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Freites D. Alpha
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Niños… Esa mirada que me suelta el pequeño Richie, me hace darme cuenta de un par de cosas. Su desconfianza es obvia, pero no afecta nada mi objetivo principal: Ir a mi base en Amazon Lili y esperar pacientemente por instrucciones de Keppler y su gente. Fue una lástima haber fallado mi tiro. La mano robótica regresa con velocidad hacia mí. Mi mirada se torna fría y se posa en la persona que asumiré que es el líder.
Obviamente no soy una “buena calaña”, caballero. Soy alguien que en el pasado ha matado por satisfacción personal, aunque me gusta pensar que realmente merecían morir. Aunque mirando un poco en mi pasado, aun como tal no he tenido una victoria mía como tal. Pienso en Auria… y solo recuerdo mi fatídica derrota. Pienso en Amazon Lili… y Admito que su ni fuera sido por la ayuda de Zaina y Lys, yo no estaría aquí. Miro de nuevo en Sakura… y solo recuerdo una guerra que no pude ganar. Pienso y pienso, y solo he tenido pequeñas victorias que no me ha llevado a ningún lado, solo a ganar cierto… “renombre”. ¿Tengo merecido se llamado el señor de la guerra? Fue mi inmadurez y mis niñerías las que me llevaron a darme a mí mismo ese apodo. Un mocoso sediento de guerra y sangre sin sentido, por que sí. Ahora no hay mucha diferencia, sigo siendo la misma criatura que busca satisfacción a través de la batalla, pero un poco más consiente. El viejo Alpha no fuera dudado en hacer estallar todo sin pensarlo mucho. Ahora, trato de disfrutar las cosas un poco más. Tengo fuerza, lo sé. Tengo poder, lo sé. Tengo habilidad, lo sé. Aún tengo sueños y esperanzas que cumplir, un linaje que recobrar y un tesoro que encontrar.
Todo eso se lo he confiado a cierta persona que he conocido en el pasado… que he decidido seguir. Porque he decidido ser su arma y, por ese futuro que ella me mostrara, seré su arma.
El silencio es mi respuesta a las primeras palabras hacia el señor que habla mucho. En cuanto a los caballeros, no pude negar que me reí entre dientes al ver su reacción. Tenían miedo, o al menos intuía eso. Lo primero era aclimatarnos un poco, la temperatura de mi cuerpo comenzó a subir, activando el Living Dessert. El primero intentaba atizarme el estómago con su arma. MI respuesta fue soplarle una llamarada de mis fauces intentando quemarlo y dejarlo fuera de combate. El segundo fue un poco más fácil para mi actuar. Intento inutilizarme el brazo mecánico. Mi respuesta fue tratar de tomar la cadena con el mismo brazo con fuerza, sin inmutarme. De lograrlo, me dispondría a trasferir el calor a través de ella, buscando quemarle las manos y distraerlo con el dolor. De lograrlo, me lanzaría sobre el liberando las garrar de mi mano derecha y buscando atravesar su cuello. Sería un corte limpio ya que la unas garras a grandes temperaturas le atravesarías como cuchillo cortando mantequilla.
Por otro lado, mi pequeña Suzaku era autosuficiente. Ella buscaría saltar tratando de esquivar a su agresor. De lograrlo, ella tomaría de la alforja mi alabarda, arrojándomela. Yo la tomaría entre mis manos, encendiéndola en llamas. Suspiro profundamente mirando al oponente que tal vez quede. Estaba al suficiente rango de mi como para intentarlo, y así lo hice. Una onda punzante con la intención de atravesar su corazón.
De lograr todo aquello. Me quedaría mirando al último caballero presente. Mis cuernos comenzarían a salir. Yo daría un fuerte silbido, con la intención de que Suzano llegara hasta a mí. Suzaku se postraría a un lado de mí. – Quizás he sido descuidado por dejarme llevar por la carta aleatoria de alguien aleatorio. Pero descuida, Richie, no tengo las intenciones de tomar ninguna represalia contra ti, pero justo ahora no me interesa nada mas que disfrutar tanto de esta pelea como me sea posible. Negarme a luchar justo ahora seria negarme a mí mismo. – Dije mostrándome sonriente y feliz ante la situación que me topaba. – ¿Acabar pronto? Usted debe ser muy fuerte para decir esas palabras. Y yo disfruto de luchar con oponentes fuertes. – Tome una postura de batalla defensiva. Sin perder vista alguna de mi oponente. – Además, hace mucho que no juego con nadie fuerte. No tenemos nada que perder ¿Verdad? – Sonreía feliz, como un niño con un juguete nuevo. El peligro y el placer de la batalla lo estaba disfrutando. Ahora, era momento de esperar y de actuar.
Pero de igual manera, todo depende de ti, narrador. Volvemos contigo.
Obviamente no soy una “buena calaña”, caballero. Soy alguien que en el pasado ha matado por satisfacción personal, aunque me gusta pensar que realmente merecían morir. Aunque mirando un poco en mi pasado, aun como tal no he tenido una victoria mía como tal. Pienso en Auria… y solo recuerdo mi fatídica derrota. Pienso en Amazon Lili… y Admito que su ni fuera sido por la ayuda de Zaina y Lys, yo no estaría aquí. Miro de nuevo en Sakura… y solo recuerdo una guerra que no pude ganar. Pienso y pienso, y solo he tenido pequeñas victorias que no me ha llevado a ningún lado, solo a ganar cierto… “renombre”. ¿Tengo merecido se llamado el señor de la guerra? Fue mi inmadurez y mis niñerías las que me llevaron a darme a mí mismo ese apodo. Un mocoso sediento de guerra y sangre sin sentido, por que sí. Ahora no hay mucha diferencia, sigo siendo la misma criatura que busca satisfacción a través de la batalla, pero un poco más consiente. El viejo Alpha no fuera dudado en hacer estallar todo sin pensarlo mucho. Ahora, trato de disfrutar las cosas un poco más. Tengo fuerza, lo sé. Tengo poder, lo sé. Tengo habilidad, lo sé. Aún tengo sueños y esperanzas que cumplir, un linaje que recobrar y un tesoro que encontrar.
Todo eso se lo he confiado a cierta persona que he conocido en el pasado… que he decidido seguir. Porque he decidido ser su arma y, por ese futuro que ella me mostrara, seré su arma.
El silencio es mi respuesta a las primeras palabras hacia el señor que habla mucho. En cuanto a los caballeros, no pude negar que me reí entre dientes al ver su reacción. Tenían miedo, o al menos intuía eso. Lo primero era aclimatarnos un poco, la temperatura de mi cuerpo comenzó a subir, activando el Living Dessert. El primero intentaba atizarme el estómago con su arma. MI respuesta fue soplarle una llamarada de mis fauces intentando quemarlo y dejarlo fuera de combate. El segundo fue un poco más fácil para mi actuar. Intento inutilizarme el brazo mecánico. Mi respuesta fue tratar de tomar la cadena con el mismo brazo con fuerza, sin inmutarme. De lograrlo, me dispondría a trasferir el calor a través de ella, buscando quemarle las manos y distraerlo con el dolor. De lograrlo, me lanzaría sobre el liberando las garrar de mi mano derecha y buscando atravesar su cuello. Sería un corte limpio ya que la unas garras a grandes temperaturas le atravesarías como cuchillo cortando mantequilla.
Por otro lado, mi pequeña Suzaku era autosuficiente. Ella buscaría saltar tratando de esquivar a su agresor. De lograrlo, ella tomaría de la alforja mi alabarda, arrojándomela. Yo la tomaría entre mis manos, encendiéndola en llamas. Suspiro profundamente mirando al oponente que tal vez quede. Estaba al suficiente rango de mi como para intentarlo, y así lo hice. Una onda punzante con la intención de atravesar su corazón.
De lograr todo aquello. Me quedaría mirando al último caballero presente. Mis cuernos comenzarían a salir. Yo daría un fuerte silbido, con la intención de que Suzano llegara hasta a mí. Suzaku se postraría a un lado de mí. – Quizás he sido descuidado por dejarme llevar por la carta aleatoria de alguien aleatorio. Pero descuida, Richie, no tengo las intenciones de tomar ninguna represalia contra ti, pero justo ahora no me interesa nada mas que disfrutar tanto de esta pelea como me sea posible. Negarme a luchar justo ahora seria negarme a mí mismo. – Dije mostrándome sonriente y feliz ante la situación que me topaba. – ¿Acabar pronto? Usted debe ser muy fuerte para decir esas palabras. Y yo disfruto de luchar con oponentes fuertes. – Tome una postura de batalla defensiva. Sin perder vista alguna de mi oponente. – Además, hace mucho que no juego con nadie fuerte. No tenemos nada que perder ¿Verdad? – Sonreía feliz, como un niño con un juguete nuevo. El peligro y el placer de la batalla lo estaba disfrutando. Ahora, era momento de esperar y de actuar.
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Le lanzas una llamarada al primer lacayo, que en lugar de desviar la trayectoria de su arma se cubre la cara con el otro brazo para protegerse. Logra cortarte en el estómago y aunque no es grave, está sangrando. El hombre grita de dolor por su brazo quemado y se aparta a todo correr, buscando una forma de aliviar la quemadura.
Con el segundo tienes menos suerte. La cuerda transmite el calor, pero el hombre no parece inmutarse. Te das cuenta de que lleva una especie de jersey con guantes y cuello que aunque parece fino, claramente le está protegiendo del metal al rojo. Cuando te le lanzas con las garras interpone un cuchillo y te corta la palma, haciéndote sangrar nuevamente. Puedes oír una pequeña risa por parte del líder.
-Vamos, no creerías que vendríamos a por ti sin tomar precauciones, ¿no? Es una pena que alguien te haya subestimado.- comenta clavando la vista en el primer lacayo. Está detrás de la barra, con el brazo sumergido en el grifo y odio en la mirada.- En cualquier caso…
Un grito de Suzaku le interrumpe. Ha logrado esquivar las primeras cuerdas y tomar la alabarda, pero mientras la agarraba el hombre ha vuelto a lanzarlas y esta vez logra tirarla al suelo. El arma repiquetea en la madera, cayendo fuera del alcance de cualquiera. Silbas y Susanoo aparece por la puerta, pero no llega hasta ti. El líder se da la vuelta y de forma completamente natural, agarra al ave por el cuello. Susanoo trata de picotearle y revolverse, pero el hombre aprieta y al final el ave de guerra frena sus intentos.
-Como iba diciendo.- Dice el líder sin soltarla, mirándote.- Si quieres pelea la tendrás, pero no aquí. – Sonríe, tendiéndote una mano.- No hemos venido a matarte, Alpha. Ven por propia voluntad y soltaré a tus mascotas. Acompáñanos hasta Amazon Lily y… no volveremos a molestarte.
Su sonrisa te inquieta, aunque no sabrías decir por qué. Detrás de él, el niño parece preocupado, pero no hace ademán de ayudarte. La pelota está en tu campo.
Con el segundo tienes menos suerte. La cuerda transmite el calor, pero el hombre no parece inmutarse. Te das cuenta de que lleva una especie de jersey con guantes y cuello que aunque parece fino, claramente le está protegiendo del metal al rojo. Cuando te le lanzas con las garras interpone un cuchillo y te corta la palma, haciéndote sangrar nuevamente. Puedes oír una pequeña risa por parte del líder.
