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La de Hallstat, un reino lleno de nombres cuyos secretos aún no han sido descubiertos y aquellos con el corazón fuerte podrán luchar para encontrarlo ha entrado en una era de “paz”, al menos eso fue lo que salió en el periódico de esta mañana al enterarse el caballero del kraken quien estaba en una balsa como siempre en el medio del mar esperando que todo lo que se tuviera que dar se diera en el momento, pero aun así la curiosidad lo mataba, ¿quién era esta señorita Iliana?, ¿tan poderosa es?, en el periódico también ponía hoy se celebraría un desfile en honor a su coronación y su reconquista, una oportunidad invaluable para él ya que podría ver con sus propios ojos que era esta persona. Sin mucho que objetar y sin comenzó a remar en dirección a la isla con mucha tranquilidad, es algo fastidioso para el tener la labor de transportarse a el mismo cuando simplemente podría ir en un barco pero ya hacía tiempo que Ikaruga deseaba una experiencia solitaria en el mar que le permitiera meditar y reflexionar sobre cuáles serían sus pasos para el futuro.
Al llegar al puerto Ikaruga amarra su balsa como puede y se dirigirse a explorar el poblado, era una ciudad bastante tranquila y hermosa con aire medieval con una gente bastante tranquila, se podía notar la amabilidad de la misma ya que habrían salido de unos tiempos bastantes oscuros según los medios, pero al notar la perseverancia en sus ojos de querer progresar eso mismo genera una reacción de alegría en el gran hombre, así es… la nostalgia había llegado a su corazón en ese momento, este lugar le recordaba a su hogar. No paso mucho de haber explorado y tener una grata experiencia realizando que se dispuso a dirigirse a la calle principal que estaba bastante concurrida, todo el mundo estaba de costado y dejando la pasarela totalmente vacía, murmuraban cosas como el paso de la nueva Reyna y que estaban ansiosos de poder celebrar junto con ella el nuevo regimiento del reino, sin embargo algo curioso ocurrió, unos dos hombres con armadura estaban frente a Ikaruga, posiblemente soldados del reino, aunque las palabras que salieron de sus bocas que resultaron ser rumores… serían algo de lo que estaría arrepentidos toda su vida.
- ¿has escuchado los rumores?- dijo el primer soldado, era un chico bastante normal aparentemente unos 20 años de cabello marrón y portaba una espada.
- si… claramente los he escuchado, un pirata novato nuevo aclamando muchas cosas en nombre de un dios llamado Nagakeiboros - contestó el otro, resultó ser una chica de cabello corto aunque se confundía por la armadura, al escucharla Ikaruga pudo notar su género, está cargaba una ballesta.
- si… el mundo se llena de cada vez más cosas y gente loca que no tiene nada que hacer, y más si se atreven a usar el nombre falso y algo tan patético como un dios.
En ese momento, Ikaruga al escuchar sus palabras entro en un frenesí de furia que solo su razón y tranquilidad le daban una chance de mantener el control, la furia que estaba reteniendo no era normal, quería matar a esas dos personas, respiro profundo intentando con todo su ser no enojarse por el comentario de ofensa a su dios, pero fue inútil ya que sus ojos completamente comenzaron a brillar en un rojo más potente haciendo notar un aura de muerte a su alrededor, los dos soldados al notar esta misma se dieron vuelta totalmente asustados, era demasiado tarde, ellos mismo abrían cavado su tumba y poco a poco el caballero del kraken daba paso a paso mientras de su boca solo podía salir gritos de furia afirmando unas palabras no solo llenas de furia, si no sabías para aquellas personas dispuesta a escuchar.
-¿¡QUE MI DIOS QUE!? - Gritó el hombre fuertemente a los dos soldados -¡COMO TE ATREVES A OFENDER A MI DIOS Y ADEMÁS LO HACES EN FRENTE DE MI!- ambos chicos retrocedieron a tal punto de estar los 3 en medio de la pasarela real donde la reina Iliana tenía pensado pasar – ¿¡QUE TIENE DE MALO LUCHAR POR TUS ANHELOS Y VIVIR POR LO QUE ES CORRECTO AAHHH!? ¿¡ACASO ESO ES LO QUE HACEN AQUÍ LOS SOLDADOS DE HALLSTAT, OFENDER A LOS DIOSES DE OTRO POR SIMPLEMENTE NO COMPRENDER NADA A TAL PUNTO DE TENER MIEDO EN SUS CORAZONES Y TRATAR A LOS DEMÁS COMO SIMPLE BASURAS O FENÓMENOS!?
