Kiseki vs. Al

Límite de tiempo : Sin fecha límite.

Escenario : Pancu Island, habitada por un solo pueblo que se autodenominan “Asichi” que en un lenguaje antiguo significa “Moradores del bambú”, la entrada a cualquier persona ajena a esta tribu [que no comparta lazo sanguíneo] esta prohibida a menos que alguien de la misma tribu les extienda una invitación formal.



Condiciones :
-Sin nomenclaturas.
-Combate amistoso.
-En cualquier lado mientras haya suelo.

La isla del bambú... Un bonito sitio para hacer turismo y huir del trabajo de vez en cuando. No sabía cómo había llegado hasta ahí, pero tampoco le importaba. Tan sólo quería tirarse en una hamaca y dormir tranquilamente durante horas. Por desgracia no había ningún lugar donde pudiera acomodar aquella lona, pues el bambú muy probablemente se quebrara con su peso, por lo que congeló una pequeña área a su alrededor, dejando rígidos los troncos de la flexible planta, y colocó el pedazo de tela, preparándose para su siesta diaria.

-Perfecto, ahora a dormir un poco.

Subió a la hamaca y se tumbó, pero era incapaz de dormir. Tal vez por una ocasión necesitara actividad. ¿Podría encontrarla?

El marine se sobresaltó por un momento. Algo había cortado su hielo, y los bambús que había en medio. La verdad es que era una situación perfecta, podría luchar un poco. Fuego hervía en su vaina, y Kujaku esperaba bailar por una vez, aunque aún no estaba preparado para usar un arma con tanta historia.

Se levantó de la hamaca y pudo ver una persona oculta entre los juncos cortados. Tenía el rostro algo femenino, pero carecía de pecho. Debía de ser un hombre algo andrógino, o viceversa. Lo que estaba claro, por el arma que llevaba. "Haruno ro", se dijo, y esbozó una sonrisa. Desenvainó sin saludar su arma, que tomó la longitud de las armas que habitualmente usaba, con cerca de metro y medio de longitud de filo, aunque tenía un aspecto etéreo, como si pudiera ser atravesado con cualquier cosa. Craso error creer aquello, aunque si aquella persona indefinida poseía un arma tan pareja sin duda conocería el efecto de su espada.

-Parece que estamos predestinados, señorita- llevaba el pelo largo, por lo que, en cualquier caso era factible su feminidad-. En guardia.

Con un gesto apuntó el arma hacia su oponente, y se desvaneció en miles de pedazos de hielo en polvo, apareciendo justo delante de ella, él, o lo que fuera, para darle un sencillo corte de prueba, horizontal, entre los hombros.

-Vamos a divertirnos.

"hm... Buen revés", pensó, mientras dejaba el arma temblar ligeramente en su mano. Era un buen truco para reducir la presión sobre la mano y evitar dolores, pero aún así el choque se notó fuerte. Parecía que iba en serio. Con un impulso lanzó el arma al aire y se apoyó en sus hombros para tomar impulso. La reacción del capitán fue explotar. Literalmente se transformó en una nube de hielo en polvo que siguió el ascenso con la, ahora, tras ver botar aquello, indiscutible mujer, para materializarse justo frente a ella, impidiendo que el arco de la espada tomara mucha fuerza bloqueándola con el arma. Sin embargo no esperaba el segundo impacto, que lo sorprendió tremendamente, y su arma resbaló por el filo de Haruno varios centímetros.

-Dame una lección, princesa- dijo mientras ambos caían al suelo, lanzando una patada al torso de la mujer mientras mantenía bloqueada su arma con la propia, para dar finalmente un giro repentino y tratar de impactar en su costado con el arma. Tras aquello terminó de caer al suelo, con un ruido de cristales rotos, materializándose de nuevo frente a la espadachina-. Adelante, dame más.

Algo con lo que no había contado. Aquella mujer era usuaria de otra fruta logia, y no una logia cualquiera. Formaba parte de un famoso trío de Akumas que portaron Almirantes mucho tiempo atrás. Qué curiosa era la vida, dando sorpresas por todas partes.

"Y qué imbécil eres, Al", dijo su mente cuando un corte cayó sobre su espalda, tan veloz que no pudo evitarlo. ¿Lo había cortado? Conocía el poder de aquella espada, anular poderes de Usuarios al contacto, pero no esperaba que la mujer de luz cayera sobre su espalda. Pudo notar la hoja cortando la ropa y rasgando su carne, haciéndolo caer al suelo del dolor. ¿Cómo había sido tan estúpido?

-Bien, tú ganas princesa- dijo, cubriendo de hielo la herida cuando la espada se alejó de su cuerpo, y cogiendo la mano que le había tendido, tratando de hacer contacto visual a los ojos, evitando los prominentes pechos, pero escuchando la última frase-. Ehm... ¿Vale?

La siguió.

Hojas actualizadas.