-Vamos, no creerías que vendríamos a por ti sin tomar precauciones, ¿no? Es una pena que alguien te haya subestimado.- comenta clavando la vista en el primer lacayo. Está detrás de la barra, con el brazo sumergido en el grifo y odio en la mirada.- En cualquier caso…
Un grito de Suzaku le interrumpe. Ha logrado esquivar las primeras cuerdas y tomar la alabarda, pero mientras la agarraba el hombre ha vuelto a lanzarlas y esta vez logra tirarla al suelo. El arma repiquetea en la madera, cayendo fuera del alcance de cualquiera. Silbas y Susanoo aparece por la puerta, pero no llega hasta ti. El líder se da la vuelta y de forma completamente natural, agarra al ave por el cuello. Susanoo trata de picotearle y revolverse, pero el hombre aprieta y al final el ave de guerra frena sus intentos.
-Como iba diciendo.- Dice el líder sin soltarla, mirándote.- Si quieres pelea la tendrás, pero no aquí. – Sonríe, tendiéndote una mano.- No hemos venido a matarte, Alpha. Ven por propia voluntad y soltaré a tus mascotas. Acompáñanos hasta Amazon Lily y… no volveremos a molestarte.
Su sonrisa te inquieta, aunque no sabrías decir por qué. Detrás de él, el niño parece preocupado, pero no hace ademán de ayudarte. La pelota está en tu campo.
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Complicado… realmente complicado. Realmente quiero seguir luchando. Quiero satisfacer mis necesidades de luchar con estar personas. Se muestran capases y dignos de darme lo que quiero. Pero… ¿a coste de la vida de mi familia? No… antes fuera dado caso omiso y tampoco me fuera preocupado el bienestar de mis dos preciosas plumíferas… pero quizás el que me importe la seguridad de ambas significa que realmente he madurado.
Miro mis heridas por un instante. La herida del abdomen no era tan grave y la herida de la palma de mi mano aún menos. La lamí y saboreé el delicioso metálico sabor de la sangre. Allí fue cuando escuche lo de acompañarlos hasta Amazon Lily. Fije mi mirada nuevamente en el líder. Su sonrisa era absolutamente inquietante. - ¿Qué no has venido a matarme? ¿Entonces que son estos cortes? ¿Una forma amable de ofrecerme que los acompañe? ¡Zehahahahahahaha! – No pude evitar desconojarme de la risa. En cierto punto, era gracioso, incluso irónico. Yo tanto había buscado poder llegar a donde mis aliadas y esta gente prácticamente me obliga a acompañarlos. Eso me hace pensar por un momento. ¿Sabrán lo de la alianza? Eso también me recuerda lo vivido con Dexter, en la isla de las mujeres no tienen ni idea si tienen amigos o enemigos dentro de sus filas. Siempre y cuando sean mujeres, les da absolutamente igual. Quiero teorizar que esta gente tiene una espía dentro de la isla amazónica, pero sin prueba son más que teorías.
Una muy realistas, basados en mi experiencia.
Un simple chasquido y ambas plumíferas dejarían de luchar. Pero aun así no bajarían la guardia. – Hasta que no las suelten, no cooperare. – si él se disponía a soltarlas. Suzaku se dispondría a recoger mi alabarda. Por su parte Susano buscaría postrarse detrás de mí. – A ver… - Con temperatura a tope estrecho la mano del líder. Si alardeaba tanto, podía aguantar una pequeñez como esta. – No quiero que nadie me toque… ni a mi, ni a mis pájaros. Tu y yo pelearemos. Quiero que lo tengas muy en mente. Si cumples con lo tan simple que te pido, te acompañare.
Algo no me daba buena espina en todo esto ¿Por qué quería esta gente pisar la tierra de las amazonas? Este tipo no es un simple fanfarrón… Susanoo no suele limitarse ante nadie a menos que su vida se vea en peligro. Lo miro fijamente. Quiero luchar y él lo sabe. Pero mi batalla aún no ha terminado.
Pero este primer asalto le pertenece. ¿Verdad narrador?
Miro mis heridas por un instante. La herida del abdomen no era tan grave y la herida de la palma de mi mano aún menos. La lamí y saboreé el delicioso metálico sabor de la sangre. Allí fue cuando escuche lo de acompañarlos hasta Amazon Lily. Fije mi mirada nuevamente en el líder. Su sonrisa era absolutamente inquietante. - ¿Qué no has venido a matarme? ¿Entonces que son estos cortes? ¿Una forma amable de ofrecerme que los acompañe? ¡Zehahahahahahaha! – No pude evitar desconojarme de la risa. En cierto punto, era gracioso, incluso irónico. Yo tanto había buscado poder llegar a donde mis aliadas y esta gente prácticamente me obliga a acompañarlos. Eso me hace pensar por un momento. ¿Sabrán lo de la alianza? Eso también me recuerda lo vivido con Dexter, en la isla de las mujeres no tienen ni idea si tienen amigos o enemigos dentro de sus filas. Siempre y cuando sean mujeres, les da absolutamente igual. Quiero teorizar que esta gente tiene una espía dentro de la isla amazónica, pero sin prueba son más que teorías.
Una muy realistas, basados en mi experiencia.
Un simple chasquido y ambas plumíferas dejarían de luchar. Pero aun así no bajarían la guardia. – Hasta que no las suelten, no cooperare. – si él se disponía a soltarlas. Suzaku se dispondría a recoger mi alabarda. Por su parte Susano buscaría postrarse detrás de mí. – A ver… - Con temperatura a tope estrecho la mano del líder. Si alardeaba tanto, podía aguantar una pequeñez como esta. – No quiero que nadie me toque… ni a mi, ni a mis pájaros. Tu y yo pelearemos. Quiero que lo tengas muy en mente. Si cumples con lo tan simple que te pido, te acompañare.
Algo no me daba buena espina en todo esto ¿Por qué quería esta gente pisar la tierra de las amazonas? Este tipo no es un simple fanfarrón… Susanoo no suele limitarse ante nadie a menos que su vida se vea en peligro. Lo miro fijamente. Quiero luchar y él lo sabe. Pero mi batalla aún no ha terminado.
Pero este primer asalto le pertenece. ¿Verdad narrador?
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El hombre te mira y sin soltar a Susanoo te señala con la otra mano, con la palma abierta y una media sonrisa un tanto divertida:
-Estás vivo, ¿no es así? Yo creo que hemos sido más que corteses.
Escucha tus peticiones y tras reflexionar un momento, asiente. Da un cabezazo hacia uno de sus esbirros y este recoge tu alabarda a la vez que él suelta a Susanoo. Ambas aves se apresuran a acompañarte y el líder se hace a un lado, sujetándote la puerta. El chavalín sigue ahí, todavía atemorizado por la situación.
-Gracias por tu contribución, Richie. Ya puedes marcharte.
El niño se gira hacia ti y por un momento crees que va a decirte algo, pero al final aprieta los labios hasta hacer una fina línea y se da la vuelta para irse corriendo. Algo te dice que no vas a volver a verlo. El líder da una palmada, satisfecho y te estrecha la mano con ganas. Lleva guantes, del mismo material que el jersey del lacayo y quizá por eso ni se inmuta ante tu temperatura.
-Fantástico, pues. ¿Sabes dónde está el puerto? Te guiaremos si no. Nuestro barco está esperando. Tenemos una habitación fantástica para ti.
Como había acordado, ninguno de sus lacayos toca a tus aves o a ti, pero no te devuelven la alabarda. Si accedes, empezáis a caminar rumbo al puerto y pronto te darás cuenta de que los lacayos te rodean. No se fían, es obvio. En particular, aquel al que le quemaste el brazo se lo sigue agarrando y mirándote con verdadero odio de refilón. No va a haber agua que cure esa quemadura.
Por el camino pasáis por delante del stand de golosinas en el que antes te paraste con el chiquillo. La mujer sigue ahí y se tapa la boca con horror cuando pasas por delante en semejante compañía. El líder, que va a tu lado, se ríe entre dientes al ver su reacción.
-Le diste un buen susto, ¿eh? Ah… supongo que los rumores son ciertos. El Señor de la Guerra la busca allá a donde va .
-Estás vivo, ¿no es así? Yo creo que hemos sido más que corteses.
Escucha tus peticiones y tras reflexionar un momento, asiente. Da un cabezazo hacia uno de sus esbirros y este recoge tu alabarda a la vez que él suelta a Susanoo. Ambas aves se apresuran a acompañarte y el líder se hace a un lado, sujetándote la puerta. El chavalín sigue ahí, todavía atemorizado por la situación.
-Gracias por tu contribución, Richie. Ya puedes marcharte.
El niño se gira hacia ti y por un momento crees que va a decirte algo, pero al final aprieta los labios hasta hacer una fina línea y se da la vuelta para irse corriendo. Algo te dice que no vas a volver a verlo. El líder da una palmada, satisfecho y te estrecha la mano con ganas. Lleva guantes, del mismo material que el jersey del lacayo y quizá por eso ni se inmuta ante tu temperatura.
-Fantástico, pues. ¿Sabes dónde está el puerto? Te guiaremos si no. Nuestro barco está esperando. Tenemos una habitación fantástica para ti.
Como había acordado, ninguno de sus lacayos toca a tus aves o a ti, pero no te devuelven la alabarda. Si accedes, empezáis a caminar rumbo al puerto y pronto te darás cuenta de que los lacayos te rodean. No se fían, es obvio. En particular, aquel al que le quemaste el brazo se lo sigue agarrando y mirándote con verdadero odio de refilón. No va a haber agua que cure esa quemadura.
Por el camino pasáis por delante del stand de golosinas en el que antes te paraste con el chiquillo. La mujer sigue ahí y se tapa la boca con horror cuando pasas por delante en semejante compañía. El líder, que va a tu lado, se ríe entre dientes al ver su reacción.
-Le diste un buen susto, ¿eh? Ah… supongo que los rumores son ciertos. El Señor de la Guerra la busca allá a donde va .
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Las aguas finalmente se habían calmado. Mis peticiones fueron aceptadas, bien por ello. Pero aun así el hecho de que mi segunda mejor arma no me fuera regresada me da un hincapié de que aún no confían del todo de mí. Claro que no deberían confiar en mí, dentro de mí los estoy utilizando. Mi mente da vuelta a mil por hora. Pensando en cada posibilidad y en cuanto ellos saben sobre mí. Quisiera saber también para que tanto me desean. Son muchas preguntas las que llegan, una tras otras sin dar tregua. Pero me imagino que con el tiempo las resolveré.
- Nos volveremos a ver… Richie. Eso tenlo por seguro. Y procura no contarle nada a tu amigo. Créeme que se enojara contigo. – Esas fueron mis últimas palabras hacia el pequeño. Quizás sería la última vez que lo veo, pero de igual manera dentro de mi cabía la posibilidad de volver alguna vez. Accedí a seguirlos. Susano levanto el vuelo siguiéndome desde las alturas Llevando a Susaku sobre él, aunque no antes tome unas cosas de las alforjas. Como la lanza del sol y P.A.P.E.L.I.T.O. Los cuales introduje dentro de mi kimono. ¡Oh! Y si me era permitido, un par de vendas. No tenía muchas ganas de desangrarme por las pequeñas heridas que tenía.