Los gritos de Ikaruga llenos de furia se escuchaban a lo lejos, las personas reunidas estaban anonadadas y algunas confusas, al parecer habían ofendido al dios de un hombre, y este estaba armado pero a la vez no parecía tener intenciones de atacar a los que ofendieron a su dios, porque antes de poder hacer una acción siquiera Ikaruga entro en un temor profundo en su corazón, pudo notar a lo lejos una figura acercarse a lo lejos por la misma pasarela, se trataba de un carruaje, y este mismo sabía lo que eso significaba.
Al llegar al puerto Ikaruga amarra su balsa como puede y se dirigirse a explorar el poblado, era una ciudad bastante tranquila y hermosa con aire medieval con una gente bastante tranquila, se podía notar la amabilidad de la misma ya que habrían salido de unos tiempos bastantes oscuros según los medios, pero al notar la perseverancia en sus ojos de querer progresar eso mismo genera una reacción de alegría en el gran hombre, así es… la nostalgia había llegado a su corazón en ese momento, este lugar le recordaba a su hogar. No paso mucho de haber explorado y tener una grata experiencia realizando que se dispuso a dirigirse a la calle principal que estaba bastante concurrida, todo el mundo estaba de costado y dejando la pasarela totalmente vacía, murmuraban cosas como el paso de la nueva Reyna y que estaban ansiosos de poder celebrar junto con ella el nuevo regimiento del reino, sin embargo algo curioso ocurrió, unos dos hombres con armadura estaban frente a Ikaruga, posiblemente soldados del reino, aunque las palabras que salieron de sus bocas que resultaron ser rumores… serían algo de lo que estaría arrepentidos toda su vida.
- ¿has escuchado los rumores?- dijo el primer soldado, era un chico bastante normal aparentemente unos 20 años de cabello marrón y portaba una espada.
- si… claramente los he escuchado, un pirata novato nuevo aclamando muchas cosas en nombre de un dios llamado Nagakeiboros - contestó el otro, resultó ser una chica de cabello corto aunque se confundía por la armadura, al escucharla Ikaruga pudo notar su género, está cargaba una ballesta.
- si… el mundo se llena de cada vez más cosas y gente loca que no tiene nada que hacer, y más si se atreven a usar el nombre falso y algo tan patético como un dios.
En ese momento, Ikaruga al escuchar sus palabras entro en un frenesí de furia que solo su razón y tranquilidad le daban una chance de mantener el control, la furia que estaba reteniendo no era normal, quería matar a esas dos personas, respiro profundo intentando con todo su ser no enojarse por el comentario de ofensa a su dios, pero fue inútil ya que sus ojos completamente comenzaron a brillar en un rojo más potente haciendo notar un aura de muerte a su alrededor, los dos soldados al notar esta misma se dieron vuelta totalmente asustados, era demasiado tarde, ellos mismo abrían cavado su tumba y poco a poco el caballero del kraken daba paso a paso mientras de su boca solo podía salir gritos de furia afirmando unas palabras no solo llenas de furia, si no sabías para aquellas personas dispuesta a escuchar.
-¿¡QUE MI DIOS QUE!? - Gritó el hombre fuertemente a los dos soldados -¡COMO TE ATREVES A OFENDER A MI DIOS Y ADEMÁS LO HACES EN FRENTE DE MI!- ambos chicos retrocedieron a tal punto de estar los 3 en medio de la pasarela real donde la reina Iliana tenía pensado pasar – ¿¡QUE TIENE DE MALO LUCHAR POR TUS ANHELOS Y VIVIR POR LO QUE ES CORRECTO AAHHH!? ¿¡ACASO ESO ES LO QUE HACEN AQUÍ LOS SOLDADOS DE HALLSTAT, OFENDER A LOS DIOSES DE OTRO POR SIMPLEMENTE NO COMPRENDER NADA A TAL PUNTO DE TENER MIEDO EN SUS CORAZONES Y TRATAR A LOS DEMÁS COMO SIMPLE BASURAS O FENÓMENOS!?
