Una parada en el camino: ¿Ese hombre va desnudo? [Moderado nivel 3 - Blacco Giacco y Silvia Parker][+18]

Mi ataque consiguió alejar a aquellos piratas y además los hizo caer inconscientes. Pero uno de ellos antes de caer dijo algo que no quería escucha. Al girarme hacia el sargento, este tenía una espada clavada en el estómago, la cual lo atravesaba. -¡Mierda!- dije maldiciendo mi existencia, no había conseguido ser lo suficientemente rápida para que no le hicieran daño. Mi consciencia me estaba martirizando por aquello y el ardiente dolor de mi hombro me decía que tenía lecciones por aprender todavía. No podía relajarme como había echo hasta ese momento, necesitaba entrenar más y volverme más fuerte. Para que mis compañeros no sufriesen por mis errores.

Vi como Samuel se acercaba a Koorb, pidiendo auxilio por él. Unas lágrimas de impotencia llenaron mis ojos. Me sentía como una completa inútil ante aquello. Al poco aparecieron los marines del barco, estos empezaron a atender al sargento. Este se encontraba en una grave situación. Las explosiones se escuchaban al fondo, la lucha del teniente y el capitán pirata estaba siendo más que fogosa. Me giré y me sequé las lágrimas, el dolor del hombro se intensificaba poco a poco.

-Samuel, voy a ayudar al teniente. Nuestros compañeros se encargaran de cuidar al sargento. ¿Vienes?- le pregunté, intentaba hacerme la fuerte ante mi compañero. El teniente necesitaba nuestro apoyo y teníamos que brindárselo. Si mi compañero se animaba a ayudarme, lo subiría a mi espalda, si no saldría volando en dirección hacia la pelea.

El sol empezaba a salir como siempre, por el este. Las primeras luces anaranjadas del amanecer cubrieron rápidamente todo el puerto. Las personas que al principio salieron corriendo se empezaban a envalentonar y comenzaban a salir de sus viviendas para cotillear lo sucedido. Los marines que habían venido como refuerzos comenzaron a esposar a los rufianes que habían quedado inconscientes y a cubrir a los fallecidos. Uno de los soldados; uno alto, con gafas azules y repeinado, se acercó a Koorb y rápidamente empezó a taponar la herida de su estómago y a pedir a otro marine que le echara una mano. Un tercer marine se aproximó a Samuel para darle apoyo en estos momentos duros.

-Tranquilo, Fill es bueno en lo suyo. Koorb se pondrá bien -dijo para animar a su compañero sin mirar las heridas del sargento para no ver la verdadera gravedad de estas-. ¿Dónde está el teniente?

-F..f...frío -susurró Koorb mientras agarraba la mano del marine que estaba ayudando a Fill.

-Tranquilo sargento, pronto estaremos comiendo esa asquerosa pasta que tanto le gusta hacer a Fiona -río para mostrar seguridad, aunque su labio tembloroso fue imposible de disimular-. Mantén los ojos abiertos, hazlo por tu hija...

-S...samuel -le miró- t..temo que no ll..llegaré a ser capitán... -una pequeña lágrima comenzó recorrer su mejilla, escaló la curva que hacía el puente de la nariz y cayó sobre el charco de su propia sangre.

Aun respiraba con dificultad. Las explosiones y la destrucción seguía asolando Great Palm y sobre Samuel retumbó la pregunta de Silvia. "¿Vienes?".  El capitán de aquellos asquerosos piratas seguía luchando contra el teniente, ahora o nunca... era el momento de que todo esto acabara.

Estaba llorando descontroladamente cuando noté que el calor del sol salía desde el este. Los soldados se movían alrededor gritando algo, y no sabía ni donde estaba Silvia... Estaba en shock completamente, había un charco de sangre alrededor de Koorb y él no me contestaba. Un compañero vino corriendo y le taponó la herida del estómago mientras que otro me pidió que me tranquilizara y me aseguró que el médico es muy bueno. Me levanté siendo ayudado por este porque mis piernas estaban temblando y me resultaba difícil.