Al pasar sobre el puesto de golosinar, no pude evitar sonreírle a la chica y hacerle un gesto de despedida con la mano. Luego las palabras de aquel hombre llegaron a mí. Yo simplemente le sonreía con amabilidad. – Mucho se habla de mí, sí. Aunque no tiene nada de divertido buscar placer donde no lo hay. – Dije mostrándome tranquilo y realmente queriendo buscar conversación. – Por ejemplo, ustedes que han venido a mí, aun sabiendo de lo que se habla de mi. Eso me dice un par de cosas. Al menos usted… señor que aún no se su nombre, me dice que es igual o más fuerte que yo. No tiene ni idea de lo que me estoy conteniendo para no hacer un caos en este momento. Pero digamos que lo que tiene que “Ofrecerme” realmente llama mi atención. – Hice una pausa, esperando su reacción. Luego proseguí con la plática. – Además, comparados a las personas a quienes sirvo, simplemente soy un arma. Quizás, tan solo quizás, ustedes puedan servir a la causa de mi actual señora. Y si le soy totalmente honesto, incluso yo dude hacer algo en su contra cuando me recluto, estuve muy tentado a luchar contra todo su ejército. Pero solo veía la derrota delante de mí.
>> Aunque eso no quiera decir que veo la victoria cuando lo miro a usted. En usted no puedo medir el resultado. Eso sí es más interesante que saber si vas a ganar o poder. No como aquel sujeto que me mira con odio. – Dije dirigiéndome al hombre con la quemadura. – No sabes disimular. Si quieres hacerme daño, Hazlo. Pero te prometo que no quedara nada de ti y, te aseguro que a tu jefe no le importara que te de un tiro entre las cejas por estar provocándome con la mirada. Quizás si fueras más inteligente aprenderías de los errores y harías algo mejor. – Eso era una referencia clara hacia mi brazo izquierdo, el cual había perdido.
>>Además. – Me volví hacia el jefe.- Aún queda tiempo antes de llegar a nuestro destino. Quisiera saber para que soy tan solicitado.
- Nos volveremos a ver… Richie. Eso tenlo por seguro. Y procura no contarle nada a tu amigo. Créeme que se enojara contigo. – Esas fueron mis últimas palabras hacia el pequeño. Quizás sería la última vez que lo veo, pero de igual manera dentro de mi cabía la posibilidad de volver alguna vez. Accedí a seguirlos. Susano levanto el vuelo siguiéndome desde las alturas Llevando a Susaku sobre él, aunque no antes tome unas cosas de las alforjas. Como la lanza del sol y P.A.P.E.L.I.T.O. Los cuales introduje dentro de mi kimono. ¡Oh! Y si me era permitido, un par de vendas. No tenía muchas ganas de desangrarme por las pequeñas heridas que tenía.
Al pasar sobre el puesto de golosinar, no pude evitar sonreírle a la chica y hacerle un gesto de despedida con la mano. Luego las palabras de aquel hombre llegaron a mí. Yo simplemente le sonreía con amabilidad. – Mucho se habla de mí, sí. Aunque no tiene nada de divertido buscar placer donde no lo hay. – Dije mostrándome tranquilo y realmente queriendo buscar conversación. – Por ejemplo, ustedes que han venido a mí, aun sabiendo de lo que se habla de mi. Eso me dice un par de cosas. Al menos usted… señor que aún no se su nombre, me dice que es igual o más fuerte que yo. No tiene ni idea de lo que me estoy conteniendo para no hacer un caos en este momento. Pero digamos que lo que tiene que “Ofrecerme” realmente llama mi atención. – Hice una pausa, esperando su reacción. Luego proseguí con la plática. – Además, comparados a las personas a quienes sirvo, simplemente soy un arma. Quizás, tan solo quizás, ustedes puedan servir a la causa de mi actual señora. Y si le soy totalmente honesto, incluso yo dude hacer algo en su contra cuando me recluto, estuve muy tentado a luchar contra todo su ejército. Pero solo veía la derrota delante de mí.
>> Aunque eso no quiera decir que veo la victoria cuando lo miro a usted. En usted no puedo medir el resultado. Eso sí es más interesante que saber si vas a ganar o poder. No como aquel sujeto que me mira con odio. – Dije dirigiéndome al hombre con la quemadura. – No sabes disimular. Si quieres hacerme daño, Hazlo. Pero te prometo que no quedara nada de ti y, te aseguro que a tu jefe no le importara que te de un tiro entre las cejas por estar provocándome con la mirada. Quizás si fueras más inteligente aprenderías de los errores y harías algo mejor. – Eso era una referencia clara hacia mi brazo izquierdo, el cual había perdido.
>>Además. – Me volví hacia el jefe.- Aún queda tiempo antes de llegar a nuestro destino. Quisiera saber para que soy tan solicitado.
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En cuanto le hablas a Richie la cara le cambia y por un momento, antes de seguir tu camino, crees ver odio en su mirada. Te parece que ha salido corriendo, pero no podrías asegurarlo.
Cuando tus aves alzan el vuelo algunos de los esbirros se tensan, pero tras mirar a su jefe y ver que no hay reacción, no hacen nada. Te dejan coger las cosas, aunque no te ayudan con las vendas. La chica del puesto de golosinas se estremece cuando le saludas e inmediatamente mira al suelo, evitándote. Claramente no quiere meterse en más problemas.
El hombre te escucha con calma y te deja acabar antes de sonreírte de vuelta y ponerte una mano en el hombro en plan amistoso. Se señala a sí mismo con el pulgar antes de presentarse.
-Mi nombre, querida llama, es Barrabás. Y no me interesa una mierda servir a nadie.
Se ríe entre dientes cuando dices que no ves el resultado de una pelea al mirarle, pero no responde a eso. Cuando interpelas al esbirro que se ha quemado, sin embargo, la mano que tienes en el hombre te aprieta hasta doler.
-No te pases. No trates a mis hombres como escoria. Cometió un error y ha pagado las consecuencias. No quieras seguir tú el mismo camino.
El esbirro aprieta los dientes y acelera, claramente para no verte la cara. Entretanto el jefe te suelta el hombro, pero ignora tu última pregunta. En lugar de ello, te señala delante. Habéis llegado al puerto y el Ventisca Carmesí os está esperando. Es un galeón relativamente grande y hay más gente a bordo. Por lo que puedes ver no parecen personas especialmente diestras en combate, al menos no a simple vista. Pero se están ocupando de poner a punto el barco y está claro que tienen pensado zarpar en seguida.
-Ven.- Te dice Barrabás.- Te he guardado un camarote un tanto especial. Como bien has dicho, todavía nos falta camino.
Te guía por el barco y te adentra en su panza, hasta llegar a una puerta de doble hoja que abre con una pequeña llave dorada. En su interior puedes ver una habitación relativamente grande en la que cabéis tú y tus aves sin demasiados problemas, con una gran cama y un escritorio. La decoración es sencilla, pero parece cómoda. Las paredes son negras y hay un par de ojos de buey que dan al mar.
-¿Qué te parece? ¿Será suficiente?
Cuando tus aves alzan el vuelo algunos de los esbirros se tensan, pero tras mirar a su jefe y ver que no hay reacción, no hacen nada. Te dejan coger las cosas, aunque no te ayudan con las vendas. La chica del puesto de golosinas se estremece cuando le saludas e inmediatamente mira al suelo, evitándote. Claramente no quiere meterse en más problemas.
El hombre te escucha con calma y te deja acabar antes de sonreírte de vuelta y ponerte una mano en el hombro en plan amistoso. Se señala a sí mismo con el pulgar antes de presentarse.
-Mi nombre, querida llama, es Barrabás. Y no me interesa una mierda servir a nadie.
Se ríe entre dientes cuando dices que no ves el resultado de una pelea al mirarle, pero no responde a eso. Cuando interpelas al esbirro que se ha quemado, sin embargo, la mano que tienes en el hombre te aprieta hasta doler.
-No te pases. No trates a mis hombres como escoria. Cometió un error y ha pagado las consecuencias. No quieras seguir tú el mismo camino.
El esbirro aprieta los dientes y acelera, claramente para no verte la cara. Entretanto el jefe te suelta el hombro, pero ignora tu última pregunta. En lugar de ello, te señala delante. Habéis llegado al puerto y el Ventisca Carmesí os está esperando. Es un galeón relativamente grande y hay más gente a bordo. Por lo que puedes ver no parecen personas especialmente diestras en combate, al menos no a simple vista. Pero se están ocupando de poner a punto el barco y está claro que tienen pensado zarpar en seguida.
-Ven.- Te dice Barrabás.- Te he guardado un camarote un tanto especial. Como bien has dicho, todavía nos falta camino.
Te guía por el barco y te adentra en su panza, hasta llegar a una puerta de doble hoja que abre con una pequeña llave dorada. En su interior puedes ver una habitación relativamente grande en la que cabéis tú y tus aves sin demasiados problemas, con una gran cama y un escritorio. La decoración es sencilla, pero parece cómoda. Las paredes son negras y hay un par de ojos de buey que dan al mar.
-¿Qué te parece? ¿Será suficiente?
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¿Barrabas? Que nombre más raro. Sonaba a que era el nombre de una persona que poseía una gran barba y este sujeto no la poseía. Su mano en mi nombro y su actitud me demuestra que es una persona un poco confianzuda, había roto la primera regla de que nadie me tocaba y me estaba tocando. Yo solo sonreía y claramente noto su fuerte apronto sobre mi hombro. Dolía, pero aun así no me deje dominar. Tense mi hombro buscando resistir el apretón y el calor en aquella parte comenzaba a subir, claramente generando algo de vapor en la zona. – Supongo que tienes razón. – Dije mientras le soltaba una penetrante mirada. Desafiante. Que no duro ni un segundo. Luego aquella mano se separó de mi hombro. El galeón que nos esperaba era bastante precioso y tenía un nombre que combinaba con él. – Nada mal… - Dije mostrándome un poco impresionado.
Ahora si comenzaba lo divertido. Suzaku y Susanoo aterrizaron a mi lado. Barrabas nos indicaba el camino y juntos le seguimos sin oponer resistencia. Las personas que estaban trabajando en el barco parecían bastante comunes a simple vista. Pero de igual manera no perdí el tiempo de detallarlas lo más rápido que pude. Tratando de notar algo extra. Mientras nos adentrábamos, observaba cada detalle que me fuera de ayuda. Cualquier detalle que me fuera realmente de ayuda. Trate de memorizar la ruta e incluso, si se me permitía, tratar de fijarme en que dirección se llevaban mi alabarda.
Llegamos a mi habitación. Cómoda y simple, como me gustaba. Se abría con una pequeña llave dorada y realmente no dudaba que esta habitación, al igual que los trajes, también fuera a prueba de calor. – Es más que suficiente. – Dije, mostrándome tranquilo. – He de imaginar que me mantendrán encerrado aquí o algo por el estilo. – dije mirando a barrabas a los ojos. – Creo que ya he demostrado que no iré a ningún lado ¿no es así? Supongo que has confiscado mi arma por si acaso se me ocurría algo estúpido. – Aun no daba ningún paso al interior de la habitación. – Sigo esperando el poder tomar un buen licor y que me expliques porque soy tan cotizado. Por otro lado ¿Cuántos días tardaremos en llegar?
