¿Que clase de de Isla es esta? [Rol Difter-Annie]

No había ni una sola nube en el cielo, este tenía un color azul y brillante. Los pájaros cantaban, las flores florecían... parecía que iba a ser un buen día, pero nunca lo eran. No era nada optimista con esa tontería. ¿Por qué a la gente le gustaba pensar que todo iba a salir bien siempre? Era una pérdida de tiempo, es decir, todo es una mierda, no hay nada bueno y, si lo hubiere, no tardaría en irse o estropearse. Agh... Cuanto odio tenía acumulado en mi interior y eso que no soy así, pero que haga calor ya me pone de mal humor y encima que no aparezca ninguna presa me pone todavía peor.

Caminé un buen rato por el bosque, apoyándome de vez en cuando en algún árbol para tomar aliento. Cada paso que daba sonaban las ramitas y hojas secas rompiéndose. Debía ser muy sigilosa si quería encontrarme con algún animal, pero era bastante difícil. No me gustaba que hubiese tanto silencio y calma. Ayden daba vueltas en el cielo, pero parecía que tampoco encontraba nada. Que extraño...

Recorrí senderos y caminos en mal estado. Escalé montículos y me raspé las rodillas. Me clavé pinchos de las zarzas y me ortigué. Espero que aquella familia me recompensase bien, el trabajo era duro. El hecho de que apenas tuvieran uso de armas para cazar me daba cierta ventaja para desarrollarme. Me pidieron un animal cualquiera, yo se lo daría. No conocía nada de esta isla, así que no tenía ni idea de que podría encontrarme, pero supongo que no sería nada malo. Al ritmo que iba lo único que podría cazar era algún ciervo o alguna ardilla.

Desde mi posición podía escuchar el agua caer, una especie de cascada. Allí habría animales seguro, estos tenían que hidratarse así que era un lugar perfecto para esperar. Saqué mi arco y le puse una flecha. Lo tensé y caminé sigilosamente. Finalmente llegué hasta la cascada. Apuntaba en todas direcciones, atenta y controlando mis movimientos, pero me llevé una sorpresa. No había ningún animal, tan solo un hombre durmiendo al lado de la orilla. Me acerqué hasta él. Al ver que no se inmutaba bajé el arco y me agaché.

No iba a hacer nada malo, solo comprobar si tenía algo útil y beneficioso para mí. Estaba necesitada y... bueno, le dejaría algo para que se buscase la vida. Yo no solía ser mala persona, solo me aprovechaba de las ocasiones y esta, era una ocasión perfecta. Metí la mano en su bolsillo a la espera de que no se inmutase. Si se enfadaba sacaría mi arco y me enfrentaría a él. No iba a crear un conflicto por nada.

Definitivamente hoy no era mi día de suerte. Me había pillado como si nada. Seguro que el chico tenía sueño ligero porque no era normal. Siempre había sido muy meticulosa y cuidadosa a la hora de cometer un acto así. Lo mejor es que nunca perdía, era una especie de juego en el que tenía que mejorar más y más cada vez y aquí había encontrado un fallo. Me confié demasiado tal vez, no podía permitir que volviese a ocurrir.

De todas formas me aparté rápido hacia atrás, me había dado tiempo a comprobar su bolsillo y no tenía nada de valor en él. Qué decepción. Cogí mi arco con gran velocidad y lo tensé hacia él. Estuve un buen rato así puesto que era bastante desconfiada. No sé, la gente no solía llevar bien que les robasen y luego se les clavaban espinitas de rencor y odio.

Al ver que el chico no hacía nada en mi contra bajé un poco el arco. No tenía intención de atacarle si él no me hacía nada, tampoco era tan estúpida. Se puso a hablarme sin tener en cuenta lo que había pasado. Lo miré de arriba abajo y luego me fijé en su cara, ahora no se me olvidaría quién era.

-Si... lo hace. - Respondí un poco confusa. El día no me importaba lo más mínimo. - En fin, perdona por despertarte. Solo pretendía robarte y desaparecer, pero al final no pude. - Dije esbozando una sonrisa. Guardé el arco y dejé la flecha en mi carcaj. - ¡Perdona! Me encomendaron cazar algún animal, pero no encuentro nada. Dado que no tienes nada de valor tendremos que llevarnos bien entonces.

Me había alejado bastante anteriormente, así que decidí volver a acercarme para mantener una conversación sin tener que gritar. -¿Quién eres? - Pregunté con curiosidad sin ningún modal.

El chico resultó ser muy majo. Era la primera vez que me topaba con alguien que se comportaba así conmigo después de haberle intentado robar. Escuché atentamente sus palabras de manera alegre y, después, acomodé mi arco, el cual estaba ya en la espalda, pero había quedado puesto en mala posición. El chico, de aspecto peculiar, se presentó.

Su nombre era Difter. En ese momento miré al cielo, pues Ayden había soltado un chillido. Iba en dirección recta y a cada rato daba un par de vueltas en el cielo. Eso significaba que había encontrado algo. Emocionada, me presenté apresurada.

-El mío es Annie. - Dije con una sonrisa. Las palabras se atragantaban en mi boca debido a las prisas que me daba, pero respiré profundamente y me calmé. Tenía que estar relajada en situaciones así. Ayden cada vez chillaba más, quería captar mi atención así que no podía perder el tiempo.

-¡Me encantaría! - Exclamé animada. La búsqueda del animal ahora ya no sería tan aburrida. Un poco de compañía siempre venía bien. - ¿Ves aquella águila? Me está advirtiendo de que en aquella dirección hay algo. ¿Vamos? - Inquirí.

Tras eso di unos pasos hacia delante a la espera de que Difter me siguiese.