Los gritos de Ikaruga llenos de furia se escuchaban a lo lejos, las personas reunidas estaban anonadadas y algunas confusas, al parecer habían ofendido al dios de un hombre, y este estaba armado pero a la vez no parecía tener intenciones de atacar a los que ofendieron a su dios, porque antes de poder hacer una acción siquiera Ikaruga entro en un temor profundo en su corazón, pudo notar a lo lejos una figura acercarse a lo lejos por la misma pasarela, se trataba de un carruaje, y este mismo sabía lo que eso significaba.
Iliana Markov
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El carruaje de la reina avanzaba por el camino, seguido por una cohorte de guerreros vestidos con sus uniformes de gala. En medio de la formación de soldados caminaban, harapientos y encadenados, algunos de los nobles traidores de la facción purista que habían intentado alzarse en armas contra Iliana. La gente aclamaba a la comitiva a su paso, tirando flores a los soldando y dando vivas a Hallstat y a la Emperatriz. En el interior de su vehículo la aludida sonrió, contenta. Poco a poco se iba ganando el afecto de su pueblo, tal y como había hecho su padre antes que ella. "Nunca subestimes el poder de las masas" le había dicho el difunto monarca "Por mucho que sean presas, un lobo no puede subsistir sin sus corderos. De la misma manera, un país no puede sobrevivir sin su gente. Será tu deber como reina de Hallstat cuidarlos, y mantenerlos felices. De esta manera podrás centrarte en tus objetivos sin tener que preocuparte por problemas en tu país que puedan conducir a rebeliones. Recuerda que fue el descontento popular el que llevó a la antigua monarquía a su perdición." La chica había tenido muy presentes las palabras de su padre, y desde que había asumido el trono había gobernado siguiendo aquellos sabios consejos que ahora comenzaban a dar frutos.
Estaba acomodándose en su asiento cuando de repente comenzó a escuchar gritos y vocerío fuera, y el carruaje se detuvo. Frunció el ceño, preguntándose quién se habría atrevido a cometer la estupidez de pararse a su paso, y descorrió las cortinas para ver el exterior. Un corro de gente rodeaba a un hombre joven de pelo albino y ojos carmesíes, soltándole improperios y gritándole. Parecía que algunos guardias se habían unido al disturbio, pero en vez de tratar de detenerlo estaban junto con el grupo de violentos. Abrió la ventana, ante lo que algunos de los presentes comenzaron a darle vivas, y llamó a uno de los guardias que marchaban junto al carruaje. El soldado se aproximó y le hizo una pronunciada reverencia.
- Ve y entérate de qué está pasando ahí. Luego vuelve cuéntamelo.
Este se acercó a la multitud, y al poco rato volvió informándole de lo sucedido. Al parecer el tipo albino era un extraño que iba predicando la palabra de un extraño dios de nombre impronunciable, y que maldecía a los habitantes de Hallstat por paganos. Dudaba que aquella fuese la versión real, dado que era lo que los curiosos que rodeaban al grupo le habían contado a su sirviente. Con un suspiro, cogió a Vanator y se ajustó al cinto, se puso la corona sobre el pelo y bajó del carruaje. Iba vestida con un cómodo pero elegante traje negro, con una falda corta. La corona de su cabeza era hermosa pero austera, un aro dorado con un hermoso rubí en la frente. A su paso la gente se apartaba y se hincaba de rodillas al suelo, murmurando "majestad." Incluso los que estaban montando jaleo, en cuanto se percataron de su presencia se arrodillaron, quedando el lugar en silencio. Con una mirada serena y fría observó a los presentes, hasta detenerse en el extranjero.
- Bien, espero que hayáis tenido un buen motivo para interrumpir nuestra marcha - dijo, dirigiéndose tanto a sus siervos como al otro - Ya conozco la versión de mis súbditos, así que decidme extranjero, ¿qué hacíais aquí y por qué soltabais improperios contra las buenas gentes de Hallstat?