Ahora si comenzaba lo divertido. Suzaku y Susanoo aterrizaron a mi lado. Barrabas nos indicaba el camino y juntos le seguimos sin oponer resistencia. Las personas que estaban trabajando en el barco parecían bastante comunes a simple vista. Pero de igual manera no perdí el tiempo de detallarlas lo más rápido que pude. Tratando de notar algo extra. Mientras nos adentrábamos, observaba cada detalle que me fuera de ayuda. Cualquier detalle que me fuera realmente de ayuda. Trate de memorizar la ruta e incluso, si se me permitía, tratar de fijarme en que dirección se llevaban mi alabarda.
Llegamos a mi habitación. Cómoda y simple, como me gustaba. Se abría con una pequeña llave dorada y realmente no dudaba que esta habitación, al igual que los trajes, también fuera a prueba de calor. – Es más que suficiente. – Dije, mostrándome tranquilo. – He de imaginar que me mantendrán encerrado aquí o algo por el estilo. – dije mirando a barrabas a los ojos. – Creo que ya he demostrado que no iré a ningún lado ¿no es así? Supongo que has confiscado mi arma por si acaso se me ocurría algo estúpido. – Aun no daba ningún paso al interior de la habitación. – Sigo esperando el poder tomar un buen licor y que me expliques porque soy tan cotizado. Por otro lado ¿Cuántos días tardaremos en llegar?
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Mientras camináis por el barco te fijas en que algunos de los marineros te echan miradas de soslayo. No parecen asustados e incluso puedes ver un par de sonrisas. Sin embargo, nadie te dice nada. El chico que llevaba tu alabarda se separa de vuestra comitiva casi cuando estáis llegando a la que será tu habitación, marchando por un pasillo a la izquierda (a la derecha saliendo desde tu cuarto, vaya).
Barrabás se muestra orgulloso de que te guste su galeón y no trata de ocultarlo. Debe de haber trabajado duro para conseguirlo… o robarlo. Tampoco intenta negar tus palabras y en su lugar, se ríe entre dientes.
-Eso me temo, Señor de la Guerra. Me quedaré esta llave de momento. Creo tu palabra, pero entenderás que tome precauciones. Una vez estemos lo bastante en alta mar, te dejaré salir mientras prometas no tomarla con mis hombres. Todo el mundo necesita estirar las piernas, al fin y al cabo.
Ve que todavía no entras al cuarto y suspira. Hace un gesto con la mano y el resto de hombres se van, dejándoos a solas.
-Llegaremos en aproximadamente dos semanas. Es un barco rápido y hemos asegurado la ruta por nuestra cuenta. Tienes licor en el armarito del fondo, varias botellas dado que no sabía lo que te gustaba. En la neverita de al lado hay agua y comida. Hemos zarpado mientras hablábamos y poco a poco nos alejaremos más de la costa; no hay motivo para hacer esto difícil. Entra y mañana vendré a buscarte. Tendremos esa conversación.
Aguarda a tu respuesta. Si entras en el cuarto, cerrará la puerta con llave antes de irse. Dentro de la habitación podrás encontrar todo lo que ha descrito, además de un saco de pienso para tus aves.
Barrabás se muestra orgulloso de que te guste su galeón y no trata de ocultarlo. Debe de haber trabajado duro para conseguirlo… o robarlo. Tampoco intenta negar tus palabras y en su lugar, se ríe entre dientes.
-Eso me temo, Señor de la Guerra. Me quedaré esta llave de momento. Creo tu palabra, pero entenderás que tome precauciones. Una vez estemos lo bastante en alta mar, te dejaré salir mientras prometas no tomarla con mis hombres. Todo el mundo necesita estirar las piernas, al fin y al cabo.
Ve que todavía no entras al cuarto y suspira. Hace un gesto con la mano y el resto de hombres se van, dejándoos a solas.
-Llegaremos en aproximadamente dos semanas. Es un barco rápido y hemos asegurado la ruta por nuestra cuenta. Tienes licor en el armarito del fondo, varias botellas dado que no sabía lo que te gustaba. En la neverita de al lado hay agua y comida. Hemos zarpado mientras hablábamos y poco a poco nos alejaremos más de la costa; no hay motivo para hacer esto difícil. Entra y mañana vendré a buscarte. Tendremos esa conversación.
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Ladeaba un poco la cabeza mientras analizaba lo que decía Barrabas. No notaba mentiras en sus palabras y la manera en la que cuidaba a sus subordinados me parecía más que curiosa. Se le notaba que le tenía cierto nivel de aprecio, o más bien, incluso más. Me atrevería a decir que era una de sus debilidades, pero era asumir algo de lo que no estaba del todo seguro. Igualmente preferí no mostrarme descortés antes sus palabras. Mira de nuevo hacia la habitación y me dije a mi mismo que era una oportunidad única para mí. – Agradezco la confianza. Espero yo también poder confiar en usted. Lo estaré esperando mañana. – Avance junto a las plumíferas. Pero antes de que el cerrara la puerta, dije algo más. - ¡Ah! Casi lo olvidaba. Espero que para nuestro encuentro mi arma me sea devuelta. Tenga en mente que puede ocurrir en cualquier momento. Pero no será de sorpresa. Al menos tendrá un día de antelación.
Sonreí y me dejé caer en el suelo. – Bueno, supongo que no tenemos nada más que hacer más allá de eso. – Mire a las plumíferas y ellas me entendieron casi de inmediato. Suzaku se quitó las alforjas y Susanoo se posiciono a un lado. Yo por mi parte, descubrí mi pecho y me coloqué en una postura totalmente defensiva. Recordando las palabras que una vez me dijo mi maestra: imagina un manto de energía cubrir tu cuerpo.
Lo sé, el haki no era algo que podía dominar de un momento a otro, pero no era algo que no habría experimentado ya en el pasado. – Ataca – Suzaku vino a por mí y comenzó a lanzar fuertes patadas en mi contra. Yo bloqueaba, buscando sentir aquella sensación que tuve una vez en Auria contra aquel caballero. Deseo hacerme más fuerte y con la ayuda de mis plumíferas, sé que lo lograre.
Dudaría entrenando (De no ser interrumpido) hasta la noche. De vez en cuando tomaría un descaso y haría que Susanoo tomara el lugar de Suzaku. Aunque en su caso, el pega mucho más fuerte los cabezazos y picotazos. También era importante comer a las horas, y eso haríamos. Al llegar la noche, yo me recostaría en la cama, curioso de que no habría llegado una llamada de respuesta hacia mí por parte de las amazonas. Era raro ¿Quizás no le abrían entregado mi mensaje? Bueno, eso debería ser algún problema. Apenas era el día uno de mi entrenamiento de haki.
Mañana será otro dia.
Sonreí y me dejé caer en el suelo. – Bueno, supongo que no tenemos nada más que hacer más allá de eso. – Mire a las plumíferas y ellas me entendieron casi de inmediato. Suzaku se quitó las alforjas y Susanoo se posiciono a un lado. Yo por mi parte, descubrí mi pecho y me coloqué en una postura totalmente defensiva. Recordando las palabras que una vez me dijo mi maestra: imagina un manto de energía cubrir tu cuerpo.
Lo sé, el haki no era algo que podía dominar de un momento a otro, pero no era algo que no habría experimentado ya en el pasado. – Ataca – Suzaku vino a por mí y comenzó a lanzar fuertes patadas en mi contra. Yo bloqueaba, buscando sentir aquella sensación que tuve una vez en Auria contra aquel caballero. Deseo hacerme más fuerte y con la ayuda de mis plumíferas, sé que lo lograre.
Dudaría entrenando (De no ser interrumpido) hasta la noche. De vez en cuando tomaría un descaso y haría que Susanoo tomara el lugar de Suzaku. Aunque en su caso, el pega mucho más fuerte los cabezazos y picotazos. También era importante comer a las horas, y eso haríamos. Al llegar la noche, yo me recostaría en la cama, curioso de que no habría llegado una llamada de respuesta hacia mí por parte de las amazonas. Era raro ¿Quizás no le abrían entregado mi mensaje? Bueno, eso debería ser algún problema. Apenas era el día uno de mi entrenamiento de haki.
Mañana será otro dia.
Cuando a la mañana siguiente nadie apareció, te diste cuenta de que Barrabás había mentido. Al mediodía, un pequeño hueco se abrió en la parte baja de la puerta y apareció una bandeja con comida para ti y para las aves. Tenía también una nota de papel con las palabras ''Agradecemos tu paciencia.'' El hueco se cerró inmediatamente después.
Durante la primera semana, esto se repitió a diario. No se oía a nadie fuera, ni siquiera cuando se acercaba la comida. No se veía a nadie al otro lado del hueco, simplemente aparecía la bandeja. Si hablabas o gritabas, no te respondían. La puerta resistió tus golpes más potentes, si decidiste dárselos.
Y, por fin, al octavo día, algo cambió. De buena mañana, la puerta se abrió y Barrabás apareció al otro lado, solo. Aparentaba estar desarmado, aunque vestía guantes y por debajo de la camisa pudiste verle un polo de aquel extraño material tan resistente al calor. Sonreía y no dudó en inclinarte la cabeza a modo de disculpa.
-¡Buenos días! ¿Te apetece un paseo? Imagino que estarás deseando estirar las piernas.
Sin esperar respuesta, se da la vuelta y empieza a avanzar por el pasillo, dejando la puerta de tu cuarto abierta. Camina con parsimonia, aguardando a que le sigas. Empieza a hablar sin comprobar si lo haces.
-Disculpa. Decidimos extremar las precauciones. Ahora mismo nos encontramos en medio del océano. Incluso si intentaras escapar, tus aves y tú moriríais exhaustos antes de llegar a ninguna parte. Desconocemos el aguante de los pájaros y era mala idea arriesgarse. Pero ahora… este barco es tu único medio de transporte hasta nuestro objetivo. Confío en que no tratarás de romperlo.
Acaricia la madera un breve segundo, con claro orgullo por el navío, antes de continuar.
-Imagino que todavía quieres pelear. Si es el caso, podemos hacerlo en cubierta sin problemas. Ambos pelearemos desarmados, eso sí. Lo considero más justo. Debo aclarar que espero que no le pongas un dedo encima a ninguno de mis subordinados, claro. De lo contrario, ellos dejarán de ser meros espectadores. Seguro que lo entiendes.
No parece arrepentido de haberte encerrado tanto tiempo. No, si algo, está bastante seguro de sí mismo. Sonríe con confianza y aguarda tu respuesta con algo de intriga.
Durante la primera semana, esto se repitió a diario. No se oía a nadie fuera, ni siquiera cuando se acercaba la comida. No se veía a nadie al otro lado del hueco, simplemente aparecía la bandeja. Si hablabas o gritabas, no te respondían. La puerta resistió tus golpes más potentes, si decidiste dárselos.
Y, por fin, al octavo día, algo cambió. De buena mañana, la puerta se abrió y Barrabás apareció al otro lado, solo. Aparentaba estar desarmado, aunque vestía guantes y por debajo de la camisa pudiste verle un polo de aquel extraño material tan resistente al calor. Sonreía y no dudó en inclinarte la cabeza a modo de disculpa.
