a los monos que se acercaban a ella. El joven iluminó sus ojos en rojo y rugió con toda su mola leche, elevando el sonido todo lo posible. Impactó su puño en el aire lanzando una onda de choque hacia los que iban a por Zack y otra a por el resto de simios. Sin saber si les dio o no, se volvió a lo suyo, pues el jaguar era lo más importante para él ahora.

- ¿Qué demonios?

Los ojos del chico se abrieron como platos al ver a aquellos putos seres de tanta altura acercarse. Según sus conocimientos, esos animales debían de comer hierba, pero no parecía nada amigables. Decidió terminar cuanto antes con el felino y después se centraría en ellos. El luchador entonces cerró los ojos con fuerza. Sus parpados se tornaron en un tono rojizo y sus cabellos empezaron a crecer de forma exagerada. Los pelos tomaron forma pinchuda y cambiaron a un color rojo intenso. Sus ojos cambiaron a azules y su musculatura aumentó. Una cola de lobo surgió de la parte baja de su espalda y su torso empezó a recubrirse de pelaje marrón. Su aura de poder aumentó de nuevo, haciéndole levantar algo de viento cuando pisó el suelo de forma violenta. En aquella forma poseía el poder de su forma de tres rumbles, por lo que su fuerza era una bestialidad.

Aspecto:

- Terminemos con este combate de una vez, gatito. – Mencionó al mismo tiempo que alzaba ambos puños y mostraba una sonrisa confiada.

La sangre continuaba bajando desde su pecho al abdomen, pero tampoco era algo que le importase mucho. En menos de veinte segundos tendría su aura de fuego y podría cauterizar la herida de mejor forma. Fue entonces cuando el lobo salió disparado hacia el enorme jaguar. Trató de colocarse frente a él y saltó con gatas intentando impactarle su puño en la barbilla y de ese modo intentar romperle los dientes. Le diese o no, saldría corriendo entre sus patas. Su objetivo sería coger la enorme cola de aquel ser y usando toda su fuerza lanzarlo por los aires. Lograse ejecutar aquel ataque o no, el luchador saltaría sobre la rama de un árbol y miraría de forma calmada al animal. Había usado su haki en todos sus ataques, claramente.

- ¡Ven a por mí! ¡Te estoy esperando! – Gritó mirando hacia la posición del jaguar con una expresión sonriente.

Lo siguiente que hizo Drake fue sacarle la lengua a modo de burla. Incluso se puso las manos en las mejillas imitando a uno de aquellos tontos monos. Movía la lengua de un lado a otro mientras reía.

- ¡Buuuuuuu!

Seguían ocurriendo cosas extrañas, los monitos que me parecían tan bonitos de repente empezaron a caer muertos. Casi me daban pena, pero de pronto, llegaron otros cinco. En el camino de los preciosos monitos hacía mí, se interpuso lo que creía que era… ¿Drake?, posiblemente si fuese el, empezó a gruñir de forma monumental, hizo que me despertara un poco de lo que en realidad ocurría.

Cuatro de los monos huyeron con la cola entre las piernas, menos uno, que aun así se acercó a mí, comenzando a tocarme el cuello, por el escote, por el vientre… hasta que me desperté un poco más.

Aquello era una guerra campal, Zack luchando contra más monos como los que hasta hace un momento me manoseaban, y me metían mano, Drake luchando contra el gato gigante del que escapaba antes, Vergil con un mono enano (al lado de los que me toqueteaban a mí), con un cuchillo en sus manos, Arribor contra la serpiente, y el bueno de Callum… oh dios… el pobre falleció sin que pudiera hacer nada por él.

-Sacateme de encima maldito mono -dije gritando, intentando darle una patada, intento también separarle con mi bö, para saltar sobre su cabeza, y degollarlo con mi navaja, o al menos intentarlo, sin saber que puede resultar de eso.

-Cago en los monos, me gustaban, pero desde este momento pasa a estar en la lista negra de animales non gratos -dije con cierta ira.

Me acerqué junto a Callum, y me despedí de él, ya no podía hacer nada más por él.

-Descansa en paz amigo, ojala estés bien donde estés -dije con una pequeña tristeza.

-¡Vergil!, ahora voy a ayudarte, Zack, luego vas tu -dije mirando a Vergil, y rápidamente a Zack.

Rápidamente saqué mi cerbatana, y puse un dardo narcótico, dirigí mi mirada hacía el mono que intentaba rajar al pobre Vergil, y puse la cerbatana en la misma dirección. Con un gran soplido, y vigilando que no le diera a Vergil, ni tampoco a los demás que estaban por ahí desperdigados, lancé el dardo. Sin quedarme a mirar si le había acertado, me dirigí a Zack.

-¿Estás bien?, creo que ya me despertado de la pesadilla en la que estaba sumergida, después tengo que darle las gracias a Drake por echarme una mano, si salimos vivos de esta os invitaré a todos a comer a mi casa -comenté a Zack, que el ya conocía mi casa.

Tenía algunas heridas en mis brazos, por las uñas de aquellos bichos, me lamí algunos dedos, y pasé por encima de las heridas mis dedos, según pasaba mis dedos por las heridas se iban cerrando, y cicatrizando al momento.