Su voz era suave pero autoritaria, cargada de presencia. Mientras hablaba, su mano izquierda reposaba en la empuñadura de Vanator.
Estaba acomodándose en su asiento cuando de repente comenzó a escuchar gritos y vocerío fuera, y el carruaje se detuvo. Frunció el ceño, preguntándose quién se habría atrevido a cometer la estupidez de pararse a su paso, y descorrió las cortinas para ver el exterior. Un corro de gente rodeaba a un hombre joven de pelo albino y ojos carmesíes, soltándole improperios y gritándole. Parecía que algunos guardias se habían unido al disturbio, pero en vez de tratar de detenerlo estaban junto con el grupo de violentos. Abrió la ventana, ante lo que algunos de los presentes comenzaron a darle vivas, y llamó a uno de los guardias que marchaban junto al carruaje. El soldado se aproximó y le hizo una pronunciada reverencia.
- Ve y entérate de qué está pasando ahí. Luego vuelve cuéntamelo.
Este se acercó a la multitud, y al poco rato volvió informándole de lo sucedido. Al parecer el tipo albino era un extraño que iba predicando la palabra de un extraño dios de nombre impronunciable, y que maldecía a los habitantes de Hallstat por paganos. Dudaba que aquella fuese la versión real, dado que era lo que los curiosos que rodeaban al grupo le habían contado a su sirviente. Con un suspiro, cogió a Vanator y se ajustó al cinto, se puso la corona sobre el pelo y bajó del carruaje. Iba vestida con un cómodo pero elegante traje negro, con una falda corta. La corona de su cabeza era hermosa pero austera, un aro dorado con un hermoso rubí en la frente. A su paso la gente se apartaba y se hincaba de rodillas al suelo, murmurando "majestad." Incluso los que estaban montando jaleo, en cuanto se percataron de su presencia se arrodillaron, quedando el lugar en silencio. Con una mirada serena y fría observó a los presentes, hasta detenerse en el extranjero.
- Bien, espero que hayáis tenido un buen motivo para interrumpir nuestra marcha - dijo, dirigiéndose tanto a sus siervos como al otro - Ya conozco la versión de mis súbditos, así que decidme extranjero, ¿qué hacíais aquí y por qué soltabais improperios contra las buenas gentes de Hallstat?
Su voz era suave pero autoritaria, cargada de presencia. Mientras hablaba, su mano izquierda reposaba en la empuñadura de Vanator.
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El caballero del kraken se encontraba en una escaramuza que no espero tener tan pronto en su vida, pero ya era demasiado tarde para lamentarse por cosas, la reina rebosaba superioridad en cada esplendor de su ser, el aura de muerte que provenía de este poco a poco fue desvaneciéndose, con una firme respetuosa postura el pirata clavó su hacha desde la base en el suelo, acto seguido dejo caer su cuerpo dejando solo una rodilla como apoyo en este posando ambas manos sobre su otra pierna que la usaba como apoyo para mantener el equilibrio, así es, el orgulloso sirviente de Nagakeiboros sabía muy claramente que debía mostrar respeto ante esta persona quien claramente es, la que reconquistó su pueblo de una manera majestuosa e impecable.
- En nuestro pueblo nos enseñan que tenemos que arrodillarnos ante dos cosas, la primera es ante nuestro dios… y la segunda es ante la realeza.
Bajando su mirada al suelo para luego cerrar sus ojos el joven muestra total mesura y tranquilidad ante la situación, él sabe quién es ella, aunque asumiendo por la situación el tendría que dar una clara explicación del porqué de las cosas, con un tono de voz sereno y muy tranquilo el joven solo se propuso responder las preguntas de la reina esperando que esta pudiera entender el porqué de sus acciones.