-¡Buenos días! ¿Te apetece un paseo? Imagino que estarás deseando estirar las piernas.
Sin esperar respuesta, se da la vuelta y empieza a avanzar por el pasillo, dejando la puerta de tu cuarto abierta. Camina con parsimonia, aguardando a que le sigas. Empieza a hablar sin comprobar si lo haces.
-Disculpa. Decidimos extremar las precauciones. Ahora mismo nos encontramos en medio del océano. Incluso si intentaras escapar, tus aves y tú moriríais exhaustos antes de llegar a ninguna parte. Desconocemos el aguante de los pájaros y era mala idea arriesgarse. Pero ahora… este barco es tu único medio de transporte hasta nuestro objetivo. Confío en que no tratarás de romperlo.
Acaricia la madera un breve segundo, con claro orgullo por el navío, antes de continuar.
-Imagino que todavía quieres pelear. Si es el caso, podemos hacerlo en cubierta sin problemas. Ambos pelearemos desarmados, eso sí. Lo considero más justo. Debo aclarar que espero que no le pongas un dedo encima a ninguno de mis subordinados, claro. De lo contrario, ellos dejarán de ser meros espectadores. Seguro que lo entiendes.
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Para ser honestos, esperaba algo así. Era lógico que me dejarían encerrado sin ninguna respuesta a pesar de tener tan agradables aposentos a mi disposición. El entrenamiento con Suzaku habia sido bastante movido el día de ayer y no tenía ninguna intención de detenerme. La cuestión era, que sentía que no llegaba a ningún resultado con este método de entrenamiento. Acostado en la cama mirando hacia el techo pensaba en alguna manera de como poder desarrollar el haki de una manera más efectiva, pero no simplemente desarrollarlo, quería realmente darme cuenta si lo estaba logrando.
Fue entonces que la puerta baja se abrió, estando allí el desayuno. ¿Agradecemos tu paciencia? Deberían agradecerlo realmente. También deberían agradecer lo mucho que me estoy esforzando por no explotar todo en mil pedazos. Apretó el puño con fuerza, incinerando el papel. Luego observe la puerta por unos instantes. Respire profundo y de un potente golpe en ella. El daño que esta recibió fue cero. Definitivamente esta puerta tenía unas fuertes resistencias. No pude evitar sonreír y recordar las enseñanzas de mi maestra: “imagina como si tu brazo estuviera cubierto con energía y luego da un golpe”. Esa… energía. Muchos describen haki como la energía espiritual que todo tenemos dentro. Dudo mucho que yo salga de aquí durante un tiempo. Así que… que tal si de ahora en adelante, durante los siguientes días, golpeare esta fuerza buscando concentrar mi fuerza mental y espiritual, justo como me había recomendado mi maestra.
Tarde o temprano, le hare algo a esta puerta ¿No?
Pasado una semana, ya me disponía yo a seguir con mi rutina auto impuesta. Pero el anfitrión finalmente había hecho acto de presencia. Lo primero que hice fue mirarlo fijamente a los ojos, tenía esa actitud confianzuda y prepotente. Le seguí el paso. Luego, me di cuenta que aun llevaba encima aquel traje que le permitía resistir mi habilidad. Eso me hacía descartar directamente el usar la Netsu Netsu, al menos de cierta manera. Su excusa sobre tomar más precauciones sobre mí. Honestamente me tenía sin cuidado. Lo que más me molestaba era un hombre que faltaba a su palabra.
Luego de que terminara de hablar no pude evitar reírme a carcajadas. Realmente toda esta me parecía muy entretenida. Me estaba divirtiendo como nunca lo había hecho en un buen tiempo. -¡Zehahahahahahaha! – No pude evitar colocar las manos en mi barriga. Me dolía tanto por reír que debía controlarme un poco. – Perdona, perdona. Es que no había pasado por una situación tan divertida como esta desde hace ya buen tiempo. – Dije, luego me incorporé. - ¿Me pides a mí que no luche armado? ¿A un pirata? Claramente no estamos en la misma sintonía, Barrabas.- Dije, mientras señalaba su traje anti calor.- Pero eres tan agradable que te dejare pasar por alto promesa que me hiciste días atrás. Aún estoy esperando una explicación de por qué estoy aquí. Espero que tengas tiempo para platicar conmigo ¿No?
Le miraba esperando yo ahora una respuesta. Dependiendo de lo que me dijera, tomaría una alternativa u otra. Mis dos súper aves estaban atrás de mi esperando instrucciones. Pero por ahora, prefería parlamentar.
Fue entonces que la puerta baja se abrió, estando allí el desayuno. ¿Agradecemos tu paciencia? Deberían agradecerlo realmente. También deberían agradecer lo mucho que me estoy esforzando por no explotar todo en mil pedazos. Apretó el puño con fuerza, incinerando el papel. Luego observe la puerta por unos instantes. Respire profundo y de un potente golpe en ella. El daño que esta recibió fue cero. Definitivamente esta puerta tenía unas fuertes resistencias. No pude evitar sonreír y recordar las enseñanzas de mi maestra: “imagina como si tu brazo estuviera cubierto con energía y luego da un golpe”. Esa… energía. Muchos describen haki como la energía espiritual que todo tenemos dentro. Dudo mucho que yo salga de aquí durante un tiempo. Así que… que tal si de ahora en adelante, durante los siguientes días, golpeare esta fuerza buscando concentrar mi fuerza mental y espiritual, justo como me había recomendado mi maestra.
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Pasado una semana, ya me disponía yo a seguir con mi rutina auto impuesta. Pero el anfitrión finalmente había hecho acto de presencia. Lo primero que hice fue mirarlo fijamente a los ojos, tenía esa actitud confianzuda y prepotente. Le seguí el paso. Luego, me di cuenta que aun llevaba encima aquel traje que le permitía resistir mi habilidad. Eso me hacía descartar directamente el usar la Netsu Netsu, al menos de cierta manera. Su excusa sobre tomar más precauciones sobre mí. Honestamente me tenía sin cuidado. Lo que más me molestaba era un hombre que faltaba a su palabra.
Luego de que terminara de hablar no pude evitar reírme a carcajadas. Realmente toda esta me parecía muy entretenida. Me estaba divirtiendo como nunca lo había hecho en un buen tiempo. -¡Zehahahahahahaha! – No pude evitar colocar las manos en mi barriga. Me dolía tanto por reír que debía controlarme un poco. – Perdona, perdona. Es que no había pasado por una situación tan divertida como esta desde hace ya buen tiempo. – Dije, luego me incorporé. - ¿Me pides a mí que no luche armado? ¿A un pirata? Claramente no estamos en la misma sintonía, Barrabas.- Dije, mientras señalaba su traje anti calor.- Pero eres tan agradable que te dejare pasar por alto promesa que me hiciste días atrás. Aún estoy esperando una explicación de por qué estoy aquí. Espero que tengas tiempo para platicar conmigo ¿No?
Le miraba esperando yo ahora una respuesta. Dependiendo de lo que me dijera, tomaría una alternativa u otra. Mis dos súper aves estaban atrás de mi esperando instrucciones. Pero por ahora, prefería parlamentar.
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El pirata alza la ceja al escucharte reír, pero su sonrisilla quisquillosa no desaparece. Te escucha con calma, antes de encogerse de hombros.
-Oh, bueno, sé que no estamos en la misma sintonía. Es lo que tiene que te haya secuestrado, querido Alpha. Pero te agradezco la paciencia, de todas maneras.
El hombre sigue caminando y más pronto que tarde, llegáis a cubierta. Tal y como te ha dicho, estáis rodeados por mar en las cuatro direcciones y aunque tierra firme podría estar más cerca de lo que quiere darte a entender, no tienes forma de averiguarlo. Sopla una ligera brisa y el barco avanza tranquilamente sobre un mar calmo lleno de pequeñas ondulaciones.
A vuestro alrededor hay varios de los subordinados del capitán, ocupándose de las tareas del día a día en el barco. Arreglando las velas, limpiando los controles y el suelo y, en general, asegurándose de que todo esté a punto. Barrabás hace un gesto con la mano y poco a poco van terminando sus tareas y apartándose para dejaros sitio. El capitán se apoya en el lateral del barco y abre los brazos en señal de honestidad.
-Si quieres que tus aves aprovechen para estirar las alas adelante, pero te adelanto desde ya que si me atacan mis compañeros regresarán a cubierta en seguida.
Puede que os hayan dejado cancha, pero no estáis solos. Desde un extremo al menos siete u ocho personas os miran con diversos grados de seriedad. Algunos tienen una sonrisa de oreja a oreja, mientras que otros parecen preocupados. Barrabás te señala.
-Lo entiendo, el no saber qué haces aquí debe ser angustiante. Bien, te lo diré. Tú, pequeño iracundo, estás aquí para hacer de salvoconducto. Nos presentaremos en Amazon Lily contigo bajo el brazo. Cuando la reina y sus secuaces vengan a salvarte, les tenderemos una trampa. –Empieza a caminar mientras sonríe, pensando ya en su victoria.- ¿Tienes idea de la cantidad de oro que existe en esa isla? Hay dos posibles soluciones a esto. Bien nos lo dan y te soltamos, más o menos entero, bien van a tener que buscar una nueva reina… y un nuevo aliado.
De repente su sonrisa, más que alegre, te parece un tanto siniestra.
-Oh, bueno, sé que no estamos en la misma sintonía. Es lo que tiene que te haya secuestrado, querido Alpha. Pero te agradezco la paciencia, de todas maneras.
El hombre sigue caminando y más pronto que tarde, llegáis a cubierta. Tal y como te ha dicho, estáis rodeados por mar en las cuatro direcciones y aunque tierra firme podría estar más cerca de lo que quiere darte a entender, no tienes forma de averiguarlo. Sopla una ligera brisa y el barco avanza tranquilamente sobre un mar calmo lleno de pequeñas ondulaciones.
A vuestro alrededor hay varios de los subordinados del capitán, ocupándose de las tareas del día a día en el barco. Arreglando las velas, limpiando los controles y el suelo y, en general, asegurándose de que todo esté a punto. Barrabás hace un gesto con la mano y poco a poco van terminando sus tareas y apartándose para dejaros sitio. El capitán se apoya en el lateral del barco y abre los brazos en señal de honestidad.
-Si quieres que tus aves aprovechen para estirar las alas adelante, pero te adelanto desde ya que si me atacan mis compañeros regresarán a cubierta en seguida.
Puede que os hayan dejado cancha, pero no estáis solos. Desde un extremo al menos siete u ocho personas os miran con diversos grados de seriedad. Algunos tienen una sonrisa de oreja a oreja, mientras que otros parecen preocupados. Barrabás te señala.
-Lo entiendo, el no saber qué haces aquí debe ser angustiante. Bien, te lo diré. Tú, pequeño iracundo, estás aquí para hacer de salvoconducto. Nos presentaremos en Amazon Lily contigo bajo el brazo. Cuando la reina y sus secuaces vengan a salvarte, les tenderemos una trampa. –Empieza a caminar mientras sonríe, pensando ya en su victoria.- ¿Tienes idea de la cantidad de oro que existe en esa isla? Hay dos posibles soluciones a esto. Bien nos lo dan y te soltamos, más o menos entero, bien van a tener que buscar una nueva reina… y un nuevo aliado.