En ese momento Koorb habló, diciendo que tenía frío. El corazón me fue a mil por hora, y entonces me dijo que no sabía si saldría de esta. Empecé a temblar mirándole a los ojos, temiendo lo peor en todo momento... La respiración tan fuerte de koorb me hizo recordar que la mía también estaba mal debido a la puñalada, y en ese momento el dolor de aquél corte volvió. Me dolía el costado, pero sobre todo el corazón. Es muy difícil de explicar, como si mi corazón se estuviera haciendo más fuerte pero a base de dolor y tortura.

Silvia me tocó el hombro y me recordó que la batalla aún no ha acabado, aún queda hacer un último esfuerzo. Una batalla final se está llevando a cabo, y teníamos que participar en ella. Me acerqué a Koorb y me quité la espada del cinturón. Se la dejé al lado y cogí la suya (Un sable común, con la hoja color negro y la empuñadura color blanco. Gavilanes negros alrededor de la guarda y virola, y hoja ligeramente curva) mientras le decía mirándole a los ojos: - Te juro que volveré con ella y regresaremos con la victoria, Koorb. Lo juro...-. Dicho eso me puse la funda atada a la espalda y le dije a Silvia: - Vamos a demostrar a ese capitán quienes somos...Pienso vengar a todos los ciudadanos que han sufrido por su culpa.-. Me subí a su espalda y comenzamos el vuelo... ¡Koorb, esto va por ti!

Los compañeros marines llegaron y atendieron al sargento Koorb. Después de haberme limpiado las lágrimas estas volvieron a surgir. No me podía amedrentar por aquello. Samuel estaba muy tenso cuando le toque para avisarle que la pelea aún continuaba. En sus ojos pude ver una tristeza enorme cuando me miró, nuestro sargento estaba muriéndose e inferno no daba crédito. También había sido herido como yo, pero eso no suponía que fuéramos a dejar el combate. La sangre me hervía por la tensión del combate y el dolor de mi hombro empezaba a ser bastante molesto.

Al subirse Samuel a mi espalda, este golpeo mi herida, lo que casi me hace tirarme al suelo del dolor. Pero no podía rendirme, aunque el agotamiento llegara a mí, debía seguir luchando y ayudar al teniente. Volví a hacerme la fuerte y alcé el vuelo con mi compañero en la espalda, dejando una estela de humo tras de mí. Una vez allí arriba eché un buen ojo al lugar y en cuanto vi las explosiones puse rumbo a estas. Esperando llegar a tiempo para poder ayudar en el combate.

Todo aquello surgió sin ningún improvisto. Todos los soldados que estaban allí estaban prestando más atención a sus tareas que a ustedes. Sólo uno estaba escuchando la conversación, mas rápidamente fue llamado por Fill y no pudo escuchar la decisión final. Es más, el estado de Koorb, su sargento, era tan grave que se olvidó de los dos marines conforme lo vio. El resto de soldados o estaban capturando a los piratas y llevándolos al buque, reuniendo los cadáveres y tapándolos con telas negras o recogiendo la bolsa de tesoros que llevaban encima e investigando el barco de la banda para prevenir de que no quedaba nadie. Por supuesto, también cogiendo el tesoro que guardaban allí dentro.

Ustedes salisteis de la escena. Solo una estela de humo quedó como pista, pero la brisa marina venía de levante y esta era tan fuerte que disipaba la humareda conforme salía de Silvia. Los marines no tardaron en llegar a la pelea, aunque el polvo y los escombros les dificultaba la visión. Si querían ver, tenían que arriesgarse y acercarse al evento.

Una vez que lo hicieran podrían ver como el cuerpo desnudo del pirata estaba amoratado por varios puntos, además de con algún que otro corte y bastante sudoroso. Además de un feo corte en el ojo izquierdo en posición vertical. El teniente parecía gozar de peor salud en estos momentos, además que el traje estaba para tirarlo. Lleno de sangre y barro, ya pocos podían jurar que hasta hace unas pocas horas era blanco y reluciente. Estaba también herido por múltiples zonas, pero sus heridas eran más internas o escondidas por su uniforme. Lo más llamativo era que ya no tenía dos enormes cadenas como brazos, sino solo la izquierda.

Ambos parecían estar cogiendo aire. Parecía ser la situación posterior a un choque de habilidades en la cual ambos quedaron en empate.