- Antes que nada… Mi nombre es Ikaruga D. Kreken, mi motivos para entrar en esta isla su majestad… es porque realmente deseaba ver con mis propios ojos a la legitima heredera al trono, se cuenta en todos los mares sobre sus hazañas y grandeza que solo deseaba eso con total sinceridad, más lo que concierne a lo segundo – el hombre levantó su brazo derecho sin dejar de mantener su pose, señalando a los dos soldados que habían soltado la lengua de mas -Esos dos…- tratando de contener su furia, pero incluso era algo inútil, sus ansias de matar aquellos que ofendieron a su dios expresándose en un aura de color rojo a su alrededor, dio un respiro profundo, él debía calmarse, aunque su aura no se desvaneció pudo mantener el suficiente control para no gritar de furia ante aquella ofensa -osaron ofender a mi dios… de donde yo provengo, que es la isla del kraken, rendimos culto a una diosa cuyo nombre es Nagakeiboros “la diosa del movimiento”, de ella podemos aprender que en esta vida, lo único que realmente importa es vivir por nuestros anhelos, a nunca rendirnos y lo más importante luchar por lo que creemos correcto, dígame usted su majestad, ¿realmente cree que vale la pena llamar a mi dios falso o de mentiras cuando le enseño a mi gente a nunca rendirse y siempre luchar?-después de eso el hombre bajo su brazo derecho para regresar a su pose original, estaba totalmente furioso y sumiso ante la situación, solo estando de rodillas podía realmente pedir perdón -En el nombre de mi gente y mi dios pido realmente disculpas a las molestias que acabo de causar, claramente los rumores que dicen estos dos son ciertos… yo soy un pirata y a mucha honra... pueden tratarme como basura pueden decir que solo estoy en este mundo para ser un simple mal para todos eso nunca me importara... pero –levantó su mirada mostrando un odio profundo en ella antes de dar la siguiente afirmación -no soporto que ofendan nuestra cultura… y menos a nuestro dios.
luego de dar su afirmación el joven Ikaruga bajo la mirada esperando una respuesta de la reina, el no ocultaba nada, el no mentía, estaba totalmente diciendo la verdad y en su corazón el lo sabe, ya solo queda el juicio de ella por optar si realmente este hombre miente o no.
- En nuestro pueblo nos enseñan que tenemos que arrodillarnos ante dos cosas, la primera es ante nuestro dios… y la segunda es ante la realeza.
Bajando su mirada al suelo para luego cerrar sus ojos el joven muestra total mesura y tranquilidad ante la situación, él sabe quién es ella, aunque asumiendo por la situación el tendría que dar una clara explicación del porqué de las cosas, con un tono de voz sereno y muy tranquilo el joven solo se propuso responder las preguntas de la reina esperando que esta pudiera entender el porqué de sus acciones.
- Antes que nada… Mi nombre es Ikaruga D. Kreken, mi motivos para entrar en esta isla su majestad… es porque realmente deseaba ver con mis propios ojos a la legitima heredera al trono, se cuenta en todos los mares sobre sus hazañas y grandeza que solo deseaba eso con total sinceridad, más lo que concierne a lo segundo – el hombre levantó su brazo derecho sin dejar de mantener su pose, señalando a los dos soldados que habían soltado la lengua de mas -Esos dos…- tratando de contener su furia, pero incluso era algo inútil, sus ansias de matar aquellos que ofendieron a su dios expresándose en un aura de color rojo a su alrededor, dio un respiro profundo, él debía calmarse, aunque su aura no se desvaneció pudo mantener el suficiente control para no gritar de furia ante aquella ofensa -osaron ofender a mi dios… de donde yo provengo, que es la isla del kraken, rendimos culto a una diosa cuyo nombre es Nagakeiboros “la diosa del movimiento”, de ella podemos aprender que en esta vida, lo único que realmente importa es vivir por nuestros anhelos, a nunca rendirnos y lo más importante luchar por lo que creemos correcto, dígame usted su majestad, ¿realmente cree que vale la pena llamar a mi dios falso o de mentiras cuando le enseño a mi gente a nunca rendirse y siempre luchar?-después de eso el hombre bajo su brazo derecho para regresar a su pose original, estaba totalmente furioso y sumiso ante la situación, solo estando de rodillas podía realmente pedir perdón -En el nombre de mi gente y mi dios pido realmente disculpas a las molestias que acabo de causar, claramente los rumores que dicen estos dos son ciertos… yo soy un pirata y a mucha honra... pueden tratarme como basura pueden decir que solo estoy en este mundo para ser un simple mal para todos eso nunca me importara... pero –levantó su mirada mostrando un odio profundo en ella antes de dar la siguiente afirmación -no soporto que ofendan nuestra cultura… y menos a nuestro dios.
luego de dar su afirmación el joven Ikaruga bajo la mirada esperando una respuesta de la reina, el no ocultaba nada, el no mentía, estaba totalmente diciendo la verdad y en su corazón el lo sabe, ya solo queda el juicio de ella por optar si realmente este hombre miente o no.