-Es evidente que ellos dos no necesitan ayuda, y que, si me digno a ayudar a alguno de los dos, probablemente me cruzaran, ¿estas herido? -pregunté a Zack, pues podría ser que estuviese herido, de la misma manera, me giré de nuevo a Vergil, tenía verdadera curiosidad por saber si le había salvado, si fue ese el caso, que habrá hecho con el mono, y si no lo salvé, ver que ha ocurrido.

De un momento a otro, empecé a ver que aparecían ciertos… ¿animales?, no estaba segura de lo que estaba viendo, no sabía si aún eran las pocas drogas que quedaban en mí, o si por lo contrario ya había despertado del todo y eso era muy real.

Estaba impactada, eran una especie de alpacas más gigantes que yo.

-Genial, ¿y ahora que? -farfullé, pues esta isla me estaba volviendo loca, y ya no sabía que hacer con esos bichos…

- Ooohhh... ¡Sí! ¿¡Entonces estoy soñando¡? - grité mientras abría los ojos como platos al ver como todo bicho viviente se transformaba en Sarahs desnudas.

Unas gigantes de verdad se veían venir desde la lejanía, otras se fusionaban entre ellas para formar otras aún más grandes y otras cuantas se acercaban con miradas lascivas mientras se toqueteaban los pechos. No era la primera vez que tenía un sueño de estas características. La primera vez que conocí a la semigiganta hasta las montañas tenían forma de teta... Pero esta vez mi mente se había pasado. Entre ellas había hasta una súper musculosa que se estaba tirando a otras de forma bastante fuerte, incluso se abalanzó sobre las que se venían a por mí e iban a ser las primeras con las que tenía pensado gozar. Por lo que eso me hizo reflexionar sobre por qué mi mente estaba tan salida como para llegar a estos extremos. Es cierto que pasar tanto tiempo en alta mar es duro, pero esto ya iba a más....

- ¿Un momento? ¿Qué hago aquí divagando? ¿Esto es eso a lo que llaman sueño lúcido? - comencé a emparanoiarme con todas las cosas que pasaban. - O puede que sí todo sea una alucinación... ¿Pero desde cuando exactamente? En el barco ya habían pasado cosas raras... Lo de la cuerda y el rabo... Mejor no recordarlo. Y no digamos los bichos que se transforman en personas... - seguí divagando con todo el globazo. Puede que me hubiese quedado así por mucho más tiempo en la paranoia del colocón, pero una voz conocida llamó mi atención.

Era la voz de Sarah y me preguntaba que si estaba bien. La verdad es que ese simple echo consiguió rallarme más al afianzar el tema de alucinación. Si fuese un sueño que yo controlase o cualquier otro normal no pasaría esto. Ya estaría haciéndome una felación o toqueteándose para que yo la viese... Pero no. Estaba ahí comiéndome la cabeza.

- ¡Y yo que sé! ¿Tú eres igual de real que la otra Sarah musculosa que grita y azota a las demás? -dije con un evidente estado histeria. -Sois demasiadas y empezáis a dar mal rollo.

Tras mis palabras me alejé de ella dando pequeños pasitos hacia atrás. Movía los pies casi arrastrándolos y moviéndolos muy poco a poco. Por una extraña razón tenía de sensación de que así podría huir de ella.

Realmente era un cruento campo de batalla en el que nos encontrábamos, no paraban de llegar más animales a los cuales había que derrotar antes de que nos matasen a todos. Yo me encontraba corriendo hacia donde estaban mis compañeros que, precisamente, estaban todos atareados con sus propias batallas. No me gustaba nada tener que ir descalzo pisando hierba y restos de animales muertos, pero no era ni el momento ni el lugar para tener quejas sobre un asunto como aquel. Justo cuando ya por fin me encontraba cerca de Sarah, otro maldito simio se interpuso en mi camino. Este era mucho más pequeño que el resto e iba armado con una especie de cuchillo y no tenía cara de buenos amigos. - Estoy hasta la coronilla de vosotros, malditos sacos de garrapatas y mierda - exclamé desenvainando mi katana. Ya no quería correr más, tenía que apañármelas al menos contra aquel pequeño primate. - Venga, simio de tres al cuarto, bailemos. Veremos quien será el que caiga -

Cuando mi pequeño amigo peludo y yo estábamos a punto de cruzar metales, Sarah vino a socorrerme lanzándole un dardo al mono. Aproveché la confusión y seguí mi camino dejando atrás al mono chungo. - ¡Gracias Sarah, te debo una! - exclamé mientras continuaba mi marcha. Mi ojos se posaron en uno de mis compañeros caídos. No pude evitar detenerme unos instantes para dedicarle al cadáver del lobo un rezo. - Que dios te acoja en su gloria, peludo camarada. Nuestro viaje juntos fue corto pero aún así te dedicaré un réquiem cuando estemos en zona segura - dije con cierta tristeza. Perder un camarada siempre era algo doloroso pero la vida continuaba. Además, teníamos que salir del zoo en el que estábamos metidos. De repente, un sonido totalmente extraño surgió de la espesura. 9 criaturas sacadas de una peli de terror cutre corrían hacia nosotros con ansias de comernos. - Genial, ¿por qué de paso no aparece el Pies Grandes? - pregunté sarcásticamente.

Fue entonces, cuando el capitán se apresuró a hacer un molinillo con una gran serpiente con la que estaba peleando. - Oh mierda, esto va a doler y mucho - me eché al suelo rápidamente para evitar salir volando y... morir.