De repente su sonrisa, más que alegre, te parece un tanto siniestra.
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Un claro y profundo suspiro salió de lo más profundo de mi alma. ¿Qué era este sentimiento? Era un tanto nuevo para mí. Sentía una especie de vacío en lo más profundo de mi corazón, pero no era tristeza. Era algo literalmente desconsolador para mí. Sus motivaciones y el porqué de mi rapto me parecieron tan… nulos. Una persona que claramente se regodeaba y se sentía orgullosa de lo que le rodeaba. Era… muy similar al tipo de gente que yo odiaba, aunque no del todo. La decepción se hacía cada vez más y más grande. Hasta que termino de hablar.
-Puedo entenderlo. – Dije mientras buscaba en la manga de mi Kimono, rebuscando en búsqueda de cierta cosilla. – Jamás pensé que alguien tan fuerte como solo se limitara a simplemente llenarse los bolsillos. Pensé que sería algo mucho más grande ¿sabes? – Al mismo tiempo. Suzaku rebuscaba entre las Alforjas, sujetando con el pico una bolsa llena con café. – El dinero puede llegar a vaciar tanto la ambición de figuras tan magnificas. – Dije mostrando clara decepción. La plumífera se acercaba a entregarme la botella. Pero cuando ella se acercó y vio lo que saque de la manga, tanto ella como Susanoo pusieron cara de susto. De hecho, estaban comenzando a temblar, como si fueran visto al mismo diablo.
- ¿Sabes por qué suelo ser tan errático y aleatorio? Porque ciertamente pienso que la vida es más divertida así. La última vez que me tome en serio las cosas, no fue bonito. – Tomé la botella del pico de la plumífera y, comencé a beber con total tranquilidad. Esta ocasión era especial y no quería que mi narcolepsia fuera un problema. Las aves seguían mirándome aterradas y temblando. Yo simplemente me limite a chasquear los dedos y la hembra no dudo en subirle al lomo del macho y ambos alejarse muchos metros en hacia arriba. Lo suficientemente alejados para no verse involucrados en lo que estaba a punto de ocurrir.
- Veamos… entiendo todo hasta ahora y si teorizo un poco, quizás tengas alguna infiltrada en Amazon Lili o alguno de los supervivientes marines de batalla te lo abras topado. Una de dos. – El objetivo que tenía en mi otra mano era mi protector bucal de acero. Nada en especial, solo que era una especie de “señal” que decía: al morder esto me voy a tomar en serio las cosas. – En cualquier caso, no me importa mucho. – Mis cuernos comenzaron a salir y el calor claramente comenzaba a aumentar. – No más el chico despreocupado, Barrabas. – Active el calor a máximo poder. Liberando todas mis habilidades de Akuma a la vez. Comencé a flotar y me mantuve elevado allí. Luego me coloqué el protector bocal y lo mordí con fuerza. Luego me lance en contra de él y, al tenerlo prácticamente en mi cara. Libere la técnica de calor más poderosa de mi repertorio.
La Pressure Nova.
-Puedo entenderlo. – Dije mientras buscaba en la manga de mi Kimono, rebuscando en búsqueda de cierta cosilla. – Jamás pensé que alguien tan fuerte como solo se limitara a simplemente llenarse los bolsillos. Pensé que sería algo mucho más grande ¿sabes? – Al mismo tiempo. Suzaku rebuscaba entre las Alforjas, sujetando con el pico una bolsa llena con café. – El dinero puede llegar a vaciar tanto la ambición de figuras tan magnificas. – Dije mostrando clara decepción. La plumífera se acercaba a entregarme la botella. Pero cuando ella se acercó y vio lo que saque de la manga, tanto ella como Susanoo pusieron cara de susto. De hecho, estaban comenzando a temblar, como si fueran visto al mismo diablo.
- ¿Sabes por qué suelo ser tan errático y aleatorio? Porque ciertamente pienso que la vida es más divertida así. La última vez que me tome en serio las cosas, no fue bonito. – Tomé la botella del pico de la plumífera y, comencé a beber con total tranquilidad. Esta ocasión era especial y no quería que mi narcolepsia fuera un problema. Las aves seguían mirándome aterradas y temblando. Yo simplemente me limite a chasquear los dedos y la hembra no dudo en subirle al lomo del macho y ambos alejarse muchos metros en hacia arriba. Lo suficientemente alejados para no verse involucrados en lo que estaba a punto de ocurrir.
- Veamos… entiendo todo hasta ahora y si teorizo un poco, quizás tengas alguna infiltrada en Amazon Lili o alguno de los supervivientes marines de batalla te lo abras topado. Una de dos. – El objetivo que tenía en mi otra mano era mi protector bucal de acero. Nada en especial, solo que era una especie de “señal” que decía: al morder esto me voy a tomar en serio las cosas. – En cualquier caso, no me importa mucho. – Mis cuernos comenzaron a salir y el calor claramente comenzaba a aumentar. – No más el chico despreocupado, Barrabas. – Active el calor a máximo poder. Liberando todas mis habilidades de Akuma a la vez. Comencé a flotar y me mantuve elevado allí. Luego me coloqué el protector bocal y lo mordí con fuerza. Luego me lance en contra de él y, al tenerlo prácticamente en mi cara. Libere la técnica de calor más poderosa de mi repertorio.
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- Una cosilla:
- Activada la tabla de la netsu hasta el nive 70
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Barrabás esbozó una pequeña sonrisa a la vez que volvía a alzar la ceja. El pirata parecía tan decepcionado... se creía superior, lo sabía con solo mirarle. Atraparle había sido terriblemente sencillo. La gente de la isla, desde los niños hasta la chica del puesto de dulces, parecían asqueados y aterrados ante su presencia y, sin embargo, había ido con ellos sin poner apenas pegas. Y todo porque quería combatir.
Una semana de aislamiento, encerrado con sus aves en una ruta desconocida y, aún así, al salir, seguía creyéndose superior. Desde luego, era todo un personaje.
-Todavía no te he dicho para qué quiero el dinero.- Dijo Barrabás.
Mientras Alpha hablaba y las aves se alejaban, el hombre se aseguró de que la cubierta estuviera despejada y su gente a salvo. Sabía que corría un riesgo transportando a un pirata de esas características, pero si no le domaban ahora, al llegar a Amazon Lilly sería una molestia en lugar de una ayuda. Se apretó los guantes y se subió el cuello de la camisa. De un bolsillo sacó un pañuelo y se lo ató sin vergüenza a la cara, dejando tan solo sus ojos al descubierto. No, no iba a ser un combate igualado. Iba a protegerse e iba a partirle la cara.
-Dices que mi ambición es vacía, pero tú has venido hasta aquí persiguiendo un combate. Oro u adrenalina... los dos tienen el mismo valor; ninguno. Ambos se gastan en cuestión de segundos y te dejan queriendo más y más. Aunque hay una diferencia.- dijo, sonriendo bajo el pañuelo.- la adrenalina del combate tras de sí solo deja sangre. El oro, sin embargo, puede comprar toda clase de cosas.
Aguantó la presión de la Netsu Netsu, girando la cara para no mirar a Alpha de frente. Uno de sus lacayos le tiró unas gafas tintadas, que se apresuró a ponerse antes de saltar en el aire y lanzar un puñetazo directo a la cara de Alpha. Cuando estuviera cerca, le diría:
-Quieres reprimirte. No mentía cuando te dije que estábamos en mitad del océano. Si este barco empieza a arder, no seremos los únicos que muramos.
Por desgracia, lo decía en serio. Contaba conque el instinto de supervivencia del pirata fuera lo bastante grande como para no condenarlos a todos.
Una semana de aislamiento, encerrado con sus aves en una ruta desconocida y, aún así, al salir, seguía creyéndose superior. Desde luego, era todo un personaje.
-Todavía no te he dicho para qué quiero el dinero.- Dijo Barrabás.
Mientras Alpha hablaba y las aves se alejaban, el hombre se aseguró de que la cubierta estuviera despejada y su gente a salvo. Sabía que corría un riesgo transportando a un pirata de esas características, pero si no le domaban ahora, al llegar a Amazon Lilly sería una molestia en lugar de una ayuda. Se apretó los guantes y se subió el cuello de la camisa. De un bolsillo sacó un pañuelo y se lo ató sin vergüenza a la cara, dejando tan solo sus ojos al descubierto. No, no iba a ser un combate igualado. Iba a protegerse e iba a partirle la cara.
-Dices que mi ambición es vacía, pero tú has venido hasta aquí persiguiendo un combate. Oro u adrenalina... los dos tienen el mismo valor; ninguno. Ambos se gastan en cuestión de segundos y te dejan queriendo más y más. Aunque hay una diferencia.- dijo, sonriendo bajo el pañuelo.- la adrenalina del combate tras de sí solo deja sangre. El oro, sin embargo, puede comprar toda clase de cosas.
Aguantó la presión de la Netsu Netsu, girando la cara para no mirar a Alpha de frente. Uno de sus lacayos le tiró unas gafas tintadas, que se apresuró a ponerse antes de saltar en el aire y lanzar un puñetazo directo a la cara de Alpha. Cuando estuviera cerca, le diría:
-Quieres reprimirte. No mentía cuando te dije que estábamos en mitad del océano. Si este barco empieza a arder, no seremos los únicos que muramos.
Por desgracia, lo decía en serio. Contaba conque el instinto de supervivencia del pirata fuera lo bastante grande como para no condenarlos a todos.
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Y una vez más, mi akuma no mí se ve supera por aquel traje. He de admitir que lo primero que me pensé, es que esta tendría un límite de cuanto calor podría aguantar. También los presentes deberían tener de ese mismo equipo por debajo de sus ropas, ya que ellos tampoco se vieron afectados por mi técnica. Eso, y que tampoco se encontraban lo suficientemente cerca para sufrir daños. Sí que era difícil esta situación.
Pero no imposible.
- El oro puede comprar muchas cosas, sí. – Intente esquivar el golpe haciendo una propulsión hacia atrás. De lograrlo, aun me mantendrá elevando en el aire pero cerca del piso igual, también pone cierta distancia lo suficientemente alejado para poder reaccionar en caso de que Barrabas tomara acción. No era para nada un secreto que mis sentimientos se reflejaban en mi cara como un libro abierto. Era una gran mescla entre seriedad y decepción. Podía entender las condiciones de ni enemigo, pero no las compartía. No podía competir el hecho de que la recolección de una herramienta fuera parte de la motivación de su vida. Porque si, al final el dinero es eso, una herramienta que te facilita la vida para hacer que tus objetivos se lleven a cabo.
Pero lo que el pretendía representar, ya era otra cosa.