Iliana Markov
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Akuma no mi
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Al principio las palabras del joven parecieron juiciosas, si bien pretenciosas, a ojos de Iliana. Tan sólo se había defendido de ofensas contra su religión. La joven monarca consideraba las creencias de aquella clase una estupidez. Su padre le había enseñado que sólo dos clases de personas vivían en el mundo: cazadores y presas. La religión era algo para presas; refugiarse en un ser superior era cosa de gente débil. Los cazadores eran la única fuerza superior del mundo. En todo caso lo que quisiera pensar el peliblanco no era cosa suya, de hecho le daba bastante igual... el problema era que interceder a favor de un extranjero y en detrimento de sus hombres no era algo que pudiera permitirse en una situación de guerra civil como la que estaba viviendo. Así pues, aguardó a que terminara de hablar, analizando con cuidado sus palabras y esperando a que cometiera un error. Y el joven no la decepcionó. Contuvo una sonrisa de triunfo, e interrumpió su discurso.
- Entonces admites ser un criminal. Guardias, arrestad a este hombre.
Las palabras del tal "Kreken" no habían estado tan mal. Podía adorar a un dios de presas, pero poseía una mentalidad combativa digna de un cazador. Sin embargo eso no iba a librarle de su castigo. Había cometido la inmensa estupidez de declarar frente a una reina que era pirata. Comenzó a alejarse hacia el carruaje, y cogió un den den mushi.
- Entérate de si hay alguien con recompensa por su cabeza llamado Ikaruga D. Kreken o algo así. De ser así, avisa a los marines de le tenemos - dijo a alguien al otro lado de la línea.
Acto seguido se giró a comprobar que el arresto se estaba llevando a cabo correctamente. Pronto podría divertirse en condiciones... siendo reina estaba obligada a comportarse y evitar comportamientos que pudiesen ser considerados de dementes. Tenía una imagen pública que mantener. Sin embargo, lo que ocurriese en sus mazmorras se quedaría en sus mazmorras. Y, ¿quién le diría algo por torturar a un pirata?
- Entonces admites ser un criminal. Guardias, arrestad a este hombre.
Las palabras del tal "Kreken" no habían estado tan mal. Podía adorar a un dios de presas, pero poseía una mentalidad combativa digna de un cazador. Sin embargo eso no iba a librarle de su castigo. Había cometido la inmensa estupidez de declarar frente a una reina que era pirata. Comenzó a alejarse hacia el carruaje, y cogió un den den mushi.
- Entérate de si hay alguien con recompensa por su cabeza llamado Ikaruga D. Kreken o algo así. De ser así, avisa a los marines de le tenemos - dijo a alguien al otro lado de la línea.
Acto seguido se giró a comprobar que el arresto se estaba llevando a cabo correctamente. Pronto podría divertirse en condiciones... siendo reina estaba obligada a comportarse y evitar comportamientos que pudiesen ser considerados de dementes. Tenía una imagen pública que mantener. Sin embargo, lo que ocurriese en sus mazmorras se quedaría en sus mazmorras. Y, ¿quién le diría algo por torturar a un pirata?
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Akuma no mi
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-Que se haga la voluntad de la reina de Hallstat… un simple mensajero como yo solo tiene que decir unas palabras antes de sufrir el castigo merecido por tal estupidez de mi parte.