Me monté en la espalda de Silvia justo como hace unas horas, cuando nos decidimos a ir al barco de la banda pirata. Mientras viajábamos noté que estaba temblando y le costaba llevarme, y no le quise decir nada porque sabía que dijera lo que dijera seguiría haciendo el esfuerzo de seguir cargándome a cuestas. En estos momentos en los que se veía el esfuerzo que estaba haciendo Silvia, notaba que nuestra amistad evolucionaba.

Se veía desde nuestra posición a los dos tomar aliento parados. Parecía como si hubieran tenido varios choques ya, y la batalla estaba a punto de llegar a su fin. El teniente Lawrance parecía estar en sus últimas, solo tenía cadenas en su brazo izquierdo y por su cara, sus heridas eran las verdaderas cadenas para él. Le dije a Silvia que bajáramos rápido para ayudarle, y eso fue lo que hicimos. Al llegar abajo le dije a Lawrance: -Nadie es un pringado si tiene amigos.-, y seguido desenfundé la espada de Koorb y la cogí a una mano.

-¡Si quieres acabar con él, tendrás que acabar primero con nosotros!- Le dije al pirata mientras me quedaba al lado de Lawrance.

El combate entre el capitán pirata y el teniente parecía estar en su punto álgido. De hecho creo que habíamos llegado en el momento justo para ayudarle. Aquellos dos parecían bastante heridos tras la larga batalla. Estaban en el típico descanso después de unos cuantos golpes finales. Esa fue la sensación que me dio. Aterrice al lado del teniente, este le faltaba la cadena de su brazo derecho. Lo que significaba que debía de tenerlo inutilizado. Me acerqué a el y empecé a hablarle, mientras Samuel se hacia el valiente frente al pirata.

-Teniente, los piratas del puerto están acabados solo queda este- le dije al marine, -acabemos con este rápidamente, necesita ser atendido-

El dolor en el hombro era bastante intenso, apenas me dejaba moverme en condiciones. Por suerte el sangrado de la herida no era grave. Aun podía dar guerra en esta lucha, es mas, la adrenalina aun circulaba por mis venas y ansiaba en cierta medida acabar con aquel grotesco pirata. Me puse en posición de combate, levantando mi pierna derecha y los puños en posición defensiva, a la espera de poder ver que tipo de poder tenia ese hombre.

-Vamos a acabar con esto rápido Samuel, no hay que dejarlo descansar- le dije al moreno.

Ambos marines bajaron con decisión para apoyar a su teniente. Heroico si pensábamos en que ninguno de los dos había pegado ojo durante veinticuatro horas. Entre los dos sumaban más de la decena de técnicas realizadas, además de haber usado el haki en otras tantas ocasiones. Eso no era todo, a aquello había que sumarle que Samuel tenía una grabe herida en el costado y Silvia un flechazo en el hombro. Aún así nada de eso detuvo a los dos marines a interponerse en el camino del capitán Thomas Lawrance, líder de la banda "La Mano Negra".

-¿Qué habéis acabado con todos mis hombres? -preguntó sorprendido y apretando tan fuerte el puño que clavó sus uñas en la palma de la mano-. Estoy rodeado de idiotas... -afirma mientras relaja su puño y se lleva la mano a la sien dando un pequeño pellizco como si sufriese de dolor de cabeza. Con este acto solo quería mostrar lo decepcionado que estaba con sus aliados-. Parece que terminar el trabajo que estos dejaron a medias...

Sin previo aviso, Thomas no quería perder más tiempo. Soltó su sien y se abalanzó decidido hacia sus tres rivales. Edward Lawrance, el teniente, apartó a sus dos subordinados con su cadena restante (con haki, así que empujó a ambos sin complicación). Para detener el ataque del pirata, el marine hizo que aparecieran una docena de pequeñas cadenas en su espalda para acto seguido lanzarlas hacia su hermano. Este utilizó las palmas de sus manos y su poder de explosiones para apartar una a una cada pequeña cadena que se aproximaba a él.

-¡Esto no ha acabado aquí! -gritó el teniente-. ¡LLUVIA DE CADENAS!