- Pero existen dos cosas que no puedes comprar. – Dije apretando mis puños con fuera reuniendo una gran cantidad de calor infernal. – La vida de tus compañeros y a mí. – En ambas manos cree un par de esféricos de calor que no pasaban de treinta centímetros. Estos eran como pequeños soles en miniatura y radiaban un calor infernal, ya que tenían mi calor al máximo. – Querido Barrabas, creo que no entiendes que... no soy quien está secuestrado. Son ustedes lo que están secuestrados conmigo. – Mi rostro se cubrió en sombras por completo, dando lugar a un par de esféricos blancos en lugar de ojos. - ¿Crees que me importa morir? ¿Crees que soy tan escoria para ayudarte a joder a quienes considero mi propia familia? ¿¡Tan fácil derrotar más veo!? ¡Responde! - Si alguien intentaba moverse o atacar contra mí. Una visión horrible de morir durante el incendio del barco llegare en un instante, intentando indicar que cualquier que se moviera el barco ardería sin duda alguna. – Tienes menos de cinco minutos para regresarme mi arma y tienes aún menos tiempo de eso para ordenar cambiar el curso de este barco. De lo contrario todos nos morimos ¿Entiendes? ¡Todos! Y no creas que me da miedo morir. No, no, no. Disfrutare perseguir a cada uno de los miembros de este barco entre las llamas y atravesarlos con mis propias manos. Para luego esperar que la muerte venga a por mi en la llanura de este amplio y vació mar.
Incluso a mí no me gustaba tomar en serio las cosas, me tocaba llegar a este punto. No perdió de vista a Barrabas en ningún momento. De intentar atacarme, tendría yo aún una jugada entre manos. Pero claro, dependía si el me atacaba o no.
Pero no imposible.
- El oro puede comprar muchas cosas, sí. – Intente esquivar el golpe haciendo una propulsión hacia atrás. De lograrlo, aun me mantendrá elevando en el aire pero cerca del piso igual, también pone cierta distancia lo suficientemente alejado para poder reaccionar en caso de que Barrabas tomara acción. No era para nada un secreto que mis sentimientos se reflejaban en mi cara como un libro abierto. Era una gran mescla entre seriedad y decepción. Podía entender las condiciones de ni enemigo, pero no las compartía. No podía competir el hecho de que la recolección de una herramienta fuera parte de la motivación de su vida. Porque si, al final el dinero es eso, una herramienta que te facilita la vida para hacer que tus objetivos se lleven a cabo.
Pero lo que el pretendía representar, ya era otra cosa.
- Pero existen dos cosas que no puedes comprar. – Dije apretando mis puños con fuera reuniendo una gran cantidad de calor infernal. – La vida de tus compañeros y a mí. – En ambas manos cree un par de esféricos de calor que no pasaban de treinta centímetros. Estos eran como pequeños soles en miniatura y radiaban un calor infernal, ya que tenían mi calor al máximo. – Querido Barrabas, creo que no entiendes que... no soy quien está secuestrado. Son ustedes lo que están secuestrados conmigo. – Mi rostro se cubrió en sombras por completo, dando lugar a un par de esféricos blancos en lugar de ojos. - ¿Crees que me importa morir? ¿Crees que soy tan escoria para ayudarte a joder a quienes considero mi propia familia? ¿¡Tan fácil derrotar más veo!? ¡Responde! - Si alguien intentaba moverse o atacar contra mí. Una visión horrible de morir durante el incendio del barco llegare en un instante, intentando indicar que cualquier que se moviera el barco ardería sin duda alguna. – Tienes menos de cinco minutos para regresarme mi arma y tienes aún menos tiempo de eso para ordenar cambiar el curso de este barco. De lo contrario todos nos morimos ¿Entiendes? ¡Todos! Y no creas que me da miedo morir. No, no, no. Disfrutare perseguir a cada uno de los miembros de este barco entre las llamas y atravesarlos con mis propias manos. Para luego esperar que la muerte venga a por mi en la llanura de este amplio y vació mar.
Incluso a mí no me gustaba tomar en serio las cosas, me tocaba llegar a este punto. No perdió de vista a Barrabas en ningún momento. De intentar atacarme, tendría yo aún una jugada entre manos. Pero claro, dependía si el me atacaba o no.
- Para narrador:
- El ambito que estoy utilizando mientras hablo es el capitulo 5
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-¡Capitán!
Barrabás miró hacia sus lacayos y agarró la espada que le lanzaban al vuelo. Era grande y de hoja ancha, curva. Alpha había esquivado su puñetazo y claramente su gente se estaba impacientando. Quizá había calculado mal el riesgo…
Le observó con cuidado. Estaba apretando los puños y él estaba empezando a sudar… a sentirse demasiado ligero. El calor empeoraba y pronto el traje no podría protegerle. Y, sin embargo, rió.
-Te equivocas. El dinero puede comprarlo todo, si sabes delante de quién tienes que menearlo.- Con un brazo, señaló a su gente.- El dinero puede comprar su tranquilidad y la mía. Puede comprarnos comida, entretenimiento y descanso. Puede darnos paz y diversión. El dinero no es más que una herramienta, pero es la mayor herramienta que hay en este mundo. El dinero puede comprar una vida que valga la pena vivir.
Abrió mucho los ojos al ver las esferas en las manos de Alpha. No sabía lo que eran. Lo intuía, pero eso no le servía de nada. ¿Atrapados con él? Apretó los dientes. Sí, podía ser. De repente, una ola de miedo le atravesó, paralizándole. Cerró los ojos y trató de imponerse, de resistirse. Escuchaba las palabras de Alpha en su cabeza. Para cuando volvió a abrirlos, su gente había desaparecido. Se habían refugiado en los camarotes, estaba seguro. Hacían bien. Él mismo estaba temblando, pero aún así… ¡aún así!
-No creo que seas fácil de derrotar. Pero creo que traicionarías a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos.- Esbozó una sonrisa débil.- Por eso estás aquí, ¿sabes? Porque… porque no importa lo poderoso que seas, eres un cretino integral. Alguien como tú… no sabe lo que es la familia.
Ah, demonios. Estaba empezando a marearse. Iba a atacarle, pero en lugar de eso bajó la cabeza. Por un momento, vio el barco en llamas, a todos corriendo y segundos después, solo la madera que había bajo sus pies. Frunció el ceño. No olía bien.
-La… la madera. Se está quemando…
Era cierto. Tal era el calor que incluso con Alpha en la distancia, los tablones bajo él habían empezado a prenderse y Barrabás había olido el humo. En cuestión de segundos el incendio sería imparable.
Barrabás miró hacia sus lacayos y agarró la espada que le lanzaban al vuelo. Era grande y de hoja ancha, curva. Alpha había esquivado su puñetazo y claramente su gente se estaba impacientando. Quizá había calculado mal el riesgo…
Le observó con cuidado. Estaba apretando los puños y él estaba empezando a sudar… a sentirse demasiado ligero. El calor empeoraba y pronto el traje no podría protegerle. Y, sin embargo, rió.
-Te equivocas. El dinero puede comprarlo todo, si sabes delante de quién tienes que menearlo.- Con un brazo, señaló a su gente.- El dinero puede comprar su tranquilidad y la mía. Puede comprarnos comida, entretenimiento y descanso. Puede darnos paz y diversión. El dinero no es más que una herramienta, pero es la mayor herramienta que hay en este mundo. El dinero puede comprar una vida que valga la pena vivir.
Abrió mucho los ojos al ver las esferas en las manos de Alpha. No sabía lo que eran. Lo intuía, pero eso no le servía de nada. ¿Atrapados con él? Apretó los dientes. Sí, podía ser. De repente, una ola de miedo le atravesó, paralizándole. Cerró los ojos y trató de imponerse, de resistirse. Escuchaba las palabras de Alpha en su cabeza. Para cuando volvió a abrirlos, su gente había desaparecido. Se habían refugiado en los camarotes, estaba seguro. Hacían bien. Él mismo estaba temblando, pero aún así… ¡aún así!
-No creo que seas fácil de derrotar. Pero creo que traicionarías a cualquiera en un abrir y cerrar de ojos.- Esbozó una sonrisa débil.- Por eso estás aquí, ¿sabes? Porque… porque no importa lo poderoso que seas, eres un cretino integral. Alguien como tú… no sabe lo que es la familia.
Ah, demonios. Estaba empezando a marearse. Iba a atacarle, pero en lugar de eso bajó la cabeza. Por un momento, vio el barco en llamas, a todos corriendo y segundos después, solo la madera que había bajo sus pies. Frunció el ceño. No olía bien.
-La… la madera. Se está quemando…
Era cierto. Tal era el calor que incluso con Alpha en la distancia, los tablones bajo él habían empezado a prenderse y Barrabás había olido el humo. En cuestión de segundos el incendio sería imparable.
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- Si puede comprarlo todo ¿Entonces por qué no intentas comprarme? – Dije fríamente en respuesta a sus palabras. – Tu “herramienta de diversión” te ha cegado el juicio y te ha traído hasta mí. Tu traje que has costeado te está fallando, capitán. Estas comenzado a sudar.
Al escuchar sus siguientes palabras, no pude evitar hacer una expresión de tristeza. No por mí, era por él. No era de locos pensar que un pirata podría traicionar a otro, era una de las cosas que podría claramente ocurrir en el mundo pirata. Pero yo, no formo parte de ello. En este mundo, incluso entre calaña como nosotros, existe la decencia. – Tu débil sonrisa solo me demuestra, que el traicionado alguna vez fuiste tú. – Pero al escuchar lo de cretino y familia, no pude evitar sonreír. Era irónico que en una situación como esta el alegase eso. ¿Cretino? Quizás. Pero el no saber lo que era una familia, sí que se le ha salido.
- Quizás a ti te cueste créelo, pero si se lo que es tenerla. – El olor a madera quemada me hizo darme cuenta que todo estaba a punto de arder. Un poco más y la madera comenzaría a arder mucho más. Así que desactivé mi habilidad, y caí sobre a un lado de los tablones ardientes – Te dije que ya no estaba jugando. – Él no estaba respondiendo a mis demandas. Yo me estaba comenzado a impacientar. – Y se te acaba el tiempo, capitán. – Dije mostrándome aún más serio. Di un par de pasos hacia atrás y apreté mi puño con fuerza. Golpee con fuerza la madera con la intención de hacerle un boquete al barco e irme de allí. Ya había perdido el interés en entablar una lucha con este sujeto. Era un hombre que su ambición por el dinero le hacía una persona aburrida para mí. Ahora lo que me tocaba era recuperar mi alabarda.
Después de todo, es mi consentida.
Al escuchar sus siguientes palabras, no pude evitar hacer una expresión de tristeza. No por mí, era por él. No era de locos pensar que un pirata podría traicionar a otro, era una de las cosas que podría claramente ocurrir en el mundo pirata. Pero yo, no formo parte de ello. En este mundo, incluso entre calaña como nosotros, existe la decencia. – Tu débil sonrisa solo me demuestra, que el traicionado alguna vez fuiste tú. – Pero al escuchar lo de cretino y familia, no pude evitar sonreír. Era irónico que en una situación como esta el alegase eso. ¿Cretino? Quizás. Pero el no saber lo que era una familia, sí que se le ha salido.
- Quizás a ti te cueste créelo, pero si se lo que es tenerla. – El olor a madera quemada me hizo darme cuenta que todo estaba a punto de arder. Un poco más y la madera comenzaría a arder mucho más. Así que desactivé mi habilidad, y caí sobre a un lado de los tablones ardientes – Te dije que ya no estaba jugando. – Él no estaba respondiendo a mis demandas. Yo me estaba comenzado a impacientar. – Y se te acaba el tiempo, capitán. – Dije mostrándome aún más serio. Di un par de pasos hacia atrás y apreté mi puño con fuerza. Golpee con fuerza la madera con la intención de hacerle un boquete al barco e irme de allí. Ya había perdido el interés en entablar una lucha con este sujeto. Era un hombre que su ambición por el dinero le hacía una persona aburrida para mí. Ahora lo que me tocaba era recuperar mi alabarda.