¿No se contendría?, ¿eso era todo? El caballero del kraken estaba dispuesto a aceptar su castigo con mucho orgullo y sin dudar ni un momento, se levantó muy orgulloso portando un aura inquebrantable de seguridad en sí mismo, con una expresión de los más fría y poco demostrativa de sentimiento alguno se levantó con mucha calma ante la situación, no opuso total resistencia, es más entrego el mismo su arma a uno de los guardia y se dejó encadenar con toda la tranquilidad del mundo, todos los guardias y los lugareños estaba sorprendidos y anonadados por la acción del hombre que simplemente parecía un caballero más de este reino obedeciendo ciegamente las ordenes de su reina. Un soldado se acercó con unas grilletes para sus brazos, el mismo los tomo y se los coloco acto seguido, Ikaruga musito unas palabras al guardia al cual él tendría que seguir.
-Permíteme un momento por favor…
Ikaruga dio una enorme inalada de aire muy profunda y extensa para luego exhalar, sorprendentemente logro salir vapor, el calor que llevaba su cuerpo más la presión y fuerza que el propino para sacar una enorme cantidad de vapor para calmar su cuerpo fue enorme, creando una increíble paz mental en este, luego de unos pocos segundos camino con los ojos cerrados atrás del guardia que lo estaba guiando en dirección al carruaje, suponiendo que sería vigilado mientras caminaba atrás de este, mientras este caminaba pronunciara en voz alta unas cuantas palabras a los habitantes presentes en el escenario.
-Honrada gente de Hallstat… siéntanse bastante orgullosos de tener a una reina tan maravillosa única en este mundo, también siéntanse orgullosos de ustedes mismo, quien con fuerza y valor han llevado a este reino a su futuro… yo… he de sufrir un castigo por mi estupidez que tengo bien merecido, pero algo tenemos que estar seguros… Iliana Markov… conquistara todo en este mundo…
A pocos instantes de pronunciar aquellas palabras caminaba muy lentamente con los ojos cerrados en dirección a la parte trasera del carruaje para caminar tras él, pero para esto Ikaruga tendría que pasar por el costado de la reina a nos 3 pasos de distancia de costado para ser precisos, al caminar quedaba exactamente unos 20 pasos de frente de ella quien podía notar firmemente su mirada sobre él, la reina vigilaba como se llevaba a cabo el acto de captura contra su persona, al faltar 5 pasos se detuvieron, por juzgar los sonidos el dedujo que el hombre solo se inclinaba ante su reina por simple protocolo, en ese momento Ikaruga hizo una acción por la cual él fue enviado a ese lugar, Abrió sus ojos pero algo increíblemente cambio en ellos, su ojo derecho estaba totalmente cambiado de un color verde pasto mientras que el izquierdo aún mantenía su color carmesí, en esos momentos aquel que cruzara la mirada con él estaba a destinado una imagen creada por algo tan fuerte pero a la vez tan tonto y simple como jugar con una pelota, se trataba de fe y fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad y la fe de Ikaruga era tan fuerte que al cruzar la mirada con la reina por solo 5 segundos, pudo mostrarle a ella lo fuerte que era su fe ante su dios mediante ver una imagen algo macabra en el momento, se trataba de el, encadenado y sumiso sin dudar a su castigo mientras que a sus espaldas se podría observar el reino completo siendo redado por tentáculos de kraken fantasmagóricos gigantes, era solo una imagen creada solo con fe, lo mismo ocurre en los escenarios en cuanto los guerreros quieren matarse el uno al otro y la sed de sangre es tan fuerte que ambos pueden ver imágenes. Y esto no se diferencia, solo fueron 5 segundos, he Ikaruga solo se dispuso a decirles unas pocas palabras que solo escucharía ella y solo ella antes de seguir caminando a su tortura programada por la realeza.
-Nagakeiboros me envía aquí… a hacerle mucho más fuerte su majestad, ya que mi dios le debe un enorme favor al antiguo rey… Deriam Markov.... y algo mas, es Ikaruga D. Kraken, dije kreken para que la gente de aquí no conozca mi apellido...
Dicho lo dicho dejo de cruzar miradas con la reina adoptando posición de caminata justo atrás del carruaje vigilado por una enorme cantidad de guardias.