A las doce cadenas se le sumaron otras doce que salieron del mismo sitio. En forma de una lluvia de latigazos, las veinticuatro cadenas se lanzaron hacia su objetivo. Este, sin dudarlo, detuvo su avance y comenzó a girar sobre su eje para golpear todas y cada una de las cadenas que se aproximaban hacia él y así repelerlas con sus explosiones. Un circulo de ondas de choque se formó a su alrededor haciendo que ningún golpe pudiese penetrar aquella defensa.

Ambas técnicas cesaron en empate. Thomas no logró llegar hasta su hermano, como pretendía, y Edward no fue capaz de golpear al capitán. Aún así, ambos quedaron exhaustos y una pequeña abertura se formó para que los dos marines pudiesen participar.

Técnicas :

Volvieron a chocar poderes otra vez más, de forma más destructiva que la primera vez que lo hicieron, de la cual me acuerdo muy bien. Sus dos técnicas empataron en destreza y poder visto como espectador, dos choques increíbles que gracias a la astucia y capacidad de reacción de los dos no dieron lugar a ninguna oportunidad... Bueno, para ellos.

El capitán pirata estaba exhausto, era obvio. Por la forma de dejar colgar los brazos los tiene agotados, y eso me da una idea. Sé que es consumidor de una fruta del diablo, al parecer crea explosiones. Sinceramente, ¿Es una fruta muy agresiva, no? No se, o sea, mola y tal, pero es como para villanos, ¿No? A mi esa fruta me da muy mal rollo... ¿No le duele cada explosión? Tiene que hacerlo, porque las explosiones duelen mucho... Bueno, que me salgo del tema. La cosa es que el está tan cansado que probablemente solo podrá crear explosiones hacia una sola dirección... Pero, ¿Y si le atacamos desde tres direcciones distintas?...

Le conté rápidísimo a Silvia el plan, ya que la mayoría de las partes eran ya marca de la casa. Ella esparce humo alrededor del villano, para que no pueda ver nada. Después, le tiro mis guantes hacia la cara, los cuales repelerá por precaución. Mientras, yo intentaré tajarle las piernas al pirata deslizándome por el suelo con las espada de Koorb. Y mientras estas dos cosas pasan a la vez, Silvia atacará por la espalda al pirata con una patada potentorra de las suyas.

El plan se intentó llevar a cabo lo mejor posible y con la mayor rapidez posible también.

El teniente y el capitán pirata estaban teniendo una batalla épica. Volvieron a intercambiar golpes. Estaban llevando los poderes de sus akumas hasta el límite. Yo miraba impasible aquella lucha de titanes sin saber muy si actuar o no. No sabía por dónde entrar a la batalla de tales dimensiones. Los dos luchadores estaban heridos y esto suponía que quizás tuviera una oportunidad de entrar en acción. Nuestro teniente creaba cadenas, mientras que el pirata se defendía con algún tipo de explosiones, no sabía muy bien como las ocasionaba. Todo era realmente impresionante en esa batalla.

El moreno me contó su plan, no era el mejor pero había bastantes posibilidades de conseguirlo. Lo primero era esparcir mi humo en el momento correcto. Aquellos dos titanes estaban realizando una técnica definitiva cada uno, momento que aproveche para esparcir mi humo en la parte superior del pirata a modo de distracción. En ese instante Samuel se lanzaría a cortarles las piernas con la espada de Koorb.

Una vez esparcí el humo, aproveché mi velocidad y me puse tras la espalda del pirata. Imbuí mi pierna de ese gélido haki que había usado anteriormente. He intenté asestarle una patada con todas mis fuerzas en la espalda de este.

El humo de Silvia se esparció por el campo de batalla. Thomas estaba con la espalda curvada, los brazos desplomados y jadeaba por el agotamiento. Los dos soldados querían aprovechar que el pirata había agotado sus energías en defenderse del ataque del teniente para intervenir en el combate. Samuel fue veloz a por las piernas y Silvia intentó golpear la espalda con una de sus poderosas patadas. Todo parecía ir bien, el pirata seguía sin moverse de su postura, aunque la sonrisa macabra que dibujaba en su rostro despertó el terror del teniente.  

-¡Chicos, cuidado! -gritó aunque era demasiado tarde.

-Estáis muy lentos -susurró antes de hacer cualquier movimiento.