Después de todo, es mi consentida.
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Barrabás se echó a reír ante la respuesta de su oponente. Sabía que estaba en peligro, pero lo obtuso de Alpha le seguía fascinando.
-¡Porque a ti ya te he comprado, idiota! - Tosió un poco, apartando la cabeza.- Estás en este barco simple y llanamente porque querías enfrentarte a mí, cuando no me conocías. Puede que no te motiven los berries, pero eso no quiere decir que no seas barato.- No obstante, por más barato que fuera, tenía razón. Las precauciones que había tomado no eran suficientes. Sus hombres se habían salvado, pero su traje estaba fallando. Olía la madera quemada y en ese momento entendió que iba a morir. Gruñó y se dejó caer al suelo, mirando al pirata con rabia.
-No, no lo sabes. Y si la tienes, lo siento por ellos. Incluso un niño que te admiraba acabó repudiándote nada más conocerte; no esperes que me crea que es diferente con otra gente.
Escupió a los pies. Ya daba igual, al fin y al cabo. Sin embargo, para su sorpresa, Alpha desactivó su habilidad. Barrabás se incorporó un poco, sin entender. Quizá no tenía tanta prisa por morir, al fin y al cabo. Suspiró aliviado. Quizá tuvieran que darle la vuelta al barco, pero desde luego la pérdida era mejor que la muerte. Se habían equivocado, no cabía duda. Y entonces, le vio echar el brazo hacia atrás.
-¡No!
Se lanzó hacia Alpha, intentando detenerle, pero llegó tarde. El puño impactó en la madera, creando un terrible agujero que atravesó todo el barco. Poco a poco, el agua comenzó a entrar en la embarcación. Pasaría un tiempo antes de que terminara de hundirse, pero acababa de condenarlos a todos.
-¡Imbécil! ¡Ahora tú también morirás! ¿Acaso creíste que te mentía?
Quizá el que no mentía era él. Quizá sí estaba preparado para aceptar la muerte. El pirata se maldijo a sí mismo, una y otra vez. No pasaría mucho tiempo hasta que su tripulación viera el daño, pero no se veía con fuerzas para ir a decirles la verdad; era cuestión de tiempo. Cogerían los botes, tratarían de salvarse, pero incluso eso no les garantizaba su supervivencia.
No te cuesta encontrar tu alabarda. En cuanto encuentras a la tripulación te llevan al camarote del capitán, en donde estaba guardada. Puedes ver el odio en sus miradas; ellos tampoco creen que vayas a sobrevivir. Algunos están achicando agua, tratando de salvaguardar el barco lo suficiente como para tener alguna posibilidad. No sabes qué va a ser de ellos.
Logras marcharte de allí, montado en Susanoo junto a Suzaku. Voláis y voláis, perdidos en el mar azul. Hay una ligera brisa, pero os deja avanzar sin problemas. El tiempo pasa sin descanso y notas que Susanoo empieza a flaquear. A vuestro alrededor, el mar azul sigue extendiéndose en las cuatro direcciones. No hay tierra a la vista, nada más que olas y olas allí a donde mires. Susanoo se deja caer unos metros, antes de retomar la dirección. Le cuesta seguir, pero lo sigue intentando. No quiere rendirse y cuando la noche llega, continúa con perseverancia. Se esfuerza y se esfuerza, pero cuando los primeros rayos de sol llegan para anunciar un nuevo día, Susanoo se desmaya. Ha sido demasiado.
Caéis en picado, haciendo círculos descontrolados. El agua fría os recibe, dura como el cemento tras una caída desde esa altura. Te sumerges sin poder evitarlo y, de repente, todo a tu alrededor es agua. Ves los cuerpos borrosos de Suzaku y Susanoo frente a ti, pero no puedes moverte. No puedes respirar. Te vas hundiendo más y más y el agua empieza a llenar tus pulmones. Te quema el pecho. notas como se te llena la nariz y aunque quieres toser y moverte, estás paralizado. Notas un dolor punzante en la frente y poco a poco dejas de sentir las manos y los pies. Sabes que no hay marcha atrás. Sientes como la cabeza se te va y sin poder evitarlo te desmayas.
Despiertas en un suelo de madera. Hay un hombre empapado haciéndote primeros auxilios a tu lado, mirándote con preocupación. Te han rescatado en el último momento; has estado a punto de morir. Tras mirar a tu alrededor, descubres otro bulto cerca de ti. Al arrastrarte, notas que te sigue doliendo el pecho. Todavía arde y estás agotado. Aún así, logras llegar hasta el cuerpo y descubres a Suzaku, mirándote de vuelta con el mismo cansancio. Está viva, de milagro. Lograron salvarla, pero falta alguien. Buscas y buscas, pero no le encuentras. Cuando preguntas a los marineros, te dicen que no encontraron a otro ave. Insisten en mirarte, porque tienes sangre en las manos. Pero tras un breve examen, determinan que no es tuya. La caída fue demasiado para él.
Te explican que todavía estáis algo alejados de la costa, pero que han dado la vuelta inmediatamente y que en unas horas llegaréis y podréis ver a un médico de verdad.
Contra todo pronóstico, has sobrevivido.
-¡Porque a ti ya te he comprado, idiota! - Tosió un poco, apartando la cabeza.- Estás en este barco simple y llanamente porque querías enfrentarte a mí, cuando no me conocías. Puede que no te motiven los berries, pero eso no quiere decir que no seas barato.- No obstante, por más barato que fuera, tenía razón. Las precauciones que había tomado no eran suficientes. Sus hombres se habían salvado, pero su traje estaba fallando. Olía la madera quemada y en ese momento entendió que iba a morir. Gruñó y se dejó caer al suelo, mirando al pirata con rabia.
-No, no lo sabes. Y si la tienes, lo siento por ellos. Incluso un niño que te admiraba acabó repudiándote nada más conocerte; no esperes que me crea que es diferente con otra gente.
Escupió a los pies. Ya daba igual, al fin y al cabo. Sin embargo, para su sorpresa, Alpha desactivó su habilidad. Barrabás se incorporó un poco, sin entender. Quizá no tenía tanta prisa por morir, al fin y al cabo. Suspiró aliviado. Quizá tuvieran que darle la vuelta al barco, pero desde luego la pérdida era mejor que la muerte. Se habían equivocado, no cabía duda. Y entonces, le vio echar el brazo hacia atrás.
-¡No!
Se lanzó hacia Alpha, intentando detenerle, pero llegó tarde. El puño impactó en la madera, creando un terrible agujero que atravesó todo el barco. Poco a poco, el agua comenzó a entrar en la embarcación. Pasaría un tiempo antes de que terminara de hundirse, pero acababa de condenarlos a todos.
-¡Imbécil! ¡Ahora tú también morirás! ¿Acaso creíste que te mentía?
Quizá el que no mentía era él. Quizá sí estaba preparado para aceptar la muerte. El pirata se maldijo a sí mismo, una y otra vez. No pasaría mucho tiempo hasta que su tripulación viera el daño, pero no se veía con fuerzas para ir a decirles la verdad; era cuestión de tiempo. Cogerían los botes, tratarían de salvarse, pero incluso eso no les garantizaba su supervivencia.
No te cuesta encontrar tu alabarda. En cuanto encuentras a la tripulación te llevan al camarote del capitán, en donde estaba guardada. Puedes ver el odio en sus miradas; ellos tampoco creen que vayas a sobrevivir. Algunos están achicando agua, tratando de salvaguardar el barco lo suficiente como para tener alguna posibilidad. No sabes qué va a ser de ellos.
Logras marcharte de allí, montado en Susanoo junto a Suzaku. Voláis y voláis, perdidos en el mar azul. Hay una ligera brisa, pero os deja avanzar sin problemas. El tiempo pasa sin descanso y notas que Susanoo empieza a flaquear. A vuestro alrededor, el mar azul sigue extendiéndose en las cuatro direcciones. No hay tierra a la vista, nada más que olas y olas allí a donde mires. Susanoo se deja caer unos metros, antes de retomar la dirección. Le cuesta seguir, pero lo sigue intentando. No quiere rendirse y cuando la noche llega, continúa con perseverancia. Se esfuerza y se esfuerza, pero cuando los primeros rayos de sol llegan para anunciar un nuevo día, Susanoo se desmaya. Ha sido demasiado.
Caéis en picado, haciendo círculos descontrolados. El agua fría os recibe, dura como el cemento tras una caída desde esa altura. Te sumerges sin poder evitarlo y, de repente, todo a tu alrededor es agua. Ves los cuerpos borrosos de Suzaku y Susanoo frente a ti, pero no puedes moverte. No puedes respirar. Te vas hundiendo más y más y el agua empieza a llenar tus pulmones. Te quema el pecho. notas como se te llena la nariz y aunque quieres toser y moverte, estás paralizado. Notas un dolor punzante en la frente y poco a poco dejas de sentir las manos y los pies. Sabes que no hay marcha atrás. Sientes como la cabeza se te va y sin poder evitarlo te desmayas.
Despiertas en un suelo de madera. Hay un hombre empapado haciéndote primeros auxilios a tu lado, mirándote con preocupación. Te han rescatado en el último momento; has estado a punto de morir. Tras mirar a tu alrededor, descubres otro bulto cerca de ti. Al arrastrarte, notas que te sigue doliendo el pecho. Todavía arde y estás agotado. Aún así, logras llegar hasta el cuerpo y descubres a Suzaku, mirándote de vuelta con el mismo cansancio. Está viva, de milagro. Lograron salvarla, pero falta alguien. Buscas y buscas, pero no le encuentras. Cuando preguntas a los marineros, te dicen que no encontraron a otro ave. Insisten en mirarte, porque tienes sangre en las manos. Pero tras un breve examen, determinan que no es tuya. La caída fue demasiado para él.
Te explican que todavía estáis algo alejados de la costa, pero que han dado la vuelta inmediatamente y que en unas horas llegaréis y podréis ver a un médico de verdad.
Contra todo pronóstico, has sobrevivido.
FIN DEL MODERADO
- Recompensas y consecuencias:
Lamento el final abrupto del moderado, pero hacerle un boquete al barco ha hecho que la fiesta se acabe pronto.
-Te llevas dos niveles de haki armadura por el entrenamiento realizado en el barco.
-Conservas la alabarda.
-Susanoo cae al mar desamayado y muere de agotamiento; Suzaku está herida de gravedad gracias a la zambullida en el océano y tú tienes dos costillas rotas tras la caída. Ambos sobrevivís pero os llevará un par de meses recuperaros por completo.
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- Un hombre en busca de la verdad[Moderado nivel 2 Difter]
- El hombre y la tierra... bueno, la luna [Moderado Nivel 4 - Bleyd]
- Una parada en el camino: ¿Ese hombre va desnudo? [Moderado nivel 3 - Blacco Giacco y Silvia Parker][+18]
- [Rol Moderado - Nivel 5] Extraña criatura en el pantano [Moderado para Alex]
- [Rol moderado][Bael] Un hombre, un ideal
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