¿No se contendría?, ¿eso era todo? El caballero del kraken estaba dispuesto a aceptar su castigo con mucho orgullo y sin dudar ni un momento, se levantó muy orgulloso portando un aura inquebrantable de seguridad en sí mismo, con una expresión de los más fría y poco demostrativa de sentimiento alguno se levantó con mucha calma ante la situación, no opuso total resistencia, es más entrego el mismo su arma a uno de los guardia y se dejó encadenar con toda la tranquilidad del mundo, todos los guardias y los lugareños estaba sorprendidos y anonadados por la acción del hombre que simplemente parecía un caballero más de este reino obedeciendo ciegamente las ordenes de su reina. Un soldado se acercó con unas grilletes para sus brazos, el mismo los tomo y se los coloco acto seguido, Ikaruga musito unas palabras al guardia al cual él tendría que seguir.
-Permíteme un momento por favor…
Ikaruga dio una enorme inalada de aire muy profunda y extensa para luego exhalar, sorprendentemente logro salir vapor, el calor que llevaba su cuerpo más la presión y fuerza que el propino para sacar una enorme cantidad de vapor para calmar su cuerpo fue enorme, creando una increíble paz mental en este, luego de unos pocos segundos camino con los ojos cerrados atrás del guardia que lo estaba guiando en dirección al carruaje, suponiendo que sería vigilado mientras caminaba atrás de este, mientras este caminaba pronunciara en voz alta unas cuantas palabras a los habitantes presentes en el escenario.
-Honrada gente de Hallstat… siéntanse bastante orgullosos de tener a una reina tan maravillosa única en este mundo, también siéntanse orgullosos de ustedes mismo, quien con fuerza y valor han llevado a este reino a su futuro… yo… he de sufrir un castigo por mi estupidez que tengo bien merecido, pero algo tenemos que estar seguros… Iliana Markov… conquistara todo en este mundo…
A pocos instantes de pronunciar aquellas palabras caminaba muy lentamente con los ojos cerrados en dirección a la parte trasera del carruaje para caminar tras él, pero para esto Ikaruga tendría que pasar por el costado de la reina a nos 3 pasos de distancia de costado para ser precisos, al caminar quedaba exactamente unos 20 pasos de frente de ella quien podía notar firmemente su mirada sobre él, la reina vigilaba como se llevaba a cabo el acto de captura contra su persona, al faltar 5 pasos se detuvieron, por juzgar los sonidos el dedujo que el hombre solo se inclinaba ante su reina por simple protocolo, en ese momento Ikaruga hizo una acción por la cual él fue enviado a ese lugar, Abrió sus ojos pero algo increíblemente cambio en ellos, su ojo derecho estaba totalmente cambiado de un color verde pasto mientras que el izquierdo aún mantenía su color carmesí, en esos momentos aquel que cruzara la mirada con él estaba a destinado una imagen creada por algo tan fuerte pero a la vez tan tonto y simple como jugar con una pelota, se trataba de fe y fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad y la fe de Ikaruga era tan fuerte que al cruzar la mirada con la reina por solo 5 segundos, pudo mostrarle a ella lo fuerte que era su fe ante su dios mediante ver una imagen algo macabra en el momento, se trataba de el, encadenado y sumiso sin dudar a su castigo mientras que a sus espaldas se podría observar el reino completo siendo redado por tentáculos de kraken fantasmagóricos gigantes, era solo una imagen creada solo con fe, lo mismo ocurre en los escenarios en cuanto los guerreros quieren matarse el uno al otro y la sed de sangre es tan fuerte que ambos pueden ver imágenes. Y esto no se diferencia, solo fueron 5 segundos, he Ikaruga solo se dispuso a decirles unas pocas palabras que solo escucharía ella y solo ella antes de seguir caminando a su tortura programada por la realeza.
-Nagakeiboros me envía aquí… a hacerle mucho más fuerte su majestad, ya que mi dios le debe un enorme favor al antiguo rey… Deriam Markov.... y algo mas, es Ikaruga D. Kraken, dije kreken para que la gente de aquí no conozca mi apellido...
Dicho lo dicho dejo de cruzar miradas con la reina adoptando posición de caminata justo atrás del carruaje vigilado por una enorme cantidad de guardias.
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