Ambos llegasteis al unisono. El pirata irguió su cuerpo. No le hizo falta ver donde estaban, él era totalmente consciente de por donde le venían, por lo que aquel humo solo le sirvió para saber que uno de ustedes era un usuario. Información que usó para que sus próximos ataques fuesen con haki de armadura. Saltó para esquivar fácilmente el ataque de Samuel y, sin darse la vuelta, cogió la pierna de Silvia para acto seguido girar sobre su propio y lanzarla por los aires. La velocidad a la que ejecutó el movimiento y el cansancio acumulado de la marine fue suficiente para que esta fuera incapaz de actuar contra el pirata. La lanzó por los aires pero no se detuvo a ver que hacía la chica, sino que rápidamente miró a su siguiente objetivo. No se molestó mucho en este, simplemente escupió al suelo y generó una explosión que mandó por los aires al marine, aunque esta vez si se detuvo a ver como se estampaba contra las cajas de una frutería, haciendo que todo el género se esparciera alrededor de Samuel y gran parte se estropearan y mancharan el uniforme del chico (como sandías, melocotones, etc)

El pirata puso los pies de nuevo en el suelo. Todo aquel espectáculo lo hizo en un solo salto, mostrando la diferencia que había en estos momentos entre él y ustedes. El teniente aprovechó vuestra intromisión para coger más aire que su rival así que arremetió contra él con todo. De su único brazo que le quedaba con forma de cadena salieron otras tres que rodearon a la grande, aumentando el grosor del brazo. Edward se lanzó a por su hermano con el brazo cargado a su espalda (como el gomu gomu pistol de Luffy) y sin esperar ni un segundo más golpeó el estómago del pirata. El golpe impactó y, tras el terrible golpe, las otras tres pequeñas cadenas que avanzaron por la grande, llegaron al cuerpo de Thomas y lo apresaron.

-¡¡¡Ahora pagarás por todo!!! -gritó mientras de la boca del pirata empezaba a salir sangre por el poderoso impacto. Con el mismo brazo aún pegado en el estómago, el teniente dio media vuelta. Estaba dispuesto a terminar con este combate y, tras un gran quejido, levantó al pirata por encima suya. Thomas siguió una trayectoria parabólica para terminar con la cabeza incrustada en el suelo.

Hicimos lo que estaba planeado. Yo hice mi parte y ella la suya, tendría que haber salido perfecto... Pero, como pude esperar, mi plan no fue lo suficientemente bueno. No soy un estratega, y no soy capaz de crear planes perfectos ni de tener todos los factores en cuenta, como nuestro cansancio, nuestra coordinación y, lo más importante con mucha diferencia, nuestra diferencia de poder...

El tio ni siquiera nos tomó enserio, mejor dicho, nunca nos hubiera tomado enserio. Su contraataque fue rápido, despiadado y letal. Lo peor no fue lo que me pasó a mi, sino que no pude ni ver lo que le pasó a Silvia ni puedo saber si está bien o si ha sufrido un peor golpe que el mio. Lo único que vi era que el pirata saltó y, en un segundo, BOOM... Nunca antes había sentido eso antes, el sentir como una onda de choque impacta directamente contra tu cuerpo y te manda adonde le da la gana sin que tu puedas hacer nada ni responder, todo esto sin olvidar el dolor, por supuesto.

Que no os quepa la menor duda de que grité, grité de dolor mientras un pitido infernal contrarrestaba ese sonido. El pitido no paró en cierta medida hasta que impacté contra algo, algo muy duro que se iba rompiendo por mi espalda una vez iba chocándome y me provocaba un dolor brutal. En unos segundos paré en seco, rodeado de cajas de fruta llenas y sin poder moverme. De verdad, no podía moverme...

Mi cuerpo ya ha sufrido bastante... Varias horas sin dormir, golpes secos y una puñalada en mi costado, la cual en este momento era la zona que más me dolía con diferencia. Mis manos se movían, pero mis brazos no, ni mi torso, ni mis piernas, ni mi cuello... Solo me respondía el cuerpo para mover la cabeza hacia los lados y mover la muñeca y los dedos. Lo único que escuchaba en mi cabeza era mi respiración forzada una y otra vez.

No veía nada, escuche unas cadenas, después un grito y... PUM. No era el de una explosión, era como un golpe fortísimo contra una pared o algo así, de todas formas no podía verlo bien debido a mi mala posición en la que me había quedado, rodeado de cajas... Quise pensar que eran buenas noticias ese ruido, pero no podía saberlo.

Mi ataque junto a Samuel fue una combinación perfecta de tempo, hicimos nuestros ataques al unisonó. Aun así todo fue en vano, aquel pirata nos estaba preparando una sorpresa. Aquel saltó para esquivar el ataque de Samuel y mientras estaba en el aire, me agarró girando sobre sí mismo. Lanzándome lejos sin darme siquiera la oportunidad de contrataque. Mi hombro herido y lo extenso del combate hicieron mella en mí. El muy cabrón había usado haki de armadura para atraparme, haciendo estar completamente expuesta.

Volé unos cuantos de metros hacia atrás, pero gracias a mi condición de logia al tocar el suelo me transformé en humo, evitando así posibles daños por la caída. El dolor de la herida del hombro era cada vez más intenso, lo que hizo que casi me desmayara al intentar incorporarme. Al alzar la vista pude ver al teniente efectuando un ataque contra aquel pirata. De forma impresionante lo apresó a la altura del estómago con sus cadenas y en un instante de furia lo lanzó de forma parabólica haciendo impactar su cabeza contra el suelo. Ese golpe sin duda debía de haber matado al capitán.

Después busqué con la mirada a mi moreno compañero, este se encontraba tirado contra unas cajas de fruta. Con su ropa medio destruida por el fuego de la explosión y sin apenas poder moverse. Me acerqué poco a poco como pude para ver si estaba bien, aunque arrastrándome por el suelo me costaría un rato.

-¡¡Samuel ¿estás bien?!!- grité con desesperación ante la posibilidad de perder a un gran amigo.

Los siguientes acontecimientos se dieron si que los dos marines rasos pudiesen interferir en ellos. Los gritos de Silvia resonaron por el campo de batalla, pero no había nadie prestandole atención. Los únicos allí presentes eran los dos hermanos, uno frente al otro y sin nada que pudiera distraerlos de su combate. El teniente liberó a Thomas y empezó a recuperar un poco el aliento después del esfuerzo que significó el último ataque, además, imaginó que aquello lo había dejado noqueado. Por desgracia, nada más lejos de la realidad. El capitán pirata sacó su cabeza del suelo y se incorporó a duras penas. Lo más impactante de aquella escena era la enorme brecha que no paraba de emanar sangre, tanta que impedía que pudiese ver bien por su ojo izquierdo y el pirata se vio obligado a pasarse la mano por el rostro y librarse de aquella molestia antes de empezar a hablar.

-Hermanito, con esto has firmado tu sentencia... -dijo mientras se sacudía la mano-. ¡Tendré que acabar con tu miserable vida ahora mismo!

No dejó ni un segundo para una posible respuesta. El pirata saltó media docena de veces, propulsado por sus explosiones, para coger una altura considerable; una vez en el punto más alto, esperó que su cuerpo se pusiera en diagonal, mirando hacia el teniente, y volvió a hacer explotar sus pies para impulsar su cuerpo hacia abajo. Mientras el pirata descendía seguía generando explosiones por sus pies para aumentar aun más su velocidad, además de poner sus brazos en cruz frente a su cara. Era tanta la aceleración que estaba alcanzando que se formó fuego alrededor del cuerpo como si de un meteorito se tratase.

-¡BÓLIDO! -gritaba mientras caía hacia su hermano.

El teniente no se iba a quedar de brazos cruzados, ni mucho menos. Este empezó a generar cadenas tan gordas como las que había hecho al transformar sus brazos. Generó por lo menos veinte nuevas cadenas, las cuales todas partían desde los hombros (diez y diez), y las desplegó como si de un abanico se tratase**. Sin mostrar ningún tipo de miedo ni de arrepentimiento, sabía bastante bien que el que sobreviviera tras la colisión de aquellos dos terroríficos ataques saldría vencedor. Fue cuando el pirata empezó a descender que el teniente se puso a la acción. Dos cadenas se clavaron en el suelo, por detrás del teniente, para fortalecer el punto de apoyo del marine y que su ataque fuese más contundente. Una vez estaba listo y su hermano cada vez más cerca, comenzó a arremeter contra él una sucesión de incontables golpes a tanta velocidad que era imposible saber si había dieciocho cadenas o el doble. Es más, tal era la velocidad y la potencia que poco a poco el teniente se estaba viendo desplazado aunque hubiera tomado medidas para evitarlo.

**:

Los dos ataques colisionaron y, aunque hubo un instante que se pudo apreciar como el pirata dejaba de avanzar a causa de los golpes con las cadenas, aquella contienda terminó con una enorme explosión que ocultó a los dos combatientes en una cortina de polvo tan densa que era imposible saber quien había ganado.

El estruendo que había generado la colisión de aquellas poderosas técnicas había resonado por toda la isla de Great Palm y ahora solo quedaba polvo y silencio. Los dos marines rasos seguían allí, inmóviles y malheridos. Ambos se encontraban bastante cerca de la polvareda, mas no terminaron envuelta en ella. Esta estaría a dos metros de ellos y, gracias a la cercanía, pudieron ver una silueta se alzaba victoriosa de la contienda. Sin previo aviso, una granada, que se encontraba en el suelo tras el impacto de Samuel contra el puesto, empezó a cambiar un poco su aspecto y a adquirir unas extrañas espirales por todo el contorno del fruto.


El humo empezó a disiparse y la silueta dejó de ser un misterio para los marines ya que se reveló que el cuerpo que estaba de pie era el del teniente y a sus pies el cadáver de su hermano. Aun así no era momento de alegrarse. Las heridas de Edward eran graves y la sangre que había perdido no podía tomarse a la ligera. Por suerte no tardaron en llegar los refuerzos que ya habían terminado con los subordinados de Thomas y estos os ayudaron a llegar al barco.

Estaba tirado en aquellas cajas, mi cuerpo no respondía y me dolía el costado. No podía moverme aunque quisiera, y no podía escuchar nada porque estaba todo rodeado de cajas rotas que crujían y se rompían alrededor. Intentando levantarme una y otra vez lo único que conseguía era clavarme cajas en la espalda al caerme de nuevo, y sin otro objetivo lo volví a intentar una y otra vez más. Quería ver el resultado final: quien gana y quien pierde, ni me lo podía perder por nada.

Dos personas tan poderosas no necesitaban de mi presencia, y la de la de Silvia tampoco... Pero lo de Silvia es distinto. Yo no tengo poderes como ellos, ni siquiera tengo su fuerza, ni su determinación, ni su velocidad... Esta claro que por lo menos Silvia servía para algo en esa situación, y el que sobraba era yo... Yo soy un marine inútil, un soldado raso de los que ves morir en las guerras sin importarle a nadie y sin poder hacer realidad su voluntad, sin poder cumplir sus sueños. Habiendo almirantes, yonkous, sichibukais... ¿De que sirve mi existencia? ¿Donde encajo realmente? Quizá la respuesta esta a mi alrededor, entre escombros y cajas de fruta rotas... Lo más sensato es que me quede en estas cajas, sin molestar a nadie ni hacer más el ridículo...

De repente se escuchó un choque en forma de explosión que retumbó toda la isla, y me movió en el puesto de frutas hacia atrás. El silencio me hizo ponerme nervioso, quería saber quien había ganado a toda costa ya que si por algún casual había ganado el pirata, estábamos muertos... Me apoyé en un trozo de madera para levantarme como pudiera, y de repente, algo en mis pies se movió.

Me fijé más detenidamente en lo que tenía a mis pies, y una fruta empezó a retorcerse y a cambiar de color. Mis ojos no podían creer lo que veían, y empecé a temblar sin aviso previo. Cuando acabó de retorcerse tenía espirales por todo el contorno y se había vuelto de color naranja, era circular como una esfera y el rabillo de arriba salía de arriba haciendo espirales. Atónito, intenté hacer memoria de que fruta era o de que tipo, pero no lograba recordar nada de nada. Cogí la fruta con la mano izquierda y usé el trozo alargado de madera a modo de bastón para que mi espalda y mi torso no me causaran problemas.

Me dirigí evitando los escombros hacia donde la pelea había sucedido, y pude ver como el teniente venció al despiadado pirata. Seguido, vi a Silvia venir hacia mi como una exhalación y como un acto reflejo escondí la fruta detrás de mi espalda.

- Tenemos que hablar, ven...- Dije. Seguido la llevé a un lugar donde nadie nos podía ver y se la enseñé.

-¿ Que debo hacer? Estoy confuso...- Le dije a Silvia con cara de preocupación.

Silvia me miró con cara seria y un poco desinhibida, no podía dejar de mirar la fruta que tenía en la mano. Con cara aún seria, me dijo que no importaba lo que ella opinaba, lo importante era que es lo que quería yo. Aquél pirata usaba ese poder para hacer daño a otros, para hacer lo que quisiera y alimentar sus placeres mas oscuros, pero yo no tenía porque ser así. Yo podía usarlo para proteger a otros y perseguir mis sueños.

Con nervios y mucha dubitación, decidí acercar mis labios a la fruta y pegarle un mordisco medianamente grande en el centro. Como no sabía como iba este rollito, decidí darle más mordiscos repartidos uniformemente por si las moscas. Sin previo aviso, un sabor repugnante, completamente asqueroso e insípido, como los yogures naturales sin azúcar, me llegó al paladar de forma brusca y sin piedad. Mi cara usó una expresión facial de señor de longeva edad, y solté ruidos de repugnancia y asqueo. Silvia se rió y me dijo que escondiera el resto de la fruta que me había comido, ya que el capitán no lo sabía.

Fuimos hacia el capitán y, dependiendo de como le veamos de humor, le contaríamos lo que había comido hace un minuto o no.

Cuando ambos llegáis al lugar donde se encuentra el teniente Edward, dos marines ya se están encargando de subirlo a una camilla y se disponen a llevárselo al barco. Otro par de soldados hacen lo mismo con el cuerpo de Thomas, pero en este caso lo tapan con una sábana blanca que rápidamente se tizna de rojo por algunas zonas. Se disponen a dirigirse al buque cuando uno de ellos os ve y se dirige a vosotros.

-Hemos terminado aquí, vamos a reunirnos con los demás... -dicho esto, comienzan a andar.

Rápidamente la zona se llena de chismosos y soldados rasos, seguramente marines que trabajan en esta ciudad, que empiezan a trabajar para reparar todos los destrozos causados. Nada os retiene allí, así que obedecéis a vuestro camarada y ambos os dirigís al barco.


Una vez llegáis al lugar veis una fila de camillas con cuerpos ocultos bajo sábanas blancas manchadas de rojo. No os paráis a contarlas, ya que se trata de un buen puñado, y rápidamente os fijáis en la única camilla sin sábana, la que ocupa vuestro teniente Edward que se encuentra junto a Fill. Mientras que el doctor le curaba, ambos parecían entablar una conversación. De repente el teniente utiliza todas las fuerzas que le quedaban para levantarse. Fill se lo impide, pero Edward lo aparta con un solo empujón y va a una de las camillas que estaban cubiertas. Va flechado a la primera y la destapa, dejando al descubierto el cuerpo sin vida de Koorb.

El silencio se apodera de toda la zona. El teniente vuelve a ponerse en pie, ya que se agachó para destapar la camilla, y antes de lograrlo se tambalea. Fill le ayuda para que no se caiga. Edward mira al cielo, estaba claro ni una sola nube cubría el cielo azul.

-Parece que va a llover... -dijo el teniente absurdamente.

-Lo dudo... -Le contestó Fill sin mirar a su superior.

-Sí, ya está lloviendo - afirma el teniente.

Una gota cae en el cuerpo de Fill y se ve obligado a ver de donde procede. Los ojos de Edward están brillando y de ellos brotan lágrimas que no paran de caer por sus mejillas. No puede decir nada más, el teniente esta en shock y es Fill el que se dispone a dar las ordenes.

-Meted el cuerpo de Koorb en el barco, enterrad a los otros. Saldremos lo antes posible... -procede a subir al barco para curar a Edward en su camarote- No queremos que nos pille la lluvia.

Los marines obedecen y la misión queda concluida.

Peticiones: